Milf, tercera parte

De cena con las mamás del cole

Me llamo Alba y soy la esposa de Alfredo. No me describiré físicamente, prefiero dejarlo a la libre imaginación de los lectores, simplemente os diré que en la actualidad tengo 44 años.

Conocí a mi esposo hace veinte años, como pasa el tiempo, y llevamos catorce años de feliz matrimonio. Alfredo es una buena persona, trabajador, responsable y muy cariñoso, tanto conmigo como con nuestros hijos. Al igual que en la inmensa mayoría de las parejas, nuestros años de noviazgo y primeros de matrimonio se caracterizaron por la intensidad y fogosidad, luego llegan los hijos, el estrés, el trabajo, el cansancio y, finalmente, la monotonía se instaura en nuestras vidas, aunque de vez en cuando a todos nos gusta salir de la rutina.

Sexualmente, reconozco que no soy una mujer especialmente fogosa, raras veces tomo la iniciativa. Por su parte, Alfredo es muy dulce conmigo aunque no sea un superamante en la cama, de hecho en bastantes ocasiones no quedo satisfecha y tengo que masturbarme para alcanzar el orgasmo. De un par de años a esta parte he notado que a mi marido le excita muchísimo, cuando estamos en la cama, que le cuente historias de maridos cornudos, de supuestas infidelidades mías con otros hombres.

Mientras lo masturbo, para provocar su erección, tengo que contarle como mi jefe me seduce y acaba follándome en el trabajo, o como me lo monto con su mejor amigo o con nuestro viejo vecino -por cierto todo un salido-, pero esta historia le calienta sobremanera, y en bastantes ocasiones hace que se corra sin ni siquiera llegar a penetrarme.*

Por cierto, una parte de esta historia -que ocurrió hace año y medio- es verídica, dejo a vuestra imaginación el determinar cual.

Es un hecho cierto que cuando llega la etapa de llevar a nuestros hijos al colegio, todos solemos congeniar especialmente con un grupo de padres y madres, tomamos café, compartimos experiencias, vamos de agroturismo e incluso tenemos nuestro grupo de whatsapp.

Me incluyo entre estas personas, en mi caso, la afinidad es con otras tres mamás del cole. Se llaman Virginia, Yoli y Marimar, su edad oscila entre los treinta y tres años de Yoli hasta los cuarenta de Marimar.

Trimestralmente organizamos una cena las cuatro, dejamos a los hijos con sus padres, salimos, cenamos, bailamos un poquito y vuelta a casa, digamos que esos buenos ratos constituyen nuestro momento.

Para esa ocasión, nos fuimos a un bar de tapas y cañas. Cenamos muy bien, criticamos a una de las profesoras de nuestros hijos, cotilleamos, le sacamos la piel a tiras a nuestros maridos y bebimos algunas botellitas de Lambrusco. Con el ambiente muy distendido y el postre sobre la mesa, Virginia le comentó a Marimar que se encontraba bastante callada, si le ocurría algo.

Marimar contestó: chicas llevo toda la cena dudando si contaros o no una cosa que me ha ocurrido. La respuesta fue unánime, cuenta, cuenta

Marimar: el otro día comí en el trabajo, como me sobraba más de una hora hasta las cuatro, estuve viendo escaparates en el centro comercial, en una tienda ví un vestido precioso y entré. Una dependienta muy joven se acercó y me dijo que estaban a punto de cerrar por ser la hora de la comida. Muy apenada me excusé y le dije que volvería en otro momento. La chica comentó que solía comer sola en la tienda y que no le importaba atenderme ya que así no se aburriría ese rato. La dependienta cerró con llave el local para que no entrasen otros clientes y me sacó cuatro vestidos para probarme.

Me probé tres, pero todo el rato tuve la impresión que la dependienta se extralimitaba un poco, no paraba de halagarme y con la escusa de si el vestido me estaba grande y había que recoger de este lado, que si la falda debería ser algo más corta, aprovechaba para rozarme el culo y las tetas incluso me subió la falda hasta la altura de la cintura y me tocó los muslos con la palma de su mano.

Pasé a probarme el último, me saqué el vestido y me quedé en tanga y sujetador. Mire al espejo, no había echado del todo la cortinilla y ví que la dependienta tenía una mano dentro de su leggins, se estaba masturbando mientras me miraba. Me excité, no pude o no quise cerrar la cortinilla, me agaché haciendo que buscaba algo para que pudiese ver mi culo tapado por el hilo del tanga, estuve un buen rato en esa posición mientras me excitaba al sentir los ojos de la chica sobre mis nalgas, miré por el espejo y ví que la chica tenía una mueca de gusto en su cara mientras seguía masturbándose. Me incorporé y desabroché el sujetador para que la joven me viese las tetas. La dependienta entró en el pequeño probador, imaginaros desnuda con el tanga empapado, y comentó que este vestido es mejor llevarlo sin sujetador. Me alzó los brazos y me pasó el vestido por encima de la cabeza. Creo que apropósito hizo que el dedo con el que se estaba masturbando pasase cerca de mi nariz para que lo oliese, con la palma de su mano me tocó descaradamente uno de mis pezones y siguió tirando del vestido hacia abajo. Se agachó un poco y uno de sus dedos recorrió mis labios vaginales por encima de mi prenda íntima totalmente mojada y suspiré. En ese momento sonó mi móvil, la dependienta salió del probador, era mi jefe que necesitaba un informe para ya mismo. Me vestí lo más rápido que pude y sin despedirme salí corriendo de la tienda. Llegué al trabajo, le entregué el informé al jefe y me encerré en el baño, el resto os lo podéis imaginar.

Ufffffff, comentamos las tres, ¿Vas a volver a la tienda pregunté?. Marimar contestó que ni de coña, por favor no contéis esto a nadie y menos a mi esposo. Bueno yo os he contado este secretillo que ni siquiera lo sabe mi marido, seguro que vosotras también escondéis algo turbio, ¿verdad?.

Virginia tomó la palabra: todos conocéis como es mi marido, mira a todas las mujeres que se le ponen a tiro pero luego es celosísimo, vaya que es un poco moro. Pues bien, el verano pasado fuimos a Mazagón, uno de los días mi hija quiso quedarse con los de la animación del hotel. Mi esposo y yo nos fuimos a la playa, había muchas mujeres haciendo topless incluso algunas con tanga brasileño, de esos que no tapan nada. Mi marido descaradamente miraba a todas esas jovencitas y el muy cabrón se empalmó. Me enfadé y le dije que ya bastaba que se estaba pasando de la raya, que era un viejo verde y demás lindezas. ¿Sabéis que me contestó el canalla?.

No, respondimos al unísono. Pues que yo era una mojigata incapaz de hacer topless en un lugar público, que si lo hiciese no tendría que recrearse de otra manera. Me puse como una fiera y por no montar una escena me puse boca abajo en la toalla. Al rato, pasó un chico de color de los que van vendiendo bisutería y ropa. Mi esposo lo llamó y se interesó por unos relojes. Me dí la vuelta, el chaval era muy guapo, me senté en la toalla y me quité la parte de arriba del bikini. Mi marido se quedó estupefacto, saqué la crema bronceadora y me la apliqué muy lentamente, con parsimonia, sobre mis pechos. El chaval tuvo una erección tremenda al momento, mi marido medio atolondrado le compró un reloj y cuando el chaval estaba a punto de irse le dije que quería ver los bolsos y pareos que llevaba. Estuve como un cuarto de hora eligiendo, con toda la tranquilidad del mundo, lo que quería, El chico no dejaba de mirarme las tetas con total descaro ante la mala hostia de mi marido. Finalmente, escogí dos pareos y un bolsito y le dije a mi esposo, págale al chaval. Nos fuimos a todo correr de la playa y en la habitación mi esposo me echó uno de los mejores polvos de mi vida. Creo que le puso cachondo que otro hombre me viese las tetas.

Todas nos reímos a la vez, se lo tiene bien merecido comentó Marimar.

Bueno Yoli dijo Virginia, y tú ¿Qué nos cuentas?. Comentarios a parte, creo que las cuatro sentíamos cierto cosquilleos en nuestros sexos, ya que la conversación se estaba poniendo demasiado caliente por momentos.

Yoli miró a ambos lados para cerciorarse que nadie nos escuchaba, y comenzó a hablar: ya sabéis como es mi casa, los tendederos de la ropa están fuera y aunque en varias reuniones de vecinos hemos sacado el tema, no se ha contratado a alguien para que ponga unas ventanas con llave para poder abrirlas y cerrarlas. Pues bien, de un tiempo a esta parte después de tender la ropa he echado en falta algunas braguitas y tangas. Hace cosa de una semana no podía dormir, me asomé al patio para fumar un cigarrillo, la ventana del hijo de los vecinos de abajo estaba abierta y la luz encendida. El chaval que tendrá unos veinte años estaba tumbado en la cama vestido solamente con un slip muy apretado. Me picó la curiosidad, el chico tengo que decirlo es muy guapo y no todos los días una puede contemplar un cuerpo así. Pasados un par de minutos, el chaval comenzó a sobarse el paquete primero por fuera del slip y luego por dentro. Se lo quitó y ante mis ojos apareció un pollón de unos dieciocho centímetros, grueso, muy grueso y unos testículos tremendos totalmente depilados.

Vaya con el hijo del vecino dijo Marimar. Calla deja que siga dijo Yoli. El chico se la empezó a menear, bajo el glande y empezó a acariciarse con una mano mientras que con la otra se sobaba los huevos. Me puse muy cachonda y metí una de mis manos debajo del tanga y me masturbé. El chico abrió un cajón y ante mi sorpresa sacó uno de mis tangas de encaje preferido, lo olió, lamió y envolviendo su tremenda polla con mi prenda íntima se masturbó. Pasado un rato se corrió manchando mi tanga y en ese mismo instante tuve uno de los orgasmos mas intensos de mi vida.

Caray con el vecino dijo Marimar muy excitada, y tu Alba ¿Qué tienes que contarnos?.

Tomé la palabra. Hace ocho meses salí de cena con mis amigas de toda la vida, después de cenar entramos en un pub nuevo donde ponen salsa, pedimos unas consumiciones y nos sentamos. Al poco rato unos chicos sudamericanos se acercaron y nos invitaron a bailar. Les quisimos dar largas pero insistieron tanto que al final bailamos con ellos, yo bailé con un chico llamado Julio.

Bailamos, en cada paso del baile notaba que el chaval se acercaba demasiado e intentaba llevarme hacia la parte más lejana y oscura de la pista de baile. En uno de los giros quedé de espaldas al chico, Julio me cogió por la cintura y se arrimó a mi de forma totalmente descarada, noté un bulto tremendo contra mis nalgas. El chico nuevamente me hizo dar la vuelta con la excusa del baile, sus manos pasaron de mi cintura a mis nalgas mientras sentía su duro miembro sobre mi coño humedecido. Una de sus manos subió otra vez por mi cintura, metió la mano por debajo de mi camiseta y desplazando la copa del sujetador pellizcó mi pezón totalmente endurecido.

El chaval acercó su boca a mi oído y me susurró: ¿te apetece que nos vayamos a un lugar más tranquilo?. En ese instante la cordura volvió a mi, me separé de él y le dije que era una mujer casada. El chico me pidió disculpas y se alejó, afortunadamente, mis amigas no se dieron cuenta de nada.

Guauuuuu dijeron las chicas, ese tío quería acostarse contigo y encima por lo que cuentas estaba bien dotado. Las cuatro nos reímos a carcajadas. Bueno es hora de pagar ya que la noche es joven dijo Virginia, liquidamos la cuenta después de tomar un último chupito a cuenta de la casa y nos fuimos.

Cogimos un taxi que nos dejó en la zona de pubs de la ciudad, tomamos un par de copas, reímos, bailamos y nos quitamos algunos moscones de encima.  Sobre las dos de la mañana quedábamos Yoli y yo. Mi amiga estaba cansada y quería irse, la noche es joven intentaba convencerla para que se quedase, Yoli me contestó que se notaba que mi marido, Alfredo, estaba de viaje de negocios y los niños con sus abuelos.

Acompañe a mi amiga hasta la parada del autobús y me disponía a coger un taxi en la parada, cuando un coche se paró a mi lado y una voz me llamó.

Alba, Alba, ¿Cuánto tiempo si verte?.

¿Guillermo?, contesté sorprendida.

De joven tuve algunos escarceos amorosos siendo el principal con Guilermo, aunque la cosa nunca pasó a mayores porque al poco de estar con él conocí a mi actual marido. Alfredo se lo tomó muy mal, durante un tiempo no quiso hablarme, aunque al final por lo menos conseguí que quedásemos como amigos.

Alba cuanto tiempo sin verte, dijo Guillermo, ¿Donde vas a estas horas?. He estado de cena con mis amigas y me voy a casa contesté.

Monta que te llevo, te ahorras el taxi y charlamos que hace mucho que no nos vemos. Gracias eres un encanto respondí.

Guillermo me contó que hace ocho años se casó pero las cosas no fueron bien y que recientemente se había divorciado. ¿Y que tal tú?, me preguntó, sigues con ese chico, ¿Cómo se llamaba?, no lo recuerdo.

Sí me casé con Alfredo, tenemos hijos aunque últimamente no coincidimos mucho, viaja demasiado por su trabajo.

Pues yo no dejaría sola ninguna noche a una mujer tan atractiva como tu contestó, reconozco que su piropo me encantó. Durante el trayecto Alfredo me halagaba continuamente, dándome cuenta que con disimulo miraba mis piernas que quedaban a su vista debido a lo corto de mi falda. Paramos ante un semáforo, y al meter la marcha el reverso de su mano rozó mi rodilla izquierda. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo.

Nuestra conversación era muy agradable, y cada vez me sentía más a gusto y desinhibida, en parte por el alcohol que había tomado y por los piropos Guillermo.

A mitad del trayecto, Guillermo sugirió que fuésemos a tomar una copa a un pub que había abierto una semana antes y acepté con la condición de que fuese solo una ya que era muy tarde. Cuando entramos nos dirigimos a la barra y Guillermo pidió un par de copas de cava. Este encuentro hay que celebrarlo por todo lo alto comentó Guillermo. Nos sentamos al fondo del local, al poco rato pusieron una canción lenta y me sacó a bailar.

Me cogió por la cintura y se pegó a mi, al momento note su virilidad contra a mi vientre, lo cual, hizo que mi coño comenzase a humedecerse y palpitar. Guillermo acercó su boca al oído y me dijo lo hermosa y deseable que era.

Mi mente estaba confusa creo que por los efectos del alcohol. De repente, su mano se deslizó hasta mis nalgas sobándolas por encima de mi minifalda.

Guillermo, soy una mujer casada, me voy a casa dije en un momento de lucidez separándome de él. Como pude salí del abarrotado local y llegue a la calle a respirar aire fresco y aclarar mis ideas mientras buscaba un taxi.

Una mano me agarró y me llevó a la parte trasera del pub, era Guillermo. Me puso contra la pared e intentó besarme, sin conseguirlo. En ese momento una luz nos deslumbró y se oyó una voz ruda:

¿Qué pasa aquí?, Señora, ¿Le están molestando?, era un policía.

Guillermo me cogió por la cintura y poniendo una de sus manazas en mi culo contestó, no pasa nada señor agente ¿verdad cariño?. No ocurre nada señor contesté y el agente dijo, les dejo a solas pero es tarde y les recomiendo que vayan a su casa a terminar lo que han empezado.

Guillermo se volvió hacia mí, has podido irte y no lo has hecho, Guillermo me arrinconó contra la pared, sus labios se acercaron a los míos, su mano se posó sobre mi barbilla tiró de ella abriendo mi boca e introdujo su lengua dándome un beso muy húmedo.

Una de sus manos levantó mi falda y subió por mis muslos muy lentamente hasta acariciar mis nalgas, jugueteó con mi tanga tirando del hilo. Su otra mano se apoderó de mis tetas sobándolas a su antojo. Por mi parte no paraba de gemir y jadear. Guillermo por favor, soy una mujer casada acerté a decir. Te voy a dar lo que te mereces contestó pero no aquí en mi casa.

Me montó en su coche, durante el trayecto levantó mi falda y su mano subiendo por mis muslos llegó a mi húmedo tanga, lo separó e introdujo dos dedos en mi ardiente coño acariciando mi hinchado clítoris. Estas chorreando putita me dijo, al oir esas palabras tuve un orgasmo bestial.

Llegamos a su casa, el trayecto se me hizo eterno, subimos en el ascensor donde siguió sobando mi culo y mis tetas, diciéndome obscenidades que me ponían aún mas caliente. Entramos y se hecho sobre mi, besándome con desesperación, ordeñando con muchísima fuerza mis tetas y nalgas.

Se sentó en un sofá y me dijo, desnúdate para mí, quédate en tanga y  sujetador. El vestido cayó a mis pies mientras se acariciaba la verga por encima del pantalón.

Puta ponte de rodillas y bájame el pantalón me ordenó. Su slip apenas podía contener la enorme polla que se ocultaba debajo. Todas las casadas sois unas zorras que necesitáis una buena ración de polla, me dijo. Le baje el calzoncillo y una verga muy gruesa de unos veinte centímetros apareció. Trágatela hasta los huevos pedazo de zorra me ordeno. Con una mano le baje el glande mientras que con la otra acariciaba sus enormes testículos, y empecé a succionar.

Que suerte tiene tu marido, así se la chupas pedazo de puta. Nunca se la he mamado pese a las veces que me lo ha suplicado contesté. Zorra asquerosa, cuantas pajas me he cascado pensando que te follaba por todos tus agujeros, y ahora te tengo de rodillas mamando mi polla y magreando tus tetas. Después de mas de cinco minutos de mamada, Guillermo se corrió como un animal llenando mi cara, mi pelo y mis tetas de su leche caliente.

Límpiame la polla zorra que esto aún no ha acabado. Me cogió en bolandas y me introdujo en la ducha, las putas a las que yo me follo las quiero bien limpias.

Me enjabono todo el cuerpo, deteniéndose en mi depilado coño. Su mano acarició mi vulva e irónicamente dijo, ¿Quieres que te haga un dedo zorrita?, si por favor conteste. Suplica perra, y abrazando a Guillermo supliqué follame con tus dedos por favor.

Dos dedazos se introdujeron en mi vagina alcanzando mi clítoris, lo pellizcó provocando placenteras contracciones en mi útero. Quiero que te corras en mi mano zorra asquerosa me dijo, mientras que con su otra mano me propinaba unos fuertes azotes en mis nalgas. Al poco rato tuve un orgasmo bestial que me dejó sin fuerzas.

Me saco del baño y me tiro encima de su cama, abre las piernas zorra asquerosa me ordeno mientras se masturbaba. Me gustaría ver la cara del hijo puta de tu marido si supiese que su amada esposa se encuentra abierta de piernas en la cama de su ex novio para ser follada por todos sus agujeros.

Guillermo se puso un preservativo, y abriendo mis piernas se puso encima de mí. Su polla jugaba con mis labios vaginales, introducía su glande para sacarlo acto seguido mientras yo abría más mis piernas y empujaba con la pelvis pero sin llegar a penetrarme, lo cual me volvía loca. Suplica que te marque perra, suplica zorra, fóllame cabrón le grite y de un solo golpe me la introdujo hasta el fondo de mi vagina.

La sientes perra me preguntó, si conteste mientras jadeaba de placer. ¿es más grande y gorda que la del marica de tu esposo?. Si acerté a contestar entre gemido y gemido. Que prieto este tu coño, que pasa ¿tu querido esposo no te folla como es debido?, en ese instante tuve un tremendo orgasmo.

Después de estar bombeando un buen rato, Guillermo sacó su enorme verga de mi coño, ¿Que haces no me dejes así? implore, date la vuelta puta que te voy a follar el culo.

Soy virgen me vas a destrozar contesté. Guillermo cogió un pañuelo y atándome las manos a la espalda dijo: te vas a enterar puta asquerosa. Abrió cajón y sacó un enorme consolador negro diciendo voy a follarte todos tus agujeros, metió sus mano en mi chorreante coño y con dos dedos mojados por mi intimidad empezó a abrir mi ano.

Me duele gritaba, relájate puta te va a gustar y de un golpe introdujo su pollón en mi culo. Al poco rato empecé a mover mis caderas, ¿has visto lo que se pierde el cornudo de tu marido? Si jadeé, ¿Te gusta que te den por el culo o quieres que te la saque?. No por favor continúa.

De repente note que algo se introducía en mi coño, era el consolador del que me había totalmente olvidado. La sensación fue brutal, a cuatro patas, mi exnovio ordeñando mis tetas y rompiendo el culo de una mujer casada madre de familia y con un vibrador taladrándome el coño. Nuevamente, volví a orgasmar.

Quede extenuada encima de la cama, Guillermo no se había corrido, me dió la vuelta y riéndose a carcajadas me dijo. ¿Te ha gustado puta asquerosa?, si acerté a decir. Pues aún queda lo mejor contesto.

Sacó el consolador de mi coño y dándome una fuerte nalgada me dijo: tienes un culo estupendo pero todavía no me he corrido, te voy a follar el coño como no lo hace tu esposo.

Guillermo se puso de rodillas y comenzó a comerme el coño. Me retorcía de gusto y placer, con las manos atadas y Guillermo mordisqueando mi clítoris,  magreando y ordeñando mis tetas con sus manos.

Guillermo se quitó el preservativo, se puso encima mío y de un golpe me la introdujo hasta el fondo de mi útero. Me vas a preñar grité, calla puta contesto Guillermo.

Que prieto tienes el coño perra como se nota que tu marido no te da lo que necesitas, Guillermo comenzó un mete saca brutal, era incansable, me dio de nalgadas mientras mis tetas se bamboleaban con cada pollazo del macho, me follaba a placer diciéndome obscenidades e insultando a mi esposo, me corrí otras dos veces.

Un espasmo sacudió a Guillermo, toma mi leche puta barata para que aprenda el cornudo de tu marido quién manda aquí, me corro y voy a preñar a mi puta, en ese instante seis trallazos de leche de mi macho llegaron hasta lo más hondo de mi útero.

Guillermo aquella noche, en la que estabas fuera de la ciudad, me folló todas las veces que quiso, en todas posiciones y lugares de su casa. A la mañana siguiente me vestí y me fui muy temprano, tuve suerte de no quedar embarazada, ¿te gusta Alfredo?, en ese momento me corrí como lo cerdo que soy. Otra noche que me quedo a medias dijo mi esposa, Alba.