MILF, segunda parte

De como un joven imberbe saca lo más puta que hay en mí.

Para una mejor comprensión de la historia, sugiero a los lectores la lectura de su primera parte.

Tras la tremenda follada que me había proporcionado el chaval, nada que ver con las de mi marido, tumbada en mi cama empezaron los miedos, dudas, y remordimientos. ¿Como había permitido que un desconocido, al que doblaba en edad, me sedujese, me humillase y me follara de esa manera?. Pensé en mi marido, en mis hijos, en mi vida, lágrimas cayeron por mis mejillas.

El botones estaba en la terraza de mi habitación fumando y hablando por el móvil. Los remordimientos me atenazaban y no me dejaban pensar con claridad.

El botones entró, se quitó el boxer, cerró la puerta y se sentó en una butaca. Me giré dándole la espalda. Vaya, vaya, vaya dijo con ironía, la madurita se pone digna, tenías que verte desnuda en la cama, oliendo a sexo, con tu coño lleno de leche de otro hombre.

Hijo de puta contesté cubriéndome con la sábana, ¿Cómo he permitido que pasase esto?.

El chaval se tumbó en la cama e instintivamente me alejé de él. El botones habló: he tenido ocasión de follarme a unas cuantas maduritas como tú, amantísimas madres, fieles esposas y abnegadas madres de familia, felizmente casadas, por lo menos eso dicen, cuando en realidad la rutina se ha instalado en sus vidas. Estáis sexualmente insatisfechas y en el fondo os gusta que otros hombres os admiren, se den la vuelta en la calle para miraros el culo y las teta, sentiros deseadas. Deseáis ser cortejadas y seducidas por otros hombres, jóvenes o viejos, que no sean vuestros esposos y cumplir vuestras fantasías más ocultas. Por desgracia las maduritas como tú olvidáis que aparte de mujeres sois hembras.

Eres un puto bastardo le contesté con desprecio. El chico de un tirón quitó la sábana abalanzándose contra mí, intente separarme y forcejeamos, pero me inmovilizó con sus fuertes brazos. Acercó su boca a mi oído y me susurró: de todas las milfs con las que he follado tu eres la más puta, te has dejado meter mano en un ascensor repleto de gente, te he follado la boca, me has entregado tu culo virgen y te has dejado marcar como un macho marca a sus hembras, incluso me he corrido dentro en tu coño y así preñarte como a una perra, -afortunadamente tomo la píldora-.

Intenté alejarme de él pero no pude, sus manos aprisionaron mis pechos y pellizcó mis pezones, su enorme verga otra vez muy dura se introdujo por la raja de mis nalgas. Con brusquedad giró mi cabeza, bésame zorra, bésame dijo. Sus labios se posaron sobre los míos, su lengua intentó entrar en mi boca, finalmente se hizo paso y nuestras lenguas se entrelazaron mezclándose nuestra saliva.

La mano del botones bajó por mi vientre hasta mi coño, cerré las piernas pero su mano se introdujo en mi entrepierna. Abrete zorra, dijo, abre las piernas para tu verdadero hombre y no al marica de tu esposo, entrégate a tu nuevo macho. No pude evitarlo, ese macarra de nuevo estaba sacando mi parte más puta, me giré y abrí mis piernas entregándome de nuevo. El botones se rió, lo sabía eres una ramera y dos dedazos del macarra penetraron nuevamente mi intimidad pellizcando mi hinchado clítoris.

El chico se puso entre mis piernas, las levantó pasándolas por encima de sus hombros quedando totalmente abierta para él. Sus dedos seguían masturbando mi coño con mucha fuerza, mis nalgas totalmente abiertas fueron magreadas y pellizcadas sin piedad por el macho. Un dedo luego dos penetraron mi ano, oleadas de placer inundaban mi cuerpo, ya no pensaba en mi familia ni en mi marido sólo en entregarme como una buena hembra a su macho. El mozo del hotel me estaba follando el coño y el culo con sus dedos y empecé a notar las contracciones previas al orgasmo.

El botones me beso de nuevo, abre la boca ramera, ábrela me dijo. Abrí la boca y me escupió dentro tuve que tragar su saliva. Zorra antes te he marcado con leche y ahora te marco con mi saliva, eres mi hembra, dímelo puta, dímelo. Sometida al placer del macho pude gritar: soy tu hembra, fóllame por favor y préñame como la perra que soy.

El botones se incorporó, ordeñando con una de sus manos mis tetas, con la otra cogió su enorme verga pasando el glande por mis hinchados labios vaginales. No me penetraba el hijo puta, abrí mis piernas todo lo que pude y empuje mi pelvis contra ese pedazo de carne. Su enorme verga jugaba con mis labios vaginales sin penetrarme. Suplica que te folle zorra, pide que te monte mi verga y te preñe ordenó.

Totalmente degradada y entregada a un chico que podía ser mi hijo, grite sin que me importase que oyesen en el hotel mis jadeos y gemidos: fóllame cabrón, préñame, voy a orgasmar. En ese instante el botones se levantó de la cama, me dio dos fuertes nalgadas y dijo: voy a darme una ducha.

No me dejes así por favor imploré. Tenías que verte milf dijo riéndose, otra vez abierta de piernas para otro hombre, oliendo a sexo tu cuerpo de puta. Mastúrbate zorra, tu macho quiere ver como tu sola te das el placer que tu esposo no sabe darte, el botones ordeñando mis tetas volvió a repetir su orden: mastúrbate perra. Bajé mi mano a la entrepierna y metí dos dedos en mi coño, estaba lleno de flujo que humedecía mis paredes vaginales saliendo de mi sexo, mojando mi culo y las sábanas de mi cama. Pellizqué mi clítoris con dos dedos, estaba a punto de orgasmar. El botones acercó su boca a mi oído y susurró: eres una puta milf.

Me corrí como una verdadera cerda, las contracciones de mi útero fueron intensísimas, arqueé mi espalda y cerré las piernas. Mi cuerpo temblaba y los espasmos intensos como nunca los había tenido con mi esposo, cerré mis piernas hasta hacerme daño. Córrete puta, córrete que vea tu hombre lo perra que eres dijo el macho. Finalmente y tras un último espasmo me quedé tirada y temblando sin fuerzas sobre la cama.

Voy a ducharme dijo el botones dándome otra nalgada, ves como eres una buena perrita y se fue riéndose con grandes carcajadas.

Oí el ruido del agua corriendo en la ducha. El muy hijo puta lo había conseguido de nuevo, por segunda vez me había entregado a ese macarra, me había humillado ante un chaval suplicando que me follase con su enorme verga, que me preñase para luego rebajarme a hacerme un dedo en su presencia para orgasmar.

Fui al baño, necesitaba orinar, me senté en la taza y oriné como nunca lo había hecho. Orina, flujo y restos del semen se mezclaron en el inodoro. El botones salió de la ducha, me quedé admirando su cuerpo, casi metro ochenta y cinco, grandes espaldas, marcados abdominales, pierna fuertes, culo duro y muy firme y sobre todo una verga descomunal incluso estando flácida muchísimo más grande que la de Alfredo.

Sécame milf ordenó el botones. Me limpié el coño con papel higiénico y cogí una toalla, sequé su cabeza, su espalda, su pecho, arrodillándome ante él sequé sus piernas y su enorme pollón junto con sus poderosos cojones que tanto placer me habían dado.

Muy bien zorra sécame bien no sea que coja un frío me dijo irónicamente. ¿Te gusta lo que ves?, sí contesté humildemente. Seguro que el cuerpo del cornudo no es como el mío dijo riéndose con grandes carcajadas.

¿Cómo te llamas? le pregunté. No tienes porqué saberlo me contestóo, mira que eres puta follas con un hombre y ni siquiera sabes como se llama, eso sólo lo hacen las putas, ¿Verdad Alba?.

¿Cómo sabes que me llamo Alba? le repliqué. Según te ví entrar por la puerta del hotel supe que ibas a ser mía, por eso miré tu ficha, tu DNI, tu correo electrónico. Basta de chachara puta, te has corrido como una verdadera perra y yo no he tenido nada.

El botones se sentó en la taza del inodoro, apretó su enorme miembro, y me dijo: de rodillas perra y ven a cuatro patas a comer el dulce de tu hombre. Me quedé impresionada viendo ese pedazo de carne, y sin voluntad alguna me arrodillé y a cuatro patas me acerqué sumisamente hasta mi macho.

Abrí sus piernas y dócilmente bajé el glande de la verga de ese verdadero hombre. Le dí un par de piquitos saboreando el líquido preseminal que destilaba. En ese instante el botones cogió su miembro y me lo restregó por mis mejillas, por mis ojos y mi frente, por mis labios. Empezó a darme pollones por toda la cara mientras yo con la boca abierta intentaba tragarme la polla de un hombre que no era mi esposo.

El macarra me cogió la cabeza con fuerza y me la llevó hasta su enorme pollón, abrí la boca y de un solo golpe me la introdujo hasta el fondo de la garganta. Empezó a follarme la boca, me invadieron las nauseas, una sensación de ahogamiento y unas lágrimas se deslizaron por mis mejillas. Por fin pude sacar la verga de mi macho de la boca y empecé a lamer y besar su grueso tronco, pasé a sus testículos para acabar metiendo la lengua en su ano mientras lo pajeaba lentamente.

Sigue puta sigue me ordenaba el botones entre gemidos y jadeos, ya no eres una novata comiendo pollas eres una ramera de lujo, lo que se pierde el estúpido de tu marido. Levanté los ojos sumida en la lujuria, y continuando con la paja le dije: mi marido es un maricón de mierda, no es lo suficiente hombre para mí, es un cornudo de mierda.

Si es tan cornudo y su mujercita tan puta sigue comiendo verga zorra. No se durante cuanto tiempo estuve mamando la verga del mi macho, finalmente, la espalda del joven se arqueó y gimió como un animal, ante la llegada de su orgasmo me tragué por última vez su verga, lamí y succioné, tres lechadas de su semen atravesaron mi garganta. Me saqué su polla de la boca corriéndose sobre mi cara, mi pelo y mis tetas, seguí ordeñando a mi macho acariciando sus testículos hasta vaciar toda su leche.

El botones sentado en la taza del inodoro riéndose me dijo: milf, es la mejor mamada que me han hecho en mi vida, me has dejado totalmente ordeñado. Mi cuerpo estaba lleno de su leche, y como una verdadera perra, -todavía me excito cuando lo pienso- me unté el semen del botones por mi cara, mis tetas, la abertura de mi ano y en mis labios vaginales.

Que perra te has vuelto dijo el chaval entre grandes carcajadas, daría lo que fuese por que tu esposo te viese llena de leche de otro hombre. El botones se dio la vuelta y se puso a mear, cuando acabó me arrodillé y limpié con mucho cariño aquel pedazo de carne.

Encendí el grifo de la ducha, el chaval se volvió y me dijo: hoy no te duchas, voy a dormir contigo, vas a compartir cama con un hombre que no es tu marido y quiero que huelas a hembra en celo.

Salimos del cuarto de baño, el chaval cogió mi cartera que estaba sobre la cómoda, la abrió y sacó una foto. ¿Este es el cornudo?, le dije que sí que era Alfedo mi marido. El botones se pasó la foto por su enorme verga, sus cojones y por la raja de su culo. Esto es por no tener satisfecha a una hembra como tu esposa, no la mereces cornudo poco hombre. El chaval sacandando mis últimos 200 euros de la cartera se tumbó en mi cama y dijo: esto es por los servicios prestados, ya te lo dije antes a las milfs como tu hay que dejarlas satisfechas.

Estaba sucia, llena de leche del botones, humillada y sin apenas dinero pero satisfecha como una buena hembra. Me tumbé acosté y dormí. No se lo que descansé aunque me pareció oir al botones hablar por el móvil.

Pasado un rato noté dos manos posarse sobre mi espalda, la acariciaron y fueron descendiendo hasta llegar a mi culo, magreó y sobó a conciencia cada una de las nalgas para finalmente abrirlas. Un dedo se deslizó por la raja de mi culo hasta presionar levemente la entrada de mi ano.

Me giré y abracé al macho, dí un grito y salté del lecho. Se encendió la luz. En mi cama había un hombre calvo, de unos sesenta años, con barriga cervecera y mucho pelo en su cuerpo.

Me tapé con la sábana y oí una risotada, era el botones sentado en la butaca. ¿Qué ocurre, que es esto?, pregunté al chaval.

Alba te presento a Julio, Julio Alba. Julio es el gerente del hotel, le he hablado de ti y lo bien que lo estamos pasando esta noche, así que he pensado en invitarle.

Hijo de puta respondí. Realmente, está tremenda esta madurita dijo Julio y por lo que me has comentado es una verdadera diosa en la cama. El botones se levantó arrancándome la sábana de un fuerte tirón. Instintivamente, quise cubrir mi cuerpo con las manos pero el chaval no me dejó. Mira que cuerpo tiene dijo el botones, mira que tetas que coño y que muslos.

Julió se levantó de la cama apretándose su paquete, que tetas y que coño tan bien arregladito, se puso detrás de mí y apretó mis nalgas. Intenté separarme de él pero el botones me abrazó pasando sus manazas por debajo de mis axilas, que tetazas tiene la muy puta, tócalas Julio. Julio extendió sus manos y atrapó cada uno de mis pechos, los amasó y sobó a su antojo, tiró de mis pezones y acercando su boca a la mía me estampó un beso. Intenté oponer resistencia pero otra vez volvía a sentirme como una puta.

La boca de Julio lamió mis lóbulos, mis mejillas, mis labios y mi cuello hasta llegar a mis pechos. Está llena de leche dijo Julio. Sí contestó el botones, me he corrido encima de esta puta milf y ella misma con sus propias manitas se lo ha extendido por el cuerpo.

La lengua de Julio descendió por mi vientre hasta llegar a mi coño, que nuevamente estaba empapado de mis líquidos vaginales. Las manos del botones se adueñaron de mis tetas mientras me besaba, las manos de Julio se posaron en la parte interior de mis muslos y haciendo fuerza abrió mis piernas. Separó los labios vaginales y empezó a comerme el coño como nunca nadie lo había hecho. Empecé a jadear y gemir, estaba en la gloria, Julio me comía el coño con sabiduría, el botones ordeñaba mis tetas tirando de los pezones con mucha fuerza mientras su enorme verga me punteaba las nalgas.

Me llevaron a la cama, Julio se quito el boxer, su polla no era gran cosa en comparación con la del botones pero aún así era mucho más grande que la de mi esposo. Se tumbaron cada uno a mi lado, mis manos pajearon las vergas de esos dos machos mientras humillaban tanto a mi como a mi esposo. Chupe las vergas y los testículos de esos dos desconocidos alternativamente hasta provocarles una gran erección.

Zorra, puta milf, ramera gritaban, y a cada insulto me sentía más golfa, más hembra.

El botones se tumbó en la cama, cogí su enorme pollón con una mano y con la otra abrí mis labios. Estaba tan lubricada que su glande entró con suma facilidad el chico tiró de mis hombros con fuerza hacia abajo y su verga taladró mi coño.

Cabalgué al botones mientras su polla me empalaba hasta los huevos. Julio detrás de mí abrió mis nalgas, untó con saliva mi ano, te voy a dar por el culo madurita dijo el gerente del hotel. Sentí su verga en la entrada de mi culo, su glande entró lentamente en mi culo, luego el resto del tronco de su verga hasta que sentí como sus huevos chocaban contra mi culo.

Pero mira que es puta gritaba Julio, como traga la zorra, la tenemos empalada y no para de moverse. Me empalaron y follaron de esta manera durante bastante tiempo. Tuve un orgasmo brutal, el botones y Julio se corrieron prácticamente a la vez, la leche de los dos machos inundaron mi ano, mi coño y mis entrañas quedándome montada por los dos machos durante un buen rato.

El botones y Julio sacaron sus vergas de mi cuerpo, la leche de los machos salía de mi coño y de mi ano manchando mi entrepierna y las sábanas.

En volandas me llevaron a la ducha, me lavaron y otra vez me follaron, esta vez Julio se corrió dentro de mi coño y el botones en mi culo, incluso mearon sobre mi cuerpo. Cuando acabaron ya totalmente saciados me dejaron tirada encima de mi cama.

Se ducharon y vistieron, Julio sacó su cartera y dijo, toma Guillermo tus 500 euros, no se como apuesto contigo siempre consigues follarte a la madurita que te propones. Los dos rieron y abandonaron la habitación.

Me dormí y el despertador sonó. Era tardísimo y tenía que coger el avión. Me duché, hice el equipaje y sin desayunar bajé a recepción, afortunadamente no había rastro ni del botones ni del gerente. Pedí la cuenta, está pagada dijo con malicia el recepcionista. Avergonzada salí del hotel en el momento en que pasaba un taxi.

El taxista me ayudó a cargar el equipaje, a punto de entrar en el coche sentí una fuerte nalgada en mi culo, me giré era el botones y sin poder decir nada, magreándome las nalgas, me estampó un beso que dejó atónito al taxista.

Sin decir nada monté en el taxi, hasta la vista milf dijo Guillermo. El taxi arrancó, el conductor me miró asombrado, recordé que no llevaba dinero y que con tarjetas no podría pagar la carrera.

Señor taxista dije poniendo carita de inocencia, no tengo dinero ni tarjetas para pagar el viaje. El taxi paró en un semáforo, el conductor se giro y antes de que hablase subí la falda de mi vestido abriendo bien mis piernas para dejar a la vista del conductor mi tanguita azul. El taxista abrió los ojos y me dijo: no se preocupe señora estoy seguro que podremos llegar a un acuerdo, no todos los días llevo a una MILF