Mil Sonrisas. I Hola Mundo
Introducción a una relación Femdom
…..Y con esto tu alma también es mía.
Oigo sus tacones alejarse y la puerta abrirse y cerrarse tras ella. Quiero gritar, rogar que no me deje así, y ¡por el amor de Dios, puede alguien quitarme esta cosa! Hace rato que las lágrimas amenazaban con salir y ya caen las primeras, no sé si por la impotencia de sentirme abandonado, por el dolor de la maldita cosa que me ha puesto en la entrepierna, o por la felicidad de haber conocido a quien en solo unas horas se ha convertido en mi Ama.
Realmente no sé cómo he llegado aquí, hacía tiempo que fantaseaba un poco con este mundo, pero ya me costó mucho armarme de valor para acudir. Era un evento de Amas y sumisos/as, no había problema en ir solo siempre y cuando se tuviese claro que el rol de los hombres solo podía ser de sumiso, aunque ello no obligaba a nada, se podía ir solo a tomar algo y observar.
Así pues me vestí como mandaba la etiqueta con tonos oscuros y ropa interior completamente negra (debo reconocer que pensar que me fueran hacer mostrarla en la entrada me hacía gracia), y me dirigí al lugar pasada la hora del inicio de la fiesta.
Como era de esperar no me revisaron en la entrada, pero una vez dentro se me hizo un nudo en la garganta. Varios chicos vestidos solo con una pajarita y un tanga negro que parecían ser el servicio del local, mujeres llevando con correa a sus sumisos a 4 patas semidesnudos o totalmente desnudos, un montón de mesas apiladas en torno a un escenario donde dos mujeres se turnaban para torturar a un señor de unos 50 años completamente desnudo, en el lateral junto a los servicios varios cepos con un cronometro arriba, algunos ocupados por hombres con el culo al aire donde de vez en cuando alguna mujer se acercaba a darle alguna nalgada con la mano o con algún objeto que tuviera para la ocasión.
Mi instinto de supervivencia me urgió a darme la vuelta e irme por donde había venido
- ¿No te iras a ir ya? – La chica a la que abone la entrada, con una sonrisa aterradoramente encantadora.
-Nnno, es que no esperaba algo así - Dije como pude, con las piernas un poco flojas.
Ella soltó una pequeña risita, imagino que no sería el primero que trata de darse la vuelta la primera vez.
-No te asustes, recuerda que no se te puede obligar a nada.
Con ánimos renovados busque la barra, y por suerte vi a varios hombres con mi mismo plan, tomando algo mientras miraban el espectáculo. Fui al servicio a refrescarme, un poco impactado aun tras ver el culo realmente rojo por los azotes recibidos de alguno de los sumisos en los cepos, y tras unos minutos me senté en la barra y pedí una cerveza.
-Que amable de tu parte pedirme algo de beber sin decirte nada – Dijo una dulce voz a mi espalda cuando el camarero traía la cerveza.