Mil manos por mis rincones
Una chica disfruta enormemente siendo manoseada en el metro y llega a no llevar ropa interior para mayor excitación y morbo.
Hola me llamo Susana, soy una chica de 22 años, rubia, de ojos azules, culo respingón, tetas firmes y redondas, las cuales no necesitan para nada del sujetador, piernas firmes y torneadas, por todo esto me gusta vestir de forma cómoda pero a la vez sexy, ya que me encanta que se noten a la perfección mis curvas, ya que me excita sentir las miradas de los hombres en mi cuerpo, y como me devoran con la mirada como queriendo desnudarme y follarme con la mirada, así pues visto la mayoría de las veces con vestidos cortos y delgados para el verano, los cuales incluso son tan vaporosos que se percibe mi ropa interior a través de la tela, siempre me ha gustado utilizar tangas de las más pequeñas, ya que me gusta sentir como se encajan en mis rajas, tanto en el culo como en mi cuca, la cual siempre me he depilado totalmente, ya que el bello púbico no me agrada en lo absoluto, siempre he tenido que viajar en transporte público y por esto me encanta calentar a los hombres, ya que si me toca ir sentada, procuro situarme frente a algún hombre de no mal ver, para de esta forma mostrarle mi escasa ropa intima, ya que finjo no darme cuenta y entreabro mis piernas, para que el afortunado tenga buena visión de mi tanga y de mi parte intima, en el caso de ir de pie, suelo situarme cerca de el hombro de algún chico y disimuladamente recargarme, frotando mi sexo con su hombro, haciendo pequeños círculos con mi pubis, en varias ocasiones se ponen detrás mío algún tentón de esos que gracias a dios abundan, los cuales de inmediato comienzan a palpar mis firmes glúteos, a la mayoría de ellos les gusta delinear la forma de mi tanga por los bordes de la piel y la tela, ya cuando se encuentran excitados, algunos se aventuran bajo mi mini falda, sobando mis nalgas desnudas con la palma de la mano bien abierta, palpando todas mis redondeces, sobre todo en donde termina la nalga y principia mi pierna, algunos me han despojado de mi tanga, ya que algunas cuentan con un segurito en el resorte de la tanga la cual facilita quitármela sin ningún esfuerzo.
En una ocasión un tipo se sacó la verga y la colocó entre mis piernas y mis nalgas, deslizándola en un rítmico vaivén , como si me estuviera follando, al sentir su pene caliente rozando mi sexo apreté mis piernas, atrapando tan delicioso instrumento de placer, lo cual al parecer lo terminó de volver loco, ya que casi de inmediato eyaculó, dejando mi sexo y piernas llenas de semen.
Solo en una ocasión perdí el control en una situación de estas y fue un día que el subterráneo tenía problemas, lo cual trajo consigo un retraso en las corridas, por consiguiente se encontraba totalmente repleto de gente, yo me ubiqué en el andén para esperar el tren, de inmediato se arremolinaron varios hombres a mi alrededor, lo cual no me importó en absoluto en ese momento, pero al llegar el subterráneo, los tipos me levantaron en vilo, arrastrándome en un mar de manos, las cuales se peleaban por apoderarse de alguna parte de mi delgado cuerpo, en esta acción comenzaron a rasgar mi vestido, el cual era delgado de tela vaporosa, con un amplio vuelo con una serie de botones al frente, los cuales con el jaloneo terminaron por ceder casi por completo, por esto al quedar prácticamente desnuda, las manos tuvieron total libertad para tocar mis nalgas y mis pechos, y un afortunado se apoderó de mi sexo, al cual tenía firmemente cubierto con toda la palma de la mano. Yo ante todo esto me encontraba excitada, ya que nunca había sentido tantas manos sobre mi cuerpo, los dedos me proporcionaban una vorágine de sensaciones, ya que mas de uno se introdujeron en mis orificios íntimos, lo único que me preocupaba era que mi tanga había dejado de existir y mi vestido no sabía en que condición estaba, en una estación bajó la mayoría de la gente, por lo que aproveché y acomodé lo mejor que pude mi vestido y abandoné el subterráneo, ya afuera me coloqué un suéter largo que llevaba para tapar lo que me dejaron por vestido, así que tuve que caminar por las calles sin ropa interior y solo tapada con un suéter largo, pero algo que me agradó era sentir el aire tocar mis parte intimas y pasar junto a personas que no se percataban de mi desnudez.
Por lo que desde ese momento me he deshecho totalmente de toda la ropa interior , tanto cuando uso vestidos como cuando uso pantalones o mallones, por lo que mis encuentros con los manoseadores son mas agradables y fáciles para ellos.