Miguel, el Gran Pescador

De como me hice amigo de Miguel, de algunas aventuras que compartimos a lo largo de mas de 40 años y algunas reflexiones para analizar...

MIGUEL

El Gran Pescador

Nos conocimos, exactamente, el miércoles 13 de octubre de 1965, día de San Eduardo, mi santo, en un encuentro casual

Estaba tomando café con un amigo en un pequeño bar de mi ciudad cuando, de repente entró él. Antes lo había hecho un joven muy apuesto que se dirigió directamente al baño. Al entrar, Miguel miró a un lado y otro, como si buscara algo. Cuando visualizó a mi amigo, cambió de actitud, una sonrisa le iluminó el rostro y con pasó resuelto se encaminó hacia nuestra mesa… Armando, mi compañero de mesa, era amigo suyo

Estrecharon sus manos, intercambiaron las consabidas palabras de tales encuentros y se produjo lo que era dable esperar en personas bien educadas: fui presentado

Nos saludamos muy ceremoniosamente y tras un rodeo protocolar, Miguel se sumo a la mesa… Se mostraba como una persona de cierta categoría y muy agradable… Muy coquetamente vestido, lucía como un figurín, a pesar de ser mas bien bajo… Lo vi como un hombre de unos 35 años… Después supe que le faltaban unos meses para cumplir los 40… No los representaba

Cuando venía en camino a nuestra mesa, Armando me espetó por lo bajo: es del gremio Nota suficiente para que supiera a qué atenerme y cómo manejarme

Por supuesto, yo no estaba dispuesto a romper las reglas de la etiqueta y, por lo que podía apreciar, Miguel sustentaba idéntica posición… De Armando debía esperarse otro tanto, un poco por su timidez y otro poco porque, aunque éramos del gremio, bien sabía él que los tres adheríamos a las ideas del compañero José C. Latraga, de modo que las mutuas esperanzas apuntaran más bien a cero

De ahí que nuestra charla se mantuviera en un plano elevado… Miguel, quien tenía ciertos delirios de grandeza, dejó entrever que se sentía atraído por mi apellido algo linajudo, por mis modales, por el lustre que podía darle codearse conmigo… Hago constar que yo no hice nada para que esto sucediera… Todo fue obra de la casualidad… La cosa se puso blanco sobre negro cuando comente que, en unos meses viajaría a Europa

En aquellos años, para un argentino, viajar a Europa era algo así como adquirir patente de aristócrata… A Miguel se le encendieron los ojos… Ahí si lo dejé correr para donde quisiera, que imaginara lo que más le gustase… No especifiqué que mi viaje se financiaría con una miserable beca y que era seguro que viviría en una cueva, comiendo salteado… Iba a estudiar

Miguel tendió los lazos para que nuestro trato se prolongara un poco y no quedara reducido a ese mero encuentro en un bar… Trajo sobre la mesa el tema de las refacciones que estaba realizando en un departamento, del cual había sido inquilino y ahora era propietario… Por lo que comentaba, pude apreciar que era bastante astuto y que le gustaba vivir bien… Para su contento, tenía un buen empleo en una empresa del Estado, donde había hecho una buena carrera… Además, conservaba algunas cosas de sus padres, lo que le otorgaba un cierto respaldo… Podía permitirse el lujo de tener automóvil, un Fiat 125, último modelo… No todos en la clase media accedían a este estándar de vida

Entre medio de sus dicho, me formuló una invitación para que visitara su departamento No va a faltar oportunidad , fue mi respuesta, aunque para mis adentros estaba seguro que esa oportunidad no llegaría nunca

No fue así, en cosa de veinte días después de ese encuentro, me volví a cruzar con Miguel… En el Bar nos habíamos despedido como para no vernos nunca más… Pero, el azar nos reunía nuevamente… Ni bien me divisó se me acercó con una sonrisa radiante… Me saludo como si nos conociéramos de toda la vida… No pude eludirlo… Intentarlo hubiese sido una insólita grosería, porque si bien avanzaba como una aplanadora, no le faltaba delicadeza a sus movimientos

Parados, en mitad de la vereda, dialogamos unos minutos; los necesarios para que él tirara la línea y me hiciera morder el anzuelo… No pude evitar comprometerme para visitar su departamento, dos días después de ese encuentro, a las seis de la tarde

A las seis de la tarde, dos días después, me hice presente en el departamento de Miguel… Como no era mi gusto caer con las manos vacías, le llevé una botella de vino, de las que acostumbraba a regalar en ocasiones especiales por ningún otro motivo más que el de tener docenas de ellas guardadas en mi casa por mi fallecido padre… Fue un detalle que lo impactó

El departamento de Miguel formaba parte de un pequeño y muy agradable edificio… La entrada tenía un cierto aire palaciego… Carecía de ascensor, pero eso no importaba porque la unidad se hallaba en el primer piso, junto a otras dos… Las modificaciones introducidas por Miguel le dieron un toque original que lo apartó totalmente del diseño estándar… Había suprimido una de las dos habitaciones, la que pasó a ser un comedor bien iluminado; el living-comedor quedó en exclusivo como amplio estar y compartimentó el baño, de modo que una parte quedaba en suite con el dormitorio y la otra bien podía ser usada por visitas. Al dormitorio le añadió un balcón que daba al pozo de aire, logrando una dimensión fuera de lo común

En verdad, Miguel tenía muy buen gusto y lo bueno era que no hacía ostentación de ello… El departamento le estaba quedando una joya

Obviamente, la invitación que me formuló Miguel para visitar su departamento no tenía el único objetivo de mostrarme si casa-habitación… Mi intuición decía que se traía algo más bajo el poncho… Para saber de qué se trataba, solo había que dejarlo actuar y, en todo caso, acertar en acompañar sus movimientos tal como él esperaba ser acompañado para que desembuchara más rápido

En un primer momento, el tema de conversación y Miguel supo hacerlo muy entretenido, sobre todo cuando mechaba el diálogo con anécdotas que nada tenían que ver con la decoración, la arquitectura y la construcción, pero ponían de manifiesto la atracción que le causaban los hombres que militaban en estas disciplinas del trabajos

Poco a poco, guiado por la mano maestra de Miguelito, se hizo claro que ambos ostentábamos las mismas aficiones y preferencias en orden a los placeres de cama… Y, algo mas y muy importante, se estableció entre nosotros una corriente de simpatía y confiabilidad

Ello así, porque del examen que le fui realizando a Miguel, extraje una conclusión que no habría de alterar a lo largo de los muchos años de nuestra amistad

Miguel fue un hombre que no dió puntada sin nudo; pero, no porque quisiera apropiarse indebidamente de algo que no le correspondiera, sino porque aprovechaba hasta lo último las ocasiones que, como él decía, son calvas y, por tanto, no se las puede agarrar de los pelos; si se te escapan: perdiste

Y, cosa notable, en eso de aprovechar al máximo las ocasiones no estaba él como destinatario o beneficiario de los aprovechamientos… Muchas, pero muchas los beneficiarios eran otros

Charlando se nos fue la hora y cuando nos quisimos ya eran casi las nueve de la noche… Intenté retirarme, pero no me dejó… Quiso que cenara con él y no tuve más remedio que aceptar… La cena, que más que cena fue un buffet froid , puso de relieve su habilidad para salir del paso en cosas de urbanidad

La cuestión fue que durante la cena disfrutamos de un momento encantador… Me sentí muy bien agasajado… Mi grado de distensión era enorme y muy fuera de lo común

Muy como al pasar me comentó que al día siguiente tendría la visita de un joven a quien había conocido en una fiesta de cumpleaños… Dijo que era una bomba y afirmó que estaba ansioso de que llegara el momento para ver qué pasaba… Y agregó algo que me hizo reír… Con ojos de alegre picardía afirmo: porque es una bomba, pero habrá que ver si no tiene la pólvora húmeda

Esa noche, de algún modo sellamos nuestra amistad… Como dije, yo tenía en carpeta un viaje a Europa, de manera que no era mucho lo que podía programar… De ahí que, cuando estaba a punto de retirarme, le haya expresado mi interés por encontrarnos nuevamente a mi regreso… Su respuesta calurosamente afirmativa fue un indicio de que le había caído muy bien

El 5 de febrero de 1966 emprendí mi viaje a bordo de un buque que venía de Chile y el 22 del mismo mes arribé a El Havre. Mi estancia en Europa se extendió hasta principios de diciembre, casi un año, en que regresé en un cuatrimotor que paraba en todas las esquinas… Como no pagué boleto: no puedo quejarme, porque a caballo regalado no se le miran los dientes… Mas o menos una semana después de haber regresado volví a verlo a Miguelito… Lo había llamado por teléfono y muy gentilmente me invitó a su departamento… Por ser la segunda vez que estuve allí, fue todo un anticipo de lo que habría de ser en el futuro

Llegué a las cinco de la tarde, con un regalito… Una torre Eiffel dibujada en tinta china… A un costado del Sena compré por unos pocos francos varias de estas tintas… Eran muy lindas y solo me quedé con una, la que muestra Los Inválidos, donde está el mausoleo de Napoleón

Después de charlar un largo rato de mí viaje, Miguelito giro el diálogo hacia el tema de su preferencia: los hombres… Era curioso ver cómo me trataba, como si hicieran mil años que nos conociéramos y con un tono y un modo de lo más entrador, como si yo fuese su cómplice, su compinche

Me habló del joven a quien conoció en un cumpleaños y estaba por venir a su departamento cuando yo me disponía a partir hacia Europa… La forma en que me lo describió fue notable, me hizo parecer que lo estaba viendo… Según él, el joven era alto, hermoso, todo un calentador ambulante, pero con dos contras insuperables: un aparato que no hacía ni cosquillas y medio batata, nada expresivo, para el sexo… El encuentro fue un fiasco… No obstante eso, el joven lo visitó un par de veces más, siempre con el mismo resultado

Contrastando con esa historia, me contó algo que tenía entre manos… Un vendedor callejero, con un puesto muy bien puesto a pocas cuadras del departamento… A juicio de Miguelito, venía visitando el departamento desde hacia algo más de un mes y demostraba ser un excelente colocador de su mercadería… Se llamaba César y demostraba, no solo no tener inhibiciones, sino un definido deseo de participar en alguna fiestita: quería que se la chuparan de a dos

Justamente por eso, si es que yo estaba de acuerdo, Miguel pensaba que se podía organizar alguna cosita… Si se hacía, tenía que ser después de las nueve de la noche, cuando el chico cerraba el puesto

Yo no estaba muy seguro de aceptar, pero Miguel insistió amablemente y terminé aceptando… Qué en que haría los contactos y luego me avisaría por teléfono… Dicho y hecho, un par de días después, me llamó para avisarme que ya tenía todo arreglado para la noche siguiente

A las nueve estuve en el departamento… César no había llegado aún… Nos acomodamos en living a esperar… Minutos después llegó… Miguel me lo presentó… Era un macho interesante… Estaba algo desarreglado porque venía de trabajar… Le preguntó a Miguelito si se podía duchar y Miguelito que debía tener en mente la alternativa y preparado los recursos, lo metió al baño como por un tubo

Cuando salió del baño era otro hombre… La afeitada y el cabello ordenado dejaban ver un rostro bastante atractivo… Todo su atuendo era una toalla de mano alrededor de la cintura… Su torso, sus brazos y sus piernas eran armónicos y musculosos, y muy peludos… Diestramente, Miguelito se paró para recibirlo y lo sentó en el sillón grande, entre medio de nosotros dos

A los cinco minutos, Miguelito le había soltado la toalla y le estaba surtiendo una mamada de pija de aquellas… Para estar a tono, se había quitado la camisa… César me había pasado su brazo por el hombro, me desprendió la camisa y mientras me pellizcaba los pezones, me preguntaba, sin esperar respuesta: ¿Vos también me la vas a chupar, papito?… Eh… ¿Te gusta mucho la pija?... ¿Estás caliente?... Hoy les voy a romper el culo a los dos… Hace una semana que no cojo… Tengo muchas ganas

Miguelito me cedió su lugar y así me enfrenté a la poronga de César, que resultó ser un buen trozo, particularmente por su grado de erección… Puede decirse que tenía un palo de puta madre y la mamada lo ponía a mil… Arranqué mi trabajo mamándole los huevos, que parecían querer salirse de la bolsa… Después, seguí con el tronco de la verga, que era todo una delicia por la tersura de la piel y su desafiante rigidez… A todo esto, Miguel y César se trenzaron en un chuponeo sin desperdicio… Sus lenguas libraban una batalla de espadas, a filo, contrafilo y punta… Yo, paciente y deliciosamente, continuaba mamando esa pija que me hacía calentar como una yegua

Miguel propuso que nos pusiésemos en pelotas y sin dudarlo acepté… Durante el trámite de desnudarnos, César me acarició la cola y me prometió sacudirme en serio… Yo volví a mi posición de sentado junto César, pero lo que hizo Miguel fue pararse sobre el sillón y ubicar su poronga a la altura de la boca de César… Contra todo lo que hubiese podido imaginarme, César se prendió a la pija de Miguelito que, dicho sea de paso, no era cualquier cosa, sino una respetable poronga y, por cierto, muy briosa… Cualidad que supo conservar hasta el final de sus años

César se la mamaba con fruición y, como estaba recibiendo la fellatio que yo le prodigaba a él, se sentía requetestimulado… Y, como si quisiera darse más bomba, mientras chupaba la verga de Miguel, presionaba mi cabeza para que me tragara toda su poronga… Todo formaba parte de una escena híperfogosa… Yo estaba recontracaliente y deseoso sentir la pija de César entre mis nalgas… Pero Miguelito se me adelantó y, posicionándose en uno de los sillones, en actitud oferente, le pidió a César que lo atravesara

Miguelito se había untado el orto con alguna cremita… César tomó sus recaudos echando una fuerte salivada a su pija… Yo me quede frente a ellos, pajeándome suavemente… El verdulero se la hizo entrar hasta las bolas con destacable habilidad… Miguel quiso que me ubicara frente a él para poder mamármela… Así lo hice y los tres quedamos enganchados en un baile divino… Cada una de las arremetidas de César hacía que Miguel se desplazara unos centímetros hacia adelante y se tragara todo mi trozo, que entonces se paraba muy bien… Enseguida volvía a la posición inicial, pero se sucedía otro machetazo de César y Miguel, o Míguela como le decía el puesto, se volvía a tragar mi poroto

No sé el tiempo que estuvimos haciendo este jueguito… Yo estaba muy caliente… Cuando ya no daba más, como si me adivinara el pensamiento, César quiso que me pusiera en el lugar de Miguel y así hicimos… Me había untado con una crema que, si mal no recuerdo, era muy parecida a la diadermina que mi primo Chiqui le robaba a mi tía Celia para encremarme el agujerito y hacerme sentir su verga… La diadermina se preparaba en las farmacias y se vendía a granel como crema de manos… Como lubricante anal era excelente… Con ese ungüento y la dilatación resultante de mi calentura, la verga de César me entró como bala… La sentía de maravillas… El orto se le tensionaba al máximo cada vez que me la hacía entrar y salir, mientras se me multiplicaban las ganas de que me reventara el ojete

Inocentemente esperaba que Miguelito se situara frente a mí para poder chuparle la verga… Pero Miguelito prefirió posicionarse tras César y puertearlo mientras él me macheteaba a mi… Fue un trencito encantador… No lo pudimos mantener mucho tiempo, porque el verdulero levantó demasiada presión y la válvula de escape se abrió sin que pudiera evitarlo… Me llenó el culo de leche, después de descargar todo, me la dejó adentro y me mantuvo bien apretado para que yo me pajeara a gusto… Miguelito, por su cuenta acabó como un guanaco sobre las nalgas peludas de César… Después, los tres, por turnos, tuvimos que ducharnos

En pelotas y fresquitos brindamos por las fiestas de fin de año que se avecinaban… César declaró que le había agradado mucho mi culito, lo cual fue interpretado que quería mas… No esa noche, porque a pesar de haber sido un solo polvo, el muchacho estaba reventado… Entre Miguel y yo lo habíamos exprimido

El combate se retomó en enero de 1967… Fue entonces cuando César insinuó la idea de invitar al muchacho que trabajaba con él en el puesto… A Miguel se le iluminó el rostro como si supiera de qué estaba hablando… Siendo que conocía el puesto, era claro que también conocía a los puesteros… ¿Cómo sería el otro?... Para mí era una incógnita, pero no me propuse develarla… Qué fuera lo que fuese… El asunto es que entre los dos, entre Miguelito y César organizaron la cosa… Así fue que, a fin de semana, nos vimos los cuatro reunidos en el departamento

El compañero de César se llamaba Mario y era menor que yo… Tenía 24 años… No así César que, aunque no lo pareciera, sobrepasaba los 30… Mario era menor solo en edad, porque lo que es en físico era un camión, en tanto yo era apenas una bicicleta… Si bien trataba de controlarse, para mi era claro que Miguelito estaba recontracaliente con el muchacho… Para no demorar la función, como venían de trabajar en el puesto, les propuso que se dieran un baño y se acicalaran para estar más cómodos… En cosa de minutos, ambos estuvieron afeitándose y bajo la ducha… Cuando terminaron con la sesión de aseo reaparecieron en el living completamente en pelotas… Conformaban un dúo capaz de quitarle la respiración a cualquiera

César tomó la iniciativa de pedirnos que Miguelito y yo también nos desnudáramos… Y nos desnudamos… Ya todos en pelotas se armó el baile… César estaba ansioso de que me prendiera a su verga y no el caso hacerlo esperar… Me arrodillé y estando él parado, me le prendí como una ventosa… Esa pija tan sabrosa me volvía loco y todo lo que me decía el muy turro, también Chupa, putito… Chupa… Sacate las ganas con mi poronga… Es toda para vos… Cométela

No solo me decía cosas excitantes, sino que tomándome la cabeza con firmeza, hacía que su verga me entrara hasta la garganta hasta ahogarme… Era un salvaje… Me enloquecía

A todo esto, Miguelito y Mario habían recalado en el sillón grande y, por lo poco que podía apreciar, la estaban pasando muy, pero muy bien… Mario le proporcionaba a mi amigo una franeleada apoteótica… Esto lo pude observar mejor cuando César me hizo parar para ponérmela entre las piernas… Me atacó por detrás, me la calzó muy bien y me mantenía agarrado con fuerza, mientras se restregaba contra mi cuerpo, en una arrebato de calentura sin nombre… Yo quedé mirando hacia el sillón donde Miguelito y Mario se deshacían, se devoraban uno al otro… En uno de los pasajes de esa tremenda franela, Miguelito quedó de bruces sobre el apoyabrazos, con el culito levantado y Mario se la calzó hasta los huevos… No valieron de nada las quejas, los ruegos y los ayes de dolor de mi amigo demandando que se la pusiera despacito… Mario avanzó a paso redoblado y le atravesó el ojete de una… Y, como si fuera poco, lo remachó un par de veces para que no le quedara nada afuera

A todo esto, proclamando que me llevaba para el dormitorio, César me hizo caminar en el aire hasta la cama… En sus brazos, yo era una marioneta… Me depositó en el lecho, donde quedé medio sentado y se acomodó para que se la siguiera mamando… La verdad es que tenía una verga súper exquisita y daban ganas de tenerla para siempre en la boca… El sabor de su piel perfumada y suave era más que una golosina

Evidentemente, César conocía la "cancha" donde estábamos… Sin dudarlo, abrió el cajón de una de las mesitas de luz y extrajo de allí el pote de aluminio de la diadermina… La maniobra la realizó sin sacar su pija de mi avariciosa boca, que no quería dejar de chuparla… ¡Es tan embriagador tener la poronga de un hombre entre los labios, restregándose contra la lengua!… Eso de buscar la diadermina era señal bastante de que mi culito estaba a punto de ser invadido por la belicosa poronga de César y así fue… Un par de minutos después de hacerse de la diadermina me invitó a cambiar de posición para ponérmela… Lo hizo de una forma algo oblicua; me preguntó cómo querés que te la ponga Sin pensarlo dos veces, me puse de espaldas, apoyé la cintura en una de las almohadas y levanté las piernas, hasta que mi agujerito, palpitante de deseo quedó a su entera disposición… César me lo embadurnó y sin pérdida de tiempo comenzó a deslizar dentro de mi ojete su muy macizo chipote, hasta que lo tuve todo adentro… Se inició, entonces, su goce y el mío… César cogía maravillosamente bien… Sabía moverse… Al compás de sus vaivenes, yo sentía que todo mi ser se calentaba más y más, y mis ansias registraban un solo deseo, que me rompiera el culo, que me hiciera sentir todo el rigor demoledor de su poronga… En mi excitación llegue a un punto en que perdí conciencia de todos y solo sentía que ese hombre, ese terrible macho me devoraba… Fue tan devastadora la culeada, que sin poder de control ninguno, comencé a sentir las vibraciones de un orgasmo total… César acabó al unísono conmigo

A todo esto, en el ambiente continuo, Mario lo estaba matando a Miguelito… Después de higienizarme pasé fugazmente por el living y allí estaba mi amigo, sentado sobre la pija del puestero más joven, quien lo obligaba a jinetearla como si fuera un potro desbocado… No se cómo fue la culminación del acto, pero Miguelito repetía: me mataste, me destruiste el orto

El encuentro se prolongó un rato, con los cuatro en pelotas tomando unas copas del vino que yo había llevado… Con el tiempo, nuestras reuniones se repitieron unas cuantas veces, bastantes… A diferencia de lo que sucedería en casos posteriores, no hubo intercambios de parejas… A Miguelito le gustaba decididamente Mario y quería que el pibe lo cogiera a él… Si yo le hubiese insinuado que quería comerme a Mario, me lo habría cedido… Pero yo no deliraba con eso, así que lo dejé que disfrutara de ese machito

No voy a detallar todas las aventuras que compartí con Miguel, porque la lista es muy larga y entonces esto dejará de ser un relato para convertirse en un Tratado, en una Enciclopedia, y no es esa mi intención… Hay que tener en cuenta que Miguelito era una verdadera máquina de levantar machos y arrearlos hasta la acogedora planicie de su siempre perfumado lecho… Fue lo que dice un Gran Pescador Me restringiré a solo dos capítulos de la extensa historia que protagonizamos juntos

El primero de ellos tuvo como participe principal a Hugo y se desarrolló entre 1968 y principios del año ’70… ¿Quién era Hugo?... Hugo era un joven que, en 1968, contaba 21 años de edad, aunque por su complexión física parecía algo mayor, pero no mucho. Había venido a La Plata, contratado por una entidad para realizar tareas en las que era todo un especialista… No doy más datos porque no deseos dejar huellas que conduzcan a su identificación

Lo cierto es que la entidad que lo contrató, le proveyó alojamiento, junto a dos colegas más, en un departamento que le alquiló a un tío de Miguelito… Eso hizo que mi amigo, a cuyo cargo estaba la administración de las propiedades del tío, entrara en contacto con Hugo y sus colegas

Cuando Miguel conoció a Hugo casi se enloquece porque era uno de esos machos que hacen delirar al más pintado… Y, como es de suponer, se fue al humo… Claro está, con su técnica de conquista que no era poca cosa… Recuerdo como me hablaba del mucho… Mitad en serio y mitad en joda, porque después de comentarme apasionadamente alguna cosa interesante del muchacho, la remataba diciendo, por ejemplo, y así es que estoy loca como una guanaca por verlo y tenerlo en pelotas todo para mi

De a poquito, Miguel fue consiguiendo que Hugo cayera en su trampa… El triunfo se lo dio el azar… Un día, el departamento donde se alojaba Hugo se quedó sin agua y mi amigo aprovechó la ocasión para ofrecerle el baño de su departamento, cosa que el muchacho aceptó sin rodeo… Fue así como Miguelito se enteró de cómo era lo que el joven ocultaba tras su bragueta… Y también, fue así como remató, de una su avance

Para su sorpresa, Hugo no opuso ninguna resistencia ni formuló rechazo alguno… Por el contrario, dijo algo que lo hizo bramar por dentro a Miguelito, pero no de bronca, sino por todo el tiempo que había perdido, ya que lo que le dijo fue algo como Te veía venir, Miguel… De pique me dí cuenta que estabas calentito… Te dejé hacer para ver cómo te las arreglabas… La verdad, sos un campeón… No se te escapan las fichas… Vamos a ver si para trabajarla sos tan hábil y puso a su disposición un trozo que no era un trozo cualquiera, sino el Monumento Nacional al Trozo… Porque si en la Argentina había un tipo pijudo, ese tipo era Hugo

Por lo comentarios que me hacía Miguel acerca de su affaire con Hugo, saco en conclusión que muchacho quedó deslumbrado por las habilidades de mi amigo… Tan deslumbrado, que, de demandado, pasó en un santiamén a ser demandante de los servicios de Miguelito… Y no como dice el refrán una vez por semana, que así es cosa sana , sino todos los días y a toda hora

El hecho de que Miguel tuviera ese fato con Hugo, lo inhibía para encarar otros emprendimientos en los que me hacía participe, porque en su ser íntimo anidaba un espíritu fiestero… Pero mucho se cuidaba de que Hugo no se enterara de nada….

Un día, Miguelito se pegó un julepe mayúsculo porque Hugo le preguntó si no tenía algún amiguito para hacer un ménage á trois Como Miguelito había conseguido voltearse a uno de los colegas de Hugo y en el embrollo había participado yo, supuso que el colega había soltado la lengua y, entonces, Hugo le estaba tendiendo una trampa

Muy listo, Miguelito rápido le contestó que no conocía a nadie… De la conversación que luego siguió se deducía que Hugo no estaba tendiendo ninguna trampa, sino buscando satisfacer una fantasía… ¿Qué fantasía?... Que le besaran el culo mientras le chupaban la pija

Por eso, cuando a Miguelito le quedó claro que no corría ningún peligro, le soltó que conocía a un candidato que, tal vez, agarrara trote; pero, que debía hablarlo y no estaba seguro de que aceptara, porque era una persona… bla, bla, bla… El candidato era yo

Al día siguiente, Miguelito me llamó por teléfono y me convoco a su departamento en forma ultraurgente por un tema súper importante… No me adelanto nada… Me dejó la espina clavada, como acostumbraba siempre… Así que a las dos de la tarde me presenté en el departamento… Lo encontré más que excitado, exultante… Me sentó en la mesita de su comedor y a boca de jarro me disparo: Hugo quiere que hagamos una fiesta los tres

Me largué a reír y le contesté: Como mierda va a querer que hagamos una fiesta los tres, si a mí no me conoce

No seas tonto, me dijo que quería hacer algo de a tres y yo le hablé de vos, le chamuyé que te iba a consultar… Eso

La hacemos… Fue mi respuesta y, tras, eso me contó la historia… Conclusión, un par de días después, Hugo y yo fuimos formalmente presentados… Yo tenía la idea de que Miguel exageraba cuando me hablaba de cómo era el muchacho… Cuando lo tuve frente a mí, cambié de opinión y pasé a pensar que se había quedado corto… Porque Hugo era un Súper Macho… Su rostro era armónico, pero no bello, de esa belleza que impacta… Y más bien inspiraba respeto cuando se mostraba serio… El milagro se producía cuando abría la boca y se sonreía, porque cambiaba totalmente y se hacía una figura radiante, que parecía despedir estrellitas… Es que sus dientes, absolutamente perfectos, eran una maravilla y él los mostraba con un cierto amaneramiento, muy discreto y efectista, porque sabía el golpe que pegaban

Enseguida entramos en confianza… Hugo le preguntó a Miguelito si se podía dar una ducha y cuando ya enfilaba para el baño, le dispare: ¿te esperamos vestidos o desabrigados?... Sonriente, respondió: mejor desabrigados

Así fue que, cuando Hugo salió del baño, rigurosamente en pelotas, Miguel y yo estábamos aguardándolo en el living, a media luz, llevando por todo atuendo solo nuestros calzoncillos y… El hecho de que nos encontrase así hizo que dejara a un lado todo protocolo y cualquier reserva que pudiera tener, para pasar a mostrarse tal cual era: un joven muy jovial y tremendamente caliente… De arranque se expidió con un ¿cómo están los comilones? ... Al toque le respondí: ansiosos por cenar salchicha

Sintiéndose en su salsa, se sacudió el bulto y sentenció: aquí tienen la cena Y, al decir esto, se vino hacia mí… La poronga se le había empezado a parar y ya era todo un espectáculo… Miguelito no había exagerado absolutamente nada al describirla… Era sencillamente enorme… No dude en manoteársela, pero, frenando mis impulsos, me abstuve de largarme a mamársela, porque no quise quitarle el privilegio al dueño de casa, que ya se había parado y abalanzado sobre la presa para toquetearla, como era su gusto

Lo invité a Miguelito para que se prendiera al chipote de Hugo… Quería ver como se lo tragaba… Porque en esto de la fellatio, Miguel fue un Rey indiscutido, un Maestro inigualable… Dueño de una técnica insuperable, producto (como él decía) de muchos años de constante dedicación y trabajo

Porque él lograba, mediante acertado giros de cabeza, que las porongas, por muy largas que fuesen, ingresaran íntegramente en su boca… ¿Cómo?... Haciendo que traspasaran su garganta, que no solo era profunda, sino también dilatable, como para soportar grosores muy significativos

En el caso de la verga de Hugo, su largo se llevaba holgadamente una cuarta de mi mano, lo que no es poco decir, si se toma como referencia que esa cuarta abarca sin dificultad nueve teclas de un piano… En cuanto al grosor, la circunferencia que formaba al unir las puntas de mis dedos índice y pulgar era insuficiente para encerrar ese zocotroco… No obstante ello, la poronga de Hugo se perdió en las profundidades de la cavidad bucal de Miguelito y sus barrían alegremente el pelaje púbico del muchacho

Después de deleitarme unos segundos contemplando a mi amigo ejerciendo su magisterio oral, me aplique a cumplir con el deseo, la fantasía de Hugo: prodigarle unos suculentos besos negros y algo más… El culito de Hugo lucía deliciosamente afeitado y su piel exudaba el perfume el aromático perfume del jabón Heno de Pravia con que se había higienizado

Mis besos negros fueron muy efectivos, pues en cosa de pocos segundos Hugo parecía haber entrado en órbita… Como sería lo que le hacíamos sentir Miguel y yo, que las nalgas y buena parte de las piernas y el cuerpo se le pusieron como piel de gallina y cimbreaba como una vara de mimbre

Después de un largo rato de torturarlo con mis besos y lengüetazos en su hermoso culito, me puse de pie para franelearlo un poco, mientras Miguelito le seguía dando con la mamada… Poco pude hacer porque al toque me ordenó encremarme la cola… La orden me desubicó, ya que de ninguna manera quería quitarle los privilegios a Miguel… Intenté continuar con los abrazos, las caricias y la besuqueada de su espalda; pero, Hugo me cortó Dale, encremate Tal vez intuyendo mi desconcierto, Miguel zanjó la cuestión con una de sus salidas Prepárate Eduardito que te van a fusilar

Tomé la indicación como una cesión de derechos y cumplí la orden… Me encremé bien el orto y me pare al lado de Hugo que tomó de la cintura y me llevó hasta el sillón grande, indicándome que me arrodillara, ofreciéndole el culo… Como al pasar le manoteé un poco la verga… Parecía un garrote… Miguelito nos acompañó en la peregrinación hasta el sillón y cuando me arrodille allí, se posicionó como para yo pudiera chuparle la poronga mientras Hugo me culeara

Miguelito tenía un trozo respetable, llamativamente grueso y daba gusto mamárselo… A lo largo de los largos años en que, juntos, nos gastamos nuestras correrías con machos, machitos y machotes, y otras especies, pude comprobar que, sin decirlo, muchos de los caballeros que visitaron el departamento, estaban prendados del atributo de mi amigo y se lo deglutían sin remilgos… Tal el caso de un panadero, de nombre Horacio Daniel, que por sus expresiones parecía ser un mataputos doctorado y en una sesión, de la cual el honor el participar, terminó con las piernitas levantadas, comiéndose la poronga de Miguelito, después de habérsela mamado a rabiar… ¡Misterios de la Milanesa y el Ojo del Hacha!...

Hugo no me la mandó de una, que era lo que yo esperaba… Ante de eso se sacó el gusto de restregármela por la zanja un millón de veces, mientras me elogiaba el culo y me prometía partírmelo como un queso… Todo ese introito hizo que me recalentara al mango y que todo mi ser quisiera, ansiara, se desesperara por una sola cosa: que el tremendo macho que tenía sobre mi culo me horadara, me lo traspasara con su monstruosa poronga, como para ni una sola de mis células dejara de vibrar con el magnetismo de esa pija

Y, al final de unos instantes que fueron para mí lo mismo que una eternidad, Hugo decidió avanzar con su fenomenal cañón… Certeramente apunto a mi agujero, abundantemente encremado, y sosteniendo su arma con la mano para evitar odiosas patinadas: ¡me lo enterró!... ¡Y cómo!... Hasta los mismísimos huevos… Creí que me mataba… Pero nadie se muere por un pijazo… Después de revolver su verga en mi orto, como buscando acomodo, inició un rítmico macheteo que, para mí, fue un placentero viaje al país de las delicias… Porque no hay cosa más hermosa, alguien como yo, que sentirse cogido, bien cogido por alguien que es capaz de calentarnos y hacernos perder la razón con su cuerpo y todos sus atributos, físicos y espirituales

Porque una cosa es que alguien te coja mecánicamente, sin salir de su yo (a mi me ha sucedido más de una vez) y otra cosa es que un macho te coja con alma y vida… Y Hugo me cogía con alma y vida… Y, no sé cómo, me lo hacía saber… Tal vez fuera con la pasión que imprimía a sus movimientos; quizás con las gotas y gestos de dulzura que se filtraban tras los ímpetus de dominio que marcaban su presencia de macho, bien macho

Inducido por su actitud, no me nacía otro deseo que retribuir todo lo que él me daba, dándole todo lo que podía darle… La oferta de mi culo era total y absoluta

En medio de tamaña batalla, apenas si podía mantener un hilo de cordura para no olvidarme que allí, también, estaba Miguel… Por eso, a pesar de entregarme a Hugo, nos dejaba de mamárle el chipote a Miguelito… No de cualquier forma, sino con un profundo y afectuoso agradecimientos, porque merced a su intercesión yo gozaba de una cogida que bien puede llamarse antológica

El tiempo que duro ese polvazo no lo recuerdo… Por cómo me quedó el puedo inferir que fue tirando a eterno… En el arrebato final, me llenó, bien lleno, el culo con su leche caliente… Y no hizo lo que muchos hacen: sacarla al toque… Hugo me la dejó bien puesta, le levantó, me sujetó fuertemente contra su cuerpo y me invitó a pajearme para acabar… Tanta era mi calentura, que en segundos nomás comencé a destella chorritos de leches anunciantes de que la función había terminado

¡Qué polvo, Dios mío!... Pocos hombres me hicieron sentir todo lo que Hugo me hizo sentir ese día y los posteriores en que tuve la dicha de gozar con él

Porque sucedió algo que lo pinta a Miguelito de cuerpo entero… Después de cogerme como me cogió, Hugo se pegó un duchazo y, tras él, yo hice otro tanto… Cuando concluí el baño y volví al living, pude comprobar que para el muchachito la función no había termina… Por el contrario, empezaba el segundo acto… Ahí estaban, él y Miguel mandándose una apretada de aquellas… En menos de media hora volvía a tener una erección como si hiciera diez años que no garchaba… Yo no tenía ganas de mas lolas, así que canté las hurras e hice mutis por el foro

Al día siguiente, Miguelito me llamó para contarme como había sido el segundo acto y informarme (esto es lo que quiero destacar) que Hugo había quedado encantado conmigo y que quería que bien pronto volviéramos a reunirnos Te das cuenta, Eduardito, se ha enamorado de vos, el guachito este… Dice que tenés un culo impresionante… Quiere volver a surtirte… ¿Cuándo podes venir?...

Lo interrumpí para señalarle que el chico era una conquista suya; que yo le agradecía su amabilidad, pero que… No me dejó terminar Que conquista ni que ocho cuartos, yo no le puse la marca en el orillo… Si no te lo comes vos, se lo va a terminar comiendo cualquiera

Le pedí que tuviera un poco mas de consideración con Hugo, que era una buena persona… Su respuesta fue: ¿vos crees que yo no sé que es una buena persona?... Claro que es una buena persona y mas también, pero a las buenas personas también les gusta coger y pasarla bien

Lo concreto es que le encontré razón, porque lo decía sin mezquindad alguna, en un mundo donde casi todos se conducen como el perro del hortelano, quien no come ni deja comer al amo

Así fue como unos días después Miguel, Hugo y yo volvimos a encontrarnos en ese Paraíso del Sexo en que, para mí, se había convertido el departamento de Miguelito… Para mi fuero íntimo, tenía que el encuentro sería una reedición del programa anterior… No fue así… No bien estuvimos los tres juntos, Miguelito se disculpo y nos informó que debía dejarnos solos, porque algo de último momento le había surgido y le era imposible… Nunca supe si eso era cierto o un invento de Miguelito… Personalmente, no me lo creí… Se me ocurre pensar que Hugo si se lo creyó y que, además, no sabía nada, por la forma en que reaccionó, pidiéndole que se quedara

Al retirarse, Miguel apuntó que en heladera había cerveza y jamón crudo; así que, tan pronto mi amigo cerró la puerta, Hugo propuso que le diéramos al trago y nos mandamos para la cocina… No tomamos gran cosa… Apenas un vaso y enseguida el chico se puso mimoso

Pasamos directamente al dormitorio, que Miguelito había dejado preparado para el crimen… La cama cubierta con una enorme sábana blanca por , como decía él, cualquier cosaSe lava y listo

En un segundo, los dos estuvimos en pelotas, revolcándonos en el lecho… El chico, que no era nada chico, pues medía un metro ochenta, cuanto menos, y que no decir de lo que tenía entre piernas, era una fiera… Besaba, chupaba y mordía como un león hambriento… Yo también estaba hecho una fiera; pero, solo quería mamar… Mamar pija… No tarde en posesionarme del chipote de Hugo y me apliqué a depararle todo lo que yo sabía hacer… Siguiendo los consejos y las precisas indicaciones de Miguelito, hice todas las torsiones y contorsiones de garganta para que la poronga de muchacho traspasara mi garganta; pero, no lo conseguí… Apenas si logre que la cabeza se apoyara sobre mi campanilla sin provocarme arcadas, lo cual era un gran logro… Prácticamente podía cogerme por la boca, ya que al hacer vacío se la aprisionaba tal cual él me pedía… El muy guacho se desesperaba macheteándome… Como también quería tocarme el culo, las maniobras que hacíamos era espectaculares

Mi calentura llegó a un punto en que no daba más, en que si o si necesitaba que me la pusiera… Desesperadamente se lo pedí y amorosamente me dio el gusto… Solo se perdió tiempo para la insoslayable untada de mi orto con diadermina

En otro relato publicado en esta misma página ( El padre Carlos ), un lector preguntaba, ¿el narrador tiene poronga? ... Aprovecho la ocasión para contestarle que si, la tengo… No es una gran cosa, pero tiene su discreta relevancia… El hecho de que no la haya mencionado en ese relato obedece a que mi intención era destacar lo que me hacía gozar el padre Carlos cuando me la ponía y ponérmela: me la ponía por el culo, ¿a qué hablar de mi pija si el contento era mi culo, como en este relato, donde lo que me importa resaltar es lo que me hizo gozar Hugo… ¿Por dónde?... Por el culo, porque esa en la realidad y la verdad… Yo gozo mucho más por el culo, que con la poronga… Y gozo cuando la tengo poronga bien tiesa de otro hombre dentro de mi agujerito, que hace rato dejó de ser agujerito

Hugo me hizo gozar tremendamente; tanto, que me es difícil describir con palabras todas las emociones, percepciones, sensaciones, etc., etc., que experimenté mientras me metía y me sacaba su maravillosa poronga del culo… Y hago constar que no solo me culeaba, me cogía todo… Con los brazos, con el cuerpo, con la boca, con las manos… Su designio era incendiarme… Como Jorge (ver relato Amor, amor – Jorge Edwin ), me pajeaba mientras me macheteaba, para no dejar hornalla sin encender

Hugo me culeaba en posición de perrito; pero, de repente, paró el bombeo y me apuró a cambiar de pose… Quería que me pusiera de espaldas y levantara las piernas… Le obedecí y volvió a enterrármela… Me entró hasta la garganta… Tenía el culito dilatado al máximo… Es que no solo se contentaba con mandármela bien a fondo, sino que me palanqueaba para todos lados… Podía hacerlo, porque su pija no era una pija: era un tremendo fierro caliente que me quemaba el ojete… Cuento esto y es tanta la fuerza de la evocación, que me parece que vuelvo a sentirlo dentro mío, encima de mí, jadeante, proclamando que me rompía el culo y urgiéndome a gozar, gozar y gozar… ¡Oh, Huguito, por donde andarás!... ¡Quien pudiera hacer volver el tiempo atrás!...

Está bien… No hay que pedir milagros… Ese tremendo polvazo y otros más, bastantes, que después hubo, son el azúcar que endulza esta parte de mi existencia, donde con menor ímpetu no dejo de pergeñar picardías… Porque el zorro pierde el pelo, pero no las mañas

De últimas, quiero contarles algo de Guillermo, un personaje que también me presentó Miguel… La mano vino así… Cierto día, cuando finalizaba el invierno de 1974, fui a visitarlo a Miguelito, solo por el gusto de pasar un rato con él charlando… En esa oportunidad me comentó que había conocido, no recuerdo dónde, a un estudiante de abogacía, muy interesante, a quien quería presentármelo… Según él, el joven era muy bien hablado y muy agraciado… Los datos que Miguelito me transfería eran un tanto inespecíficos, podían servir para una cosa, como para otra… Como él era de intrigar (sin malicia, por supuesto, solo por el gusto de divertirse), lo dejé hacer… Y haciendo terminó proponiéndome que lo invitaramos a tomar un café, así lo conocía

Unos días después se formalizó el encuentro… Miguelito tenía razón, Guillermo era un joven muy, pero muy agraciado… Su belleza estaba muy lejos de la reciedumbre masculina… Por el contrario, su tinte era netamente femenino… De todas maneras, su desenvolvimiento no mostraba ningún tipo de amaneramiento… Podría decirse que era neutro, ya que tampoco evidenciaba modales de corte masculino… Lo que más llamaba la atención eran sus ojos, muy marrón brillante, rasgados, que parecían oscurecerse bajo la sombra de las pestañas, densas, largas y ostensiblemente arqueadas

Si bien no se advertían señales de amaneramiento, a mi ojo inquisidor no se escapaba el hecho de que sus gestos respondían a una técnica y tenían un objetivo: seducir, cautivar

También tenía razón Miguelito en eso de que era bien hablado… Generalmente, el bien hablar de las personas se debe a que provienen de un medio donde se habla bien o a que han alcanzado una sólida formación en las ciencias o en las artes… En el caso de Guillermo, habida cuenta de sus 24 años y de su condición de estudiante, me inclinaba por lo primero… Y así era… Su papá, abogado; su mamá, profesora de historia; sus hermanos y hermanas (él era el menor) todos profesionales; su gran familia, toda ligada a un nivel cultural más o menos elevado… Resultado: él se había contagiado de todo eso y por eso hablaba bien… Lo importante es que también pensaba bien

La conversación, bien mundana, me dio pie para que le preguntara cuáles eran sus preferencias sexuales… Formulé la pregunta no como una encerrona, sino para que pudiera contestarme o no la verdad… La respuesta no dejó espacio a dudas: soy puto , dijo Reaccioné rápido y le marqué: me agrada que te agraden los circunloquios El chico se rió con ganas… Su franqueza hizo que el diálogo perdiera el poco acartonamiento que tenía… Digo diálogo, porque solo Guillermo y yo éramos quienes sosteníamos la conversación… Miguelito la jugaba de espectador… Por lo menos hasta que Guillermo confesó su preferencia… A partir de esos instantes, de espectador pasó a investigador policial

Curiosamente, parecía ser que el cambio de Miguelito era lo que el chico parecía estar necesitando para despacharse a gusto… Mi estilo diplomático solo le había servido para el acercamiento, para romper el hielo

A raíz de preguntas y comentario que le hizo Miguel, Guillermo puntualizó que desde hacía un par de semana estaba saliendo con un flaco, a quien apodaban el Indio , que era un tipo bárbaro, le caía muy bien… Hasta ese momento, no habían podido hacer gran cosa porque no tenían lugar… Un par de veces se la había mamado en el auto y punto… Lo bastante como para querer mas, porque la dotación del Indio era de primera

Rápido como escupida de músico, Miguelito aprovechó el dato para ofrecerle la comodidad de su departamento para encontrarse con el Indio… Y, como era de suponer, dio otra puntada Si querés, Eduardo y yo podemos ayudarte a atenderlo al Indio Tras la insinuación se produjo un silencio… Supuse que habría una declinación por parte de Guillermo… ¿Quién puede querer o aceptar meter dos gatos en la cama la noche de bodas?... Me equivoqué… Alegremente se sumo a la iniciativa *Si, si… Lo cogemos entre

las

tres Eso de las

tres* puso al descubierto que Guillermito, el lindo y bien hablado, además tenía vocación de loca

Con los elementos que las circunstancias le brindaban, Miguelito, Gran Maestro de Ceremonias, se puso a bosquejar la fiestonga… Para ese entonces, mis finanzas habían mejorado bastante… Las de Miguel no andaban mal, pero no debía excederse… Por eso, veladamente le hice saber que me hacía cargo de algunos gastos, los más pesados, para que la fiesta pudiera hacerse por todo lo alto

El encuentro con Guillermito concluyó en medio de entusiastas proyecciones… Dos días después parecía que todo se venía abajo porque el Indio no se mostraba muy convencido del foursome que se le proponía… Así se lo hizo saber Guillermo a Miguel… Tenía algún temor de meterse en líos… Entonces, moví las piezas para intervenir en la negociación… Como el Indio o, mejor dicho, su padre tenía un negocio de venta de electrodomésticos, donde él trabajaba, le hice saber que lo iría a visitar por una posible (que después se concretó) y así lo conocí

El Indio, cuyo nombre era Roberto, era un indio de Hollywood… Un macho espectacular, recio, con un halo salvaje y aspecto de mataputos No me fue necesario desplegar ninguna estrategia… De pique nomás le transmití la seguridad que él necesitaba para tirarse al agua… Y era lógico que se comportara así, si él no tenía ninguna referencia de los dos tipos (Miguel y yo) propuestos para el foursome , no debía arriesgarse… Cuando me conoció comprobó que yo alguien en quien podía confiar… Tenía tanto que perder como él

Hábil, con el pretexto de hacer números, me llevó al escritorio del negocio y allí se mostró más explícito… Como en el plano comercial, su oferta me convenía, dejamos sellado un preacuerdo… Al retirarme del local, con los saludos, anotó un comentario: le voy a decir a Guille que organice las cosas ¿Mi respuesta?: Excelente

Días después se produjo el tetraencuentro en el santuario de Miguelito… El Indio estaba exultante y Miguelito fuera de sí: quería comérselo… Después de unos brindis con whisky on the rocks, comenzaron las acciones… Guillermito metió mano en la bragueta del Indio y sacó a relucir el atributo del mozo: un porongo marca cañón… El Indio en ese momento contaba 38 años, cuatro más que yo y estaba en la plenitud… Dos lengüetazos de Guille fueron suficientes para endurecerle la verga al máximo… Se aflojó el pantalón para facilitar la operatoria… Miguel y yo la jugábamos de espectadores… Amablemente nos invitó a sumarnos a la succión… Miguel me ganó de mano, de un brincó cambió de sillón y ocupó el costado libre

Para no dejarme afuera, el Indio separó las piernas, indicándome que me calzara allí… Así, las tres locas, por turnos nos prendíamos a una pija que contaba con todos los atributos para ser consagrada Reina de las Porongas

Guillermito insinuó que nos pusiéramos en bolas y su insinuación fue una orden… En un minuto, los cuatro estábamos rigurosamente en pelotas… El Indio desnudo era todo un monumento… De rodillas, los tres, lo adorábamos… Yo me le prendí al culo, porque no quería perder el privilegio de internarme entre sus exuberantes glúteos… Por delante, Miguel y Guillermo seguían trenzados con la pija… Miguelito llevaba las de ganar, porque sus chupadas eran verdaderas degluciones Se la tragaba cómodamente hasta las bolas y lo hacía estremecer al Indio

A poco que fue avanzando la función, se hizo claro algo que solo Guillermo y el Indio sabían… En un momento dado, el Indio nos preguntó a Miguel y a mí, ¿quién me va a hacer pata en el ataque?... Como estaba concentrado en mis besos negros, no reacciones; Miguel, si… Preguntó y así nos enteramos que el ataque no era sino una operación para que Guillermito pudiera darse el gusto de tragar dos pijas al mismo tiempo

Al parecer, en esos paseítos en autos que Guille y el Indio habían realizado para conocerse y atemperar la calentura con algunas mamaditas, Guillermito puso en claro que uno de sus grandes sueños era que dos machos le abrieran el orto en forma simultánea… Nuestro encuentro, en consecuencia, creaba las circunstancias ideales

Ni bien se planteó el tema, pasamos a la acción… Miguelito y el Indio serían los dadores de poronga, y yo actuaría como maestro de ceremonias… Pasamos al dormitorio, donde la cama estaba preparada desde muy temprano… Se encendió la araña de diez luces para que la iluminación fuera a giorno En aquel tiempo no existían cámaras ni filmadoras digitales y las fotografías tenían el inconveniente de que debían revelarse… De no haber sido así, podríamos haber hecho una película de primera

Miguelito se tendió en la cama… A sus 48, casi 49, años la verga le respondía con todo… La tenía hecha un fierro… Yo se la encremé un poquito… No usábamos más la antigua diadermina… La reemplazábamos con Aqualane , una crema de uso farmacológico para tratar quemaduras… Dos años antes la había conocido en Francia… Conocido y adoptado… Guillermito hizo otro tanto con su hambriento culito

Aquí conviene decir algunas palabras acerca del culito de Guille… No era un culito, era un culazo… Yo jamás había visto un hombre con semejante culo… Más de una mujer hubiese querido tenerlo para un día de fiesta… Sin un solo pelito, blanco como el alabastro y torneado de manera perfecta y voluptuosa… Calentaba a cualquiera… El Indio le tenía un hambre terrible

Guille se iba a sentar sobre la pija encremada de Miguel, pero el Indio lo obligó a ponerse en cuatro patas, bien al borde de la cama y, de parado, se la acomodó completa… Como Maestro de Ceremonias, ayudé a separarle las nalguitas y así pude apreciar bien la dilatación perfecta que tenía el chico… La verga del Indio, que era una señora verga, le fue entrando sin tropiezos, suavemente, maravillosamente hasta que la tuvo toda entera adentro… No se quejó para nada; solo exhaló algunos suspiros de placer

Miguelito se desplazó un poco en la cama y así hizo posible que Guillermito, mientras era culeado soberanamente por el Indio, pudiera prenderse a su poronga, como lactante al biberón

El Indio se dio el gusto de ser el primero en probar el hermoso orto de Guille… Antes de entusiasmarse más de la cuenta con el macheteo, el Indio sugirió arrancar con la penetración doble… Y así se hizo

Guillermito se desembarazó de la poronga del Indio, que quedó balanceándose como una lanza en ristre, y se desplazó sobre Miguelito hasta que su culo quedo sobre la verga de este… Con singular precisión se sentó y la pija le entró como bala… Ahí intervine yo para guiarlos hacia una pose donde el orto de Guillermo quedara a tiro de la poronga del Indio… Bastó con que colocara un almohadón bajo la cola de Miguel para elevar un poco los cuerpos y que lo hiciera reclinar hacia adelante a Guillermito, para que su ojete, ensartado desde abajo por la verga de Miguel, se ofreciera como una flor al embate del Indio

Cuando estaba a punto de arremeter, agregue mas Aqualane a la herramienta, para facilitar el ingreso… Para mis adentro dudaba que la cosa fuese a funcionar… Se me hacía demasiada cosa dos porongas juntas… El Indio apoyo la punta sobre el borde del ojete y luego, con los dedos, presionó su verga hacia abajo comprimiendo la pija de Miguelito y, en ese instante, resueltamente le dio para adelante… Ahí vi como la cabeza comenzaba a entrar… No lo podía creer… El culo de Guillermito se seguía dilatando… Le entró prácticamente toda y no hubo problemas para el macheteo, que no duro mucho porque el Indio no podía más de la calentura… Yo lo azuzaba mimando su culo como a mí me gusta hacerlo… Cuando acabó, la sacó de golpe y con el movimiento se salió la pija de Miguel… Guillermo se enderezó y con tres o cuatro sacudidas acabó como un guanaco sobre el pecho de Miguelito, que tras desplazarlo hacia un costado, se incorporó y me dio orden de acomodarme para ponérmela… Acaté la voz de mando y se ubiqué en el borde de la cama… Miguel me la mandó de un saque… Fue la primera y única vez que me cogió… Yo acabé pajeándome, sin que él me la sacara

Tiempo después, de propia boca de Guillermito, supe que desde la temprana edad de 12 años, un primo de la madre, algo así como un tío segundo, seis años mayor que él, lo había iniciado en la devoción por la pija y desde entonces le venía dando a discreción. De ahí que tuviese el culito tan dócil. El tal primito se había casado, era padre de varios niños, pero su amor por Guillermito permanecía incólume e incorruptible. No pasaba semana sin que le proporcionara su dosis de poronga. Claro está, Guillermito también se procuraba otros dadores lácteos, para mantener en regla su ansioso culito

Jaraneando continuamos la reunión hasta cerca de medianoche… Como Guillermito se puso algo mimoso, el Indio le despachó un segundo polvito de despedida… Para ello, después de una suculenta mamada, Guille se le sentó encima y galopó hasta que el Indio lo hizo cambiar de posición y, en el piso, le sacudió unos pijazos demoledores, hasta acabar nuevamente como un caballo… Guille acabó sin tocarse siquiera… Miguel y yo fuimos espectadores de un pornoshow que ni en Europa se veía… Yo estuve en dos clubes, uno en Londres y otro en Bruselas, y vi machitos culeando, pero parecía que les faltaba gasolina… El Indio y Guillermito semejaban una Ferrari Testa Rossa, atronando pistas

Después de este tetraencuentro se sucedieron muchos más, siempre con el mismo nivel de adrenalina, porque tanto el Indio como Guillermo era dos depravados de primera… La cosa continuó hasta mucho después que Guillermo se recibió de abogado… Empezó a flaquear cuando se mudo a Buenos Aires y luego, como todo en esta vida, el affaire expiró

No así mi vinculación con el Indio, mejor dicho, Roberto, pues cada tanto, por razones comerciales nos vemos y, en más de una ocasión, en su negocio, me ha provocado para que se la chupe… El zorro pierde el pelo, pero no las mañas… Claro, yo no soy inocente… Me he aparecido por el local cuando está por cerrar y así todo es más fácil

El Indio es 4 años mayor que yo… Este año cumple 74 y es increíble la vitalidad que tiene… Desde luego, parece menor que yo… Y hay que tener en cuenta que (lo digo sin vanidad alguna) yo me conservo bastante bien y nadie me da la edad que tengo… En agosto del año pasado, después de largo tiempo, fui a su negocio, que desde el fallecimiento del padre es todo suyo y él ha ampliado con un montón de rubros más. Me guió la intención de comprar unos calefactores… Pues bien, me atendió con la misma gentileza de siempre y algo mas… Me llevó a su oficina, en el primer piso, cerró la puerta con llave y sin decir agua va ni agua viene, pero la verga y me urgió para que se la mamara… Como no era cosa de hacerme rogar, atendí auspiciosamente su demanda… Increíble era ver la erección que alcanzó… Hay señores que, con menos años y Viagra de por medio, no llegan ni a la mitad de tamaña dureza… Tal como lo hiciera en oportunidades anteriores, descargó su furia láctea en mi boca… Yo cuidé que no se derramara ni una gota

Tras el entrevero, que me dejó más que gratificado, conversamos un poco y me confesó que siempre andaba con ganas de hacer algo, pero que su esposa no le perdía pisada y lo celaba y vigilaba más que cuando eran recién casados… Le sugerí que cuando anduviese alzadito me llamara por teléfono y, o bien se daba una vuelta por casa para una mamadita descongestionante, o bien yo pasaba por el negocio con cualquier pretexto y lo atendía a domicilio… Desde entonces, dos o tres veces por mes, se aparece tempranito por casa, cuando pasa camino a su negocio, y le tiro la goma como a él le gusta… Un par de veces quiso algo más y tuve que darle el culo, que no es el de mis tiempos de oro, pero aún puede deparar algo de dicha a algún macho calentón… No sé cuánto tiempo habrá de durar esto

Mi asociación ortofónica con Miguel se prolongó hasta el año 2007… A pesar de sus 81 años, cumplidos en el 2006, era el mismo Miguelito de siempre… En 2005 se había hecho amigo del encargado del manteniento de una plaza… Un muchacho delgadito, de cuarenta y pico de años, feúcho de cara y lindo de espíritu… De a poquito se fue convirtiendo en su asistente… Por las mañanas, temprano, lo iba a ver y saber si necesitaba… Luego se veían en la plaza, cuando Miguelito sacaba a pasear su perrito… Néstor, así se llama el muchacho, le solucionaba todos los problemas de la casa y, además, le daba para que se entretuviera… Miguelito me lo había contado con lujo de detalle; pero, yo no le creía; le decía que sí; pero no le creía… Pensaba que era una forma de disimular sus necesidades… Lo hacía con el dinero, por qué no lo haría con otras cosas… No le gustaba dar lástima

Bien, debo confesar que me equivoqué… El velorio de Miguelito fue todo un suceso… La sala velatoria se colmo de gente condolida… Familiares, amigos, conocidos, personas que reconocían en él a un gran ser humano que se iba y querían despedirlo… Porque eso es lo que era; un gran ser humano… Yo me hice presente a primerísima hora… A poco de estar allí, se presentó Néstor, a quien yo conocía… El pobre estaba como sapo de otro pozo, pues ni la familia ni nadie sabían de su existencia… Cuando lo vi, me le acerqué para hacerle más cómoda su estancia y nos pusimos a charlar como se hace en los velorios, en voz baja

Entre las muchas cosas que me dijo Néstor, me comentó que él sabía que Miguelito me había hablado de lo de ellos Y, sin más, me dijo que unos días antes se habían acostado y que Miguelito había estado bárbaro… Que lo iba a extrañar mucho… Ya sobre el final del diálogo, me dijo que me tenía que pedir un favor… No temblé, pero me pregunté con que se me vendría… Me preguntó si yo podía hacer algo para que el perrito de Miguel se lo dieran a él

Claro que hice… Conseguí que el animalito fuera a parar a sus manos… Gestos así no se ven a menudo

Es todo

Eduardo de Altamirano

P.D.: Si algún lector quisiera escribirme, puede hacerlo a mi correo-e decubitoventral@yahoo.com.ar con la seguridad de que será bien recibido.