Miguel, el Gran Pescador
De como me hice amigo de Miguel, de algunas aventuras que compartimos a lo largo de mas de 40 años y algunas reflexiones para analizar...
MIGUEL
El Gran Pescador
Nos conocimos, exactamente, el miércoles 13 de octubre de 1965, día de San Eduardo, mi santo, en un encuentro casual
Estaba tomando café con un amigo en un pequeño bar de mi ciudad cuando, de repente entró él. Antes lo había hecho un joven muy apuesto que se dirigió directamente al baño. Al entrar, Miguel miró a un lado y otro, como si buscara algo. Cuando visualizó a mi amigo, cambió de actitud, una sonrisa le iluminó el rostro y con pasó resuelto se encaminó hacia nuestra mesa Armando, mi compañero de mesa, era amigo suyo
Estrecharon sus manos, intercambiaron las consabidas palabras de tales encuentros y se produjo lo que era dable esperar en personas bien educadas: fui presentado
Nos saludamos muy ceremoniosamente y tras un rodeo protocolar, Miguel se sumo a la mesa Se mostraba como una persona de cierta categoría y muy agradable Muy coquetamente vestido, lucía como un figurín, a pesar de ser mas bien bajo Lo vi como un hombre de unos 35 años Después supe que le faltaban unos meses para cumplir los 40 No los representaba
Cuando venía en camino a nuestra mesa, Armando me espetó por lo bajo: es del gremio Nota suficiente para que supiera a qué atenerme y cómo manejarme
Por supuesto, yo no estaba dispuesto a romper las reglas de la etiqueta y, por lo que podía apreciar, Miguel sustentaba idéntica posición De Armando debía esperarse otro tanto, un poco por su timidez y otro poco porque, aunque éramos del gremio, bien sabía él que los tres adheríamos a las ideas del compañero José C. Latraga, de modo que las mutuas esperanzas apuntaran más bien a cero
De ahí que nuestra charla se mantuviera en un plano elevado Miguel, quien tenía ciertos delirios de grandeza, dejó entrever que se sentía atraído por mi apellido algo linajudo, por mis modales, por el lustre que podía darle codearse conmigo Hago constar que yo no hice nada para que esto sucediera Todo fue obra de la casualidad La cosa se puso blanco sobre negro cuando comente que, en unos meses viajaría a Europa
En aquellos años, para un argentino, viajar a Europa era algo así como adquirir patente de aristócrata A Miguel se le encendieron los ojos Ahí si lo dejé correr para donde quisiera, que imaginara lo que más le gustase No especifiqué que mi viaje se financiaría con una miserable beca y que era seguro que viviría en una cueva, comiendo salteado Iba a estudiar
Miguel tendió los lazos para que nuestro trato se prolongara un poco y no quedara reducido a ese mero encuentro en un bar Trajo sobre la mesa el tema de las refacciones que estaba realizando en un departamento, del cual había sido inquilino y ahora era propietario Por lo que comentaba, pude apreciar que era bastante astuto y que le gustaba vivir bien Para su contento, tenía un buen empleo en una empresa del Estado, donde había hecho una buena carrera Además, conservaba algunas cosas de sus padres, lo que le otorgaba un cierto respaldo Podía permitirse el lujo de tener automóvil, un Fiat 125, último modelo No todos en la clase media accedían a este estándar de vida
Entre medio de sus dicho, me formuló una invitación para que visitara su departamento No va a faltar oportunidad , fue mi respuesta, aunque para mis adentros estaba seguro que esa oportunidad no llegaría nunca
No fue así, en cosa de veinte días después de ese encuentro, me volví a cruzar con Miguel En el Bar nos habíamos despedido como para no vernos nunca más Pero, el azar nos reunía nuevamente Ni bien me divisó se me acercó con una sonrisa radiante Me saludo como si nos conociéramos de toda la vida No pude eludirlo Intentarlo hubiese sido una insólita grosería, porque si bien avanzaba como una aplanadora, no le faltaba delicadeza a sus movimientos
Parados, en mitad de la vereda, dialogamos unos minutos; los necesarios para que él tirara la línea y me hiciera morder el anzuelo No pude evitar comprometerme para visitar su departamento, dos días después de ese encuentro, a las seis de la tarde
A las seis de la tarde, dos días después, me hice presente en el departamento de Miguel Como no era mi gusto caer con las manos vacías, le llevé una botella de vino, de las que acostumbraba a regalar en ocasiones especiales por ningún otro motivo más que el de tener docenas de ellas guardadas en mi casa por mi fallecido padre Fue un detalle que lo impactó
El departamento de Miguel formaba parte de un pequeño y muy agradable edificio La entrada tenía un cierto aire palaciego Carecía de ascensor, pero eso no importaba porque la unidad se hallaba en el primer piso, junto a otras dos Las modificaciones introducidas por Miguel le dieron un toque original que lo apartó totalmente del diseño estándar Había suprimido una de las dos habitaciones, la que pasó a ser un comedor bien iluminado; el living-comedor quedó en exclusivo como amplio estar y compartimentó el baño, de modo que una parte quedaba en suite con el dormitorio y la otra bien podía ser usada por visitas. Al dormitorio le añadió un balcón que daba al pozo de aire, logrando una dimensión fuera de lo común
En verdad, Miguel tenía muy buen gusto y lo bueno era que no hacía ostentación de ello El departamento le estaba quedando una joya
Obviamente, la invitación que me formuló Miguel para visitar su departamento no tenía el único objetivo de mostrarme si casa-habitación Mi intuición decía que se traía algo más bajo el poncho Para saber de qué se trataba, solo había que dejarlo actuar y, en todo caso, acertar en acompañar sus movimientos tal como él esperaba ser acompañado para que desembuchara más rápido
En un primer momento, el tema de conversación y Miguel supo hacerlo muy entretenido, sobre todo cuando mechaba el diálogo con anécdotas que nada tenían que ver con la decoración, la arquitectura y la construcción, pero ponían de manifiesto la atracción que le causaban los hombres que militaban en estas disciplinas del trabajos
Poco a poco, guiado por la mano maestra de Miguelito, se hizo claro que ambos ostentábamos las mismas aficiones y preferencias en orden a los placeres de cama Y, algo mas y muy importante, se estableció entre nosotros una corriente de simpatía y confiabilidad
Ello así, porque del examen que le fui realizando a Miguel, extraje una conclusión que no habría de alterar a lo largo de los muchos años de nuestra amistad
Miguel fue un hombre que no dió puntada sin nudo; pero, no porque quisiera apropiarse indebidamente de algo que no le correspondiera, sino porque aprovechaba hasta lo último las ocasiones que, como él decía, son calvas y, por tanto, no se las puede agarrar de los pelos; si se te escapan: perdiste
Y, cosa notable, en eso de aprovechar al máximo las ocasiones no estaba él como destinatario o beneficiario de los aprovechamientos Muchas, pero muchas los beneficiarios eran otros
Charlando se nos fue la hora y cuando nos quisimos ya eran casi las nueve de la noche Intenté retirarme, pero no me dejó Quiso que cenara con él y no tuve más remedio que aceptar La cena, que más que cena fue un buffet froid , puso de relieve su habilidad para salir del paso en cosas de urbanidad
La cuestión fue que durante la cena disfrutamos de un momento encantador Me sentí muy bien agasajado Mi grado de distensión era enorme y muy fuera de lo común
Muy como al pasar me comentó que al día siguiente tendría la visita de un joven a quien había conocido en una fiesta de cumpleaños Dijo que era una bomba y afirmó que estaba ansioso de que llegara el momento para ver qué pasaba Y agregó algo que me hizo reír Con ojos de alegre picardía afirmo: porque es una bomba, pero habrá que ver si no tiene la pólvora húmeda
Esa noche, de algún modo sellamos nuestra amistad Como dije, yo tenía en carpeta un viaje a Europa, de manera que no era mucho lo que podía programar De ahí que, cuando estaba a punto de retirarme, le haya expresado mi interés por encontrarnos nuevamente a mi regreso Su respuesta calurosamente afirmativa fue un indicio de que le había caído muy bien
El 5 de febrero de 1966 emprendí mi viaje a bordo de un buque que venía de Chile y el 22 del mismo mes arribé a El Havre. Mi estancia en Europa se extendió hasta principios de diciembre, casi un año, en que regresé en un cuatrimotor que paraba en todas las esquinas Como no pagué boleto: no puedo quejarme, porque a caballo regalado no se le miran los dientes Mas o menos una semana después de haber regresado volví a verlo a Miguelito Lo había llamado por teléfono y muy gentilmente me invitó a su departamento Por ser la segunda vez que estuve allí, fue todo un anticipo de lo que habría de ser en el futuro
Llegué a las cinco de la tarde, con un regalito Una torre Eiffel dibujada en tinta china A un costado del Sena compré por unos pocos francos varias de estas tintas Eran muy lindas y solo me quedé con una, la que muestra Los Inválidos, donde está el mausoleo de Napoleón
Después de charlar un largo rato de mí viaje, Miguelito giro el diálogo hacia el tema de su preferencia: los hombres Era curioso ver cómo me trataba, como si hicieran mil años que nos conociéramos y con un tono y un modo de lo más entrador, como si yo fuese su cómplice, su compinche
Me habló del joven a quien conoció en un cumpleaños y estaba por venir a su departamento cuando yo me disponía a partir hacia Europa La forma en que me lo describió fue notable, me hizo parecer que lo estaba viendo Según él, el joven era alto, hermoso, todo un calentador ambulante, pero con dos contras insuperables: un aparato que no hacía ni cosquillas y medio batata, nada expresivo, para el sexo El encuentro fue un fiasco No obstante eso, el joven lo visitó un par de veces más, siempre con el mismo resultado
Contrastando con esa historia, me contó algo que tenía entre manos Un vendedor callejero, con un puesto muy bien puesto a pocas cuadras del departamento A juicio de Miguelito, venía visitando el departamento desde hacia algo más de un mes y demostraba ser un excelente colocador de su mercadería Se llamaba César y demostraba, no solo no tener inhibiciones, sino un definido deseo de participar en alguna fiestita: quería que se la chuparan de a dos
Justamente por eso, si es que yo estaba de acuerdo, Miguel pensaba que se podía organizar alguna cosita Si se hacía, tenía que ser después de las nueve de la noche, cuando el chico cerraba el puesto
Yo no estaba muy seguro de aceptar, pero Miguel insistió amablemente y terminé aceptando Qué en que haría los contactos y luego me avisaría por teléfono Dicho y hecho, un par de días después, me llamó para avisarme que ya tenía todo arreglado para la noche siguiente
A las nueve estuve en el departamento César no había llegado aún Nos acomodamos en living a esperar Minutos después llegó Miguel me lo presentó Era un macho interesante Estaba algo desarreglado porque venía de trabajar Le preguntó a Miguelito si se podía duchar y Miguelito que debía tener en mente la alternativa y preparado los recursos, lo metió al baño como por un tubo
Cuando salió del baño era otro hombre La afeitada y el cabello ordenado dejaban ver un rostro bastante atractivo Todo su atuendo era una toalla de mano alrededor de la cintura Su torso, sus brazos y sus piernas eran armónicos y musculosos, y muy peludos Diestramente, Miguelito se paró para recibirlo y lo sentó en el sillón grande, entre medio de nosotros dos
A los cinco minutos, Miguelito le había soltado la toalla y le estaba surtiendo una mamada de pija de aquellas Para estar a tono, se había quitado la camisa César me había pasado su brazo por el hombro, me desprendió la camisa y mientras me pellizcaba los pezones, me preguntaba, sin esperar respuesta: ¿Vos también me la vas a chupar, papito? Eh ¿Te gusta mucho la pija?... ¿Estás caliente?... Hoy les voy a romper el culo a los dos Hace una semana que no cojo Tengo muchas ganas
Miguelito me cedió su lugar y así me enfrenté a la poronga de César, que resultó ser un buen trozo, particularmente por su grado de erección Puede decirse que tenía un palo de puta madre y la mamada lo ponía a mil Arranqué mi trabajo mamándole los huevos, que parecían querer salirse de la bolsa Después, seguí con el tronco de la verga, que era todo una delicia por la tersura de la piel y su desafiante rigidez A todo esto, Miguel y César se trenzaron en un chuponeo sin desperdicio Sus lenguas libraban una batalla de espadas, a filo, contrafilo y punta Yo, paciente y deliciosamente, continuaba mamando esa pija que me hacía calentar como una yegua
Miguel propuso que nos pusiésemos en pelotas y sin dudarlo acepté Durante el trámite de desnudarnos, César me acarició la cola y me prometió sacudirme en serio Yo volví a mi posición de sentado junto César, pero lo que hizo Miguel fue pararse sobre el sillón y ubicar su poronga a la altura de la boca de César Contra todo lo que hubiese podido imaginarme, César se prendió a la pija de Miguelito que, dicho sea de paso, no era cualquier cosa, sino una respetable poronga y, por cierto, muy briosa Cualidad que supo conservar hasta el final de sus años
César se la mamaba con fruición y, como estaba recibiendo la fellatio que yo le prodigaba a él, se sentía requetestimulado Y, como si quisiera darse más bomba, mientras chupaba la verga de Miguel, presionaba mi cabeza para que me tragara toda su poronga Todo formaba parte de una escena híperfogosa Yo estaba recontracaliente y deseoso sentir la pija de César entre mis nalgas Pero Miguelito se me adelantó y, posicionándose en uno de los sillones, en actitud oferente, le pidió a César que lo atravesara
Miguelito se había untado el orto con alguna cremita César tomó sus recaudos echando una fuerte salivada a su pija Yo me quede frente a ellos, pajeándome suavemente El verdulero se la hizo entrar hasta las bolas con destacable habilidad Miguel quiso que me ubicara frente a él para poder mamármela Así lo hice y los tres quedamos enganchados en un baile divino Cada una de las arremetidas de César hacía que Miguel se desplazara unos centímetros hacia adelante y se tragara todo mi trozo, que entonces se paraba muy bien Enseguida volvía a la posición inicial, pero se sucedía otro machetazo de César y Miguel, o Míguela como le decía el puesto, se volvía a tragar mi poroto
No sé el tiempo que estuvimos haciendo este jueguito Yo estaba muy caliente Cuando ya no daba más, como si me adivinara el pensamiento, César quiso que me pusiera en el lugar de Miguel y así hicimos Me había untado con una crema que, si mal no recuerdo, era muy parecida a la diadermina que mi primo Chiqui le robaba a mi tía Celia para encremarme el agujerito y hacerme sentir su verga La diadermina se preparaba en las farmacias y se vendía a granel como crema de manos Como lubricante anal era excelente Con ese ungüento y la dilatación resultante de mi calentura, la verga de César me entró como bala La sentía de maravillas El orto se le tensionaba al máximo cada vez que me la hacía entrar y salir, mientras se me multiplicaban las ganas de que me reventara el ojete
Inocentemente esperaba que Miguelito se situara frente a mí para poder chuparle la verga Pero Miguelito prefirió posicionarse tras César y puertearlo mientras él me macheteaba a mi Fue un trencito encantador No lo pudimos mantener mucho tiempo, porque el verdulero levantó demasiada presión y la válvula de escape se abrió sin que pudiera evitarlo Me llenó el culo de leche, después de descargar todo, me la dejó adentro y me mantuvo bien apretado para que yo me pajeara a gusto Miguelito, por su cuenta acabó como un guanaco sobre las nalgas peludas de César Después, los tres, por turnos, tuvimos que ducharnos
En pelotas y fresquitos brindamos por las fiestas de fin de año que se avecinaban César declaró que le había agradado mucho mi culito, lo cual fue interpretado que quería mas No esa noche, porque a pesar de haber sido un solo polvo, el muchacho estaba reventado Entre Miguel y yo lo habíamos exprimido
El combate se retomó en enero de 1967 Fue entonces cuando César insinuó la idea de invitar al muchacho que trabajaba con él en el puesto A Miguel se le iluminó el rostro como si supiera de qué estaba hablando Siendo que conocía el puesto, era claro que también conocía a los puesteros ¿Cómo sería el otro?... Para mí era una incógnita, pero no me propuse develarla Qué fuera lo que fuese El asunto es que entre los dos, entre Miguelito y César organizaron la cosa Así fue que, a fin de semana, nos vimos los cuatro reunidos en el departamento
El compañero de César se llamaba Mario y era menor que yo Tenía 24 años No así César que, aunque no lo pareciera, sobrepasaba los 30 Mario era menor solo en edad, porque lo que es en físico era un camión, en tanto yo era apenas una bicicleta Si bien trataba de controlarse, para mi era claro que Miguelito estaba recontracaliente con el muchacho Para no demorar la función, como venían de trabajar en el puesto, les propuso que se dieran un baño y se acicalaran para estar más cómodos En cosa de minutos, ambos estuvieron afeitándose y bajo la ducha Cuando terminaron con la sesión de aseo reaparecieron en el living completamente en pelotas Conformaban un dúo capaz de quitarle la respiración a cualquiera
César tomó la iniciativa de pedirnos que Miguelito y yo también nos desnudáramos Y nos desnudamos Ya todos en pelotas se armó el baile César estaba ansioso de que me prendiera a su verga y no el caso hacerlo esperar Me arrodillé y estando él parado, me le prendí como una ventosa Esa pija tan sabrosa me volvía loco y todo lo que me decía el muy turro, también Chupa, putito Chupa Sacate las ganas con mi poronga Es toda para vos Cométela
No solo me decía cosas excitantes, sino que tomándome la cabeza con firmeza, hacía que su verga me entrara hasta la garganta hasta ahogarme Era un salvaje Me enloquecía
A todo esto, Miguelito y Mario habían recalado en el sillón grande y, por lo poco que podía apreciar, la estaban pasando muy, pero muy bien Mario le proporcionaba a mi amigo una franeleada apoteótica Esto lo pude observar mejor cuando César me hizo parar para ponérmela entre las piernas Me atacó por detrás, me la calzó muy bien y me mantenía agarrado con fuerza, mientras se restregaba contra mi cuerpo, en una arrebato de calentura sin nombre Yo quedé mirando hacia el sillón donde Miguelito y Mario se deshacían, se devoraban uno al otro En uno de los pasajes de esa tremenda franela, Miguelito quedó de bruces sobre el apoyabrazos, con el culito levantado y Mario se la calzó hasta los huevos No valieron de nada las quejas, los ruegos y los ayes de dolor de mi amigo demandando que se la pusiera despacito Mario avanzó a paso redoblado y le atravesó el ojete de una Y, como si fuera poco, lo remachó un par de veces para que no le quedara nada afuera
A todo esto, proclamando que me llevaba para el dormitorio, César me hizo caminar en el aire hasta la cama En sus brazos, yo era una marioneta Me depositó en el lecho, donde quedé medio sentado y se acomodó para que se la siguiera mamando La verdad es que tenía una verga súper exquisita y daban ganas de tenerla para siempre en la boca El sabor de su piel perfumada y suave era más que una golosina
Evidentemente, César conocía la "cancha" donde estábamos Sin dudarlo, abrió el cajón de una de las mesitas de luz y extrajo de allí el pote de aluminio de la diadermina La maniobra la realizó sin sacar su pija de mi avariciosa boca, que no quería dejar de chuparla ¡Es tan embriagador tener la poronga de un hombre entre los labios, restregándose contra la lengua! Eso de buscar la diadermina era señal bastante de que mi culito estaba a punto de ser invadido por la belicosa poronga de César y así fue Un par de minutos después de hacerse de la diadermina me invitó a cambiar de posición para ponérmela Lo hizo de una forma algo oblicua; me preguntó cómo querés que te la ponga Sin pensarlo dos veces, me puse de espaldas, apoyé la cintura en una de las almohadas y levanté las piernas, hasta que mi agujerito, palpitante de deseo quedó a su entera disposición César me lo embadurnó y sin pérdida de tiempo comenzó a deslizar dentro de mi ojete su muy macizo chipote, hasta que lo tuve todo adentro Se inició, entonces, su goce y el mío César cogía maravillosamente bien Sabía moverse Al compás de sus vaivenes, yo sentía que todo mi ser se calentaba más y más, y mis ansias registraban un solo deseo, que me rompiera el culo, que me hiciera sentir todo el rigor demoledor de su poronga En mi excitación llegue a un punto en que perdí conciencia de todos y solo sentía que ese hombre, ese terrible macho me devoraba Fue tan devastadora la culeada, que sin poder de control ninguno, comencé a sentir las vibraciones de un orgasmo total César acabó al unísono conmigo
A todo esto, en el ambiente continuo, Mario lo estaba matando a Miguelito Después de higienizarme pasé fugazmente por el living y allí estaba mi amigo, sentado sobre la pija del puestero más joven, quien lo obligaba a jinetearla como si fuera un potro desbocado No se cómo fue la culminación del acto, pero Miguelito repetía: me mataste, me destruiste el orto
El encuentro se prolongó un rato, con los cuatro en pelotas tomando unas copas del vino que yo había llevado Con el tiempo, nuestras reuniones se repitieron unas cuantas veces, bastantes A diferencia de lo que sucedería en casos posteriores, no hubo intercambios de parejas A Miguelito le gustaba decididamente Mario y quería que el pibe lo cogiera a él Si yo le hubiese insinuado que quería comerme a Mario, me lo habría cedido Pero yo no deliraba con eso, así que lo dejé que disfrutara de ese machito
No voy a detallar todas las aventuras que compartí con Miguel, porque la lista es muy larga y entonces esto dejará de ser un relato para convertirse en un Tratado, en una Enciclopedia, y no es esa mi intención Hay que tener en cuenta que Miguelito era una verdadera máquina de levantar machos y arrearlos hasta la acogedora planicie de su siempre perfumado lecho Fue lo que dice un Gran Pescador Me restringiré a solo dos capítulos de la extensa historia que protagonizamos juntos
El primero de ellos tuvo como participe principal a Hugo y se desarrolló entre 1968 y principios del año 70 ¿Quién era Hugo?... Hugo era un joven que, en 1968, contaba 21 años de edad, aunque por su complexión física parecía algo mayor, pero no mucho. Había venido a La Plata, contratado por una entidad para realizar tareas en las que era todo un especialista No doy más datos porque no deseos dejar huellas que conduzcan a su identificación
Lo cierto es que la entidad que lo contrató, le proveyó alojamiento, junto a dos colegas más, en un departamento que le alquiló a un tío de Miguelito Eso hizo que mi amigo, a cuyo cargo estaba la administración de las propiedades del tío, entrara en contacto con Hugo y sus colegas
Cuando Miguel conoció a Hugo casi se enloquece porque era uno de esos machos que hacen delirar al más pintado Y, como es de suponer, se fue al humo Claro está, con su técnica de conquista que no era poca cosa Recuerdo como me hablaba del mucho Mitad en serio y mitad en joda, porque después de comentarme apasionadamente alguna cosa interesante del muchacho, la remataba diciendo, por ejemplo, y así es que estoy loca como una guanaca por verlo y tenerlo en pelotas todo para mi
De a poquito, Miguel fue consiguiendo que Hugo cayera en su trampa El triunfo se lo dio el azar Un día, el departamento donde se alojaba Hugo se quedó sin agua y mi amigo aprovechó la ocasión para ofrecerle el baño de su departamento, cosa que el muchacho aceptó sin rodeo Fue así como Miguelito se enteró de cómo era lo que el joven ocultaba tras su bragueta Y también, fue así como remató, de una su avance
Para su sorpresa, Hugo no opuso ninguna resistencia ni formuló rechazo alguno Por el contrario, dijo algo que lo hizo bramar por dentro a Miguelito, pero no de bronca, sino por todo el tiempo que había perdido, ya que lo que le dijo fue algo como Te veía venir, Miguel De pique me dí cuenta que estabas calentito Te dejé hacer para ver cómo te las arreglabas La verdad, sos un campeón No se te escapan las fichas Vamos a ver si para trabajarla sos tan hábil y puso a su disposición un trozo que no era un trozo cualquiera, sino el Monumento Nacional al Trozo Porque si en la Argentina había un tipo pijudo, ese tipo era Hugo
Por lo comentarios que me hacía Miguel acerca de su affaire con Hugo, saco en conclusión que muchacho quedó deslumbrado por las habilidades de mi amigo Tan deslumbrado, que, de demandado, pasó en un santiamén a ser demandante de los servicios de Miguelito Y no como dice el refrán una vez por semana, que así es cosa sana , sino todos los días y a toda hora
El hecho de que Miguel tuviera ese fato con Hugo, lo inhibía para encarar otros emprendimientos en los que me hacía participe, porque en su ser íntimo anidaba un espíritu fiestero Pero mucho se cuidaba de que Hugo no se enterara de nada .
Un día, Miguelito se pegó un julepe mayúsculo porque Hugo le preguntó si no tenía algún amiguito para hacer un ménage á trois Como Miguelito había conseguido voltearse a uno de los colegas de Hugo y en el embrollo había participado yo, supuso que el colega había soltado la lengua y, entonces, Hugo le estaba tendiendo una trampa
Muy listo, Miguelito rápido le contestó que no conocía a nadie De la conversación que luego siguió se deducía que Hugo no estaba tendiendo ninguna trampa, sino buscando satisfacer una fantasía ¿Qué fantasía?... Que le besaran el culo mientras le chupaban la pija
Por eso, cuando a Miguelito le quedó claro que no corría ningún peligro, le soltó que conocía a un candidato que, tal vez, agarrara trote; pero, que debía hablarlo y no estaba seguro de que aceptara, porque era una persona bla, bla, bla El candidato era yo
Al día siguiente, Miguelito me llamó por teléfono y me convoco a su departamento en forma ultraurgente por un tema súper importante No me adelanto nada Me dejó la espina clavada, como acostumbraba siempre Así que a las dos de la tarde me presenté en el departamento Lo encontré más que excitado, exultante Me sentó en la mesita de su comedor y a boca de jarro me disparo: Hugo quiere que hagamos una fiesta los tres
Me largué a reír y le contesté: Como mierda va a querer que hagamos una fiesta los tres, si a mí no me conoce
No seas tonto, me dijo que quería hacer algo de a tres y yo le hablé de vos, le chamuyé que te iba a consultar Eso
La hacemos Fue mi respuesta y, tras, eso me contó la historia Conclusión, un par de días después, Hugo y yo fuimos formalmente presentados Yo tenía la idea de que Miguel exageraba cuando me hablaba de cómo era el muchacho Cuando lo tuve frente a mí, cambié de opinión y pasé a pensar que se había quedado corto Porque Hugo era un Súper Macho Su rostro era armónico, pero no bello, de esa belleza que impacta Y más bien inspiraba respeto cuando se mostraba serio El milagro se producía cuando abría la boca y se sonreía, porque cambiaba totalmente y se hacía una figura radiante, que parecía despedir estrellitas Es que sus dientes, absolutamente perfectos, eran una maravilla y él los mostraba con un cierto amaneramiento, muy discreto y efectista, porque sabía el golpe que pegaban
Enseguida entramos en confianza Hugo le preguntó a Miguelito si se podía dar una ducha y cuando ya enfilaba para el baño, le dispare: ¿te esperamos vestidos o desabrigados?... Sonriente, respondió: mejor desabrigados
Así fue que, cuando Hugo salió del baño, rigurosamente en pelotas, Miguel y yo estábamos aguardándolo en el living, a media luz, llevando por todo atuendo solo nuestros calzoncillos y El hecho de que nos encontrase así hizo que dejara a un lado todo protocolo y cualquier reserva que pudiera tener, para pasar a mostrarse tal cual era: un joven muy jovial y tremendamente caliente De arranque se expidió con un ¿cómo están los comilones? ... Al toque le respondí: ansiosos por cenar salchicha
Sintiéndose en su salsa, se sacudió el bulto y sentenció: aquí tienen la cena Y, al decir esto, se vino hacia mí La poronga se le había empezado a parar y ya era todo un espectáculo Miguelito no había exagerado absolutamente nada al describirla Era sencillamente enorme No dude en manoteársela, pero, frenando mis impulsos, me abstuve de largarme a mamársela, porque no quise quitarle el privilegio al dueño de casa, que ya se había parado y abalanzado sobre la presa para toquetearla, como era su gusto
Lo invité a Miguelito para que se prendiera al chipote de Hugo Quería ver como se lo tragaba Porque en esto de la fellatio, Miguel fue un Rey indiscutido, un Maestro inigualable Dueño de una técnica insuperable, producto (como él decía) de muchos años de constante dedicación y trabajo
Porque él lograba, mediante acertado giros de cabeza, que las porongas, por muy largas que fuesen, ingresaran íntegramente en su boca ¿Cómo?... Haciendo que traspasaran su garganta, que no solo era profunda, sino también dilatable, como para soportar grosores muy significativos
En el caso de la verga de Hugo, su largo se llevaba holgadamente una cuarta de mi mano, lo que no es poco decir, si se toma como referencia que esa cuarta abarca sin dificultad nueve teclas de un piano En cuanto al grosor, la circunferencia que formaba al unir las puntas de mis dedos índice y pulgar era insuficiente para encerrar ese zocotroco No obstante ello, la poronga de Hugo se perdió en las profundidades de la cavidad bucal de Miguelito y sus barrían alegremente el pelaje púbico del muchacho
Después de deleitarme unos segundos contemplando a mi amigo ejerciendo su magisterio oral, me aplique a cumplir con el deseo, la fantasía de Hugo: prodigarle unos suculentos besos negros y algo más El culito de Hugo lucía deliciosamente afeitado y su piel exudaba el perfume el aromático perfume del jabón Heno de Pravia con que se había higienizado
Mis besos negros fueron muy efectivos, pues en cosa de pocos segundos Hugo parecía haber entrado en órbita Como sería lo que le hacíamos sentir Miguel y yo, que las nalgas y buena parte de las piernas y el cuerpo se le pusieron como piel de gallina y cimbreaba como una vara de mimbre
Después de un largo rato de torturarlo con mis besos y lengüetazos en su hermoso culito, me puse de pie para franelearlo un poco, mientras Miguelito le seguía dando con la mamada Poco pude hacer porque al toque me ordenó encremarme la cola La orden me desubicó, ya que de ninguna manera quería quitarle los privilegios a Miguel Intenté continuar con los abrazos, las caricias y la besuqueada de su espalda; pero, Hugo me cortó Dale, encremate Tal vez intuyendo mi desconcierto, Miguel zanjó la cuestión con una de sus salidas Prepárate Eduardito que te van a fusilar
Tomé la indicación como una cesión de derechos y cumplí la orden Me encremé bien el orto y me pare al lado de Hugo que tomó de la cintura y me llevó hasta el sillón grande, indicándome que me arrodillara, ofreciéndole el culo Como al pasar le manoteé un poco la verga Parecía un garrote Miguelito nos acompañó en la peregrinación hasta el sillón y cuando me arrodille allí, se posicionó como para yo pudiera chuparle la poronga mientras Hugo me culeara
Miguelito tenía un trozo respetable, llamativamente grueso y daba gusto mamárselo A lo largo de los largos años en que, juntos, nos gastamos nuestras correrías con machos, machitos y machotes, y otras especies, pude comprobar que, sin decirlo, muchos de los caballeros que visitaron el departamento, estaban prendados del atributo de mi amigo y se lo deglutían sin remilgos Tal el caso de un panadero, de nombre Horacio Daniel, que por sus expresiones parecía ser un mataputos doctorado y en una sesión, de la cual el honor el participar, terminó con las piernitas levantadas, comiéndose la poronga de Miguelito, después de habérsela mamado a rabiar ¡Misterios de la Milanesa y el Ojo del Hacha!...
Hugo no me la mandó de una, que era lo que yo esperaba Ante de eso se sacó el gusto de restregármela por la zanja un millón de veces, mientras me elogiaba el culo y me prometía partírmelo como un queso Todo ese introito hizo que me recalentara al mango y que todo mi ser quisiera, ansiara, se desesperara por una sola cosa: que el tremendo macho que tenía sobre mi culo me horadara, me lo traspasara con su monstruosa poronga, como para ni una sola de mis células dejara de vibrar con el magnetismo de esa pija
Y, al final de unos instantes que fueron para mí lo mismo que una eternidad, Hugo decidió avanzar con su fenomenal cañón Certeramente apunto a mi agujero, abundantemente encremado, y sosteniendo su arma con la mano para evitar odiosas patinadas: ¡me lo enterró!... ¡Y cómo!... Hasta los mismísimos huevos Creí que me mataba Pero nadie se muere por un pijazo Después de revolver su verga en mi orto, como buscando acomodo, inició un rítmico macheteo que, para mí, fue un placentero viaje al país de las delicias Porque no hay cosa más hermosa, alguien como yo, que sentirse cogido, bien cogido por alguien que es capaz de calentarnos y hacernos perder la razón con su cuerpo y todos sus atributos, físicos y espirituales
Porque una cosa es que alguien te coja mecánicamente, sin salir de su yo (a mi me ha sucedido más de una vez) y otra cosa es que un macho te coja con alma y vida Y Hugo me cogía con alma y vida Y, no sé cómo, me lo hacía saber Tal vez fuera con la pasión que imprimía a sus movimientos; quizás con las gotas y gestos de dulzura que se filtraban tras los ímpetus de dominio que marcaban su presencia de macho, bien macho
Inducido por su actitud, no me nacía otro deseo que retribuir todo lo que él me daba, dándole todo lo que podía darle La oferta de mi culo era total y absoluta
En medio de tamaña batalla, apenas si podía mantener un hilo de cordura para no olvidarme que allí, también, estaba Miguel Por eso, a pesar de entregarme a Hugo, nos dejaba de mamárle el chipote a Miguelito No de cualquier forma, sino con un profundo y afectuoso agradecimientos, porque merced a su intercesión yo gozaba de una cogida que bien puede llamarse antológica
El tiempo que duro ese polvazo no lo recuerdo Por cómo me quedó el puedo inferir que fue tirando a eterno En el arrebato final, me llenó, bien lleno, el culo con su leche caliente Y no hizo lo que muchos hacen: sacarla al toque Hugo me la dejó bien puesta, le levantó, me sujetó fuertemente contra su cuerpo y me invitó a pajearme para acabar Tanta era mi calentura, que en segundos nomás comencé a destella chorritos de leches anunciantes de que la función había terminado
¡Qué polvo, Dios mío!... Pocos hombres me hicieron sentir todo lo que Hugo me hizo sentir ese día y los posteriores en que tuve la dicha de gozar con él
Porque sucedió algo que lo pinta a Miguelito de cuerpo entero Después de cogerme como me cogió, Hugo se pegó un duchazo y, tras él, yo hice otro tanto Cuando concluí el baño y volví al living, pude comprobar que para el muchachito la función no había termina Por el contrario, empezaba el segundo acto Ahí estaban, él y Miguel mandándose una apretada de aquellas En menos de media hora volvía a tener una erección como si hiciera diez años que no garchaba Yo no tenía ganas de mas lolas, así que canté las hurras e hice mutis por el foro
Al día siguiente, Miguelito me llamó para contarme como había sido el segundo acto y informarme (esto es lo que quiero destacar) que Hugo había quedado encantado conmigo y que quería que bien pronto volviéramos a reunirnos Te das cuenta, Eduardito, se ha enamorado de vos, el guachito este Dice que tenés un culo impresionante Quiere volver a surtirte ¿Cuándo podes venir?...
Lo interrumpí para señalarle que el chico era una conquista suya; que yo le agradecía su amabilidad, pero que No me dejó terminar Que conquista ni que ocho cuartos, yo no le puse la marca en el orillo Si no te lo comes vos, se lo va a terminar comiendo cualquiera
Le pedí que tuviera un poco mas de consideración con Hugo, que era una buena persona Su respuesta fue: ¿vos crees que yo no sé que es una buena persona?... Claro que es una buena persona y mas también, pero a las buenas personas también les gusta coger y pasarla bien
Lo concreto es que le encontré razón, porque lo decía sin mezquindad alguna, en un mundo donde casi todos se conducen como el perro del hortelano, quien no come ni deja comer al amo
Así fue como unos días después Miguel, Hugo y yo volvimos a encontrarnos en ese Paraíso del Sexo en que, para mí, se había convertido el departamento de Miguelito Para mi fuero íntimo, tenía que el encuentro sería una reedición del programa anterior No fue así No bien estuvimos los tres juntos, Miguelito se disculpo y nos informó que debía dejarnos solos, porque algo de último momento le había surgido y le era imposible Nunca supe si eso era cierto o un invento de Miguelito Personalmente, no me lo creí Se me ocurre pensar que Hugo si se lo creyó y que, además, no sabía nada, por la forma en que reaccionó, pidiéndole que se quedara
Al retirarse, Miguel apuntó que en heladera había cerveza y jamón crudo; así que, tan pronto mi amigo cerró la puerta, Hugo propuso que le diéramos al trago y nos mandamos para la cocina No tomamos gran cosa Apenas un vaso y enseguida el chico se puso mimoso
Pasamos directamente al dormitorio, que Miguelito había dejado preparado para el crimen La cama cubierta con una enorme sábana blanca por , como decía él, cualquier cosaSe lava y listo
En un segundo, los dos estuvimos en pelotas, revolcándonos en el lecho El chico, que no era nada chico, pues medía un metro ochenta, cuanto menos, y que no decir de lo que tenía entre piernas, era una fiera Besaba, chupaba y mordía como un león hambriento Yo también estaba hecho una fiera; pero, solo quería mamar Mamar pija No tarde en posesionarme del chipote de Hugo y me apliqué a depararle todo lo que yo sabía hacer Siguiendo los consejos y las precisas indicaciones de Miguelito, hice todas las torsiones y contorsiones de garganta para que la poronga de muchacho traspasara mi garganta; pero, no lo conseguí Apenas si logre que la cabeza se apoyara sobre mi campanilla sin provocarme arcadas, lo cual era un gran logro Prácticamente podía cogerme por la boca, ya que al hacer vacío se la aprisionaba tal cual él me pedía El muy guacho se desesperaba macheteándome Como también quería tocarme el culo, las maniobras que hacíamos era espectaculares
Mi calentura llegó a un punto en que no daba más, en que si o si necesitaba que me la pusiera Desesperadamente se lo pedí y amorosamente me dio el gusto Solo se perdió tiempo para la insoslayable untada de mi orto con diadermina
En otro relato publicado en esta misma página ( El padre Carlos ), un lector preguntaba, ¿el narrador tiene poronga? ... Aprovecho la ocasión para contestarle que si, la tengo No es una gran cosa, pero tiene su discreta relevancia El hecho de que no la haya mencionado en ese relato obedece a que mi intención era destacar lo que me hacía gozar el padre Carlos cuando me la ponía y ponérmela: me la ponía por el culo, ¿a qué hablar de mi pija si el contento era mi culo, como en este relato, donde lo que me importa resaltar es lo que me hizo gozar Hugo ¿Por dónde?... Por el culo, porque esa en la realidad y la verdad Yo gozo mucho más por el culo, que con la poronga Y gozo cuando la tengo poronga bien tiesa de otro hombre dentro de mi agujerito, que hace rato dejó de ser agujerito
Hugo me hizo gozar tremendamente; tanto, que me es difícil describir con palabras todas las emociones, percepciones, sensaciones, etc., etc., que experimenté mientras me metía y me sacaba su maravillosa poronga del culo Y hago constar que no solo me culeaba, me cogía todo Con los brazos, con el cuerpo, con la boca, con las manos Su designio era incendiarme Como Jorge (ver relato Amor, amor Jorge Edwin ), me pajeaba mientras me macheteaba, para no dejar hornalla sin encender
Hugo me culeaba en posición de perrito; pero, de repente, paró el bombeo y me apuró a cambiar de pose Quería que me pusiera de espaldas y levantara las piernas Le obedecí y volvió a enterrármela Me entró hasta la garganta Tenía el culito dilatado al máximo Es que no solo se contentaba con mandármela bien a fondo, sino que me palanqueaba para todos lados Podía hacerlo, porque su pija no era una pija: era un tremendo fierro caliente que me quemaba el ojete Cuento esto y es tanta la fuerza de la evocación, que me parece que vuelvo a sentirlo dentro mío, encima de mí, jadeante, proclamando que me rompía el culo y urgiéndome a gozar, gozar y gozar ¡Oh, Huguito, por donde andarás!... ¡Quien pudiera hacer volver el tiempo atrás!...
Está bien No hay que pedir milagros Ese tremendo polvazo y otros más, bastantes, que después hubo, son el azúcar que endulza esta parte de mi existencia, donde con menor ímpetu no dejo de pergeñar picardías Porque el zorro pierde el pelo, pero no las mañas
De últimas, quiero contarles algo de Guillermo, un personaje que también me presentó Miguel La mano vino así Cierto día, cuando finalizaba el invierno de 1974, fui a visitarlo a Miguelito, solo por el gusto de pasar un rato con él charlando En esa oportunidad me comentó que había conocido, no recuerdo dónde, a un estudiante de abogacía, muy interesante, a quien quería presentármelo Según él, el joven era muy bien hablado y muy agraciado Los datos que Miguelito me transfería eran un tanto inespecíficos, podían servir para una cosa, como para otra Como él era de intrigar (sin malicia, por supuesto, solo por el gusto de divertirse), lo dejé hacer Y haciendo terminó proponiéndome que lo invitaramos a tomar un café, así lo conocía
Unos días después se formalizó el encuentro Miguelito tenía razón, Guillermo era un joven muy, pero muy agraciado Su belleza estaba muy lejos de la reciedumbre masculina Por el contrario, su tinte era netamente femenino De todas maneras, su desenvolvimiento no mostraba ningún tipo de amaneramiento Podría decirse que era neutro, ya que tampoco evidenciaba modales de corte masculino Lo que más llamaba la atención eran sus ojos, muy marrón brillante, rasgados, que parecían oscurecerse bajo la sombra de las pestañas, densas, largas y ostensiblemente arqueadas
Si bien no se advertían señales de amaneramiento, a mi ojo inquisidor no se escapaba el hecho de que sus gestos respondían a una técnica y tenían un objetivo: seducir, cautivar
También tenía razón Miguelito en eso de que era bien hablado Generalmente, el bien hablar de las personas se debe a que provienen de un medio donde se habla bien o a que han alcanzado una sólida formación en las ciencias o en las artes En el caso de Guillermo, habida cuenta de sus 24 años y de su condición de estudiante, me inclinaba por lo primero Y así era Su papá, abogado; su mamá, profesora de historia; sus hermanos y hermanas (él era el menor) todos profesionales; su gran familia, toda ligada a un nivel cultural más o menos elevado Resultado: él se había contagiado de todo eso y por eso hablaba bien Lo importante es que también pensaba bien
La conversación, bien mundana, me dio pie para que le preguntara cuáles eran sus preferencias sexuales Formulé la pregunta no como una encerrona, sino para que pudiera contestarme o no la verdad La respuesta no dejó espacio a dudas: soy puto , dijo Reaccioné rápido y le marqué: me agrada que te agraden los circunloquios El chico se rió con ganas Su franqueza hizo que el diálogo perdiera el poco acartonamiento que tenía Digo diálogo, porque solo Guillermo y yo éramos quienes sosteníamos la conversación Miguelito la jugaba de espectador Por lo menos hasta que Guillermo confesó su preferencia A partir de esos instantes, de espectador pasó a investigador policial
Curiosamente, parecía ser que el cambio de Miguelito era lo que el chico parecía estar necesitando para despacharse a gusto Mi estilo diplomático solo le había servido para el acercamiento, para romper el hielo
A raíz de preguntas y comentario que le hizo Miguel, Guillermo puntualizó que desde hacía un par de semana estaba saliendo con un flaco, a quien apodaban el Indio , que era un tipo bárbaro, le caía muy bien Hasta ese momento, no habían podido hacer gran cosa porque no tenían lugar Un par de veces se la había mamado en el auto y punto Lo bastante como para querer mas, porque la dotación del Indio era de primera
Rápido como escupida de músico, Miguelito aprovechó el dato para ofrecerle la comodidad de su departamento para encontrarse con el Indio Y, como era de suponer, dio otra puntada Si querés, Eduardo y yo podemos ayudarte a atenderlo al Indio Tras la insinuación se produjo un silencio Supuse que habría una declinación por parte de Guillermo ¿Quién puede querer o aceptar meter dos gatos en la cama la noche de bodas?... Me equivoqué Alegremente se sumo a la iniciativa *Si, si Lo cogemos entre
las
tres Eso de las
tres* puso al descubierto que Guillermito, el lindo y bien hablado, además tenía vocación de loca
Con los elementos que las circunstancias le brindaban, Miguelito, Gran Maestro de Ceremonias, se puso a bosquejar la fiestonga Para ese entonces, mis finanzas habían mejorado bastante Las de Miguel no andaban mal, pero no debía excederse Por eso, veladamente le hice saber que me hacía cargo de algunos gastos, los más pesados, para que la fiesta pudiera hacerse por todo lo alto
El encuentro con Guillermito concluyó en medio de entusiastas proyecciones Dos días después parecía que todo se venía abajo porque el Indio no se mostraba muy convencido del foursome que se le proponía Así se lo hizo saber Guillermo a Miguel Tenía algún temor de meterse en líos Entonces, moví las piezas para intervenir en la negociación Como el Indio o, mejor dicho, su padre tenía un negocio de venta de electrodomésticos, donde él trabajaba, le hice saber que lo iría a visitar por una posible (que después se concretó) y así lo conocí
El Indio, cuyo nombre era Roberto, era un indio de Hollywood Un macho espectacular, recio, con un halo salvaje y aspecto de mataputos No me fue necesario desplegar ninguna estrategia De pique nomás le transmití la seguridad que él necesitaba para tirarse al agua Y era lógico que se comportara así, si él no tenía ninguna referencia de los dos tipos (Miguel y yo) propuestos para el foursome , no debía arriesgarse Cuando me conoció comprobó que yo alguien en quien podía confiar Tenía tanto que perder como él
Hábil, con el pretexto de hacer números, me llevó al escritorio del negocio y allí se mostró más explícito Como en el plano comercial, su oferta me convenía, dejamos sellado un preacuerdo Al retirarme del local, con los saludos, anotó un comentario: le voy a decir a Guille que organice las cosas ¿Mi respuesta?: Excelente
Días después se produjo el tetraencuentro en el santuario de Miguelito El Indio estaba exultante y Miguelito fuera de sí: quería comérselo Después de unos brindis con whisky on the rocks, comenzaron las acciones Guillermito metió mano en la bragueta del Indio y sacó a relucir el atributo del mozo: un porongo marca cañón El Indio en ese momento contaba 38 años, cuatro más que yo y estaba en la plenitud Dos lengüetazos de Guille fueron suficientes para endurecerle la verga al máximo Se aflojó el pantalón para facilitar la operatoria Miguel y yo la jugábamos de espectadores Amablemente nos invitó a sumarnos a la succión Miguel me ganó de mano, de un brincó cambió de sillón y ocupó el costado libre
Para no dejarme afuera, el Indio separó las piernas, indicándome que me calzara allí Así, las tres locas, por turnos nos prendíamos a una pija que contaba con todos los atributos para ser consagrada Reina de las Porongas
Guillermito insinuó que nos pusiéramos en bolas y su insinuación fue una orden En un minuto, los cuatro estábamos rigurosamente en pelotas El Indio desnudo era todo un monumento De rodillas, los tres, lo adorábamos Yo me le prendí al culo, porque no quería perder el privilegio de internarme entre sus exuberantes glúteos Por delante, Miguel y Guillermo seguían trenzados con la pija Miguelito llevaba las de ganar, porque sus chupadas eran verdaderas degluciones Se la tragaba cómodamente hasta las bolas y lo hacía estremecer al Indio
A poco que fue avanzando la función, se hizo claro algo que solo Guillermo y el Indio sabían En un momento dado, el Indio nos preguntó a Miguel y a mí, ¿quién me va a hacer pata en el ataque?... Como estaba concentrado en mis besos negros, no reacciones; Miguel, si Preguntó y así nos enteramos que el ataque no era sino una operación para que Guillermito pudiera darse el gusto de tragar dos pijas al mismo tiempo
Al parecer, en esos paseítos en autos que Guille y el Indio habían realizado para conocerse y atemperar la calentura con algunas mamaditas, Guillermito puso en claro que uno de sus grandes sueños era que dos machos le abrieran el orto en forma simultánea Nuestro encuentro, en consecuencia, creaba las circunstancias ideales
Ni bien se planteó el tema, pasamos a la acción Miguelito y el Indio serían los dadores de poronga, y yo actuaría como maestro de ceremonias Pasamos al dormitorio, donde la cama estaba preparada desde muy temprano Se encendió la araña de diez luces para que la iluminación fuera a giorno En aquel tiempo no existían cámaras ni filmadoras digitales y las fotografías tenían el inconveniente de que debían revelarse De no haber sido así, podríamos haber hecho una película de primera
Miguelito se tendió en la cama A sus 48, casi 49, años la verga le respondía con todo La tenía hecha un fierro Yo se la encremé un poquito No usábamos más la antigua diadermina La reemplazábamos con Aqualane , una crema de uso farmacológico para tratar quemaduras Dos años antes la había conocido en Francia Conocido y adoptado Guillermito hizo otro tanto con su hambriento culito
Aquí conviene decir algunas palabras acerca del culito de Guille No era un culito, era un culazo Yo jamás había visto un hombre con semejante culo Más de una mujer hubiese querido tenerlo para un día de fiesta Sin un solo pelito, blanco como el alabastro y torneado de manera perfecta y voluptuosa Calentaba a cualquiera El Indio le tenía un hambre terrible
Guille se iba a sentar sobre la pija encremada de Miguel, pero el Indio lo obligó a ponerse en cuatro patas, bien al borde de la cama y, de parado, se la acomodó completa Como Maestro de Ceremonias, ayudé a separarle las nalguitas y así pude apreciar bien la dilatación perfecta que tenía el chico La verga del Indio, que era una señora verga, le fue entrando sin tropiezos, suavemente, maravillosamente hasta que la tuvo toda entera adentro No se quejó para nada; solo exhaló algunos suspiros de placer
Miguelito se desplazó un poco en la cama y así hizo posible que Guillermito, mientras era culeado soberanamente por el Indio, pudiera prenderse a su poronga, como lactante al biberón
El Indio se dio el gusto de ser el primero en probar el hermoso orto de Guille Antes de entusiasmarse más de la cuenta con el macheteo, el Indio sugirió arrancar con la penetración doble Y así se hizo
Guillermito se desembarazó de la poronga del Indio, que quedó balanceándose como una lanza en ristre, y se desplazó sobre Miguelito hasta que su culo quedo sobre la verga de este Con singular precisión se sentó y la pija le entró como bala Ahí intervine yo para guiarlos hacia una pose donde el orto de Guillermo quedara a tiro de la poronga del Indio Bastó con que colocara un almohadón bajo la cola de Miguel para elevar un poco los cuerpos y que lo hiciera reclinar hacia adelante a Guillermito, para que su ojete, ensartado desde abajo por la verga de Miguel, se ofreciera como una flor al embate del Indio
Cuando estaba a punto de arremeter, agregue mas Aqualane a la herramienta, para facilitar el ingreso Para mis adentro dudaba que la cosa fuese a funcionar Se me hacía demasiada cosa dos porongas juntas El Indio apoyo la punta sobre el borde del ojete y luego, con los dedos, presionó su verga hacia abajo comprimiendo la pija de Miguelito y, en ese instante, resueltamente le dio para adelante Ahí vi como la cabeza comenzaba a entrar No lo podía creer El culo de Guillermito se seguía dilatando Le entró prácticamente toda y no hubo problemas para el macheteo, que no duro mucho porque el Indio no podía más de la calentura Yo lo azuzaba mimando su culo como a mí me gusta hacerlo Cuando acabó, la sacó de golpe y con el movimiento se salió la pija de Miguel Guillermo se enderezó y con tres o cuatro sacudidas acabó como un guanaco sobre el pecho de Miguelito, que tras desplazarlo hacia un costado, se incorporó y me dio orden de acomodarme para ponérmela Acaté la voz de mando y se ubiqué en el borde de la cama Miguel me la mandó de un saque Fue la primera y única vez que me cogió Yo acabé pajeándome, sin que él me la sacara
Tiempo después, de propia boca de Guillermito, supe que desde la temprana edad de 12 años, un primo de la madre, algo así como un tío segundo, seis años mayor que él, lo había iniciado en la devoción por la pija y desde entonces le venía dando a discreción. De ahí que tuviese el culito tan dócil. El tal primito se había casado, era padre de varios niños, pero su amor por Guillermito permanecía incólume e incorruptible. No pasaba semana sin que le proporcionara su dosis de poronga. Claro está, Guillermito también se procuraba otros dadores lácteos, para mantener en regla su ansioso culito
Jaraneando continuamos la reunión hasta cerca de medianoche Como Guillermito se puso algo mimoso, el Indio le despachó un segundo polvito de despedida Para ello, después de una suculenta mamada, Guille se le sentó encima y galopó hasta que el Indio lo hizo cambiar de posición y, en el piso, le sacudió unos pijazos demoledores, hasta acabar nuevamente como un caballo Guille acabó sin tocarse siquiera Miguel y yo fuimos espectadores de un pornoshow que ni en Europa se veía Yo estuve en dos clubes, uno en Londres y otro en Bruselas, y vi machitos culeando, pero parecía que les faltaba gasolina El Indio y Guillermito semejaban una Ferrari Testa Rossa, atronando pistas
Después de este tetraencuentro se sucedieron muchos más, siempre con el mismo nivel de adrenalina, porque tanto el Indio como Guillermo era dos depravados de primera La cosa continuó hasta mucho después que Guillermo se recibió de abogado Empezó a flaquear cuando se mudo a Buenos Aires y luego, como todo en esta vida, el affaire expiró
No así mi vinculación con el Indio, mejor dicho, Roberto, pues cada tanto, por razones comerciales nos vemos y, en más de una ocasión, en su negocio, me ha provocado para que se la chupe El zorro pierde el pelo, pero no las mañas Claro, yo no soy inocente Me he aparecido por el local cuando está por cerrar y así todo es más fácil
El Indio es 4 años mayor que yo Este año cumple 74 y es increíble la vitalidad que tiene Desde luego, parece menor que yo Y hay que tener en cuenta que (lo digo sin vanidad alguna) yo me conservo bastante bien y nadie me da la edad que tengo En agosto del año pasado, después de largo tiempo, fui a su negocio, que desde el fallecimiento del padre es todo suyo y él ha ampliado con un montón de rubros más. Me guió la intención de comprar unos calefactores Pues bien, me atendió con la misma gentileza de siempre y algo mas Me llevó a su oficina, en el primer piso, cerró la puerta con llave y sin decir agua va ni agua viene, pero la verga y me urgió para que se la mamara Como no era cosa de hacerme rogar, atendí auspiciosamente su demanda Increíble era ver la erección que alcanzó Hay señores que, con menos años y Viagra de por medio, no llegan ni a la mitad de tamaña dureza Tal como lo hiciera en oportunidades anteriores, descargó su furia láctea en mi boca Yo cuidé que no se derramara ni una gota
Tras el entrevero, que me dejó más que gratificado, conversamos un poco y me confesó que siempre andaba con ganas de hacer algo, pero que su esposa no le perdía pisada y lo celaba y vigilaba más que cuando eran recién casados Le sugerí que cuando anduviese alzadito me llamara por teléfono y, o bien se daba una vuelta por casa para una mamadita descongestionante, o bien yo pasaba por el negocio con cualquier pretexto y lo atendía a domicilio Desde entonces, dos o tres veces por mes, se aparece tempranito por casa, cuando pasa camino a su negocio, y le tiro la goma como a él le gusta Un par de veces quiso algo más y tuve que darle el culo, que no es el de mis tiempos de oro, pero aún puede deparar algo de dicha a algún macho calentón No sé cuánto tiempo habrá de durar esto
Mi asociación ortofónica con Miguel se prolongó hasta el año 2007 A pesar de sus 81 años, cumplidos en el 2006, era el mismo Miguelito de siempre En 2005 se había hecho amigo del encargado del manteniento de una plaza Un muchacho delgadito, de cuarenta y pico de años, feúcho de cara y lindo de espíritu De a poquito se fue convirtiendo en su asistente Por las mañanas, temprano, lo iba a ver y saber si necesitaba Luego se veían en la plaza, cuando Miguelito sacaba a pasear su perrito Néstor, así se llama el muchacho, le solucionaba todos los problemas de la casa y, además, le daba para que se entretuviera Miguelito me lo había contado con lujo de detalle; pero, yo no le creía; le decía que sí; pero no le creía Pensaba que era una forma de disimular sus necesidades Lo hacía con el dinero, por qué no lo haría con otras cosas No le gustaba dar lástima
Bien, debo confesar que me equivoqué El velorio de Miguelito fue todo un suceso La sala velatoria se colmo de gente condolida Familiares, amigos, conocidos, personas que reconocían en él a un gran ser humano que se iba y querían despedirlo Porque eso es lo que era; un gran ser humano Yo me hice presente a primerísima hora A poco de estar allí, se presentó Néstor, a quien yo conocía El pobre estaba como sapo de otro pozo, pues ni la familia ni nadie sabían de su existencia Cuando lo vi, me le acerqué para hacerle más cómoda su estancia y nos pusimos a charlar como se hace en los velorios, en voz baja
Entre las muchas cosas que me dijo Néstor, me comentó que él sabía que Miguelito me había hablado de lo de ellos Y, sin más, me dijo que unos días antes se habían acostado y que Miguelito había estado bárbaro Que lo iba a extrañar mucho Ya sobre el final del diálogo, me dijo que me tenía que pedir un favor No temblé, pero me pregunté con que se me vendría Me preguntó si yo podía hacer algo para que el perrito de Miguel se lo dieran a él
Claro que hice Conseguí que el animalito fuera a parar a sus manos Gestos así no se ven a menudo
Es todo
Eduardo de Altamirano
P.D.: Si algún lector quisiera escribirme, puede hacerlo a mi correo-e decubitoventral@yahoo.com.ar con la seguridad de que será bien recibido.