Miércoles

Cuando las fantasias se hacen realidad.

MIERCOLES

Ella se despertó, se deslizó de entre las sábanas y como siempre sucedía, el arropó el espacio que dejaba, se sentó en una esquina y miró hacía atrás….despatarrado e inmenso había accedido ya al total de la cama… pareciera como sí toda la noche hubiera sido una pugna inconsciente por obtener espacio, el espacio del cien por cien de la cama. La conquista del territorio.

Desde su esquina se levantó, se dio la vuelta y buscó su cara, la boca abierta … un ojo abierto, un guiño… lentamente una mano que se desplazaba por el borde, se movió …chiao.

Bajó las persianas con un ruido ostensible…ya no era el tiempo en que respetaba su sueño tras de ella, como un tesoro…. Ahora sólo le quitaba la luz que le daba en los ojos…., prendió la luz del baño, abrió la ducha, el agua chorreó haciendo un ruido ensordecedor, no cerró la puerta: siempre podía meter la cabeza debajo de la almohada…como el avestruz…se asomó y eso había hecho abarcando de piernas y brazos boca abajo el colchón, la cabeza reposaba debajo de la almohada….que sabido … ¡Qué consabido todo¡, ¡qué predecibles los días y sus rutinas¡, ¡qué predecibles él y ella ¡

Mientras el agua chorreaba incesante y sinuosa por su cuerpo pensó, hoy es miércoles……y mientras se enjabonaba suavemente recordó como empezaron los miércoles…..los sagrados y benditos miércoles… como había empezado a tramar entre sus dedos, entre el ansia de su cuerpo y el anhelo de su pecho la mística del miércoles

Antes de cerrar el grifo su mente fue repasando la agenda matutina, " no olvidar la mochila con el peluche de Pedro , el paracetamol de Andrés…. Llamar a los abuelos, meterles el pijama, las zapatillas de zorro de Pedro. Hay Pedro, cariño, tu y tus bichos amables y suaves….llamar a los de la imprenta….a la gestoría…."

Cerró el grifo, salió de la ducha y mientras buscaba la ropa en el armario volvió la cabeza: como un leño insensible ocupando todo el espacio……todo el espacio ….y su mitad también. Cuanto espacio había acabado por ocupar en su cama, en su casa y en su vida .Le dió un puntapié a una babucha de él y sonrió entre dientes imaginándose la loca desesperanza de un hombre que no encuentra su zapatilla en el lugar indicado, pulcramente dejadas la noche anterior a los pies de la cama y desaparecidas en mitad del sueño por arte de magia. Recogió los slip del suelo y los encestó tras el sillón donde reposaba una amalgama de ropa de él por colocar. Busca, cariño, busca. Aprende.

Miércoles.

En la parte trasera del coche Pedro y Andrés se tiraban pullas y querían desalojarse de su silla, la algarabía montada subía de tono mientras ella se concentraba en el dulce latigazo que desde el pubis ascendía por su columna y se derramaba en sus pechos, apretó las piernas, respiró hondo y exhaló el aire en un siempre odioso y materno: ¡ Ya está bien chicos….si queréis hoy nos quedamos todos solitos en casa y no hay abuelos, ni pizza , ni tele! Hala , pensó, todo juntito para hacerlo más imposible. Era de libro, como repetimos sonsonetes cuando no pensamos y al final cazas al vuelo y dices lo que no quieres.

Cuatro besos sonoros, las bufandas bien puestas, os recoge el abuelo, sed buenos…La retahíla se fue perdiendo mientras arrancaba el coche.

Puso a Sabina, los días zorros siempre tocaba " yo no quiero columpio en el jardín " y ella tenía dos… Mientras conducía hacia el despacho recordó como empezó todo hacía meses. Acurrcucada entre los brazos mañaneros del día que SI tocaba, sábado, sabadate, dándose la vuelta le miró a la cara, le besó en los labios y sencillamente le dijo que necesitaban un día, un día cada quince, dos al mes , no es mucho pedir… un día para mirar la vida desde el otro ángulo, el anónimo, el sensible, un día que no rompía nada… un día para los dos, para cada cual, sin babuchas, sin niños, sin sábanas , sin saber, sin preguntas. Él la besó en la frente, paternal e insumiso "¿Estás loca.. de qué coño hablas?".De ti y de mi, cielo, de ti y de mi y como nos hemos agostado, le dijo, de cómo se nos pasa el tiempo sobre nosotros sin sabernos, cada cual, de cómo los sábados tropezamos con los cuerpos amaestrados. De ti … de mi

Costó un tiempo, no fue fácil pero al fin el trato pulcramente trazado hizo diana: igualdad y silencio… tú a lo tuyo , yo a lo mío, sin reproches ni preguntas.

Claro, lo consiguió y recordó la frenética búsqueda, diarios, Internet , contactos… pero no era eso.

Llegó al despacho y llamó a Pablo. Pablo… confidente de sus sueños de piel y sexo, su loca personal, el otro lado del espejo, a quién recurrió cuando hastiada del deambular de los miércoles de bar en bar y sexo sin emoción, le hizo la propuesta mágica, ¡Dios, al cabo todos son hombres!: "¿Estás loca…. Que coño quieres? " la misma respuesta en boca de un pianista empresario maricón hasta la médula. Pero entendió y el negocio, para el que siempre tuvo buen tino, se abrió ante sus ojos.

Descolgó el alter ego de Pablo, el que era capaz de endulzar a las mujeres y dejarlas tiradas en la cuneta, respetable y muy hombre, vestimenta y barbita, ¡Con cuanta loca suelta tropezamos las mujeres!. " Si cielo, sí , todo en órden tres clientes más" ….. "claro, cariño, más carnaza para tus manos insaciables "…" si , no me dés el plomo… de confianza absoluta", "Si, enviado está, saberlo lo sabe , pero no todo el mundo tiene tu avidez sin límites y cielo, las barriguitas incipientes nos apoltronan…"

Colgó.

El tiempo volaba frenético mientras la seguía subiendo por la espina dorsal el ansia y la esperanza. Contestaba con monosílabos, abría y cerraba los archivos, dos órdenes sucintas, un par de mail, una reprimenda a un inoportuno recién obtenido el diploma demasiado preguntador…..Mientras, sus piernas apresaban espasmos. Todos los miércoles que tocaba se abría como una esponja y el día pasaba entre apretones de muslos y suspiros.

Respiró hondo, exaló el humo del cigarrillo y se tocó suavemente los pechos. Tensos, tersos y eréctiles los pezones respondieron a sus propias manos ansiosas. El coche empezó a zumbar.

Abrió la puerta. Sabía que llegaba tarde. Sabía que quería llegar tarde. Un minúsculo cubículo donde siempre la esperaba el antifaz y la túnica transparente que se adherió a su cuerpo como una segunda piel , en la percha el cinturón con la bolsa. Lo abrió. Un destino, dos tarjetas, un hotel, una habitación. Privilegio de mujeres. Ellas elegían. Deslizó las bragas dejándolas caer, acopló el cinturón con la bolsa en la cintura, el antifaz en los ojos y mirándose al espejo se dibujó los labios. La música sonaba desde lejos, la percusión le retumbó en el vientre y en el pecho. Abrió la otra puerta y entró.

En la sala la luz era ténue y solo las túnicas claras reverberaban dejando entrever siluetas difusas.

La música lo inundaba todo, varias figuras danzaban a un compras enloquecedor, rebotaba en los huesos y se abría paso en las caderas, hombres o mujeres, sabía que había tiempo para saberlo…se deslizó hasta los danzantes… un olor dulzón de sudor nuevo inundaba la sala. Se sintió segura y confiada…ansiosa, esperanzada, los pechos rebosantes, las revoluciones de las caderas la introdujeron en el círculo .. siempre quería llegar tarde .. cuando todos los cuerpos estuvieran ya sin amarras , cuando unos contra otros la suavidad inundaba los contactos.

Bailó, rozó , bailó. Sus manos apresaron unas caderas y la voltearon , cuerpo a cuerpo el sudor se fue desprendiendo, un hilillo suave entre los pechos cayendo gota a gota, incesante, bajando por el vientre, poblando el ombligo, entre el pliegue ahuecado de la mitad de sus muslos , derretido y deteniéndose lo notaba atrapado en el pubis,.

Se apretó más.

Los cuerpos se acoplaron en una curva imposible, unas caderas dulces y amplias se abrieron ante sus manos, besó el hueco del cuello, los labios, y la dejó ir mientras otras manos ávidas rozaban incesantes el contorno de sus nalgas . No volvió el cuerpo.

Rodando, bailando al compás, deslizándose, un cuerpo masculino la rodeaba, abrazaba la cintura y la apretaba contra su pecho, un miembro eréctil se acoplaba al pliegue de sus nalgas mientras la música subía y bajaba su frenética dictadura.

Remoloneó se dejó ir… no se volvió, comenzó la búsqueda pasando de cuerpo en cuerpo, rozando, sabiendo, sintiendo, dejandose ir , aferrándo para luego soltar… cadera contra cadera, manos que rozan…senos, nalgas , miembros, espaldas

Unas manos apresaron las suyas al vuelo, él la sujeto de frente, la atrajo contra si la trenzó y la música fue un deje de sus pies. Un murmullo de dedos se deslizó en su espalda.

Ya no pensaba solo sentía todo su cuerpo, cada célula, cada gota de sudor resbalando le daba su identidad, suavemente fue consciente de sus contornos mientras un cuerpo iba dibujando sus límites haciéndolos candentes, presentes, rotundos, ciertos. Piernas entre piernas, lo sexos rozándose todavía lentamente, caderas, vientre, pechos, acoplados. Él dibujo soles de agua en la palma de sus manos, en el hueco de la clavícula, en el interior de las muñecas, serpientes de lengua inundaron su nuca. Le dejó hacer, se dejó ir. Temblaba mientras el hueco de la cintura apresado entre las manos de él tendía hacía romperse. Su nariz apretada a su cuello donde la vena latiendo la inundaba de un olor sin esencias, sin colonias, un olor acre y a la vez dulzón un olor de macho en celo. Lo absorvio, lo lamió despacito y un calambre recorrió su cuerpo.

Ella desabrochó su bolsa, y le dio la tarjeta y la dirección.

Derretida, húmeda, lasciva y ávida se cambió, en el suelo quedaron medias, bragas, sujetador, la urgencia la impelía. Sentía, todo su cuerpo hervía, todas las células pidiendo el límite, el contraste, las manos que las miden, el cuerpo que adhiriéndose da forma a los contornos

Condujo hasta el hotel sujetando el derrame.

Abrió la puerta, a oscuras, como estaba estipulado, nadie faltaba a las normas ¿Para qué?

Tenían las manos y los cuerpos para saberse, sin necesidad de nombres, ni destinos, ni profesiones, ni misterios, el propio cuerpo decía, las propias manos sabían. Era el día del tacto.

Tiró la falda en la esquina y por encima de sus brazos se sacó el sueter mientras él, desde detrás de la puerta, desnudo, la aferró las caderas y la atrajo hacia sí. La levantó del suelo y como si el peso fuera el exácto, la volteó y la penetró suavemente.

Un instante, un segundo de tiempo congelado, una ilusión, un miedo, un placer, un saber, una premonición, un sueño realizado, un quizás..

Cayeron sobre la cama. Estaba prohibido hablar y religiosamente se cumplía. Sólo las manos, solo los cuerpos, a cada cual le cegaba su propio anonimato. A cada cual su propio cuerpo comunicaba, a cada cual y para cada cual. Se derramó mil veces, escuchó su fatiga y su ansia, le atesoró en sus manos. Sólo dijo "Enrrique" , susurrando, preguntando y el silencio la contestó.

Jueves.

Condujo hasta casa de los abuelos en una ilusión táctil, sentía que la recorrían el cuerpo mil hormigas armadas con tentáculos tiernos. Respiró hondo mientras llamaba a la puerta, arreglándose el pelo y pensando parar un segundo por casa a equiparse por dentro. No debía perder tantas prendas.

La vida seguía, la rutina, los días, los hechos. Desvistió a los niños mientras él preparaba el baño. Le miró derrumbarse en la cama, exháusto, ocupando su espacio, dejándole la mínima expresión de sábana, la esquina de la cama, casi, casi, ya roncando, apagándo la luz, cerrándole las puertas a la vida.

Un deje de rabia le pobló la mente, prendió la luz del baño, la apagó, se distrajo un momento, hizo ruido, abrió y cerró cajones, llegó a su minúsculo hueco entre las sábanas.

Unos brazos le hicieron el hueco, una mano apresó su cadera y la atrajo hacía sí, en la nuca la voz de él susurró "estoy agotado.." Sólo por un instante se preguntó por él, por sus miércoles y una punta de celo le rebotó en el pecho. Se estiró, se deshizo del abrazo, conquistó con su pierna y su nalga un espacio en la cama … una mano apresó su cadera y la atrajo hacía sí, y un aliento confidente y suave le vertió en el odio: "Me agotas los miércoles".