Mientras Valentina duerme, otros se masturban. 4

Valentina descubre las oscuras perversiones de su padre. El padre de Valentina descubre las oscuras intenciones de su hija.

-Papá, dime dónde están mis bragas. Yo me fui al gimnasio con bragas. Me quedé dormida en tu casa y desperté sin ellas. Dime que mierda pasó.

-Amor

escucham

...

-No me digas amor, yo quiero saber que mierda pasó.

El enojo de Valentina estaba llegando a un punto cumbre. A pesar

de la comunicación

telefonica

la voz de mi hija

daba las primeras señales de querer quebrarse.

-Valentina, escúchame por favor, tu madre puede oírte.

-Enfermo, me da igual si me escucha, eres un enfermo.

-Por favor no hagas de esto un escándalo.

-No me interesa hacer un escándalo, yo quiero que me digas que hiciste.

La voz de Valentina se quebró en mil pedazos. El llanto de mi hija inundó la línea durante unos minutos. Después hubo silencio, y finalmente me animé a hablar.

-Valentina, puedes oírme?

-Que quieres?

La situación realmente me dolía, me sentía muerto de la vergüenza. No sabía que vendría después, sentía que estaba por perder a mi hija para siempre.

-Permíteme hablar contigo personalmente, necesito explicarte esta situación.

-No quiero verte, me das asco.

-Hija, al menos permíteme que te lo explique.

-Si es así será la última vez que me veas.

Me partió el alma escucharla decir eso. Me sentía un completo enfermo por contemplar la posibilidad de que me duela no la falta de mi hija sino la falta de ese objeto de deseo que me había cambiado la vida.

(Antes de continuar me

gustaría

invitarlos a leer las precuelas de este relato, mismas que pueden encontrar accediendo a mi perfil

https://todorelatos.com/perfil/1451070/

)

-Está bien, entiendo

enoj

...

-Tu no entiendes nada.

-Está bien Valentina, lo que

digas.

¿

Cuándo

podríamos vernos?

-Mañana a la misma hora de hoy.

-Te paso recogiendo?

-No, ni se te ocurra.

La línea se cortó abruptamente.

Me fui a la cama, sentí que la noche iba a ser larga,

así

que me sumergí en los oscuros pensamientos de mi mente. La culpa lo ocupaba todo, no había el más mínimo espacio para lamentar la traición del profesor chantajista de Valentina, ya tendría tiempo para encargarme de ese hijo de puta.

Por otra parte, no dejaba de pensar en cómo el placer, la búsqueda de placer, me había puesto al borde de perder a mi hija,

¿cómo es que me había convertido en esto?

... entonces recordé sus senos, el bamboleo de esos gigantes pechos, la caliente desproporción de su cintura y su busto, mi verga me torturaba con una erección, no era momento. Intentaba mirar la situación a la distancia y me sentía peor, un padre solitario, a punto de perder a su

única

hija, y no contento con eso seguía repitiendo esa actitud que me había llevado a este punto. Resignado me dormí.

Al día siguiente en el trabajo comprobé una teoría que se

venía

gestando en mi mente, mientras

más

placer obtenía yo de mi hija,

más

opaca era mi vida. Esta tristeza era el precio que debía pagar por el gigante placer que había obtenido de ella. El día pasó sin mayor sobresalto, había aprendido a mostrarme serio e inexpresivo en el trabajo y dejar mis sentimientos para la intimidad.

Llegué a casa y me dediqué a esperar la llegada de Valentina. Sentía curiosidad por ver

cuál

sería su actitud de cara a nuestro encuentro. Una parte mi albergaba la posibilidad de que hiciéramos como si nada, pero era demasiado bueno para ser verdad. Empecé a descubrir que abrazar la resignación era una decisión sensata. Significaba graduarme de hijo de puta, pero ya lo era, desde el primer día en que empezó esto.

Sonó el timbre y supe que era momento de la verdad.

Abrí la puerta y Valentina entró sin saludar, a pesar de todo esa vibra conflictiva que podía sentirse en ella, era imposible no reparar en su cuerpo, en sus caderas, en esa cinturita, y en su gigantesco busto, hoy ocultos bajo gruesas ropas de gimnasio.

Seguí a mi hija hasta la sala, y se sentó en uno de los muebles. Escogí sentarme en el mueble que estaba frente al suyo.

Parte de mi elección del lugar respondía a la perversión de ver desde un lugar privilegiado el hecho de que hoy mi hija estaba sentada justo en el mueble donde ayer había sido destrozada por la negra verga de un chantajista.

Valentina me miraba con desprecio. Llevaba un abrigo aún más grande que el de ayer, era imposible adivinar que allí debajo estaban dos armas de destrucción masiva, sus piernas

estaban cubiertas por una ajustada licra negra. El

silencio incrementaba la tensión en la sala, hasta que finalmente me decidí a hablar.

-Hola

-

Vamos al grano, quiero que me digas qué fue lo que pasó

-Tranquila, me gustaría que te tomes las cosas con calma.

-No tengo calma para la forma en que quieres manejar esto. Además, mama está viniendo.

Se me heló la sangre, no contaba con que mi ex mujer fuera a ser partícipe de esta charla.

-Pensé que manejaríamos esto entre nosotros.

-Mama viene a recogerme, ella no sabe nada de esto.

-Entiendo

-Así

que,

si pensabas hacer alguna asquerosidad de nuevo, mama se va a dar cuenta.

-Valentina, permíteme explicar.

-Deberías haber empezado hace rato ya.

Entonces, era momento de contarlo todo, le había dado tantas vueltas a esto que aún no decidía qué camino tomar, ¿Le decía la verdad?

¿Le mentía?

Ser honesto representaba perderla, un solo dolor. Mentirle implicaba la intranquilidad de que alguna vez la verdad salga a la luz. Era blanco o negro, pero hijo de puta cómo soy decidí ir por el gris. Fui por una verdad light, a medias.

-Hija...

Pensé que iba a ser fácil, pero no sabía ni cómo empezar.

-Creo que no debe ser muy difícil para ti suponerlo, pero mírate, estás buena hija, ese cuerpo, quería compartirlo.

-Compartirlo?

Pregunto Valentina furiosa. Me desconcertaba fuertemente el medir

las reacciones

del rostro de mi hija, su impaciencia de pronto se convirtió en algo que reconocí cómo una profunda irá y me

privé

de continuar.

-En internet.

Valentina se puso de pie y amenazo con irse. Luchaba fuertemente por no estallar en furia, su respiración se agitaba. Sus senos bamboleaban al son de su agitación. Se quería quebrar a llorar.

-Eres un enfermo. Un maldito enfermo.

¿Tienes idea de lo que hiciste?

¿Cómo pudiste?

Sus palabras quemaban.

-Lo peor es que sigues sin explicarme porque mierda llegue sin ropa interior ayer, esperaba que me contestes eso y me sorprendes con esta mierda.

La discusión me destrozaba, no podía caer más hondo.

-Hija, perdona, caí en la tentación. Te robe las bragas. Estabas dormida y...

Su ira de pronto se volvió en un profundo llanto, sentía decepción en ella, una mezcla de sentimientos negativos, sentía que ese llanto se transformaba en odio.

-Tu deberías cuidarme, no ser como esos pervertidos de la calle...eres mi papá...

-Lo lamento hija, vivo solo, y tú... tu cuerpo... no pude resistirme.

-Eres mi padre, enfermo, me das asco, siento mucho asco.

El silencio inundó la sala, solo se veía interrumpido por los sollozos de mi hija.

  • ¿Cuándo

me ponías en internet, me ponías desnuda?

Asentí con la cabeza y el llanto de Valentina fue más fuerte a la vez que ni el rojo del llanto ocultaba el rojo de la vergüenza que sentía en ese instante.

-¿

Desde

cuándo

empezó esto?

Preguntó entre

lágrimas

Valentina.

-No lo

, quiero decir, es difícil no quedarse viendo unos senos como los tuyos, aun para tu padre.

Valentina

movía

la cabeza en desaprobación.

-Me refería a esto, de hacer cosas sin mi consentimiento…

-Hija, por favor no

entrem

-Fue esa noche que llegaste borracho verdad?

-

Hij

Ella sospechaba, quizás nunca lo dio a notar, pero lo sospechaba, nunca fui tan cuidadoso como debía, me quería morir en ese mismo instante.

El sonido de la bocina de un auto dio por concluida la conversación.

-Es mamá.

-Valentina perdóname

-No tienes idea lo que sufro, lo difícil que es ir por la calle y aguantar las miradas, los comentarios, los murmullos, el conversar con alguien y que no pueda mirarme a los ojos, yo cargo con todo eso, y tú, asqueroso me regalas en internet, te aprovechas de mi...

Si antes las palabras me quemaban, ahora directamente me era imposible describir el dolor que me causaban.

-Valentina, por favor,

perd

...

-Nunca volverás a verme, le

diré

a mi madre que discutimos por mis bajas calificaciones, le haré creer que estoy enojada contigo, no me busques por favor, agradece que no le contaré todo lo que has hecho.

-Hija…

-Enfermo.

Valentina se despidió con una cachetada.

La situación me noqueó, mi cabeza se sumergió en un negro pozo. De aquella noche solo me quedo de recuerdo el silencio, el profundo silencio después de que ella se fue. Pasaron los

días,

pero no pasó el dolor.

Unos días después recordé que aún tenía algo pendiente,

bajé

de un tirón un vaso de whisky, agarré el móvil e hice una llamada.

-Buenas noches

Contestó confiada

la voz al otro lado de la línea.

-Hijo de puta. Me traicionaste.

-Intuyo que esto ya debe haber explotado, sin

embargo,

pensé que me llamarías antes.

-

Hijo de puta, la follaste, la cogiste, le diste por el culo, ¿

qué

más querías?

¿Porque debías llevarte sus bragas?

-¿

Le contaste todo?

-Hijo de puta no mereces que te diga nada.

-Apuesto que no le contaste de

.

Me llenaba de ira el sentirme atado de manos, el profesor de Valentina tenía siempre el sartén por el mango, siempre parecía estar un paso por delante.

-No le has contado entonces,

¿no?

-Le he contado lo suficiente.

-Inicialmente las bragas de Valentina eran un trofeo de guerra, pero ahora son mi comodín.

-¿

Qué

quieres decir?

-Si no le contaste de mi imagino que le sorprenderá mucho ver que sus ricas braguitas están conmigo.

-Hijo de puta

Siempre, pero siempre se puede estar peor, el profesor estaba en una

posicion

de poder y era imposible negarlo.

-Debiste contarle la verdad.

-Querías que le cuente que deje que su profesor de química la folle? Deberías agradecerme el no haberte desenmascarado.

¿A dónde quieres llegar con esto?

-Como te he dicho, con sus bragas me he conseguido un comodín, un ticket para volver a estar con ella.

-Olvídalo, ella se ha ido, no quiere volver a verme, y te suplico no empeores mi situación, considera que podrías estar exponiéndote también.

-No he dicho que lo vaya a hacer ahora, pero recuerda, en algún momento voy a usar estas bragas para reclamar el cuerpo de Valentina.

En ese momento sentí que las palabras del profesor estaban demasiado lejos de cumplirse.

Pasaron los días, y el enorme luto no se iba. El paso del tiempo hizo que me vuelva más padre y menos animal, irónicamente esto sucedía ahora que mi hija se había alejado. La extrañaba profundamente sin embargo no me animaba a contactarla,

pero,

aunque quisiese no encontraba la forma, sus redes sociales desaparecieron y su número parecía bloqueado.

En algún punto de este luto recordé que abrazar y cobijar la resignación era el mejor remedio para cualquier pena. Así fue como empecé a lidiar con la ausencia de Valentina, empecé a salir, a amigarme nuevamente con mis compañeros de trabajo, a estrechar mi relación con el whisky, a tener citas, sin

embargo,

siempre faltaba algo, salía con chicas geniales, me la ponían dura y todo, pero a la hora de concretar no pasaba nada.

Pasaron los meses y pensé que sería algo aislado, sin

embargo,

esta situación se repetía a menudo, cuando parecía que empezaba a salir del barro, siempre algo me

hundía

de nuevo, una noche me enfrasqué a pensarlo y di con una conclusión, aquella que menos me gustaba, pero una conclusión al fin. Todo tenía que ver con ella, no podía con las otras, porque yo quería con ella, con mi hija, con Valentina, con sus tetas, con su blanco cuerpo, la pensé cómo no la pensaba hace tiempo, mi verga reventaba, la lujuria me invadía y llenaba mi cuerpo de placer, tanto placer no cabía más y empezó a derramarse de la punta de mi verga, fue una paja monumental, la primera después de la discusión con Valentina, me limpie y la seguí pensando. Me dormí recordándola a ella.

Hay cosas que las piensas tanto, que terminan sucediendo.

Aquella paja termino siendo una especie de exorcismo, de ahí para adelante las cosas empezaron a cambiar, y es que unos días después, mientras despertaba a la mañana para ir al trabajo

chequeé

mi móvil y descubrí un mensaje que había llegado durante la madrugada mientras dormía.

El corazón me dio un brinco en el momento en que leí el remitente, era Valentina.

*Podemos hablar?

No conteste de inmediato, quería ser feliz con la posibilidad de que fuese algo positivo. Una vez en el trabajo decidí responder.

*Claro Valentina, claro que

.

Valentina respondió de inmediato y nuevamente el corazón me dio un brinco. Me sentía nuevamente un joven, recibiendo mensajitos, intentando no leerlos o responderlos de inmediato para no parecer desesperado.

*Cuando puedas llámame.

Estaba feliz de que Valentina se acercara a

de nuevo. Era una felicidad paterna, no había lugar para la lujuria.

Salí un momento de la oficina y la llame.

-Hola.

-Hola.

La voz de Valentina me resultaba reconfortante, y es que sentí una fuerte vibra de que en esta ocasión la llamada no albergaba negatividad.

-Hija, me has pedido que te llame.

-Si, creo que nos debíamos una conversación.

-Está bien hija, como gustes, cuando tú quieras podemos hablar.

-Puedo quedarme contigo este fin de semana?

-Estaría encantado de recibirte.

¿Te paso recogiendo el viernes?

-Si, está bien.

Me sentía feliz, el poder acercarme a Valentina nuevamente era algo que deseaba fuertemente, está vez quería hacer las cosas bien, quería dejar cualquier pensamiento impuro de lado, me sentía motivado, inspirado a ser un buen padre, pero esto solo duró hasta que llegó la noche.

Una fuerte erección pedía ser calmada, pero debía ser fuerte, era mi hija, y no quería volverla a perder. Me di una ducha,

tomé

unas pastillas y me dormí.

Me requirió un esfuerzo bestial el no tener pensamientos impuros hasta aquel viernes en que volví a ver a Valentina. Puntualmente la pase recogiendo por casa de su madre. En cuanto la vi, el esfuerzo para despejar los malos pensamientos ya era sobrehumano.

Valentina llevaba unos leggins negros, sus piernas y caderas se moldeaban a la perfección. En la parte superior llevaba una blusa mangas largas tipo cuello de tortuga. Se supone que esa pieza debía de ocultar sus

tetas,

pero lo cierto es que lo ajustado de la tela exponía de forma bestial su redondez, su tamaño, su extensión. Con el sensual bamboleo de sus tetas y su cabello recogido en una cola de caballo Valentina subió al auto.

-Hola,

¿cómo estás?

-Todo bien y tú?

-Todo bien, cansada del colegio.

-

?

¿Cómo van esas calificaciones?

-Ya sabes, siempre bien.

-

Qué

bueno.

¿Quieres ir a comer?

-Pues ya vine comiendo. Aparte debo cuidar la dieta.

-

Ahh

, no hay lío, vamos a la casa entonces.

-Ok.

De aquel breve intercambio de palabras me llamaba la atención lo tranquila que estaba Valentina, esperaba cierta incomodidad de su

parte,

pero estaba como si nada, incluso se animó a bromear con lo de la dieta. El silencio que nos

acompañó

el resto del trayecto fue el único rastro de aquel conflicto que nos

alejó hace unos meses.

Una vez llegamos a casa intenté entablar una conversación nuevamente.

-Valentina es tu casa, puedes venir cuando gustes.

-Gracias.

-Estoy muy feliz de que hayas vuelto.

Valentina respondió con una sonrisa, sentí que la situación volvía a ponerse tensa.

¿Habré hecho algo mal?

Pensé a la vez que miraba el culo a mi hija. Decidí que no estaba en condición de forzar la situación y me apresté para ir hacia mi habitación.

-Bueno hija, estás en tu casa. Voy a mi pieza a descansar.

Estaba por irme cuando ella me detuvo.

-Quería hablar contigo.

-Si, claro, dime.

Me senté en uno de los muebles de la sala, e irónicamente Valentina volvió a escoger su mueble, aquel en que estalló en llanto, aquel en que fue ultrajada por la verga de su profesor.

-Necesito tu ayuda.

-Que pasó hija, que tienes?

-Estoy por concluir el colegio, y una vez termine quisiera hacer estudios de intercambio durante unos meses, he estado averiguando y tengo los trámites en proceso.

Una profunda decepción empezó a invadirme.

-Necesito tu apoyo, ya que no cuento con el apoyo

total,

de Mamá. Eres la única persona cuya opinión podría hacer cambiar la de ella.

-

Valentina,

pero no me puedes venir con esta noticia de un día para otro, no puedo darte una respuesta ahora, me cae todo de sorpresa.

-Por favor, esto es importante para mí, me debes una y lo sabes.

Agache la cabeza reconociendo que el argumento de Valentina era incontestable.

Me puse de pie y me dirigí triste a mi habitación.

-Hija, hubiera querido que te acerques a mí por algo distinto a este interés que tienes, sin

embargo,

aprecio que estés de vuelta aquí. Voy a pensarlo, no

puedo

darte una respuesta ahora, pero te prometo que lo pensaré... Hija, no olvides que soy tu padre.

-Mira lo cierto es que de otra forma yo no estaría aquí, deje de considerarte mi padre cuando pasó lo qué pasó.

Sus palabras fueron un puñal, una bofetada. Decidí que había tenido suficiente y empecé a alejarme hacia a mi habitación después de lo que dijo Valentina. Ella tenía razón, yo era el causante de esta situación, sin dudas me había ganado todo esto.

-No te vayas.

Me detuve dándole la espalda.

-Ven siéntate.

-Hay algo más que quieras decirme Valentina?

-Ven sigamos hablando.

-Sobre qué quieres hablar? Ya te dije que lo voy a pensar, no puedo responderte lo de tu intercambio ahora.

-Quiero hablar sobre lo qué pasó aquella vez.

Me volteé y por pura curiosidad de saber que quería preguntarme Valentina, me senté nuevamente frente a ella.

-Como lo hacías?

-

Qué

cosa? Por favor Valentina hay cosas difíciles de explicar.

-Como hacías lo del internet?

Me sentí intimidado por la situación.

Miré

a Valentina y descubrí sus ojos mirándome con intriga. En ese pequeño momento de silencio pensé en todas sus palabras, pensé en que este encuentro era una suerte de chantaje,

abracé

la desesperanza nuevamente y lancé una punta, estaba perdido igual.

-Es difícil explicarte, podría mostrarte como se hace.

Valentina contesto con una risa ahogada.

-Si tienes mucha curiosidad podría mostrarte cómo hacer que te vean.

-Está bien contestó Valentina.

La situación y el corazón me dieron un vuelco, la sangre bombeaba a tope, estaba desconcertado ante

las millones

de posibilidades que podían surgir. Ciertamente no esperaba que ella accediese.

-Espérame aquí, voy a ver la computadora.

Fui al cuarto por la laptop y la webcam, y volví a la sala donde Valentina me esperaba con mirada curiosa.

Me senté junto a ella y alisté todo en la computadora.

-Bueno, en realidad no hay mucho misterio. Entras al chat, anónimamente o creas un usuario y luego pones lo que eres y lo que buscas.

Mire a Valentina y ella solo asentía con la cabeza, su mirada curiosidad no desaparecía.

-Quieres intentarlo?

-Bueno.

Le entregué la laptop y la puso sobre sus piernas.

-Que debo poner en la sala?

-Pues, lo que tú eres.

*Jovencita...

-Parece poco explicativo tu mensaje.

La aconsejé.

-Algún detalle más?

Preguntó Valentina a lo que conteste con una rápida mirada a sus pechos.

*Jovencita con senos grandes...

-Así?

-Mucho mejor.

Contesté a la vez que un escalofrío recorría mi verga.

*Jovencita con senos grandes busca chicos guapos.

Valentina envío el mensaje y con la velocidad de un rayo su buzón se

llenó

de no menos de 70 mensajes.

-

Madre mía... ¿Tanta gente?

Pero si ni me han visto.

-No es muy común que una chica como tú este por sitios como este.

-

Cuando me mostraste, ¿

Cuanta

gente me miraba?

-Pues un número similar.

Dije señalando al buzón que ya marcaba 87 mensajes.

-Y como hago para que me vean?

-Eso es un poco más complejo, debes crear una sala privada con todos los que te escribieron.

¿Quisieras intentarlo?

-Bueno veamos qué tal.

Valentina me devolvió la computadora y empecé a configurar la sala. Sentí que estábamos entrando en confianza, así que empecé a indagar un poco.

-Como así querías saber todo esto?

-Me daba mucha intriga saber cómo lo habías hecho.

-

?

¿Y

qué

imaginabas?

-No esperaba tanta gente.

-Van 93

Valentina abrió la boca en señal de sorpresa. Le devolví la computadora y la puso sobre sus piernas.

-Para

empezar el show,

debes darle

click

donde dice "Iniciar sala"

Sin pensárselo 2 veces Valentina dio

click

. Su boca volvió a abrirse en señal de sorpresa. La pantalla se compartió, en una ventana el chat, y en pequeñas ventanitas las webcams de los participantes de la sala mostraban vergas flácidas, duras, bultos,

bóxers

y

pantalones. La cámara de Valentina se encendió y ocupó una de las ventanitas. Ella seguía atónita.

-Dios mío ¿Pero

qué

es esto?

-Todos ellos están viéndote.

-Dios.

Valentina cubrió la cámara con una de sus manos.

-Nunca había visto tantos... penes...

Ahora que descubrieron que efectivamente

habia

una mujer tras la

camara

aquellos que estaban en pantalón ahora quedaron en bóxer, aquellos en bóxer ahora estaban desnudos, aquellos con la verga flácida ahora estaban empalmados.

-Te están hablando.

Le sugerí a Valentina que no había reparado en que el chat de la sala privada se había llenado de mensajes.

*Deja verte mi amor

*No seas tímida mi vida

*Menudas tetas que alcance a ver

*Es novata la putita

*Deja verte puta

-Pero que cosas dicen.

Valentina lucia sorprendida, asombrada, nerviosa, su respiración estaba agitada.

-Podemos pararlo si quieres.

-Como desactivo mi cámara?

Me incline hacia la laptop y desactive la cámara.

-Quieres salir de la sala?

Pregunté.

-No.

Valentina empezó a escribir un mensaje para la sala.

**Hola chicos

*Hola mi amor

*Hola bebe

*

Estás rica

déjate ver

**

Disculpen,

pero es mi primera vez aquí, soy nueva.

*

? Permítenos estrenarte putita

*Que rico mi cielo eres virgencita

*Prende la

cámara

*Te gustan nuestras vergas?

*Prende la

cam

zorra

**Voy a

encenderla,

pero solo un ratito ok?

-Puedes encenderla?

Me dijo Valentina sin despegar la mirada de las vergas que se alternaban en la pantalla.

La cámara se encendió nuevamente y las vergas de los pajeros de la sala volvieron a empinarse, cada uno aprovechaba para presumir a mi hija las herramientas que tenían, otros no tenían mucho que presumir y simplemente se masturbaban ante la vista de una mujer bonita.

*Mamita que tetazas

*Que ricas tetas, casi te llegan al ombligo

*Estas muy tapada muestra un poquito

*Muestra un poco putita

*Nosotros te mostramos nuestras vergas, caliéntanos un poquito más.

Valentina tomó la computadora y la colocó sobre la mesa central de la sala, encuadró la cámara de forma que se vieran

sus labios

, sus senos, su cintura, y parte de sus piernas.

**Les voy a

mostrar,

pero un poquito.

Escribió Valentina en la sala. Luego, volvió a ocupar su lugar en el mueble y empezó a moverse sensualmente, levantó su blusa muy despacio y su

delicadísima

cintura quedó al aire, se movió de forma muy sensual y volvió a colocar la blusa en su lugar. Y es que mostrar eso no era poca cosa, el mostrar lo fina de su cintura en comparación de la potencia de sus tetas generaba una calentura similar a la de un incendio, eso

provocó que ahora sin excepción, todas las vergas de la sala estuvieran paradas, unos simulaban follarla, otros le mostraban lo larga y ancha que la tenían.

No sé si ellos lo sabían, no sé si Valentina lo sabía, pero la temperatura del ambiente estaba aumentando. Si para ellos la situación era excitante viéndolo a través de una pantalla para mí era otro nivel. Mi verga estaba templada dentro del pantalón. Y disimuladamente acariciaba la zona de mi glande por sobre el pantalón. Valentina era irresistible.

En la sala había más de 80 personas, unos eran pajeros novatos, otros, una gran mayoría, eran pajeros con experiencia en estas lides, sabían cómo lograr con palabras que una chica tímida e ingenua como mi hija termine cediendo más y más.

*Que rico mi amor linda cinturita

*Pareces una modelo

*Como te

follaría

duro puta

*Nos regalas una vueltita?

*Que niña tan zorra que eres

*

Desnúdate

puta

**Ya les mostré un poquito chicos. No se pasen, una vueltita y ya.

Escribió Valentina en la sala. Se puso de pie a la vez que alejaba un poco el encuadre. Nuevamente con un sexy movimiento mi hija empezó a dar una vuelta, su culito redondo quedaba de cara a la cámara. Un leve movimiento hizo que el culo de Valentina se empine volviendo un caos la sala de chat.

*Como te lo rompería putita.

*Te lo cómo a lengüetazos.

*Te ensartaría sin piedad putita de mierda.

*Que culito hermoso princesa.

Valentina completó su vueltita y por primera vez desde que inició su show reparó en mi presencia, me descubrió con la mano sobre el bulto y mis dedos moviéndose delicadamente sobre mi glande.

-

también?

Pregunto Valentina sin el menor asomo de incomodidad. Asentí la cabeza con descaro.

-Puedo?

Pregunté casi suplicante a Valentina.

-Ajá.

Me puse de pie y el bulto casi me desgarra el pantalón. Me

moví

hacia el mueble delante de Valentina, pero antes de sentarme abrí el botón de mi pantalón y

bajé

el cierre. Mi nena miraba ansiosa. De un tirón baje mi bóxer y mi verga salto cómo si fuera un resorte. Ella miraba sorprendida, mi verga no era ni cerca igual de grande que algunas de la sala, pero el tenerla cara a cara robo la atención de mi hija.

-Estabas muy necesitado eh?

-Tengo un montón sin

coger

, estoy

muuuy

necesitado.

Valentina sonrío con picardía.

Los de la sala debían agradecerme porque Valentina parecía inspirada nuevamente. Se acercó a la pantalla y empezó a leer el chat, escribió un mensaje y volvió a sentarte. Yo estaba justo delante de ella, sentado cómodamente, un pajero más, masturbándome en vivo delante de

nena.

De nuevo, Valentina empezó a moverse con sensualidad, sus manos empezaron a recorrer sus caderas primero, su cintura después, y luego colocó sus manos sobre sus senos, sus manos no alcanzaban ni cerca a cubrir la magnitud de esos pechos. Empezó a juntarlos, a separarlos, a agarrarlos con fuerza, a soltarlos. Estaba empalmado al 100 pero no quería correrme aún, quería disfrutar de este show hasta el final.

La calentura era tal que Valentina llevo su mano a su entrepierna y la tanteo brevemente, era señal inequívoca de que ella lo estaba disfrutando, estaba gozando. Valentina dedicó una mirada a mi acto

masturbatorio

y me

vio

pajeandome

con fuerza, con mi verga roja como un tomate, con mi glande hinchado como la cabeza de un hongo, babeando de placer.

Quiero creer que verme así le dio fuerzas para hacer lo que hizo a continuación, llevo sus manos a su abdomen, tomó su blusa cuello de tortuga y con la facilidad de una mujer que lleva una vida cargando con semejantes pechos, se la quitó, sus tetas quedaron apenas cubiertas por su sostén de encaje negro.

Un escalofrío

amenazó

con hacerme acabar en ese instante, imaginaba que

algunos de los pajeros de la sala ya deberían

haber estallado para entonces. La respiración de Valentina estaba

agitadísima

. La calentura se

le

notaba a kilómetros.

Valentina se acercó a la computadora e intercambiaba mensajes con la sala, parecía que el fin se acercaba, yo ya me daba por satisfecho, poco importaba si esto era parte de un chante.

Valentina paró de escribir, volvió a ocupar su asiento, me miró y me hizo señas de que me acerque, empalmado cómo estaba su petición me parecía incuestionable. Me puse cerca de ella sin aparecer en el cuadro de la webcam.

-Ven, no seas tímido les vamos a dar un regalito a los chicos de la sala.

Sin pensarlo dos veces me acerqué más Valentina y mi verga cómo si de un arma se tratase la apuntaba directamente.

Valentina se acercó al chat envío un mensaje.

**Disfruten chicos, no lo envidien demasiado.

*

Siii

chúpalo

puta

Bastó leer ese mensaje para saber lo que estaba por venir. Me acerqué aún más a Valentina y mi verga casi chocaba con su rostro, me di vuelta levemente para que el encuadre de la cámara nos capte mejor y entonces Valentina me tomó por el pene.

Era la primera vez que mi hija me agarraba la verga. Mi verga había explorado su

cuerpo,

pero esto era otra cosa, muy pero muy superior, sentir su suave agarre, su mirada, no quería despegar mis ojos de ella, sin

embargo,

mire curioso a nuestra ventanita de la webcam y pensé que en lugar de cualquier otro de los pajeros de la sala yo me habría corrido ya, y es que la vista era demasiado excitante, los

pechotes

de Valentina, la sombra de un

pezón

que amenazaba con asomarse y una verga templada a punto de entrar en su boca.

La mano de Valentina se deslizaba con gracia sobre mi empalmado mástil, cómo preparándolo para lo que se venía. Lo masajeó una vez, luego otra y entonces por fin lo llevó a su boca, cerró los ojos y engulló la cabeza de mi pene.

Si, mi glande ya estaba babeando desde antes, pero no podría poner en palabras lo delicioso de la sensación estar dentro de la húmeda boca de mi hija, ella me lo chupaba deliciosamente, yo no podía hacer otra cosa sino dejarme llevar por el enorme placer que ella me daba.

Valentina inclinaba su cabeza de un lado y otro haciendo que mi glande toque toda la extensión de su paladar. Su mirada se alternaba entre mi verga, las cámaras de los demás, la nuestra y cada tanto dedicaba una mirada a mi rostro que estaba desbordado de placer.

Yo me dejaba hacer, estaba entregado a lo que mi hija me hacía.

*Que rico como lo chupa

*Toda una putita

*Hasta el fondo con esa polla tío

*Es una mamona está zorra

*Que ganas de llenarla de leche

Los mensajes de la sala demostraban que los espectadores disfrutaban intensamente el show, disfrutaban de mi polla, del movimiento de los senos de Valentina con cada chupada que daba a mi mástil.

El placer siempre podía subir un escalón más, y esto vino dado cuando tome a Valentina de su conveniente colita de caballo y la use para controlar el ritmo de la mamada. Usaba su cabello para hundir su cabeza sobre mi verga y jalaba de ella para apartarla y que unos sensuales hilos de saliva conecten mi glande a sus labios.

De pronto algo capto su atención en la pantalla. Algo que hizo que toda la situación diera un nuevo vuelco. En la rotación de cámaras que ocurría en la pantalla, apareció la silueta de una verga que reconocí de inmediato, su magnitud apenas y entraba en el cuadro, su color la diferenciaba de cualquier otra de las de la sala, esa verga que ahora capturaba la atención de mi hija era la misma que hace unos meses la había destrozado sin que ella siquiera lo

sospeché

.

-

Madre mía ¿Eso es real?

Preguntó Valentina asombrada.

-Eso parece.

Dije titubeante y desconcertado. No podía creer como ese hijo de puta del profesor de química siempre estaba un paso delante, ahí supe que su última amenaza estaba más que cerca de cumplirse.

Para colmo de males mi hija estaba hipnotizada por esa anaconda, el hechizo se rompió en el momento en que la rotación de cámaras hizo que la verga negra desaparezca.

Valentina quedó encantada.

**

Diosss

que verga grande tiene ese negro.

Escribió

Valentina para la sala.

*Eres una puta muy golosa

*Te gustan

grandes?

pedazo

de puta

*Ya desnúdate puta

**Gracias mi amor, soy el negro, regálame el gusto de ver tus senos desnudos, por favor.

*Sigue mamando zorra

Valentina no se lo pensó dos veces, se separó de la pantalla, se volteó hacia

, me masturbo un poco y besó mi glande. Luego llevo sus manos a la espalda e intentó soltar su brasier.

Todos mis nervios y preocupación se desvanecieron en el instante en que el sujetador de Valentina se soltó, uno pensaría que semejante busto se vendría abajo al verse liberado de esa

prisión

, sin

embargo,

después de un leve bamboleo, esa caída nunca se produjo. Sus tetas se mantuvieron ahí, gigantes, enormes, redondas y firmes.

Valentina tomo las copas y se

quitó

definitivamente el brasier. Sus senos ocupaban gran porción del cuadro, eran una obra monumental, ahora en su desnudez se podía admirar a la perfección el contraste de sus tetas y su fina cintura.

Valentina recorría sus senos con sus manos, jugaba con ellos, tocaba con delicadeza sus pezones, los ponía duros, la sala estaba al borde de la locura.

*Cuanto quieres por una follada mi amor, pago lo que sea.

*Si te veo por la calle te follo

*Diosa

**Gracias por esos senos preciosos mi vida.

Valentina se llenaba de energía con cada mensaje que recibía. Se volteó nuevamente y encontró mi verga de frente, seguía tiesa, no había perdido su dureza ni un poco.

Las manos de Valentina recorrieron la extensión de mi verga antes de llevársela a la boca nuevamente. La gente disfrutaba de la mamada con sus pechos al aire, pero parecía un desperdicio el que semejante delicia no se utilice. Así que mientras mi hija me daba placer con su boca, mis manos acariciaban su cuello primero, sus tetas luego y sus delicados y firmes pezones después.

El devolverle parte del placer que me daba hizo que Valentina aumente la velocidad de su mamada aumente, mi hija quería vaciarme, por primera vez en la noche, el juego era frenético, los espectadores miraban atónitos, el contacto visual entre padre e hija no se rompía, estaba por correrme, pero me detuve y ahora era mi turno de darle un regalo a la sala.

Tomé

del cabello a Valentina y la desprendí de mi verga. Me puse de rodillas sobre el mueble, le hice señas de que se acomode de otra forma y la ayude a ubicarse.

-Quiero masturbarme en tus tetas. Estoy por correrme.

Valentina accedió con un movimiento de cabeza. El encuadre capaz no era el perfecto, pero ya la sala se alistaba para lo que venía, me ubique sobre Valentina que tomaba sus senos para separarlos y hacer espacio a mi húmeda verga. La coloqué en el medio de sus pechos y con un leve movimiento el canalillo de su busto se cerró.

Como si de un hambriento ser se tratase, sus semejantes tetas semejantes tetas hicieron desaparecer mi tranca de un solo bocado. El placer era incomparable, el calor de su piel rodeando mi verga, era indescriptible. Ella empezó a mover sus senos despacio, hacia arriba y hacia abajo, allí mi verga dio la primera señal de estar aún con vida en medio de tales carnes

engulléndolo

, el rojo glande asomaba asfixiado de placer entre ellas, hinchado, brillante, aguantando sobrehumanamente por no liberar todo el placer que en mi se albergaba, contrastando con el blanco de su piel y el rosa de sus areolas.

Valentina controlaba la paja, pero de pronto la situación se empezó a salir de control, empecé a bombearla, a controlar yo el movimiento, sus senos proporcionaban el abrigo perfecto, en la sala, varios espectadores estallaban ya de placer, el rostro de Valentina era un poema, disfrutaba de ver a todos esos pajeros alternándose en la pantalla y eyaculando chorros de tibia esperma para ella.

Valentina estaba en las nubes, hechizada ante tantas vergas llegando al orgasmo gracias a ella. Valentina despertó de esa

ensoñación

el momento en que un blanco chorro de espesa leche le impactó la boca.

No pude controlarme más, menos apuntar, o hacer algo para detenerme, después del primer chorro hubo solo silencio, Valentina dejo de mirar la pantalla y me miró a

, pensé que se enojaría, pero río sorprendida a la vez otro chorro espeso caía en su mentón haciéndola cerrar los ojos en protección, un nuevo chorro recorrió desde su cuello hasta mi glande. Varios chorros más, mucho más pequeños en

distancia,

pero no en grosor se acumularon a las afueras de la punta de mi verga.

Valentina me miraba fijamente. Esto no se comparaba a nada. Masturbarme mientras dormía no era ni de cerca tan espectacular como verla con sus ojos bien abiertos, llenos de placer y su pecho lleno de leche.

Valentina volvió a voltearse a la pantalla. Yo en cambio me

levanté

de donde estaba y me coloqué hacia un costado. Mi hija se

levantó

también y el semen de su cuello y busto empezó a rodar hasta su abdomen, pasando por su ombligo hasta llegar a manchar sus leggins negros. Mi nena miraba fijamente a la pantalla, quedaban cada vez menos en la sala, y hasta que no eyaculo el último Valentina no se movió de su sitio.

Con la leche ya casi seca Valentina se despidió de la sala y cerró la laptop. Yo la observaba aún en

éxtasis

desde un extremo del sillón. Ella se

levantó

y se dirigió al baño de la sala. Sin saber por qué la seguí al baño y

esperé

por ella en la puerta. Mi hija tomó un trozo de papel lo humedeció y empezó a limpiarse.

-No te vas a limpiar también?

Dijo Valentina haciéndome una seña para que la acompañe dentro del baño. Una vez dentro compartimos el lavabo mientras cada uno se limpiaba.

-Valentina esto...

-Que?

-Esto... lo qué pasó...

-Fue muy divertido

Dijo Valentina con una risa que desbordaba sinceridad.

-Pero tú y yo somos... somos fam...

-Mira, ya te lo he dicho, aquella vez que nos alejamos, dejaste de ser mi padre, moriste. Ahora, si te parece, podemos ser cómplices. Yo necesito de ti para irme a estudiar y tú... tú también necesitas de mí.

Dijo Valentina tomándome de mi mástil haciendo que mi flácida verga volviera a endurecerse. No hubo tiempo para pensar en lo agridulce de su

última

afirmación.

-Espero que lo de hoy te ayude a tomar una decisión respecto a mi intercambio.

-Pero hija, no se trata de decir que si y nada más, hay que considerar muchas cosas.

-

Hmm

entonces veo que mi ayuda

aún

no ha sido suficiente.

Dijo Valentina agarrando nuevamente mi verga. Empezó a masturbarme suavemente y mi tranca parecía lista para la acción nuevamente.

-Dime algo

Dijo Valentina pegándose a

, estampando sus tetas en mi pecho y hablándome cerquita al oído.

-

Antes, cuando me tocabas dormida, ¿llegaste a metérmela?

-No, nunca.

-No?

-No

La respiración de Valentina aceleraba la mía, en el baño se podía sentir el calor, se podía sentir que se aproximaba un incendio.

-Entonces imagino que tienes mucho sin follar, tienes mucho sin meter esa hermosa verga dentro de una mujer.

Valentina hablaba entre susurros, me calentaba, mi verga cada vez más deseosa babeaba llenando su mano con mis líquidos.

-Quieres metérmela?

La sola idea me hacía perder la cordura.

Así pegados cómo estábamos, Valentina se dio vuelta, y pego a mi verga su redondo culo enfundando en esos leggins. Empezó a moverse con sensualidad para que mi glande roce toda la extensión de su cola. Mi verga estaba caliente pero su entrepierna ardía. Podría tratarse de un chantaje, pero Valentina realmente disfrutaba esto, el calor de su sexo era señal inequívoca.

Valentina empezó a bajar sus leggins, y su blanca raja quedo al descubierto, siguió bajando y su coño húmedo quedo al aire también, dejó su licra a media pierna y se volteó para mirarme.

-Hoy no podrás robarme las bragas.

Dijo sonriendo de forma picara. Su sonrisa no duró demasiado porque a continuación tomó mi verga y la condujo hasta colocarla justo entre sus labios vaginales.

-Quieres meterla papá?

Dijo Valentina casi suplicante.

Y de un solo empujón la ensarté.

Me sentía tocando el cielo con las manos, lo estrecho y húmedo de su chocho no se podía poner en palabras. En el primer empujón entro mi glande y casi la mitad de mi tranca, la retiré un poco y volví a embestir, Valentina se

volteó

y me dedico una mirada hermosa con su rostro en una mueca de placer.

La segunda embestida le arrancó un leve gemido, el cual se convirtió en casi un grito de placer en cuanto casi toda mi verga estaba dentro del coño de mi hija.

-

Diosss

que rico

Decía entre gemidos Valentina.

Empecé a bombearla muy despacio, nuestras respiraciones estaban conectadas, empecé a darle con más ritmo. Valentina también se movía, ella quería el disfrute de mi verga y yo el disfrute de su estrecha vagina. Le seguí dando con más ritmo, me animalizaba cada

vez

más. Le estampe una fuerte nalgada que la hizo gemir con estruendo.

-Que rica estas Valentina, no sabes cuánto deseaba esto.

Me sinceré a la vez que con mis manos manoseaba el tierno culito de Valentina. El placer era electrizante, no iba a poder aguantar mucho más. Empecé a bombearla con fuerza, mi hija gemía con locura.

-Que rico follarte hija.

-Me encanta.

Agarré a Valentina por el cabello y empecé a darle sin piedad, la estaba masacrando a vergazos, mi cuerpo aplaudía al choque con sus nalgas, ella estaba en

éxtasis

. Desde mi lugar no podía verlo en toda su

magnificencia,

pero sus senos se movían de forma bestial.

-Ya me vengo.

Dije mientras intentaba despegarme de Valentina para acabar sobre sus nalgas, sin

embargo,

Valentina se ensartó nuevamente.

-Lléname.

-Pero...

-Tomó pastillas lléname ya

Sin pensarlo más volví a bombearla no sin antes meterle una nalgada y templar mi agarre de su cabello. Le estaba dando durísimo. Como a una puta.

-Que rico papá

Estallé nuevamente, sentía que la leche me salía por borbotones, aún en pleno orgasmo, no dejaba de penetrarla con vehemencia. No deje de bombear hasta que

flácida

y exhausta mi verga ya no daba para más. Una vez satisfecho saqué mi verga de su coño y con ella también salieron grumos de espesa leche, que chorrearon por sus piernas hasta llegar al piso.

-Madre mía eres un

mujerón

.

Valentina se reincorporó, quedamos frente a frente y me dio un beso en la mejilla.

-Creo que será mejor que me duche.

Dijo sonriendo.

Asentí con la cabeza y salí del baño, Valentina se aseó brevemente, se subió los leggins, y en topless cómo andaba recogió sus prendas y subió a su habitación. Yo en cambio me quede limpiando el suelo del baño y cualquier rastro que quedase de nuestra faena.

Al subir hacia mi cuarto escuche a Valentina ducharse. Quería despedirme de ella, o agradecerle, o decirle alguna cosa, pero por primera vez en la noche me dio por ser realmente responsable y preferí ir a mi habitación así sin más, aquella noche habían salido chispas de cada encuentro que tuvimos, y visto desde afuera esto no era sano, placentero

, pero sano no.

Una vez en mi pieza me di una breve ducha. Me puse mi ropa para dormir y me lancé en

la cama, todo lo ocurrido hoy merecía una larga reflexión. Empezaba a concentrarme en recordar lo sucedido cuando 2 golpes en mi puerta me sacaron de esa meditación y me pusieron en alerta.

-

?

-Puedo entrar?

Pregunto Valentina al otro lado de la puerta.

-Si, pasa.

Valentina entro en la pieza, todo estaba completamente a oscuras, a medida que se acercaba a la cama reconocí su silueta, andaba únicamente con un camisón de dormir y los pezones marcando a fuego la fina tela de su ropa.

-Quieres pasar la noche conmigo?

-Valentina, me encantaría, pero puedes estar tranquila, te apoyaré en tu viaje, créeme, solo déjame pensarlo un poco más, sacar número.

-Tranquilo, esta vez no quiero influir en tu decisión, realmente quiero venir a dormir contigo, es parte de esta complicidad.

-Está bien.

-

Igual,

aunque no aceptaras lo iba a hacer.

Dijo Valentina riendo y poniéndose de rodillas sobre el borde de la cama, buscando un lugar junto a

mi

, un

a vez ubicó su espacio se dio vuelta, me tomo del brazo ubicándolo sobre su cintura y haciendo que mi cuerpo quede de costado pegado junto al suyo. Mi paquete aún dormido estaba pegado a su cola. Mi pecho con su espalda. Mis manos en su panza, rozando la base de su gigantesco busto.

-Hasta mañana

Dijo Valentina y conteste con un beso en su nuca. Así como estábamos, felices, nos fuimos a dormir.

Una vez amaneció agradecí que por primera vez en mucho tiempo no tuviera que dedicar los primeros minutos del día a pensar en mis problemas sino para admirar a la bella mujer que junto a mi dormía. La erección matutina no se hizo esperar y por la posición en que estábamos el bulto de mi pantalón de dormir se hincaba contra el coño de Valentina, únicamente cubierto por una fina tanga.

Mi verga no iba a aceptar que la ignore, quería placer, quería sentir nuevamente el calor de mi hija. Una vez más quise aprovechar a mi hija, una vez más quise aprovecharla mientras dormía, así que con mucha maestría deslice mi pantalón y mi tranca quedo al aire, la coloqué donde estaba previamente y se sentía maravillosamente bien, el calor de su piel, de su intimidad me conmovía. Mi glande empezaba a babearlo todo con mis primeros líquidos.

Tomé

delicadamente la braga de Valentina y la corrí de costado, puse mi verga en medio de los labios de su coño y la deje ahí.

Con minúsculos movimientos moje su rajita con la punta de mi verga, un leve descuido hizo que mi pene se hundiese unos milímetros. Sorprendida Valentina se despertó.

-No pierdes la costumbre no?

-Me vuelves loco Valentina. Amanecí muy empalmado.

Valentina se dio vuelta

y quedamos frente a frente, me hizo señas de que me acueste y tomo con mucha delicadeza mi pene.

-Mira cuanta tensión, te voy a ayudar a que te relajes un poquito.

Con las yemas de sus dedos Valentina fue esparciendo mis líquidos por toda mi tranca. Una vez húmeda me empezó a masturbar, su mano derecha se movía lentamente a lo largo de mi pene, cada movimiento hacia bambolear, hacía saltar sus senos. Esa imagen hubiera sido suficiente para hacer acabar a cualquiera.

Valentina usaba sus pulgares para recorrer la base de mi glande, en la zona del frenillo. Valentina aumentaba la velocidad, aumentaba la fuerza del agarre, aumentaba la presión, me pajeaba de mil formas posibles. Mi hija se había vuelto mi puta.

El orgasmo me tomo por sorpresa, la leche escapó por mi rojo glande en forma de fuente. Blanca, espesa y tibia esperma empapo mi abdomen y ensucio las manos de mi hija.

-Que rico Valentina, me fascina esto.

Valentina me dedico una hermosa sonrisa y fue al baño a limpiarse, la seguí y me

limpié

también. Ya

más

tranquilos y sin rastro de semen en nosotros, me fui a la cocina y le

prepare

el desayuno a mi hija que se

quedo

en cama unos minutos

mas

.

Una vez en la cocina decidí invitarla a almorzar también, sin

embargo

ya había quedado para salir con las chicas de su clase, así que quedamos para ir a cenar juntos en la noche.

Una vez mi nena Valentina se fue con sus amigas pude darme tiempo para pensar en todo lo que había sucedido, el personaje del padre responsable estaba casi sepultado, lo que había disfrutado con Valentina estos días no podía no ser recompensado, iba a apoyarla con sus estudios, la decisión estaba tomada, pero hasta hacérselo saber, iba a obtener el mayor placer posible, se iba a pagar su viaje con mis orgasmos y mi semen.

Ella tenía razón, ahora éramos cómplices, cualquier nexo familiar solo alimentaba el morbo, pero ya no nos frenaba.

Cuando estaba por caer la noche Valentina volvió a casa. Me saludó con un cálido beso en la mejilla, y debatimos sobre el lugar que íbamos a escoger para ir a cenar. Mientras yo planeaba llevarla a un lugar elegante ella prefería unas hamburguesas en una cadena de comida rápida. Accedí contento por la juvenil emoción de llevar a comer a esta mujer tan linda.

Me vestí de forma relajada, una camiseta, unos jeans y unos deportivos, no dejaba de lucir como un padre en comparación con ella, sin

embargo,

lo qué pensará la gente afuera poco importaba, lo

esencial

es lo que ahora pasaba dentro.

Estaba listo para salir y Valentina vino a buscarme al cuarto, llevaba unos shorts jeans negros que mostraban a la perfección la blancura de sus piernas. En la parte superior llevaba una camiseta negra en la que por el tamaño de sus pechos apenas y se podía leer de forma distorsionada la palabra "Love" escrita en letras blancas, además llevaba una camisa roja con un entramado de cuadros blancos, esta última pieza hacia un trabajo envidiable al esconder sus curvas y es que vista de esa forma Valentina parecía una chica con curvas, pero todo dentro de lo normal, bastaba remover esa camisa para constatar que allí debajo de

escondia

una hembra despampanante.

-Estás hermosa Valentina.

-Gracias.

Dijo mi nena lanzándome un beso. De pronto todo se vio un interrumpido por el casi inaudible sonido de la vibración del móvil de Valentina. Sacó el teléfono, leyó el mensaje, su rostro cambió radicalmente y con

el

, todo el ambiente dio un vuelco también.

Valentina estaba en shock, me invadió una fuerte sensación de temor por lo que podría haber sucedido, mi intuición no me sugería nada bueno. Y un momento después lo iba a constatar, Valentina volteo su móvil hacia mí y me pregunto desconcertada.

-Como pasó esto?

Se trataba de una foto. Reconocí de inmediato lo que estaba sucediendo. En la foto se veía una enorme verga negra, dura, firme, e imponente. Enredado en ese oscuro mástil estaban las bragas rosa pastel de Valentina. Las bragas que desencadenaron el conflicto, las bragas que supuestamente yo había robado.

La foto venía acompañada de un mensaje.

*Me recuerdas linda?

Fui presa de un profundo miedo, otra vez estaba al límite, el chantajista profesor de Valentina estaba reclamando aquello que había prometido cobrar.

Llego un nuevo mensaje, Valentina lo leyó en voz alta.

-Creo que tu papá te puede explicar cómo es que estas braguitas llegaron aquí.

-Valentina hay algo que debes saber.

Por primera vez en mucho tiempo la incomodidad invadió el rostro de mi hija.

-Valentina después de la primera vez que te he exhibido hubo alguien que te reconoció, me amenazo y me chantajeó a cambio de poder ser parte del show.

-Dios, siento que siempre me vas a sorprender con algo nuevo.

-Él estuvo aquí la noche de tus bragas, el las robó, jamás pensé que pasaría, me juró que desaparecería de nuestras vidas, pero aún sigue teniendo poder sobre la situación

-Quien mierda es esta persona?

No me animé a contestarle. Agaché la cabeza en silencio.

-Lo conozco? No me digas que lo conozco.

Valentina empezó a desesperarse.

-Dime ahora quién diablos es esta persona.

Entonces un nuevo mensaje llegó al

móvil

de Valentina, lo leyó para sí y su boca se abrió en señal de sorpresa nuevamente, un instante

después

leyó el mensaje en voz alta

-Estoy afuera de la casa de tu padre ¿puedo pasar?

Continuará...


Quisiera agradecer a todas las personas que me escribieron por interno

animándome

a seguir con los relatos. Me pone muy

feliz

recibir sus opiniones. También quisiera disculparme por haberlos hecho esperar una eternidad esta continuación, prometo que la próxima no tardara tanto.

Les recuerdo que el recibir sus valoraciones, opiniones, criticas y sugerencias sean cortas, extensas, positivas, negativas crueles o compasivas me haría muy feliz y me motivaría un montón a seguir escribiendo esta ficción, me interesa mucho mejorar y sus opiniones son la principal forma de hacerlo.

Les agradece:

-

vladimirtrach@outlook.com