Mientras Valentina duerme, otros se masturban. 3
El padre de Valentina sucumbe ante el chantaje de un hombre que pide el delicado cuerpo de su hija a cambio de mantener a salvo sus secretos.
El padre de Valentina sucumbe ante el chantaje de un hombre que pide el delicado cuerpo de su hija a cambio de mantener a salvo sus secretos.
Me parecía increíble como de un momento a otro todo el placer que me generó la última aventura con mi hija se había desvanecido y se había convertido en este inmenso miedo.
Y es que el temor me helaba la sangre, el poder que me confería el anonimato se había perdido, alguien había descubierto la identidad de mi hija y ahora no me dejaba mas opción que obedecerle o habría serios problemas.
Aquel lunes me pareció por lejos el peor día de mi vida, no pude concentrarme ni un momento en el trabajo, esa noche tenía la peor cita de mi vida. Mi mente daba vueltas pensando en quien podría ser ese anónimo que quería verme.
El día transcurrió aún más lento de lo que transcurrió aquel en que disfrute del cuerpo de mi hija Valentina. Hoy no había espacio en mi mente para recordar sus enormes pechos y su delicada piel, hoy solo estaban las negras nubes de la incertidumbre por el encuentro que estaba por venir.
Antes de continuar me gustaría invitarlos a leer las precuelas de este relato. Sean bienvenidos.
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Cuando llegó la hora de enfrentar el problema me arreglé lo más sencillo posible, no quería llamar a atención, quería sentirme un fantasma y resolver todo de la forma menos visible. Fui hacia el bar que me había pedido el usuario anónimo y al entrar noté que estaba completamente vacío. Atravesé la pista de baile hasta la barra donde un joven camarero me preguntó qué iba a servirme. Me pareció que no era mala idea pedir un whisky.
Mi mente divagaba pensando donde podría estar el anónimo que me había citado en ese lugar. Incluso llegué a concebir la posibilidad de que todo haya sido una broma de mal gusto. Pero estaba lejos de ser una broma.
Una vez di un par de sorbos sentí mi sangre congelarse nuevamente cuando escuche cómo se abría la puerta del bar. Miré sobre mi hombro y vi entrar a una persona que me pareció familiar. Di un nuevo sorbo y me di vuelta para verlo mejor. Entonces lo reconocí.
Maldije mi mala suerte, cómo podía ser posible que justo hoy tuviese que venir a este bar uno de los profesores de Valentina. La silueta alta y morena del profesor era inconfundible. Bien podría tratarse de un basquetbolista pero el tipo era profesor de química.
Di una nueva mirada sobre mi hombro y el tipo venía hacia la barra. Me consolaba el suponer que ya nada podría ir peor, pero les juro que todo iba a empeorar.
Sentí como el profesor se paraba detrás de mí y de pronto empecé a sentir que tenía ante mi las piezas de un rompecabezas que no todavía podía armar.
-Usted es el papá de Valentina?
Me di vuelta por educación únicamente ya que no tenía ganas de hablar con el tipo.
-Si, cómo está profesor, yo soy el padre, un gusto verlo, todo bien el colegio?
Me iba a volver sobre la barra entonces lo que dijo el profesor, me golpeo de forma descomunal.
-Lamento la tardanza, perdone si lo he hecho esperar.
Me voltee lentamente incrédulo y asombrado.
-Yo le pedí reunirnos aquí.
Yo seguía anonadado, no podía dar crédito a lo que acababa de escuchar, de pronto sentí que el rompecabezas se iba armando en mi mente, pero antes el moreno y fornido profesor empezó a darme pautas que armaron el rompecabezas por mi.
-Seguramente me recuerde de la charla telefónica que tuvimos la otra noche, veo que el medicamento que le envié funcionó de maravilla.
Cada que el profesor abría la boca sentía que sus revelaciones me golpeaban con la fuerza de un boxeador. El siempre lo supo todo. El era "Doctor" el hombre que me hizo llegar el medicamento para dormir a Valentina y el era el anónimo que amenazo con ocasionar graves problemas si me rehusaba a venir hoy.
El Moreno hizo una seña al mozo, que luego de un rato nos trajo dos vasos de whisky.
-Vamos a una de las mesas, tenemos que hablar.
Consideré negarlo todo pero era imposible. Mi silencio era casi una confesión. Una vez sentados en la mesa el profesor me contó todo lo que había sucedido.
Tuvo la suerte de coincidir en el chat la noche del primer show con Valentina. Quedó encantado con lo que había visto y decidió ayudarme a mejorar la calidad de la faena enviándome las medicinas para asegurarme que Valentina no se despertase durante el incestuoso acto masturbatorio.
Era absurdo preguntarle cuál de los usuarios podría ser el. Ya que había un solo moreno viendo el show. Y definidamente era uno difícil de olvidar, sobre todo con su enorme verga que semejaba una gruesa anaconda. Hasta ahí todo venía muy bien pero estaba seguro que este hombre no estaba aquí para declararse fan de mi hija, estaba seguro de que quería algo más.
Recuerden esto, las cosas siempre pueden ir peor.
-Verá ahora le explicaré porque estamos aquí realmente.
Lo miré intrigado.
-Ninguno de los profesores del colegio de Valentina lo reconocerá jamás, pero a todos nos vuelve loco su hija. Ella, por sobre todas las otras chicas. Todos los profesores deseamos que el calendario nos premie y podamos tener clases con el curso de su nena. No hay hombre en el colegio que no desee probar los senos de Valentina, ninguno rechazaría la mínima oportunidad de acariciar sus piernas, no hay una sola persona que no desee pegarla contra una pared del baño, levantarle la falda y hacerla delirar de placer. No se imagina cuánto lamentamos que llamaran a su ex esposa al colegio para pedirle que busquen vestirla de forma más recatada, gozábamos viendo a la puta de su hija en los recreos, disfrutábamos ver cómo su blusa parecía estallar al no poder contener el caudal de sus enormes senos.
Yo escuchaba todo atentamente y con la expectativa de saber que era lo que quería el profesor.
-Y estoy seguro que usted lo sabe, de lo contrario no hiciera lo que hizo. Imagino también que es consciente de que su hija disfruta de esa atención, mire la ropa que usa, ha visto como gusta de enseñar esas tetazas que tiene?
Me descubrí asintiendo con la cabeza ante la confesión del profesor.
-Nunca antes había visto tan cercana la posibilidad de llevar a cabo esta fantasía, tengo esta situación en mi poder y espero entienda que le conviene cooperar. Yo me quiero comer a su hija y quiero que lo transmita así como lo viene haciendo. Quiero que la internet vea como la hago mía.
Eso último vino como un nuevo golpe.
-Ella es virgen, no puedo permitir eso.
El profesor río para sus adentros.
-Veo que el pasar poco tiempo con su hija le ha pasado factura. Yo en mi rol de docente le puedo confirmar que no lo es. Hace unos meses estuvo en pareja con un tipo del colegio. Escuche en una conversación de pasillo que habían tenido una noche muy candente juntos.
Me escandalizaba el hecho de que ante tantas confesiones que tuvieron lugar esa noche, la de que mi hija no fuera virgen parecía nada comparada a todo lo demás que había ocurrido. El profesor continuó con su pedido.
-Habiendo descartado el único problema, me temo que no tiene más opción que aceptar.
-Pero será la primera, única y última vez.
-Me parece una condición muy justa de su parte. El ser partícipe de esto me vuelve culpable también, a partir de eso estaré en la misma situación que usted, y creo que somos lo suficientemente astutos para no ensuciarnos entre nosotros.
-Está bien profesor.
-Hay una cosa más que me gustaría pedirle.
-No ha pedido suficiente ya?
-Le recuerdo que tengo la sartén por el mango. No le conviene no obedecer.
Hice silencio una vez más sabiendo que el profesor de mi hija me tenía completamente bajo su control.
-Quiero culear a su hija esta misma semana.
-Perdón pero me temo que esto no podrá ser posible, Valentina no va a mi casa hasta dentro de unas semanas.
-Note que no se lo he preguntado. Se lo he pedido.
-Pero...
-Si yo fuera usted conseguiría la cita ahora mismo, no vaya a ser que Valentina haga otros planes.
El hijo de puta del profesor tenía demasiada razón. Tomé mi teléfono y salí del bar. El moreno se acercó a la barra y al menos tuvo la decencia de pagar la cuenta.
-Hola amor cómo estás?
-Hola pa? Todo bien, pasó algo?
-No amor, solo quería hablarte. Me sentía un poco apenado y te extrañaba mucho.
-Que lindo papá. Yo también te extraño.
-Amor quiero invitarte a comer está semana. Que día puedes?
-Papá, pasa algo?
Me perturbaba el que la intuición femenina de mi hija estuviera en lo cierto respecto a que algo estaba pasando.
-No amor. Tranquila. Quiero prepararte tallarines.
-Siii. Sabes que no puedo decirle que no a tus tallarines.
-Son tus favoritos. Puedo prepararte un trago cómo el del sábado también.
-Tu si que sabes complacerme.
Un temblor recorrió mi pene y fue la primera señal de calentura que sentía desde la noche anterior.
-Entonces cuando pasó por ti?
-Mañana, como a las 7 de la noche, puedes recogerme del gimnasio y me llevas a tu casa.
-Está bien mi amor. Te veo mañana.
El profesor estaba atrás mío intentando oír la conversación, en cuanto escuchó que habíamos acordado vernos mañana, no cabía en sí de la felicidad.
-Mañana estaré aparcado fuera de tu casa, cuando la tengas lista me llamas.
-Espera, no podré dormirla tanto tiempo debo llevarla con su madre.
-Dale solo 8 gotas y dormirá lo suficiente, para que la haga mía.
Asentí con la cabeza y di la vuelta sin despedirme del moreno hombre que me había chantajeado.
-No sabes lo mucho que voy a gozar mañana.
Dijo el profesor mientras yo me alejaba.
Al llegar a mi casa no tenía ánimo para nada, ni para el whisky. Así que busqué mi cama y caí profundamente dormido.
Es increíble lo relativo que puede ser el tiempo, cuando era yo el que iba a gozar del delicado cuerpo de mi nena el reloj se movía con una cruel lentitud. Hoy que no quería que llegue la noche, la jornada pasó en un abrir y cerrar de ojos. Todo se sentía diferente, está culpa era distinta, una cosa era ser yo el que disfrutara de Valentina y otra era que su profesor de química me hubiera chantajeado para follar a mi hija.
Cuando dio la hora del encuentro, Valentina salió del gimnasio a toda prisa y me saludo de forma cariñosa, estaba realmente emocionada por los tallarines que nos esperaban en casa.
Mientras íbamos a casa reparé que Valentina vestía con un ajustado pantalón deportivo color azul oscuro, este iba perfectamente pegado a su cuerpo y delataba sus voluptuosas formas, en tanto en la parte superior llevaba un abrigo bastante grande en color gris, el tamaño del abrigo no permitía adivinar las semejantes tetas que se escondían dentro. Sin embargo sus preciosos senos quedaron en evidencia cuando mi hija bajó el cierre de su abrigo y quedo a la vista su delantera.
Empecé a sentir algo que no había sentido hasta entonces, algo que reconocí como celos, y de puro impulso le pregunté.
-Así vienes al gimnasio?
Valentina me miró desconcertada.
-No será muy descubierto? Digo, amor, haciendo ejercicio se podrían salir.
Valentina se rio para descontracturar el momento.
-Papá esto es una escena de celos?
Su respuesta me hizo reír también.
-Quédate tranquilo que para empezar no se me salen y segundo, si se me salieran no se vería nada porque uso el abrigo.
Mi temor correspondía a que Valentina llevaba un pequeño top azul que únicamente cubría sus senos, pero ante la fuerza de gravedad en sus tetas y lo elástico de la tela de la prenda este se estiraba y simulaba un enorme escote, parecía que solo un leve movimiento los senos de mi hija se saldrían de su sitio.
-Más vale que no se salgan.
Respondí mientras la miraba sonreír. Pensar que dentro de tan poco la iba a ofrecer a los deseos sexuales de quien menos pensaba.
Una vez en casa, servimos los tallarines y comimos sin sobresaltos. Una vez concluimos los tallarines, Valentina me ayudó a lavar los platos y dejar todo limpio. Imaginé lo ansioso que debía estar el profesor de química. El momento estaba tan cerca.
-Ahora te prepago el trago, espérame en la sala.
Una vez Valentina se fue a la sala preparé el trago que le iba a ofrecer, sin olvidar agregar las gotas mágicas. Volví a la sala junto a ella y le ofrecí el trago mientras yo me servía un vaso de whisky. El licor hizo que por primera vez en el último tiempo el miedo empezase a disminuir.
El licor había generado una especie de magnetismo y ahora yo no dejaba de observar a Valentina que estaba sentada en el sillón. No había manera posible de que yo despegara la mirada de esos enormes pechos asomando por sobre la abertura del cierre de su abrigo. Ella en cambio enviaba mensajes desde su celular.
Intenté establecer alguna conversación, y no tardó demasiado para que aparezca el primer bostezo.
-Te agarró sueño?
-El gimnasio me deja muerta, pa.
-Será mejor que te lleve a casa.
-Creo que sí.
-Gracias por venir hija, te amo.
Estaba claro que Valentina estaba empezando a sentir mucho sueño.
-Espérame un minuto, déjame ir a mi habitación a enviar algo y te llevo a casa.
Fui a mi habitación y tomé la computadora. Repetí el ritual con más fluidez que nunca.
*Muestro a mi hija tetona.
*Hoy show de sexo.
*Cupos limitados.
Tomé la computadora y la cámara inalámbrica, bajé a la sala y la magia se había consumado. Mi hija estaba completamente dormida en el mueble de la sala. Corrí a buscar mi teléfono y llamé al profesor. Por precaución moví un poco su cuerpo, pero no había caso.
-Está todo listo.
Abrí la puerta al moreno profesor y este entró a casa prácticamente corriendo, como queriendo comprobar que su sueño estaba a punto de hacerse realidad. Antes de acercarse a la sala y me mostró una foto en su móvil.
-Mira a tu hija. La subió hace unas horas.
Era una foto de Valentina, la imagen mostraba a mi hija con su ropa de gimnasio, pero esta vez no llevaba el enorme abrigo gris, únicamente el minúsculo top deportivo que era torturado sin piedad por sus gigantescas tetas que pugnaban por escapar de esa prisión.
-Tu hija sabe cómo poner dura una verga.
No podía negarlo, la foto era extremamente sugerente.
Cuando se encontró con el cuerpo dormido de mi hija el tipo parecía un perro hambriento ante una frágil presa apuntó de ser devorada.
-Tienes listo el chat?
-Es lo único que falta.
Al ver la computadora no pude evitar sorprenderme al ver que había 170 mensajes solicitando ver el show. Me llevo un poco de tiempo crear la sala de chat para tanta gente, esto impacientó enormemente al profesor que ya no podía aguantarse más y empezaba a frotarse el bulto sobre el pantalón.
Una vez iniciada la sala, se explicó a los usuarios que la única regla para participar sería mostrarse de la cintura para abajo. Se encendieron las cámaras incluida la nuestra. Se removieron a las personas que no tenían cámara y quedaron 140 usuarios conectados. Muchos decidieron irse al ver que el actor para este show sería un negro así que la cifra de usuarios conectados quedó en 127 personas, un gran avance numérico en comparación al último show.
Hice señas al profesor para que empiece. Yo en cambio tomé la cámara para mostrarles a los espectadores la escena. En el mueble estaba Valentina profundamente dormida, parcialmente acostada sobre el mueve y delante de ella un alto y fornido moreno con la talla de un profesor de baloncesto.
El profesor se puso delante de mi hija y empezó por quitar sus zapatos, los olió para aspirar cada partícula de olor de los delicados pies de mi nena. La blanca piel de Valentina acentuaba lo oscuro de la piel de su profesor. El alto hombre tomó el pie derecho de Valentina y se lo llevó a la boca y lo chupó con delicadeza.
Esta vez poco o nada importaba lo que dijeran los usuarios de la sala, el profesor era quien tenía el control total de la situación.
El alto hombre se incorporó y empezó a deslizar el cierre del abrigo de Valentina y su rostro tomó la expresión de quién se encuentra un tesoro.
-No sabes cuánto he soñado esto.
Todo rastro de cordura del hombre desapareció progresivamente. Tomó a Valentina de los brazos y la levantó con suma facilidad, la sentó bien sobre el mueble y prácticamente le arranchó el abrigo. Solo el pantalón deportivo y el pequeño top separaban a Valentina de la desnudez.
El hombre se puso de rodillas y se abalanzó sobre las tetas de Valentina, como dije antes, el top lucia tan frágil que un leve movimiento haría que sus senos se salgan y así fue. Una vez sus delicados pezones quedaron a la vista el hombre empezó a amasar los senos de mi hija con sus manos pese a que estas no daban abasto ante la magnitud de semejantes tetas.
El moreno se había convertido en un animal, le tocaba los senos, se los chupaba, se los besaba, estaba disfrutando como nunca, ni se molestó siquiera en quitarle el top a Valentina. Yo al igual que los espectadores miraba atónito todo lo que estaba sucediendo.
El hombre se quitó la camisa y ambos torsos quedaron desnudos, insisto en que la blancura de Valentina resaltaba la negrura el hombre, era una suerte de Ying Yang perverso. El moreno por fin había soltado los senos de mi hija y ahora besaba su boca y cuello como un desesperado. Yo en cambio intentaba brindarle a los espectadores el mejor ángulo de cámara.
Cada vez quedaba menos humanidad en el moreno, que se había vuelto a parar y de un empujón recostó a Valentina en el mueble, me hizo señas de que me acerqué y lleve la cámara a un lugar más cercano, entonces el hombre bajó su pantalón de un tirón.
Tuve que esforzarme mucho para disimular y aun así no me fue posible ocultar la sorpresa. Una cosa había sido ver esa verga en la webcam en el último show, y otra era verla en vivo y en directo. Era una verga enorme, negra, de ébano, envuelta en negras venas y coronada por un hirviente glande.
Les juro que sentí temor de que semejante miembro pudiera partir a mi hija a la mitad. Pero no hubo oportunidad siquiera de pedirle al moreno que tuviera cuidado. Así como bajo su pantalón de un solo tirón también bajo el pantalón deportivo de mi hija, junto al pantalón también le arrancho las bragas, era una tipo tanga brasilera color rosa pastel. Ahora Valentina y su profesor estaban completamente desnudos, ella acostada sobre el mueble y el con la verga lista para destrozarla.
En ese instante me di cuenta que era la primera ve que veía a mi nena completamente desnuda su figura era espectacular, su conchita estaba muy bien cuidada, blanca delicada y sin rastro de vello, en ese instante me di cuenta además que el negro no era el único que estaba hirviendo ante la situación, y no me refiero al centenar de pajeros que deliraban ante lo que veían, hablo de mi, mi verga podría no ser como la del negro, pero estaba dura, babosa y se moría de ganas por salir.
El negro escupió varias veces su miembro para poder mojarlo integramente pero le fue imposible. Se agachó cerca de su pantalón, buscó algo en el bolsillo y saco un pequeño tubo de lubricante y se lo aplico en su verga, el exceso lo colocó sobre el estrecho agujero de mi hija.
El hombre puso su tremenda polla en los labios vaginales de mi hija y empujó con fuerza. Pese al lubricante solo llego a meter la mitad. Pero con otro empujón se la mando toda. La enorme verga del moreno estaba por completo dentro de Valentina. Esto le arrancó un enorme gemido.
-Diossss, qué ganas te tenía puta de mierda.
Ni bien termino de hablar empezó a penetrar a mi hija con la fuerza de un toro. El tipo era una máquina. Estaba machacando a Valentina y ella seguía profundamente dormida, inocente de todo lo que ocurría.
El hombre se detuvo y con mucha torpeza agarró a Valentina se puso de pie y la tomó en andas, me asombró la fuerza que tenía para levantarla con esa facilidad. Sosteniéndola pegada sobre su cuerpo agarro las piernas de mi hija y las pasó detrás de su cuerpo, se sentó rápidamente y quedaron pegados pecho a pecho. Valentina quedo sentada sobre el y moreno la levantó una vez mas pero esta vez ensartó el cuerpo de mi hija en su enorme mástil negro.
Mi hija estaba siendo prácticamente empalada por la verga negra de su profesor. Yo me desnudé también. Ya poco o nada importaba lo que pasaba en la sala. Ni leía los mensajes. Mi verga babeaba al ver el show del cual yo era espectador Vip. El negro no dejaba de penetrar a Valentina mientras su boca se deleitaba en sus tetas.
Con brusquedad el hombre se levanto y lanzó a Valentina sobre el mueble. La tomó con facilidad y la puso de espaldas. Luego agarrándola de la cintura la levantó de manera que las piernas de mi hija se movieron y quedaron flexionadas, el culo quedo en pompa y el pecho pegado al mueble. El hijo de puta quería penetrarla cómo si fuera en cuatro. Una vez la tuvo en la pose que quería buscó el lubricante nuevamente, y se lo aplicó en gran cantidad y puso un chorro en la cola de Valentina.
-Ni se te ocurra.
-No voy a perder la oportunidad.
Dijo el hombre a la vez que ya intentaba perforar el rosado ano de Valentina. Me asombraba como pese a todo ella seguía dormida. En serio temía por la seguridad de Valentina, una verga de ese tamaño solo podía destrozarla. Nunca había visto el culo de mi hija, pero tenía un color tal que hacia pensar que tal vez nunca hubiera hecho sus necesidades, lucia tan impoluto que provocaba comerlo a besos pero el profesor estaba demasiado desesperado.
-Ten cuidad...
No alcance a concluir la frase y vi cómo el enorme glande del hombre se perdía en el pequeño agujero de Valentina, el pequeño agujero de mi nena engullía la cabezuda verga del negro. El en cambio temblaba de placer y gritaba por lo que su tolete estaba sintiendo. Intentaba meter su verga mucho más pero no logró meter más allá de un tercio de su serpiente.
El moreno empezó a darle con más fuerza, estaba emputeciendo a mi hija, los enormes senos de Valentina saltaban de emoción ante las embestidas del negro.
-La voy a llenar a esta puta.
Dijo el hombre aumentando la brusquedad y tomando a Valentina de su larga cabellera negra que iba recogido en una simpática cola de caballo, la cual ahora servía de agarradera para que el hombre embistiese a mi nena con más fuerza aún.
Intenté detenerlo pero no había manera. Un desaforado grito me hizo saber que el orgasmo del hombre había llegado. El tipo dejó la verga inmóvil dentro del culo de mi hija para llenarla por completo, el tipo tenía el aspecto de estar en el cielo mirando la cara de Dios. Cuando acabó su orgasmo, una blanca cascada de leche salió del culito de Valentina y se derramó en el mueble y en sus piernas. El hombre agarró a Valentina y la sentó en el mueble nuevamente. Ahora la leche se derramaba de su culo directamente en el mueble.
-Su turno.
Me dijo el maestro mientras se sentaba exhausto en otro de los muebles de la sala.
Me acerqué al cuerpo de Valentina y sosteniendo la cámara con mi mano izquierda me hice la paja con la mano derecha, no tardé nada en venirme. Eyaculé directamente sobre los pechos de Valentina, que habían quedado empapados en mi blanca esperma. Me excitaba ver como un grumo de mi leche pendía de su seno izquierdo. Me senté en el mueble también exhausto. Desconecte la transmisión y me senté para admirar la obra de arte que era Valentina.
Así estuvimos unos minutos y fue el profesor fue el primero en romper el silencio.
-Esto es un sueño hecho realidad.
El moreno se levanto y empezó a vestirse, imité su comportamiento y una vez vestidos busque un par de toallas con las que limpiamos a Valentina. Fuimos cuidadosos de remover toda evidencia, una vez concluida la limpieza deje solo al profesor con mi hija y me lleve a las toallas y las escondí en la lavandería, para que no hubiera la mínima chance de que Valentina la encuentre.
La vestimos pieza a pieza, colocamos su pantalón deportivo, su top y su abrigo, la dejamos tal y como estaba antes del show, así la subimos hasta su cuarto. Intenté limpiar el mueble también y en apariencia todo quedó como si nada hubiera pasado.
-Tengo que irme
Dijo el profesor, luego de esto nos despedimos fríamente.
-Espero que recuerde el hecho de que estamos en igualdad de condiciones y que cómo ha dicho antes, nos conviene cuidarnos las espaldas.
-Así será. Le agradezco por todo.
Acompañé al profesor hasta la puerta y se fue.
Valentina despertó al cabo de una hora aproximadamente. Yo estaba pendiente de su despertar sentado junto al escritorio de su habitación. Al despertar ella estaba totalmente desconcertada. No sabía ni donde estaba.
-Amor, te quedaste dormida. Me daba mucha pena despertarte.
Cuando Valentina se levantó de la cama su rostro evidenciaba mucho dolor.
-Sii, ouch, me duele todo, creo que esto de ir al gimnasio no es lo mío.
Sonreí por fuera y me calenté por dentro.
-Debes hacer los ejercicios con menos vehemencia.
-Que hora es? Mama me va a matar.
-Tranquila hija, estás conmigo.
En ese instante noté que había una pequeña mancha de semen casi seco en el top de Valentina. Y no fue lo único que noté, había algo en la mirada de Valentina que no me dejaba tranquilo, había algo en ella que me decía que algo no andaba bien.
-Quieres que te lleve a casa?
Juro que hasta entonces nunca antes había sentido ese "algo" que había en el ambiente con Valentina. Todo el trayecto hasta su casa se produjo en el más profundo de los silencios. Ella nunca se comportaba así.
Al llegar a casa de su madre se despidió de forma fría y distante. Ahora sí que las cosas no andaban bien. Tenía fuertemente que por haber evitado exponernos habría terminado exponiéndome yo ante ella. Será que sospechaba? Cómo podría? Que pasaba?
Cuando llegue a mi casa tuve la confirmación de que algo pasaba. Mi teléfono empezó a sonar y era Valentina, lamente profundamente como mis últimas pajas siempre habían venido precedidas de alguna desgracia.
-Hola amor
-Papá tenemos que hablar.
Dijo muy enojada.
-Donde están?
-Que cosa?
-No te hagas el desentendido.
-No se de qué hablas.
-Mira papá no quiero que mama se entere de esto, no compliques las cosas y dime qué hiciste?
No supe qué responder.
-Papá, dime dónde están mis bragas. Yo me fui al gimnasio con bragas. Me quedé dormida en tu casa y desperté sin ellas. Dime que mierda pasó.
Continuará...
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