Mientras Valentina duerme, otros se masturban. 2

No podía creer que lo había hecho. La culpa se arremolinaba en mí. Me había masturbado y eyaculado en los enorme pechos de mi hija, mi única hija, Valentina. No feliz con eso, lo transmití en vivo para más de media docena de pajeros anónimos.

No podía creer que lo había hecho. La culpa se arremolinaba en

. Me había masturbado y eyaculado en los pechos de mi hija, mi única hija, Valentina. No feliz con eso, lo transmití en vivo para más de media docena de pajeros anónimos.

La carga era mucha. No pude ni limpiar la esperma del cuerpo de mi hija. Coloque su blusa cómo pude, intentando dejar todo como si nada hubiera pasado. Cerré la laptop,

agarré

la webcam, el licor me hacía mover

torpemente,

sin embargo, logré llegar a la puerta de su habitación.

En ese instante la sangre se me fue a los pies. Pensé que me desmayaría.

-Papá?

La somnolienta voz de mi hija significaba la sentencia de muerte para mí. Me había pillado.

-

Qué

pasó?

¿Recién llegas?

-No Valen, ya he llegado hace un tiempo.

La voz me temblaba. Mis nervios inundaban la oscuridad de la escena.

-Buscaba el cargador de mi móvil, pensé qué tal vez lo habrías tomado. Pero no está, descansa.

-Está bien

pap

...

No la deje terminar y cerré la puerta.

¿Me había salvado?

¿Realmente me habla salvado?

De ser así, agradecía mucho esa repentina inventiva que tuve para articular una excusa que me hiciera salir bien librado de esa situación.

Esa noche no pude dormir hasta poco después del alba. Al despertar me sentía muy extraño, y es que contrario a lo que uno pensaría y casi de manera milagrosa, el escaso sueño resultó rejuvenecedor, no había la menor señal de que tuviera una resaca y además una potente erección mañanera, como hacía mucho no tenía, amenazaba con desgarrar mi ropa interior. La culpa por mis acciones de la noche anterior no había dejado ni rastro.

Físicamente

era una la historia y mentalmente la cosa tampoco era demasiado diferente. A veces incluso pensaba que todo lo ocurrido la noche anterior fue solo un sueño, sin

embargo,

estaba seguro de que no lo había sido y esto me generaba un morbo monumental.

Miré la hora, me cambié, fui a la cocina a preparar el desayuno y de pronto en el proceso de elaborar unos huevos revueltos y tostadas me había despejado la mente, pero todo volvió a aumentar su temperatura en el momento en que mi hija Valentina apareció en la cocina.

Lo primero que me impactó fue su olor, lo reconocí como el olor de una mujer recién duchada, el olor de su perfume inundó la habitación. Lo segundo que me golpeó fue su atuendo. Ya no llevaba la bata de dormir que usó la noche anterior, ahora lucía una camiseta blanca, de unas cuantas tallas

m

á

s

grandes. La holgada tela de la camiseta permitió adivinar que mientras en su parte inferior llevaba un pantalón corto color de negro, en la parte superior sus enormes senos estaban sueltos sin la opresión del brasier.

-Llegaste tarde anoche?

-Algo así amor.

-Encontraste el cargador?

-Claro que sí, lo había dejado en el auto.

Me sentía muy raro otra vez, la culpa apareció en pleno desayuno, pero es necesario aclarar que vino mezclada con un par de sensaciones

más

, nervios y excitación y una fuerte dosis del temor de que tal vez mi pecado no haya quedado impune formaba todo un cóctel delicioso, en ese instante un espasmo recorrió mi verga desde el tronco a la punta. Toda la situación me generaba un enorme placer.

Puertas afuera el desayuno transcurrió con total normalidad, esto gracias a la conversación que intentaba entablar mi hija.

Me preguntaba cosas de mi trabajo, y por la reunión que tuve con mis amigos, yo en cambio intentaba interesarme también por su vida de colegio, pero lo cierto es que mi mente estaba en otro lado. Entre cada una de nuestras preguntas y respuestas aprovechaba para ver si sus morenos pezones asomaban a través de la tela, pero no fue así, y mejor que no haya sido así.

Luego del desayuno subimos a nuestros cuartos y fui incapaz de acercarme a mi hija hasta que llegó la hora del almuerzo, cabe aclarar que la hora del almuerzo significaba también que era momento de llevarla con su madre. El clima estaba enrarecido, visto desde afuera mi comportamiento debía parecer extraño, y a decir verdad aun me quedaba algo de temor por el hecho de ella guardase alguna sospecha.

Cuando finalmente marcó la hora de irnos, Valentina ya esperaba por

, estaba con la misma ropa del desayuno, con la salvedad de que se había colocado el brasier está vez. Su potente delantera lucia aún más grande que con la ropa interior blanca que ahora sostenía sus pechos. Un nuevo temblor recorrido mi pene al pensar que hace solo unas horas yo había contemplado y acariciado los más maravillosos senos que haya tocado en la vida. Los de mi hija Valentina.

Salimos de casa y almorzamos juntos, luego la lleve a casa de su madre, y antes de despedirnos le hable por última vez en la jornada.

-Te veo dentro de unas semanas, amor.

-Está bien papa. Te amo

Valentina se acercó a mí y me dio un beso en la mejilla con la mayor de la confianza, no quedaba lugar a dudas que ella no sospechaba nada.

-Suerte en el colegio. Estudia mucho.

-Gracias, no necesito suerte, yo saco siempre 100.

Dijo sonriendo mientras se acercaba al portal de la casa de mi ex mujer.

El instante en que Valentina se fue y me quedé completamente solo, toda la situación empezó a cambiar, ni hablar el momento en que llegué a casa. Me sentí mucho peor. Me sentía terriblemente culpable por todo lo ocurrido, finalmente me había caído la ficha de lo perverso que fui, dejé caer un par de

lágrimas

, me sentía realmente avergonzado de lo que había hecho, y la verdad, no quería sentirme más tiempo así, pero sabía que había una medicina para calmar esa sensación.

Abrí una botella de whisky y empecé a olvidarme de todo. Decidí acompañar mi purga con algo de música y en un punto de la noche, recordé con mucha curiosidad que no había tocado la computadora desde lo ocurrido la noche anterior.

Me acerqué a la laptop, abrí la tapa y ni bien accedí a ella se abrió la ventana del chat de la noche anterior. Mi buzón de mensajes estaba repleto. La curiosidad pudo conmigo y me di el trabajo de leer los mensajes uno a uno.

*Madre mía que corrida, ha estado impresionante.

*Que morbo por Dios, he disfrutado un montón.

*Tremenda putita, que tetas de infarto.

*Dios debes repetir esto, vaya bombón tienes en casa.

*Pagaría lo que sea por estar con ella, la haría gozar como no tienes idea.

*Déjanos verla de nuevo por favor.

Los siguientes mensajes tenían una tónica similar, el solo leer lo que el show de anoche había causado en todos estos desconocidos me había puesto a mil. Mi cuerpo estaba en llamas. En ese momento considere repetir la faena, en volver a exhibir el cuerazo de mi hija ante todos esos pajeros.

La calentura era tal que sentí el fuerte deseo de masturbarme con Valentina de nuevo, necesitaba placer y necesitaba que el delicioso cuerpo de mi hija me lo diera. Abrí una nueva ventana del navegador y con una sencilla

búsqueda

por su nombre, di con las cuentas de redes sociales

de

mi

hija. A mí no me interesaba ese tema de las

redes,

pero la verdad es que

tenía

conocimiento suficiente de informática para hacer algo tan sencillo como esa búsqueda.

Exploré los perfiles de sus diferentes cuentas y la excitación empezó a aumentar cada vez

más

, ahí me nació la sospecha de que yo no era el único que disfrutaba el exhibir el cuerpo de mi hija, sino que ella misma lo disfrutaba también. El ver las fotos que subía, sus poses sugerentes, como suplicando ser follada, como suplicando que una verga la destroce, sumado a esa tierna mirada, tan perversa e inocente. Me deleité mirando la cantidad de blanca piel que enseñaba su ropa, los pronunciados escotes que ponían en evidencia su principal arma de seducción, sus gigantes pechos, noté con asombro la cantidad de “me gusta” en sus fotos, devoré cada detalle de ella, esto solo hizo que la excitación fuese subiendo hasta llegar a las nubes, y de pronto me tuve que detener en una foto en particular.

En la imagen Valentina vestía una blusa negra con bordes blancos, con un escote rebosante, con sus pechos gigantescos, suaves y listos para ser besados, acariciados y chupados, pero

aun

así eso no era lo que

más

me excitaba, me calentó reconocer el lugar en que se la había tomado. Habíamos estado en ese lugar esa misma mañana, se trataba la cocina de mi casa. Me calentó infinitamente pensar que en mi propia casa mi hija se mostraba así. Sentí que la calentura era tal que me corrí con mucha fuerza. Mi semen semejaba la lava de un volcán, siendo escupida con fuerza por mi hinchado glande.

Estoy seguro de que ese fue el instante en que

dejé

ser el padre de Valentina, y me convertí en algo más.

Una vez concluida mi paja, seguí repasando los mensajes mientras mi mano ya acariciaba mi bulto nuevamente. Entonces encontré algo que capturó poderosamente mi atención.

*Debes ser

más

cuidadoso, no puedes arriesgarte a que la perrita se despierte. Yo tengo la solución, contáctame.

Junto al mensaje el usuario dejó un número telefónico. Y una identificación. “Doctor”

Toda la euforia que me habían generado los mensajes y el whisky se transformaron en una fuerte sensación de intriga.

¿

Quién

mierda era Doctor?

¿Por qué me daba su número?

¿Valía la pena contactarlo?

Quiero decir, Doctor daba por sentado que lo ocurrió con Valentina se iba a repetir e incluso me pedía que lo contacte.

En ese momento sentí un frío recorriendo el cuerpo, mientras repasaba el

número

que me dio “Doctor” caí en cuenta de que este era de mi país, y a juzgar por el código de área era

ademas

un numero de mi región.

¿Y si “Doctor” era alguien que me conocía?

¿Y si conocía a Valentina?

El miedo me congeló.

Cuando por fin pude recuperar algo de claridad mental decidí que lo mejor sería no suponer nada, así que salí de casa en búsqueda de un teléfono público. Cuando di con uno, marqué el numero a toda prisa.

-H

ablo con Doctor?

Pregunté sin poder ocultar mi desesperación.

-Sabía que me iba a contactar.

-Qué se le ofrece? Por qué m…

-

Shh

, escuche, la otra noche estuvo cerca de ser descubierto, en cualquier momento su hija se pudo haber despertado. Yo le voy a solucionar ese problema. Le haré llegar un medicamento, usted le da 20 gotitas y la nena dormirá plácidamente unas 4 horas y no habrá manera de que se despierte. Sé que le interesa mi propuesta. Dígame a donde le envío la medicina.

Se hizo silencio a ambos lados de la línea.

-No se anima?

Está

bien, mi oferta no tiene caducidad. Usted sabe

cómo

contactarme.

Volví a casa lleno de temor. Quizás todo se me había salido de control. Seguí

dándole

al whisky a fin de obtener la calma, y todo lo que obtuve fue una nueva erección, mis pensamientos se prendían fuego ante la posibilidad de poder tener a Valentina solo para mí durante tanto tiempo. Mis ideas eran cada vez

más

perversas, y ultimo pensamiento cuerdo que tuve, fue el de ir a la computadora y enviarle a “Doctor” la dirección donde debía enviarme el medicamento.

El paquete llegó a mi buzón una mañana de martes, todo manejado con extrema discreción, bien cerrado, bien empaquetado. Me desanimaba mucho la idea de que a pesar de que los engranajes de mi plan ya estaban en marcha,

aún

faltaba muchísimo para que Valentina vuelva a dormir a casa, pero como si de un milagro se tratase ella me el mismo día en que llego el paquete para darme otra buena noticia.

-

Pa

, necesito un favor.

-Dime amor que necesitas.

-Mama no me deja ir a una fiesta este sábado.

-

Y

cómo

puedo ayudarte?

-Dime que si me dejarás ir.

-Si, está bien, sabes

que

si te dejo, pero no puedo ir contra la voluntad de tu madre.

-Dile que me quedaré contigo este fin de semana.

Mi cuerpo ardió en llamas. No hacía falta escuchar

más

, le prometí a Valentina que la ayudaría

y

ni

bien corté con ella, escribí a su madre y conseguí que la deje venir el día sábado, normalmente me la dejaba desde el viernes, pero en esta ocasión con el sábado nos alcanzaba.

Así llegó el viernes, me preparé de forma especial para la ocasión, me rasuré el miembro, las bolas y el

estómago

. Al mirar hacia abajo me sentía un joven de nuevo, la verga se me veía enorme, el abdomen plano, a pesar de los años me conservaba bien. Desde que me enteré que Valentina venía el fin de semana decidí no tocarme y mantener mi miembro lo

más

descansado posible para la gran noche.

Valentina llegó a mi casa el

medio

día

del sábado, intenté parecer de lo

más

normal para que nuestra relación se sintiese lo

más

cotidiana posible, esa era mi cara externa, por dentro no veía la hora de tenerla desnuda ante mi nuevamente.

La jornada transcurrió con la normalidad con que transcurren los días en que uno espera con ansias que llegue la noche. A eso de las 6 de la tarde pase por el cuarto de Valentina y alcance a divisar por su puerta entreabierta que ya había empezado a arreglarse para su salida con amigas. Tardó poco más de una hora en arreglarse.

Cuando finalmente estuvo lista, tuve que esforzarme mucho para que no se me caiga la mandíbula. Mi hija lucia despampanante, el vestido negro que llevaba tenía corte en A, su parte inferior no era ajustada al cuerpo por ende marcaba a fuego su

silueta,

pero

aun

así sus caderas podían adivinarse debajo de la holgada tela. Los altos tacones negros estilizaban su figura haciéndola un poco más alta.

En

cambio,

en la parte superior el generoso escote sufría por ocultar sus exuberantes pechos. El delicado maquillaje que llevaba la hacía lucir como una muchachita dulce e inocente, excepto por el diabólico color rojo de su labial,

además

, su largo cabello negro iba recogido en una cola de caballo. La disparidad entre el cuerpo de femme fatale y el rostro de nenita era un contraste que a cualquier hombre le generaría los más oscuros pensamientos y la verdad me calentaba mucho pensar cuántas miradas iba a atraer en su salida.

-Me veo linda?

Me pregunto cuando estaba por irse.

-Estás preciosa.

Atiné a decirle eso nada más y me sentía como un joven nuevamente, intentando articular las palabras para no quedar como un tonto delante de una mujer hermosa.

Ofrecí llevarla a su

reunión,

pero al cabo de un rato la madre de una de sus amigas la pasó a recoger. Valentina se despidió de mí con un delicado beso en la mejilla.

-Vuelve antes de las 12,

¿sí?

-12:30

Dijo mi nena guiñando un ojo. Ese solo gesto me calentó en sobremanera, cuando Valentina se fue, yo empecé con mi ritual, tomé algo de whisky y

traté

de matar el tiempo con una

película,

pero no había caso, el tiempo pasaba muy lentamente.

Decidí que la mejor idea sería quedarme lo más cerca posible del whisky y me radique en el mueble principal de la sala.

Finalmente, después de casi contar los minutos, a las 12:30 de la noche, escuche abrirse la puerta de la casa.

Valentina entró a casa y cuando llegó a la sala estaba impecable, como si no hubiera pasado un solo segundo desde que se fue. Estaba igual de hermosa, e igual de provocativa, la

miré

con la confianza que solo el licor puede dar y la recorrí desde sus pies hasta posarme sobre sus maravillosas tetas.

-Hola

pa

-Hola amor.

¿Cómo te fue?

Dije mirándola con lujuria.

-Bien. Lo pase genial.

-Me alegra mucho.

-Y tú qué tal?

-Aburrido.

Esa pregunta era justo lo que necesitaba para dar pie al momento clave de la noche, el momento de darle el medicamento y privarla de todos sus sentidos.

-Amor, ya estas hecha toda una mujer. Creo que ya puedes tomarte un trago con tu padre.

Valentina se

rió

y no parecía oponer resistencia a mi propuesta. Yo estaba empezando a calentarme ya.

-Bueno, está bien

Pa

.

-Toma asiento. Voy a la cocina a prepararte un trago.

Ya en la cocina, saque el medicamento que me había enviado "Doctor". Tal y como me recomendó coloque 20 gotas en un vaso, coloqué unos cubos de hielo, un poco de jugo de limón y vodka. Volví a la sala y le di del trago a Valentina.

-Pruébalo.

Valentina dio un largo sorbo y sonrío luego de tomarlo.

-Está riquísimo.

-Gracias amor.

No sabía en qué momento empezaría a hacer su efecto el medicamento, pero intuí que no sería inmediato. Así que me quede platicando con Valentina sobre cómo había estado su noche. Ella terminó el trago que le

preparé

y entonces que dio un bostezo, el cual reconocí como una señal de qué tal vez el medicamento estaba empezando a surtir efecto en ella.

-Te noto con sueño.

-Si, un poco.

-Vamos a dormir.

Valentina asintió con la cabeza y me alcanzó su vaso. Ella se dirigió hacia su cuarto y yo hasta la cocina para dejar todo limpio. Debo confesar que no despegue mi mirada de su culo durante todo el trayecto hasta su habitación. A partir de ese momento intenté tomarme las cosas con calma, el momento más esperado estaba tan cerca y quería disfrutar cada segundo del mismo.

Cuando dejé todo listo en la cocina, me acerqué al cuarto de Valentina,

golpeé

y no hubo respuesta. Volví a tocar y nada. Así que finalmente me decidí a

abrir

la puerta. Todo había funcionado a la perfección.

El sedante la durmió antes de que Valentina alcance a cambiarse de ropa y desmaquillarse, estaba tal y como llego de verse con sus amigas. Estaba preciosa, delicada y candente. En todo caso, quise comprobar que estuviera bien dormida.

-Valentina?

Dije en voz muy alta para intentar despertarla. Luego toqué su hombro y la remecí. Definitivamente debía estar muy dormida porque no había manera de que luego de eso no se hubiera despertado.

Corrí a mi habitación por la computadora y me

conecté

a la sala de chat y al estar dentro repetí la fórmula de la noche anterior.

*Muestro a mi hij

a

*Tiene unas tetas de infarto

En 10 segundos recibí no menos de 50 mensajes. Algunos pedían verla, otros me preguntaban si era el tipo de la otra noche. La expectativa era tal que de pronto el número de amigos en el chat aumentó de 0 a 30 en un instante.

Mucha gente quería acceder, y la situación podría derivar en una terrible desorganización así que empecé a ordenar el show de mejor manera.

*Muestro a mi hija tetona

*E

mpezamos en 15 min.

*C

upo máximo, 75 personas.

Cuando mi bandeja de mensajes llego a 80 personas bloquee el ingreso de mensajes. Me di el trabajo de crear una sala de chat privada con cada uno de los que solicitaron participar.

Había 80 personas.

*Buenas noches caballeros. Seguramente algunos de ustedes de ustedes ya estuvieron presentes en el último show y saben las reglas. Así que las explicaré para los nuevos. En este show no habrá penetración, y el que la solicite será expulsado. Todos los presentes deben mostrarse de la cintura para abajo durante todo el show.

Una vez explique las reglas se activaron las cámaras. Los que no tenían cámara fueron removidos de la sala. Quedaron 71 personas de las 80 que habían recibido la invitación. La pantalla no era lo suficiente grande para mostrar a todos los presentes así que las cámaras iban apareciendo de cuatro en cuatro y cada cierto tiempo se cambiaban de forma aleatoria.

La fauna que mostraba la pantalla era de lo más variada, ancianos, jóvenes,

bóxers

, pantalones, una gigantesca verga negra que hacía que mi herramienta pareciera un dedo índice, en fin, la sala era una mezcla de toda clase de gente. Me preguntaba si tal vez alguna de esas vergas sería la de "doctor" me hubiera gustado que estuviese presente para contemplar su obra.

Encendí la webcam inalámbrica

y

empezamos

el show. Encendí además la luz del cuarto. El cuerpo de Valentina yacía boca arriba sobre las blancas sabanas de su cama, el negro vestido estaba levantado un poco mostrando dos tercios de sus muslos. Sus senos suplicaban ser liberados del brasier y el vestido, amenazaban con derramarse en cualquier momento.

Empecé a recorrer de abajo hacia arriba el cuerpo de Valentina. Al detener el encuadre de la cámara en sus pies la sala se enloqueció con el pedido de que le quite los zapatos y le regale un primer plano de los blancos pies de mi hija. Llene sus pies de caricias y pellizque con mucha ternura sus dedos y varias de las vergas ya empezaban a endurecerse.

*Que lindos pies tiene la nena.

*Vaya zorra

*Con solo esos pies yo me masturbaría.

Al separarme de sus pies empecé a levantar lentamente el vestido de Valentina, sus blancas piernas empezaron a quedar completamente expuestas, se podía sentir la electricidad del ambiente, los espectadores enloquecían.

*Menudas piernas.

*

Ufffff

*Que linda tu hija, que envidia.

Deslicé

mis manos sobre las suaves piernas de mi hija, y develé por completo el misterio. Una tanga negra de encaje se asomó debajo del vestido. Yo y el resto de los chicos que miraban el show ya estábamos en llamas, era la primera vez que veía el delicado pubis de mi hija, apenas cubierta por el encaje negro del interior. Acaricie con delicadeza las zonas cercanas a la intimidad de Valentina. Cabe mencionar que no se podía adivinar el menor rastro de vellos en su conchita y además se podía suponer que tenía una rajita muy delicadita.

Puse la cámara en espera y la dejé sobre la cama, ahora con mis dos manos libres moví el rígido cuerpo de Valentina, encontré el cierre y empecé a deslizarlo hacia abajo,

retomé

la cámara y para deleite de los espectadores empecé a bajar el vestido y asomo el encaje negro del brasier. Mi nena se vestía a juego. Su brasier y su tanga eran del mismo juego. Era toda una putita.

El llamarla así me significó que me estaba dejando llevar por el lenguaje de la gente de la sala.

*Pero que pedazo de puta

*Coño cómo le

chuparía

esas tetas de puta

*Yo la culearía con la ropa interior puesta.

La sala reaccionaba en un estallido de mensajes. Mi verga reaccionaba en con un fuerte temblor. Me detuve un segundo para dar un nuevo recorrido con la cámara y así mostrar el potente cuerpo de Valentina.

Coloque la

cam

sobre la cama un instante. Y aproveché para desnudarme. Mi verga estaba templada como nunca. La cabeza babeaba deseosa de placer. Mi verga empezó a ocupar la parte inferior del encuadre de la webcam, de esta manera intentaba simular lo que los espectadores verían de estar en mi lugar.

Empecé a frotar el pecho derecho de Valentina por sobre el brasier, y comprobé nuevamente aquello que sentí la primera vez, los suyos eran los más suaves pechos que jamás haya tocado, los más grandes pechos que jamás haya tomado. Nunca dejaba de asombrarme lo firme de sus pechos en relación a su tamaño.

Intercambiaba la cámara entre mi mano izquierda derecha para mantener el pulso y darle placer a cada uno de los pechos de mi Valentina.

La sala estallaba ante el pedido de ver los pechos de mi hija al descubierto, ni ellos ni yo aguantábamos más, los líquidos de mi verga eran tal que mi glande goteaba y mojaba la sabana.

Hice caso a la sala y empecé a deslizar suavemente la copa del brasier del lado derecho, lentamente empezó a aparecer una circunferencia de delicado color moreno. Cuando finalmente asomo todo el seno de mi hija, sentí el irrefrenable deseo de darle un lengüetazo a su pecho, poco importaba que me pudieran ver o lo que pudiera pensar la sala, me acerqué y besé con delicadeza el

pezón

de mi hija, luego mi lengua empezó a recorrer sus areolas hasta llenarlas de saliva. La sala enloqueció ante la mirada de su enorme pecho embadurnado. Ahora era turno de su pecho izquierdo.

Oculté

el derecho en la copa del

bra

y desenfundé el izquierdo. A este seno le esperaba un tratamiento diferente esta vez no usaría ni mi lengua ni mi saliva, sería otro músculo y otro líquido el que usaría.

Mi verga se tensó ante el placer que se venía, mi baboso glande brillaba hinchado ante el gusto que le generaba toda esta situación, ni hablar cuando la base mi tranca, hizo contacto con el seno de Valentina. Pensé que en ese mismo instante me

correría

, pero aún había mucho más por recorrer, así que moví mi verga circularmente alrededor de la redonda areola. El roce del

pezón

generaba una corriente eléctrica que me recorría por completo.

El placer era tal que había olvidado lo que pasaba en la sala, ni un espectador se movía de su lugar, todos estaban con la verga al aire, todas esas trancas se veían firmes, duras, y húmedas, todas gozando del maravilloso cuerpo de mi Valentina.

Casi al unísono la sala pedía una sola cosa, ver cómo mi verga se perdía en medio de sus pechos.

*

Mastúrbate

con sus senos

*Te juro que si le haces una rusa me corro ahí mismo.

*Por

diosss

son las tetas más grandes que he visto en la vida.

El hacerme una gloriosa paja con sus tetas presentaba un problema logístico por el encuadre de la cámara, pero improvisé una solución para llevar a cabo esta maniobra, acerqué la mesa de luz, regulé la cámara y pude tener libertad en mis 2 manos para hacerme una paja con los senos de Valentina.

Pasé mis manos por la espalda de Valentina y con maestría

desaté

su

bra

y lo removí con cuidado, así por fin dejé libres sus pechos. La sala estaba conmocionada. La mirada de los pechos desnudos líquido a

2 de los espectadores, alcance a ver como uno de ellos se corría como si de la erupción de un volcán se tratase.

El show anterior no había tenido la oportunidad de detenerle a admirar esa obra de arte que eran sus senos. Pese a estar acostada sus pechos seguían con esa firmeza que tanto me gustaba.

Me senté encima de Valentina, mi verga ya temblaba de placer. Puse mi verga muy cerca a sus pechos, el placer se sentía en el ambiente, así que me acerqué lo más que pude la mesa de luz y

ajusté

la perspectiva de la cámara, la sala lo agradeció y entonces por fin me sumergí.

Tomé ambas tetas en mis manos, y

deslicé

mi verga en ese suave canal, no había necesidad alguna de lubricar, mi verga proveía de toda la materia prima necesaria para deslizarse. Les juro que mi verga se perdía en el medio de sus senos, el tronco de mi verga quedaba perfectamente oculto entre sus pechos. La sala estaba en

éxtasis

. Otro usuario estalló de placer y lleno su escritorio de leche. Ver lo que mi nena estaba provocando me motivaba a moverme con mayor soltura entre sus senos, haciendo un juego de penetración entre ellos. Mientras mi mástil disfrutaba, también les di acción a los pezones de Valentina. Con mi pulgar fui acariciando circularmente sus senos y miré maravillado como parecían endurecerse. Cada estímulo externo me encendía mucho más. Así que el movimiento entre sus senos se volvió frenético. El alcohol y el placer me llevaban a las nubes. Se venía la corrida. Me debatía entre acabar o seguir entonces una perversa idea me atravesó la mente, justo en instante en que una de mis embestidas hizo que la boca de Valentina se abriese un poco.

Lo pensé como un regalo para la sala,

volví a

sostener la cámara con mi mano izquierda, mi mano derecha mientras tomaba el rostro de Valentina y lo acercaba hacia mi cuerpo. Tomé mi verga y empecé a pintar de líquido

preseminal

los labios de Valentina. Varios espectadores se corrieron ante el espectáculo de mi hija con su delicado rostro dormido, siendo pintada en líquidos por mi verga. Ver tanta leche de los espectadores derramándose por mi nena produjo en mi la reacción que tiene la gasolina sobre el fuego, así

que,

sin pensarlo mucho, tomé mi verga y la empujé hacia dentro de la boca de Valentina, el roce de los labios sobre mi glande me dio una descarga eléctrica, la corrida estaba cada vez más cerca, pero no quería dejar de sentir mi verga dentro de la boca de mi hija.

Empujé un poco más y con un movimiento oscilatorio

logré

abrir su mandíbula lo suficiente para que los dientes de mi nena no fueran más obstáculo. La mitad de mi verga entró en Valentina, su boca estaba tibia, mis jugos se intercambiaron con su saliva, su lengua rozaba mi glande, empuje más y sentí el tope de su paladar, Valentina se veía preciosa, tan inocente dormida y con una verga hirviendo dentro de su boca. Las corridas de los espectadores me empujaron al borde del abismo, empecé a masturbarme con la boca de mi hija, entonces se rompieron las cadenas.

Un fuego me recorrió el cuerpo, esparciéndose de la punta del glande hasta el último rincón de mi ser. Alcancé a retirar mi verga de la boca de Valentina pero fue inútil, un grueso chorro de esperma cayó justo dentro de su boca, mis intentos de apuntar a otro lado fueron igual de infructuosos, otra descarga recorrió su rostro desde su frente hasta la punta de su nariz, para cuando termine de recorrer mi

lefazo

con la mirada, otras dos descargas se estrellaban en su frente, ensuciando su cabello y dejando un charco sobre su ojos, mezclándose entre sus pestañas, otro chorro más débil se impactó en sus labios regándose por sus cachetes, otras gotas de esperma quedaron en la sabana y su cuello, cuando pensé que ya no podía ordeñarme más, un último estertor cayó sobre su mejilla.

Está vez ya no hubo culpa, solo placer, placer y satisfacción de saber que semejante corrida también representaba la de más de dos docenas de usuarios que estallaron ante el show que habíamos dado. Me despedí de la sala y cerré la computadora.

Una vez quedamos los dos solos,

admiré

con orgullo a mi hija, con ese cuerpazo y luego miré mi semen sobre su rostro y me sentí feliz. Luego de detenerme a mirarla como si de una obra de arte se

tratase

hice lo que pude con la limpieza del rostro de Valentina,

utilice

una toalla

y la deje lo las limpia posible, eso sí, no hubo manera de sacar la lechita que había caído en su boca, luego hice lo mismo con su vestuario.

La dejé

como la encontré, completamente vestida y profundamente dormida,

agarré

mis cosas y me fui del cuarto, hacia la cocina.

Una vez en la cocina me serví un trago. Este trago me invitó a tomar otro. Quería asegurarme que la culpa no apareciese. Y no apareció. El solo recuerdo de lo que había sucedido hace unos minutos hacía que me vuelva a excitar, y en ese instante algo me pasó por la

cabeza,

dejé

todo en la cocina y me fui a ejecutar la más perversa idea hasta entonces.

Abrí el cuarto de Valentina, prendí la luz, la moví para ver si se despertaba ahora, sin

embargo,

seguía dormida profundamente, saque mi herramienta del pantalón, estaba nuevamente tiesa, la cabeza húmeda y el glande a mil, me subí a la cama, levante el vestido de Valentina, esta vez no habría espectadores, esto era solo para nosotros 2, ella y yo.

Ahí estaba el rojo intenso de mi verga contrastando con la negrura de los encajes de su braga, corrí de costado el interior y mi glande rozó la delicadeza de su conchita. Empecé a mover mi verga hacia arriba y hacia abajo haciendo espacio para que mi mástil entrase. Mis líquidos humedecían la el agujero de mi hija. Los labios mayores ya abrazaban con delicadeza a mi verga, era el momento. Pero no pude.

No pude, la culpa apareció justo en ese instante. Estaba por penetrar a Valentina, pero me surgieron tantas dudas. Volví a colocar su interior y su vestido en su lugar, esta vez me fui del cuarto para ya no volver. Me fui a mi cuarto a intentar dormir no sin antes sumergirme en las dudas sobre si debí o no penetrar a Valentina, no podía darme el lujo de ser yo el que la

desvirgase

, pero por otro lado pensaba que con todo lo que ya le había hecho, el penetrarla era solo un formalismo. Mi mente se

llenó

de tantas preguntas que no me fijé en qué momento me dormí.

Desperté y me alisté para preparar el desayuno, pero Valentina se me había adelantado.

-Te quedaste dormida anoche

-Llegue muy cansada, aparte me agarro mucho sueño.

Conversábamos con Valentina durante el desayuno y con mucha delicadeza intentaba sacarle información, para determinar si había sospechas o algo que pusiera en riesgo lo ocurrido la noche anterior. Valentina vestía con un top deportivo que

hacía

gran esfuerzo por mantener sus senos en su lugar y un pantalón deportivo que ocultaba su figura, su recatado atuendo hizo que la mañana del domingo no tuvo sobresalto alguno.

Intenté comportarme como un padre responsable la mayor parte del tiempo, no negaré que ya era imposible mirar a Valentina con lujuria, cuando se volteaba, cuando no se daba cuenta, mi mirada la devoraba.

Cuando dio la hora de irnos Valentina se acercó a mí. No voy a negar que cada que se aproximaba a mí sentía que era para reclamarme por todo lo que había hecho.

-Gracias papá

-Que pasó hija?

Pregunté muy asustado.

-Por dejarme ir con mis amigas.

La sensación de alivio no tuvo precio. Salimos a comer y la deje con su madre, quedamos de vernos dentro de unas semanas y nos despedimos como siempre.

Llegué

a casa y decidí tomar algo de whisky para no perder la costumbre. Una vez

más

recordé que no había leído los mensajes que habrían quedado después de la faena de la noche anterior, me sentía feliz, la calentura me empezó a subir mientras leía la correspondencia de los espectadores, sin

embargo,

de pronto, todo dio un vuelco.

El vaso de whisky casi se me resbaló de las manos, el susto que tuve la última vez no se comparaba en lo absoluto al que tuve cuando leí la primera línea del mensaje que un usuario anónimo me había dejado en el buzón.

*Es muy guapa tu hija Valentina…

Como podía este usuario saber el nombre de Valentina, nunca había colocado su nombre en la sala, no había manera de que

él

lo supiera. Si la primera

línea

ya me helaba la sangre, la segunda casi me produce un infarto.

…búscame mañana mismo en el bar de junto a la Plaza Central, si no lo haces toda la ciudad sabrá de lo que has hecho, contáctame.

...Continuará.


E

l recibir sus valoraciones, opiniones, criticas y sugerencias sean cortas, extensas, positivas, negativas crueles o compasiv

a

s

m

e haría muy feliz y me motivaría un montón a seguir escribiendo

esta ficción

,

me

interesa mucho mejorar y sus opiniones son la principal forma de hacerlo.

Les agradece:

-

vladimirtrach@outlook.com