Mientras unos disfrutan, otros trabajamos...
No encontraba trabajo en España, había echado el curriculum con mi recién licenciatura en fisioterapia y me desesperaba. La beca me la había gastado entera y en casa los ingresos de mis padres no daban para darme ningún capricho. Llevaba dos meses sin novia que me duró lo que duró la carreta, tras volverse a su pueblo decidimos acabar porque no estábamos dispuestos a seguir una relación a distancia...
No encontraba trabajo en España, había echado el curriculum con mi recién licenciatura en fisioterapia y me desesperaba. La beca me la había gastado entera y en casa los ingresos de mis padres no daban para darme ningún capricho. Llevaba dos meses sin novia que me duró lo que duró la carreta, tras volverse a su pueblo decidimos acabar porque no estábamos dispuestos a seguir una relación a distancia...
Las semanas pasaban y una web de empleo me señaló para una entrevista en una cadena de hoteles. Pensé que sería en mi ciudad y tras leer detenidamente la propuesta decidí ir a la entrevista. Mis padres lo vieron cierta esperanza pues no estaban como para mantenerme.
El día de la entrevista pensé en arreglarme bastante, quería dar buena imagen y parecer con mi presencia algo más que un chaval sin experiencia de veintidós años. Me puse una americana azul marino, una camisa celeste, pantalones grises y una corbata azul marino a juego con la chaqueta... Mi 1,85, mis 82 kg, mi pelo moreno engominado y mi cuerpo cuidado de dietas completado con trabajo en el gym. En definitiva, era una oportunidad y en casa no hacía demasiada gracia que no tuviera ocupación alguna.
Cuando llegué la cola llegaba a la puerta del hotel, desanimándome un poco, pero con la paciencia justa para ver de que se trataba. Era una gran cadena de hoteles y supongo que la oportunidad era un reclamo para todos los que habíamos estudiado para fisioterapeuta. Yo me mantuve un poco al margen de lo que comentaban en la cola, no quería que la espera fuera una relato de aquellos que habían ido de entrevista en entrevista sin suerte.
Por fin mi turno estaba apunto de llegar, abriéndose la puerta y apareciendo una mesa con tres personas que me fundieron a preguntas. Tanto de mi nula experiencia, mis aspiraciones y sobre la disponibilidad que tenía. De las tres personas que me hacían la entrevista, destacaba una mujer mayor, incesante en todas las cuestiones y siendo tajante en cada afirmación. La entrevista terminó diciéndome para qué era la entrevista: "El empleo es para trabajar de fisio en uno de nuestros hoteles en Punta Cana".
Me quedé algo sorprendido por dentro pero mi cara no lo expresó... Diciéndoles que estaría encantado en trabajar para ellos y que me parecía una oportunidad magnifica. Nada más lejos de la realidad, aunque supe interpretar mi papel por si sonaba la flauta. Me levante y tras estrechar sus manos abandone la sala.
Cuando llegué a casa se lo tuve que describir a detalle a mi madre... Ella se lo tomó con humor pensando que el puesto no era para mí y que no me iba a llamar. Así, de esta forma, dejé de pensar en la entrevista y seguí buscando empleo.
A la semana, para mi sorpresa, sonó mi móvil con un número desconocido... Una mujer preguntaba por mí, diciéndome que habían pensado que el puesto era para mí y que tenía que incorporarme cuanto antes... El revuelo en mi casa fue algo contradictorio, entre la alegría de comenzar a trabajar y la incertidumbre de irme solo al extranjero. Era cuestión de prepararme y no mirar atrás, no quería arrepentirme de no haber aprovechado una oportunidad así. Y al fin y al cabo: ¿Qué podría salir mal? Mis maletas estaban llenas de ilusión y de ganas de vivir. Mientras mi madre lloraba y mi padre se preguntaba qué resultado me daría para mi profesión aceptar ese trabajo.
La despedida no me dejó demasiada huella, pues siempre me podía volver cuando quisiera y tenía que demostrar que podía valerme por mí mismo.
Tras horas de avión aterricé en la República Dominicana, en el aeropuerto una furgoneta del hotel me esperaba para trasladarme... El yet lag no debería afectarme demasiado y tomé un café sólo llegar al hotel, no quería que la encargada de recursos humanos viera mi cara de despistado.
La seriedad de los recursos humanos me dejó claro mi función, haciéndome hincapié que allí no estaba de vacaciones. Una seriedad propia de un resort para que ningún empleado utilice el trabajo como algo ocioso... Me enseñaron las instalaciones y donde sería mi lugar de trabajo, un rápido contacto con mi nuevo espacio y saber mis horarios.
Me fui a la habitación recorriendo las instalaciones e intentando pensar que aquella oferta de fiesta no era para mí. Me acosté y tomé una pastilla para dormir y estar al cien por cien al otro día.
Me puse el cómodo uniforme blanco que me había dado el hotel y me dispuse a entrar a aquel salón con dos camilla... Pensé que por allí pasarían personas para quitarse el estrés, no siendo la labor para la que me había formado, pero sabiendo que nadie iba a recurrir a mí para tratarse... (pensamientos que tampoco me afectaban).
Estuve días dando masajes a personas mayores y muchas veces sirviendo de conversador a personas que necesitaban relajarse... El precio añadido del hotel por ese servicio era una barrera para que no se llenara aquello (cuestión que agradecía). Pero no iba a ser así de infalible ese filtro...
Una tarde, a última hora, llegaron dos chicas españolas... les dije que sólo podía tratar a una y que la otra podría ir al otro día... Una de ellas acepto en que la atendiera al otro día y la otra se quedó. Una chica morena, alta, muy blanca y un poco quemada del sol... Destacaba un poco porque se veía que se cuidaba (además de una 95 D, que seguramente habría sido regalo de su nuevo marido). Me dijo que sólo buscaba relajarse un poco, que después de la boda y el viaje quería desconectar... Intenté relajarla y a la vez relajarme yo... era la primera chica que pasaba por allí que me llamaba la atención. Fui bastante cuidadoso y estuve atento para que se fuera satisfecha. La conversación fue animada, pero lo propio de una chica que se acababa de casar...).
A la mañana siguiente, a primera hora, apareció la amiga. Una chica más bajita, castaña de pelo y también un poco quemada del sol... También parecía que se cuidaba...o que se lo había currado bastante para la boda... Me contó que su amiga le había dado muy buenas referencias sobre mí y masaje (mientras sonreía). Le había confesado que eran las mejores manos que le había rozado tras la boda... Todo con muy buen rollo pero dejando caer que le había gustado de más... Yo le seguía el rollo aún suponiendo que era un comentario entre amigas... Se despidió y me dijo que la amiga volvería por la tarde.
Al llegar a abrir ella ya estaba en la puerta. No venía con la típica ropa de piscina, venía arreglada con un vestido celeste y unas sandalias de tacón... Me llamó la atención que viniera así... cuando se puso en la camilla se le intuía un culotte de encaje negro que dejaba ver en el filo de la toalla... Sentía que ella hablaba y suspiraba buscando mis ojos en cada frase... Suponía que era sólo mi imaginación, pero el tonteo era más que evidente... Me pidió permiso para quitarse la toalla y allí apareció su redondo culo metido en el culotte. De momento hubo un silencio y me pidió que siguiera el masaje en sus piernas. Yo empece a dar el masaje de una forma muy profesional pero no había duda de la química en cada frase, obviando que había venido de luna de miel. Cuando comencé a masajear sus muslos los suspiros se convirtieron en jadeos suave, que interrumpían la conversación... Involuntariamente mi miembro se puso enorme bajo el pantalón blanco, intentando disimularlo algo que se me hacía imposible. Yo era un chaval al lado de esa mujer recién casada y ella sabía jugar sus cartas... Porque su mirada se fijó en mi pantalón, expresando dulce: "Uy creo que el masaje nos está gustando a los dos...". Yo ante tal comentario me sorprendí: "bueno llevo tiempo sin pareja y aquí no nos dejan hacer nada...y...y... a los chicos se nos notan más" dije tímido. Justo en ese momento ella bajo su mano, entrando dentro de su culotte y comenzando a masturbarse... Sus jadeos eran ya gemidos bajitos, cuando sentí subir por mi pantalón su mano.
Comencé a decirle con la voz entrecortada: "No puedo...me pueden echar", pero ella no cesaba de rozar con la punta de los dedos sobre la tela... Mi miembro palpitaba y no podía controlar ese deseo. Cuando miré hacia abajo el nudo del cordón ya estaba desatado y ella masajeaba con habilidad por encima de mi bóxer gris de Ck. Se mordió el labio y dijo: "Tranquilo, no vas a ser sólo tú el que masajee"... Estirando la goma de mi bóxer y saliendo mi rabo como un resorte. Mi polla gruesa de 18,5 cm, con las venas muy marcadas en el tronco y con mi capullo como un gran fresón babeante, que ella pajeaba con devoción mientras susurraba "Acércate a la camilla..." y muy decidida comenzó a mamarmela con locura. Mis jadeos se multiplicaban y mi mano entro por detrás a su ropa interior, había aguantado demasiado y era más el deseo que el poder controlarme. Mis dedos bajaron y comenzaron a acariciar los labios de su coñito depilado por detrás, empapándome los dedos y entrándole dos de ellos como un cuchillo en mantequilla. Sabía qué me podía costar aquello, pero mi cabeza no estaba para pensar. Mientras, ella me la comía apasionadamente, llenando de sus babas mi miembro y sin dejar de mirarme a los ojos (sabía cómo me tenía entregado...). No dejaba de lamer mientras gemía. En un momento se sentó en la camilla y se saco su ropa interior, susurrando; "Te toca, cómeme...". Su coñito depilado empapado me llamaba a gritos, bajando mi boca por sus muslos y dando un lametazo desde su culo a su clítoris... Dándole muerdos a su clítoris mientras los labios de su coño empapaban mi barbilla. comencé a comerle el coñito y el culo a la vez, mientras ella masajeaba sus redondas tetas y murmuraba "Fóllame, fóllame...".
La senté en la camilla y me quité la camiseta. De pie entre sus piernas y agarrando mi polla con mi mano me pajeaba chocándola contra los labios de su vagina. Enfile mi miembro con mi mano y moví mis caderas, comenzando a penetrarla. Mi miembro la atravesaba... ella me abrazo con las piernas la cintura y yo agarrando sus muslos le daba a fondo... Su cara era realmente de gozo y de lujuria, una cara de saber que no estaba bien lo que hacía pero que su instinto no le permitía controlar. Tenía esa necesidad de placer y yo me encontraba igual. (Necesitaba tener cuidado para que el siguiente paciente no me pillara). Así que mis embestidas empezaron a ser más fuertes y descontroladas al oir su susurro de "No puedo más...me voy a correr...". Mi polla comenzó a convulsionar y a mis chorros de leche escupían en su coñito de recién casada, inundándolo mientras ahogábamos los gemidos besándonos... Ella se recompuso, un poco avergonzada y sabiendo que debía volver, dándome un beso y diciéndome que volvería...
Así empezó mi periodo en el resort... No olviden que de la formalidad estricta al deseo hay una línea roja que no sabe quién puede atravesarla y volver nuestro mundo del revés- continuará...