Mientras trabajo en el taller

Me mira mientras trabajo y se pone cachonda

Suena el timbre con insistencia. La chica de la oficina acaba de salir a desayunar y tardara en venir. El jefe ha salido a visitar a un cliente y yo estoy solo en el taller contiguo preparando un encargo.

Vuelve a sonar el timbre y finalmente me decido a abrir la puerta. Mientras recorro el camino desde la trastienda vuelve a sonar con impaciencia y esto me cabrea bastante. Al llegar a la puerta de entrada veo a través del cristal una mujer vestida con un vestido largo de mucho vuelo adecuado para un día tan caluroso como el de hoy.

Tiene una melena abundante, rizada de color rojizo que enmarca su cara redondeada. Una bonita boca con labios ligeramente rojos dibuja una simpática sonrisa. Me transmite buenas vibraciones, la percibo afable y parece de esas mujeres a las que gusta reír y que su buen humor contagia.

Sus téticas son medianas pero bien puestas, con mucho salero, y se las sujeta con un sostén muy discreto. Las caderas rotundas en contraste a una estrecha cintura. Me imagino que debe tener un buen trasero.

Me pregunta por el jefe, y como no está en la oficina, pregunta por la secretaria que tampoco está presente. Decide esperar a que vuelva la secretaria a pesar que le he advertido que tardará un buen rato en volver. Yo vuelvo a mis tareas en el taller.

A través de una vieja radio puesta a toda potencia suena la música más veraniega. Yo me muevo entre las herramientas y los tubos de metal al ritmo de la música.

De reojo, veo como ella me observa y sigue mis movimientos mientras disfruto de mi trabajo bailando alegre.

Llevo una camiseta de tirantes roja descolorida de talla muy grande que deja a la vista una parte muy considerable de mi bien trabajado torso, unos tejanos recortados a la altura de los muslos y las botas de seguridad completan mi atuendo para este caluroso día.

Sabiendo que me observa, muevo las caderas con violentos vaivenes en medio de una especie de salsa veraniega igual que si fuese un bailarín discotequero

De repente, con gran estruendo caen varia barras de aluminio al suelo. Inmediatamente la mujer se asoma interesándose por mi estado. Le indico que no ha pasado nada y que unos tubos mal apilados se han movido y caído pero sin causar ningún daño.

La veo titubear todavía un poco conmocionada por el susto. Está muy rica y para mantenerla cerca le doy conversación, puede ser que le guste verme desde más cerca y a mí me gusta provocar a las mujeres luciendo mi cuerpo atlético.

Me mira con interés mientras trabajo. Mi cuerpo bronceado, brillante por el sudor parece que le atrae bastante. Se ha puesto de forma que la luz le da en la espalda y sus piernas se trasparentan tras la fina tela del vestido.

Desde el punto donde me encuentro parece como si no llevase vestido puesto, y cada vez que se mueve veo con nitidez donde acaban sus piernas imaginándome un coño peludito y juguetón.

Ella me mira y se muestra sin tener conciencia del juego de transparencias que provocan los rayos del sol. Yo la miro y me esfuerzo en ofrecer mi perfil más varonil para que disfrute con la vista ella tambien.

Finjo tener que pasar junto a ella, y le doy un restregón por el culo muy intencionado. Le pido disculpas y ella me regala una amplia sonrisa, sin dar importancia al roce.

Al volver, la encuentro de espaldas en postura todavía más predispuesta al contacto. No desaprovecho la oportunidad y me premio con un buen sobe sobre sus duras nalgas.

Hace calor… mucho calor. Se desabrocha un par de botones del escote…ufff como sube la temperatura.

Voy hasta un rincón a buscar unos tubos y al volver me la encuentro sentada sobre la mesa de la secretaria, con las piernas cruzadas y la falda bastante por encima de la rodilla. Se me cae una herramienta y me agacho a recogerla, levanto la vista y veo la parte inferior de sus esplendidas piernas y principio de sus nalgas.

Un bulto tremendo debajo del pantalón me incomoda. Hago esfuerzos para disimularlo pero opto por la alternativa de colocármela mejor.

Su presencia me excita y me seduce. Decido tomar la iniciativa. Voy hacia ella mirándola a los ojos. Ella no se achica y mantiene desafiante la mirada. Al llegar junto a ella, le separo las piernas, me coloco entre ellas, le tomo la cara entre mis manos y le doy un beso bien intenso.

Ella me coge por los antebrazos como queriendo deshacerse de mí, pero sin hacer fuerzas para ello. Al segundo beso me responde con ardor.

Nos besamos apasionadamente. Me pego a ella y entre suspiros y gemidos, mis manos recorren su cuerpo, oprimen su pecho, y mi boca se lanza a morder y lamer sobre su desnudo cuello.

Siento su corazón palpitar enloquecido y como sus pezones se erizan. Un instante mas tarde, ella me despoja de la camiseta. Yo le saco la blusa y el sostén a continuación. Me pongo a besar y morderle los pezones mientras ella hurga sobre mi bragueta sin atreverse a liberar mi miembro.

Le levanto la falda hasta la cintura dejando al aire sus piernas y su braguita inmaculada con pequeños brocados. Pongo los dedos entre sus piernas y acaricio sobre la tela. Adivino una zona llena de pelitos rizados y unos labios blandos y carnosos.

Aprieto sobre ellos y se le escapa un suspiro. Paso la mano por la piel de sus muslos y recalo sobre su ardiente coñito. Ella sigue manoseando por encima del pantalón. Me desabrocho el cinturón y los dejo caer, se lanza a acariciarme el pene y los testículos por encima del bóxer de lycra que permite marcar claramente las formas.

Le tomo su mano entre las mías y la acompaño hasta que me desnuda. Me coge del culo y me aprieta como comprobando las firmeza de mis nalgas. Luego me coge el pene y baja lentamente el pellejo. Le dejo que disfrute con la vista y con el tacto de mis partes.

Ella, muy excitada juguetea con ellas imaginado como será tenerla dentro. Sin mas dilación, le echo a un lado la braguita y descubro su conchita. Me mojo el dedo en saliva y lo llevo hasta sus labios. Tras apretar ligeramente se hunde entre ellos con lo que siento su humedad y su calor.

Recorro su rajita hasta encontrar su perlita. La rozo y luego la presiono con cuidado. Suspira y se abraza a mi. Mi dedo se cuela hacia dentro y siento como al ir penetrando se produjese una descarga de flujo que me moja la mano.

Ella se aferra a mi con fuerza, impidiendo que me mueva. Pasados unos segundos de intensa emoción, me separo lo suficiente para poder encarar mi pene en su conchita.

Enrosca sus piernas sobre mi cintura y me conduce lentamente hacia su interior. Suavemente mi pene se va colocando dentro. Cada vez mas profundamente, abriéndose paso entre sus carnes, frotando intensamente.

La cojo por las piernas obligándola a recostarse sobre la espalda en la mesa de la secretaria. Su coñito queda justo en el borde y a la altura adecuada, empiezo a empujar lentamente, desde la puntita hasta la base del pene se van desplazando adentro y afuera abrazados por su vulva jugosa.

La postura es tan cómoda para ambos que no me importa prolongarla durante largo rato. Me gusta golpear con mis testículos sobre sus nalgas y verle la cara cambiando la expresión cuando entra y cuando sale.

Luego empiezo a bombera con ritmo creciente a la vez que le doy un poco de inclinación para conseguir el máximo de estimulación. El placer es inmenso pero a la postura le falta un puntito de velocidad.

La saco, la restriego sobre sus labios dilatados y sensibles. Doy unos golpecitos sobre su clítoris viendo que ya esta muy próximo el orgasmo.

Sin mediar palabra, la hago levantar de la mesa y la pongo con los antebrazos apoyados sobre ella dándome su culo. Le bajo las bragas que caen a plomo sobre sus sandalias veraniegas. Pongo sus faldas sobre la espalda y la mano entre sus cachetes. Noto su vulva ardiendo y mojada. Meto el dedo y le acaricio.

Ella entre gemidos me pide que le meta el pene. Así lo hago y empiezo a bombear con fuerza y bien duro, al tiempo que con las manos la atraigo hacia mi y la alejo. Sus cachetes tiemblan y sus piernas flojean. Me gusta sentir el chasquido de nuestra piel al encontrarse cuando la tengo metida hasta el fondo.

Así, en esta postura no duraremos mucho, me pide más y más, que no me detenga, yo le doy  más fuerte, y esto es la puntilla que necesitaba para llegar a mi clímax.

Me deshago en una larga corrida, al tiempo que una larga serie de espasmos anuncian con claridad mi tremendo orgasmo. Ella culea describiendo círculos. Aprovecha el contacto íntimo y recoge las ultimas sacudidas para llegar a su plenitud sintiéndose inundada por la descarga de mi pasión.

Pocos minutos más tarde aparece la secretaria malhumorada, atiende a la señora y luego me entero que la semana próxima le iremos a instalar unas mosquiteras en su casa.

Espero que llegue ese día con mucha impaciencia.

Deverano