Mientras mi novio no estaba...
Este es mi primer relato que escribo, espero sea de su agrado...
Hola, mi nombre es Luisa, tengo 19 años y soy universitaria. Físicamente, soy chaparrita, de tetas pequeñas, pero con unas piernas bien formadas y una colita muy grande y paradita.
Esto que les contare, me sucedió cuando tenía 18 años, para entonces yo ya era una ninfomanita que le encantaba recibir lechita caliente. Era una fresca noche de Octubre, mi novio había salido fuera de la ciudad y me había dejado solita y con unas tremendas ganas de recibir un rico pene en mi conchita, así que decidí salir a caminar un rato sola, me puse una minifalda negra que lucía muy bien puesta en mi culo, lo cual buscaba resaltar mas para atrapar a alguien esa noche que me diera una rica follada.
Salí de mi casa, eran casi las 11, había comenzado a caminar y notaba como los hombres en los carros que pasaban miraban mi culo contoneándose de un lado a otro, podía sentir sus miradas morbosas y eso me ponía aun más cachonda. Había caminado ya unas 3 cuadras, iba doblando por una esquina casi oscura, cuando de pronto veo el brillo de las luces de un auto, cuando se aproximo vi al hombre que iba manejándolo, no era nada grandioso el tipo, pero aun así mientras me miraba le regale una sonrisa, la cual ocasiono que inmediatamente el se frenara y retrocediera un poco, se me acerco y bajo su ventanilla:
-Hola, ¿a dónde vas tan guapa?
Yo sonreí nuevamente, -Estaba algo aburrida y salí a caminar un rato.
-¿No te gustaría ir a dar una vuelta conmigo?
Lo mire y mordí mi labio inferior levemente, y antes de darle respuesta me abrió la puerta y me dijo que subiera. Subí, e inmediatamente me pregunto cuánto años tenia y le sorprendió mucho cuando le dije que 16.
-No hay ningún problema con que yo tenga 30?
-Por supuesto que no.- Le respondí
-¿Y qué andas buscando a estas horas?
-Alguien con quien pasar un rato rico.- Respondí mientras habría mis piernas al mismo tiempo que mi mirada se fijaba en su bulto.
El inmediatamente puso una mano debajo de mi falda y acaricio mi conchita sobre mi ropa interior y no pude evitar soltar un pequeño gemido.
-Que calientita se siente.- Me dijo mientras la acariciaba. -¿Quieres ir a mi departamento?
-Me encantaría.- Le dije mientras mi mano se lanzaba hacia su bulto ya duro.
El acelero y mientras conducía iba acariciando mi conchita ya empapada por lo cachonda que estaba. Llegamos a su departamento y mientras subíamos las escaleras el no dejaba de manosear mi culo.
En cuanto entramos, el me abrazo por atrás, frotando su bulto contra mis nalguitas, podía sentir su pene tan duro y caliente, y así me llevo hasta su recamara; ya estando ahí me sentó sobre su cama y comenzó a comerme la boquita mientras manoseaba mis tetitas. Ya estábamos muy calientes e inmediatamente el me puso en cuatro y contemplaba mi culo con mi tanguita puesta.
-Que rico culo tienes.-Dijo al mismo tiempo en que me volteaba y me abría de piernas.
Comenzó a frotar mi conchita muy efusivamente y sin quitar mi tanga, comenzó a rozar su lengua húmeda por mi conchita, me calenté aun más y me volvía loca esperando sentir su lengua haciendo contacto directo con mi conchita.
-Ya quítame la tanguita y cómeme la conchita por favor.- Le dije mientras gemía.
El hizo a un lado mi tanguita y empezó a comerme la conchita como nunca antes nadie lo había hecho, y yo me volvía loca sintiendo como ese desconocido succionaba todos los fluidos que me salían hasta que me hizo venirme en su boca. El relamía sus labios mientras yo me sentaba y me acercaba hacia su pene tan duro y viril. Comencé a lamer la puntita lentamente, y él se desesperaba porque me tragara ya todo ese trozo de carne.
Después de torturar su pene a pequeñas lamiditas comencé a chupárselo como toda una puta, trataba de tragarme toda esa verga dura. Lo chupaba como una loca totalmente desesperada.
-Que rico sabe tu pene papi.-
-No pares de chupármelo, me encanta como lo haces.- Me dijo mientras volvía a meterme una vez más su pene a la boca.
Después de darle una buena mamada, y ya estando calientes a más no poder, bruscamente el me puso en cuatro, yo estaba tan ansiosa por sentir esa verga rompiéndome la conchita, estaba completamente empapada, con mis fluidos escurriendo por toda mi vagina perfectamente depiladita. Ahora el me torturaba a mí, frotando de arriba abajo su pene, pasándolo por mi clítoris ya hinchadito, mi respiración se agitaba cada vez más, yo me volvía loca por tenerlo ya dentro de mi
-¿Quieres que te de mi verga ya?- Me pregunto mientras comenzaba a frotar más fuerte verga en mi conchita.
-Si! Ya dámela toda por favor!- Le respondí desesperadamente.
-Bien, entonces te lo daré de golpe
Coloco su pene a la entrada de mi huequito y sin más, lo dejo ir todo hasta el fondo, un gemido aun más fuerte salió de mí y el comenzó a darme muy duro por mi conchita mojada, yo gemía como loca, estaba completamente desquiciada por esa verga. Un hombre maduro me estaba follando como nunca antes nadie lo había hecho, ni siquiera mi novio me había follado de tal manera.
-¿Te gusta recibir mi verga así zorrita?- Me preguntaba mientras me soltaba una nalgada muy dura.
Yo solté un fuerte quejido por esa nalgada, que más que dolor, me causaba mucho placer.
-¡Me encanta papi! Pégame más por favor!
-¿Con que te gusta que peguen eh putita? Entonces te castigare más.
Y comenzó a nalguearme más rápido y más duro, yo gritaba de tanto placer, las lagrimas se escurrían por mis mejillas de tanta excitación que estaba sintiendo, el aumento más la velocidad con que me la metía, mientras con una mano sujetaba mi largo cabello y lo jalaba. De pronto me soltó una nalgada aun más fuerte que me encanto tanto que me hizo correrme de una forma tan frenética, yo caí sobre la cama casi retorciéndome de tanto placer algo exhausta de semejante follada, pero el aun seguía duro y sin correrse. No podía dejarlo así, entonces me senté en la cama y lo tome de la mando invitándolo a acostarse. Ya estando acostado, comencé a darle nuevamente una mamada, después de limpiar todos mis fluidos de su pene me acomode dispuesta a cabalgar esa verga dura como una piedra. Empecé a moverme lentamente arriba de él y podía sentir la fricción que hacia mi clítoris en su vientre, era tan rico sentir mi botoncito rozándose con su piel y eso me provocaba empezar a moverme más y mas rápido, sus manos de él se posaban en mis tetas, apretándolas fuertemente mientras los movimientos se hacían cada vez mas frenéticos. Mi conchita estaba muy sensible aun de mi corrida anterior y comenzaba a sentir un hormigueo por mis paredes vaginales.
-Me voy a venir otra vez.- Le pude decir apenas, ya que casi ni podía hablar de tan excitada que estaba.
El me hizo un poco hacia el frente, dejando caer mis tetitas sobre su cara y mi colita parada, me chupo una tetita y comenzó a moverse muy rápido.
-Ah que rico me das verga!.- Le dije mientras comenzaba a correrme tan exquisitamente.
Me dio la vuelta, tumbándome en la cama boca arriba, junto mis piernas y las llevo hacia su hombro, yo me sentía completamente extasiada mis ojos se ponían en blanco por las contracciones que aun daba mi vagina. El volvió a penetrar y comenzó a darme duro, yo estaba hecha una loca, sentía que mi conchita iba a explotar de tanto placer, y en menos de lo que me di cuenta me estaba corriendo de nuevo.
-Qué rica se siente tu vagina cuando se contrae, harás que me venga.-
-Dame tu lechita en mi boquita papi, me la quiero tragar toda.- Le respondí desesperadamente.
En un movimiento brusco él se zafó de mi vagina y rápidamente acerco su pene a mi boquita, el lo masturbo un poco mientras yo habría mi boquita y sacaba mi lengua esperando como una niña buena que me diera de comer mi rica lechita. Pude ver como apretó su glande, y toda su lechita salió de golpe hacia mi boquita, yo succione su pene para no desperdiciar ni una sola gotita y me encantaba ver como se sobresaltaba por mi acción.
Fue una noche inolvidable, yo me vestí, con mis piernas aun temblando por los orgasmos, y sin más salí de aquel departamento, el cual jamás volví a visitar