Mientras mi madre dormía...

Hice que mi madre soñase con el paraíso.

MIENTRAS MI MADRE DORMÍA

Era domingo por la mañana, las doce aproximadamente. Yo dormía plácidamente. Cuando de pronto oí la voz de mi madre:

-¡Estela! Ya es hora de levantarse.

Abrí un ojo y dije:

-Vamos, es domingo, déjame un poquito más por favor.

Estaba harta de que a mis quince años controlasen mi vida, tenía ganas de ser mayor de edad

para poder hacer lo que me viniese en gana.

A mis quince años mi cuerpo estaba bastante desarrollado ya. Tenía unos senos bastante apceptables, mucho más grandes que la mayoría de las mujeres que conocía, a excepción de los de mi madre, que eran más grandes que los míos. Ambas éramos delgaditas y rubias, estábamos de muy buen ver, y no es por echarnos flores, todo el mundo lo decía. Mi madre tenía treinta y dos años, me tuvo de muy jovencita.

-Venga, va. Arriba, que ya está bien.

Mi madre se agachó a darme el beso de buenos días mientras yo estaba en la cama. Llevaba puesto el camisón de dormir todavía. Cuando noté que sus labios besaron mi frente, contemplé aquel escote. Como en todos los veranos, mi madre acostumbraba a dormir sin sujetador, por lo que aquella visión quedó grabada en mi mente. Yo no era lesbiana, y mucho menos iba a atraerme el escote de mi madre. Aquello sólo fue una sensación de querer tener algo algún día tan bonito como lo suyo, a pesar de que no tenía nada que envidiar con lo que yo poseía.

Mi padre viajaba mucho, por lo que mi madre y yo estábamos solas mucho tiempo, y ésta es una de esas ocasiones.

Pasé el día con mi madre, a solas. No podía quitar de mi mente esa imagen, pero yo estaba segura que era por aquello de querer parecerme a ella de mayor. Tener unos senos tan perfectos como los que yo había visto.

Mi madre llevaba puesta ese día una camiseta de tirantes y unos pantalones muy cortos, al igual que yo. No era para menos, debido al sofocante calor que hacía.

De todas formas, quise asegurarme de qué era lo que me ocurría. Y pensé que volviendo a ver esos pechos, aclararía mis dudas. Así que tenía que maquinar un plan para ver sus senos, sin que ella sospechase nada de nada.

En aquel momento vi que estaba sentada en su mesa escribiendo algo. Se me ocurrió algo. Pasé por su lado y disimuladamente golpeé con el codo el bote de los bolígrafos que había en el escritorio:

-¡Huy! Qué torpe soy, perdona madre, te ayudo a recoger.

-Tranquila, no pasa nada

Entonces nos pusimos a recoger los bolígrafos entre las dos. Mi madre ni siquiera se levantó de la silla, giró sus pies hasta sacarlos fuera de la mesa, y sentada, se acercó al suelo, y empezó a recoger. Yo estaba de rodillas. Nuevamente aquella impactante visión. La camiseta que llevaba, tenía más escote aún que el camisón, podía contemplar aquellos senos en todo su esplendor. Se movían de un lado hacia otro, al compás de los movimientos que realizaba con sus brazos. Era una visión mágica. Empecé a notar cierta humedad en mis braguitas. No lo podía creerlo, ¡mi propia madre me ponía a cien!

-¿Qué haces?- me sorprendió mi madre- ¿no recoges?

No respondí. Miré al suelo y recogí todos los bolígrafos que quedaban de golpe y me fui a mi habitación.

Estuve pensando y pensando. Pero necesitaba más pruebas. No podía sentirme excitada por mi propia madre, seguro que estaba confundida.

Así que pensé en otra cosa para asegurarme.

No se me ocurría nada.

Pero vi que mi madre quería tomarse una ducha, y entonces rápidamente se me ocurrió algo. Antes de que ella entrase en la ducha, me metí yo y rompí el pestillo. Se lo dije, que fue sin querer y me dijo:

-No te preocupes cariño.

Llegó el momento. Se metió a la ducha. Esperé a que abriera el grifo a para abrir la puerta con sigilo. Allí estaba, desnuda, masajeando su hermoso cuerpo bajo el agua. Se pasaba las manos por todo su cuerpo. Cerró el grifo para enjabonarse, y tenía los pezones durísimos, debido a que se estaba duchando con agua fría. Se enjabonó esos pechos que tanto deseaba, ya no tenía dudas. Quería tocarlos, chuparlos morderlos. Se masajeaba ese coñito que tanto deseaba. También quería tocarlo, chuparlo y morderlo. Estuve mirándola un buen rato, mientras me masturbaba. Tuve varios orgasmos. Salió de la ducha y yo rápidamente me fui a la sala de estar.

Sentada en el sillón, mi vagina tenía unas contracciones tan fuertes, que no pude evitar el orgasmo y humedecí bastante mis braguitas y mi pantalón corto. Mi madre con una toalla liada por su cuerpo, pasó frente a mi:

-¿Y esa humedad de tu ropa? ¿te has mojado en algún sitio?

Yo no sabía qué decir.

-Vamos quítatelos pantalones y dame que los tienda para que se sequen.

Así lo hice. Mi madre me observaba mientras me bajaba los pantalones, y aquello me volvía a producir excitación. Sus pechos estaban asomando por encima de la toalla, que a su vez casi dejaba ver su vagina por debajo de ella. Nuevamente me estaba calentando. Le di los pantalones, pero al cogerlos, ocurrió algo inesperado. Su toalla cayó al suelo y pude contemplar aquel maravilloso cuerpo de nuevo. Era lo que faltaba, mi coño volvió a emanar nuevos jugos, y mi madres se percató de ello, justo cuando se volvía a liar la toalla a su perfecto cuerpo:

-¿Qué te ocurre? ¿otra vez pensando en chicos? No seas una guarra y haz eso cuando nadie te vea.

Y sin más, se marchó a tender los pantalones.

Estuve toda la noche pensando en ella. Se me ocurrió de nuevo algo.

Eran las tres de la madrugada y puse en marcha mi plan.

-¡Ahhhhgggggg!

Pegué un gran grito. Mi madre acudió al instante:

-Tranquila, sólo ha sido una pesadilla- y me tomó entre sus brazos.

Me apretaba entre ellos. Sus senos estaban rodeando mi cara. Yo iba a desmayarme de tanta excitación cuando dijo:

-Me quedaré a dormir contigo para que no tengas miedo.

A lo que yo accedí con cara de boba.

Ella ya dormía, cuando cuidadosamente, levanté el escote de su camisón, y metí una mano en busca de una de esas tetas que tan loca me volvían. La palpé, la sentí. Proseguí a meter la otra en dirección hacia el otro seno. Estaba en la gloria.

Me lancé más al fondo en mi aventura. Besé su boca . Subí su camisón hasta dejar al descubierto sus bragas, las cuales aparté lentamente. Empecé a lamer su vagina lentamente, la mía ya se excitaba simplemente de ver aquel espectáculo. Me quité mi camiseta, y con uno de mis pezones que estaba a punto de estallar, empecé a masturbar a mi madre. Lo movía lentamente, pero cada vez más rápido, llevada por la pasión. Y, sin darme cuenta, me excedí en la velocidad, y mi madre, que empezaba a gemir de placer, estuvo a punto de despertar. Pero siguió durmiendo.

Paré unos segundos para evitar que ella despertase. Yo ya estaba completamente desnuda.

Hundí mi boca en su sexo y presioné con toda mi voluntad. Movía mi lengua de un lado para otro, excitando al máximo su clítoris. Mi madre dejaba escapar pequeños gemidos entre sueños:

-Ah...ah..sí...sigue....

Por supuesto que seguiría, y cada vez con más fuerza. Los gemidos de mi madre subían el tono, incluso llegaba a gritar. Estaba gozando realmente. Su espalda se arqueaba como una pantera negra.

Y finalmente llegó a un esperadísimo orgasmo, llenando así mi boca con sus líquidos, que estaba esperando tragar desde hacía rato.

Yo estaba muy excitada, y ahora era mi turno.

Cambié de postura. Abrí mis piernas y me puse apoyada en su muslo. Con mi vagina abierta, empecé a tambalearme, produciendo un roce en ella que me deshacía de placer. Me movía sin control mientras veía la figura de mi madre durmiendo, con un seno al descubierto, ya que el camisón era muy escotado, y yo se lo había dejado al aire antes.

La excitación llegaba a cotas nunca alcanzadas dentro de mi ser. Estaba a punto de tener el mayor orgasmo de mi vida. Comencé a derramar mis jugos vaginales por toda su pierna. Subí hacia su abdomen, y retirándole un poco más el camisón, empecé a frotar mi húmedo coño contra ese lugar de su cuerpo. Mi madre estaba llena de los jugos que había derramado, y seguía derramando, por todo su cuerpo.

Apreté sus senos con fuerza. Cada vez me movía más rápido, hasta que finalmente llegué al mayor orgasmo de mi vida:

-¡Aaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhggggggggg!

En ese instante mi madre despertó. Me vio encima de ella, desnuda, con su cuerpo cubierto completamente de mis jugos.

FIN