Mientras la nieve caía I
¿Tu eres virgen,verdad? Si.. - le dije poniéndome como un tomate. ¿Y con tu novia?. ¿No te la pela? Sólo deja que me restregue a través de la ropa. Osea que no te la ha cascado nadie nunca. - dijo con voz de asombro Nunca- le dije tímidamente. Quedó pensativo mientras me observaba de arriba a abajo. Me estaba poniendo nervioso. Tras unos momentos callado me dijo: ¿Y te gustaría?
El autobús subía renqueante por la escarpada carretera de montaña. El plomizo cielo incrementaba la oscuridad de aquella tarde de invierno. Flanqueada de los desnudos árboles, la carretera permitía ver aqui y alla el lejano fondo del valle,donde entre el serpenteante río surgía la torre de la bocamina.
En el interior del vehículo solo quedaban los dos últimos pasajeros de costumbre. Era una línea que transportaba a los trabajadores de la mina desde sus casas en las montañas al tajo para luego devolverlos de regreso al final de la jornada. Quedaba todavía un buen trecho para llegar a la casa solitaria en la que vivía y aun era mas largo el trayecto que restaba para llegar a la pequeña aldea donde residía Andrés. Lo conocía del trayecto que recorrían diariamente y aunque no trabajaban en la misma cuadrilla a veces charlaban durante el trayecto.
- Mira esta empezando a nevar -le dijo Andrés mientras miraba por la ventanilla.
- ¡Joder! Va a caer una gorda- le respondí viendo grandes copos como pañuelos bailaban por doquier.
El autobús continuaba la marcha apartando la nieve con el limpiaparabrisas que se iba agolpando formando dos abanicos a través de los cuales se veía la carretera. Daba gusto ver nevar resguardados al calor de la potente calefacción del interior. No era extraño que nevara en aquella época del año pero siempre era una alegría ver teñido de blanco el negro contorno en el que transcurría sus vidas. El negro del carbón lo tiznaba todo y aquellos días de nevadas les devolvía al virginal paisaje que debía de ser el valle minero en tiempos remotos.
Un ruido extraño y un traqueteo interrumpió el monótono ronroneo del motor. El autobús comenzó a trepidar y fue desacelerando hasta que al fin se detuvo en una zona despejada al borde de la ruta.
- ¡Hostia puta! Tenía que ser hoy precisamente.- dijo al conductor adornando su discurso con un sin fin de imprecaciones- Estoy hasta los cojones. Este cacharro es una autentica mierda. Ya llevo días diciéndole al jefe que algo iba mal, pero el muy hijo de puta solo sabe decir que son cosas mías, que el autobús está de puta madre.
- ¿Que pasa Daniel? ¿ A qué viene tanto alboroto? -preguntó Andrés
- Nada que nos quedamos tirados. Voy a ver que pasa- y de un salto salió del vehículo dando un gran portazo.
Los dos hombres se miraron y se rieron del cabreo del conductor
- Ya nos veo volviendo a patita a casa, y con la que está cayendo- dije mientras miraba cómo arreciaba la tormenta.
- Pues me quedan más de dos horas de caminata. Ahora es donde empieza la pendiente de verdad.- me contestó Andrés
Tras unos minutos entró el conductor sacudiéndose el capote y pateando las botas para sacudirse la nieve.
- Pues nada, que se soltó el cable del embrague. Y la caja de herramientas en el otro autobús. Si es que esta empresa es un desastre ni para una puta llave inglesa sacan la manos de los bolsillos.
- ¿ Y ahora que vas a hacer? ¿No pasara nadie que nos eche una mano- preguntó Andrés
- Quien cojones va a pasar . Si es que vivís a tomar por el culo. Aquí no sube ni la parca, hostia.
- ¿Y entonces? - le dije
- Voy hasta la villa a por herramienta. En una hora estoy de vuelta. Vigiladme el autobús. Frío no pasareis que os dejo el motor en marcha.
- ¿Y nosotros qué hacemos? - Le dijo Andrés alzando los hombros.
- Os podéis ir a tomar por el culo. Bastante tengo yo con lo mio. Si os aburrís os hacéis una paja para matar el rato.- y cogiendo el paraguas se marchó sin más explicaciones
Perplejos ante el discurso del chofer quedaron mudos durante unos instantes y luego estallaron en carcajadas.
- Joder pues si que tiene mal dia- dije secándome las lágrimas tras el ataque de risa
- Pues anda que nosotros vamos servidos. Como no nos preñen- respondió Andrés
Y de nuevo empezó la risotada.
- Además el muy maricón nos manda a hacer puñetas. Con lo salido que voy esta temporada. - Dijo Andrés.
- Y tú vas servido que estás casado. En cambio yo no tengo donde mojar - le contesté
¿ Y la novia?
La novia me tiene dicho que hasta que no nos case el cura no se baja las bragas. Arrimar la cebolleta y magrearse un poco pero nada más. Asi ando yo todo el dia en pie de guerra. Tu en cambio llegar a casa y a mojar.
- Y una mierda esta embarazada y cuando esta preñada se cierra la barra. Ni hacerme una paja quiere. Dice que le dan vómitos. No te creas que cuando no está en cinta haya mucha juerga. Primero la recuperación del parto y luego en cuatro polvos se queda de nuevo en estado. Así que de año en año como quien dice. De esta manera vamos ya por el quinto.
- No me jodas.- le dije asombrado
- Qué más quisiera. -respondió Andrés con sorna.
Otra vez rompimos a reír como chiquillos.
- Ven siéntate a mi lado. No vamos a estar hablando de extremo a extremo del autobús.
- ¿Que quieres compañía? - le dije sonriendo de medio lado mientras me acercaba.
- No seas gilipollas. Que no te voy a preñar.
- Pues con la marcha que llevas no me sorprendería.- respondí guasón.
Al sentarme a su lado nuestros muslos quedaron en contacto y pude sentir la tibieza de su cuerpo.
- Pues si que hace calor. Me voy a quitar la chaqueta- dijo al poco rato Andrés mientras se levantaba.
Al incorporarse su bragueta quedo a la altura de mi cara y no pude evitar ver la tremenda erección que lucía. Su paquete sobresalía en el gastado y apretado pantalón de trabajo. Se volvió a sentar y la polla iniesta parecía apunto de reventar la cremallera.
- Joder pues si que vas caliente. -le dije señalando con mis ojos su entrepierna.
- Ya te digo- me respondió mientras se acomodaba el rabo para luego masajearlo suavemente.
Los dos nos quedamos mirando al frente sin saber qué decir. Andrés tendría unos quince años más que yo. Era un hombre alto y fornido sin un gramo de grasa. Tenía el torso de un atleta cincelado con el duro trabajo de la mina de carbón. Le miré de reojo y pude ver su perfil cincelado con los rasgos de una estatua griega. Mis ojos se deslizaron por su pecho y volvieron a detenerse en su abultado paquete. Sentía el calor de su cuerpo a través del pantalón y mi verga comenzó a cobrar vida moviéndose furiosa.
Andrés al sentirse observado volvió la cabeza hacia mí. Yo mire raudo al frente. Nervioso le observe por el rabillo del ojo y vi como me miraba el paquete con una sonrisa de medio lado.
- Parece que tu tambien estas berraco - me dijo
Me volví hacia él y le mire a los ojos mientras me sonrojaba. Sus ojos negros se perfilaban con el negro de la carbonilla que por mucho que frotes, el agua fría de la ducha de los vestuarios de la mina nunca acababa de arrancar.
- ¿ Y si nos hacemos una paja como dijo el chofer? - me pregunto guiñandome un ojo.
- Es.. que.. que. - titubee.
- ¿Te da vergüenza? .-
- Bueno es que nunca…
- ¿Nunca te has hecho una paja? - me dijo mirándome con cara de extrañeza.
- Si, si. Pero siempre solo.- le dije cohibido.
- Bueno hombre no es para tanto. Además esto no lo va a saber nadie mas que tu y yo.- me dijo dándome confianza
- Vale.
Andrés comenzó a desabrocharse y yo metí tímidamente la mano a través de la cinturilla del pantalón. Lo estrecho de los asientos dificultaba nuestros movimientos e impedía maniobrar cómodamente.
- Joder así no hay quien pueda. dijo Andrés poniéndose en pie- déjame que me baje los calzones
Clavé mis ojos en su cipote mientras él se desabrochaba la camisa. Era enorme. Sobre dos huevos llenos como melocotones maduros se alzaba una polla de considerables proporciones. Larga y ancha como un pepino se coronaba con un glande inflamado de un rojo intenso. Al apartar la camisa vi como su pelambrera escalaba desde su pubis aferrándose como la hiedra por todo su torso.
Mientras se sentaba miró hacia mi. Yo estaba contemplando su verga con mi mano metida en el pantalón, sin atreverme a moverme.
- ¿Pero bueno qué miras?. -me dijo- Nunca has visto una polla
Por su expresión supe que había comprendido que ninguna como la suya tan de cerca.
- Anda levántate y bajate los pantalones que te vas a pringar entero
Me levanté y nervioso no atinaba a sacar la mano que había introducido en mi pantalón
- Pareces potrillo recién nacido. Déjame que te ayude que te vas a hacer con la picha un lío.- y sin darme tiempo a reaccionar comenzó a soltar la hebilla de mi cinturón.
Al bajarme la cremallera un escalofrio recorrio mi espalda y recule temeroso.
- Tranquilo hombre que no te voy a comer. - me dijo burlón.
Me desabrochó la bragueta para luego apoyar sus manos en mis caderas y suavemente me bajó los pantalones. Yo con los brazos laxos me dejaba hacer. Cogio el elastico de mis calzoncillos y estirandolos liberó mi polla que rebotó contra mi abdomen.
- Vamos a ver que tenemos aquí- dijo apartando la camisa
- Hombre tu también vas bien armado por lo que veo.- añadió
La verdad es que hasta la fecha no había podido comparar mi picha con otra en su estado de plenitud. Todos los dias veia hombres desnudos en las duchas de la mina, pero el agua fría no ayuda mucho para resaltar los atributos varoniles. Mi polla era tal vez más larga que la de Andrés pero mucho más estilizada y mientras un enraizado de venas conferían relieve a la suya, la mía era lisa como la vara del avellano.
- Anda desabrochate que te vas a manchar toda la camisa.- me dijo
Mientras me desabotonaba el se escupió la mano y acabo de descapullar todo el glande que refulgió a la mortecina luz del autocar. Comenzó con una mano a pajerase suavemente mientras con la otra se acariciaba tiernamente los huevos. De vez en vez me miraba y sonreía mientras yo continuaba torpemente con mi labor.
Me senté a su lado y sentí el calor de su piel en contacto con la mía. Mi polla dio un brinco. Torpemente empecé a masturbarme sin apenas descubrir mi capullo. Verlo con su mano empuñando el cipote me producía una extraña sensación que hacía que estuviese más extasiado con sus avances que con mi propio placer. Andrés que lo observó paró de pelarsela y se me quedó mirando.
- ¿Tu eres virgen,verdad?
- Si.. - le dije poniéndome como un tomate.
- ¿Y con tu novia?. ¿No te la pela?
- Sólo deja que me restregue a través de la ropa.
- Osea que no te la ha cascado nadie nunca. - dijo con voz de asombro
- Nunca- le dije tímidamente.
Quedó pensativo mientras me observaba de arriba a abajo. Me estaba poniendo nervioso. Tras unos momentos callado me dijo:
- ¿Y te gustaría?
Por unos instantes los dos nos quedamos mirándonos fijamente a los ojos. No sabia que responder a semejante pregunta. Por un lado ansiaba decirle que sí y que su mano se posase sobre mi verga, por otro tenía miedo que me tildase de maricón y se montara la marimorena. Al fin armandome de valor dije
- Si.
Tras un momento de duda escupió en la palma y agarrando mi polla la deslizó a través de todo el palo hasta llegar a mis pelotas que estrujo con suavidad.
- Ahhh- exclamé a punto del orgasmo mientras miraba al techo del autobús.
- Cuidado chaval no te vayas a correr tan pronto. Vamos despacio.
Su mano rugosa cogió una de las mías depositandola sobre su cipote. Era la primera vez que una mano que no fuese la mía me tocaba la polla y tambien la primera que yo agarraba otro rabo que no fuese el mío. Comencé a bajar y subir mi mano por el poderoso mástil mientras Andrés comenzaba suavemente y con calma a masturbarme.
Apenas la podía abarcar mientras se la cascaba. Sentía toda su poderosa herramienta palpitar en mi mano y una cálida sensación se apoderó de mí. Contorsionados en los estrechos asientos nos la meneamos mientras intercambiabamos miradas cargadas de deseo.
Tras unos minutos Andrés me dijo:
- Sal al pasillo que nos va a dar un pasmo retorcidos como estamos.
Tras quitarnos apresuradamente los pantalones quedamos uno frente al otro sin saber muy bien lo que hacer.Andrés se quitó la camisa y quedó desnudo ante mi. Las botas de trabajo era su única vestimenta. Pude entonces apreciar todo su cuerpo.
Su fuerte musculatura producto del constante trabajo de la mina estaba alcanzando la plenitud de la madurez. Un fornido y largo cuello se alzaba sobre sus anchos hombros y de estos se desprendían unos poderosos brazos que acababan en unas manos grandes como zapas.Los amplios pectorales lucían unos oscuros botones. Su abdomen plano, sin marcar los abdominales, se sostenía sobre unas musculosas y largas piernas. Todo su cuerpo estaba cubierto de un lacio vello oscuro que permitía ver a través la pálida piel. Y en el centro aquel priapo desafiante que se alzaba iniesto como el poste de una mina.De su ojo se descolgaba un hilillo transparente como agua de manantial.
A fuera un blanco pálido lo inundaba todo. Los copos se pegaban a los cristales del vehículo para luego resbalar y acumularse en su extremo inferior. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Andrés aproximó una mano y agarrándome por la polla me atrajo hacia él.
- Ven lebrel. Déjame que te de calor. - Me dijo con una sonrisa insinuante
Luego poniendo las manos sobre los cuellos de mi camisa la retiró dejándome en cueros. Me cogió por los antebrazos y me pego a él abrazándome con firmeza. Al percibir el contacto de su piel con la mía una oleada de calor invadió todo mi cuerpo. Sentía su duro cipote pegado contra mi polla mientras sus manos rugosas acariciaban mi espalda. Mil descargas eléctricas recorrieron todo mi ser.
Bajo las dos manos sobre mis posaderas y me estrujó fuertemente contra el. Masajeaba mi culo mientras nos frotabamos sexo contra sexo.
- Aaah,- exclamé cuando posando sus labios en mi cuello empezó a chuparme y besarme tiernamente
Nunca creí que otra persona pudiera darme tanto placer. Estaba totalmente entregado a sus caricias y una ternura que nunca había sentido me invadió. A continuación ambas manos se colocaron a ambos lados de mi cabeza y mientras me miraba a los ojos posó sus labios sobre los míos.
Cuando su lengua penetró en mi boca fue como si todo él entrase dentro de mi cuerpo. Un beso apasionado entrelazo nuestras lenguas. Ahora fui yo el que le agarró el trasero y lo estrujó contra mi cuerpo. Tenía las nalgas firmes pero con la blandura necesaria para poder amasarlas con las manos. Enroscados como dos culebras nos tocabamos por doquier explorando nuestros cuerpos.
Al fin exhaustos nos apartamos y nos quedamos jadeantes uno frente al otro. Me miró a los ojos y con el deseo dibujado en su cara me dijo
- Hazme una mamada David
Yo le mire a la polla indeciso sin saber muy bien como emprender una tarea desconocida para mi. Apoyó sus manos en mis hombros y mientras me empujaba hacia abajo me susurró.
- Chupamela
Cedí a sus deseos y me agaché a sus pies. Su polla quedó a la altura de mi cara. Vista de cerca era aún más impresionante. Sin saber muy bien cómo empezar alcé los ojos hacia él. Andrés lascivamente saco la lengua lamiendo el aire.
Apoyé mi lengua en su escroto y la fue deslizando lamiendo todo su tronco, repitiendo la operación varias veces. Su sexo desprendía un tenue aroma a jabón.
- Metela en la boca- me rogó
Le cogí el rabo con la mano y lo incline hacia mi descapullandolo completamente. Una minúscula gota manó de su interior. Fruncí mis labios y los apoye sorbiendo el destilado de su miembro. Luego lentamente fui abriendo la boca para introducir aquel enorme capullo. Su piel era suave como la seda y un nuevo placer se generó en mis labios al contacto con ella. Fui poco a poco agrandando la abertura hasta que pude con dificultad introducir todo su glande. Mis mandíbulas estaban a punto de descoyuntarse albergando semejante pedazo de carne. Luego comencé un suave balanceo metiendo y sacando su rabo de mi boca
Andres apoyó una mano en mi nuca y me fue dirigiendo en mis avances. En uno de ellos me empujó con fuerza y sentí como su cipote traspasaba la campanilla introducíendose en mi garganta; me retuvo durante unos instantes hasta perder la respiración. Cuando me dejó libre recuperé el aliento mientras el zumo de su verga mezclado con mis babas se desprendía de mi boca abierta.
Tomando nuestras chaquetas y ofreciendomelas me dijo:
- Túmbate sobre ellas
Apresuradamente hice un lecho con las prendas y me tendí sobre la espalda. Andrés se arrodilló mientras me abría las piernas para hacer hueco y luego se recostó sobre mí. El peso de su cuerpo me hizo sentirme a merced de aquel hombre que me estaba iniciando en placeres hasta entonces para mi desconocidos.
Me besó tiernamente para luego comenzar a descender recorriendo todo mi cuerpo descubriéndome mil rincones de goce en su peregrinación. Al fin alcanzó su objetivo y deslizó su húmeda lengua por todo mi falo para acabar en el escroto. Cuando metió uno de mis testículos en la boca y lo sorbió a punto estuve de derramarme en aquel mismo instante. Luego agarró mi rabo con la mano y alzándolo lo tragó de un golpe para sacarlo rápidamente
- Dios que gusto. Hazlo otra vez - le dije entre gemidos.
Inició entonces un lento y cadencioso mete y saca. Se detenía en mi glande y lo chupaba, jugueteaba con la lengua en mi frenillo para introducirse de repente el rabo hasta las trancas. Cuando sentía que estaba a punto de alcanzar el clímax detenía y apretaba con fuerza el tronco hasta causarme dolor. De esta manera prolongaba mi excitación en sucesivas oleadas que me acercaban al orgasmo para recomenzar luego lentamente a darme gusto.
En una de sus paradas me levantó las piernas y empezó a chuparme debajo de los huevos. Nunca había experimentado una sensación similar. Recorría todo mi perineo mientras me pajeaba suavemente. En una de estas se deslizó más allá y con su lengua empezó a repiquetear en mi inexplorado botón.
- ¿ Pero qué haces? - le dije mientras contraía mi esfínter.
- Acaso no te causa placer- me preguntó preocupado
- Siii. perooo
Sin darme tiempo a replicar continuó jugueteando con la lengua. Poco a poco me relajé y comencé a disfrutar de su juego. La punta intentaba poco a poco introducirse en mi flor y mil calambres recorrían mi espina dorsal en cada intento. De repente sentí como un dedo comenzaba a jugar con mi anillo hasta que en un envite se introdujo dentro de mi. Fue más el susto que el dolor lo que hizo que mi esfínter se contrajese sobre el.
- Te hago daño
- No es que no me lo esperaba.- le dije
Prosiguió metiendo y sacando el dedo, rozando de tal manera esa parte tan sensible que su penetración me produjo un inmenso placer. Para que que su grueso dedo se deslizara con suavidad lo ensalivaba para reintroducirlo mientras me chupaba suavemente la polla. Al primero se unió un segundo y luego un tercero que me fueron dilatando, hallando en el interior de mi caverna un punto que me hizo retorcer de gozo.
- Dios,sigue ahí. Joder que gusto me das
Andrés se detuvo y mirándome seriamente me preguntó
- Quieres que te la meta.
Con el placer que me estaba dando, sin apenas pensarlo, le dije
- Si follame. Ahora no pares.
Estaba fuera de mi y no era consciente si aquello estaba bien o mal, pero el ardor de mi interior me impulsaba a desear ansiosamente que aquel hombre me montase. Quería sentir su polla enterrada en mis entrañas. Algo nuevo y desconocido se reveló en mí.
- Date la vuelta y ponte a cuatro patas. Hay que mojarte bien para que entre sin dificultad.
Con premura hice lo que me indicaba, exponiendo con prontitud mi culo para que aquel ariete me perforase sin compasión.Emprendió la tarea de lubricarme escupiendo abundantemente sobre el ojete. Con cada salivazo una descarga se elevaba desde el ojo del placer por toda mi espalda. A continuación con sus dedos me mojaba por dentro mientras dilataba fuertemente el portillo de la fortaleza.
- Ya estás preparado para recibirme. Ire despacio, no te preocupes.Si te hago daño me detengo- me dijo mientras deslizaba su glande arriba y abajo en el surco de mis nalgas..
- Clávamela. No puedo esperar más. Me muero de gusto- le dije torciendo la cabeza hacia atrás buscando su mirada.
Apoyo su capullo en la entrada y poco a poco fue espetando su estaca. Noté como mi ano de estiraba al paso de tan gigantesco invasor. Sentía como si me partiese en dos, un dolor agudo y punzante se propagó por todo mi esfínter
- Joder me vas a destrozar. Me vas a reventar el culo. No pensé que era tan gorda. - le dije gimiendo jadeante.
- Si quieres paro. - me dijo preocupado interrumpiendo su asalto.
- No sigue. Metemela de una vez,no prolongues este suplicio. - le rogué ansioso.
Dio un empujón y sentí como todo su glande entraba cerrando mi esfínter tras su paso.
- Detente, detente. No lo puedo soportar - le dije entre lágrimas
- Tranquilo cervatillo. Verás como pronto pasa el dolor. -me dijo amorosamente mientras acariciaba mi espalda
Mi culo palpitaba con los latidos de su polla y espasmódicamente se contraía y dilataba intentando expulsar a tan tremendo asaltante. El corazón me latía desaforadamente a la vez que gotas de sudor comenzaron a perlar mi frente.
Andrés me susurraba palabras apasionadas mientras acariciaba mi picha que se había desinflado tras el calvario de la penetración.
- Verás como ahora gozas. Lo peor ha pasado. Déjame que te de placer como nunca has conocido.
Permanecimos inmóviles como perros embolados durante unos minutos que se hicieron eternos.Lentamente el dolor fue desapareciendo,transformándose en un gozoso placer. El angosto hueco se fue amoldando al pepino que alojaba. Andres al sentir que la apretura aflojaba empezó a mover lentamente la polla dentro de mi. Milimetro a milimetro la ensartaba para retroceder levemente y reanudar su avance.
El ardor lacerante mudó en chispazos de placer y poco a poco comencé a colaborar con sus embestidas. El rabo entraba y salía ya con facilidad. De repente, con un golpe de cadera me la enterró hasta el fondo.Algo grande, gordo y poderoso estaba dentro de mi. Me encontraba plenamente colmado. Experimenté una epifanía cuando su manubrio rozaba en lo profundo volviendome loco de placer.
- Que gusto. Que gusto. Follame fuerte te lo ruego- gritaba sin poder reprimir mi euforia.
- Te voy a empitonar hasta lo más hondo. Dejame que goce de este culito prieto que me esta matando de gusto- me dijo Andrés mientras arremetía con furia.
Me taladraba con ardor para luego detener su ímpetu y dejar que la polla se deslizase suavemente dentro y fuera. Todo mi hueco se sensibilizo de tal manera que podía sentir cada pliegue de su cipote mientras se restregaba en mi interior. Cuando por primera vez su polla se salió una sensación de vacío se apoderó de mí. Eche la mano atrás al sentir el aire entrar en mi cuerpo y pude comprobar el boquete en el que se había transformado mi virginal puertecilla.
- Por todos los santos me has dejado el culo como una bocamina. - le dije asustado.
- No te preocupes veras como enseguida se cierra de nuevo. Solo lo he amoldado a mi horma- me contestó Andrés entre risas.
Echó un escupitajo en mi interior y empezó a frotarme por toda la raja. Paulatinamente la flor se fue cerrando. Sus caricias aliviaban el ardor de mi descerrajado portalón. Andrés me pajeaba suavemente y de nuevo la calentura me invadió. Mi rabo se puso tieso y comenzó a brotar agüilla como un manantial.
- ¿Quieres más polla?- me preguntó con obscenidad.
- Damela toda. Clávamela hasta los huevos. Quiero esa barrena en lo más profundo. Perforame con brio. Soy todo tuyo. - le conteste como una perra rabiosa.
Me agarro de las caderas y de una estocada me la clavo hasta los huevos. Ahora mi culo se amoldaba como un guante a tan portentosa garrota. Jugaba con mi esfínter estrujandole la polla mientras Andrés me culeaba como un poseso. Sus poderosos golpes me hacían trepidar y se oía el rítmico golpeteo de su cuerpo contra mis nalgas.
Me folló sin tregua. Yo de vez en vez echaba la cabeza hacia atrás y observaba como aquel macho me la espetaba ferozmente. Le veía alejarse y acercarse mientras me aventaba con cada Los jadeos de los dos rompían el silencio del autobús.
- Ah, Ah. Dame mas fuerte. Más fuerte. Taladrame hasta el fondo. -le gritaba enloquecido por el placer que me estaba dando.
- ¿Que culo tienes cabrón?.Te la voy a enterrar hasta las entrañas. Te voy a dejar preñado. ¡Toma polla!.- me decía obscenamente.
Sus palabras unidas a los pollazos que me estaba propinando me inflamaron de pasión. Me sentía totalmente entregado a aquel hombre que estaba en lo más profundo de mi cuerpo. La certeza de que lo estaba satisfaciendo añadía un goce adicional a mi exaltación.
Después de una prolongada monta noté como su polla se inflamaba cada vez más en mi interior que acogía con deleite a su adorado huésped. Incrementó su frenético ritmo aventandome violentamente para luego volver a aproximarse tirando de mis caderas.
- Me corro. Me corro - rugió a punto de alcanzar el clímax.
- No te salgas, correte dentro. Inúndame de ti- Alcance a decir mientras a duras penas mantenía el equilibrio.
Los primeros trallazos de leche se derramaron dentro de mí mientras su glande se hinchaba compulsivamente. Me la clavaba con tal furor que pensé que me iba a meter hasta los huevos. Mi esfínter palpitaba al ritmo de su glande y sus convulsiones hicieron que alcanzara un orgasmo que desde lo más profundo de mi se expandió como un terremoto por todo mi ser. Por último de mi rabo empezó a manar sin descanso la leche acumulada que se derramaba sin pausa sobre el suelo. Todo mi cuerpo temblaba como un mimbre y mis miembros flojearon desplomandome y arrastrando a Andrés en mi caída. El proseguía penetrandome con ansia mientras mi cuerpo se estremecía bajo su peso. Me sentía totalmente poseído. Estaba entregado a aquel hombre que me cubría, de una manera que jamás pude imaginar.
Descendió el ritmo de su acometida y suavemente aquel portentoso miembro se fue amansando mientras se deslizaba suavemente dentro y fuera decreciendo el ritmo. Cuando al fin mi amante abandonó su morada, de mi maltrecho agujero manó mansamente el licor que había depositado en mí.
Dirigí la vista al frente y mientras miraba como la nieve caía suavemente le dije
- Andrés creo que me he enamorado de ti.
- Lo se corderillo. Yo tambien te amo - me dijo en un suspiro
Luego me besó tiernamente el cuello mientras nuestros cuerpos sudorosos permanecían estrechamente unidos.
Ya sentados en nuestros asientos nos miramos tiernamente a los ojos. No pasó mucho rato cuando sentimos la puerta abrirse y el conductor entró con su negro capote pintado con la blancura de la nieve.
- Bueno ya estoy aqui en un momento arreglo la avería y nos ponemos en marcha - les dijo mientras se acercaba a ellos - ¿Os habéis aburrido mucho?
- Que va nos hicimos unas pajas mientras te esperábamos - dijo Andres socarronamente mientras me guiñaba un cojo
Al acercarse a nosotros resbaló y a punto estuvo de caerse en el suelo.
- ¿Con qué cojones habéis embadurnado todo el suelo?. Casi me mato. - exclamó.
- Será la leche derramada- le respondí yo con guasa.
Nos miró con cara de pocos amigos y tras mandarnos a la mierda se dirigió a su faena. Ya en la puerta se volvió y antes de descender nos dijo.
- Andrés no se si podre subir hasta arriba. Hay una nevada cojonuda y no tengo cadenas
- No importa me quedaré en casa de David - le respondió este despreocupado.
Una vez solos Andrés me atrajo hacia él y me beso tiernamente.