Mientras hay vida, hay esperanza 2...
Continuación de primera historia que escribo, sólo romance...
Capítulo 2
Al año siguiente los niños mayores ingresaron a un colegio de varones donde permanecían internos, quedándose Felipe con Evangelina en casa y el matrimonio Díaz como cuando iniciaron su matrimonio. Los niños venían a casa tres veces al año, para Semana Santa, en vacaciones de mitad de curso y para las fiestas de fin y principio de año, dos años después se les unió Felipe.
Evangelina fue creciendo casi como hija única hasta los siete años, cuando también fue interna en un colegio de monjas, para aprender cómo ser una buena esposa y madre, la relación con sus hermanos era muy buena a pesar de no verse tan a menudo y era más estrecha con los padres de Leonel, que con él mismo.
Sin embargo cuando eres joven el tiempo pasa en un parpadeo, Leonel terminó la Universidad e hizo un viaje al exterior (pues todo joven que sea profesional y con un apellido que se respete debe conocer mundo) y cuando regresó a casa muchas cosas habían cambiado, veía a sus padres mucho más ancianos de lo que recordaba, aunque sólo hubieran pasado, dos años cuando los vio por última vez, es decir cuando vino a despedirse antes de salir del país, la hacienda también había tenido variantes, no muchos pero estaban presentes, sin embargo lo que más lo turbó fue el encontrarse con la hermosa joven con la que, bien sabía, se hallaba comprometido desde la más tierna infancia
Evangelina quien contaba ya con 18 años era toda una hermosa mujer, su piel blanca parecía de porcelana y al roce suave como el terciopelo, Leonel lo descubrió cuando tomó su mano para depositar un casto beso en ella, su cabello rubio era más bello que un campo de girasoles, su boca tan pequeña y roja parecía una deliciosa cereza, sus ojos azules y profundos le recordaban el océano y su cuerpo… su cuerpo, aún con los ropajes que debía utilizar, se dibujaba la silueta de una diosa, en otra palabras carita de ángel con cuerpo de tentación…..
Él la recordaba, como la chiquilla rubia que miraba cuando iba a buscar a sus amigos en la vacaciones, la que se pasaba horas enteras frente a un caballete en los corredores de la casa grande o en los jardines, más adelante la escuchaba tocar el piano y ya cuando era una adolescente la veía pasar cabalgando acompañada de su padre por los linderos de la hacienda, era una niña bonita, siempre lo fue, pero jamás pensó que pudiera convertirse en lo más parecido a una sirena, como las que contaban los marineros atraían a los incautos con su excesiva belleza.
- Es más bella -pensó- una sirena no puede ser tan hermosa….
Todo se arregló para que la boda se llevara a cabo cuando Evangelina cumpliera los 20 años, caso extraño según la costumbre de la época, cuando ya a los 15 o 16 años una joven estaba en edad para casarse, sin embargo lo decidieron así para q Armando tuviera tiempo para poder hacer una división justa de sus bienes entre sus tres hijos, los varones obtendrían los negocios de la capital herencia de los abuelos y también la empresa que había fundado su padre, que para entonces era muy próspera y hacía mucho que había dejado de ser un simple pasatiempo. Evangelina heredaría la parte de la hacienda perteneciente a sus padres, ya que desde la tarde en la cual se había arreglado el compromiso, había empezado a trabajar como una sola.
Para Leonel aquello era un suplicio, el tenerla tan cerca y tan lejos a la vez, le permitían ir a visitarla, no faltaba más si el joven era su prometido, sin embargo siempre debían estar acompañados, por no decir vigilados, Lina tenía una sonrisa que llenaba todo su rostro de luz, era una artista innata, le gustaba la música y la pintura y ambas se le daban muy bien, sin embargo era su personalidad lo que terminó por hechizarlo completamente, era tímida y a la vez divertida, inocente pero muy inteligente y dulce, sólo una mirada suya y Leo se daba cuenta que vivir para conocer una mujer así valía la pena.
Cuando el día de la boda llegó ambos estaban completamente enamorados, sabían que aunque no hubieran estado comprometidos desde niños, estaban destinados a ser el uno para la otra. La boda fue muy hermosa los Sotomayor habían tirado la casa por la ventana, pues como rezaba la tradición los padres de la novia corrían con los gastos y no permitieron que sus consuegros pusieran un centavo, aunque éstos insistieran en que era el matrimonio de su único hijo, al verse derrotados en ese sentido decidieron regalarle a los esposos su viaje de bodas.
Antes de que terminara la fiesta, que se rumoraba no duraría un solo día, los nuevos esposos se fueron a tomar el tren que los dejaría en el puerto para ahí iniciar en un enorme barco su luna de miel….