Mientras duermes

ME sgeriste que podía hacerlo mientras dormías y...

Mientras duermes, paseo por la casa. Hago algo de trabajo, mis cosas, mis asuntos. Hago todo lo pendiente, mientras escucho cómo tu respirar se hace cada vez más pausado y más profundo. Dejo pasar unas dos horas. Quiero asegurarme de que estás bien dormida. Después de haber dormido tan poco ayer, debes estar rendida de cansancio.

Cuando termino de trabajar, voy al baño y cierro la puerta para tomarme una buena ducha sin que te despierte el sonido del agua caliente cayendo en la tina. Me es imposible no pensar en ti y cuando me estoy enjabonando, comienzo a masturbarme, pensando en tu cuerpo desnudo y caliente que yace a escasos metros, sobre la cama. Halo despacio mi verga hinchadísima imaginando que es tu mano la que lo hace, enjabonándola bien. La cabeza está toda descubierta y llena de espuma y con la otra mano masajeo mis huevos, de nuevo imaginando que eres tú quien lo hace... Pero no quiero correrme, así que lo dejo, me enjuago y salgo de la tina. El espejo se ha empañado de vaho. Me seco y noto que mi piel ha quedado limpia y perfumada, con olor al gel de mandarina que he usado para lavarme. Mi sexo sigue hinchado y duro.

Salgo del baño y ahí estás, desnuda y profundamente dormida. No puedo evitarlo, empiezo a masturbarme de nuevo. Mientras lo hago, me acerco a la cama. Tu cara queda cerca del borde del colchón, y acerco mi sexo a ella, mientras me sigo jalando despacio... Imagino tus labios gruesos atrapando la cabeza de mi verga y tu lengua jugando con su punta dentro de tu boca. Y tu mano jalando la base del tronco mientras con la otra masajeas rico y fuerte mis huevos. Quiero entrar en ti.

Subo despacio a la cama. Estás acostada de medio lado, sobre tu flanco derecho. Con una mano, levanto tu pierna flexionándola hacia arriba, de forma que tu sexo queda accesible. Pego mis caderas a tu trasero y mi verga enhiesta se extiende junto a tu concha. A pesar de que todavía no la toco, la siento caliente cerca de mi sexo. Empiezo a frotarlo contra el tuyo, y con la suave presión, los labios de tu conchita empiezan a dejarle paso. Sabía que estarías mojada. Lo sabía porque lo estabas antes de dormirte. Y porque siempre lo estás. Al frotar mi sexo entre tus labios, se moja de tus jugos. Diosss... necesito penetrarte. Con cuidado de no hacer movimientos bruscos, dirijo con mi mano mi sexo hacia tu entradita. Llevo la punta hacia ella y moviendo hacia delante mis caderas, la encajo en su sitio. Casi sin respirar, empiezo a empujar suave. Extremadamente despacio. Estás tan mojada que la cabeza entras sin problemas. Das un respingo. Espero que en tus sueños, te estés viendo penetrada como a ti te gusta. Pero no te despiertas, así que continúo con el plan. Empujo mis caderas de nuevo, muy despacio. Te voy penetrando así, en silencio, entrando en ti milímetro a milímetro. Hasta que me tienes todo dentro. Intento que mi verga no palpite para no despertarte, pero me es imposible y lo hace. Palpita de deseo por ti, de placer. Afortunadamente, tu única respuesta es un cambio en el ritmo de tu respiración, pero continúas durmiendo. Muerdo mi labio inferior de placer. Me fascina sentir tu concha cobijando mi verga, atrapándola. Sentirla esponjosa, hinchada, caliente y mojada. Muy mojada. Tus nalgas quedas pegadas contra mis caderas. Empiezo a sacarla un poco. Despacio, como antes... Me encanta verla saliendo de ti... Para verla entrar de nuevo. Y así, despacio, continúo acogiéndote mientras duermes, con un ritmo lento y delicioso mientras siento cómo tú te mojas cada vez más.

Me encantaría poder embestirte ahora. Cogerte fuerte, duro, salvaje. Bombear mi verga en tu concha como si el mundo estuviera a punto de acabarse. Como cuando, puesta en cuatro, me ofreces tu trasero y me ronroneas que te coja duro. Y también me gustaría hundir uno de mis dedos en tu culo, amor. Como cuando, encendida y caliente, me lo pides mientras aprietas tu concha alrededor de mi verga dura. Pero no puedo hacerlo, porque te despertarías. Así que continúo cogiéndote despacito y rico la concha, que está ya escurriendo...

Empizas a agitarte sin llegar a despertarte. Siento cómo te mojas muchísimo ahora, te derramas entera y tu respiración se acelera mucho. Sé que te estas corriendo, en tus sueños y en la realidad. Entreabres tu boca para poder respirar profundo mientras un cosquilleo recorre todo tu cuerpo desnudo y caliente. Veo cómo tienes la piel erizada y poco a poco vulves a la calma...

Mi orgasmo llega repentino, casi sin verlo llegar. Mis huevos se encogen y siento cómo la leche sube por el tronco de mi verga cuando estoy clavado a fondo en ti. Empieza a palpitar y el primer chorro de semen explota dentro de tu concha, seguido por muchos más. Después bombeo despacio mientras sigo derramándome dentro de ti, amor. La leche es tan abundante, que empieza a rezumar por fuera, embarrándote los muslos. Saco mi verga de tu concha y termino de venirme mientras me pajeo, con los últimos disparos de leche caliente y espesa cayendo en tus nalgas, tu cintura y tu hombro, resbalando después hasta tus pechos...

Dejo tu pierna reposar de nuevo y con cuidado me levanto de la cama. Voy al baño y me doy una ducha rápida. Al salir, sigues durmiendo. No voy a limpiarte. Quiero que al despertar sientas el aroma de mi semen, de mi sexo, de tus jugos, de tu concha, todo mezclado como un óleo bien armonizado sobre el lienzo de tu piel caliente. Y que entiendas en el mismo instante de despertar, que la razón de ese sueño tan erótico que has tenido es que te he follado... mientras dormías.