Mientras dormia

Escena

Despierto sobresaltada, me he quedado dormida esperándole. Desnuda, bien abierta y expuesta, sentada en una silla delante de la puerta. Por un momento no sé dónde estoy, pero rápidamente recuerdo e intento incorporarme. Vacilo, no puedo moverme... Mis manos están atadas a la espalda y mis tobillos a las patas de la silla... Ohh!! ¿Dónde está El? Ha venido y no lo he sentido, me ha atado y... ¿Se ha vuelto a ir? No me atrevo a llamarlo, no sé qué hacer. Todos mis sentidos alerta, escucho pasos que se acercan, mi corazón se acelera y de repente lo siento detrás, me tiene dicho que no me gire, no puedo mirarle, separo un poco más las piernas, todo lo que me lo permiten los amarres y mis caderas. Sus manos se posan en mis hombros:

-Buenos días perra- le oigo decir. No has sido demasiado buena, te has quedado dormida y no he podido usarte cómo esperaba.

Una de sus manos se desliza hasta el pezón derecho tirando de él. Se me escapa un grito, me duele, lo sabe pero no afloja... La otra mano baja a mi sexo, donde lo encuentra húmedo y palpitante. No le veo pero sé que sonríe. Retira la mano para volverla a colocar con unas bolas chicas, juega y abusa un rato de mi sexo hasta que empieza a introducirlas. Noto el tacto frio metálico entrando en mí, primero una bola, después la otra, Usted empujandolas con sus dedos. Una vez en su sitio, se pone delante de mí:

-Putita, ahora tengo que salir. Ahí te quedas hasta que vuelva

Han pasado ya dos horas y aquí sigo, atada, expuesta, caliente y con las bolas rozando mi vagina.