Microinfarto por Eva _ [1]
Primera parte _ Vuelvo a casa tras correr por Valencia, todo mi cuerpo se paraliza. He tenido un microinfarto al ver a mi prima Eva...
Los últimos metros los hice a fondo, corriendo como nunca, golpeando fuerte pero con delicadeza contra el suelo que me llevaba a casa. No puedo evitarlo, cada vez que se me dispara la cabeza y empiezo a darle vueltas a los estudios, al trabajo y a mi situación personal necesito una válvula de escape, y corro. Solamente corro, me olvido de todo y convierto las calles de Valencia en mi circuito particular. Al final de la ancha avenida flanqueada por chalets de arquitectura de grandes ambiciones asomaba la gran casa blanca de mis tíos, donde yo vivo.
Realmente el gran chalet blanco no es mi casa, ya que yo soy de Madrid. Pasé toda la vida en la capital hasta terminar el bachillerato hace dos años. Siempre he sido un chico de notas normales, sin grandes alardes, pero con las ideas claras y yo, lo que más quería, era estudiar ingeniería industrial. Dado que la Selectividad fue la continuación de mi recorrido en el instituto, y no conseguí nota para entrar en ninguna facultad de Ingeniería en Madrid, tuve que conformarme con estudiar fuera de mi ciudad. Tuve suerte, pues me dieron plaza en Valencia, donde mis tíos han vivido desde siempre, justo a las afueras, cerca de la ciudad universitaria. El resto vino casi solo: ellos me ofrecieron un cuarto, ya que desde que Laura, la mayor de mis primas, terminó la carrera, está ejerciendo de arquitecta en Alemania, y su cuarto estaba vacío. Mis padres insistieron en colaborar económicamente con mis tíos todos los meses para ayudar a mantenerme, pero mis tíos nunca han carecido de dinero, por lo que siempre me daban lo que mis padres les pasaban con una sonrisa y un “ toma Javi, para tus caprichos ”; que hasta la fecha de hoy han sido salir a cenar con mi novia África, ir al cine con los amigos y comprar cuerdas de vez en cuando para la guitarra vieja que todas las tardes me acompaña y que es el único recuerdo de Madrid que conservo.
Vivir con mis tíos es muy fácil. Cuento con total libertad de entradas y salidas, e incluso cuando he vuelto alguna vez de fiesta a la hora del desayuno, lo único que he encontrado por su parte han sido sonrisas. Convivir con ellos era casi como vivir solo, incluso mi prima pequeña Eva no parecía involucrarse demasiado en mis asuntos, salvo las últimas semanas, que ha estado un poco insoportable porque se ha tenido que examinar de Selectividad. Eva, a sus dieciocho años, había demostrado gran madurez y calma casi toda la semana de exámenes, pero los últimos días un espíritu de ansia y dudas se apoderó de ella y como su hermana Laura y yo somos los únicos universitarios de la familia, en nosotros recayó la tarea de calmarla, y hacerle entender que sólo se trataba de un trámite más, y que las cosas irían bien.
Por fin me encontré tan solo a unos metros de la puerta. ‘Me voy a permitir el lujo de entrar andando, ya estiraré después en mi cuarto mientras escucho música’. Me acerqué por el jardín al ventanal del salón, pero unos ruidos raros me sacaron del lio que tengo en la cabeza, y me concentré en entender lo que oía. Era raro, mis tíos debían estar trabajando, y hasta las dos era imposible que viniesen. La única persona que podía estar en casa a estas horas era mi prima Eva. Saqué las llaves del bolsillo con cremallera de mi pantalón deportivo, y abrí la cristalera del salón con cuidado, y es ahí donde vi lo que cambiaría mi vida.
Se me paró el corazón, no podía apartar la vista de lo que tenía delante, y sabía seguro que todo órgano de mi cuerpo no respondía. Con una certeza médica puedo decir que sufrí un micro infarto. Pero no conseguía apartar los ojos.
Delante de mí, mirándome a los ojos estaba mi prima Eva, totalmente desnuda salvo por las bragas que tenía a la altura de las rodillas, de pie, con las piernas un tanto separadas y rectas, casi de puntillas, con la espalda curvada hacia atrás, enseñando sus preciosas y redondas tetas coronadas por unos pezones pequeños y perfectos que me apuntaban. Detrás de ella, también de frente a mí, estaba su profesor de repaso para selectividad, un tío de dos metros muy musculado, totalmente desnudo, como ella, embistiéndola por detrás con una fuerza que hacía difícil pensar que mi prima pudiese aguantar. Con la mano izquierda el hombre estaba agarrándola del cuello, tan fuerte que, aun estando ella tratando de avisarle de que parara (pues yo acababa de entrar en el salón) no era capaz de desprenderse de esa enorme mano que se aferraba con fuerza a su cuello y le impedía hablar. Con la otra mano vi cómo le apretaba hasta el límite la teta derecha, haciendo que se moviese y pellizcándole el precioso pezón. Mi prima me miró directamente a los ojos mientras el orangután se la estaba follando, sin poder evitar la escena que me estaba ofreciendo; por eso en un último esfuerzo ella intentó con las dos manos quitar la mano de él de su cuello, arañándole los brazos que no se cansaban ni un ápice, pero sin apartar la vista de mi. En sus ojos azules pude ver vergüenza, muchísima vergüenza de que yo fuese el espectador de su sodomía, pero sobre todo vi excitación. Estaba tan cachonda que los ojos se le comenzaron a poner en blanco, y su boca ya no se abría para gritar tanto como para encontrar aire y gemir. Su profesor no paraba de follársela, a cada embestida sonaba un tremendo golpe de los huevos de él y de su tripa contra el coño y el culo de mi prima y de la boca de mi prima ahora sólo salían gemidos apagados que él correspondía hundiéndole más la polla, pero el muy imbécil no se dio cuenta de que estaba delante. Ante los esfuerzos de mi prima por soltarse, su amante interpretó que ella quería más fuerza, por lo que le gritó:
- Vamos pequeña zorra, sé que te encanta que te rompa el culo, ¡tú aguantas esto y mucho más! Como sigas arañándome los brazos… te la voy a clavar hasta destrozarte… y… ¡me correré dentro!
Esta frase me devolvió a la realidad, ¿qué estaba haciendo? Llevaba tres segundos parado de pie con la puerta del salón en la mano, viendo cómo se follan a mi prima pequeña. ¿Qué podía hacer? ¿terminar de entrar y saludar? Ni de coña, no soy tan idiota. Lo único lógico que podía hacer era salir, salir lo más rápido posible, cerrando la puerta del salón. Me escabullí por el patio hasta la entrada principal, donde esta vez entré y fui directo al cuarto de baño que comparto con mi prima en la primera planta, evitando a toda costa el salón. Pero mientras subía por las escaleras aún oía palabras ahogadas, gritos, golpes de piel con piel y alguna frase suelta dicha por mi prima:
- …en serio, que sí, pero ahora tienes que irte, tengo que arreglar algunos…
Y no escuché más. Después del infarto de tres segundos presenciando lo impensable de mi prima, mi corazón había recordado que su función es latir, y lo hace con una fuerza tal que noté cómo todas las venas de mi cuerpo se hinchaban. Cerré el pestillo del baño al entrar, no quería más sorpresas, tan sólo unos segundos para intentar asimilar qué acaba de pasar, qué acababa de ver.
Al verme delante del espejo casi no me reconocía, estaba rojo por los nervios, me temblaba todo el cuerpo. Todo… menos la polla. La tenía durísima, tanto que se me empezaba a salir por debajo del pantalón deportivo. No suelo usar calzoncillos para ir a correr, y los pantalones no son demasiado largos. Me asomaba la cabeza de la polla por debajo del pantalón, deformándolo, arrugándolo, mientras mi miembro palpitaba y se llenaba de sangre, hinchándose como nunca lo había visto. Estoy casi seguro de que mis dieciocho centímetros eran, en ese momento, veinte, y como la cosa no se calmase, me iba a reventar. Al darme cuenta de lo que estaba pasando con mi cuerpo intenté recordar ¿en qué momento me había empalmado? ¿Había sido al llegar al baño? O tal vez… Imposible, ahora sí que estaba rojo, más si cabe, no podía ser. Casi con certeza me di cuenta de que el camino al baño lo había hecho empalmado, y que es muy probable que estuviese empalmado desde que vi a mi prima. ¿Ella lo había visto? Tal vez la vergüenza que había adivinado en los ojos de mi prima era porque se la estaban follando por el culo delante de mí, ¿o tal vez era porque estaba viendo mi polla empalmada a punto de reventar asomando por el pantalón corto? Joder, no sabía qué hacer.
Al volver a mirármela me sorprendí a mi mismo sin pantalones y acariciándome, no sé en qué momento me los quité, ni en qué momento me empecé a hacer una paja; sólo sé que era lo único que necesitaba en ese momento.
- Javi, ¿estás ahí? Sal por favor, creo que tenemos que hablar.
Eva estaba al otro lado de la puerta. Al escuchar su voz volvió a mi cabeza la imagen de esa mujercita con la que compartía casa pero que nunca había mirado de esa manera, su cuerpo desnudo, y su pelo castaño, largo, casi a juego con su piel tostada, y sus largas piernas, de puntillas, intentando apoyarse en el suelo mientras le daban por el culo. Me corrí, llenando la puerta de semen, y no fui tan silencioso como yo hubiese querido. Fui incapaz de contestar a Eva, no me salían las palabras.
- Venga Javi, sé que estás ahí, ¿qué estás haciendo? abre, que no es lo que tú piensas. Déjame pasar y lo hablamos.
No podía abrir por varias razones: la primera es que había llenado el baño de semen, nunca me había corrido tanto; la segunda es que mi cara era un poema, estaba convencido de que me había visto empalmarme delante de ella; y la tercera es que aún tenía la polla durísima, y cada vez que la oía hablar sólo podía pensar en sus gemidos y en su espalda arqueada y… ¡basta¡ Tenía que hacer algo, y parece que, ya que estaba encerrado en el baño, mi única opción era darme una ducha (bien fría). Al abrir el grifo del agua puede oír un chasquido de resignación por parte de mi prima y sus pasos al alejarse. Una ducha me vendría bien, pero la tenía demasiado dura, y no parecía que fuese a bajar. Comencé la segunda paja, que, al igual que la primera, acabé con una corrida intensa, que esta vez se fue por las cañerías. Bajo el agua intenté analizar lo sucedido. Está claro que mi primita ya no era tan niña como pensaba, y hasta que no la vi desnuda no he fui consciente del cuerpo increíble que tenía y de lo buena que estaba. Sin embargo yo tenía novia, y no creo que a África le hubiese hecho ninguna gracia saber lo que había visto, sobre todo teniendo en cuenta que si se lo contaba no sería capaz de poner cara de póker, y que lo más probable es que me volviese a empalmar. Creo que lo mejor sería intentar actuar como si nada hubiese pasado, África tampoco tenía que enterarse, y mi prima no iría contando por ahí lo que había pasado.
Oí la puerta, mis tíos ya estaban en casa. Eso quiere decir que llevaba toda la mañana encerrado en el baño haciéndome pajas. La verdad es que no está mal, pero para un niño de quince años, yo pensaba que ya había superado esa época, que soy casi un adulto joder, pero se ve que me equivocaba. Aún tenía la cabeza embotada, así que cogí cualquier pantalón y cualquier camiseta y bajé a comer.
- ¿Qué tal tío Lucas? ¿Cómo ha ido el trabajo?
Las fórmulas de cortesía son propias para cortar el hielo en estas situaciones, pero aún así, no fui capaz de mantener la voz firme y solté algún gallo al preguntar. La comida se desarrolló como siempre, mi tío con su buen humor, y mi tía con sus ganas de reír y su pasión por la cocina. Pero entre todo ese universo, ella y yo éramos el centro. No dejábamos de mirarnos, siempre disimuladamente, pero sin chocar las miradas, siempre era yo el que bajaba la vista y ella intentaba explicar mil cosas con cada roce, en parte pude detectar sus dudas por si me atrevía a contar algo de lo ocurrido, pero otra parte de ella me miraba pícara, divertida. Y eso es lo que me desconcertaba.
- Bueno familia, – arrancó el tío Lucas – como ya sabéis, Eva se nos ha hecho una mujercita.- Al oír esta frase no pude evitar atragantarme – y esta noche es su fiesta de graduación. Así que allí estaremos los cuatro, viendo cómo nuestra pequeña consigue su primer título. Contamos contigo, ¿no, Javi?
No sabía dónde meterme, mi prima me miraba ahora con descaro, esperando mis palabras. Ya no podía echarme atrás, pues había quedado con África para ir esa noche a la graduación, por lo que tenía que contestar:
- Claro, allí estaremos África y yo.
Vi cómo mi prima se giró radiante hacia su comida, y no volvió a insistir en mí con sus miradas durante el resto de la comida.
La tarde se desarrolló mejor, en parte porque llamé a Áfri y le dije que se viniese a hacerme compañía, que la echaba de menos. No era del todo cierto, porque aunque sí la echaba de menos, había otra cosa que no dejaba de correrme por la cabeza, y era la imagen de mi prima y lo cachondo que me había puesto. Si seguía empalmándome cada cinco minutos al final me desmayaría. La llegada de Áfri me calmó. Llevábamos saliendo un año, casi desde que llegué a Valencia y la conocí. Esa chica de ojos verdes y pelo rubio se había convertido en mi mundo, y la quería muchísimo. Por desgracia nuestra vida sexual no era tan buena como a mí me hubiera gustado, la falta de sitio para hacerlo nos había convertido en amantes casi perezosos.
- Hola preciosa, ¿qué tal ha ido tu día? – La saludé mientras ella descargaba todas las bolsas donde llevaba la ropa para la graduación de Eva y el maquillaje.
- Pues aburrido, y lo he pasado entero echándote de menos.
Necesitaba desconectar todo lo posible, así que le propuse ver una película, de esas en las que no necesitas pensar, que se desarrollan solas. Cuando faltaba una hora para la ceremonia, Áfri se fue a la ducha, mientras yo preparaba mi propia ropa. Al volver de la ducha traía un albornoz de mi prima Eva, y mi imaginación hizo el resto. No pude evitarlo, yo ya estaba fuera de control, y era mi polla la que controlaba mi cuerpo. Al verla desnuda, con su color de piel tostado por las largas horas de playa, mientras se quitaba el albornoz y me dejaba ver su culo y sus piernas, ligeramente musculadas, con formas y totalmente tersas sólo podía pensar en cómo le daban por el culo a mi prima delante de mí esta mañana, y me acerqué a África por detrás y la empujé a la cama. Ella cayó boca abajo, con las rodillas en el suelo las tetas contra la cama, haciendo presión y saliéndose por los lados y las piernas lo suficientemente abiertas como para que, en el momento en que cayó a la cama, metí mi boca entre sus muslos.
- ¿Qué estás haciendo Javi? Tus tíos y tu prima están en casa, y no creo que sea el momento de….. aaahhh….
No le di tiempo a seguir discutiendo, pues con las dos manos le abrí el precioso culo, y empecé a chuparle el coño desde atrás con rabia y con fuerza. Sabía a agua, a dulce por el sabor del gel de baño, pero también sabía a ella. Me excita muchísimo comérselo a mi novia, y en este momento mi rabo sólo quería penetrarla por el coño que se me empezaba a humedecer en la boca.
- Joder Javi, ¿qué haces? Me estás poniendo cachondísima… Sigue un poco más…
Yo no podía pensar. Saqué mi lengua de su interior, y agarrándome la polla con la mano derecha para apuntar mejor, y agarrándole el pelo a ella con la mano izquierda se la clavé de golpe, sin pensármelo. Áfri soltó un chillido ahogado, pero lo suficientemente alto como para que mis tíos pudiesen oírla, así que, para que se callase, la bombeé mucho más fuerte. Sacándosela y metiéndosela entera, sin miramientos, sin dudas. Ella no dejaba de gimotear, y de repente me di cuenta de que ya no era yo el que sujetaba su culo para abrirlo mejor y follármela más fácil, sino que era ella la que, boca abajo, se agarraba los cachetes y se dejaba hacer, mientras me miraba de reojo y se mordía los labios al gemir. De repente su mirada tomó un tinte de vergüenza y casi sin mirarme y muy bajito me dijo:
- Méteme un dedo en el culo…
Yo pensaba que no la había oído bien, pero la segunda vez que me lo dijo yo no podía creerlo. África nunca había querido practicar el sexo anal, sólo dejaba que cuando le comía el coño le acercase los dedos por el anillo de su ano, pero nunca me dejaba metérselo dentro, pero hoy me estaba pidiendo que lo hiciese. No lo dudé, si ella quería que le metiese el dedo en el culo lo haría. Yo no sé cuántas embestidas más duraré, pero despacito y haciendo círculos, le metí el primer centímetro de mi dedo en su culo, mientras notaba sus músculos cerrándome el paso y agarrándome el dedo con fuerza. Mientras, no dejaba de bombearla, y lo cachondo que estaba me hacía pensar que no aguantaría mucho más. Conseguí embestirla y mover el dedo dentro de ella con cierta sincronía, que ella respondió cogiendo la almohada de mi cama y poniéndosela en la boca para ahogar sus gritos mientras con la otra se abría el culo y dejaba paso a mi polla y a mi dedo. Fue entonces cuando lo noté, África se estaba corriendo como nunca, los espasmos de su cuerpo no sólo eran visibles, sino que literalmente podía sentir cómo su coño se apretaba alrededor de mi polla y cómo su ano se cerraba apretando mi dedo. Yo no podía aguantar más, los espasmos de su coño hicieron que me corriese dentro de ella sin poder evitarlo y durante mucho tiempo, un orgasmo como hacía tiempo no tenía.
- Javi, qué vergüenza, ¿tú crees que nos han oído tus tíos? – Dijo ella mientras se tumbaba del todo en la cama
- Espero que no… pero realmente me da igual, ha merecido la pena
- Es cierto. En cuanto a lo de… bueno, eso que te he pedido… No quiero que pienses que soy una guarra ni nada por el estilo, es sólo que…
- Áfri, no te preocupes, a mi me ha encantado.
Los dos nos mirábamos como si acabásemos de conocer una parte del otro que no sabíamos ni que existiese. Me daba vueltas la cabeza. Hoy me había corrido unas cuatro veces, sin embargo esta había sido la mejor.
Nos pusimos en marcha y nos arreglamos entre sonrisas y cariños, aunque éramos conscientes de que llegábamos tarde a la fiesta.
Los actos de graduación en las películas americanas siempre son fiestas alocadas de jóvenes que terminan con sexo y alcohol. Pero las cosas en Valencia son muy distintas. La graduación es un acto soporífero donde los padres y los alumnos soportan discursos sobre el devenir de las criaturitas que se gradúan, sobre la importancia del estudio en su futuro. Si no fuese por el vestido que llevaba África, no hubiese merecido la pena ir. Pero ver a mi novia, esa preciosidad rubia de piel tostada con unos ojos verdes intensísimos con un vestido de tubo con un escote de vértigo era suficiente como para querer estar allí. Sin embargo en mi cabeza había alguien más. Eva estaba radiante, con una sonrisa blanca que destacaba a kilómetros del resto, y con un vestido casi informal, sin escote, pero ceñido y extremadamente corto. Cada vez que se levantaba del asiento, o cada vez que hacía el gesto de levantar uno de sus brazos, el vestido subía unos milímetros, lo justo como para dejar ver su precioso culo o, más bien, intuirlo. Yo no podía parar de pensar en Eva, pero ahora no era una niña para mí, sino una jovencita sexualmente muy apetecible. Como no quería que esos pensamientos enturbiaran la fiesta, comencé a beber. El ron no es un buen aliado en estas ocasiones, y tras acabar el muermo de las charlas, la fiesta se trasladó al polideportivo, donde la música alta y las luces oscuras prometían diversión a los graduados.
- Voy al baño un segundo, no tardo, ¿vale? Espérame aquí.
Tan pronto como África se dio la vuelta, apareció a mi lado Eva.
- Hola primo, ¿cómo estás? ¿has dejado ya de huir de mi?
- No huyo de ti Eva, no digas tonterías – El alcohol me empezaba a pasar factura, y no conseguía apartar mis ojos de su vestido que se empeñaba en agarrarse al cuerpo de mi prima enseñándome sus perfectas curvas.
- Entonces, ¿por qué no has querido hablar conmigo de lo que has visto esta mañana?
- No hay nada de qué hablar, tú eres libre de hacer lo que quieras, aunque eso sí, la próxima vez córtate un poco, ¿no has oído hablar de los calcetines en las puertas?
La sonrisa de mi prima al mirarme era penetrante, la notaba demasiado cerca. ¿Dónde coño se ha metido África? Esta conversación me estaba poniendo nervioso, y haber bebido alcohol me dejaba fuera de juego.
- Pues yo creo que sí hay que hablar… Porque yo soy libre de follarme a alguien en el salón de mi casa, pero… creo que tú no tendrías que ponerte tan cachondo con tu primita pequeña.
- Eva, no digas gilipolleces. No me puse cachondo, me quedé muy cortado y me fui.
- ¿Ah no? ¿Entonces por qué te asomaba la polla por debajo del pantalón? Vi cómo se te ponía dura mientras me mirabas. Y creo que sé lo que hiciste toda la mañana dentro del baño.
Mierda, mierda, mierda, mierda. Ella me la vio. Ahora sí estaba en desventaja. ¿por qué estábamos hablando de esto? ¿a dónde quería llegar? ¿y dónde estaba África?
- Yo creo que eso te lo imaginaste tú, que estabas muy animada con lo que te estaba haciendo el musculitos ese en el culo como para prestar atención a lo que tenías delante.
- Uy… ¿te noto algo celoso primito?
- ¿Celoso? Joder Eva, tengo novia, y además somos primos. No soy tan degenerado como para ponerme cachondo con mi prima.
- ¿No? ¿No te pongo nada cachondo? – Dijo mientras subía las manos y las colocaba alrededor de mi cuello, mientras ascendía su vestido dejando ver los primeros milímetros de su culo – Pues yo si me puse cachonda al ver cómo te empalmabas… Ya ves, no aguanté mucho más y me corrí. Además, estoy segura de que estás deseando follarme…
- No digas más tonterías por favor – Dije quitando sus manos de mi cuello – Creo que has bebido más que yo.
- Está bien, tendré que hacerlo a las malas. Mira primito, estamos a día dos de Junio. Si antes del día uno de Julio no me has pedido que te folle, tú ganas, te dejaré tranquilo, nunca más volveré a intentar nada contigo y África no se enterará de nada. Pero, si por el contrario, me pides que te folle, yo ganaré la apuesta, y tendrás que dejar a África… o le contaré nuestro pequeño secretito
- Eva, eso no va a pasar. Somos primos, yo nunca voy a pedirte algo así.
- Ya… eso lo dices ahora. A ver si eres tan duro cuando yo sea una niña mala…
Como aparecida de la nada llegó mi salvadora. África le dio dos besos a mi prima y las dos hablaron un rato: vestidos, chicas horteras, profesores; mientras yo asimilaba lo que mi prima me acababa de decir. No reconocía a la que había sido mi prima pequeña en esa chica que ahora tenía delante, y nunca la había oído hablar así, sin tabúes. Tras el repaso mi prima se despidió y aprovechó un momento en que Áfri no miraba y me guiñó un ojo mientras se mordía ligeramente el labio.
Ahora sí que estaba totalmente desconcertado. Yo amo a África, es la chica perfecta para mí, lo único que no es perfecto entre nosotros es el sexo (quitando el de hoy que había sido el mejor desde que empezamos). Sin embargo Eva me tenía embrujado. Nunca había pensado en ella como algo más que una niña pequeña, pero se ve que esa pequeña ha crecido, y con sólo contonearse consigue que me empalme como nunca.
- Áfri, ¿te importa si nos vamos? Es que estoy un poco cansado.
CONTINUARÁ