Microinfarto por Eva [4]

Quiero que le metas el rabo a tu prima en la boca... ¡pero no puedes correrte!

Puedes encontrar la primera parte de Microinfarto por Eva [1] aquí:

http://www.todorelatos.com/relato/92788/

la segunda parte Microinfarto por Eva [2] aquí:

http://www.todorelatos.com/relato/112665/

y la tercera parte Microinfarto por Eva [3] aquí:

http://www.todorelatos.com/relato/113464/

FINAL DEL RELATO 3 _

Parece que África estaba volviendo en sí después del orgasmo anal. De ninguna manera debía dejar que África viese a Eva, así que se la saqué y la llevé al sofá. Áfri iba como zombi, muy desorientada, y goteando grandes cantidades de mi semen por sus piernas. Como pude me giré y le hice gestos a Eva para que se fuese, cosa que de primeras no conseguí, pero que Eva después debió replantearse porque desapareció.

Me acerqué a África y la besé por el pecho, subiendo todo lo románticamente que pude hasta su boca.

-             África, eres increíble.

-             Ha estado bien ¿verdad? No pensaba que fuese una experiencia tan intensa, ni que fuese a gustarme tanto...

-             Joder, y parecías modosita. No sé qué te ha dado últimamente.

-             No sé Javi... tal vez mi cambio venga de la forma morbosa en la que tú mirabas a tu prima Eva totalmente empalmado mientras a ella le partían el culo en casa de sus padres...

¿Qué? ¿Lo sabe?

_Microinfarto por Eva [4]_

Era la tarcera vez en tres días que se me paraba el corazón, a este ritmo no llegaría a viejo nunca. África lo sabe… pero, ¿qué sabe? ¿cuánto? ¿se lo ha contado Eva?

-                  Que… qué dices Áfri? Yo no… Eva no… no… - Muy bien, allí estaba yo, tartamudeando como un gilipollas delante de mi novia que me acababa de confesar que sabía lo que había pasado dos días atrás con mi prima. Así se arreglan las cosas, ¡muy bien Javi!

-                  Javi… aquella mañana fui a verte por si te apetecía que comiésemos juntos, pero al llegar vi a tu prima con su profesor de repaso follando en el salón, y me quedé escondida en los matorrales del jardín muerta de vergüenza y sin saber qué hacer. Así fue como lo vi todo: vi cómo llegabas de correr, cómo te quedabas parado delante de ellos, y… cómo se te hinchó la polla al ver a Eva desnuda siendo follada por el culo…

-                  África, lo siento, yo… no sé qué me pasó… perdóname… fue sólo eso, no pasó nada…

-                  ¿Tú piensas que soy tonta? – África empezaba a levantar la voz y a mirarme con cara de enfado mientras se ponía de pie- ¿Acaso crees que ayer en el coche iba dormida mientras ella botaba descaradamente sobre tu polla? ¿o que no vi lo que pasó en la piscina? ¡o esta tarde, cuando pensabais que seguía hablando por teléfono y ella se te subió encima!

Joder, la cosa se estaba complicando cada vez más. África se había puesto de pie, aún vistiendo el corsé negro con encaje blanco, mientras que goteaban los últimos grumos de mi semen por sus muslos. Y yo, con una carencia de dignidad absoluta, desnudo, retrocediendo paso a paso mientras ella se acercaba a mí con expresión agresiva en su cara. Me iba a despedazar. O a cortar los huevos. O tal vez me cortase el pene y se hiciese una pandereta con la piel. Qué mierda más grande. La cosa se había complicado por culpa de mi prima Eva, por ella y sus chantajes iba a perder a la chica que más quería: a África.

-                  África, lo siento, de verdad, yo no… yo no quería. Ella me está chantajeando...

-                  ¿Qué quieres decir con que te está chantajeando?

Cada vez se acercaba más a mí, encendida de rabia. Su cara se estaba transformando y si seguía así se transformaría en una leona y me arrancaría la cara de un mordisco. Yo retrocedía inconscientemente como podía, daba un paso hacia atrás por cada paso hacia adelante que daba ella.

-                  Me dijo que… me dijo que haría lo posible por que yo cayese en sus encantos y que si le pedía que me follase ella te lo contaría todo. África, no quiero perderte, perdóname. He intentado evitarla, pero estar aquí encerrado con ella es muy difícil.

-                  Y qué ha hecho para que “cayeses en sus encantos”. Dímelo.

-                  Pero si ya lo sabes, lo acabas de decir.

-                  ¡He dicho que me lo digas Javi! –África me estaba gritando-

-                  Pues… en el coche… bueno, ella no llevaba ropa interior, y… me calentó y me hizo una especie de paja con la palma de la mano, hasta que me corrí y lo manché todo… joder, qué vergüenza, ella recogió parte y se lo metió en la boca…

¡¿Pero acaso soy gilipollas?! ¿Por qué le estoy contando esto a mi novia? Sabía que la estaba cagando cada vez más, que África estaba entrando en un estado de ira, y lo mejor que se me ocurría era… ¿decirle la verdad? ¿por qué lo hacía? ¿a caso me excitaba contarle esto a mi preciosa rubia?

-                  Sigue hablando… cuéntamelo todo…

África estaba acercándose y yo no podía retroceder más, porque ya había llegado a la pared. Me encontraba, literalmente, entre la novia y la pared.

-                  Luego en la piscina, cuando tú estabas fuera… ella se subió a mi espalda, y me hizo una paja denial… yo no sabía que mierda era esa, pero es algo así como una paja normal, pero con más rabia y sin dejar que me corriese…

  • ¿Por eso me follaste así en la piscina? ¿Por eso la tenías tan gorda que casi me rompes?

Ahora África estaba a medio metro de mí. Y yo con la espalda apoyada en la pared inmóvil como una presa fácil.

-                  Lo siento África, de verdad, perdóname.

Parecía que África se enfadaba cada vez más… ¿o no? ¿qué estaba haciendo? Mientras se acercaba se había bajado del todo el culotte, lo llevaba por los tobillos, y se había comenzado a frotar los labios de su vagina muy suave con la palma de la mano entera, mientras la otra mano se la había metido bajo el corsé y se frotaba un pezón mirándome a los ojos y mordiéndose ligeramente el labio inferior.

-                  ¿Ah sí? ¿Y qué más te ha hecho tu prima?

¡¡África se estaba poniendo cachonda escuchando lo que le decía!! Yo no estaba entendiendo nada. En un momento parecía que quería matarme, y a los dos segundos se estaba frotando el coño como una gata en celo delante de mí.

-                  Vamos, ¡cuéntamelo!

Eso no era una invitación,  era una jodida orden. África me estaba dominando, y quería que le contase todo… ¡pues se lo iba a contar!

-                  Esta mañana cuando estábamos jugando… Eva no llevaba bragas, y todo el rato se ponía en posición para que viese su coñito y la cadena de las bolas chinas que se había metido para ponerme cachondo… yo no he aguantado mucho y he tenido que fingir que el pelotazo del tío Lucas me ha dolido para poder sentarme y que no vieseis lo gorda que se me había puesto la polla…

Hablando del rey de Roma… No sé si era un buen momento, pero el miembro se me había vuelto a hinchar, pidiendo guerra. Como estaba totalmente desnudo era una estupidez intentar esconder que me había empalmado, así que preferí no moverme, ni hacer ningún comentario sobre mi estado. Mi imagen en ese momento era un tanto humillante. Con la espalda pegada a la pared, desnudo, empalmado, apuntando con la polla a mi novia cachonda, que como una zorrita se tocaba delante de mí mientras le contaba cómo mi prima había intentado que me la follase.

-                  Sígue contándome.

África me agarró la polla con fuerza, a la altura de la base. Por un momento me quedé en tensión porque pensé que me la iba a arrancar. Pero no. Mi preciosa rubia de cuerpo de infarto no dejó de sorprenderme, y con un movimiento ágil y muy masculino se colocó frente a mí, abrió las piernas ligeramente y se metió mi miembro de golpe en su coño. Noté cómo un calor abrasador recorría mi mástil, mientras sus jugos mezclados con mi semen que aún goteaba de su ano me goteaban hasta las pelotas. Me estaba follando de pie y de frente. Ella a mí. Yo estaba totalmente indefenso contra la pared y no podía moverme. África me estaba violando.

-                  ¡He dicho que me cuentes más!

Comenzó a embestirme, a usar mi polla para darse placer apoyando las manos en la pared, a ambos lados de mi cara.

-                  Pues… esta tarde cuando has subido a hablar con tus padres me ha calentado poniéndomela dura con los pies. Después se ha subido sobre mí a horcajadas y me ha puesto los labios del coño en la punta del rabo. Si se hubiese movido un solo milímetro hacia abajo… se…  hubiese…  clavado… mi… polla…

Me costaba hablar, y las palabras me salían entrecortadas por el ritmo de su follada. África me miraba a los ojos, como una perturbada. Con una de sus manos me agarró del pelo por detrás de la cabeza, tirando de él, y con la otra mano me agarró del cuello. Me estaba follando como una salvaje, de pie, de puntillas para poder clavársela mejor, a un ritmo que parecía lento, pero que realmente era violento: me embestía clavándose mi polla a toda velocidad, chocando su clítoris hinchado por la excitación contra mi pubis y sus redondas tetas contra mi cuerpo para, acto seguido, sacarse mi rabo lentamente, como si no quisiese sacarlo. Se acuchillaba violentamente, y lo sacaba muy despacio, embestía y salía despacio… Mientras me miraba a los ojos y se mordía el labio inferior. Ese ritmo me estaba matando. Por los nervios no me había dado cuenta, pero yo ya estaba muy cachondo, y África cada vez se apuñalaba con mi miembro más y más fuerte.

-                  ¿Y no te la has follado?

-                  No, yo sólo quiero estar contigo.

A África le comenzaba a costar pronunciar correctamente las palabras, sus gemidos comenzaban a tapar lo que decía, y yo no entendía bien sus murmullos.

-                  ¿Quieres tirarte a tu primita Eva? ¡Dímelo!

-                  Pues…

África y yo llevábamos un año juntos y desde el principio nuestras relaciones sexuales no habían estado mal, pero no habían sido gran cosa. Pero ella había cambiado. Cuando me pidió que le metiese el dedo en el culo, la mamada en mi coche y el numerito del sexo anal de esta noche… eso no es casualidad.

Y con un “click” en mi cabeza, todo encajó. Ahora lo entendía todo: a Áfri le ponía terriblemente cachonda que mi prima intentase follarme. La aparición de Eva en la ecuación de nuestra relación había supuesto unas tandas de sexo increíbles, y había descubierto una sexualidad en Áfri que nunca había visto. Y yo no iba a dejar pasar esa oportunidad. Así que decidí jugármela:

-                  Sí, quiero follármela. ¡Reventarla con mi polla!

-                  Díme qué… aaaaaahhh… dime qué quieres hacerle a tu primaa aaaaaah…

África se estaba volviendo loca. Empujaba su cadera con rabia contra mi pene, clavándoselo hasta la base mientras me tiraba aún más fuerte del pelo y me apretaba con más rabia el cuello. Yo sólo podía sujetarme a la pared para que no me tirase mientras me violaba y se ensartaba de una manera súper excitante.

-                  Quiero follármela por el culo como te he follado hoy a ti…

-                  AAAAAAAHHHHHH….. ¡¡¡sigue!!! ¿Qué más quieres hacerle?

-                  Quiero agarrar sus pequeños pezones y tirar hasta que se corra, y no parar de bombearla hasta correrme en su carita de niña y que vuelva a comérselo todo como hizo en el coche…

-                  ¡¡¡¡ME CORROOOO!!!! AAAAAAaaaaaaahhhhh!!!

África se corrió sonoramente, dándome las últimas embestidas con los pies de puntillas, bombeando con su cintura para hundirse mi polla hasta el fondo. Yo estaba a punto de correrme también, notaba el orgasmo queriendo salir desde los testículos hasta la punta del pene. África se sacó mi miembro de su interior, y se arrodilló delante de mí. Sin dejar de mirarme a los ojos me agarró el rabo con las dos manos y comenzó a masturbarme con fuerza.

-                  ¡¡Me voy a correr!!

-                  ¿Es esto lo que quieres hacerle a Eva? Enséñamelo, enséñame cómo te vas a correr en su cara, ¿a qué esperas Javi?

Su repentina mirada de actriz porno me puso a mil, y me dejé llevar por su paja. Me quería correr a lo bestia. Y así fue. De la punta de mi polla comenzaron a salir chorros blancos de semen espeso que África apuntaba a su cara y a su boca. Me estaba obligando a correrme en su cara, y para mí no había nada más morboso en el mundo. Con los últimos temblores del orgasmo, Áfri se puso de pie, y con su cara a escasos milímetros de a mi cara, comenzó a recoger con sus dedos toda mi corrida y a metérsela en la boca muy despacito.

-                  Javi, te vas a follar a Eva. Pero lo vas a hacer como yo te diga, cuando yo te diga y siguiendo todas mis normas. ¿Está claro? – Decía mientras recogía los grumos de mi simiente y se los metía en la boca, degustándolos.

-                  África, no es necesario, en serio… Yo sólo quiero estar contigo.

Los cojones. Eso era MENTIRA con mayúsculas. Me moría de ganas de tirarme a mi prima, pero sus palabras me estaban dejando fuera de juego.

-                  No, quiero ver cómo te follas a Eva, y quiero que ella nos vea follar a nosotros. Quiero darle envidia, que tenga celos, calentarla hasta que le tiemblen las piernas, que te desee más que a nada, y luego quiero que te la folles como un animal salvaje, hasta que Eva reviente en mil orgasmos.

Yo estaba alucinando, no entendía nada. El cambio en la actitud de África estaba siendo increíble. Esta chica era la novia perfecta para cualquier tío, y yo todo este tiempo pensando que era una puritana en la cama, y que nunca pasaría del misionero con ella.

-                  Te parece bien Javi, ¿verdad?

Por un momento en los ojos de África pude ver a la chica insegura de antes ¡Me estaba pidiendo permiso! Ella quería saber si yo aceptaba las normas de su juego, que ella me diese órdenes para finalmente tener a Eva. No sólo lo aceptaba, sino que me encantaba. La besé con pasión en la boca, con mi lengua dentro de ella, jugando con la suya, mientras nuestros cuerpos se frotaban, húmedos de sudor y fluidos.

-                  Te quiero.

No sé qué pasó. Sólo recuerdo levantarme al día siguiente con el rabo aún dolorido de los polvos salvajes con África la noche anterior. Ella ya se había levantado y ya no estaba en la cama, pero yo aún estaba volviendo a la vida. ¡Qué puta locura! Mi novia lo sabía todo, y no sólo eso, sino que le ponía cachondísima que se lo contase.  Lo más fuerte es que ahora las tornas estaban igualadas: yo había visto como se follaban a Eva, y Eva nos había visto a Áfri y a mi. Y eso, precisamente eso, era lo que más me preocupaba. ¿Dejaría de intentar seducirme mi prima? La verdad… si soy sincero, al principio no soportaba que Eva me forzase ni que me chantajease, pero ahora… ahora cada vez lo deseaba más. De hecho, Eva era mi mayor obsesión, y necesitaba verla. Qué cojones, necesitaba follármela.

“Venga, me visto y bajo”. De un salto comencé otro día más en la casa de la playa de mis tíos. Bajé a desayunar, y encontré a Eva hablando con sus padres.

-                  Mamá, ya somos mayores, que haya algo de alcohol no significa que se vaya a desmadrar la fiesta.

-                  Tú verás cariño, pero cuando nosotros volvamos no quiero que haya rastro de nada. Además, no quiero líos con la policía ni con vecinos.

-                  No te preocupes mami. Sabes que soy una chica responsable. – Mientras Eva decía esto ponía ojitos a mi tía, hasta que se dio cuenta de mi presencia. – Buenos días primito, ¿qué tal ayer?

El soniquete con el que pronunció la última frase era de todo menos casto y puro. Ella sabía perfectamente lo que pasó ayer, pues fue testigo de cómo le dí por el culo a África en el salón.

-                  Bien, estuvimos África y yo viendo una peli en el salón. – Mentira cochina. – Por cierto, ¿dónde está Áfri?

-                  Fuera, tomando el sol – decía Eva mientras ponía los ojos en blanco. Los celos que le tenía eran cada vez más evidentes. – Primito, tú sí te quedarás para mi fiesta de disfraces, ¿a que sí?

-                  ¿Qué fiesta de disfraces?

-                  Nada Javi, tu prima, que es una caprichosa, y todos los años monta un fiestón aquí en casa y a tu tío y a mí nos echa. Ya sabes, cría cuervos… - La tía Julia me decía esto mientras se cruzaba de brazos y miraba a Eva. Parece que Eva no era capaz de engañarla con su carita de niña buena, pero al final haría la vista gorda.

-                  Que no mamá, que es sólo una reunión de amigos y amigas del pueblo, que no tienes que preocuparte por nada.

-                  Voy a ver a África. – Salí de allí como pude, intentando evitar el tema de la fiesta. La verdad, una fiesta de disfraces me apetecía bastante, pero me daba mucho miedo que a Eva se le fuese de las manos, y que por culpa del alcohol se pasase de la raya conmigo delante de la gente. Aunque me apetecía ir, sí, qué coño, Eva me había invitado y lo suyo es que fuese a la fiesta.

-                  Hola Áfri, buenos días. ¿Qué tal has dormido?

África estaba tumbada al sol con un bikini minúsculo y los tirantes bajados. Si no tuviese el pene destrozado por la noche anterior… su bikini estaría por el suelo en menos que canta un gallo. Cuando la maravillosa rubia me vio se puso de pie y se me acercó hasta susurrarme al oído:

-                  Hoy no puedo ni sentarme. Ayer me diste bien duro… y pronto voy a necesitar más.

Mientras terminaba la frase me dio un mordisquito pequeño en el lóbulo de la oreja. Pfff, así no se puede vivir. Entre Eva y Áfri me pasaba el día cachondo como un mono, sudando de los nervios y corriéndome, ¡joder, a este ritmo me voy a deshidratar!

-                  ¿Has oído lo de la fiesta de Eva? – le pregunté

-                  Sí, ¿te apetece que nos quedemos? ¿o prefieres que esa noche nos quitemos de en medio?

-                  No, no. Nos quedamos a la fiesta – Por un momento la idea de separarme de Eva, dejarla sola y que mil tíos se le acercasen durante la fiesta buscando tirársela… me estaba poniendo enfermo. Me estaba dando un ataque de celos, y estaba empezando a apretar los puños.

-                  ¿Recuerdas nuestra conversación de ayer?

-                  Yo… no sé… hablamos de bastantes cosas… no sabría… - No supe cómo reaccionar, ¿a qué conversación se refería? ¿aquella en la que me decía que siguiese sus órdenes para poner cada vez más cachonda a Eva?

-                  No te hagas el tonto Javi. Ven conmigo.

Se levantó y me agarró de la mano. Durante unos segundos sólo podía ver su precioso culo enmarcado por la parte de abajo del bikini, que la llevaba ligeramente metida entre los cachetes y que parecía un tanga. Medio mareado me llevó hasta la cocina.

-                  Eva, tu primo y yo hemos pensado que nos apetece quedarnos en tu fiesta, si te parece bien, claro.

-                  ¡Me parece genial! Me hace mucha ilusión. – Eva sonreía mientras me miraba a los ojos y se mordía el labio inferior casi imperceptiblemente.

-                  Pero no tenemos disfraces… ¿y si salimos esta tarde los tres y vamos a comprarlos? Así te podemos ayudar también a comprar las cosas de la fiesta.

-                  ¡Qué buena idea África! Pues entonces esta tarde lo hacemos, mientras voy a hacer la lista de la compra.

¿Qué estaba haciendo mi rubia? ¿Se estaba volviendo loca? Sin soltarme de la mano África me sacó otra vez a la piscina, dejando a Eva en la cocina, mirándome con cara lasciva, sin tratar de ocultarlo.

-                  ¿Qué haces África? ¿De verdad quieres que pasemos la tarde con ella?

-                  Sí, y he tenido tiempo de pensar muchas cosas esta mañana, y se me han ocurrido algunas ideas para… animar la tarde. Mira cómo estoy sólo de pensarlo…

Elevó la mano que aún no me había soltado, me cerró el puño con sus deditos y desplegó con delicadeza mi dedo índice. Como si yo fuese una marioneta, ella movió mi mano hasta introducirla bajo la parte de debajo de su bikini, y restregó mi dedo por los labios de su vagina. No podía estar ni más caliente ni más húmedo, y había dejado claro lo que quería enseñarme: estaba como una perra en celo.

Yo miré a mi alrededor con miedo a que desde la cocina pudiesen vernos mis tíos, pero África con una sensualidad y una tranquilidad brutal sacó mi índice de los labios de su coño y lo elevó a la altura de su cara.

-                  Esta tarde nos lo vamos a pasar muy bien Javi.

Al acabar de decir eso se metió mi dedo entero en la boca, y haciendo succión comenzó a chupar todo el líquido que había recogido de su entrepierna.

Al llegar la tarde estaba todo bastante tranquilo por casa, ya sabéis, sin intentos de violaciones ni pajas clandestinas ni ninguna de esas cosas que se estaban convirtiendo en algo tan frecuente en esa casa.

-                  ¡Vamos chicas, que yo ya estoy y ya tengo el coche en marcha!

La primera en bajar las escaleras fue África, que iba vestida con una camiseta ancha y unos vaqueros desgastados que se le ceñían como un guante. Era increíble que tuviese ese cuerpo. Podría levantar las pollas de señores de 90 años sólo guiñándote un ojo.

Pero justo después bajó Eva. Me puso a mil. Era increíble que existiese una mujer con tanta perfección como ella. Llevaba una camiseta blanca de tirantes que se le amoldaba al torso y dejaba ver que no llevaba sujetador. Se le pegaba a la cintura y al vientre, dibujando la perfección de su barriguita sin una gota de grasa, mientras que debajo llevaba una minifalda negra con algo de vuelo, dejando libres sus larguísimas piernas embutidas en unas botas de mosquetero. Imaginaos lo cachondo que me estaba pendiendo ese modelito que sólo pensaba en arrancárselo. Cuando pasó a mi lado me dedicó media sonrisa y bajó los ojos de forma pícara mientras subía al coche y se percataba del repaso que le estaba pegando.

Durante la jornada de compras en el centro comercial, Áfri y Eva iban delante hablando y riéndose mientras yo trataba de no bombear la sangre hacia mi entrepierna. Comprar el disfraz fue bastante fácil, porque las dos chicas sabían lo que querían desde el principio. De hecho no pude ver ninguno de los dos disfraces, ya que los metieron en bolsas. Sólo tuve la desgracia de ver el mío.

-                  Eva, ¿qué te parece si vamos al cine? Podríamos ver alguna peli. De hecho podrías ir a comprar las entradas mientras Javi y yo buscamos el disfraz perfecto para él.

-                  Vale, ahora os veo en la taquilla. ¡Qué buena idea!

Eva se fue guiñándome un ojo. En general eso no presagiaba nada bueno, pero… eso era precisamente lo que yo más deseaba.

-                  Toma Javi, este va a ser tu disfraz.

-                  ¿Qué? Pero ¿qué coño es esto?

-                  Hazme caso, este es el disfraz que tienes que llevar.

Al desplegarlo un poco, una tela enorme e indescriptiblemente fea apareció ante mi. Era un disfraz de barril. ¡¡Vamos, no me jodas!! Pensé

-                  ¡¡Vamos, no me jodas!! – le dije

-                  Javi – Áfri me miraba duramente, como si la desafiase- Este va a ser tu disfraz y punto.

-                  Pero ¿por qué? ¿yo qué te he hecho? ¿Cómo voy a ir en una fiesta disfrazado de barril? Joder, voy de Drácula, o de pirata, incluso de médico, pero ¿esto?

-                  Tú cómpralo. Ya lo entenderás, hazlo por mi…

Se me acercó y comenzó a frotarme la polla por encima del pantalón.

-                  Para Áfri, que nos van a ver. Además, hemos quedado con Eva en que iríamos al cine ahora, no puedo salir de la tienda empalmado.

-                  Llevas razón. Vamos a salir de aquí y vamos a entrar al cine, y os voy a dejar solos a Eva y a ti porque voy a hacer como que me llaman y saldré de la sala. Y te voy a proponer un reto…

-                  Mmm…. Que… ¿¿Qué?? –No sabía qué pensar. A África se le estaba yendo la cabeza, ¿qué tendría planeado?

-                  Vas a tocarla hasta que esté a punto de correrse, pero no vas a dejarla que lo haga.

-                  No sé si voy a ser capaz, igual ella no quiere, no creo que…

-                  Sí va a querer. Escúchame. Además tendrás que hacer una cosita más… métele la polla en la boca a tu prima, pero no te corras. Si lo consigues… mañana en la fiesta tendrás un regalito que te va a encantar.

La cabeza me iba a estallar. ¿De verdad? ¿En serio todas esas palabras habían salido de la boca de mi novia? La adorable rubita de ojos verdes se estaba pasando de la raya de las travesuras, y directamente me estaba empujando a que le pusiese los cuernos. Pero por otra parte… meterle el cipote en la boca a mi prima era lo mejor que me podría pasar, Eva me volvía loco, y solo con olerla me ponía cachondo, si le acercaba la polla a la boca lo más probable es que me corriese en el momento justo en que ella abriese sus tiernos labios para metérsela. Ese reto era imposible.

-                  ¿Y si no lo consigo? Lo de… lo de no correrme digo…

-                  Si no lo consigues no te dejaré que vuelvas a ver a tu prima. Le contaré todo a tus tíos.

-                  Pero África, no me puedes putear así, esto no me gusta…

-                  Tú aceptaste a jugar según mis normas. Y lo que ahora quiero es que se la metas en la boca y que la pongas cachonda. Pero no quiero que os corráis ninguno de los dos.

Y allí estaba Eva, con las entradas en la mano, preciosa, con la camiseta blanca de tirantes estirándose y aferrándose a su cuerpo cada milímetro que se movía. Preciosa, sin más palabras.

Entramos a la sala de la película mediocre y romanticona que íbamos a ver. Nos sentamos en la penúltima fila y en el cine sólo habría unas treinta personas más. A mi izquierda Eva, y a mi derecha África, y yo muerto de los nervios, con el corazón a mil y el rabo bastante morcillón luchando contra los vaqueros para ganar espacio y estirarse. Toda una escena de un cuadro de Sorolla.

La película empezó sin alardes, una mierda de un chico que conoce a una chica pero que se separan por la presión de la familia. Lo mismo que si mis tíos supiesen lo que realmente está pasando entre su hija Eva y yo. África se había puesto cómoda, y se acercó a mi oreja para susurrarme:

-                  Métele la mano bajo la falda.

Yo no sabía que hacer, pero aunque no soy muy listo supe ver que esa oportunidad no se le presenta a un chico todos los días: que tu novia te diga que le metas la mano debajo de la falda a la chica que te vuelve loco… eso no es normal. Y menos si esa chica es tu prima. Me armé de valor, y sin dejar de mirar la pantalla moví mi mano izquierda sutilmente hasta colocarla sobre la falda de Eva, entre sus piernas.

A Eva mi movimiento le pilló por sorpresa, y se le escapó un gemido que hizo que acto seguido se tuviese que morder ambos labios. Cuando la miré todo lo que podía ver en la oscuridad eran sus ojos azules de loba mirándome, debatiéndose entre quedarse quieta y disimular o lanzarse a por mi polla y follarme entre los asistentes a la película, mi novia incluida.

Por cualquier motivo parece que optó por disimular, y colocó la bolsa de su disfraz sobre mi mano en un infantil intento de que África no viera lo que estaba pasando. Sin embargo comenzó a separar las rodillas ligeramente, y casi sin moverse se fue levantando la mini falda poco a poco hasta dejar al aire un minúsculo tanga mientras África no perdía de vista nuestros movimientos.

-                  Acaríciala, pero no le frotes el coño. Sólo tócala.

África seguía dándome órdenes disimuladamente al oído. Para mí, tener a mi prima abierta de piernas a escasos centímetros no era fácil. Llevaba obsesionado con ella tanto tiempo que todas las células de mi cuerpo me gritaban que me pusiese de rodillas y hundiese mi cara en su entrepierna, que la violase con mi lengua, sacar mi polla dura como una piedra y penetrarla contra los asientos del cine. Pero si quería que esto continuase tendría que hacer las cosas a la manera de África.  Al descender mi mano y tocar el interior de los muslos de Eva noté como un relámpago que me recorrió el cuerpo. Su piel era suave pero tersa, y a la vez muy caliente. Poco a poco fui subiendo hasta llegar a su tanga, el cual al tocarlo noté que estaba totalmente empapado, así que lo aparté con dos dedos, dejando su coñito al aire.

Eva respiraba entrecortadamente y alternaba su vista entre la pantalla del cine y yo. Se notaba que estaba descolocada, que no sabía qué hacer, aunque por la cantidad de flujo en su tanga puedo aseguraros que estaba cachondísima.

-                  Chicos – África susurró un poco más fuerte para que Eva y yo la escuchásemos, mientras Eva cerraba las piernas de un golpe para intentar ocultar que la estaba tocando. – Voy a salir un momento, que me está llamando mi padre al móvil. Espero no perderme nada importante… - Mientras dijo esto me guiñó un ojo y salió de la sala.

A Eva se le cambió la cara, pasó de estar asustada y cachonda a estar sólo cachonda. Con ansia se quitó el tanga y me lo puso en la mano derecha, mientras abría las piernas y colocaba las rodillas sobre los reposabrazos de los lados. Me cogió el brazo izquierdo con sus dos manos y comenzó a moverme la mano sobre su coño mientras arqueaba la espalda y ponía cara de placer.

-                  Javi… tócame… necesito que me des un orgasmo…

Yo me ví envuelto en la lujuria del momento y empecé a frotarle el coño como si me fuera la vida en ello, mientras con la otra mano me bajé la cremallera y me saqué la polla del pantalón.

-                  No sabes la de años que llevo queriendo esto Javi… méteme la polla… párteme por dentro por favor…

-                  No Eva, que África no tardará en volver.

Mientras el ritmo de mi mano en sus genitales iba cada vez más rápido, con más furia. Nada oponía resistencia a mis dedos, ya que estaba totalmente encharcada.

-                  No Javi… Con la mano no… aaaaaaahhhh… para, no quiero correrme en tu mano, quiero que uses la pollaaa aaa aaaaaahhh paraaaahh…

Entonces recordé que África me había dicho que no podía dejar que se corriese, que si no se lo diría todo a mis tíos… Mierda. Paré en seco y Eva pensó que  me había convencido para follármela allí, en medio del cine.

-                  Ven Javi, te necesito dentro…

Mientras me decía esto con sus preciosas manos abría los labios de su coño, invitándome a entrar. Yo por aquel momento aún no me había tocado el rabo ni una sola vez, tan sólo lo había sacado del calzoncillo. Pero estaba a punto de correrme. Mi prima tenía ese efecto en mí.

-                  Eva no, que va a venir Áfri. Tenemos que parar.

-                  No Javi… no me dejes así, has empezado tú. Sé que también lo quieres, sólo tengo que mirarte la polla para decir que con África no se te pone tan dura como conmigo. Vamos, ¡fóllame!

Algunos de los allí presentes se giraron al escuchar la última palabra de mi prima.

-                  No Eva, África no puede vernos así. – Estaba usando a mi novia como excusa estúpida, y Eva lo sabía.

-                  Déjame tocarte un poquito y verás cómo cambias de opinión…

Mientras intentaba pararla para que no me agarrase el rabo, con una mano la agarré por una muñeca y con la otra le agarré la otra muñeca.

-                  Vale primito, veo que no quieres que use las manos… pues más fácil me lo pones…

Como estaba usando las dos manos para agarrar sus dos muñecas… no me imaginé lo que estaba por venir. Eva se movió como un relámpago, de un movimiento rápido se puso de rodillas frente a mi y de un cabezazo se metió media polla en la garganta.

Paremos aquí y pongámonos filosóficos. Desde que un hombre descubre su sexualidad se pasa la vida frotándose el rabo. Con las manos en las sucesivas pajas de su vida, esperando que con suerte alguna novia se la chupe y en general nos follamos lo que nos dejen follarnos. Pero jamás, os lo digo en serio, jamás hubiese imaginado que lo que estaba sintiendo en el cine al tener media polla en la garganta de mi prima fuese posible. Nunca he sentido tanto placer. Nunca. Creo que podría haberme corrido litros y litros de semen en su boca y aún así no querer sacar el cipote de su garganta. Aquella niña era especial… pero yo no podía correrme o África me putearía y perdería a Eva para siempre.

África…

¡Coño! África estaba viniendo, acercándose por el pasillo hacia nosotros. Como pude avisé a Eva, que se levantó igual de rápido y volvió a su asiento, colocándose la falda y limpiándose con el dorso de la mano los líquidos preseminales que mi polla le había regalado y dejado en su boquita. Yo notaba mi corrida inminente, por lo que tuve que agarrarme con fuerza la base de la polla hasta el punto que pensaba que me la arrancaba para no correrme. Y ponerme encima las bolsas de los disfraces para, una vez más, tapar lo que África ya sabía.

-                  Joder Javi, aquí huele a polla y a coño. ¿Lo has conseguido? – Me dijo mi novia al oído mientras se sentaba a mi lado.

-                  ¿Conseguir el qué? – Yo aún estaba un poco desorientado.

-                  ¿Qué va a ser? Metérsela en la boca y no correrte. ¿Lo has hecho?

-                  Sí… y ha sido muy duro, que lo sepas. No sé si me gusta este jueguecito Áfri.

África metió la mano disimuladamente bajo las bolsas que cubrían mi enorme erección, agarrando mi polla por la cabeza.

-                  Vaya, pues sí lo has conseguido… Joder cómo me ponéis los dos…

El dolor de huevos en ese momento era de 7 en la escala Richter. No me parecía bien la actitud de África, y me sentía mal por Eva. Por Eva y por mí, que tenía la polla dura como un acero y la situación no tenía pinta de cambiar.

-                  Javi, ahora relájate, que a la peli no le queda mucho y tenemos que salir del cine.

África me hablaba autoritaria, y no podía llevarle la contraria.

-                  Primito… no puedes dejarme así. Te has metido en un buen lío, mañana durante la fiesta de disfraces vas a ser mío. Y me dará igual si está delante África, mis padres o el papa, me voy a empalar tu polla hasta que me quede sin fuerzas.

Esta situación estaba empezando a afectarme sicológicamente y a escaparse de mis manos. Estaba metido en una guerra entre dos lobas que competían por mí… el sueño de muchos. Sin embargo sólo podía pensar en la dulzura de los labios de Eva, en sus kilométricas piernas, en sus tetas bajo el top blanco y sus pequeños pezones negros y duros que me llamaban…

Fue un infierno, qué coño, algo peor. Desde que salimos del cine, ni África ni Eva hicieron ningún movimiento. Tenían las fichas en el tablero, y las dos esperaban para dar el mejor paso en su estrategia que… que a mi me importaba una mierda: me dolían los huevos, y ninguna me había terminado. Y lo peor es que, bajo la atenta mirada de África, que no se separaba de mí, no pude ni ir al baño a hacerme una triste paja. Por eso sólo podía pensar en que al día siguiente África me había prometido una sorpresita durante la fiesta de disfraces. Y como todo en esta vida, la fiesta llegó, y el timbre empezó a sonar una y otra vez, y la enorme casa de mis tíos empezó a no parecer tan grande cuando se llenó de unas cien personas.

-                  Javi, ponte el disfraz, que ya está todo el mundo y tenemos que bajar ya, que no podemos hacerle el feo a tu prima.

La sorna con la que África me lo dijo me hizo ver que algo pasaba. Pero haciéndome el tonto saqué el horrible disfraz de mamarracho que mi querida novia me había obligado a comprar. Sí, iba a disfrazarme de barril. Adiós dignidad, adiós.

El disfraz eran unos tirantes que a la altura del ombligo se convertían en un barril, que con unas varillas de plástico le daba la forma a una tela con colores marrones. No se me ocurría un disfraz peor.

-                  ¿Cómo lo ves? Yo creo que voy haciendo el gilipollas…

-                  Javi, estás genial, no te imaginas lo que me gusta… Pero te falta un detallito… no puedes llevar ni los pantalones ni la ropa interior…

-                  ¿QUÉ? ¿Pretendes que vaya a una fiesta llena de gente sin ropa, sólo con un barril cubriéndome lo mío?

-                  Hazlo.

La respuesta de África me dejó helado. Su mirada fría no daba opción a réplica. Como pude me quité toda la ropa, y me dejé el disfraz del demonio.

-                  ¿Así? Venga África, ahora tú ponte tu disfraz, y bajamos.

-                  Bueno Javi, primero tengo que darte el regalito que te ganaste en el cine: No voy a ir a la fiesta.

-                  ¿Cómo dices? Venga Áfri, no seas así, que nos lo pasaremos bien, no tienes que…

-                  Javi, ¿no lo entiendes? No voy a ir a la fiesta… Puedes hacer lo que quieras con Eva.

¿Cómo? No entendía nada. ¿África me estaba dando permiso para follarme a Eva?

-                  Entonces quieres que ella y yo…

-                  No, no no. Puedes hacer con ella lo que quieras, pero NO puedes follártela.

En ese momento se abrió la puerta del cuarto donde mi rubia y yo dormíamos. Si no fuese porque tenía cerca una silla y pude agarrarme al respaldo, me hubiese caído de espaldas: al abrirse la puerta entró Eva con su disfraz.

Una preciosa CatWoman entró en la habitación con un antifaz negro y una diadema con orejas de gata que resaltaba los preciosos ojos azules de mi prima, y que enmarcaba su carita junto con la melena peinada al estilo salvaje. Su cuerpo entero iba embutido en un traje de cuero que sin duda era varias tallas más pequeño de lo que Eva necesitaba, notándose en detalles como que era tan ajustado el cuero a la piel de esa niña que se notaba perfectamente que no llevaba absolutamente nada debajo del disfraz. También se notaba que esa no era su talla en la cremallera que estaba a punto de reventar y que intentaba (en vano) cerrar el escote de Eva. Esto producía un efecto de presión mostrando un escote pornográficamente largo que enmarcaba unas tetas redondas que luchaban por salir del traje. La guinda del disfraz eran unas botas de tacón de aguja que le llegaban a medio muslo y que hacían juego con el látigo que portaba en la mano.

-                  Hola chicos, ¿vais a bajar ya? La gente ya está aquí y… bueno, os echo de menos.

Durante toda la frase, Eva no dejó de mirarme a los ojos ni un segundo. Habló en plural, pero estaba claro que sólo se refería a mí.

-                  Sí, justo ahora estaba hablando con tu primo de eso. Verás, es que no me encuentro bien, tengo como náuseas, y no voy a poder bajar a la fiesta, prefiero quedarme en la cama. Pero vosotros no os preocupéis, bajad y pasadlo bien.

-                  ¿En serio? ¡Vaya! – A Eva se le iluminó la cara al escuchar que África no bajaría.

-                  Pero tú sí vas a bajar ¿verdad primito?

-                  Bueno yo… -

-                  Sí, él sí va a bajar. Venga, id juntos, que yo me quedo aquí.

Mi prima no necesitó que se lo dijera dos veces. Con determinación me agarró la mano y me bajó por las escaleras hasta encontrarnos con toda la gente. Por suerte para mí los nuevos asistentes empezaron a llamar a Eva y tuvo que separarse de mí.

-                  Ahora vengo, no te muevas de aquí… Bueno, mejor ve a por dos copas, para mí un ron con cola, que yo iré a por ti. Recuerda que esta noche eres mi presa…

Yo necesitaba tiempo para pensar. Pero era imposible, no podía soportar la visión de mi prima vestida de esa manera. Era una putita, y yo necesitaba hacerla mía. Fue ahí cuando me dí cuenta de tres cosas: la primera es que la gente me miraba y se reía de las pintas de gilipollas que llevaba con mi disfraz de barril; la segunda es que desde que Eva me había cogido la mano en el cuarto mi pene había reaccionado hinchando cada milímetro  con sangre a presión y estaba empalmado como un caballo, y la tercera es que con ese disfraz iba vestido de mamarracho, pero no se notaba que me había empalmado.

Debo reconocer que en ese momento le agradecí a África su elección: me había obligado a elegir un disfraz que disimulaba a la perfección cuando me empalmaba, porque toda esa zona coincidía con la tela del barril a la que le daba la forma las varillas de plástico. De hecho podía meter la mano por dentro del disfraz y rascarme los huevos si quisiese porque nadie se daría cuenta. De repente me pareció muy divertido que África hubiese previsto que me iba a empalmar esa noche y que ella se hubiese quitado del medio.

Con una copa en cada mano y el rabo apuntando al cielo estuve esperando en una esquina del salón mientras la gente bailaba un ritmo machacón de música electrónica. Sin embargo en mi cabeza no había nada más que Eva, la seguía con los ojos mientras saludaba a la gente, y hordas de celos me recorrían entero cuando algún payaso cachitas se acercaba y para saludarla la tocaba más de lo necesario, dejando la mano tonta y rozando su culo. Les hubiese reventado el vaso en la cara. Pero cada vez que estaba a punto de recurrir a la violencia Eva se separaba de ellos, con ternura, pero con decisión, sin dejar que ninguno se pasara de la raya.

Las piernas empezaron a fallarme cuando mi catwoman favorita me miró, y sonriendo como sólo las diosas o ella sabían, se acercó andando a mi posición, moviendo las caderas como si bailara.

-                  Por fin estamos solos Javi. Esta noche no he podido dormir pensando en lo que pasó en el cine.

Eva se me estaba acercando cada vez más, hasta el punto que chocó con mi disfraz, y la punta de mi polla tocó su tripa.

-                  Vaya… se ve que tú también te acuerdas de lo que pasó ayer… Pídeme que te folle primo, píde que me arrodille y te la coma hasta la garganta, y lo haré aquí mismo, me da igual que todo el mundo nos vea…

Eva me susurraba al oído mientras sus manos me recorrían la espalda arrastrando sus uñas de gata por mis omoplatos.

-                  Eva… aquí no podemos… hay mucha gente…

Todo me daba vueltas, la idea de que mi prima quisiese comerme la polla allí mismo me volvía loco.

-                  Qué más da la gente. Además, has elegido muy bien el disfraz…

Sin darme tiempo a reaccionar, Eva comenzó a bailar y se colocó detrás de mí, chocando sus tetas contra mi espalda y acariciando con sus manos mi pecho.

-                  Baila conmigo primo…

Mientras yo iniciaba un torpe bailoteo, Eva seguía bailando sexy detrás de mí. Cuando quise darme cuenta, sus manos se habían metido dentro de mi disfraz y había comenzado a amasarme los huevos. Eva me agarró con una mano la punta de mi rabo con ansia y con la otra seguía amasando mis testículos.

-                  Javi… hoy no te escapas, eres mío. Tú y yo estamos destinados a estar juntos. ¿No lo ves? La polla sólo se te pone así de dura cuando soy yo la que te pone cachondo, el otro día te ví con África, ella no te pone ni la mitad que yo. Pídeme que te folle y lo haré, ¿o acaso el disfraz que llevo no te gusta?

-                  Te arrancaría el disfraz y te haría lo que ninguno de los mierdas a los que te has follado en tu vida te han hecho…

La burrada que le solté bastó para que Eva gimiera en mi oído mientras que comenzó a hacerme una paja a una velocidad tal que pensé que estaba en el paraíso. Miré nuestro reflejo en el cristal que teníamos al lado, y pude ver que parecíamos un par de borrachos bailando juntos, yo con una copa en cada mano, y ella en mi espalda como abrazándome. Nadie sospecharía que catwoman tenía las manos ocupadas.

El ritmo de la paja me volvía loco. La mano que me sobaba los huevos pasaba hasta el perineo, y me masajeaba esa zona, descubriendo placeres que nunca pensé, mientras la otra mano se deleitaba en los pliegues de mi capullo.

-                  Eva…. Me corro… aaaahhhh

Sin decir nada más, Eva me soltó la polla, y agarrándome la mano, me obligó a soltar las copas y a tiró de mí subiendo las escaleras hasta meternos en uno de los baños de la planta alta donde no había nadie.

De un tirón me arrancó el disfraz de mierda que yo llevaba, dejando mi cuerpo desnudo frente a esa linda gatita con mi polla apuntándola, y agarrándome del cuello empezó a besarme con desesperación mientras seguía con la paja.

-                  Eva, síííííí… ¡¡¡me voy a correr!!!

-                  Córrete aquí, vamos…

Y soltándome los cojones, con su mano tiró de la cintura del pantalón de cuero, dejando a la vista su pubis y los labios de ese coñito que tantas ganas tenía de probar.

-                  AAAAAAHHHHHHHhhhhh…..!!!!!!!

Me corrí lo que parecieron litros y litros de espeso semen que fueron cayendo dentro de su pantalón de cuero y sobre su pubis y su coño mientras ella sujetaba su pantalón para que cayera todo dentro y con la otra mano obraba el milagro de la corrida.

-                  Ahh… nunca me había corrido así… eres incríble Eva…

Mi gatita me miró a los ojos, y volvió a poner la cintura de su pantalón en su sitio, y comenzó a frotarse el coño por fuera con la mano mientras gemía y se mordía el labio inferior.

-                  Ahhh Javi… noto como tu leche se escurre entre mis piernas y el pantalón de cuero… joder qué morbo…

Se acabó. Yo había intentado por todos los medios que la situación no se me fuese de las manos, pero reconoceréis que ver a esa niña de 18 años con un cuerpo modelado para pecar, preciosa y con un traje de cuero gritando que le daba morbo tener mi corrida dentro de su pantalón y entre las piernas fue demasiado para mí. Estaba hasta las narices de hacerle caso a todos, de tener miedo de los chantajes de Eva, miedo de lo que pueda decir África a mis tíos, miedo de no hacer lo que yo quería. Pues era el momento de que eso se acabara.

-                  ¿Morbo? Vas a ver lo que es el morbo…

Cogí a mi prima y la puse de frente al espejo del baño, con sus manos apoyadas en el lavamanos, y esta vez fui yo quien se puso a su espalda, y de un pequeño tirón bajé su pantalón de cuero hasta dejar su culo respingón prácticamente fuera. Vi cómo Eva me miraba con cara de sorpresa y sin entender lo que se acercaba. Con ansia me escupí en la polla y guiando mi rabo con la mano lo llevé hasta rozar con mi capullo su estrecho ojete.

-                  ¡Joder Javi! ¿Qué vas a hacer? ¡¡Espera!! Dame tiempo para…

No la dejé terminar la frase. De un empujón le clavé la polla en el culo hasta notar cómo sus glúteos chocaban contra mi pubis. Y no paré, comencé a bombearla con todas las ansias que había acumulado durante todos los días que Eva me había puesto cachondo, desde que la vi en esta misma situación pero con el tonto de su profesor de repaso. Cuando miré el reflejo de su cara en el espejo tenía la mandíbula desencajada y los ojos totalmente en blanco. Gemía y respiraba con dificultad, como si mi polla la rellenase por dentro. Para mí no era suficiente, iba a hacer mío algo con lo que llevaba tiempo soñando: de un tirón le bajé la cremallera de la parte superior de su disfraz, dejando al aire sus preciosas tetas redondas con los pezones duros como piedra apuntando al techo. Le amasé las tetas con una mano, pasando de un pezón a otro, mientras la otra mano la deslicé por su vientre, hasta meterla dentro del pantalón de cuero y tocarle el coño, empapado de sus flujos y de mi corrida previa.

-                  ¿Esto es lo que querías? Pues ya lo tienes. Me vuelves loco Eva, todos estos días pensando en empalarte, y por fin, te tengo clavada en mi polla.

Saqué la mano de su coño y se la acerqué a la boca. Ella entendió mis intenciones y empezó a lamer los grumos de semen que le había dejado entre las piernas y que ahora le daba de comer con mi mano.

-                  Síiiii Javi, soy tuya… Dame bien duro… ¡¡párteme el culo!!

Mientras yo bombeaba a un ritmo frenético seguía llevando semen con la mano desde su entrepierna a su cara, y ella luchaba por alcanzar con su lengua cada grumo, en un intento vano, pues ya tenía la cara como si me hubiese corrido en ella.

-                  Aaaaahhhh Javiiiiiiii máaaas!!!!!!

No necesitaba más explicaciones: Eva se estaba corriendo con mi rabo en sus entrañas y eso fue la gota que colmó mi vaso y nos corrimos a la vez en un grito que probablemente oyó todo Valencia. Notaba palpitar el anillo de su ano que exprimía mi polla. Y yo me creía morir de placer.

Cuando el orgasmo pasó y fuimos concientes de lo que había pasado, ninguno de los dos quería moverse, yo no quería salir de ella y ella no quería que lo hiciera, me miraba a través del espejo con una mirada mezcla entre pasión y ternura, y yo no podía alejar ese maravilloso cuerpo de mi.

-                  ¡¿QUÉ COÑO ESTÁ PASANDO AQUÍ?!

Mierda. África.