Microbuseando

Me recosté sobre el cristal del lado de mi asiento pero nunca cerré los ojos. Abrí ligeramente las piernas para mover mi cuerpo y permitir que Pepe me pudiera ver desde atrás.

Hola queridos amigos y contactos:

Antes de comenzar mi relato el día de hoy, quiero enviarles un caluroso y cachondo saludo, esperando que me hayan extrañado mucho. Desgraciadamente y por falta de tiempo, estuve algún tiempo sin relatarles nada. Espero pues, que este sea un buen reinicio y saben bien que para cualquier situación, mi correo así como mi corazón están abiertos para ustedes (aunque bien me imagino que les gustaría que les abriera las piernas verdad? Ja, ja, ja, no por el momento).

Durante todo este tiempo que me desconecté de los relatos, me sucedieron muchas cosas que, con un poquito de tiempo les iré contando; así también y con la colaboración de uno de mis más grandes amores virtuales, Ángel C. pude formalizar y actualizar mi página web personal que a continuación se las doy, esperando ver sus mensajes en el libro de visitas o en el grupo de discusión, donde me pueden plantear sus dudas así como sus sugerencias, la dirección es http://mx.geocities.com/la_exhibicionista .

Al relato:

Hace un tiempo mi esposo se quedó sin auto debido a un desperfecto eléctrico, debido a ello tuvo que tomar el transporte público durante casi tres semanas.

Cuando él regresa de su trabajo tiene que tomar un microbús que sale del metro Pino Suárez y llega hasta Xochimilco, entonces él lo toma, no solo porque va solo con el cupo del micro, sino que también lo deja muy cera del departamento y no tiene que tomar más transporte; económicamente eso le favorece.

Pocos días después que él tomaba ese micro, me platicó que un tipo que viajaba en ese mismo micro se lo había topado en muchas ocasiones y que es el clásico tipo mano larga que siempre encuentras, entonces que se había dado cuenta también de que solo se sentaba junto a chicas, ya sea que fueran vestidas con pantalón o falda, pero siempre mujeres y de preferencia jóvenes. Me pidió entonces que fuera un día con él, ya que quería ver si aquel tipo se animaría a manosearme aprovechando que el regreso ya es de noche y apagan las luces del micro, y aunque se observa bien con las luces del alumbrado público, él quería verme manoseada por ese muchacho.

Al día siguiente de esa plática y después de haber hecho el amor fantaseando en como me dejaría manosear por aquel muchacho, me preparé para ver que podíamos hacer.

Recuerdo que el día que fui por mi esposo me vestí con una falda de mezclilla y tenis, con unas pantimedias claritas y unos tines, una blusita del color de los tines y lista. Pero cuando llegamos al paradero del metro no lo encontramos, así es que tuvimos que venirnos con las ganas.

Hicimos al día siguiente lo mismo y me vestí de secretaria, pero cuando nos dimos cuenta, él ya estaba sentado y efectivamente, junto a una chica, por cierto muy linda ella.

Cuando Pepe me lo enseñó le dije que si aceptaría lo que él quería, pero que nos subiéramos cerca de él para que me comenzara a reconocer. Al momento de sentarnos, quedamos a su lado, pero en la otra fila de asientos, mi esposo se sentó junto a la ventana y yo quedé en el pasillo, definitivamente note como me observaba el brillo de mis piernas, eso nos indicó que él se interesó en mí. En ese momento comencé la plática fuerte con mi esposo diciéndole que mañana llegaría un poco tarde al paradero, cerca de las 8:20 porque tendría cosas que hacer, por supuesto que eso lo dije para que él escuchara y esperar a ver si mordía el anzuelo de vernos el siguiente día, precisamente a las 8:20 de la noche.

Dicho y hecho, al día siguiente decidí volver a usar mi minifalda de mezclilla, pero ahora me puse unas sandalias no muy altas, pero que me forma muy bien las piernas, un sweater de color beige y una bolsa que no traía más que dulces y mi labial, mi esposo venía detrás de mi, pero no junto a mí. Antes de subirme al micro, no tardó mucho el tipo en formarse detrás de mí, y decidí sentarme en la parte posterior al chofer, mi esposo se sentó en la butaca que estaba detrás de mí por si algo se saliera de control.

Tardó como 10 minutos en llenarse el micro y una vez lleno, apagó sus luces y comenzó su camino, pero antes de salir y mientras subía la gente saqué mi labial del bolso y mi espejo, me pinté una vez más los labios y el tipo no me dejaba de ver, pero de reojo.

Una vez que el micro tomó la calzada de Tlalpan, lo único que hice, fue voltear a ver al tránsito de personas paradas en las estaciones del metro y los vehículos que pasaban a mi lado izquierdo.

No tardé mucho en sentir la chamarra del tipo junto a mis piernas, y de hecho me llegaba a cubrir parte de una rodilla, pero no me inmute por esa acción, sino que todo lo contrario, dejé en esa misma posición mis piernas, ya que pensaba que no tardaría mucho en hacerme lo que a otras chicas le hacía.

Me recosté sobre el cristal del lado de mi asiento pero nunca cerré los ojos. Abrí ligeramente las piernas para mover mi cuerpo y permitir que Pepe me pudiera ver desde atrás, por su lado él había pagado los dos asiento porque llevaba una bolsa con cosas que había traído del trabajo, eso le permitiría verme al 100% y en plenitud.

Pocos segundos después sentí unos dedos recorrer una parte de mi rodilla por la parte exterior, como no me negué a sus roces y toqueteos, lo entendió perfectamente y siguió en su intento hasta alcanzar a poner dos o tres dedos sobre mi pierna. Yo seguía con los ojos abierto y viendo ahora hacia el frente; él también venía con la vista hacia el frente como indiferente, pero su mano ya había alcanzado mi rodilla completa. Yo no sé si Pepe pudo ver ese jugueteo, pero yo estaba sintiendo riquísimo.

Tomó bien mi pierna y puso ahora su mano sobre mi pierna en su totalidad y no pude resistirme, presioné mis piernas entre sí para sujetar su mano y cuando lo hice lo volteé a ver, pero él seguía haciéndose el indiferente. Pensé en muchas cosas en ese momento, pero me decidí hacer un juego, abrir y cerrar mis piernas de manera cadenciosa, invitándolo a que siguiera recorriendo con su mano mi pierna hasta el fondo de ellas, creo que él no lo entendió así porque cuando llegó más o menos a medio muslo, ahí la dejo; poco a poco fue retirando su chamarra y pude darme cuenta que hasta entonces Pepe pudo ver el espectáculo que ese tipo y yo le íbamos ofreciendo. Él tipo solo movía su mano hacia el frente y hacia atrás, pero solo a medio muslo, hasta donde terminaba la costura de mi falda.

Cada vez que él movía su mano hacia un lado y hacia el otro, yo movía ligeramente mi pierna, como llevando el ritmo de una canción imaginaria, que solo yo podía escuchar. Yo no quité la vista de mis piernas ni de su mano, y él se dio cuenta perfectamente.

Cuando me di cuenta, estaba a punto de llegar a mi destino, entonces tome mi bolso y le pedí permiso para salir, él se movió ligeramente hacia su lado derecho, pero no del todo, de tal forma que cuando estaba a punto de salir de ese espacio, sentí haberme atorado, me quedé quieta un momento a esperar que el micro se parara bien y al salir, sentí su mano recorrer mi pantorrilla, entonces lo volteé a ver y le di las gracias (por permitirme la salida y por sus caricias).

Cuando llegamos a la casa, Pepe no aguanto más, me recargó en la mesa, me puso por detrás, me levantó la falda, me rompió las medias, me hizo a un lado el calzón tipo bikini que traía puesto y de un solo empujón me la metió toda y hasta el fondo, sirvió mucho la humedad que ya traía por las caricias que aquel fulano me había proporcionado en el micro.

Me decía de todo, que era una perra, y que me comportaba como una verdadera puta, que si eso quería, que entonces me dedicara a eso de por vida, que solo las putas como yo sabemos hacer maravillas y que no quería que me fuera de su lado nunca. Entonces en dos o tres empujones que me dio me vine al mismo tiempo que él y me inundó con un chorro de semen hirviendo dentro de mí. Cuando me sacó el pito, tuve que apretar las piernas ya que su semen se me estaba escurriendo por todas las piernas y manchaba mis pantimedias, aunque después de todo, ya no tenía caso protegerlas, el muy desgraciado me las había roto.

Pocos días después volvimos al micro, pero ahora con un juguetito que me compró mi esposo, pero si están interesados en saber que es, les pido que me escriban a mi correo y que me lo pidan como ustedes quieran, saben a lo que me refiero verdad?.

Los amo a todos ustedes, cuídense mucho por favor y espero sus correos para saber que les pareció éste juego en el micro.

Besitos.