Michelle - Todo gracias por ayudar al prójimo

La vendedora de 26 años que me dio el mejor sexo de mi vida.

No puedo ir en un orden cronológico respecto a las mujeres con quiénes he estado, ya que hay chicas a las que conozco desde antes de conocer a mi esposa, como es el caso de Michelle.

Michelle es una chica dos años menor que yo. En Aquel entonces ella tendría 26 años y yo 28. Aunque todo esto sucedió en 2017, la conozco por lo menos desde el 2009.

Ella trabajaba en una tienda de telas del Centro Histórico. Cada vez que mi madre requería telas para sus cortinas, para el baño, para manteles... para cualquier cosa, yo acudía a la tienda donde ella trabajaba, para comprarlas y frecuentemente me atendía ella. A pesar de los años y de que yo ya estaba casado, seguía acudiendo a dicha tienda para ayudar a mi madre a comprar todo lo que necesitara.

Alguna tarde entre 2015 y 2016, noté que Michelle estaba triste y cabizbaja. A pesar de que yo hacía alguna que otra broma, ella no se reía. Le pregunté qué ocurría y me comentó que su perro con el que tenía años, se encontraba mal y que eso la tenía preocupada, ya que no sabía cómo pagar el tratamiento.

Me empezó a platicar acerca de la clínica a la cual debían acudir, acerca del tratamiento que debía llevar y de que no tenía manera de cómo llevar al perro dicha clínica. Entonces yo, como buen samaritano, le comenté:

- Yo te puedo acompañar, no tengo ningún problema.

El día de la cita, como ya se me había hecho costumbre, en casa mentí. Inventé algo que no recuerdo y muy temprano fui a la dirección que me dio Michell. La recuerdo bien, parada a un costado de un Oxxo en Ecatepec, esperandome, toda vestida de negro y al verme, mirar cómo se le iluminaron los ojos y trataba de ocultar una sonrisa. Fuimos caminando hasta su casa y ahí estaba el perro echado (no sé de razas de perros). Le comenté que yo me haría cargo de todos los gastos y ella se apenó mucho, pero después de mucha insistencia, ella aceptó.

Fuimos en taxi desde su casa al veterinario. Llegamos a la clínica. El doctor nos comentó que aproximadamente en 2 o 3 horas pasaramos por el animal mientras pasaba la anestesia, así que le dije a Míchel que fueramos a desayunar algo mientras esperábamos.

Fuimos a comprar fruta, llegamos a un parque y nos sentamos en una banca de piedra. Mientras caminábamos hacia el parque, por primera vez miraba Michelle sin su uniforme. Viéndola ya como mujer.

Ella es un poco alta, quizás de 1.65mts, piel morena, lentes anchos, con un cabello negro lacio que les llegaba más abajo de la cintura, casi no tenía pechos pero tenía unas caderas considerables, no tenía estómago... lo que más impresionó de ella fueron sus piernas, unas piernas torneadas que se dejaban ver a través de los leggings negros.

Ella me cachó viéndole las piernas y me preguntó "¿Qué?", a lo que sólo atiné a responder "Nada nada, pensé que tenías algo pegado, pero vi mal". Llegamos al parque para comer la fruta y empezamos a tener una de las mejores plácticas que he tenido en mi vida sobre películas. De pronto, la conversación dio un giro. Me contó cómo su novio de toda la vida la engañó. Cómo lo encontró al llegar a casa en la cama con otra mujer, lo difícil que era el trabajo, la situación difícil que estaba pasando por el perro... Y nos caímos muy bien.

Transcurridas las horas, fuimos por el perro y nuevamente la noté triste. Pensé que era por el perro hasta que le pregunté y me dijo

- Es que creo que es la única vez que vamos a salir, verdad?

Yo le dije que no, que si gustaba podría verla cada vez que fuera posible. A partir de entonces tuvimos muchas muchas salidas. Aproveché la plena libertad que tenía entonces en el trabajo. Fuimos a museos, a comer, a caminar...

En una de las tantas salidas que tuvimos, al dejarla en metro Indios Verdes, le di un abrazo muy muy fuerte y le dije:

- Discúlpame, pero no puedo despedirme así de ti - entonces le robé un beso

A partir de ese momento, cada vez que nos citabamos, sólo era para besarnos, besos y más besos. Nos tomabamos muchas fotos juntos. Puesto que la situación con mi mujer estaba mal, empecé a utilizar eso para poder escaparme. Cada vez que mi mujer se enojaba o hacía algún pleito, yo me salí a la calle e iba a la tienda de Michelle para estar un ratito con ella. Está de más decir que Michell (junto con Liliana, otra chica de la cual contaré en otro relato) es la única mujer por quién en verdad he pensado en dejar a mi esposa para irme con ella.

Hasta que llegamos a junio del 2017. En una de las muchas pláticas que teníamos por WhatsApp, Michelle me dijo que "moría" de ganas de hacer el amor conmigo y que lo haríamos tal y como yo dijera.

Ni falto ni perezoso, le conté mi fantasía de entonces: tener sexo sin condón, e increiblemente ella aceptó.

Llegó el día marcado para vernos. Me encontraba muy nervioso... siempre que estoy con una mujer por primera vez me pasa esto. Fui por ella a su trabajo, fuimos al hotel Centra2 que está por metro Balderas... llegamos a la habitación. Solamente entrar, ella empezó a apagar todas las luces ya que sentía vergüenza de su físico.

Aquí es donde cierro los ojos para empezar a recordar completamente todo lo que sucedió.

Se sentó en la cama, yo me arrodillé en el suelo frente a ella. Empezamos a darnos por primera vez unos besos bien dados con lengua, de manera desesperada. Me apartó un poco para quitarme el saco y la camisa. Yo le quité el suéter que llevaba junto con la blusa. Debajo tenía otra blusa más delgada... empecé a besar su cuello, empecé a escuchar los pequeños gemidos que escapaban de su boca.

Bajé la blusa un poco y aparecieron ante mí sus pechos muy pequeños, con un pezón muy marcado. Vi un tatuaje que no me esperaba, un tatuaje justo en medio de los senos.

Bajé mi cara y empecé a lamer sólo con la lengua esos pechos pequeños, mientras con las manos desabroché su pantalón, bajé el cierre... y al quitarle el pantalón estaba ella completamente a mi merced. Le pedí que se recostara en la cama. Fui bajando con pequeños besos, primero sus pechos, su ombligo, su vientre hasta que llegue a su vagina... una vagina súper pequeña.

Cada mujer tiene algo distintivo y Michel tenía esa vagina tan pequeña.

Y recordé alguna del pláticas que tuvimos, en donde me contó que a su novio no le gustaba para nada dar sexo oral. (Y no es por presumir, pero soy muy bueno haciendo sexo oral). Empecé a pasar la lengua suavemente por toda la vagina. En aquel entonces yo tenía barba, y sentía cómo se me iba mojando de su jugos. Ella no aguantó, tomó mi cabeza y la apretó contra su vagina restregarme. Cuando yo podía respirar entre jadeos le preguntaba si le gustaba que se lo hiciera así, a lo que ella me respondía.

- Chúpala favor! No pares!

Continué comiéndome su vagina, metiéndole la lengua, jugando con su clítoris largamente hasta que me aventó la cabeza. Sin decir palabras, se arrodilló frente a mí, me bajó los pantalones junto con los calzoncillos y empezó a darme sexo oral muy muy fuerte, empezó a mover su cabeza hacia delante y hacia atrás. Ya que era dolorosa su forma de chuparla, le dije:

- Quiero metértela ya...

Se puso en cuatro en la orilla de la cama. Le puse mi pene a la entrada de su vagina y... ¡Dios! ¡Qué vagina tan apretada! Pocas veces me han tocado mujeres así. Apesar de lo húmeda que estaba, me costó trabajo metérsela, hasta que por fin logré introducirla toda... Estuve dándole suavemente pero me exigió con un grito que le diera fuerte...

No me hubiera dicho eso! Empecé a sacarla y meterla muy fuerte, mientras ella me decía " Más! Más favor! No pares! " Yo le daba lo más fuerte que podía. De la nada se quitó, me agarró del brazo y me dijo que me recostara. Se subió sobre mí y me dijo:

- Ahora sí vas a saber lo que es bueno.

Me montó y me dio una montada tremenda, mientras yo con ambas manos la sujetaba por sus pechos, se los amasaba, me excitaba mucho ese tatuaje que tenía un medio de los senos.

Le pregunté:

- Quieres que te la meta por tu culito? Te gustaría que te la meto por tu culito?

- Nunca me lo han metido por ahí y no quiero... quiero que me metas la verga, cabrón!

Ahí me di cuenta que Michelle era igual que yo: tierna y amable, pero a la hora de tener sexo cambiamos por completo.

Así estuvimos un rato, sentía cómo me mojaba completamente hasta que, sentí el primer squirt de mi vida. Ella encima de mí moviéndose como loca de repente, se levantó y empezó a dejar caer todo el squirt sobre mí. Yo muy tonto pensé que se había orinado... Los que han vivido esto lo sabrán: Es muy rico coger después de un squirt porque está todo muy mojado las palpitaciones de la vagina son más fuertes. Nuestros cuerpos chocaban, retumbaba como eco el golpe de nuestras pelvis.

Me la quité de encima, la puse sobre la pared y así empecé a metérsela. Una chava de 26 años me estaba dando el mejor sexo de mi vida. Entreví en medio de la oscuridad su figura, sus caderas, sus nalgas y esas piernas torneadas... me excitó muchísimo oirla gritar mientras decía "Más, más, más" . Sin embargo, yo ya estaba agotado... me separé de ella y me fui a recostar a la cama. Sin decirme nada, se metió al baño a orinar... al salir, nuevamente sin decirme nada, sentí cómo introducía mi pene en su boca... mi pené volvió a pararse por completo. Estuve a punto de acabar en su boca pero le dije:

- No, no... no quiero acabar así, quiero acabar en tu espalda.

Ella comprendió de inmediato y nuevamente se puso en 4 a la orilla de la cama. Madre santa! De verdad que es muy excitante ver a una mujer en esa posición, porque te está ofreciendo las nalgas para que hagas con ellas lo que gustes...

La bombeé suavecito, sintiendo la fracción y los apretones que ella me daba con sus músculos vaginales. Después de quizás dos minutos o tres minutos, sentí la necesidad de acabar. Saqué mi pene y le llené su espalda de semen... Qué rico es ver tu leche escurriendo en la espalda de una mujer, tenerla en 4, ver lo que te acabas de comer...

Después de recuperarme un poco, tomé mi celular... llegamos a las 7:00pm ya eran casi las 9:30pm No me di cuenta en qué momento había trasncurrido tanto tiempo.

Nos vestimos de inmediato, salimos del hotel y la acerqué al metro Hidalgo. De regreso a casa, apliqué un truco que me enseñaron para eliminar los olores vaginales: Lavarse con agua oxigenada. Siempre cargo con una botellita con el pretexto de que me corto seguido con hojas en el trabajo. Hasta la fecha dicho truco me funciona y no llego a casa oliendo a leña de otro hogar.

Me gustó tanto tener sexo con Michelle, que le sugerí por mucho tiempo volver a hacerlo... pero ella se negó. Dejamos de vernos, ella se reconcilió con su ex pareja y recién el año pasado tuvieron un hijo.

Aunque nos seguimos saludando por el Whats, dudo mucho que haya una segunda parte de esta historia...