Mia..., sexo reconfortante...

Sin duda parecen gustarle a esta musa panameña los conductores..., aunque quizás que sean simplemente hombres de buen corazón.

MIA..., SEXO RECONFORTANTE...

Sin duda parecen gustarle a esta musa panameña los conductores..., aunque quizás que sean simplemente hombres de buen corazón.

Hoy Mia Sara nos deleita con otro intenso relato de sexo, ternura y gratificaciones reciprocas...

Dice asi:

Un triste día de inclemencias de todo tipo, de retraso en la llegada de un viaje familiar imprevisto, me encontraba en el aeropuerto internacional de Tocumen a deshora y sin poder ni querer llamar a nadie por no molestar..., dada que era una hora intempestiva.

Recuerdo que era 27.02.1989, una fecha de triste recuerdo...

Al sur de donde me encontraba, varios países más abajo se estaban produciendo unos desagradables y tristes episodios que tuvo de nombre el Caracazo...

Este relator, no la relatora principal..., para aquellos que no lo sepan, les da unas pinceladas sobre aquel luctuoso acontecimiento...

Se denominó Caracazo a las protestas y disturbios que empezaron el 27 de febrero en la ciudad de Guarenas y terminaron en Caracas, la capital, el 8 de marzo, ambas fechas del fatídico año de 1.989, con el resultado de 276 muertes oficiales, sin contar las fosas comunes posteriormente aparecidas como la de La Peste, miles de heridos y hasta 3000 desaparecidos... Fuentes no oficiales siempre han hablado de entre 2500 y 3000 muertes.

Volvamos a Mia..., nuestra amiga panameña.

Por alguna razón que desconozco me sentía unida a los venezolanos..., era algo que me salía de dentro..., aun a día de hoy rezo por ellos todos los días, deseando que encuentren el camino..., tantas veces errado.

Volvamos al Tocumen..., ese aeropuerto tan alejado de la capital..., a 25 kilómetros..., inaugurado en 1947 por el presidente Jiménez Brin..., que posteriormente se ampliaría y modernizaría en 2006, aunque no operativamente hasta el 2012...

Jiménez Brin fue famoso por dos cosas..., por promulgar la constitución de 1946 y por firmar un tratado que duró tan solo doce días..., aquella autorización para que las tropas norteamericanas permanecieran estratégicamente en defensa del Canal..., que el pueblo panameño no aceptó...

En aquel triste febrero del 89 esas instalaciones antiguas y desangeladas no favorecieron mi animosidad...

Estaba bloqueada y sin reflejos...

Gracias a una carambola..., pues había perdido su teléfono...,  pude contactar con un transportista habitual de mi empresa, tanto de paquetería como de personas por todo Panamá...

Josué Enrique era un panameño bien parecido, alto, rubio, conversador y casado.

Nos tenía dicho nuestro amable Josué a todos los directivos y trabajadores de las oficinas..., que fuese cual fuese la hora, en que lo necesitásemos, le llamásemos sin dudarlo ni un solo momento...

Eran apenas las cinco de la mañana cuando le llamaba y enseguida se dispuso a recogerme para llevarme a casa...

Había sido un día aciago para mí por mil motivos..., familiares, personales y emocionales...

Al salir del desembarque le vi...

Mis nervios se descompusieron..., me fortaleza habitual se quebró...

Le abrace y lloré desconsoladamente... Aquel colaborador de la empresa y fiel amigo de todos..., fue mi aposento de descanso en aquel difícil momento personal.

Nos conocíamos hacia años... Yo intuía de su deseo...

Mientras me consolidaba y me sujetaba por mis caderas para no caerme, mi cuerpo sintió un soplo de vida..., mientras me decía...

-       Mia Sara, ten fortaleza..., en apenas veinte minutos estarás en casa...

Solo se me ocurrió decirle...

-          A mi casa no..., por favor...

Era una hora indeseable..., por un lado no quería preocupar a mis seres queridos por mi aspecto..., y por otro había intuido que podría aquel noble transportista darme un “apoyo” que necesitaba para terminar de reponerme de aquellos momentos vividos en las horas previas..., que me tenían encogido el corazón...

Amigos..., Mia Sara es una mujer que lo da todo y a veces necesita recibir... (Nota del intermediario relator)

Aquella madrugada recibiría lo que necesitaba..., amor, ternura y gratificación sexual..., para paliar aquel estado de su alma injustamente furibunda y negativa...

Después de aquella petición de socorro..., cuando le había dicho que no me llevase a mi destino natural..., el  me dijo...

-          Está bien Mia Sara, yo decidiré por ti...

Cerré los ojos y me dejé llevar...

Pasado un rato en el que me había quedado adormecida..., noté que me tocaba la cara y me preguntaba si podía caminar...

Abrí los ojos...

Estaba ante la entrada de un hotel...

Yo sabía que le gustaba y mucho.

El a mí, no me disgustaba..., pero siempre he querido mantener mis relaciones sexuales o sentimentales fuera del trabajo..., aunque en la medida de mis posibilidades, nunca acerté plenamente.

En este peculiar caso..., al ser una mujer tan ávida al deseo sexual cuando las feromonas atisban seres apropiados..., o mis hormonas se alteran por diferentes motivos..., a veces era imposible conciliar deseos y raciocinios...

Hoy era una excepción en toda regla.

Con ojitos de tierno adolescente me decía...

-          ¿Quieres entrar conmigo?

Ambos sabíamos que lo pasaría si nos adentrábamos en aquel lugar.

No tenía muchas fuerzas para nada..., aunque me notaba necesitada de querencia..., y le dije respirando profundamente...

-          Josué..., solo hoy..., jamás volverá a pasar... ¿Entendido?

Asintió.

Salí del coche.

Aun mis piernas flaqueaban...

Me abrazó sujetándome y entramos.

Pagó la habitación y subimos.

Me sentía sucia, llevaba casi dos días sin cambiarme de ropa..., de un sitio para otro con enormes problemas y vicisitudes, mi maleta perdida... Necesitaba en primer orden ir al baño.

No tenía fuerzas.

Josué me sentó en el inodoro..., bajando previamente mis pantalones y pantis.

Mientras me aliviaba, él se desnudó....

Mojó una toalla en agua y me empezó a refrescar y limpiar la cara con dulce ternura.

Pedí ducharme.

Me terminó de desvestir y agarrada a él pasamos a la ducha.

El agua caliente me reconfortaba.

Josué me enjabono a conciencia. Yo no tenía fuerzas para nada.

Me beso. Respondí de manera autómata, aunque me resultó un beso rico, jugoso, apasionado, largo... Notaba su lengua caliente en toda mi boca, mi rostro, mi cuello, mis lóbulos... Una sensación reconfortante y excitante, aunque mi cuerpo no daba mucho de sí, ni para mucho más...

Me aclaró, me secó, me tendió en la cama, me tomó la mano y me dormí... Estaba exhausta.

Un buen rato después, me despabilaba sintiéndome besar tiernamente mis senos desnudos...

Su mano derecha buscaba mi nuca para acariciarla..., mientras su otra mano desde hacía rato hurgaba en mi sexo, buscando mi botón del placer..., que una vez encontrado mantenía acariciando en círculos hacia un lado y hacia el otro...

Mi corazón se aceleraba...

Empezaba a sentir mis deseados orgasmos..., que hacia muchas horas, días..., que no venían a saludarme.

Aquellos primeros espasmos de placer..., hicieron cambiar de postura a Josué.

Se acopló bajo mi sexo..., abrió mis piernas y durante un interminable rato incontable de tiempo terrenal, disfruté como hacía meses...

Lamia, comía, mordisqueaba, dedeaba..., mi sexo hambriento de placer..., sin prisa pero sin pausa..., buscaba algo y lo encontró...

Uno tras otro..., mis orgasmos aparecían..., incondicionales, ordenados, seguidos..., cual ejército en desfile lujurioso...

Mis jugos no se perdían..., eran sorbidos por su boca sabia y caliente...

Toda una delicia..., Mi manchego amantísimo..., hoy lo recuerdo con apasionamiento y deseando que pueda sentir redoblada aquella gratificación con tu boca lo antes posible..., aquí o allí.

El placer inigualable hacia que de mi interior no dejase de emanar lubricación.

Aquellos jugos, como digo jamás llegaban a las sabanas gracias al devoro de aquel certero hombre y de su boca...

Cuando Josué estimo oportuno..., se incorporó.

Cogió mis piernas, las abrió y en sus sendos brazos las posicionó.

Su enervada y endurecida polla husmeo lo justo y suficiente para penetrarme suave y eficazmente sin ninguna resistencia...

Que delicia fue aquello, mi querido José Miguel, mi amantísimo..., mi idolatrado corazón simbiótico.

Rítmicamente aquel conductor, hoy hábil trasladador de mi placer..., se movía acompasando mis orgasmos desinhibidos.

Apenas podía hablar, pues todo en mi...,  era sentir placer...

Tuve fuerzas para implorarle...

-          Dame más pasión... Dame más de ti... Dámelo todo...

Se sentía excitado.

Su cara era una instantánea de placer astral.

Siguió dándome placer durante cálidos minutos.

Finalmente, su gesto, me decía que en breves segundos..., me llenaría...

Con su bien formada en medidas..., con aquella caliente herramienta introducida hasta el fondo, notando el golpear de sus bolas en mi culo..., eyaculo en cantidad sorprendentemente caliente...

Jamás había notado tanto semen dentro de mí.

No pude dejar de volver a correrme al sentir en mis profundidades aquel manjar caliente en cantidad tan ingente...

Se agachó a besarme sin abandonar su refugio, mientras me decía...

-          Mia..., mi amor..., fue absolutamente sensacional y único. Por favor repitamos tantas veces como desees, ya que es la primera y última vez de este encuentro tan deseado por mi desde hace años.

-          Así será..., Josué. Me lo merezco y te lo mereces... Haremos otro par de encuentros de amor..., eso sí..., que sean similares a este acontecido, que fue único.

Sonrió noble pero maliciosamente..., aunque sin malicia alguna..., todo lo contrario.

Aquella fue la primera y única vez con este manjar de hombre.

Me había realizado un sexo reconfortante y así se lo haría saber las siguientes horas..., dejando que escuchase salir varias decenas más de orgasmos reconfortantes...

Hasta aquí la historia.

¿Amor te gusto?

No solo me ha gustado..., me ha excitado y mucho..., mi vida..., mi Mia.

Lo dejamos hasta mañana.

Amigos, como saben..., mi correo a su disposición.

Todos aquellos amigos panameños que me escriben deseando conocer a Mia..., no se preocupen que les estoy pasando información detallada a la protagonista. Ella decide..., le doy los correos de todos... Ella es la reina de todo..., también de mi corazón.

PEPOTECR.