Mia sara y el “lokito” taxista...

Nuestra amiga..., mi gran amor..., tendrá una relación corta pero intensa con un taxista..., al que llamará el lokito driver....

MIA SARA Y EL “LOKITO” TAXISTA...

Nuestra amiga..., mi gran amor..., tendrá una relación corta pero intensa con un taxista..., al que llamará el lokito driver....

Ya conocen todos a Mia Sara, esta madurita de Panamá...

Ya les conté su despertar sexual basado en su lectura ávida de relatos eróticos desde muy joven...

Seguramente que algunos de ustedes, como me ocurrió a mí, nos excitamos con aquellos detalles tiernos de su despertar sexual..., que lo fue anal en primer orden.

En un posterior relato les conté una experiencia única que esta increíble mujer tuvo con un puño que entró totalmente en su vagina..., con uno de sus jóvenes amantes ya en su madurez.

Mi entrañable y amantísima panameña salta dentro de su vida desde sus inicios a hechos ocurridos posteriormente a lo largo de toda su vida.

Cincuenta años de vivencias que nos comparte con amabilidad y con un fino toque de ternura y sensibilidad. Así es ella..., así es mi musa..., la reina de mis ensoñaciones...

A día de hoy se encuentra sola..., este relatante le recomienda que busqué amante... De momento ella desiste de esta búsqueda, aunque esperamos todos que no deje de disfrutar del sexo nunca..., sola o acompañada.

En este el tercer relato al que nos transporta nuestra entrañable amiga..., para mi algo más..., les hablaré de un loquito (lokito) taxista dicho en términos cariñosos...

Hay un cuarto relato en espera en que nuestra panameña sin parangón nos hablará de un contradictorio amor que le llenó y al mismo tiempo le vacío..., pero amor al fin y al cabo...

Hay un quinto a la vista, con otro conductor...

Espero que haya muchos más..., cientos..., infinitos...

Mientras todos esperamos sus historias de sexo, amor y sentimientos de todo tipo... de esta mujer tan apasionantemente viva..., hoy disfrutaremos de un hombre muy especial en la vida de Mia Sara...

Comencemos...

Dice así:

Estuve muy enamorada en mis tiempos de un joven taxista...

Cuando mis compañeras y yo salíamos de la empresa en donde trabaje durante varios años..., sin tener que dar más detalles..., generalmente íbamos a pasear, tomar algo, compartir algo de nuestro ocio y a veces compartíamos un taxi a la vuelta que nos dejaba a cada una de nosotras en cada una de nuestras casas...

En aquella gran avenida de la capital siempre había taxis esperando...

Con el paso del tiempo confiamos nuestro transporte en uno muy simpático de nombre José Francisco, al que le gustaba que le llamásemos Kiko...

Desde el primer día todas las compañeras cogimos mucha confianza con aquel risueño conductor que nos hacia los trayectos especialmente cortos y entretenidos por sus ocurrencias de todo tipo.

Pasaban las semanas y meses, y las cuatro compañeras vimos en nuestro Kiko un colaborador siempre dispuesto a trasladarnos de vuelta a nuestras casas cuando lo necesitábamos.

Un día nos confesó Kiko “el lokito” como prefería que le llamásemos..., que desde hacía meses nos había echado el ojo a las cuatro..., a cual más bella..., nos decía el conquistador...

Nosotras reíamos..., con sus ocurrencias.

He de confesarles amigos, que quizás la menos atractiva era yo..., pues las demás, sin desmerecerme, eran más altas, con más juventud e incluso con vestidos y peinados que les favorecían y mucho.

Aunque a Kiko me lo llevé yo...

Realmente no creía que aquellos piropos que nos regalaba el lokito, lo eran por mí.

Una noche me llevé una sorpresa.

Se nos había hecho tarde y decidimos las cuatro llamar al lokito para que nos llevase a casa.

Él...,  como siempre...,  encantado...

  • Buenas noches, mis ángeles..., las llevaré una noche más a sus casas con agrado y alegría en mis ojos, que todas ustedes me provocan..., aunque alguna en mayor medida...

Todas reíamos por sus ocurrencias...

Ya sabía de nuestros nombres..., y de nuestras direcciones y en diligente turno nos llevaba a nuestras casas... En mi caso me tocaba bajarme en tercer lugar..., la penúltima de todas, como todos los días hacíamos...

Aquel día algo cambiario.

Aquella noche de viernes..., al comenzar la ruta..., el lokito estaba menos hablador y lo notamos...

Silvia una de mis compañeras..., le dijo...

  • Lokito hoy está usted muy serio..., ¿Acaso se ha enamorado?
  • Así es..., contestó...

Todas nos miramos y cuchicheamos..., al menos las que íbamos en la parte de atrás. En el asiento del conductor iba siempre Lucinda, la que se bajaba en último lugar.

El taxi hacía su carrera e iba dejando a las compañeras. Todas ajustábamos un precio por el transporte en general y le dábamos nuestra aportación a Lucinda que finalmente pagaba el total al lokito.

Cuando solo quedábamos Lucinda y yo por llevar..., y la siguiente en teoría era yo..., el lokito me dijo...

  • ¿Mia Sara seria usted tan amable de permitirme llevar a Lucinda en primer lugar y que usted hoy fuese la última? Necesito hablarle de un tema personal muy importante.
  • Claro Kiko, con mucho gusto. (Le dije).

Cuando Lucinda bajó, ocupé el asiento del copiloto.

Sin arrancar el taxi, me dijo directamente...

  • Me he enamorado de usted...
  • ¿Kiko, que locura es esa?
  • Sé que mi amor no es correspondido..., y solo le pido que seamos amigos para poder conocernos...

Accedí a ello, ya que en aquel momento no tenía una pareja estable, solo buenos amigos, algunos íntimos..., pero nada más.

Me pidió el número de teléfono. Se lo di.

Me llevó a casa y con cara de cordero enamorado, se despidió de mí.

  • Buenas noches Mia Sara, que descanse usted.
  • Buenas noches Kiko.

Al día siguiente por la mañana me llamaba para invitarme a uno de los mejores restaurantes de la capital...

El restaurante..., Santa Rita...,  en el casco viejo, es un reconocido local que siempre ha fusionado la tapa española clásica con la parrilla argentina.

Desde aquella cita con el lokito, me aficionaría a la tapa española, especialmente la tortilla de patata, la paella y el cocido madrileño. Platos que mi amante amantísimo manchego ya me ha prometido hacerme..., cuando vaya o cuando él venga...

¿Verdad mi amor?

Continuemos...

El lokito sabía dónde buscarme aquella noche de sábado.

Me recogió y amablemente me saludo con un beso en la mejilla cuando abría la puerta de casa. Educadamente se lo devolví.

Me abrió caballerosamente la puerta del vehículo y entré, complacida e ilusionada por aquel joven que vestido de chaqueta parecía un galán de película.

Kiko era amable, simpático, bien parecido, pero yo no sentía ninguna atracción por él en aquel momento.

La cita fue inolvidable.

Lo pasamos genial, hablando y riendo.

Me contaba su vida, sus inicios como taxista.

Disfrutábamos de la comida y de la sangría, una bebida que conocía, pero que en aquella ocasión tenía un toque español..., su vino tinto de Valdepñas..., tu vino..., mi vida...

Aquel día descubrí tu néctar de uva tinta..., y hace unas semanas, te descubrí a ti...

A los dos os amo, en diferente medida..., del primero me tomaría una sangría..., del segundo le robaría toda la vida...

Después de saborear aquellas tapas españolas de entrada y un delicioso asado argentino, culminábamos con un postre de dulce..., y un licor.

En esa sobremesa Kiko..., saltaba al vacío...

  • Mia Sara tiene usted unos labios hermosos..., para besarlos...

Me quedé congelada.

Cogió una servilleta de papel y limpiaba mis labios de labial o pintalabios como dicen en España..., con el propósito de besarme.

Le dije que no era ni el lugar, ni el momento...

Aceptó Kiko el lokito mi negativa, pero me siguió llamando y seguimos viéndonos...

Unos dos meses después me invitó a comer en su apartamento..., había intentado preparar una paella española... Yo llevaría el postre...

Sin salirse del todo bien..., fue un plato español aceptable.

Comimos...

Me besó en la sobremesa... (Yo llevaba labial)

Me gusto.

Nos acariciamos..., pero no dejé que avanzara..., me apetecía, pero debía de volver al trabajo.

Aún no lo tenía del todo claro..., mis sentimientos iban cambiando cita a cita...

Me rogó que cuando saliese de trabajar volviese al apartamento aquella noche...

Eso hice.

Nada más entrar aquella tarde-noche en su apartamento, el lokito me quitó los zapatos y mi pantalón..., dejándome en pantis, blusa y bra (brasier = sujetador).

El andaba en pantalones cortos y sandalias....

Lo primero que me dijo al recibirme..., una galantería mas...

  • Llegaste a casa mi reina...

Me empezó a besar de los pies a la cabeza literalmente...

Me consintió con muchos mimos...

Me llevó al dormitorio...

Tumbados nos acariciábamos, besábamos y conversábamos con soltura y gusto... Estábamos muy a gusto ambos... Se notaba en el ambiente.

Pedí ir al baño.

Me acompaño..., bajo mis pantis..., me sentó en el inodoro...

Se agachó delante de mí, esperando que terminase de orinar.

Una vez el habitual ruido ceso..., metió su mano e hizo de papel toilette secando con sus dedos y palma mis gotitas restantes...

Lamio su mano.

Me besó.

Me sentí húmeda... Estaba súper excitada... hay detalles que mi cuerpo no resiste... Soy morbosa..., muy morbosa, aun cuando sin ser desproporcionado mi morbo..., más bien sensitivo o mental...

Dejó el panti en el suelo..., y de la mano nos tornamos a la cama, besándonos como dos adolescentes...

Allí tumbada con mis piernas abiertas y mi sexo a su antojo me lo comió durante un tiempo interminable...

Aún tenía puesta la blusa y el sujetador y ya me había corrido docenas de veces mientras el lokito devoraba mi ser...

Me había conquistado el lokito con sus detalles.

Recuerdo aquella experiencia sexual como una de las más originales en mis recuerdos.

Hicimos sexo durante horas y ambos nos corrimos mucho..., yo mucho más que él...

Él se correría al menos cuatro o cinco veces..., no recuerdo con exactitud.

El lokito siempre juagando y ocurrente.

Me tapaba los ojos y tocando mi cuerpo con algún objeto...,  debía de adivinar lo que era...

Si no acertaba, me mordía los dedos de los pies, con cuidado... , mordía mis cejas.., mordisqueaba mis lóbulos o metía su lengua caliente en mis orificios nasales...

Hacia todo tipo de locuras…, el lokito…, me golpeaba con su pene mis senos…, me daba azotes…, siempre con delicadeza..

Cosas así...

Si estaba penetrándome en ese momento de las pruebas de adivinación..., no acertando, me sacaba su verga y me metía los dedos o viceversa...

Le gustaba meter su lengua en mi cuevita negra..., en mi sensible ano.

Me decía que me pusiese de rodillas y él se colocaba allí debajo durante largas sesiones en que su lengua jugueteaba en mi cuevita sensual, llegando a hacerme correr con tan solo su apéndice bucal.

Nunca me penetró mi trasero.

Han sido pocos los hombres..., el primero ya lo saben..., aquel huésped que me pillo con sus revistas... Pocos más..., contados con los dedos de una mano.

Desde aquel día nuestros encuentros fueron muchos y buenos en cuando a deleite sexual...

Nos sentimos enamorados..., quizás del sexo..., quizás también sentimentalmente o al menos eso aparentaba el lokito aunque en realidad solo vio en mí un juguete..., como descubriría al final de la relación.

Meses después se marchaba a EEUU a trabajar, cosa que hacia cada varios años, para incrementar sus ingresos.

Mantuvimos nuestro “romance” por teléfono.

Me mandaba regalos y detalles.

Me hablaba de vivir juntos cuando regresase.

Yo seguía enamorada cuando volvió.

Convivimos pero nos tuvimos que separar tristemente. Ya más madura y con mi mente menos espesa..., con esos años de interrupción..., pudé comprobar que el lokito no me amaba..., solo amaba mi cuerpo.

Soy una mujer que no puede hacer sexo sin sentimiento..., lo siento...

Muy pocas veces he sentido un impulso sexual por puro placer..., casi siempre he preferido masturbarme en soledad.

Me despido de ustedes y de ti mi amante amantísimo manchego.

Si estuvieses cerca de mí..., haríamos el AMOR a diario..., así lo siento y así te lo digo.

Hasta aquí el relato...

Seguro mis lectores, que les apasiona como a mí, esta increíble Mia Sara...

Cualquier cosa, me dicen.

Como siempre a su disposición en mi correo.

Hasta mañana.

PEPOTECR.