Mi virginidad robada
Esta es la historia de como aquel verano me introdujeron en el mudo del sexo con hombres
Hola a todos:
Me llamo Juan. Tengo 26 años y os voy a contar como fue mi primera experiencia sexual con un hombre.
En realidad, he de decir que, a pesar de que me gustan más las mujeres que los hombres, mi primera experiencia sexual completa fue con un tio, y es que los maduros, grandotes y con mucho pelo me vuelven loco.
Esto ocurrió el verano en el que cumplía 18 años. Aquel año, mis padres se empeñaron en que debíamos irnos de vacaciones en familia. A mí, por mi parte, esa idea no me seducía mucho y, menos aun, teniendo en cuenta que mis amigos habían planeado irse de viaje todos juntos.
La cosa es que mis padres se empeñaron en que fuésemos los tres juntos, así que acabé, en pleno agosto en un camping de la costa de Tarragona donde, para rematarla, no había nadie de mi edad.
Una mañana, me parece que la del tercer día, decidí ir a la piscina a tomar el sol a eso de las 8:00 (sí, ya se que es un poco pronto, pero es que allí no había mucho más que hacer y, a esa hora, no solía haber nadie por allí). Total, que me puse un bañador bastante apretadito que tenía y que me había traído por si acaso me encontraba con alguna chica de mi edad que estuviese un poco receptiva.
Cuando ya llevaba cosa de una hora, un hombre de unos 50-55 años se puso a unos 10-12 metras de mi a tomar el sol, justo delante de mí. En un primer momento no reparé en ello, ya que el sol de daba de frente, pero cuando me pude fijar un poco mejor, vi que aquel hombre grandote y con aspecto de oso, tenía un bulto enorme entre las piernas. Yo me quedé como hipnotizado y, para cuando me di cuenta que estaba mirándole descaradamente, aquel macho enorme ya se había dado cuenta.
Rápidamente retiré mi mirada e intenté no volverle a mirar, pero a los cinco minutos volví a dirigir mis ojos hacia allí y pude ver que me estaba observando y que aquel bulto había crecido. Aquel viejo descarado estaba claramente empalmado… ¡y qué forma de empalmarse!
Rápidamente recogí mis cosas y me marché.
Por la noche, a eso de las 23:30, decidí que ya había tenido bastante ración de mis padres, así que, a la par que ellos se iban a la cama, yo me fui a dar una vuelta por el camping para estar un rato solo.
Cuando pasé por al lado de los baños, de repente, me dí de frente con el hombre que había visto por la mañana. Yo le pedí disculpas y él me dijo:
-Tranquilo nene, no ha sido nada.
Yo me dispuse a seguir mi camino, pero él me dijo al momento:
-Tú estabas esta mañana en la piscina, no?
-Sí, estaba tomando el sol.
-Ya, tomando el sol… ¿y admirando el paisaje no? Jejeje.
Me dio el corazón un vuelco y me puse rojo al momento.
-Tranquilo chaval, que a mí también me gusta mirar.- y me recorrió con la mirada de arriba abajo.
-Oye, ¿te gusta la cerveza?
Yo le dije que sí.
-Pues vente conmigo a mi bungalow y nos tomamos una juntos.
Y nos encaminamos juntos hacia allí. Yo estaba tan nervioso que me parecía estar dentro de una película, pero, no sé porqué, no fui capaz de reusar la invitación.
Su bungalow era el último de todo el camping (a día de de hoy creo que cogió aquél a posta, ya que era el más discreto de todos). Entramos y mientras yo me sentaba, el sacó dos cervezas y me dio una.
Al momento dijo:
-Si no te importa, dentro de mi casa suelo estar en calzoncillos, y más aun con este calor. ¿Porqué no te pones en ropa interior conmigo? Verás cómo estás más cómodo.
La verdad es que hacía bastante calor, pero yo iba solo con el bañador y una camiseta.
-Es que no llevo nada debajo.
-Jajaja, no te preocupes, no creo que vea nada que no haya visto antes.
Así que me cogió del brazo para que me levantase y se quitó los pantalones y los calzoncillos y me miró con cara de querer que yo hiciera lo mismo.
Me quité la ropa mientras pensaba lo parecido que era aquello al argumento de una película porno mala y que todavía no me había preguntado ni el nombre.
El se sentó en el sofá mientras me quitaba todo y me observaba. Cuando me quité el bañador dijo:
-¡Hombre! Pero si vas depiladito. Me encantan los jovencitos depilados, ¡y menudo culo tienes nene!
Yo solo atiné a decir: -Gracias.
-Ven siéntate a mi lado. Dime, ¿cuántos años tienes?
-17.
- Vaya, todavía ni has salido del cascarón. La verdad es que eres muy guapo.
-Gracias.
-Y dime, ¿ya has tenido relaciones con alguien?
-Bueno, con alguna chica algo he hecho.
- Jajajaja ¿solo algo? ¿y con algún chico?
-No, con chicos no.
- ¡Cómo! ¿Que ningún tío a probado nunca este culito?
-No, todavía no.- No se porqué dije aquello. Es cierto que alguna que otra fantasía había tenido hasta entonces, pero nunca me había planteado llevarla a término, aunque, para entonces, todo aquello me estaba empezando a parecer bastante morboso.
-Mmmmmm… así que todavía no te lo han abierto…- y acto seguido empezó a empalmarse. Era una polla enorme y gruesa. Rodeada de una espesa mata de pelos rizados y con un capullo y unos testículos que invitaban a metérselos dentro de la boca.
Yo no podía dejar de mirarla.
-Que, ¿te gusta nene?
-Sí.
-Pues si tanto te gusta métetela en la boca, vamos.
Yo no me lo pensé, me metí aquel enorme capullo en la boca y empecé a lamerlo como había visto en las pelis porno.
-Aaaaah, que gusto nene. Así, no pares. Mmmmm, parece que lo has estado haciendo toda tu vida.
Empecé a mover mi cabeza y mi mano derecha hacia arriba y a hacia abajo, como en las pelis y como a mí me había hecho una amiga una vez.
El gemía de gusto y me pellizcaba los pezones. Me los pellizcaba y me los retorcía.
-Me encanta como la mamas. La s putitas jóvenes como tú sois las mejores en esto. Mmmmmm. Vamos, mámamela bien, así.
Él gozaba como un loco y de repente, me cogió por el cuello, me puso de rodillas en el suelo, mientras él se levantaba, y me introdujo la polla en la boca. Al momento empezó a metérmela como si de un culo se tratara.
-¡Así, así., así! Así es como hay que tratar a las putitas jóvenes como tú, que aprendan a complacer a sus machos.
Continuó así durante unos 10 minutos más o menos. Yo notaba el sabor salado del líquido transparente que emanaba de su enorme y peluda polla.
Pasado ese tiempo, la sacó de mi boca y me dijo:
-Ahora, vas a comerme el culo. Quiero que metas la lengua lo más hondo posible y lamas hasta dejarlo impoluto.
La verdad es que en un principio no me resulto demasiada atractiva la idea de lamer el ano de otra persona, pero, para entonces, yo ya estaba tan excitado que no me lo pensé dos veces antes de seguir adelante.
Él se puso a cuatro patas en el sofá y se abrió las nalgas al máximo.
-Venga zorra, dame lo que quiero.
Me acerqué y empecé a lamer el contorno de su ano despacio, con paciencia. Él emitía pequeños gemidos, hasta que me dijo:
-Vamos, mete la lengua hasta dentro.
Y yo la metí todo lo que pude. Me encantó aquella sensación de calor dentro de su culo. Mi polla estaba como una autentica piedra, así que empecé a masturbarme mientras realizaba pequeños círculos con mi lengua.
Él se dio cuenta y, con voz dominante, dijo:
-¡Ni se te ocurra pajearte, puta de mierda! Aquí el que manda soy yo y, con lo nenaza que eres, seguro que te corres enseguida. Suelta tu polla, escúpete en la mano y dame placer mientras me comes el culo.
Yo no dudé ni un segundo: me escupí una buena cantidad de saliva en la mano derecha y, mientras continuaba comiéndome aquel ano, empecé a masturbarle. Con la mano izquierda tenía sujeto el cuerpo de su polla e iba dándole hacia arriba y hacia abajo. Con la otra mano, llena de saliva, le manoseaba el capullo. El gemía como un loco.
-¡Aaaaah! ¡Sí! ¡Oh dios! ¡Eres increíble! Como se nota que te haces muchas pajas. Dominas la técnica a la perfección.
Así estuvimos un par de minutos más, hasta que se levantó de golpe y dijo:
-Bueno, ya basta, que como sigamos así me correré de un momento a otro y quiero darte toda mi leche a ti.
Nos pusimos en pié los dos y él se sentó en el sofá, mientras me ponía justo delante suyo. Con su enorme mano cogió mi polla y empezó a mastrubarme.
-Esto era lo que querías ¿no es así nene?
-Sí, sí, sí.
-¿Te está gustando?
-¡Oh, sí! ¡No pares!
-A mí me hablas de usted y me llamas señor, ¿entendido zorrita?
-¡Oh, sí señor! ¡Por favor, no pare!
-Bien, así me gusta, que sepas quien manda aquí. Te lo advierto, como te corras, haré que te arrepientas.
Y acto seguido, empezó a mamármela. Fue algo increíble y os juro que, hasta día de hoy, no ha habido nadie que me la haya mamado de esa manera. Tuve que hacer un esfuerzo increíble para no correrme.
Cuando ya llevaba un par de minutos mamándome, noté que uno de sus fornidos dedos buscaba mi culito. Enseguida lo encontró y, sin lubricante ni nada, me lo metió hasta dentro. Yo pensé que aquello me dolería pero curiosamente no fue así. De hecho me encantaba.
Enseguida dejo de mamarme.
-Ya vale por ahora. Quiero estrenar ese culo que me vuelve loco. Llevo pensando en él todo el día.
Me llevó a la habitación y me tiró a la cama.
-Boca abajo y a cuatro patas. ¡Ya!
Yo obedecí al momento. Reconozco que estaba muy nervioso, porque tenía entendido que aquello dolía a horrores.
-Joder, me encantan los jovencitos delgados y depilados como tú. Nene, tienes un ojete que pide ser follado cuanto antes.
Vi que de la mesilla sacaba un bote crema solar.
-El lubricante se me ha acabado y, por desgracia, los condones también, así que voy a follarme ese culito hasta llenártelo de leche. Ya verás que corrida te echo dentro.
Yo, la verdad es que no debería haberlo hecho, pero estaba tan excitado que no pude parar, además, la idea de notar toda su leche caliente dentro de mí era algo que daba muchísimo morbo.
Se embadurno toda la polla de crema solar y, con dos dedos, impregnó también mi ano, tanto por dentro como por fuera.
-Bien, ya está.
Y noté como colocaba su enorme capullo justo en mi ano y empezaba a empujar.
Al principio, solo noté como cedía un poco y pensé que no era para tanto, pero en cuanto empezó a meter aquella enorme polla de verdad, experimenté un dolor tan intenso que pensé que no lo resistiría.
-Relájate nene, que vamos por la mitad.
¡Por la mitad! No me lo podía creer, pensaba que me iba a reventar el culo.
-Sí, se que te duele y me encanta. Mmmm… menudo culito tan rico tienes putita.
Poco a poco mis esfíteres se fueron relajando y adaptándose, a duras penas, a aquella enorme columna de carne y venas.
-Bien, ya está dentro. Ahora sí que te vas a enterar de lo que es bueno.
Y empezó a meterla y a sacarla poco a poco. Al principio despacito, pero enseguida aumentó el ritmo. Se notaba que estaba cachondo como un animal. Me follaba sin piedad y, a pesar de que me da la sensación de que me iba a desgarrar de un momento a otro, yo no podía decirle que parase porque era una sensación extrañamente placentera.
-¡Oh, sí! Como se nota que este culito estaba sin abrir. Mmmmm… está tan prieto…
Él gozaba como un loco y se notaba por la forma como me cogía por las caderas, arañándome las nalgas.
De repente, él empezó a gemir como un oso.
-¡Aaaaaaaah! ¡Que gusto! ¡Me corro nene, me corro!
Y, acto seguido, note como un chorro caliente invadía mi interior. Os juro que fue una de las sensaciones más morbosas que he sentido nunca.
Siguió embistiéndome, aunque, poco a poco, fue bajando el ritmo, hasta que paró por completo.
-Mmmmm nene, ha sido increíble. Te mereces un premio.
Y me puso boca arriba de golpe. Yo estaba empalmadísimo y, en cuanto lo vio, me ató de pies y manos a la cama. Una a cada pata de la cama. Después, se colocó encima de mí y se introdujo mi polla en el culo.
Empezó a moverse arriba y abajo, con un meneo de culo increíble y, aunque me dé vergüenza reconocerlo, no tarde en correrme más de dos minutos. Yo gemía como un perro en celo.
-¡Ah, ah, ah, ah! ¡Me corro, me corro, me corro!
-Siiiii, eso es. Córrete dentro de mi zorrita.
Fue una corrida increíble.
Se quitó de encima de mí y me soltó las ligaduras. Yo estaba con el culo lleno de semen y mi polla que parecía una gotera.
El se limpió con una tolla y, cuando alargué la mano para cogerla, él la aparto y me dijo:
-Tú te iras de aquí con el culo chorreando leche. Te prohíbo que te la limpies. Quiero que no duermas en toda la noche recordando lo que ha pasado aquí y vuelvas todos los días a por más. Ese culo me lo adjudico para lo que me queda de verano aquí.
Yo obedecí y me volví hasta la habitación de mi bungalow con el bañador en la mano y con su corrida resbalándose por mis piernas.
Cuando llegué, reconozco que no pude ni dormir de la excitación, así que me masturbé una par de veces recordando lo que allí había pasado. Reconozco que mientras me masturbaba, mojé mis dedos en la lefa que todavía quedaba almacenada en mi recién violado culo y la saboreé como si de néctar se tratase.
A partir de ahí, me pasé durante quince días más siendo follado por aquel macho increíble y, desde entonces, no he parado. Que, queréis que os diga, los maduros son mi debilidad.