MI VIOLADOR...el límite

David y Felipe llevan a cabo sesiones de violencia y sexo emulando a Los Olivenza, hasta que casi llegan al límite y uno de los dos casi muere.

MI VIOLADOR…

La violencia y el sexo llegaron  al límite

La oscuridad y el terror se habían apoderado de mí. No sentía nada, sólo notaba unos sonidos rítmicos. De repente, un golpe de aire entraba en mis pulmones y luego…oscuridad.

En mi terrible soledad unas imágenes fluían a toda velocidad cada vez que regresaba a mi estado oscuro, algunas eran violentas y sexuales, en otras se unían recuerdos de mi infancia o de mi adolescencia con la realidad más próxima… Pero, cada vez que entraba un golpe de aire, las imágenes desaparecían… pero el ritmo de los golpes continuaban sin parar… pum… pum… pum… aire… pum… pum… pum… aire… En el intervalo entre la oscuridad y el aire es cuando las imágenes aparecían de forma arbitraria.

Me sentía dolorido  por latigazos y me veía con los con los brazos atados…me veía de chico diciendo a Dani  “mámalela”…me veía entrenado y sudado…de militar arengando a los soldados y follándome a alguno (no se a quién)…Dando hostias a Dani… en el pecho… follándolo atado… otra vez de chico con el regazo de mi madre, de mi padre, de sus besos,  de uno y de otro…cómo violaba a Dani… cómo lloraba…cómo me besaba de adulto… cómo le follaba  y él a mí, cómo él me acariciaba y como nos mordíamos o nos pegábamos.

Eran imágenes a toda velocidad,  como a cámara rápida y desenfocadas que yo creía ver entre los momentos de oscuridad  y los golpes de aire que entraban en mis pulmones como corrientes que me hacían daño y mientras…el sonido machacón de los golpes… pum… pum… pum…

El corazón saltó en mi pecho produciéndome una especie de dolor general a la vez que abrí los ojos y un golpe de luz me cegó, no veía nada, mi visión era turbia, el sonido rítmico que notaba cesó  de repente y el oxígeno entró de golpe en mi organismo haciéndome toser dolorosamente.

Sabía que alguien me hablaba porque oía sonidos guturales pero no entendía nada.

Cerré los ojos y noté que unas lágrimas se deslizaban por mis mejillas. Me alegré de notar su humedad. De nuevo fui abriendo los ojos  y enfocar la vista mientras mi respiración se normalizaba.

Poco a poco vi que quien estaba frente a mi era Dani. Su cara estaba desencajada y su ojos enrojecidos de llorar. El oído fue aclarándose y lo que antes eran sonidos guturales, ahora lo oía y le entendía.

  • Mi amor… mi amor… me oyes?... Felipe, por favor… me oyes… haz un gesto, lo que sea

Cerré los ojos afirmativamente y Dani me abrazó y comenzó a llorar con desesperación, me besaba los labios,  el cuello , los párpados…

-¡Joder!...¡Déjame respirar!...

Me abrazó y me dijo al oído - Ahora  ya sé que estás bien…mi amor

Comencé a recordar.

Habíamos acordado seguir las enseñanzas de los Olivenza, nos leímos la serie, las comentamos y que decidimos probar con  practicar sus métodos. Todo fue bien. A él se le ocurrió comprar una palmeta para azotarnos, mientras yo incorporé la fusta, él trajo los arneses y yo las correas para atarnos a las espalderas, Dani compró un dildo de proporciones inmensas y yo un plug con el que me deleitaba al ver como le entraba por su cavidad... lo que teníamos prohibido era depilarnos el cuerpo, así que el vello llegó a su longitud natural.

La situación era la siguiente: luchábamos hasta que uno de los dos se rendía, entonces, el ganador disfrutaba del vencido, hacía lo que quería con él (dentro de unos límites), y cuando lo creía conveniente, le follaba, o le mamaba, o le hacía gozar hasta que se corriera con la ayuda de un dildo, de un plug, de unas bolas, de la boca o de una follada como Dios manda, o como se le ocurriera al amo momentáneo.

Ese juego duró meses.

Recuerdo la primera vez en la que yo había ganado. Até a Dani a las espalderas  con los brazos en alto, como si fuera un San Sebastián. Los dos estábamos excitadísimos. - Hazme daño - me pidió con los ojos enrojecidos de lujuria. Me arrimé a él y le mordí los pezones, tiré de ellos hasta que gimió, luego le apreté los huevos y luego le mordí los labios. Dani se empalmaba cada vez más - Dame más...dame más...

Cogí mi cinturón, lo doblé y le azoté el pecho. Gimió - Mas...- dijo. Le volví a azotar apuntando los pezones y volvió a gemir más alto - Sigue... sigue...- Le golpeé el vientre sin querer dañarle su miembro y luego los muslos. Mientras gemía se iba empalmando cada vez más. Se dió la vuelta dejando su torso a mi disposición. Varias andanadas de azotes le cayeron en la espalda, los riñones y el culo dejando marcas rojizas en su piel.

Tengo que decir que a la vez que disfrutaba dañándole, sentía una sensación de arrepentimiento y de ternura hacia él que me hacía vulnerable...pero el me pedía violencia, daño... y le estaba dando lo que quería.

Me acerqué a su espalda y le abracé, le mordí el cuello y los hombros dejándole las marcas de mis dientes. metí una mano para agarrarle la polla y le tenía dura como una piedra, sus capullo estaba a reventar y fluía liquido que le llegaba hasta los cojones. Se los apreté con fuerza y gimió de dolor a la vez que su miembro se endurecía y soltaba más fluidos. - Fóllame...por favor...fóllame...lo necesito...¡Ahora!.

Me puse un condón,  solté un chorro de saliva entre sus nalgas y mientras recorría su valle, le clavé el rabo hasta el fondo. Su cuerpo se tensó de dolor y placer, llevó su cabeza hacia atrás y, tal era su atractivo, que le mordí de nuevo el cuello y la oreja mientras le follaba una y otra vez y oía sus gemidos desbocados de lujuria hasta que se corrió entre gruñidos y bramidos como si fuera una fiera.

Aquella fue la primera de una gran cantidad de encuentros sexuales en las que una vez era yo el que ganaba y otra era el. La sensación de sumisión, de dolor, de castigo tenía su premio al final, cuando nos amábamos, nos besabamos, nos follábamos y al final nos abrazabamos con tanta dulzura y amor que caíamos en un sueño profundo.

La primera vez que me ganó y fui su esclavo, lo primero que hizo fue atarme las manos a las barras bajas de la espaldera. Luego se alejó y volvió con una bolsa de la que extrajo un antifaz que me puso dejándome a oscuras. - Hoy vas a sufrir, cabrón -  Sólo vas a sentir el dolor, solo dolor - . Oí  como sacaba algo de la bolsa y a continuación noté un golpe lacerante en el culo que me hizo gritar de dolor. -Grita, grita como un niñato. Esto es una palmeta con la que te voy a desollar el culo por hijo puta...- trallazo que me dejó sin respiración - Por todo lo que has hecho sufrir...- otro golpe agudo que hizo se me saltaran las lágrimas - Por prepotente - latigazo...  el culo me ardía y las lágrimas me caían de dolor.

Pensé en el hermoso cuerpo de Dani, me lo imaginé en todo su esplendor, desnudo, con su arma en la mano, con su pie haciendo fuerza en mis riñones para que no me moviera. Era la imagen de un heróe, de un vencedor. Entonces caí al suelo y llorando, comencé a suplicarle - Perdona Dani...perdóname por favor...ya te pedí perdón... pero no me hagas más daño...

Hubo un momento de silencio. Nada se movía. Sólo se oía el sonido de mis sollozos. Entonces noté como se agachaba, me quitaba el antifaz y me abrazaba. Me abrazaba con cariño, con amor, me besaba, me acariciaba y yo lo recibía con delirio, quería que sus labios se acercaran a los míos y se acercaron y me besaron y mi lengua buscó la suya y el la mía. Le miré. Su cabeza de vencedor con su pelo gris cortado a cepillo me desarmó y me empalmé.

Dani me puso a cuatro, se enfundó su condón, me enchufó un chorro de gel y me la metió lentamente mientras suspirábamos de placer los dos, el por meterla y yo por recibirla, abrí las piernas para dar paso al mástil de mi dueño y me dejé follar hasta que saltamos por los aires de placer.

Esas primera veces que experímentamos el poder y la sumisión, fueron las que marcaron las relaciones y sesiones siguientes. El placer de ser castigado para luego recibir el amor y el premio de la penetración nos marcaron para seguir experimentando y experimentado.

Llegaron nuevos juguetes, nuevas prendas de cuero, nuevas armas de castigo, nuevos grilletes. Todo iba bién, incluso fuimos a algún local donde se realizaban prácticas como las nuestras, o incluso más arriesgadas. Pero donde nos encontrábamos más a gusto era en mi casa sólo los dos. La última incorporación a nuestras experiencias fue la de falta de oxígeno, o estrangulamiento, o ahogo, o como lo queráis llamar.

Se trata de cortar el suministro de oxígeno a nuestro cuerpo justo en el momento de la eyaculación. La sensación de perder el sentido a la vez que tienes la corrida, supone un subidón que parece que la vida se te va en pleno orgasmo. ¡Es la hostia!.  La practicamos, nos gustó y la incluimos en nuestra serie de placeres.

Y llegó el día. Llegó el día con el que ha comenzado mi narración.

Dani me venció. Me ató las manos a la espalda  y me dijo que me mantuviera en postura de firmes. Le obedecí. Cogió la fusta y comenzó a jugar conmigo como lo habíamos leído en Los Olivenza, me daba trallazos en el pecho, luego jugaba con mis pezones y les propinaba pequeños golpes hasta que se ponían duros, luego más golpes en los muslos y se acercaba y me besaba y me lamía y me volvía a castigar y me volvía a besar y lamer. Me dio fue tras mío y continuó con el juego; latigazos en la espalda, en los riñones, en el culo, en los muslos....y luego el calor de su pecho en mi espalda dañada, los besos, las lamidas en las llagas que me había infringido. Todo eso me ponía excitado al máximo porque sabía que luego vendría el amor, el sexo, el placer. De repente, de un golpe certero en las corvas caí de rodillas y luego me obligó a doblar la espalda hasta que mi cabeza tocó el suelo. En esa postura me azotó la espalda y el culo. A continuación me limpió con una loción las zonas heridas dándome un gran placer, me curaba, me besaba, me decía palabras cariñosas y yo me ponía cada vez más solo de oírle susurrar en mi oído. Me fue untando la espalda, los muslos y para el final dejó mis nalgas que masajeó hasta llegar al centro, donde aplicó gran parte de esa loción y comenzó con el juego de la dilatación, del masaje circular en las proximidades, de ir introduciendo la yema de un dedo poco a poco, mientras yo me ponía histérico por querer ser penetrado. Todo se me hacía eterno...quería más, mucho más y le grité que me follara.

Él me torturaba con la espera, seguía con el juego del mete y saca de los dedos, me abría el esfínter, me escupía en él, me metía los dedos y hacía tijera con ellos para abrirme. Y yo le suplicaba que me follara, incluso, en una ocasión lloré de desesperación.

Dani se puso cabrón de verdad y embadurnó el mango de la fusta y me introdujo. Al comienzo yo pensaba que era el, pero luego me di cuenta de que me había engañado y me revolví - ¡Cabrón!... cabrón...te quiero a ti...no a ese mango...no... eso no...

Me lo sacó de un golpe, me fustigó por última vez, se puso detrás mío y me folló como a mi me gustaba. Yo seguía de rodillas y con la cabeza en el suelo y fui notando como introducía su tranca lentamente de una sola vez. Fue entrando dándome un gran placer, me relajé mientras me penetraba y notaba como sorteaba los obstáculos hasta que todo su miembro era mío. Me dio un escalofrío de placer y me incorporé para notar su pecho en mi espalda.

Dani me mordió el hombro y luego el cuello, yo giré la cabeza para encontrarme con su boca y la encontré y la bese y nos dimos lengua. Mi chico me follaba a la vez que me pellizcaba los pezones que estaban duros como granos, me apretaba los huevos haciendo que mi polla se hinchara  y escupiera. Estaba disfrutando  como un animal hasta que noté que estaba a punto de correrme.

Y entonces le cogí las manos y me las llevé al cuello -Aprieta fuerte.

Dani sacaba toda su polla de mi culo y volvía a introducirla entera mientras iba apretando el cuello...y follaba... y apretaba cada vez más fuerte a la vez que follaba más duro, hasta que grité - ¡Me corro!...¡Aprieta!.

Y me corrí en un orgasmo bestial a la vez que una oscuridad total me absorbió y no me soltó.

La oscuridad fue total.

Cuando cobré la consciencia me encontré con que mi Dani me abrazaba, lloraba, me acariciaba el cuerpo, la cabeza, me besaba y me secaba las lágrimas.

  • Mi amor... mi amor... creía que te había perdido... Felipe...mi amor...

  • Tranquilo rey...tranquilo... - Dije con voz ronca, como atrancada y me incorporé para besarle y lamérle las lágrimas y luego acariciarle - Estoy bien... ya estoy bien... de verdad...

Me abrazó con tanta fuerza que me hizo daño - He pasado tanto miedo...tanto miedo de perderte...no respondías a mis golpes en el pecho ni al boca a boca.

Entonces entendí lo que eran los golpes rítmicos y los chorros de aire que me entraban. Me volvieron algunas escenas y las rechacé con pánico. No quería volver a vivir aquella experiencia.

  • Nunca más...me oyes Dani..nunca más volveremos a hacer esto...nunca...nunca...

Mi amor me abrazaba con fuerza y me mecía en su regazo como si fuera un niño. Me besaba la cara y la cabeza como si fuera un hijo.

  • Te lo juro...nunca jamás lo volveré a hacer...lo juro

Y me deje mecer y acariciar  por el hombre...no por el hombre...por el ser que más quería en el mundo.

Y en esa postura me vino  a la memoria la imagen de la PIETAT de Miguel Ángel.

MI VIOLADOR…

La violencia y el sexo llegaron  al límite

La oscuridad y el terror se habían apoderado de mí. No sentía nada, sólo notaba unos sonidos rítmicos. De repente, un golpe de aire entraba en mis pulmones y luego…oscuridad.

En mi terrible soledad unas imágenes fluían a toda velocidad cada vez que regresaba a mi estado oscuro, algunas eran violentas y sexuales, en otras se unían recuerdos de mi infancia o de mi adolescencia con la realidad más próxima… Pero, cada vez que entraba un golpe de aire, las imágenes desaparecían… pero el ritmo de los golpes continuaban sin parar… pum… pum… pum… aire… pum… pum… pum… aire… En el intervalo entre la oscuridad y el aire es cuando las imágenes aparecían de forma arbitraria.

Me sentía dolorido  por latigazos y me veía con los con los brazos atados…me veía de chico diciendo a Dani  “mámalela”…me veía entrenado y sudado…de militar arengando a los soldados y follándome a alguno (no se a quién)…Dando hostias a Dani… en el pecho… follándolo atado… otra vez de chico con el regazo de mi madre, de mi padre, de sus besos,  de uno y de otro…cómo violaba a Dani… cómo lloraba…cómo me besaba de adulto… cómo le follaba  y él a mí, cómo él me acariciaba y como nos mordíamos o nos pegábamos.

Eran imágenes a toda velocidad,  como a cámara rápida y desenfocadas que yo creía ver entre los momentos de oscuridad  y los golpes de aire que entraban en mis pulmones como corrientes que me hacían daño y mientras…el sonido machacón de los golpes… pum… pum… pum…

El corazón saltó en mi pecho produciéndome una especie de dolor general a la vez que abrí los ojos y un golpe de luz me cegó, no veía nada, mi visión era turbia, el sonido rítmico que notaba cesó  de repente y el oxígeno entró de golpe en mi organismo haciéndome toser dolorosamente.

Sabía que alguien me hablaba porque oía sonidos guturales pero no entendía nada.

Cerré los ojos y noté que unas lágrimas se deslizaban por mis mejillas. Me alegré de notar su humedad. De nuevo fui abriendo los ojos  y enfocar la vista mientras mi respiración se normalizaba.

Poco a poco vi que quien estaba frente a mi era Dani. Su cara estaba desencajada y su ojos enrojecidos de llorar. El oído fue aclarándose y lo que antes eran sonidos guturales, ahora lo oía y le entendía.

  • Mi amor… mi amor… me oyes?... Felipe, por favor… me oyes… haz un gesto, lo que sea

Cerré los ojos afirmativamente y Dani me abrazó y comenzó a llorar con desesperación, me besaba los labios,  el cuello , los párpados…

-¡Joder!...¡Déjame respirar!...

Me abrazó y me dijo al oído - Ahora  ya sé que estás bien…mi amor

Comencé a recordar.

Habíamos acordado seguir las enseñanzas de los Olivenza, nos leímos la serie, las comentamos y que decidimos probar con  practicar sus métodos. Todo fue bien. A él se le ocurrió comprar una palmeta para azotarnos, mientras yo incorporé la fusta, él trajo los arneses y yo las correas para atarnos a las espalderas, Dani compró un dildo de proporciones inmensas y yo un plug con el que me deleitaba al ver como le entraba por su cavidad... lo que teníamos prohibido era depilarnos el cuerpo, así que el vello llegó a su longitud natural.

La situación era la siguiente: luchábamos hasta que uno de los dos se rendía, entonces, el ganador disfrutaba del vencido, hacía lo que quería con él (dentro de unos límites), y cuando lo creía conveniente, le follaba, o le mamaba, o le hacía gozar hasta que se corriera con la ayuda de un dildo, de un plug, de unas bolas, de la boca o de una follada como Dios manda, o como se le ocurriera al amo momentáneo.

Ese juego duró meses.

Recuerdo la primera vez en la que yo había ganado. Até a Dani a las espalderas  con los brazos en alto, como si fuera un San Sebastián. Los dos estábamos excitadísimos. - Hazme daño - me pidió con los ojos enrojecidos de lujuria. Me arrimé a él y le mordí los pezones, tiré de ellos hasta que gimió, luego le apreté los huevos y luego le mordí los labios. Dani se empalmaba cada vez más - Dame más...dame más...

Cogí mi cinturón, lo doblé y le azoté el pecho. Gimió - Mas...- dijo. Le volví a azotar apuntando los pezones y volvió a gemir más alto - Sigue... sigue...- Le golpeé el vientre sin querer dañarle su miembro y luego los muslos. Mientras gemía se iba empalmando cada vez más. Se dió la vuelta dejando su torso a mi disposición. Varias andanadas de azotes le cayeron en la espalda, los riñones y el culo dejando marcas rojizas en su piel.

Tengo que decir que a la vez que disfrutaba dañándole, sentía una sensación de arrepentimiento y de ternura hacia él que me hacía vulnerable...pero el me pedía violencia, daño... y le estaba dando lo que quería.

Me acerqué a su espalda y le abracé, le mordí el cuello y los hombros dejándole las marcas de mis dientes. metí una mano para agarrarle la polla y le tenía dura como una piedra, sus capullo estaba a reventar y fluía liquido que le llegaba hasta los cojones. Se los apreté con fuerza y gimió de dolor a la vez que su miembro se endurecía y soltaba más fluidos. - Fóllame...por favor...fóllame...lo necesito...¡Ahora!.

Me puse un condón,  solté un chorro de saliva entre sus nalgas y mientras recorría su valle, le clavé el rabo hasta el fondo. Su cuerpo se tensó de dolor y placer, llevó su cabeza hacia atrás y, tal era su atractivo, que le mordí de nuevo el cuello y la oreja mientras le follaba una y otra vez y oía sus gemidos desbocados de lujuria hasta que se corrió entre gruñidos y bramidos como si fuera una fiera.

Aquella fue la primera de una gran cantidad de encuentros sexuales en las que una vez era yo el que ganaba y otra era el. La sensación de sumisión, de dolor, de castigo tenía su premio al final, cuando nos amábamos, nos besabamos, nos follábamos y al final nos abrazabamos con tanta dulzura y amor que caíamos en un sueño profundo.

La primera vez que me ganó y fui su esclavo, lo primero que hizo fue atarme las manos a las barras bajas de la espaldera. Luego se alejó y volvió con una bolsa de la que extrajo un antifaz que me puso dejándome a oscuras. - Hoy vas a sufrir, cabrón -  Sólo vas a sentir el dolor, solo dolor - . Oí  como sacaba algo de la bolsa y a continuación noté un golpe lacerante en el culo que me hizo gritar de dolor. -Grita, grita como un niñato. Esto es una palmeta con la que te voy a desollar el culo por hijo puta...- trallazo que me dejó sin respiración - Por todo lo que has hecho sufrir...- otro golpe agudo que hizo se me saltaran las lágrimas - Por prepotente - latigazo...  el culo me ardía y las lágrimas me caían de dolor.

Pensé en el hermoso cuerpo de Dani, me lo imaginé en todo su esplendor, desnudo, con su arma en la mano, con su pie haciendo fuerza en mis riñones para que no me moviera. Era la imagen de un heróe, de un vencedor. Entonces caí al suelo y llorando, comencé a suplicarle - Perdona Dani...perdóname por favor...ya te pedí perdón... pero no me hagas más daño...

Hubo un momento de silencio. Nada se movía. Sólo se oía el sonido de mis sollozos. Entonces noté como se agachaba, me quitaba el antifaz y me abrazaba. Me abrazaba con cariño, con amor, me besaba, me acariciaba y yo lo recibía con delirio, quería que sus labios se acercaran a los míos y se acercaron y me besaron y mi lengua buscó la suya y el la mía. Le miré. Su cabeza de vencedor con su pelo gris cortado a cepillo me desarmó y me empalmé.

Dani me puso a cuatro, se enfundó su condón, me enchufó un chorro de gel y me la metió lentamente mientras suspirábamos de placer los dos, el por meterla y yo por recibirla, abrí las piernas para dar paso al mástil de mi dueño y me dejé follar hasta que saltamos por los aires de placer.

Esas primera veces que experímentamos el poder y la sumisión, fueron las que marcaron las relaciones y sesiones siguientes. El placer de ser castigado para luego recibir el amor y el premio de la penetración nos marcaron para seguir experimentando y experimentado.

Llegaron nuevos juguetes, nuevas prendas de cuero, nuevas armas de castigo, nuevos grilletes. Todo iba bién, incluso fuimos a algún local donde se realizaban prácticas como las nuestras, o incluso más arriesgadas. Pero donde nos encontrábamos más a gusto era en mi casa sólo los dos. La última incorporación a nuestras experiencias fue la de falta de oxígeno, o estrangulamiento, o ahogo, o como lo queráis llamar.

Se trata de cortar el suministro de oxígeno a nuestro cuerpo justo en el momento de la eyaculación. La sensación de perder el sentido a la vez que tienes la corrida, supone un subidón que parece que la vida se te va en pleno orgasmo. ¡Es la hostia!.  La practicamos, nos gustó y la incluimos en nuestra serie de placeres.

Y llegó el día. Llegó el día con el que ha comenzado mi narración.

Dani me venció. Me ató las manos a la espalda  y me dijo que me mantuviera en postura de firmes. Le obedecí. Cogió la fusta y comenzó a jugar conmigo como lo habíamos leído en Los Olivenza, me daba trallazos en el pecho, luego jugaba con mis pezones y les propinaba pequeños golpes hasta que se ponían duros, luego más golpes en los muslos y se acercaba y me besaba y me lamía y me volvía a castigar y me volvía a besar y lamer. Me dio fue tras mío y continuó con el juego; latigazos en la espalda, en los riñones, en el culo, en los muslos....y luego el calor de su pecho en mi espalda dañada, los besos, las lamidas en las llagas que me había infringido. Todo eso me ponía excitado al máximo porque sabía que luego vendría el amor, el sexo, el placer. De repente, de un golpe certero en las corvas caí de rodillas y luego me obligó a doblar la espalda hasta que mi cabeza tocó el suelo. En esa postura me azotó la espalda y el culo. A continuación me limpió con una loción las zonas heridas dándome un gran placer, me curaba, me besaba, me decía palabras cariñosas y yo me ponía cada vez más solo de oírle susurrar en mi oído. Me fue untando la espalda, los muslos y para el final dejó mis nalgas que masajeó hasta llegar al centro, donde aplicó gran parte de esa loción y comenzó con el juego de la dilatación, del masaje circular en las proximidades, de ir introduciendo la yema de un dedo poco a poco, mientras yo me ponía histérico por querer ser penetrado. Todo se me hacía eterno...quería más, mucho más y le grité que me follara.

Él me torturaba con la espera, seguía con el juego del mete y saca de los dedos, me abría el esfínter, me escupía en él, me metía los dedos y hacía tijera con ellos para abrirme. Y yo le suplicaba que me follara, incluso, en una ocasión lloré de desesperación.

Dani se puso cabrón de verdad y embadurnó el mango de la fusta y me introdujo. Al comienzo yo pensaba que era el, pero luego me di cuenta de que me había engañado y me revolví - ¡Cabrón!... cabrón...te quiero a ti...no a ese mango...no... eso no...

Me lo sacó de un golpe, me fustigó por última vez, se puso detrás mío y me folló como a mi me gustaba. Yo seguía de rodillas y con la cabeza en el suelo y fui notando como introducía su tranca lentamente de una sola vez. Fue entrando dándome un gran placer, me relajé mientras me penetraba y notaba como sorteaba los obstáculos hasta que todo su miembro era mío. Me dio un escalofrío de placer y me incorporé para notar su pecho en mi espalda.

Dani me mordió el hombro y luego el cuello, yo giré la cabeza para encontrarme con su boca y la encontré y la bese y nos dimos lengua. Mi chico me follaba a la vez que me pellizcaba los pezones que estaban duros como granos, me apretaba los huevos haciendo que mi polla se hinchara  y escupiera. Estaba disfrutando  como un animal hasta que noté que estaba a punto de correrme.

Y entonces le cogí las manos y me las llevé al cuello -Aprieta fuerte.

Dani sacaba toda su polla de mi culo y volvía a introducirla entera mientras iba apretando el cuello...y follaba... y apretaba cada vez más fuerte a la vez que follaba más duro, hasta que grité - ¡Me corro!...¡Aprieta!.

Y me corrí en un orgasmo bestial a la vez que una oscuridad total me absorbió y no me soltó.

La oscuridad fue total.

Cuando cobré la consciencia me encontré con que mi Dani me abrazaba, lloraba, me acariciaba el cuerpo, la cabeza, me besaba y me secaba las lágrimas.

  • Mi amor... mi amor... creía que te había perdido... Felipe...mi amor...

  • Tranquilo rey...tranquilo... - Dije con voz ronca, como atrancada y me incorporé para besarle y lamérle las lágrimas y luego acariciarle - Estoy bien... ya estoy bien... de verdad...

Me abrazó con tanta fuerza que me hizo daño - He pasado tanto miedo...tanto miedo de perderte...no respondías a mis golpes en el pecho ni al boca a boca.

Entonces entendí lo que eran los golpes rítmicos y los chorros de aire que me entraban. Me volvieron algunas escenas y las rechacé con pánico. No quería volver a vivir aquella experiencia.

  • Nunca más...me oyes Dani..nunca más volveremos a hacer esto...nunca...nunca...

Mi amor me abrazaba con fuerza y me mecía en su regazo como si fuera un niño. Me besaba la cara y la cabeza como si fuera un hijo.

  • Te lo juro...nunca jamás lo volveré a hacer...lo juro

Y me deje mecer y acariciar  por el hombre...no por el hombre...por el ser que más quería en el mundo.

Y estando en esa postura me vino  a la memoria la imagen de una PIETÁ , de una madre abrazando con amor el cuerpo inerte de su hijo.