Mi violador me invitó a facebook (2)
Ese olor que había notado el primer día de nuestro reencuentro me excitó y me volvió loco de violencia, de ira, de deseo, de venganza, de lujuria, de pasión por poseérle.
Dedicado a Machi (espero que este te motive), a elbotija y Alejandro que son los únicos que han comentado el relato anterior después de que lo hayan leído más de ocho mil lectores (No puedo entenderlo, tan difícil y caro es comentar).
Por supuesto: os lo dedico a los tres.
Mis héroes.
MI VIOLADOR ME INVITÓ A FACEBOOK
(2)
Esa lucha de hombre contra hombre, de poder contra poder, de cuerpo contra cuerpo hizo que nos fuéramos excitando y comenzáramos a sudar y entonces...ese olor que emanaba de su cuerpo...ese olor que había notado el primer día de nuestro reencuentro me excitó y me volvió loco de violencia, de ira, de deseo, de venganza, de lujuria, de pasión por poseérle.
Cuando abrí la puerta me encontré con un magnífico ejemplar de hombre maduro. Sabía quien era, por supuesto, pero por sus ojos y su sonrisa le hubiera reconocido. Esa mirada cínica y esa sonrisa burlona eran inolvidables.
- Hola Dani. Se te ve muy bien.
En un instante pude observar que tenía un físico envidiable, aunque el mío tampoco estaba nada mal, ahora era más alto que él. Pelo rapado, al igual que la barba de color gris, la americana azul marino se le ajustaba al cuerpo haciendo resaltar sus abultados bíceps, el polo azul claro apretaba sus pectorales, y sus pantalones...sus pantalones eran como los de siempre, después de treinta años, seguía presumiendo de romper bragueta (Felipe sería siempre Felipe).
Anda pasa - le dije con condescendencia alargando la mano para estrechársela, me la apretó con fuerza,cosa que me gusta, pero con un movimiento rápido me estrechó entre sus brazos y me besó la mejilla.
No te andes con formalidades después de tanto tiempo.
Desde que acepté su invitación a Facebook, habíamos tenido varias conversaciones y nos habíamos contado parte de nuestras vidas. El había estudiado en el INEF (Instituto Nacional de Educación Física), había sido entrenador de distintos equipos de balonmano hasta que puso un gimnasio con un amigo y compañero de estudios en el momento que a la gente le dio por ponerse guapa. Les fue muy bien pero comenzó a ejercer de entrenador personal (personal-trainig,como decía él), y en estos momentos se dedicaba a esto en exclusiva, lo que le daba bastante dinero porque tenía una cartera de clientes bastante buena entre gente de alto nivel económico y gente de la farándula.
Otro día me contó que con su buen físico (Fidel...siempre igual), no había tenido problemas a la hora de ganar dinero con el sexo.
¿Puto?
Bueno...digamos que chapero y gigoló. A dos bandas, así se gana más dinero y a mi me daba igual una cosa que otra siempre que me pagaran. Si te contara con quien he follado no te lo creerías.
Perderás el culo por contarlo.
Eso es secreto profesional, chaval, eso me lo llevaré a la tumba.
En fin, la verdad es que había ganado mucho dinero y vivía como un rey en un piso en uno de los mejores barrios de la ciudad. No se había casado "Ni de coña...con lo bien que vivía me iba hipotecar la vida...".
Yo tampoco me había casado había tenido varias aventuras y varios novios. Desde hacía años vivía con Ben, un fotógrafo...un fotógrafo de mi empresa de publicidad. Siento no haberos puesto al día de mi vida, pero no os voy a aburrir. Tengo una agencia de publicidad muy conocida, soy gay y la natación es mi pasión, de ahí el cuerpo que conservo... y a mucha honra.
En fin, chateando nos pusimos al día de nuestras vidas y decidimos vernos. No se porqué, quedamos en mi casa y ahí estábamos los dos en la puerta y abrazados.
El contacto con su cuerpo, el roce de sus labios en mi mejilla y, algo especial, el olor...ese olor me trasladó al colegio, pero no podía ser, no podía oler igual al cabo de tanto tiempo...sin embargo...
El se debió dar cuenta porque me sujetó la cabeza junto a su cuello para que oliera...
- Anda, pasa de una puta vez.
Fuimos al salón y se quitó la americana por comodidad y para hacer gala de cómo el polo se le ajustaba al cuerpo haciendo notar los pezones y como las mangas se ajustaban a los poderosos bíceps.
Le sonreí - No creas que me vas a impresionar con tu cuerpo porque el mio no está del todo mal aunque no vaya con la ropa tan ajustada como la tuya. La verdad es que la mía era un desastre, no quise que pensara que quería nada con el, por lo que me vestí con una camiseta amplia y vulgar, unos vaqueros de andar por casa y unas deportivas.
- Ya...ya he visto fotos en tu book, y no, no estás nada mal, es más, estás bastante bien para la edad que tienes.
Me reí, era la hostia, tenía dos años más que yo y se cuestionaba mi edad.
Venga...quieres tomar algo?
¿Ron con coca?.
Vale.
Nos sentamos en el sofá y comenzamos a conversar. Mientras lo hacíamos, poco a poco, nos fuimos acercando, su mano rozaba mi rodilla, otra vez me revolvía el pelo, otra me acariciaba el cuello o la mejilla...otra me rozó el pezón con el dorso de su dedo causándome una descarga que no me gustó (o sí, o no lo quise reconocer por que me turbó)
- No...Felipe...por favor...no quiero jugar a esto contigo.
Se me acercó, me agarró por el cuello y me dijo al oído:
- Se que te gusta. Se que te gusto. No te has olvidado de mi. Lo se, fui el primero y lo seré siempre y eso no se olvida.
Me lo dijo con una seguridad y con un morbo que me asusté. Creía que todo aquello había pasado y ahora estaba otra vez ahí.
- Lárgate de mi casa. Felipe...¡Lárgate de mi casa!. ¡No quiero volver a verte!. Eres un gilipollas y siempre tendrás que joderlo todo - Mientras le gritaba se me saltaban las lágrimas y el se quedó paralizado sin entender que estaba pasando.
Era su juego, su juego de siempre, las bromitas burdas y dolorosas que no tenían ni puta gracia. Era un inconsciente y decía las cosas sin pensar el efecto en el contrario.
- Lárgate, por favor. ¡Lárgate!
Se levantó lentamente. Me miraba extrañado sin saber lo que había dicho o hecho mientras yo le miraba con odio, se puso la chaqueta y se marchó.
Se me saltaban las lágrimas de desilusión, de ira. Me bebí mi gin-tónic de un trago y me fui a la cocina a vaciar el vaso del gilipollas. Me serví otro gin pensando lo imbécil y lo bocazas que se puede llegar a ser.
Al cabo de un rato sonó el portero automático y contesté pensando que era una equivocación.
Una voz entrecortada que no reconocí dijo -Dani...
-Si...
Perdona
¿Felipe?
Perdona...soy un gilipollas
Silencio
- Perdona...déjame subir y pedirte perdón
Silencio
- Te lo pido por favor. Soy un metepatas. No quiero irme así. No quiero hacerte daño...Por favor, Dani
¿Soy un blando?. ¿Soy un idiota?. ¿Felipe era tan importante en mi vida?...Pulsé el botón y le dejé entrar. Dejé la puerta abierta y me senté en el sofá para seguir con mi bebida. Estaba aturdido y no me apetecía hablar.
Sentí como se acercaba y se sentaba a mi lado. Un tenso silencio se apoderó de todo. Se levantó, fue a la cocina y se sirvió algo de beber. Se volvió a sentar a mi lado.
Comenzó a hablar en tono bajo...- Siempre he estado enamorado de ti, siempre, desde que te sentaste el primer día delante mio en clase. Eras un pijo de mierda, pero eras adorable. Te miraba la cabeza, el cogote y me imaginaba acariciándote o besándote. Pero mi complejo de macho, supongo, mi fortaleza física en comparación con los demás, me hizo poner la coraza de malote que he utilizado tantas veces en mi vida...y así me ha ido.
-...Quise humillarte, lo sé... te incité hasta que estallaste y me insultaste y en ese momento me engrandecí, me creí superior y jugué contigo. Lo que no sabía era que estaba enamorado de ti como un becerro. No lo supe hasta que me enteré que te iba a dejar de ver, que ya no estarías conmigo y...lo siento...de veras...lo siento...fue una reacción de celos, de despecho...de odio.
-Durante todos estos años me he odiado por haberlo hecho pero...Durante los mismos años he querido volverte a encontrar porque no he dejado de estar enamorado de aquel chaval. Dani.
Me quedé quieto y en silencio con la cabeza baja. Noté como pasaba el brazo por mis hombros y me abrazaba con ternura luego me besó en el cuello.
- Dani...Dani...lo siento...de verdad que lo siento. No quiero hacerte daño. Soy un gilipollas y por hacerme el gracioso digo cosas que no debo. Perdona, por favor, perdóname.
La fortaleza de su brazo en mis hombros, la calidez de sus labios en mi cuello, el susurro de su voz en mi oído, ese arrullo hizo que me fuera relajando y dejándome a su disposición y me dejé llevar como si una cobra me hubiera hipnotizado.
Ese era el poder de Felipe.
En otro momento me hubiera dejado llevar por la situación pero no estaba dispuesto a ceder. Ceder con Felipe era darte por perdido.
- Vale Felipe - comencé a hablar en voz baja y serena - Es la primera vez que te veo desde aquello y me ha hecho mucha ilusión. Tenía ganas de verte. Pero prefiero que te vayas antes de que te hagas ilusiones de que vaya a haber algo más entre nosotros.
-Tengo pareja de la que estoy enamorado y no voy a jugármelo todo por una persona a la que no he vuelto a ver en años y no se como eres en realidad. Lo siento si te he dado esperanzas de algo pero no va a ser así. Prefiero que te vayas.
Lentamente retiró su brazo de mis hombros. Noté como se levantaba y se alejaba.
¿Puedo chatear contigo?. Ahora que te he encontrado me gustaría...
Si Felipe, puedes chatear conmigo - le dije sin mirarle.
Oí el ruido de la puerta al cerrarse.
Durante los meses siguientes chateamos algunas veces. Siempre era él el que tomaba la iniciativa. Hablábamos de cosas intrascendentes, pero yo me daba cuenta de que no quería romper el vínculo. La verdad es que no me importaba porque era agradable, muy divertido y me hacía reír con sus anécdotas.
Recibí una llamada suya el día de mi cumpleaños. Ben estaba en Canarias por trabajo, pero de cualquier manera, nuestra relación no pasaba por el mejor momento.
Hola chavalote: feliz cumpleaños, menudo empacho de calendario tendrás.
Gracias abuelete
Tendrás fiesta, no?
Pues no, estoy solo en casa.
No puede ser
-Pues lo es
- Eso hay que solucionarlo...Te invito a cenar
(silencio)
- Dani...Me oyes?. Te invito a cenar
(silencio)
- Te juro que solo a cenar, de verdad, y donde tu quieras
(silencio)
Vale...pues, felicidades
Vale...de acuerdo...de acuerdo (la verdad es que me daba miedo quedar con él, lo dudé y lo pensé, pero al final me dije: ¿Porqué no?. Estoy solo el día de mi cumpleaños. Un rato con Felipe podría ser divertido, pero habría que tener cuidado)
Te paso a recoger dentro de una hora.
De acuerdo.
Cenamos en restaurante acogedor que él conocía (yo no sabía por cual decidirme), y al finalizar la cena me invitó a su casa a tomar la última.
- Es tomar una copa...nada más - me dijo. - Me gustaría que conocieras mi casa, yo ya conozco la tuya.
Me la fue enseñando hasta que llegamos a la cocina y me sirvió un gin-tónic y el se preparó un ron con coca. - Ahora te voy a enseñar el gym, está en el piso de arriba.
Era una estancia enorme con equipada con aparatos de la última tecnología, incluida sauna, yakuzi etc. Puso una música relajante y bajó el voltaje de la luz. - Es bonito no?.
Aquí es donde te tiras a tus clientes?- le dije en tono de broma.
No seas ordinario - me sonrió de medio lado - Venga, vamos abajo.
Apagó el sonido y cuando íbamos a salir, me sujetó contra la pared con el antebrazo y acercó su cuerpo al mío hasta apretarlo contra la pared. Ajustó su pelvis a la mía para que notara su paquete y acercó su boca a la mía para lamerme los labios.
La sensación fue extraña, se me nubló la vista, el olor y la situación me remitía al pasado, por un momento me dejé llevar, pero reaccioné en un momento en el que se relajó. No sumisión. No dominación.
Le hice una llave de judo (para algo me tenía que servir lo que había aprendido de joven), le retorcí el brazo en la espalda y le apreté contra la pared. Con el otro brazo le apretaba el cuello hasta casi ahogarle. Me arrimé hasta que mi paquete se ajustó en su culo - No me vas a dominar, ya no- y luego le lamí la oreja antes de morderle el lóbulo.
De repente se deshizo de mi, me hizo una zancadilla y me tiró al suelo. Quedé boca arriba y aprovechó la situación para sentarse a horcajadas sobre mi vientre. -Ahora quién domina?.
Acercó su cara a la mía y me besó los labios - Yo te domino - me dijo con un tono morboso que me descolocó y me mordió el labio inferior hasta hacerme daño, luego me abrió la camisa a lo bestia haciendo saltar los botones y se quedó mirándome el pecho, un pecho bien formado gracias a la natación y al ejercicio, un pecho fuerte y fibrado cubierto de vello canoso, .- Te has hecho un auténtico hombre- me dijo con su característica sonrisa torcida.
Se arrancó su camisa y, aprovechando ese gesto, hice fuerza y cambiamos la postura, ahora estaba yo sentado sobre él, le agarré las muñecas y las sujeté tras su cabeza. Su cuerpo vibraba bajo el mío, su pecho rasurado dejaba ver la cantidad de vello que tendría sin ayuda de la maquinilla lo mismo que sus sobacos, - Te imaginaba más velludo no tan apolíneo... me gustaban más tus sobacos oscuros- Me incliné para lamérselos, se retorció entre mis piernas y me encendí más aún. Luego no pude contenerme y le mordí aquellos pezones pequeños y oscuros que estaban duros como granos de arroz. Se los mordí hasta que le hice daño y gimió. Me relajé mientras disfrutaba con sus pezones y el cabrón lo aprovechó para volverme a dar la vuelta, de manera que ahora estaba a su disposición.
Me desabrochó el pantalón con violencia y lo bajó a la vez que el calzoncillo. Se quedó mirándome como si no supiera como continuar y entonces le desabroché yo su pantalón y le metí la mano por la bragueta para disfrutar de la calidad y cantidad de su nabo... su nabo...y sus huevos...mi mano acariciándo ese monumento sobre la suavidad del algodón blanco. Me imaginaba que la tendría grande porque ya de adolescente apuntaba maneras, pero lo que me encontré fue un auténtico mástil sujetado por dos enormes peanas. Me llegó su olor...ese olor..¡Dios!... al fin ese olor que me llegaba del pasado...cómo una persona, al cabo de tanto tiempo puede oler igual que cuando era un chiquillo...
Metí la mano bajo la tela y acaricié todo el trofeo, el tronco y las bolas, me di cuenta que en esa parte no había llegado la podadora, luego me olí la mano y un torrente de liquido salió por mi polla. Le miré y vi cómo me sonreía el cabrón.
Me jodió tanto pensar que creería que ya me dominaba, que volví a forzar la situación y me levanté para quedarme de rodillas frente a frente. Le bajé el pantalón y calzoncillo de golpe para que saliera su instrumento como una catapulta y chocara contra su ombligo.
Nos miramos como dos lobos que van a aluchar por el liderazgo de la manada. Dos machos que no se van a dejar dominar, dos machos que no quieren ser sumisos, dos machos que van a luchar por su poder. Dos cuerpos perfectamente preparados para luchar entrenados en distintas disciplinas pero igual de preparados.
Fuimos acercando nuestros cuerpos hasta que nuestras pollas se abrazaron y se ajustaron como un cierre, como un broche caliente, suave y húmedo. Los cuerpos se juntaron para notar el calor ajeno y, por último, los labios suaves y calientes entraron en contacto. La suavidad de los de Felipe me hizo estremecer, le acaricié el cuello y el a mi la nuca, hicimos fuerza para que los labios nos dolieran, hicimos fuerza en nuestras nalgas para que las vergas se apretaran hasta doler y entonces comenzó una lucha de poder y sexo como nunca había experimentado.
Nos comimos los labios y las lenguas, mientras nuestras pelvis golpeaban nuestras trancas y las manos agarraban músculos para dañarlos. Nos mordíamos, nos lamíamos, nos olíamos.
En un momento, le tumbé para que dejar su polla a mi disposición y poder comerla. Aquel pedazo de carne gorda, dura, oscura y con los ornamentos que sus venas le decoraban estaban a un centímetro de mi boca. La miré extasiado, iba a ser mía. Su bosque sin podar pedía una caricia y que me deleitara con su olor, cosa que hice, luego, le bajé la poca piel que quedaba para dejarla calva del todo y le lamí con la punta de la lengua el chorro de fluido que manaba de él. Jugué con su viscosidad dejando que un hilo quedara entre su agujero y la punta de la lengua.
Yo notaba con lujuria como él hacía lo mismo con mi miembro.
Le mordía el prepucio y el hacía lo mismo, le lamía el frenillo y el también, le recorría el tronco y el también, le mordía el escroto y el lo mordía...y así estuvimos un buen rato dándonos placer en un interminable 69.
Dejé los testículos para subir hacia su culo y oler y husmear su agujero. Le abrí las nalgas para facilitar el acceso y le masajeé la entrada. Felipe se dejó llevar del placer y abrió las piernas (Ahora el sumiso eres tu hijoputa), y aproveché para lamerle bien su culo como si fuera un perro. Gemía y se retorcía de placer. Le comencé a meter un dedo y, aprovechando mi relajo, me dio la vuelta me tumbó boca abajo, me levantó por el vientre dejando mi culo a su disposición y comenzó a darme placer en mi ano como yo se la acababa de dar a él.
Mi excitación era máxima. Mi ano se abría para dejar paso a su lengua y yo le dejaba hacer, me abría las nalgas para abrir mi entrada y dejar paso a sus dedos húmedos de saliva. Me escupía y me penetraba. Me apretaba los testículos y me acariciaba la polla, tiraba de ella hacia abajo haciendo que mi capullo se hinchara y manara. Me dejaba hacer por la excitación y el placer que sentía, me dejaba llevar y el mandaba en ese momento sobre mi.
Se fue levantando y acercando su pecho a mi espalda mientras notaba como su pollón se encajaba entre mis cachetes, noté el calor de su pecho en mi espalda, nuestro sudor mezclándose, sus labios mordiendo mis hombros y mi cuello y yo girando la cabeza para encontrar sus labios y morderlos y lamerlos. Era suyo...otra vez era suyo...
Me revelé. Tenía que tomar la riendas y, aunque en ese momento lo que más quería era que me follara, lo haría a mi manera, no a la suya. La decisión sería mía.
De un golpe, le tumbé boca arriba y me puse sobre él. Estábamos incendiados. Nuestros cuerpos ardían y manaban sudor, nuestras caras estaban abotargadas de la tensión que nos daba el sexo. Verle tumbado debajo mío me provocó un subidón que aproveché para acariciar su cuerpo húmedo, pasar mi mano por su pecho, por sus axilas, por su vientre, me incliné para lamer sus pezones y luego mordérselos hasta hacerle gemir de dolor
- Sigue...sigue...hazme daño...hazme daño...- gemía.
¿Quién era el sumiso entonces?.
Pero la excitación que yo sentía no dejaba sitio más que para que me follara el rabo de Felipe. Era lo que más necesitaba en ese momento de lujuria sin fin. Su rabo en mi culo y penetrarme como nadie lo había hecho.
Me incorporé y levanté las caderas para dejar que su polla me masajeara el ojete ya en estado de recibir. Le masajeé su polla contra mi culo, le miré y ya no vi la sonrisa cínica sino la de un hombre vencido por por la lujuria y el ansia de sexo. Le volví a sujetar los brazos tras su cabeza, observé aquel maravilloso cuerpo que estaba a mi disposición y en esa postura fui bajando las caderas hasta que su capullo se instaló en mi esfínter y me fui sentando para que su falo me penetrara poco a poco...placer...placer...placer...gemidos...suspiros...convulsiones...mis gemidos parecían aullidos.
De repente me giró, salió de mi, me tumbó boca arriba, me descolocó. No sabía donde me encontraba.
Su subió a mi. Se puso en la misma postura que yo tenía hacía escasos segundos. Se inclinó hacia mi, me besó tiernamente en los labios y me susurró,- este es mi regalo...te lo debo hace mucho tiempo- y se sentó sobre mi verga y se la metió lentamente de una sola tacada. Se folló.
El placer del masaje de mi polla al entrar y salir de su ano me producía un éxtasis bestial y no pude más que gruñir hasta casi gritar. Felipe me cabalgaba a su antojo. Ver su maravilloso cuerpo tenso, su expresión lujuriosa, sus ojos cerrados mientras gozaba de las embestidas, me produjo una mezcla de pasión sexual y ternura que no pude contenerme más y estallé como una bestia en celo y grité y gruñí y me tensé hasta que los músculos me dolieron, pero sólo se me ocurrió decir...-no...no te corras...no te corras...
Salí de él, me puse a horcajadas y sin más preámbulo me encapullé su polla en mi culo para que me follara. La situación la tenía dominada. Ahora era mío...mío...y le follé como un animal, le cabalgué como un jockey a su caballo y se corrió en mi interior. Noté su dilatación, sentí su corrida en mi interior una y otra vez, vi como se tensaba, oí como gemía...y como llegaba a un relax total...como su cuerpo se relajaba y suspiraba, me miró con los ojos entornados, me dedicó su maravillosa sonrisa de medio lado y yo me incliné para besarnos y que nuestras lenguas se abrazaran, le mordí los labios, el lóbulo, el cuello, y me tumbé a su lado. Nos acurrucamos. Nuestros cuerpos comenzaban a enfriarse. - Niño - me dijo - vamos arriba...vamos a acostarnos...vamos a coger frío.
Esa noche fue la primera que dormí junto a él.