Mi vida se rompe 4: María

¿Porque?

Ya os conté en mi anterior relato que debido a mi horario laboral, no me quedaba más remedio que comer en un pequeño bar- restaurante que se encontraba cerca de mi trabajo. Servían comida casera a un precio razonable, además en su local no cabrían más de una veintena de comensales por lo que siempre estabas bien atendido. Raro era el día que no se llenaba por completo, y en varias ocasiones había tenido que buscarme otro sitio para comer, por lo que opté por reservar una mesa de lunes a viernes para no encontrarme otro día sin comer.

Desde hacía cosa de pocas semanas, al menos en el horario que yo comía, veía venir dos o tres veces una chica a comer, era una chica rubia el pelo recogido en una coleta, lo que impedía ver su largaria, ojos marrones y un cuerpo normal, ni gorda ni flaca, una chica como las hay a miles en las ciudades. Al igual que yo, siempre se sentaba sola, su semblante era siempre serio, en esas semanas ningún día la vi sonreír, aunque claro eso no quería decir nada, pues comiendo sola si empezase a reír de por sí, la gente la tomaría por loca.

Bueno vamos al grano que me disperso. Un día en el que el local estaba repleto, entró la chica y al preguntar al camarero por una mesa, este le dio una negativa aduciendo que el local estaba lleno y no podrían darle de comer. Yo viendo su cara de contrariedad, ante tal situación y suponiendo que se quedaría sin comer, me levanté de mi mesa y me acerqué a ella.

-         Señorita perdone mi atrevimiento, pero he escuchado la conversación que acaba de tener con el camarero. Yo estoy solo en mi mesa, si no le importa comer conmigo estaré encantado de hacerle compañía.

-         No querría importunarle, no nos conocemos de nada y si le soy sincera me da un poco de vergüenza._ Contestó

-         No es molestia, al contrario, el comer con compañía es un placer, siempre se agradece la conversación._ Le dije

-         No sé, perdone que le sea sincera, pero no le conozco de nada.

-         Ni yo a usted, pero tenga en cuenta que solo tendrá que aguantarme menos de una hora.

-         Bueno, acepto, además tengo un hambre canina y con la hora que es no me apetece buscar otro lugar.

Avisamos al camarero, para que pusiese otro cubierto en la mesa y tras pedir la comida, se generó entre nosotros uno de esos silencios incómodos, de los que más de uno habréis padecido, al conocer a otra persona. Decidí romper yo el silencio.

-         Perdone que haya sido tan desconsiderado de no presentarme, me llamo Joaquín._ Dije yo

-         Lo mismo digo, me llamo María

-         También, perdone mi atrevimiento en ofrecerle un lugar en mi mesa, pero yo he sufrido la misma situación que usted y alguna vez me quedé sin comer._ Dije

-         Ni se le ocurra disculparse por ello, soy yo quien debe darle las gracias por no haber consentido que me quedase sin comer.

-         La he visto en más de una ocasión venir a comer a este local._ Le comente

-         Me han trasladado, temporalmente a esta localidad, no conozco a nadie, exceptuando los compañeros de trabajo, por lo que vengo a comer aquí los días que puedo escaparme de su amabilidad._ Dijo con una sonrisa de circunstancias

-         Que me vas a decir a mí, cuando me divorcié, los compañeros de trabajo no paraban de presentarme mujeres para que rehiciese mi vida._ Era una mentira cochina, pero que quieres que haga, nunca se me ha dado bien la conversación fluida.

-         A mi me pasó igual, rompí con mi novio hace cosa de un año y mis amigas me agobiaron con moscones todos los fines de semana. ¿Puedo preguntarte desde cuando estás divorciado?

-         Desde hace casi dos años

-         Perdóname pero soy una cotilla. ¿Tienes hijos?

-         Sí dos hijos pequeños, nene y nena._ Si que era cotilla la chica, pero era de esas personas que hace que te abras con ella.

-         Yo no tengo hijos, mi ex pareja nunca quiso ni oír hablar de tema, que se le va ha hacer._ Dijo.

En ese momento nos sirvieron el primer plato, yo detesto hablar con la boca llena y por eso cuando estoy comiendo casi no hablo mucho, por lo que me dediqué a escuchar como María me contaba que era de Madrid, directiva de una gran cadena de centros comerciales a la que habían enviado a nuestra ciudad para averiguar los problemas de la sucursal de aquí y solucionarlos.

-         ¿Y ya sabes que problemas tiene?

-         Voy haciéndome una idea, pero nos acabamos de conocer y ya te he dado demasiada información. Pero la verdad me siento cómodo contigo, ha sido una gran idea aceptar tu invitación._ Me dijo

Tiempo después supe que la cara seria que lucía todos los días era por los problemas que tenía con el personal del centro comercial.

Acabamos de comer y le dije.

-         Yo como aquí de lunes a viernes, mi mesa la reservo, si quieres comer conmigo, será un grato placer tu compañía._ Le dije

-         Será un honor compartir tu mesa, así tendré una escusa para poder comer con alguien agradable.

A partir de ese día cominos juntos cuando salíamos de nuestros respectivos trabajos, a los dos días de ocurrir esto, la invité al cine. Ya lo sé, parezco un quinceañero, invitándola al cine, pero es que el cine me apasiona y allí me relajo sintiéndome más cómodo. Ella aceptó, con una sonrisa. La verdad una chica de Madrid el que le invitasen al cine le haría gracia.

Tras el cine la llevé a cenar, cuando acabamos, la acompañé a la parada de taxis y allí nos despedimos. Seguro que esperabais que me la tirase en la primera cita y la tuviese 5 horas follando, pues si habéis leído los anteriores relatos sabréis que soy muy tímido y abrirme me resulta muy difícil.

Comiendo al día siguiente me dijo

-         Hay una exposición de Miró en el ágora del centro comercial, he de ir por obligación ya que no me queda otra. ¿Podría pedirte un favor?

-         Si está en mi mano, lo que quieras.

-         ¿Puedes acompañarme? Es que quiero alejar a unos cuantos pesados del trabajo que empiezan a extralimitarse y si me ven aparecer acompañada contigo, les pararía los pies definitivamente.

-         Por supuesto me encantará hacer de matamoscas.

Estalló en una gran carcajada ante mi ocurrencia y quedamos allí a las 8. La verdad cuando llegué estaba impresionante con un vestido que marcaba sus curvas a la perfección, la melena se la había dejado suelta luciendo dos caracolitos en la parte delantera, y un ramillete de gardenias enganchado a modo de diadema, realmente atractiva. Toda la razón tenía al quejarse había dos hombres cerca de la cuarentena que parecían su sombra. Cuando me vio, vino hacia mí y me dio un beso de tornillo, tras lo cual me abrazó y en el oído, casi en un susurro me dijo.

-         Siento ser tan descarada, pero estos dos debían de pensar que eras más que un amigo para que dejasen en paz.

-         Pues te aseguro que te dejarán tranquila de una._ Le dije

Estuvimos todo lo que duró la presentación de la exposición abrazándonos, haciéndonos mimos, besándonos… Lo que suelen hacer las parejas de novios. Ni más ni menos. Cuando todo acabó nos fuimos a cenar a uno de los establecimientos de restauración del centro comercial.

-         Gracias, has estado perfecto, no sabes la deuda que tengo contigo._ Dijo

-         Ha sido fácil, mimar a una mujer de bandera como tú no cuesta nada

-         Zalamero, qué más quisiera yo que ser una mujer de bandera._ Dijo

-         No te menosprecies, eres una mujer atractiva y segura de sí misma, lo que hace que incremente aún más tu sensualidad.

-         No querrás propasarte con una chica de la capital.- Dijo con una amplia sonrisa

-         Si eso ya lo he hecho, no veas lo a gusto que me he quedado metiéndote mano antes.- Dije

-         Descarado, o sea, que lo que querías era propasarte conmigo y esto te ha venido perfecto._ Dijo ya riéndose

-         Por supuesto, creía que lo habías notado, soy un auténtico aprovechado.- Dije yo divertido también

-         Eso voy a tener que comprobarlo. Veremos cómo te mueves en la cama._ Dijo metiéndose una cucharadita del helado de su postre de la forma más sensual que os podáis imaginar.

-         ¡CAMARERO LA CUENTA!._ Dije haciendo estallar de risa a María,

Vivía en una habitación de uno de los mejores hoteles de la ciudad, me explicó que la empresa le pagaba la cuenta, pues pensaron en un principio que solucionaría el problema en pocas semanas. Cosa que no había ocurrido.

-         Vamos a ver cómo vas armado._ Me dijo mientras me empujaba a la cama y me sacaba la polla de la bragueta

-         No está mal, gruesa pero no demasiado larga, perfecta para mí ¿pero la sabes manejar?._ Dijo con una sonrisa cargada de lujuria.

-         Por supuesto, pero mi fama viene por un arte que practico con maestría._ Dije mientras le desabrochaba el vestido y lo dejaba caer al suelo.

-         Vamos a ver ese gallito si cacarea bien._ Dijo mientras me desvestía a su vez.

-         La que vas a cacarear,  vas a ser tu._ Le dije mientras, le bajaba el tanga y la tumbaba en la cama.

No me hizo falta calentarla más pues ya estaba como una moto, así que le separé las piernas y hundí mi bica en su depilado coño, no es por ponerme medallas, pero comer coños se me da de vicio, pasé mi lengua por sus abultados labios mayores, mientras con mi mano los abría ligeramente, lo justo para que se viese su clítoris, para empezar a castigarlo con mi lengua.  He leído muchos relatos en los cuales directamente meten el dedo en el coño de la chica para acariciar el clítoris, pues señores si este no está bien lubricado esa caricia duele, por lo que es mejor lubricarlo antes que empezar a jugar con él. Seguí lamiendo sin pausa su coño hasta que empezó ella misma a humedecerse. Entonces fue cuando empecé a penetrar su coño con mi lengua, sin dejar de acariciarla ni un momento.

María no gritaba como una loca, más bien daba indicaciones. Habréis follado con ese tipo de mujeres. Esas que dicen.

-         Ahí, sí ahí, como me gusta, o, sigue, sigue, me estás matando y cosas por el estilo.

En menos de 10 minutos se corrió.

-         Eres el Picasso de las comidas de coño. Nunca jamás nadie me ha dado tanto placer con la lengua. Esto te lo tengo que devolver

Y se tiró a mamarme la polla. Ni de lejos lo hacía tan bien como Lucía, pero le ponía interés y ganas. A los pocos minutos le dije.

-         Si sigues así, voy a correrme y tengo unas ganas locas de follarte.

-         Mi coño es tuyo, lo has convertido en una piscina por lo que tu polla va a entrar como si estuviese en casa.

Me fui a mi cartera me puse un condón y sin más miramientos se la metí entera. Entonces fue cuando me di cuenta que todavía llevaba el sostén puesto por lo que se lo quité. Ante mi aparecieron dos tetas medianas, coronadas por dos aureolas claras y unos pezones grandes y empitonados, empecé a comérmelas como un poseso. Volvió a correrse a los m10 minutos y yo me corrí poco después.

-         Te voy a decir una cosa, nadie ha conseguido que me corra más de dos veces por noche, por lo que si ves que no llego, no te preocupes,- Dijo María.

Follamos una vez más, y no, no se corrió otra vez, nunca llegó a correrse más de dos veces, como había pronosticado.

Eso sí el sexo con ella era muy bueno, nunca se negaba a nada, le rompí el culo en múltiples ocasiones, además lo disfrutaba, sobre todo cuando se había corrido ya dos veces. Tenía uno de esos culos tragapollas, esos que con poca dilatación conseguías que se abriese y engullía la polla como nunca antes había visto, ni volví a ver, para ser sinceros. Eso sí te abrazaba el rabo con sus fuertes músculos anales y te hacía subir al Valhala.

Cuando teníamos un apretón follábamos, fuese en su casa, en la mía en el coche, hasta una vez lo hicimos en el aseo del centro comercial.

María era una chica genial, nos lo pasábamos muy bien juntos, nuestras aficiones no eran contrapuestas, por lo que, las compartimentábamos. Pero supimos pronto que esa relación no daría más de sí. Un par de meses después de contar esto, acabó su trabajo y volvió a Madrid. No he vuelto a saber de ella, pero es una relación de esas que recuerdas con cariño, nadie salió herido y acabó porque tenía que acabar.

¿Por qué?

Esa era la pregunta del millón, la que, necesitaba reunirme con mi ex, para saber la respuesta, y no me hacía ni pizca de gracia, la verdad. Decidí reunirme con ella en terreno neutral, en una cafetería. Así conseguiría que, habiendo público por medio, comportarnos como personas civilizadas. Pedí un día libre por asuntos propios y quedé con ella en la cafetería que había frente a su trabajo ya que ella no podía hacer lo mismo y no quería que esta conversación la pudiesen ver los nenes.

La vi muy desmejorada, iba excesivamente pintada, realmente parecía que llevase más una máscara que maquillaje. Eso resaltaba sobre todo en ella porque siempre se había jactado de tener un cutis tan bueno que no necesitaba maquillaje para estar estupenda. Además estaba tapada hasta el cuello, siempre había sido friolera, pero estábamos a finales de mayo y el calor empezaba a ser ya fuerte.

Se sentó frente a mí, pedimos dos cafés, los pagamos y cuando el camarero se hubo alejado empecé yo a hablar.

-         Sabes porque estamos aquí ¿No?

-         Me lo imagino, pues en estos dos años ni siquiera me has saludado por la calle.

-         Pues si lo sabes dime el porqué.

-         ¡Quieres la versión larga o la corta?._ Dijo

-         No me vengas con tonterías, explícamelo y ya está

-         Lo primero, ya no te quería.

-         Eso está claro

-         Nuestro matrimonio se había vuelto rutinario, el sexo aunque bueno, siempre era igual. Íbamos a los mismos sitios todos los días, con los mismos amigos y hacíamos siempre lo mismo. Además estaban los nenes que no me dejaban tiempo para respirar, siempre agobiándome, cogidos a mis faldas con exigencias cada vez mayores. Después vino mi enfermedad y el atropello tuve mucho tiempo para pensar, al no poder moverme, mi cabeza voló y me di cuenta que te veía más como un amigo que como mi pareja sentimental.

-         Y ¿Por qué no hablamos de esto antes de llegar al desenlace que tuvo?._ Pregunté yo

-         Antes de la enfermedad quise hacerlo, luego te portaste tan bien conmigo que pensé que sería de un cinismo enorme el dejarte después de tanto tiempo cuidándome. Luego vino el accidente._ Dijo

-         ¿Y lo que hiciste no te pareció cruel?

-         Verás, a él lo conocí en la clínica de recuperación, acompañaba a su madre, intelectualmente es un cero a la izquierda, una mierda comparada contigo. Pero empezó a hablarme de cómo me fallaría, las primeras veces lo envié a la mierda, luego lo estuve pensando y me gustó, día tras día lo hacía hasta que decidí probarlo.

-         Por curiosidad como te follaba?

-         Como una puta, como si yo no fuese más que una atentica puta barata a la que puedes tratar como a una mierda. Eso me excitó hasta límites insospechados, se salía de mi rutina y me gustaba, me gustaba horrores, hasta perder la cabeza.

-         Desde que nos casamos hablamos de que antes de llegar a ese extremo, lo hablaríamos y si no se podía arreglar nos separaríamos como amigos y punto._ Le dijo

-         Ya pero es que no quería hacerte daño, tu eres tan buena persona, siempre me trataste como a una reina y nunca veía el momento de decírtelo.

-         Bueno está claro eres una puta y así te gusta ser tratada, mientras no afecte a los niños por mi puedes hacer lo que te venga en gana. Gracias por la aclaración.

-         Es un poco simple reducirlo a eso, y cruel por tu parte

-         Es simplemente así y la verdad ya he perdido bastante tiempo contigo que te vaya bien.

Nos levantamos y al ponerse el bolso al hombro hizo un gesto de dolor, que enseguida disimuló. Algo me decía que esto aún no había acabado.