Mi vida en el instituto 6

Un "encontronazo" entre Amelia y Tamara lleva hasta una de las situaciones mas excitantes que David ha vivido nunca.

En el descanso entre primera y segunda hora Amelia entró en mi clase. Se acercó a mi y me saludó con una sonrisa.

—¡Buenos días! ¿Hoy tienes clase con Tamara? —Yo asenti— ¿El viernes estarán tus padres en casa?

—Se irán al pueblo todo el fín de semana. Desde las cuatro de la tarde del viernes.

—¡Genial! Se acercó más a mi y me acarició un brazo mientras me susurraba al oido— Dile ahora a Tamara que acaba de surgirte algo y que no podrás darle la clase hoy y que solo podrás el viernes.

Yo asentí y me acerqué al grupo donde estaba Tamara con sus amigas. Ellas me miraron con indiferencia cuando me coloqué a su lado.

—Tamara. Me acaba de surgir algo asi que no podré dar la clase contigo hoy. ¿Te importa dejarlo para el viernes?

Ella se sorprendió pues nunca había aplazado una clase y después se dió cuenta de que Amelia nos miraba con una sonrisa.

—Ah. Ya entiendo —Dijo mirando alternativamente a Amelia y a mí— Claro. No hay problema. ¿Nos vemos el viernes a la misma hora de siempre?

—Sí. Gracias por entenderlo.

—No hay de qué.

Nos despedimos y volví a mi asiento.

—¿Cual es tu plan?¿Qué se ponga celosa?

—No. Ella ha pensado que no puedes dar la clase porque vas a quedar conmigo y se imaginará que quedaremos para follar. Mi intención es que esta tarde se acuerde de mis gritos en la ducha, se ponga caliente y se haga un dedo a nuestra costa.

—¿Y funcionará?

—Teniendo en cuenta que no nos quita ojo yo diría que sí. ¿Nos vemos esta tarde?

—¿A las cinco te viene bien?

Ella asintió y se despidió de mí con un beso en la mejilla. No pasó nada más interesante hasta el recreo, cuando Tamara se acercó a mí.

—Parece que os va bien —Dijo ella sentándose a mi lado.

—¿A quienes? —Pregunté sin darme por enterado.

—No te hagas el tonto. A Amelia y a tí. No hay que ser un genio para darse cuenta de que no darás la clase conmigo porque tienes planes con ella. ¿Cuáles son?¿Cine?¿Iréis a comer?

—La hice un favor hace unos días —Mentí descaradamente— Y dice que quiere recompensarme y que solo puede esta tarde.

—¿Recompensarte?

—Supongo que se referirá a pasar toda la tarde follando  —Tamara enrojeció completamente.

—¿Tenéis sexo a menudo? —Preguntó.

—Pues sí, supongo que sí. Dos o tres veces por semana.

—¿Y ella siempre...? —Trago saliva antes de continuar— ¿...Disfruta tanto como el día que os pille y os duchasteis juntos?

—Sí. Al menos no se queja y se corre varias veces —Yo sonreí con maldad— ¿Tú sigues sin llegar al orgasmo follando?

Ella enrojeció aún más si es que eso es posible.

—¡Claro que no! —Dijo entre avergonzada e indignada— No tengo pareja y no me acuesto con el primero que pasa. No soy tan puta como tu amiguita.

—¿Perdona? —El insultó gratuito hacía Amelia me enfadó muchisimo más que cuando habló mal de mi a mis espaldas. Mi cara de enfado la hizo achantarse.

—Lo siento. Es que me he puesto nerviosa cuando me has preguntado eso y he hablado sin pensar... perdona. Lo retiro. Tiene suerte de poder disfrutar de su sexualidad —Ella miró al suelo durante unos segundos— Voy a irme con mis amigas, nos vemos luego.

Tamara salió a la carrera y el resto del día evitó claramente mis miradas. Cuando nuestros ojos se cruzaban enrojecía como un tomate y miraba hacia otro lado. Tras el instituto fuí a casa.

Hice tiempo hasta que, a las cinco, sonó el telefonillo. Abrí a Amelia y, segundos despues, entraba en mi casa.

—¡Hola! —Dijo plantándome un morreo de los que quitan la respiración— Dime. ¿La malfollada te ha dicho algo?

Yo sonreí.

—Se me acercó en el recreo. Preguntó por nosotros. Pensaba que teníamos una cita en plan cine o algo así y que por eso no podía ir con ella.

—¿Y qué la dijiste?¿No la habrás dado la razon, no?

—¡Claro que no! —Dije con una sonrisa— La mentí. Dije que te había hecho un favor hace unos días y que querías recompensarme. Ella me preguntó como ibas a recompensarme y la dije que seguramente follando toda la tarde.

—Vale. ¿Te dijo algo más?

—La pregunté si había conseguido ya tener un orgasmo follando. Dijo que no. Se puso como una fiera y dijo que ella no tiene pareja y que no es tan puta como tú para acostarse con el primero que pasa.

Amelia se enfadó mucho, mucho, mucho ante tal adjetivo.

—¿De verdad me ha llamado puta? —Yo asentí— Se va a enterar de lo que significa ser puta. Dame tú movil.

—¿Que vas ha hacer?¿No irás a llamarla y ponerte a discutir con ella?

—No. Tengo algo mucho mas perverso en mente. —La dí el movil y nos fuimos a mi habitación. Me tiró en la cama y se sentó encima mía— Vamos a follar.

Nos besamos y desnudamos. Estuvimos en ese plan, sin llevarlo a mayores, unos minutos.

—Hazme un chupetón —Dijo ella con la mirada turbía de deseo— Quiero que mañana sepa perfectamente que estuvimos follando.

—Nunca he hecho uno. No se hacerlo.

Ella se recogió el pelo y dejó un lado de su cuello libre.

—Acercate a mí cuello y abre un poco los labios. Pon tu boca encima de mi cuello y succiona. Yo te dire cuando parar.

Seguí sus instrucciones y empecé ha hacerle el chupetón. Tras medio minuto succionando me dijo que me separase.

—Con eso debería bastar. Ahora sigamos.

Volvimos a besarnos durante unos minutos, acariciando nuestra piel desnuda. Mis manos fueron rápidamente a sus tetas y pezones, provocando los primeros gémidos de Amelia. Una de sus manos empezó a acariciarme el pene. Con lentitud empezó a masturbarme.

Tras unos minutos Amelia se irguió y empezó ha hacerme una mamada mientras una de mis manos se colaba entre sus piernas y acariciaba su más que mojado coño.  Tras unos minutos de mamada Amelia volvió se levantó y se colocó encima de mi polla. Cogió mi móvil.

—¿Cuál es la contraseña?

—¿Que vas ha hacer?

—Llamarla para que nos escuche follar. Que escuche como la puta se corre varias veces mientras que ella esta a dos velas.

—Colgará al momento.

—Ya veremos. Dime tu contraseña.

—3698

Desbloqueó mi móvil y llamó a Tamara.  En el preciso instante en que Tamara contestó con un "¿Sí?" Amelia se empaló hasta el fondo acompañándolo con un fuerte y profundo gemido que Tamara debió escuchar perfectamente. Tras esto Amelia se movió completamente poseída, gritando y gimiendo. Acompañando los gemidos con palabras como:

"¡David, David, David!¡Me encanta cabalgarte!¡Follame más!¡Tu polla es la mejor!¡Mas fuerte!"

Finalmente llegó al orgasmo y entre el gemido y el grito que lanzó debió enterarse toda la comunidad.

—¡¡¡¡¡Me corro!!!!!

Amelia cayó sobre mí agotada. Pero en vez de descansar se puso a cuatro rápidamente y tras mirar el móvil sonrió y dijo:

—Ahora follame a cuatro.

Sorprendido ví como Tamara no había cortado la llamada. Lo cual aumentó mi calentura a niveles insospechados. Me abalancé sobre Amelia y la follé con fuerza. Nuestros gemidos eran fuertes y otra vez Amelia los adornó con un monton de palabras describiendo el momento:

"¡Soy tu perra!¡Follame fuerte!¡Destrozame el coño!¡Así!¡Me gusta!"

Tras unos minutos a un ritmo brutal estuve cerca de correrme.

—¡Me corro, Amelia!

—Yo estoy a puntito, correte dentro. Sabes que tomo la píldora y me encanta sentir tu leche dentro de mí.

Unos segundos más tarde con un aullido ambos nos corrimos. Amelia cogió el móvil y dijo:

—Mira. La llamada a durado casi diez minutos hasta que colgó. Te aseguro que Tamara se ha hecho un dedo escuchándonos.

Me bastó solo con imaginar a Tamara masturbandose mientras Amelia y yo follabamos para que mi polla volviera a ponerse dura al instante. Abracé a Amelia y me tumbe encima de ella. Entendiendo mis intenciones abrió las piernas y me dejó entrar dentro de ella mientras nos besabamos con pasión y cariño.

Esta vez fue bastante más pausado y cariñoso que el polvo anterior. Besos, caricias y sonrisas acompañaron cada minuto de sexo. Finalmente me volví a vaciar en su interior.

—Por hoy he tenido bastante —Dijo Amelia besándome— Hace mucho que no acababa tan cansada follando. Ha sido super excitante.

—La verdad es que sí. Me puse super cachondo al saber que Tamara no estaba escuchando.

—Lo noté —Dijo Amelia con una sonrisa pícara— Nunca me habías follado tan fuerte.

Nos tumbamos un rato en la cama para recuperar fuerzas. Los besos y las caricias fueron la mejor forma que se nos ocurrió para pasar el rato. Una hora más tarde y tras una ducha juntos Amelia se despidió y se fue a su casa, la acompañé hasta la puerta y antes de irse me dió un consejo.

—Si Tamara te pregunta sobre la llamada. Tu no sabes nada. ¿Entendido?

Yo asentí y nos besamos. Tras esto se dió media vuelta y se fué. Al momento la puerta de Sandra se abrió.

—Menudo espectaculo habéis montado, chicos. Se la ha debido escuchar incluso en la otra punta de la ciudad. Me habéis puesto cachonda perdida.

Me cogió una mano y la llevó por dentro de la falda hasta que tocar su coño.

—Eso es una cascada —Dije con una sonrisa.

—¿Tienes ganas para ayudarme con esto? ¿O estas muy cansado después del palizón que te ha dado la niña?

—No creo que pueda follarte. Pero tranquila, puedo ayudarte de otras maneras.

Ella sonrió y entramos en su casa. Me beso con dulzura varias veces y la llevé hasta su sofá donde abrió las piernas y empecé a comerla el coño. Durante cuarenta minutos la comí el coño sin parar, provocándola varios orgasmos.

—Por favor, para —Suplicó ella— Si me sigues comiendo el coño me dará algo.

Asentí y nos dimos un beso. Ella lamió cada resto de sus flujos con auténtica devoción y me abrazó entre besos.

—Vuelve a casa. Tus padres estarán a punto de llegar y deberías ducharte. Hueles a sexo que echas para atrás.

—Se más específica —Dije con una sonrisa— No huelo a sexo, huelo a TU sexo.

Ella sonrió y volvió a besarme.

—Anda. Vuelve a tu casa o no respondo de mis actos.

Nos despedimos y yo volví a mi casa. Me duche rápidamente y recogí mi habitación. Segundos más tarde mis padres entraban en casa.