Mi vida después de ti (FINAL)
CAPITULO XXV Traición.
CAPITULO XXV – Traición.
Llegó el día en que Myriam y Ofelia partirían a Toscana. Cerca de mediodía, Myriam fue Lucas al taller para verificar el estado del Mustang, además de notificar que será Lucas quien lo retire cuando esté listo.
- Los ajustes van con buen pie, el pronóstico es bueno. Haremos mantenimiento completo, aprovechando que está aquí. – Explicaba el mecánico, mientras trabajaba en la bomba de aceite del vehículo.
- Cuidado con lo que tocan, ustedes arreglan una cosa y dañan tres al mismo tiempo. – Decía Myriam, con recelo.
- Descuide, señora, somos profesionales. – Dijo el dueño, mientras se acercaba y estrechaba la mano de ambos.
Al salir del lugar, Myriam pidió a Lucas llevarla de regreso a la casa de Ofelia. Antes que pudiera montarse en la camioneta, vio acercarse una moto hacia ellos. Sintió nervios, estaba desarmada. El parrillero se bajó de la moto y se acercó a ella. Le entregó un sobre manila y se marchó sin mediar palabras. Myriam subió en la camioneta, Lucas estaba pálido.
- ¿Será una bomba? – Dijo Lucas, tratando de bromear con la tensa situación.
- Es demasiado delgado. – Myriam trataba de obtener pistas sobre su contenido. – Esperemos estar en la casa, lo abriremos estando con Ofelia.
Algunos minutos después, estaban en la casa. Ofelia los esperaba con el almuerzo listo, los niños ya habían comido con ella y estaban en el patio pintando con sus creyones.
- Un hombre se acercó a mí y me dio esto. Quise esperar verte para descubrir lo que contiene.
- Ábrelo, puede ser importante.
Myriam rompió el sobre, había una nota, fotos y algunos papeles. En las fotos se veía a Maigualida con unos sujetos. Uno de ellos, el padre de Alejandra, quien en otras fotos se veía con Rodrigo. Myriam quedó en blanco. Luego leyó la nota.
“Espero órdenes. Los tengo sitiados. R.G.”
Al pie de la nota, había un número. Myriam decidió marcarlo. Cuando atendieron, reconoció la voz de Raquel.
- Negra, ¿cuándo fue eso?
- Ayer. Tengo gente rondando esa zona. Esa tipa te vendió, pero tengo marcada a la gente para sacarla del juego, solo espero tus órdenes.
- Haz lo que quieras con el abogado, y con el resto de los involucrados. A ella la quiero viva. Necesito preguntar un par de cosas. Avísame cuando esté hecho.
- Así se hará.
- ¿Nombraron a Ofelia?
- No, no lo hicieron, pero puedo indagar.
- Todo lo que puedas, hazlo. Estaré pendiente.
- Considéralo hecho.
Myriam finalizó la llamada. Y de inmediato marcó a Eva. Puso la llamada en altavoz.
- Mi estimada – Eva respondió de inmediato.
- Urgente. Si te doy la ubicación de un sitio por sus coordenadas, ¿puedes entrar a un sistema que esté en esa ubicación?
- Necesitaría la IP pública, o tener acceso a un dispositivo que esté dentro de su red.
- O sea, si voy hasta allá y me conecto a su WI-FI, por ejemplo, ¿podrías entrar y borrar sus datos?
- Exacto.
- Necesitaré ese favorcito. Me trasladaré allá y te aviso cuando esté ahí.
- No, es peligroso. – Exclamó Ofelia.
- Y ¿no tienes el número de alguien que esté ahí en este momento? Podría controlar su teléfono enviando una trampa caza bobos por mensaje de texto, y de ahí podría acceder a lo que necesitas. – Preguntó Eva.
- ¿Trampa caza bobos?
- Sí. Mandas “foto-tetas” con una nota al pie, tipo: “Susan quiere conocerte mejor, haz clic en el enlace”. Algo así.
- Te enviaré varios números, haz tu magia, es de vida o muerte.
- Confía en mí. Te aviso cuando tenga todo.
Myriam finalizó la llamada. Se quedó viendo las fotos, se sintió mal, traicionada una vez más. Ofelia notó su pesar y trató de reconfortarla.
- Ya sabía yo que había sido demasiado sencillo. Esa perra me las va a pagar.
- Ciertamente te vi intranquila, ahora entiendo. – Dijo Ofelia, mientras acariciaba su espalda, buscando tranquilizarla.
- Me usó para llegar a Alejandra, se lleva los honores y me vende con el viejo. Ya sabía yo que ese abogado tenía algo entre manos. Pero no sé cómo se enteró de lo de Alejandra.
- Tuvo que haber sido ella, no hay otra posibilidad.
- Esto se acaba hoy. Necesito que si algo sale mal, salgan del país con los niños, no es seguro, no si no acabo con ella.
- No iré a ningún lado sin ti.
- Haré todo por ti, siempre. Todo saldrá bien, pero, eso lo digo solo por si acaso, no se pueden dar las cosas por sentado. Iré por mi arma.
Ofelia comenzó a llorar cuando vio a Myriam levantarse. Lucas trató de infundirle confianza.
- Ni la muerte puede con ella. Volverá sana y salva, con una enorme sonrisa. Confíe.
Ofelia trató de componerse, Lucas tenía razón.
Pasaron un par de horas, Myriam recibió un mensaje de texto.
“Llega al centro. Pasarán buscándote para llevarte al sitio, cabos sueltos ya no serán un problema. Solo queda ella”.
Myriam abrazó a Ofelia. Le dio un beso cálido. La miró fijamente a los ojos y se marchó.
Tomó un taxi, que la dejaría en el sitio acordado. Veinte minutos después, estaría llegando el hombre que la llevaría donde estaba Maigualida.
El trayecto fue rápido, fue llevada en moto hasta el lugar. Contrario a lo que pensó en un inicio, no la tenían en la casa de Raquel, sino en un sitio fuera de la ciudad, mucho más alejado que la tumba.
El lugar estaba ubicado dentro de un desarrollo habitacional a medio terminar. Estaba abandonado, era el sitio perfecto para desaparecer “cosas”.
Myriam buscó de inmediato a Raquel, quien la puso al día con la situación.
Ambas entraron donde tenían a Maigualida. La habían golpeado, y cubrieron su cabeza con un fardo anudado a su garganta.
Myriam la vio, sintió asco. Imaginar que Ofelia podía correr peligro por culpa de Maigualida, la hizo desear matarla en ese instante, pero quería conocer el trasfondo de la situación.
- Conque de escapada mientras “se calman las aguas”… – Myriam le soltó un tremendo golpe en el rostro.
- Myriam, por favor, no es lo que crees.
- Me vendiste, después que te ayudé.
- El viejo dio conmigo, alguien le dijo lo de su hija.
- Sí, tú, pero cambiaste los protagonistas. – La golpeó nuevamente.
- Iba a advertirte, te lo juro, pero…
- ¡CÁLLATE! – Myriam comenzó a golpearla sin cesar, ninguno de los presentes intervino.
Cuando Maigualida dejó de resistirse, Myriam se apartó de ella.
- Donde algo llegue a pasarle a mi familia, la tuya te acompañará en la tumba, porque de aquí no sales viva. Así que ruega a Dios que esto muera contigo, porque de otra forma, tu madre, tus hermanas, tus sobrinas, incluyendo a los que no conozco, a todos los mataré. Un solo rasguño en el cuerpo de Ofelia, o de mis niños, y esa tierna bebé que acaba de parir tu hermana, va a terminar en un inodoro. Te lo juro por la memoria de mi padre.
- No, por favor, ellos no. – Maigualida lloraba.
- Debiste pensarlo antes de meterte con MI FAMILIA.
Myriam tomó lo primero que tuvo a la mano y lo arrojó contra ella, una silla de madera caería justo en su cabeza, la cual comenzó a sangrar profusamente.
- No la nombré, solo le dije al viejo que tú la mataste.
- Sí, debe ser que el viejo marico ese no sabe que yo estoy con Ofelia. Pendeja.
- Te juro que ella no corre peligro, no les hagas daño, por favor.
- ¿Quién te pidió que eliminaras a Alejandra? – Myriam se acercó y comenzó a presionar la herida en su cabeza.
Maigualida gritaba por tanto dolor. Pedía piedad. Myriam estaba cegada por la ira.
- No puedo decirlo. – Maigualida se desvanecía.
Raquel susurró algo al oído de Myriam que la hizo sonreír maquiavélicamente.
- Llama al negro. – Ordenó Myriam.
Raquel fue en seguida. Maigualida se puso nerviosa. Myriam la tomó y la acostó de espaldas contra la mesa, estaba vulnerable, por tener las manos atadas a la espalda.
Un par de minutos después, entraba Raquel con “el negro”. Un hombre de porte imponente, musculoso y bastante alto. Saludó a Myriam afectuosamente.
- Toda tuya… date gusto. – Dijo Myriam al hombre, mientras bajaba los pantalones de Maigualida.
Ella empezó a agitarse y a gritar. Myriam la agarró con fuerza, y se reía de ella.
- Te voy a enseñar a no meterte conmigo. Negro, ¡dale!
El hombre se acercó y comenzó a magrear las nalgas de Maigualida, quien hacía lo posible por zafarse de aquello. Myriam evitaba ver a su amigo mientras sacaba su pene, en cambio Raquel sí se dio gusto. Sin aviso y sin protesto, humedeció su ano escupiendo un par de veces en él, y comenzó a rozarlo con la punta del pene. Los gritos de Maigualida eran desgarradores, temblaba, rogaba a Myriam que detuviera aquello, pero, Myriam no se inmutaba.
El hombre comenzó a empujar, primero lentamente, luego, comenzó a darle nalgadas a Maigualida, quien intentaba en vano evitar la penetración contrayendo los músculos. Lo inevitable llegó. El Negro la empaló, sin compasión comenzó a bombearla repetidas veces, de forma rítmica, Maigualida lloraba, ya sin fuerzas, no podía oponerse a las embestidas de aquella bestia. Myriam la hablaba al oído mientras el hombre aumentaba la cadencia y empezaba a bufar.
- Debiste pensarlo dos veces antes de traicionarme. Vas a desear la muerte.
Maigualida no respondió. Momentos después, el hombre habría inundado sus entrañas con sus fluidos. Se sentó al fondo de la habitación, sintiéndose satisfecho.
- Deberías dejármela para jugar un buen rato. – Decía el hombre a Myriam.
- Con todo gusto. Pero cuando termines de jugar, mátala.
Myriam era una mujer despiadada cuando se trataba de defender lo que amaba. Salió de la habitación con Raquel, y dejó a su amigo con Maigualida.
- Haz que pague. Es todo lo que te pido. – Dijo Myriam, visiblemente enojada.
- Esa mujer es importante para ti, ¿cierto?
- Es todo. Y más que eso.
- Estaré pendiente de ustedes. Si es importante para ti, lo es para mí.
La mujer dio un abrazo a Myriam antes que esta se fuera de aquel lugar. Tal y como habían acordado, fue llevada de nuevo al centro de la ciudad, donde ya la esperaba Lucas, por instrucciones de Ofelia.
Una vez con Lucas, le comentó lo ocurrido. Él podía ver el cansancio en el rostro de Myriam. Toda esta situación le había exprimido hasta la última gota de calma.
- ¿Será que ahora sí tendremos paz? – Preguntó Lucas.
- Eso no lo sé. Estaré lista para lo que venga, de donde venga, pero, ahorita no quiero pensar.
- Todo esto ha sido muy fuerte para todos, una cosa tras otra, toda una pesadilla.
- Lo que hace la ambición. – Concluyó Myriam.
En breves instantes, llegaron a casa de Ofelia. Ella los esperaba con una limonada fría. Al ver a Myriam, y el estado en el cual se encontraba, se acercó a abrazarla. Recordó lo que le dijo Lucas, porque con todo y eso, ella sonreía para Ofelia.
- ¿Qué pasó?, amore mio.
- Solo estoy agotada mentalmente. Creo que ya terminó, pero aún no lo asimilo.
- Yo puedo hacer que asimiles mejor todo. – Ofelia le susurró al oído de manera muy sensual.
- ¿Ahorita? – Myriam reaccionó con sorpresa.
- Sí, ahorita. – Besó su cuello con delicadeza. – Espérame arriba.
Myriam no se hizo de rogar y subió a la habitación, entró en la ducha para sacarse el sudor y despejarse un poco del trajín que tuvo.
Unos minutos después, Ofelia entró en la habitación, aseguró la puerta y colocó una bolsa de regalo sobre la cama. Desnudó su cuerpo y esperó que Myriam saliera de la ducha.
Lo primero que vio Myriam al salir, fue la bolsita de regalo. Luego vio a Ofelia desnuda, recostada de la puerta. La temperatura de su cuerpo se elevó casi de inmediato al verla.
- No sé cuál regalo debo “abrir” primero. – Dijo Myriam, acercándose a Ofelia.
Ella la detuvo, en seco, pero seductoramente.
- No. Primero aquel. Es la llave para este. – Decía Ofelia, tocando su cuerpo.
Myriam saltó a la cama, tomó la bolsa y hurgó en ella. Era un arnés con un consolador de tamaño considerable. Los ojos de Myriam brillaron con malicia.
- Pensaba dártelo en Toscana, pero siento que necesitas un anticipo de tu regalo. Hay una única condición para que lo uses.
- ¿Condición? – Preguntó Myriam.
- Sí.
Ofelia se acercó a la cama, se subió sobre Myriam, quien se reclinó un poco hacia atrás al ver a Ofelia venir cual gata en celo hacia ella.
- Dime, ¿cuál es esa condición?
- Que no te cohíbas, que me trates como una puta, tu puta.
Sin esperar respuesta, Ofelia comenzó a poner el arnés en la cintura de Myriam, quien ya estaba extremadamente húmeda con todo lo que estaba sucediendo. Ofelia comenzó a succionar su sexo con lujuria, para luego deslizar su lengua lentamente por toda la extensión del consolador. Al llegar a la punta, miró a Myriam de forma muy pervertida, y lo introdujo en su boca sin dejar de mirarla. Luego cerró los ojos y se dedicó a chuparlo rítmicamente. Myriam enloqueció, aquello le proporcionaba un placer inusual pero intenso. La tomó del cabello y comenzó a forzarla a llegar hacia la base del consolador. Ofelia empezó a gemir, tomó aire y volvió hacia el sexo de Myriam, no dejó de lamerla hasta que le brindó un espectacular orgasmo.
Ofelia empujó a Myriam para hacerla acostar, se puso de rodillas, dejando que punta del consolador rozara su sexo. Myriam podía ver cómo goteaba, su lujuria se desató. La tomó en brazos y la hizo poner “en cuatro patas”. Comenzó a penetrarla, sin tacto alguno. Se aferró a sus caderas y la embestía sin piedad. Los gemidos de Ofelia eran cada vez más intensos.
- Eso quiero, que me cojas duro, no pares. – Decía Ofelia, entre jadeos.
Myriam aceleró aún más el ritmo de las embestidas, y las acompañaba con fuertes nalgadas que fueron bien recibidas por su mujer. Ofelia arqueó su espalda, en señal de haber tenido un orgasmo. Esto no detuvo a Myriam, quien conservó en esa posición a Ofelia y se dedicó a lamer su húmedo sexo. Tenerla de esa forma, le tentó a ir más allá, así que comenzó a lamer su ano con mucha dedicación.
- Qué rico se siente. – Ofelia gemía, aquello estaba resultando muy placentero para ella.
Myriam introdujo sus dedos en la vagina de Ofelia, y se los llevó a la boca, para luego introducirlos en su ano. Podía percibir que Ofelia se puso nerviosa, pero no la detenía, así que daba por enterado que podía continuar.
Mientras la dilataba, movía las caderas para que el consolador rozara el clítoris de Ofelia. Esto y la estimulación que le producía ahora con dos dedos en su ano, tenían a Ofelia mordiendo la almohada y gimiendo sin parar.
- ¿Te gusta? ¡Dilo! – Decía Myriam, mientras azotaba el hermoso trasero de Ofelia.
- Me encanta, me estás volviendo loca. – Ofelia magreaba sus senos y movía sus caderas al ritmo que Myriam imponía.
Myriam retiró los dedos, y colocó la punta del consolador en el ano de Ofelia. Comenzó a empujar con suavidad, a pesar de haberla dilatado, estaba estrecha, posiblemente era primera vez que haría algo así. Pensar esto, hizo que el deseo de Myriam se maximizara.
Cuando entró la punta, Ofelia dejó salir un pequeño quejido. Myriam la tomó de las caderas y comenzó a ensartarla despacio. Cuando tuvo toda la extensión del consolador dentro de ella, Ofelia gimió intensamente. Myriam comenzó a bombear despacio, pero Ofelia quería más.
- Dame sin piedad, hazme gritar, reviéntame. – Su voz sonaba desesperada.
Myriam obedeció y aumentó el ritmo del bombeo. Ofelia se apoyó en las palmas de sus manos y buscaba la mirada de Myriam. Ella la observaba mientras la penetraba, y esa mirada lujuriosa de Ofelia la excitaba aún más. Los fluidos de Ofelia corrían por sus piernas, al igual que Myriam. Ambas estaban sintiendo gran placer. Pequeños rastros de sangre eran notorios en el consolador y se acentuaban con cada embestida, Ofelia estaba disfrutando enormemente ser desvirgada analmente.
Myriam la tomó del cabello y aceleró sus movimientos, azotó salvajemente a Ofelia, quien no paraba de manifestar el enorme placer que sentía.
- Castígame, soy tu puta.
Myriam se apoyó con una mano y sujetó a Ofelia del cuello, mordía sus hombros, respiraba agitada en su nuca y se impregnaba de su delicioso aroma. Comenzó a acariciar sus senos, su abdomen, y terminó deslizándose entre los pliegues de su húmedo sexo, el cual empezó a frotar frenéticamente sin dejar de embestirla. Poco después, Ofelia se dejó caer, su cuerpo temblaba y su agitación cesaba lentamente.
Ofelia tuvo el mejor de todos los orgasmos que había podido experimentar en su vida. Myriam se separó de ella y la contempló. Ofelia se dio vuelta, y al verla, supo que estaba a punto de tener un orgasmo. La empujó y se metió de cabeza en su sexo, no pasó mucho tiempo antes que Myriam comenzara a arquearse involuntariamente.
Algo adolorida pero feliz, Ofelia se recostó junto a Myriam, y la besó amorosamente.
- Si te coges a otra como me coges a mí, te mato. – Ofelia la miraba con seriedad.
- Si siempre te vas a dejar coger así, no necesito a nadie más. – Respondió Myriam.
Ambas permanecieron abrazadas, mientras sus cuerpos se reponían de lo que acababa de suceder. Luego, fueron juntas a la ducha, y entre jugueteos y besos lograron terminar de bañarse.
Mientras se vestían, Ofelia tomó el teléfono, llamó a Lucas y le avisó que podía pasar a buscarlas.
Myriam cayó en cuenta en ese momento que estaban solas y que Ofelia tenía todo planeado, sonrió por lo traviesa que podía llegar a ser esa mujer.
Todo estaba listo. Myriam bajó las maletas, ambas escucharon el correteo de los niños tras la puerta. Ofelia abrió la puerta, Lucas venía con Isabel, ella se quedaría con los niños mientras Lucas las llevaba al aeropuerto.
- Mis pequeñines, se portan bien, solo será una semana lo que mami se ausentará. Prométanlo.
- ¡Prometido! – Dijeron ambos al unísono.
- Parecen gemelos. – Dijo Myriam.
- Es que son muy unidos. – Respondió Ofelia.
Ambas abrazaron a los niños. Pierina dijo a Myriam algo al oído.
- Cuida bien a mami.
- Entendido, jefecita. – Myriam respondió en su oído, con complicidad.
Ofelia notó esa extraña conexión entre Pierina y Myriam, últimamente su hija se volvía más y más afín con ella.
Ambas subieron a la camioneta mientras Lucas subía las maletas.
- ¿Qué te dijo Pierina? – Preguntó Ofelia, con mucha curiosidad.
- Me pidió que te cuidara.
- ¿En serio?
- Sí, eso dijo. ¿Por qué te sorprende?
- Porque ella solo se da con Gio y conmigo, me sorprendió que te abrazara la otra vez. Ni con su papá era así. Giovanni es más dulce, amoroso. Ama a su abuelo y amó a su papá, tiene muchos amigos, adora a su hermana… fíjate que es muy amistoso contigo.
- Sí, lo noté. Pierina es más como tú. Fuerte de carácter y todo un misterio. Es que hasta físicamente te sacó todo. – Myriam sonreía.
- Es hermosa mi hija, lo sé. – Ofelia soltó una buena carcajada.
Myriam recibió un mensaje de texto de Eva, sonrió, y al ver que Ofelia sintió curiosidad, lo leyó para ella.
- Dice Eva que “está listo el asunto”. Bella ella, tan expresiva.
- Esa muchachita es una caja de sorpresas. Si tuviera ese mismo empeño que pone en su profesión en sus relaciones, no sufriría tanto.
- Déjala, cuando se enamore en serio, será insoportable.
- No lo creo, es demasiado dejada, tendría que ser una mujer muy pero muy entregada la que se fije en ella, es difícil de llevar. – Respondió Ofelia.
- Pobre de esa mujer. – Myriam reía a carcajadas.
Casi una hora después, estaban al fin en el aeropuerto. Lucas las ayudó en todo el proceso y las dejó al estar listas para abordar el avión.
- Cuídense, diviértanse… estaré todo el tiempo en contacto, por lo más mínimo. – Lucas abrazó a ambas mujeres.
- Confiamos en ti. Gracias por todo tu apoyo, Lucas. De verdad que no puedo dejarle mis tesoros a nadie más, eres el único que sé que nunca me traicionaría. – Dijo Ofelia, tomándolo de la mejilla.
Myriam fue menos efusiva, le dio un par de palmadas en la espalda que casi lo dejan sin aire y se dio vuelta, tomando de la mano a Ofelia.
Había terminado una pesadilla, sin embargo, quedaba mucho aún por vivir. De ahora en adelante, afrontarían la vida como una familia, esa que Ofelia siempre soñó.
Fin de ciclo.