Mi vida después de ti (9)

CAPITULO IX – Evidencias. (Segunda parte).

CAPITULO IX – Evidencias. (Segunda parte).

Myriam despertó antes que Ofelia, quien dormía plácidamente. Entró a la ducha y se arregló para esperar a Lucas.

Tomó algunas cosas en la cocina para preparar algo de comer, tanto para ella como para Ofelia, desde ayer en la tarde no comía y ya su cuerpo se resentía.

Cual “recién casadas”, Myriam llevó el desayuno a la cama, y despertó a Ofelia de una forma muy cariñosa.

- Dormilona, despierta. – Besaba su frente y acariciaba su cabello.

Ofelia se ruborizó al ver la escena, era primera vez que alguien tenía ese gesto con ella. Se recostó de la cabecera de la cama y miró asombrada las cosas que Myriam “trató” de preparar. Algunas frutas, torpemente picadas, un sándwich con jamón, queso, hojas de lechuga y algo de tomate. Jugo y café. Todo presentado de forma algo desordenada, y es que Myriam no era el modelo idóneo de “mujer del hogar”.

- Amore mio… haces cada cosa, no sé describir lo que me haces sentir con todo esto que estoy viviendo junto a ti.

Myriam no respondió, solo comenzó a darle de a poco la fruta, mientras la contemplaba en toda su hermosura. Ofelia había borrado de un plumazo cualquier sentimiento que Myriam pudo haber experimentado en su vida, y ese contraste de intensidad y sensibilidad simultánea, solo podía significar una cosa…

- Ofelia. – Myriam se sentía nerviosa.

- Dime, ¿sucede algo? – Preguntaba Ofelia, mientras seguía la fruta que Myriam hacía bailar cerca de su boca.

- Quiero decirte algo antes de irme.

Ofelia puso toda su atención en lo que Myriam tenía para decir.

- Puedes decirme lo que sea, sin guardarte nada. – Ofelia trató de brindar seguridad a Myriam.

- Creo que… – Hizo una pausa – estoy enamorada de ti. – Myriam desvió su mirada hacia el suelo.

Ofelia se quedó en silencio, no quería interrumpirla, podía notar que estaba siendo difícil para ella expresarse.

- No sé qué suceda después, o si un día estarás conmigo, no lo sé ni quiero especular al respecto. Solo necesito que sepas lo que estoy sintiendo en este momento, porque para decir estas cosas no hay hora o lugar perfectos, solo sale y ya, y siento que deberías saberlo. – Myriam volvió la vista hacia Ofelia, para descubrir que estaba hecha un mar de lágrimas.

Ofelia apartó la mesita de desayuno y se abrazó a Myriam, la abrazó con intensidad, con desesperación, como si quisiera fundirse con ella y ser una sola.

- Me hace feliz saber que soy correspondida. – Dijo Ofelia, hablándole al oído.

Myriam la miró, con una expresión de confusión.

- No me mires así, es en serio, me enamoré de ti antes de conocerte, como te dije aquella vez, he tenido sentimientos por ti desde ese día. Primero fue admiración, pero eso se fue transformando en algo más. No llegaste en un noble corcel o con capa, solo llegaste y fuiste mi ángel protector. No miento cuando digo que quiero dedicarte mi vida, acabar este interludio que ha obstaculizado lo más hermoso que he vivido; porque así has sido conmigo aún sin conocerme, y eso habla mucho de lo que hay en tu corazón.

Myriam la abrazó. Y así estuvieron un buen rato. Hasta que sintieron llegar a Lucas.

- Llegó mi relevo. Te veré pronto, espérame, ¿sí? Te dejaré lo que he recabado para que vayas trabajando en el caso, con lo que consiga Eva podremos terminar con esto, tendrás tu libertad, así me cueste la vida.

- Te necesito viva, alguien tiene que comerse todo esto. – Ofelia coqueteaba con gracia.

- No me puedo perder ese banquete. – Myriam le dio un beso de despedida.

- Dile a Lucas que estaré en la ducha, que ahora hablo con él.

Myriam tomó su arma y salió, Lucas estaba sentado en la sala.

- Hola, Lucas. ¿Descansaste?

- Descansé un poco, estoy preocupado con todo esto.

- Descuida, saldremos de esto, pondré todo mi empeño. Te avisaré cuando tenga el resto de cosas para que se las traigas. Posiblemente tenga que resolver un pendiente y no pueda venir, pero en cuanto sea hora de salir de aquí, yo misma vendré a buscarla. Ella ahorita está en la ducha. Pendiente de todo, ¿Ok?

- ¡Entendido!

Myriam salió de la casucha, abordó su Mustang, y mientras conducía, llamó a Soraya.

- Pequeña. ¿Cómo estás?

- Bien… cuéntame, ¿cómo van las cosas con Ofelia?

Myriam conocía de sobra a Soraya. Algo había pasado, pero no quiso forzar una conversación que, muy probablemente, ella no quería sostener.

- Ando armando el rompecabezas, estoy cerca de solucionar todo este embrollo. Y precisamente eso quería preguntarte, ¿recuerdas a qué hora te llamaron?

- Fue más o menos terminando la tarde, ya se veía algo oscuro, es lo que creo recordar. Ha pasado mucho tiempo.

- Descuida, eso me basta. Pronto nos reuniremos para hablar, te he descuidado con todo esto, pero te compensaré, lo prometo.

- ¡Más te vale! – Soraya reía.

- Te dejo, debo ir con Eva para que me entregue algunas cosas.

Hubo una pausa por parte de Soraya… luego, respondió como si nada.

- Está bien, me avisas cómo resulta todo, ¿sí?

- Cuenta con eso.

Myriam finalizó la llamada. Pudo intuir que algo sucedía entre Eva y Soraya, ese pesar, ese silencio al nombrar a Eva. Sacudió un poco su cabeza, esa no era su prioridad en este momento, debía enfocarse en Ofelia.

Aprovechó un semáforo en rojo para marcarle a Álvaro.

- Myriam, hasta que apareces. Me has tenido en ascuas todo este tiempo, ¿cómo va la investigación?

- De eso quería hablarte, Ofelia me despidió, pensó dos veces y decidió cortar por lo sano y afrontar las cosas de otro modo. – Myriam se esforzaba para no reír.

- Pero… ¿QUÉ? No entiendo… ya la llamo… – Decía con un evidente timbre nervioso en su voz.

- No pierdas el tiempo, y déjala, recuerda que es abogada y si se siente acosada, no escatimará en hundirte.

- Pero, ¿y nuestros honorarios?

- Ya olvida eso, sin caso no hay paga, tú mejor que nadie lo sabes. Quién sabe qué sucedería, fue muy repentino. Déjala tranquila, ¿sí?

Myriam pudo percibir un suspiro al otro lado de la línea.

- Está bien. Pero, sabes que esto significa que estamos arruinados, ¿cierto?

- No me metas en ese saco, que sabes que el dinero no me hace falta. Hablamos en otro momento, debo colgar.

Myriam finalizó la llamada.

Antes de pasar por donde Eva, decidió ir a su apartamento a recoger un poco las cosas relacionadas con el caso, y empezar a archivar lo que parecía ser el final de una pesadilla.

Al llegar, notó que la puerta había sido forzada. De inmediato sacó su arma, y entró con sigilo.

Comenzó a despejar desde las habitaciones, pasando por el cuarto de baño hasta la sala y la cocina. Cada ambiente estaba considerablemente revuelto, sobre todo la sala. Notó que su laptop no estaba. No había rastros que pudieran ser de utilidad para capturar al responsable.

Llamó de inmediato a Eva.

- Eva, ¿estás muy ocupada?

- No, dime, ¿qué ocurre? – La voz de Eva se escuchaba tanto o más pesarosa que la de Soraya.

- Entraron a mi apartamento, todo estaba revuelto y se llevaron mi laptop. Me preocupa la información que tengo ahí.

- Ven a mi oficina. Tengo una idea.

Myriam salió del apartamento, dejó la puerta como la encontró por si el culpable regresaba. Fue a toda velocidad a donde estaba Eva. Nada más llegar, se anunció en la recepción y la hicieron pasar de inmediato.

Cuando estaba por entrar a la oficina, escuchó a Eva levantar la voz. Se detuvo. Había alguien más ahí. Escuchó taconazos en su dirección, se abrió la puerta, salió una mujer muy hermosa, de ojos muy llamativos, de color miel, y cabello castaño con ondas bastante largo. Le recordó un poco a Ofelia el cabello de esa mujer. Se veía bastante enojada.

Myriam tocó antes de entrar.

- Adelante. – La voz de Eva se escuchaba alterada.

- ¿Llegué en mal momento?

- No, llegaste justo a tiempo para mi crucifixión. – Eva llevaba sus manos a la cabeza.

- Esa era tu mujer, ¿cierto?

- Sí. No sé qué le pasa, ella no era así. Me está volviendo loca. ¿Por qué se ponen así?

- Entonces te ha pasado antes.

- Sí, con mi primera pareja, se ponía histérica cuando Soraya me…

- Soraya… ahora veo…

- ¿Qué es lo que ves?

- Creo que eres la única que no se da cuenta de las cosas, pero, posiblemente un día me siente contigo y te explique con manzanitas lo que ocurre. – Dijo Myriam, sentándose.

- Bien. Haremos esto, me lo dirás ahora. – Eva se levantó de su silla.

- No, ahorita tenemos algo más importante qué tratar. Te prometo que terminamos esto y te diré lo que quieras, niña.

- Bien, te aseguro que antes del mediodía tendrás todo, y te irás a almorzar conmigo, y me dirás lo que tengas qué decir. Ya no soporto esto.

- Puedo notarlo. En fin. Trato hecho. Mira, ¿Hay forma de rastrear mi laptop? Creo que a alguien no le conviene o no le gusta lo que estoy hallando, entonces, empieza a preocuparme todo lo que tengo ahí registrado, aunque ya Ofelia tiene esas cosas en físico.

- Y ellos no tienen esto. – Eva se acercaba con unas carpetas y expresión “ganadora”. – Anda, sírvete.

Myriam observó con atención los documentos, había registros de llamadas, fragmentos de correos electrónicos, boletos de avión. La evidencia apuntaba a un complot para asesinar a Ofelia, pero, también a la complicidad de Alejandra y el anterior comisario.

- Son amantes, y lo han sido desde hace muchos años. – Myriam sintió una profunda ira.

- ¿Es tu ex?

- Sí. Ahora entiendo por qué me querían sacar del medio.

- ¿Tienes la MAC de tu laptop?

- Me estás hablando en chino. – Myriam fruncía el ceño.

- Bien. Usa mi equipo para abrir tu correo electrónico y déjame el resto a mí.

Myriam hizo lo que solicitó Eva.

- Voy a cambiar tu clave de acceso, y a rastrear las últimas sesiones abiertas, solo dame unos minutos.

Eva estaba concentrada, Myriam sintió que se abrió la puerta de la oficina, era esa mujer de nuevo. Se veía arrepentida.

- Eva…

- María Fernanda, estoy ocupada, dame un momento. Espera aquí, por favor.

María Fernanda se sentó, miró a Myriam, quien volteó a verla de forma breve y luego devolvió su atención a Eva.

- Listo. Ya tengo un trazo. Ya podemos localizar tu laptop, como estaba encendida, envié algunos comandos para bloquearla de forma remota, los muy tontos están pegados a un WI-FI desprotegido.

- Eres una especie de “cerebrito”, o ¿algo así?

- No. Solo se me dan bien algunas cosas… al menos. Mira, Myriam, ella es mi pareja.

Myriam estrechó la mano de María Fernanda, sin cruzar palabras con ella.

- ¿Tienes copias de esto?

- Todo está respaldado, eso que tienes son copias, es información comprometedora y no podemos darnos el lujo de perderla. – Decía Eva, mientras apuntaba algunas cosas en un papel.

- Te agradezco todo lo que has hecho.

Eva le dio el papel, ahí estaba la posible ubicación de su laptop.

- Ahora, me debes algo. Vamos a almorzar y terminamos de hablar.

- ¿Hacia dónde vamos?

- ¿Conoces el restaurante de comida asiática que queda por aquí cerca?

- Sí.

- Bueno, ahí.

- Perfecto.

Myriam envió un mensaje de texto a Lucas, coordinó con él para entregarle los documentos y hacerlos llegar a Ofelia.

- María Fernanda. Terminaremos esta conversación cuando vuelva. No demoraré. – Eva se despedía de forma “tibia”.

- Hasta luego, señorita. – Myriam se despidió de ella, sin embargo, María Fernanda solo alzó su mano al aire y la agitó un poco.

Ambas mujeres bajaron al estacionamiento.

- Llévame en tu carro, así cuando terminemos de comer no necesitas devolverte, yo puedo pedir que me vengan a buscar. – Decía Eva.

- Para mí no sería problema traerte de vuelta, me queda de camino.

- Está bien, no me haré de rogar. – Eva sonrió.

En unos minutos, estuvieron en el restaurante. Eva tenía suficiente dinero como para ir a donde quisiera, podría comer los platos más opulentos jamás imaginados. Pero siempre comía en el mismo lugar, amaba ese sitio.

Se sentaron en una mesa al fondo. Un mesero fue de inmediato al ver a Eva, con el tiempo se había vuelto la preferida de muchos, por las generosas propinas que daba a veces.

Myriam se decantó por el menú del día, pero, Eva pidió su amado Ramen.

Myriam se preparó para lo que estaba por hablar con Eva. Mientras esperaban la comida, decidió pegar primero.

- ¿Qué te traes con Soraya?

- ¿Qué? – Eva miró con asombro.

- Ustedes se traen algo raro, quiero que seas sincera, sabes perfectamente cuáles son sus sentimientos.

- Lo sé. Simplemente, tratamos de ser amigas, es todo.

- No lo parece. Y es algo que está perjudicando tu relación.

- No debería, ¿dónde está la confianza?

- No solo de confianza vive el hombre. Pasé 10 años de mi vida con una mujer que conspiró para acabar conmigo, incluso, gracias a eso, casi pierdo la vida. Y ¿cuál es el punto aquí? Que yo confiaba en ella, con mi vida. Y ni portó por el hospital cuando estuve en terapia intensiva, es más, la única que estuvo ahí fue mi mejor amiga, Soraya. Ella es muy importante para mí, es como mi hermanita menor, ella sufre con todo esto, aún sueña con que tú voltees a verla, solo no me parece justo.

- Pero ella sabe que estoy con alguien. Cuando era Ángela, era bastante atrevida, presumo que por la edad, pero, ahora es tan diferente, de verdad creí que podía ser su amiga.

- Es que ¿aún no te das cuenta? ¿No notas cómo te comportas cuando estás con ella?

- No sé, no me pongo a analizarme a mí misma.

En ese momento llegó la comida. La conversación se mantuvo,  a pesar de estar comiendo.

- ¿Por qué crees que tus parejas han reaccionado así cuando te ven con Soraya? No es ella, eres tú.

Eva se quedó callada.

- Ella me contó lo de la biblioteca, de forma bastante textual. Reaccionaste de una forma muy intensa, apasionada. Luego de eso, solo has huido de ella. Solo te digo esto para que lo analices, porque, si amas a tu novia, tienes que comprender cómo puede sentirse respecto a esto. Y no quiero que sientas que me meto en tu vida, solo trato de cuidar a Soraya. Alocada y todo, pero es un ser frágil, vulnerable. Se escondía tras una apariencia de “hembra dominante”, pero, la verdadera Soraya es la que estás empezando a ver ahorita.

Eva analizaba en silencio todo lo que decía Myriam, tenía razón en muchas cosas, pero odiaba tener que admitir que, muy en el fondo, siempre se sintió atraída por Soraya. Y, ¿quién no?, era una mujer de cuerpo despampanante, de ojos grandes color café, y su castaño cabello presumía ese “liso” por el cual tantas mujeres invierten impensables cantidades de dinero en la peluquería cada semana. Eva pensó en que estas cosas que le dijo Myriam de Soraya, hacían encajar muchas piezas de su pasado.

- No pienses tanto, Eva. Simplemente acepta que creaste una idea errada de Soraya en tu cabeza para “justificar” repelerla, más por compromiso con tu novia en ese entonces, que por no querer estar con ella.

- Tomaré en cuenta lo que dices, y te agradezco tu franqueza. – Decía Eva, mientras terminaba su comida.

- No es nada. – Myriam sonrió.

Terminaron la comida, minutos después, llegó Lucas, Myriam hizo las presentaciones, y se dedicaron a conversar acerca de los documentos.

- Lucas, debo ir a recuperar mi laptop, se metieron a la fuerza en mi apartamento, no estoy segura de si esto guarde relación con todo esto, pero lo mejor será no arriesgarse. Entrega esto a Ofelia, no te separes de ella, por nada. Cualquier cosa que veas, por mínima que sea, avísame, estaré pendiente.

- ¿Algún mensaje para la Sra. Ofelia?

Myriam suspiró.

- Dile que pronto acabaré con esto.

Los tres se levantaron, Myriam decidió pagar la cuenta. Mientras Eva la esperaba, Lucas se fue a toda prisa.

De regreso a la oficina, fue poco lo que conversaron, todo lo que Myriam quiso decir desde su instinto protector, fue dicho. Para ella, Soraya era alguien muy importante en su vida.

Al llegar, Myriam pudo notar que el rostro de Eva estaba algo contrariado, posiblemente le abrumó tanta verdad junta.

- Avísame si consigues el equipo, y saluda a Ofelia de mi parte, espero que esta pesadilla termine pronto. – Dijo Eva, estrechando la mano de Myriam.

- Estaré en contacto. – Le respondió con una sonrisa.

Eva se bajó, y Myriam partió hacia el lugar donde posiblemente estaría su laptop.

Estaba bastante retirado, en la zona industrial de la ciudad. Había unos galpones abandonados, parecía un buen lugar para empezar a buscar. Bajó del vehículo, desenfundó su arma, y se fue acercando lentamente hacia los galpones. Parecía no haber personas cerca, sin embargo, Myriam mantuvo los niveles de alerta por encima de la media.

El galpón al cual entró, estaba casi vacío. Había algunas estanterías con materiales, papeles por el piso, un escritorio de madera con una lámpara metálica que estaba encendida. Si hubo alguien, podía estar cerca. Se acercó con cautela a examinar los papeles que había sobre el escritorio. Sus ojos no daban crédito a lo que veía. Había información de Ofelia, rutinas, movimientos, posibles ubicaciones. Estas personas habían descubierto el lugar donde se estaba ocultando, pero, estaba muy lejos como para ir. Estar pensando, hizo que bajara la guardia, tomó el teléfono para avisar a Lucas. Lo último que pudo sentir, fue un golpe en la cabeza.

Continúa…