Mi vida después de ti (7)
CAPITULO VII - Búsqueda
CAPITULO VII – Búsqueda.
Myriam le marcó a Lucas, necesitaba saber dónde había visto a Alejandra, y así, comenzar a establecer nexos que, incluso para ella, podrían dar respuesta a las muchas dudas que ya de por sí tenía.
- Lucas…
- Dígame. – Respondió casi de inmediato.
- Dime, ¿dónde la viste?
Hubo una pausa, luego, Lucas respondió.
- Estamos en altavoz.
- Bien. Te escucho.
- Esa mujer. La vi en alguna de las cenas que organizó el Sr. Escalona, estoy seguro.
- ¿De qué hablan? – Ofelia se incorporaba a la conversación.
- Mi ex, la descubrí en una actitud sospechosa cuando ustedes entraban en la camioneta.
- La morena que se le quedó viendo dentro de la comisaría. – Dijo Lucas.
- ¿Ella?
- Sí, ella es mi ex. – Dijo Myriam.
Ofelia hizo un poco de memoria. Mientras Myriam y Lucas hablaban.
- ¡Ya la recuerdo! Su padre es uno de los acreedores de Escalona. Una vez le reclamé porque los conseguí en una situación comprometedora. Aunque él coquetea con cualquiera.
- Lucas, no vayas directo a la casucha, desvíate, haz paradas, pendiente que no te sigan. En lo que sepa algo les aviso. Haré un par de llamadas. – Dijo Myriam.
Myriam llamó a Soraya.
- “Alguien le avisó que yo estaba ahí, nunca me dijo quién” – Pensó.
Soraya atendió de inmediato.
- Pequeña, necesito preguntarte algo.
- Desapareces de mi vida y, cuando llamas, ¿es para preguntarme algo? – Se escuchaba molesta, y algo ebria.
- Deja el drama para otro día. Dime, dónde estás, necesito hablarte de algo.
- En casa, celebrando.
- ¿Qué celebramos?
- Ven y sabrás.
Myriam se dirigió a la casa de Soraya, estaba confundida. Hasta hace poco, Soraya estaba “deprimida” por su situación actual.
- “Qué mujer tan cambiante” – Pensó.
Unos minutos después, estacionaba frente a la casa de Soraya. Pudo escuchar desde fuera el ruido de la música, y pudo ver a través de los ventanales a Soraya bailando alocadamente.
Se acercó y tocó la puerta. No pudo evitar sorprenderse al ver que Eva abría la puerta.
- ¿Tú?
- No es lo que parece. – Eva reía a carcajadas.
La música retumbaba, para disgusto de Myriam, no era su estilo, sonaba Alejandro, de Lady Gaga.
- ¡Amor mío! – Soraya se abalanzó contra Myriam.
- ¿Me puedes decir qué sucede? – Myriam no entendía nada.
- ¿Quieres beber un poco de esto? – Eva le acercaba un vaso que, a juzgar por el aroma que percibía Myriam, era una bebida muy dulce.
- Ya va, paren un momento. – Las tomó a las dos de los hombros, estaban una junto a la otra.
Ambas estallaron en carcajadas, estaban completamente ebrias.
- ¿Hay alguien sobrio en esta casa?
- Soraya, vamos a prestar atención, tu mami está molesta. – Eva no paraba de reír.
- Ven, siéntate. – Soraya la halaba hacia el sofá.
- Soraya, estoy en medio de algo importante, necesitaba que estuvieras en tus cabales. – Myriam cubrió su rostro con ambas manos. – Ofelia peligra.
Eva y Soraya se detuvieron en seco, Soraya apagó la música y ambas se sentaron.
- ¿Qué sucede? – Preguntó Eva.
- No, ahora tengo miles de preguntas qué hacerles, antes de poder hablar. ¿Qué carajo hacen ustedes aquí, solas y bebiendo?
- No es lo que piensas. Si es lo que te preocupa. – Decía Soraya.
- ¿Y qué se supone que es? ¿cómo terminaron aquí?
- Terminé con Eduardo, y Eva me ayudó, eso celebramos.
Myriam estaba perpleja.
- No puedo dejar caer a una mujer en desgracia. – Eva abrazaba cariñosamente a Soraya.
- Algo no me están diciendo, pero ya habrá tiempo para que me expliquen. Ahora, a lo que me compete. Soraya, la mujer que te avisó que estaba herida, ¿te dijo su nombre?
- No. Solo dijo que era tu compañera.
- ¿Recuerdas exactamente qué te dijo?
- No exactamente, pero sí me advirtió que estabas malherida, me dijo hacia dónde te estaban trasladando y me pidió que estuviera contigo.
Myriam se detuvo a pensar un momento. Eva y Soraya la miraban expectantes.
- Denme un momento. – Myriam se levantó y se alejó de las muchachas.
Hizo una llamada a un contacto que tenía en la policía, que le ayudaba muchas veces con información, y ella a cambio hacía lo propio.
- Tanto tiempo, jefa.
- Ya no soy tu jefa, escucha. ¿Recuerdas el día del incidente aquel?
- Cada día. ¿Qué con eso?
- ¿Quién dio información de mi ubicación?
- No entiendo.
- Alguien avisó a una persona lo que me había sucedido, y le dijo a dónde me llevarían, eso.
- Bueno, en realidad no sé, todo eso lo trataron con mucho hermetismo. Al menos nosotros no supimos nada.
- Necesito que averigües quiénes sabían dónde estaría. Y los registros de llamadas hechas ese día a un número que te voy a enviar por texto. Cuando tengas los datos, llámame.
- Entendido. Lo haré enseguida.
Myriam colgó la llamada. Acto seguido, envió un mensaje de texto a su contacto con el número de Soraya. Al regresar a la sala, vio que las chicas sostenían un tazón de cotufas, lanzaban las cotufas buscando acertar en la boca de la otra.
- ¿Qué se traen ustedes dos?
Soraya intentó ponerse seria, por muy difícil que le resultaba.
- Mira. Yo estaba muy alegre en el centro, haciendo algunas compras. Me topé con Eduardo, él empezó a molestarme, y se estaba poniendo agresivo cuando…
- De pronto aparecí yo, vi la situación y me preocupé. Pensé que la lastimaría. Yo estaba con María Fernanda, a ella no le agradó mucho pero no podía hacerme la vista gorda, de hecho, me dejó tirada.
- Eva se acercó, me tomó del brazo… – Soraya soltó una carcajada – Y me hizo una escena.
- ¿Quién es este tipo? – Eva se remedaba así misma. – ¿Es el que te está molestando?
- Eduardo se puso pálido, y le dijo “ella es mi prometida”. – Soraya hacía gestos dramáticos.
- Y yo le dije “era”, ahora es mía. – Eva lloraba de la risa.
- Y me haló del brazo y me sacó de ahí y él se quedó como un tonto ahí parado. – Soraya trastabilló al tratar de remedar la situación y cayó sobre Eva.
Myriam apoyó la quijada sobre sus nudillos y las miraba.
- Eso no explica cómo es que están aquí.
- Quise celebrar mi libertad y, bueno, María Fernanda no atendía las llamadas de Eva, así que le dije, vamos a celebrar que jodiste tu vida por salvarme.
- ¿Sabes que estás perjudicando su relación? – Myriam trataba de ser ecuánime.
- No lo hace. ¿Dónde está la confianza? – Eva se veía triste. – Solo ayudé a Soraya, ese tipo iba a golpearla. ¿Qué se supone que haría? Es más, las cosas las aclaramos hace dos años.
- Pero la has estado evitando, hasta ahora. – Myriam lanzó aquel zarpazo sin premeditar.
Soraya volteó a ver a Eva, quien solo miraba al suelo.
- Bueno… ¿nos vas a decir lo que ocurre con Ofelia o seguirás comportándote como una suegra loca? – Dijo Eva, rascando un poco su cabeza.
Soraya se sonrojó, Myriam solo sonrió, ya tenía lo que quería.
- El marido la golpeó, esta mañana pusimos la denuncia, ahorita está a salvo, oculta, solo dos personas sabemos dónde está. Soraya, la razón por la cual te preguntaba por la mujer que te llamó aquella vez, es otro asunto más complejo. Las cosas están color de hormiga, tanto para ella como para mí.
- Sería mejor si nos contaras todo. – Dijo Eva.
Myriam contó a ambas todo lo que hasta ahora había sucedido, omitiendo lo íntimo entre Ofelia y ella.
- Ahora entiendo, entonces, sospechas que ambas cosas estén relacionadas.
- Sí, eso explicaría que Alejandra no atendiera los llamados por radio. Te juro que si ella está detrás de todo esto, la voy a matar. – Myriam se veía enojada.
- Entonces, debemos investigarla, ver qué ha sido de ella este par de años y un poco antes, y establecer la relación entre ella y Escalona. – Dijo Eva.
- Ciertamente… y bueno, ahorita necesito toda la ayuda posible. Si le pasa algo… yo…
- Déjame adivinar, ustedes cogieron, ¿cierto? – Inquirió Soraya.
Myriam cerró sus ojos, y de pronto, rodaron algunas lágrimas por sus mejillas.
Eva y Soraya se miraron, y se sintieron igual de conmovidas por verla así. Eva se sentó junto a ella y la abrazó.
- Te ayudaré, lo prometo. – Decía mientras la consolaba.
- Si hubieras visto cómo dejó su rostro ese malnacido. – Myriam lloraba, lloraba como nunca en su vida.
Myriam recordó lo que Soraya le dijo de Eva, y en ese momento entendió, era una persona que te desnudaba con su presencia, y te hacía sentir segura.
- Tan solo necesito sacarme este mareíto y de inmediato voy a la oficina.
- No, Eva, donde llegues así, la que te arma tu mujer. – Le decía Soraya.
- Tarde o temprano tendré que enfrentarla.
- Soraya tiene razón, no puedes andar así.
- Ya sé qué haré.
Eva tomó su teléfono, hizo una breve llamada.
- Victoria, necesito un favor, consigue todo lo que puedas de esta persona. – Apartó el teléfono por un momento – Myriam, dame el nombre completo.
- Alejandra Rodríguez. – Respondió.
- Alejandra Rodríguez, ella ahorita es comisario, creo. Busca relación con Miguel Escalona, y cualquier cosa adicional que consideres útil. Dale prioridad a esto, y llama apenas consigas algo.
Una vez que giró instrucciones, finalizó la llamada.
- Gracias, Eva. – Decía Myriam.
- Bueno, chicas, es hora de que cumpla mi sentencia, iré a casa, si es que ya no tengo la ropa tirada en medio de la calle. – Decía Eva, tratando de bromear.
- Si te echa, calor no te hará falta. – Soraya coqueteaba con Eva.
Eva solo sonrió, y se levantó para irse.
- Te llevo, te dejo en tu casa y le diré que estabas conmigo. Al fin y al cabo, te debo una. – Propuso Myriam.
- Vamos, no estoy haciendo nada malo, no tengo por qué mentir. Todavía si hubiese pecado, pero no. Más bien, hemos pasado la noche conversando y ha sido agradable.
- ¿La noche? Eso sí no lo esperaba. Pensé que había ocurrido hoy. – Dijo Myriam.
- No, fue ayer, al final de la tarde. – Aclaró Soraya.
Eva se despidió de Myriam. Soraya la acompañó a la puerta, Myriam las veía desde la sala.
- Gracias por haberme ayudado, ¿quién lo pensaría? – Decía Soraya, esquivando la mirada de Eva.
- No fue nada. Será mejor que pienses dos veces antes de elegir con quién casarte. – Eva rio de forma burlona.
Soraya la abrazó, de forma espontánea. Eva recordó lo que le escuchó decir cuando estuvieron en su oficina, así que correspondió su abrazo. Al separarse, quedaron muy cerca la una de la otra, fue complicado para Soraya evitar besarla, pero se mantuvo quieta, era lo más cerca que había tenido a Eva en toda su vida y no quería echarlo a perder.
- No debiste dejarla ir. – Dijo Myriam.
- No quería, pero demasiado hice por contenerme toda la noche.
- ¿En serio no pasó nada?
- No, y te lo puedo jurar.
- Bueno. Ya después hablaremos bien de esto. Por ahora, debo irme. Estaré en contacto contigo.
Soraya le dio un abrazo a Myriam, y la acompañó a la puerta.
De regreso a su casa, Myriam se quedó pensando en el giro inesperado que estaban dando las cosas en su vida. Por ahora, debía esperar que le llegara la información, antes de hacer cualquier movida.
Continúa…