Mi vida después de ti (6)

CAPITULO VI - Reacción violenta

CAPITULO VI – Reacción violenta.

A Ofelia la sorprendió la noche en brazos de Myriam, se sobresaltó, pues su marido podría ponerse intenso.

- Amore mio, alzati, ¡andiamo! – Ofelia estaba agitada.

Myriam despertó desorientada.

- No se me da el francés, pero entiendo algo de chino.

Ofelia soltó una carcajada, por un momento se relajó.

- Debo irme, se hizo tarde, mira el cielo. – Ofelia señalaba la ventana.

- Te llevaré, es más rápido que esperar que venga Lucas.

- Ya debe estar abajo, estoy segura. Buscaré mi teléfono.

Ofelia fue hacia la sala, de camino, iba recogiendo su ropa.

Al revisarlo, tenía varias llamadas perdidas de Lucas, y de Miguel, entre otras a las cuales no prestó atención. Le marcó a Lucas, quien respondió casi de inmediato.

- Voy bajando, luego te cuento.

No dio oportunidad a Lucas de decir cosa alguna. Terminó de vestirse, y cuando se dio vuelta, Myriam estaba observándola, de una forma que le produjo mucha ternura.

- Odio tener que irme, no puedo esperar mi libertad para entregártela sin guardarme nada. – Ofelia le dio un beso.

Myriam sonrió, mientras abría la puerta.

- Te esperaré. – Dijo mientras ella salía.

Los ojos de Ofelia se cristalizaron, la abrazó, la besó repetidamente y bajó a toda prisa.

Myriam cerró la puerta, suspiró, y cada cosa que dijo Ofelia comenzó a repetirse una y otra vez en su cabeza. Decidió seguir acostada, pero no podía conciliar el sueño, una rara sensación en su pecho la agobiaba, no sabía describirla. Buscó su celular, y le envió un texto a Ofelia.

- Dale mi número a Lucas, y dame el suyo. Cuídate, por favor. M.

Unos minutos después, recibió un mensaje de vuelta, que incluía el número de Lucas.

Myriam estaba inquieta, quiso tomar un trago, pero, por primera vez en mucho tiempo, se abstuvo de hacerlo. Preparó café, se sentó en la sala, y se quedó muy quieta, conteniendo sus impulsos. Después de lo que dijo Ofelia, temía por ella.

Mientras tanto, Ofelia estaba pensando en qué excusa ponerle a Miguel para evitar una discusión, pero no pudo concretar algo, así que decidió que soportaría en silencio.

Lucas la dejó frente a su casa. Antes de bajarse, Ofelia se dirigió a él de forma breve.

- Pequeño, sé que es tarde, pero, dame una hora, espera en aquella esquina, te confirmo que todo esté en orden y puedes irte.

- Aquí estaré, no la dejaré sola.

- No sé qué haría yo sin ti. Te debo mucho.

- Yo le debo más.

Ofelia despeinó a Lucas de manera cariñosa, y bajó de la camioneta. Avanzó con pasos calmados hacia la casa. Cuando entró, no vio a Miguel, así que decidió dejar sus cosas en el recibidor y subir directamente a la habitación. Se sorprendió cuando lo vio sentado al borde de la cama, con la camisa abierta, y la corbata colgando a un lado del hombro. Apestaba a alcohol.

- ¿Dónde mierda estabas? – Dijo, sin levantar la mirada.

- Estaba con una amiga, me distraje y no me di cuenta de la hora, disculpa.

- Mientes. – Se levantó y fue hasta ella.

Ofelia dio algunos pasos hacia atrás, pero no pudo evitar que él la tomara del cuello y la empujara contra la pared.

- ¿Con quién te estabas revolcando?

- Me estás lastimando – Ofelia hablaba con dificultad, temblaba del miedo.

En algunas ocasiones, él se había puesto histérico, pero no pasaba de ahí, solo se iba y regresaba a los días, con una disculpa y un arreglo floral. Esto era algo nuevo para Ofelia, no sabía qué hacer.

La arrojó a la cama y se puso sobre ella, con una de sus manos colocó las manos de Ofelia sobre su cabeza, y con la otra, intentaba arrancarle la ropa.

- No, por favor, detente. Estás borracho, Miguel, me haces daño.

- Calla, perra. – Él la golpeó, su pómulo se enrojeció con rapidez.

Cuando él se acomodó para desabrochar su pantalón, Ofelia levantó instintivamente su pierna, golpeando su zona genital. El hombre se retorció del dolor y ella pudo librarse de su agarre.

Bajó corriendo, tomó sus cosas y salió despavorida de la casa.

En ese instante, Lucas recibía un mensaje de Myriam.

- Dime que está bien.

Instintivamente miró por el retrovisor y vio a Ofelia correr hacia él, dejó el teléfono, puso el motor en marcha y retrocedió para acortarle camino.

Ofelia subió a la camioneta, esta vez, se sentó adelante.

- ¡Andiamo! – Dijo con desesperación.

Lucas aceleró y se alejó del lugar. Ofelia tomó su teléfono y llamó a su padre.

- Papà, ascoltami. Non permetere a mio marito di avvicinarci ai bambini. Mi ha battuto. Per favore, prenditi cura dei miei figli, ho bisogno nascondermi da lui.

- La mia bambina, ¿dove sei?

- Ti chiamo più tardi. Fidati di me.

Ofelia terminó la llamada. Cubrió su rostro con ambas manos. Lucas podía escucharla llorar.

Él no preguntó a dónde llevarla, solo había un lugar en el cual ella querría estar. Él tomó su teléfono, y le respondió a Myriam.

- Espere en planta.

Ofelia notó que Lucas usaba el teléfono.

- ¿Le escribiste?

- Le estoy avisando que vamos hacia allá.

- Pero…

- Me disculpo por decidir por usted...

- Está bien, pequeñín. Gracias por cuidar de mí.

En unos minutos, estaban en la entrada del apartamento de Myriam, ella estaba ahí, en la reja, traía un abrigo para Ofelia, la noche estaba fría. Al verla, sus sentimientos afloraron.

- ¿Qué te hizo ese maldito? – Los ojos de Myriam se llenaron de lágrimas.

- Vamos arriba, hablamos ahí.

- Si necesitan algo, llámenme, estaré pendiente. – Lucas las interrumpió.

- No. Tú te quedas. Te abriré la reja para que estaciones la camioneta. – Dijo Myriam, mientras cubría a Ofelia.

- Qué bella eres. – Dijo Ofelia a Myriam.

- Vamos, vamos adentro, hace frío. – Myriam cerró la reja, Lucas podría entrar desde el interior.

Subieron al apartamento, una vez ahí, Myriam buscó algunas cosas en su botiquín para atender a Ofelia.

- No debería ponerme nada, para hacer la denuncia mañana.

- No, necesitamos atenderte, yo misma te llevaré mañana, no te puedo dejar así.

- La señora Myriam tiene razón. – Dijo Lucas.

- No me digas señora, no soy tan vieja. Ayúdame a prepararle un té, por favor, si tienes hambre, no te cohíbas, come y de aquel lado, la primera puerta es una habitación adicional, puedes quedarte ahí, descansa que mañana será un día movido.

Lucas siguió al pie de la letra las instrucciones, mientras, Myriam atendía las magulladuras de Ofelia. Su cuello estaba marcado, y el pómulo izquierdo estaba tan inflamado, que cerraba su ojo. Algunas lágrimas se escapaban en medio de la hinchazón.

- Cuéntame lo que sucedió. – Le pidió Myriam a Ofelia.

- Bueno, llegué y él me estaba esperando en la habitación, me preguntó dónde estaba, le dije que estaba con una amiga, que no me había fijado en la hora, pero se acercó de manera violenta, me tomó del cuello y luego quiso tomarme, me negué y me golpeó, me insultó, y en un momento tuve una oportunidad de zafarme porque le di una patada en la entrepierna. Eso hizo que me soltara y pude escapar. Yo presentí que algo iba a pasar, le había pedido a Lucas que esperara mi confirmación, él me estaba esperando.

- Lo haré pagar, todas y cada una de estas cosas.

- Él ha estado actuando raro desde que regresó. Algo no huele bien…

- Lo siento, se me quemó el pan que estoy tostando. – Dijo Lucas desde la cocina.

Ambas rieron, la coincidencia fue graciosa, y en ese momento de tensión, un poco de risa hacía bien.

Lucas volvió con el té, trajo uno a Myriam también.

- Gracias, Lucas. Qué atento. – Dijo Myriam. Él solo sonrió.

- Lo tengo bien entrenado. – Ofelia lo miraba de forma cariñosa.

- Me parece que esto se va a poner feo. Necesito actuar rápido. – Decía Ofelia.

- Por este golpe, fácilmente puedes levantar una caución, eso lo mantendría lejos de ti.

- Mientras esto pasa, dejaré a los niños con mi padre. Sé que él irá allá, así que no podré  estar ahí, y no quiero que mis bebés me vean así. Lo mejor será quedarme en la casucha, él no sabe que está ahí.

- ¿Segura?

- No quiero que por alguna mala jugada del destino me vea llegar aquí y te veas involucrada.

- Ya lo estoy.

- Pero él no lo sabe, y eso es una ventaja, al menos para mí. Solo así estaré tranquila, no les hará daño.

- No voy a contradecirte. – Myriam suspiró resignada.

- Ya está decidido. Lucas, mañana vamos a poner la denuncia, de ahí me llevas a la casucha. Estaré atenta a lo que hagan ambos, me mantendré comunicada por el número local, éste estará apagado. No quiero que me localice.

- Vamos a que te acuestes. – Myriam la ayudó a levantarse, y la llevó hasta la habitación.

Ofelia cayó rendida. Myriam se desveló cuidando de ella.

A las 8 de la mañana, partieron del apartamento de Myriam, ella la llevó en su vehículo, Lucas las seguía en la camioneta. Acordaron que al salir de ahí, él se la llevaría, y se comunicarían constantemente.

Myriam tenía mucho tiempo sin entrar en aquel lugar. Muchos la saludaron con cariño, otros agachaban la mirada al verla. Ella ignoró todo aquello y fue directo a la oficina donde Ofelia debía poner la denuncia.

Myriam y Lucas esperaron sentados afuera, mientras Ofelia denunciaba el incidente. Myriam conversaba espontáneamente con Lucas, y así estuvieron algunos minutos. De pronto, Myriam se quedó petrificada, al ver llegar a Alejandra, acompañada de varios oficiales. Alejandra era una morena espigada, de rasgos finos, ojos verdes y cabello rizado. Lucas miró hacia donde Myriam lo hacía para entender su reacción, y ver a la mujer le hizo recordar un par de cosas.

- He visto antes a esa mujer. – Dijo Lucas.

- ¿Dónde? – Myriam no dejaba de mirarla.

Alejandra la vio, la expresión de su rostro cambió al ver a Myriam. Se acercó a ella.

- Myriam, ¡qué sorpresa!

Myriam dio un par de palmadas en la pierna a Lucas, y se levantó, y comenzó a caminar fuera del recinto.

- Escúchame, Lucas. Estaré afuera, espera a Ofelia, no quiero tener que partirle la cara a esa...

El rostro enojado de Myriam, provocó temor en Lucas, quien solo asintió y se regresó. Myriam se quedó recostada de su vehículo, de brazos cruzados, esperando que Alejandra saliera.

- No tengo nada qué hablar contigo. – Dijo Myriam, apenas la vio salir de la comisaría.

- Myriam, por favor, tenemos que hablar.

- No te acerques a mí. Regresa por donde viniste.

Alejandra no insistió. Levantó sus manos en señal de rendición, y sin más, regresó a sus labores.

Minutos después, salió Ofelia, en compañía de Lucas. Tal y como habían acordado, Ofelia se iría con Lucas. Tuvieron una breve conversación antes de despedirse.

- Estaremos en contacto por medio de Lucas, lo más mínimo, me lo dices. – Ofelia le daba un abrazo a Myriam.

- Lucas, cuídala. – Myriam extendió su mano a Lucas.

Ofelia se montó en la camioneta, Myriam entró en su vehículo, pero se quedó ahí hasta que los vio partir. En ese momento miraba por el retrovisor, cuando vio a Alejandra salir de nuevo, hablaba por teléfono y detallaba la camioneta donde estaba Ofelia. Su actitud le pareció sospechosa, y luego, recordó que Lucas la reconoció de algún lugar.

Nuevos hilos se estaban tejiendo en la mente de Myriam. ¿Tendría algo que ver Alejandra en todo esto?

Continúa…