Mi vida después de ti (5)

CAPITULO V - Verdades ocultas

CAPITULO V – Verdades ocultas.

Han pasado 4 días desde la última vez que Myriam habló con Ofelia. En este momento, su investigación está estancada. Ha tapizado un tercio de la pared de la sala con papeles, tachuelas de colores clavadas, conectadas con montones de hilo, rayones de marcador. Myriam se mantiene de pie con dificultad, ha bebido en exceso, y su cuerpo lo resiente.

Se sienta en el sofá, contempla la pared, su mente está en blanco, pero trata de tejer un par de ideas.

- No entiendo, ¿qué es lo que no estoy viendo? Algo no me está diciendo Ofelia, estoy segura.

Decidió llamar a Eva, la duda la atormentaba.

- Cuéntame. – Contestaba Eva, quien parecía atenta a lo que estaba por decir Myriam.

- Estoy atascada, todo parece estar “normal”. Me estoy volviendo loca.

- Yo terminé de hacer mi verificación y todo está normal. Estás apuntando en la dirección equivocada. El problema no es financiero, es personal. Sin embargo, algo debe haber. Posiblemente, ella confíe en que puedas verlo.

Myriam se perdía en ese enorme mapa de ideas clavado en su pared.

- No lo sé, ¿por qué me pediría esto?

- Eso fue lo que pensé al principio, pero, no haría algo así de no haber motivo. Relájate un poco y vuelve a analizar, el que las transacciones estén limpias te sirve para concentrarte en otros puntos que posiblemente estés ignorando.

- Gracias, Eva.

- Siempre a la orden.

Myriam finalizó la llamada. Se levantó y fue a la ducha, necesitaba componerse.

Luego de unos minutos de agua helada, sintió alivio, pero desistió de seguir trabajando. Así, desnuda, se dejó caer en la cama. Pasó poco tiempo antes de quedar profundamente dormida.

Un distante sonido, y la claridad del día, la hicieron despertar. Aún desorientada, caminó dando tumbos siguiendo el sonido. Era su teléfono. No vio el identificador de llamadas, contestó sin más.

- ¿Quién habla?

- ¿Estabas dormida? – Era Ofelia.

A Myriam se le espantó el sueño, recuperó el equilibrio y se le pasó la resaca “instantáneamente”.

- Ofelia… – Dijo, nerviosa.

- Son las dos de la tarde, ¿cómo es que duermes tanto?

- ¿Llamaste para preguntarme acerca de mis hábitos de sueño?

- No, llamé para saber cómo vas con el encargo – Se sintió algo de frialdad en su tono de voz.

- De eso tengo que hablarte, pero no puede ser por teléfono.

- Va a estar difícil, con Escalona aquí, no tengo mucho margen como para andar por ahí.

- Cuando puedas, me avisas, y vienes a mi apartamento, es aquí donde tengo lo que voy a mostrarte.

- ¡Caramba!, ¿tu apartamento?, eres rápida.

- No te confundas. No tengo una oficina, trabajo aquí. – Dijo,  algo cortante… dándole un poco de su propia medicina.

- Bien, te veré en tu “oficina”.

- Avísame cuando quieras venir para darte la…

Ofelia colgó la llamada.

- “Vaya que es obstinada” – Pensó.

Myriam entró a la ducha para sacarse la pesadez del cuerpo, estuvo ahí por espacio de 15 o 20 minutos, luego fue a la cocina por algo de comer. Cereal, parecía apropiado. Luego de eso, decidió relajarse un poco, tenía pensado tirarse de cabeza en el sofá para ver caricaturas, pero su teléfono volvió a sonar. Era Ofelia.

- Dime. – Myriam estaba un poco irritada.

- Abre y te digo.

Nuevamente, Ofelia la dejó con el teléfono en la mano y, casi de inmediato, una sensación de nerviosismo invadió su cuerpo.

Se levantó a toda prisa del sofá, y abrió la puerta. Era ella, aparentemente sola. Myriam flaqueó por completo, una cosa es enfrentarla por teléfono, otra muy distinta es plantarle cara, y decirle algo. Obviamente, Myriam no fue capaz.

- ¿Me invitas a pasar? – Preguntó Ofelia, arqueando su ceja izquierda con picardía.

Myriam solo se hizo a un lado, y la dejó pasar.

Ofelia, con su mejor actitud de mujer dominante, avanzó a pasos firmes, haciendo contacto visual con el entorno, detallando cada decoración, cada elemento. Ofelia era una aficionada de la decoración de interiores y, a pesar del desorden reinante, le agradaban las pinturas que Myriam poseía. Al estar de pie sobre la sala, esbozó una sonrisa. Ese gran mapa de ideas con el cual Myriam tapizó su pared, era el primer elemento con el cual te cruzabas al llegar, vio un par de botellas completamente vacías, algunas latas de agua quina… al girar la vista hacia su derecha, notó un marco sin puerta que daba a la cocina, y en el otro extremo de la pared, había una guitarra acústica colgada. No mencionó algo en relación al desorden, fue esa guitarra la que le animó a comentar.

- ¿Tocas?

- De toda la vida. – Myriam se acercó y comenzó a recoger un poco su desorden.

- Vaya, eres una caja de sorpresas. – Ofelia le sonreía.

- Siéntate, ¿puedo ofrecerte algo?

- Sí que puedes. Toca para mí. Amo el sonido de la guitarra.

Myriam se detuvo a observarla. Suspiró, y fue a por la guitarra.

- Como desees. ¿Quieres algo en especial?

- Sorpréndeme.

Myriam tomó la guitarra, y se sentó a la izquierda de Ofelia. Se acomodó de forma de quedar frente a ella, quería mirarla mientras tocaba.

La sonrisa de Ofelia la intimidaba, ella parecía estar divertida con todo esto. Por otro lado, Myriam estaba muy nerviosa. Hace mucho que no tocaba, pero, había una pieza que con el paso de los años, aprendió a dominar por completo. Afinó su guitarra, y comenzó a tocar.

Cuando Ofelia identificó la melodía, llevó una mano a su pecho, y con la otra, tapó su boca, sus ojos brillaron, Myriam solo la miraba, y sonreía.

-          ¿Carulli? ¿Es en serio?

Lo que Myriam tocaba, era una pieza del concierto para guitarra de Carulli. Era su pieza preferida para guitarra, cosa que la motivó a dominar su interpretación totalmente. Sin embargo, desconocía que fuera el compositor favorito de Ofelia, era una coincidencia bastante romántica, para variar.

- ¿La conoces?

- Amo el trabajo de Carulli, pero esta pieza tiene historia, me recuerda mi infancia en Toscana. Vine aquí siendo adolescente, a veces extraño estar allá. Es hermoso.

- ¿Qué parte de Toscana? – Myriam no dejaba de tocar.

- Florencia. – La nostalgia se hizo presente en el rostro de Ofelia.

Myriam se concentró en su tonada, tocaba apasionada, tocaba para Ofelia.

Ofelia se abrazó a Myriam, puso la cabeza en su hombro, la veía tocar, sentía cada nota, su corazón latía con intensidad. Con su mano derecha comenzó a acariciarla, deslizaba sus dedos por su clavícula, se concentró en su cicatriz, la besó, y llegó con más besos hasta su cuello. Podía sentir los nervios de Myriam. La tomó de la barbilla y la besó en los labios. La canción terminaba, pero Myriam unió el final de la melodía con el comienzo de una nueva pieza, tocó para ella el concierto de Aranjuez. Ofelia suspiró, se separó de Myriam, sus ojos estaban llorosos.

- Es inexplicable lo que me haces sentir. Solo estando aquí, a tu lado. – Miraba fijamente a Myriam, quien correspondía su sentir.

- Lo mismo digo. – Una lágrima resbaló por su mejilla. Ofelia la recogió en sus labios.

- Y pensar que casi te pierdo. – Dijo Ofelia, en medio de un susurro.

Myriam la miró confundida.

- No entiendo. – Le dijo Myriam, sosteniendo la mirada en ella.

- Un milagro te mantuvo con vida ese día, que hubieras muerto sin poder conocerte, habría sido doloroso.

Myriam dejó la guitarra a un lado, tomó a Ofelia de la cintura, juntó su frente con la de ella.

- Hablas como si me conocieras desde siempre – Sonrió al decir esto.

- La primera vez que te vi… ni te enteraste. – Ofelia la besó tiernamente.

Myriam se hizo un poco hacia atrás sin soltarla, la miró fijamente, frunciendo el ceño en señal de confusión.

- Creo que no has sido del todo sincera conmigo.

- No, por eso estoy aquí. – Ofelia buscó sus manos y las entrelazó con las suyas.

- Tienes toda mi atención. – Myriam estaba ansiosa, y nerviosa, a partes iguales.

- Quiero que, antes de decirte cualquier cosa, prometas que nunca te irás de mi lado.

- Me tienes en ascuas. – Myriam estaba inquieta.

- ¡Promételo!

- Está bien, lo prometo . – Myriam le dio un par de besos cortos.

- Bien. El día del presunto atraco, hace dos años, tú salvaste a una mujer, esa mujer te pide hoy que la salves de nuevo. – Ofelia no pudo evitar llorar.

Myriam quedó perpleja, aferró sus manos aún más a las de Ofelia.

- Eras tú…

- Sí. Salvaste mi vida. Bueno, la de muchos, pero la que pendía de un hilo era la mía.

- De verdad que no pensé…

Ofelia buscó su mirada.

- No te voy a mentir. Traté de acercarme a ti para agradecerte, pero no fue sencillo. Fui a verte mientras estabas en recuperación, pero no me permitieron pasar, había una persona contigo y era lo máximo que permitían… solo me dijeron tu nombre, porque ni eso sabía.

- Era Soraya quien estaba ahí, esa criatura es el ser más incondicional que he conocido.

- Luego de eso, mi padre insistió en que debía alejarme un tiempo de este lugar, me envió a Italia, con los niños, y ahí pasé un año y medio, más o menos. Intenté encontrarte, pero nadie decía nada de ti. No ayudó el hecho de que no tengas redes sociales, eras como un fantasma.

- En eso me convirtieron, porque yo no debía estar ahí, sino mi compañera, y todo resultó ponerse en mi contra, a pesar de que nadie salió herido, yo salí perdiendo, me sepultaron viva para no perjudicarla a ella, claro, tiene sus “contactos”.

- Mira, no te mentiré, cuando entraste en la camioneta, tenerte tan cerca, todo se me enredó, iba a decírtelo desde un principio, pero… las cosas se dieron de esta forma.

Myriam se quedó mirando al infinito, se inclinó para recostarse en el pecho de Ofelia, quien la abrazó y comenzó a besarla sobre su cabello.

- No me alcanzará la vida para agradecerte, pero haré todo lo que esté en mí, para retribuirte el hecho de que gracias a ti, sigo con vida. – Decía Ofelia, entre lágrimas.

- Ese día, actué por impulso…

FLASHBACK

Ese día, Myriam no estaba en servicio, pero tenía la costumbre de mantener la radio encendida. Le gustaba estar al tanto del trabajo de sus subordinados. Junto a su compañera, Alejandra, habían elevado el estándar de calidad de servicio del escuadrón anti-extorsión y secuestro de la policía estadal. Ellas turnaban sus días libres para no dejar desatendida la unidad, y las unía una relación que iba más allá de lo laboral.

Mientras conducía, captó la alerta que emitía la central en relación al robo en progreso de un banco, el cual estaba, casualmente, cerca de su ubicación. Intentó comunicarse por radio con Alejandra, pero ésta no atendía el llamado. Su celular caía directamente en la contestadora, así que decidió llegar al lugar para corroborar el estado de la situación.

Una vez ahí, los sub oficiales la pusieron al tanto, preguntó por Alejandra, pero nadie supo dar razón de ella.

Se acercó al encargado de negociaciones, y éste le puso al día, sobre cuántas personas había como rehenes, entre otros detalles importantes para Myriam.

Fueron horas de tensión, Myriam estaba molesta por la ausencia de Alejandra, pero trató de sobreponerse y tomar el control de la situación. Le pidió al negociador que propusiera un intercambio, niños y embarazadas a cambio de ella, como garantía para los captores.

A pesar de lo difícil que resultó la negociación, los captores accedieron. Sin embargo, Myriam mintió respecto a un detalle, ella no estaba desarmada.

Al entrar, hizo un conteo rápido de captores y rehenes. Pudo observar que a todas las personas las tenían maniatadas, y con capuchas sobre su cabeza. Se puso de pie en mitad del banco, con las manos en alto, y pidió a los captores permitir la salida ordenada de niños y embarazadas como habían acordado. A ninguno se le ocurrió revisarla, en busca de armas, pero ella no tenía intención de provocar una masacre.

Uno a uno, fueron saliendo los niños, 5 en total. Había dos chicas en estado, al salir la última, Myriam trató de negociar con ellos, para dejar salir a los ancianos, pero uno de los captores se puso muy nervioso, y las cosas se pusieron tensas.

Ese sujeto nervioso ubicado a su derecha, sostenía a una mujer, la tenía con el arma empuñada en el cuello, los otros dos hombres, a su izquierda, no tenían esa actitud hacia los rehenes, y esto puso en alerta a Myriam, quien presumió que podía tratarse de algún gerente o persona clave.

Myriam esperó la oportunidad para sorprender al sujeto que tenía a la mujer y dejarlo fuera del juego.

Ellos discutían entre sí, por ver quién tomaría a Myriam para unirla al resto de rehenes. El hombre nervioso se impuso y con su arma apuntó a uno de los sujetos, coaccionándolo para cumplir la tarea. Éste, a regañadientes, se acercó a Myriam con los implementos para atarla.

Myriam miró hacia ambos lados, midió la distancia, y en lo que el tercer hombre estuvo distraído, en un rápido movimiento sacó su arma y disparó al hombre que venía en su dirección, casi de inmediato viró la pistola en dirección al que sujetaba a la mujer, y con precisión casi milimétrica, impactó en su cabeza, dejando a la mujer libre. Ésta empezó a correr desorientada y asustada. El tercer sujeto apuntó hacia la mujer y estaba por disparar, pero Myriam, en un acto de verdadero heroísmo, comenzó a correr diagonalmente, buscando a la mujer, sin dejar de disparar, hiriendo así al sujeto. Afortunadamente, la mujer salió ilesa. Myriam la retuvo tras de sí, y ella se aferró como pudo a su cuerpo. Vio al sujeto caer mal herido, y aprovechó para recargar. No notó que el sujeto se recuperó, hasta que las detonaciones se hicieron presentes y la sangre comenzó a derramarse desde su abdomen. Dos impactos de bala no la doblegaron, pero mermaron su equilibrio. Disparó una última vez, y su disparo fue certero, pero el sujeto quedó con el gatillo presionado, y liberó algunos disparos más que impactaron a Myriam, quien finalmente se desplomó en brazos de aquella mujer.

Myriam perdió el conocimiento entre gritos y llanto provenientes de los cautivos.

FIN DEL FLASHBACK

Ofelia estaba bañada en lágrimas, lo que hizo Myriam fue digno de los más grandes honores, arriesgó su vida por alguien más, con convicción.

- Volvería a hacerlo sin dudar – Dijo, mirando a Ofelia.

- Todo este tiempo he vivido admirándote en silencio, y… sentimientos fueron creciendo… no pensaba hacer algo con aquello, por estar casada y todo eso, pero, cuando hablaste de una “exmujer”, me sentí tan tentada, y frustrada a la vez. Lucas me dijo algo que de verdad me hizo ver lo tonta que he sido.

Myriam se sentó, y puso toda su atención en Ofelia.

- Él me dijo que no podía seguir huyendo de lo que sentía, claro, yo le discutí, en vano, pero lo hice. Al final quise distraerme y llegué al Strip-Club, no sabía que estarías ahí. Al verte, pensé que no habría otra oportunidad, que debía hacer algo en ese momento.

- Ahora entiendo algunas cosas.

- Sí. Y, bueno… hay más que necesito decirte. – Ofelia dirigió la mirada hacia los garabatos de Myriam en la pared. – Siempre he sentido que Escalona tuvo que ver en ese “supuesto” asalto.

Myriam se quedó en blanco.

- ¿No notaste algo extraño cuando entraste?

- Sí, solo te tenían sujeta a ti. Pensaba que trabajabas en el banco.

- Y no solo eso, ellos nunca entraron a la bóveda. El objetivo era yo. Y solo una persona sabía que yo estaría ahí ese día.

- Él.

- Sí.

- Ahora entiendo.

- Por eso todo está “limpio”, porque el detalle no está ahí.

- ¿Lo sabías?

- Puedes mover cantidades de dinero y no alterar el saldo final, porque pasas el dinero a cuentas que están dentro de la cobertura de la auditoría, todo queda como movimientos internos, así que los saldos finales no varían. Eso para mí es evidencia clave.

- Las cosas empiezan a tomar forma. – Myriam empezaba a ver luz al final del túnel.

- Tengo formas poco ortodoxas de hacer las cosas, pero, necesitaba que todo lo que ha hecho entre esas fechas quede sentado y registrado, porque el muy imbécil está moviendo precisamente esas cuentas para lo que realmente va a hacer, que no es robarme.

- Te refieres a…

- ¿Matarme?… sí…

Myriam se heló, esperaba todo menos eso.

- Una vez que yo no exista, y se fragmente la posesión de las cuentas, el dinero quedará en sus cuentas, saldría impune.

- Astuto, el muy bastardo.

- Él está teniendo problemas financieros, por eso anda como loco buscando inversionistas en otros países, para financiar deudas que tiene con otros inversionistas.

- Círculo vicioso. – Dijo Myriam.

- Sí. Tener ese dinero, en su poder, sería un seguro para él, podría apaciguar a sus acreedores, por lo menos un tiempo. Hará esto hasta conseguir una determinada suma, esa es la pieza que falta en todo esto, al menos en ese punto.

- Dudo que esté actuando solo. ¿Desde cuándo sabes esto?

- Esto lo descubrí hace unos meses, después que volví de Italia, y desde entonces había estado buscando la forma de destapar su complot o librarme de él, lo que sucediera primero. Ahí fue cuando descubrí esa pequeña agencia de investigación y… la vida me puso en tu camino, de nuevo.

Myriam se quedó en silencio por un momento, luego, levantó la mirada hacia Ofelia, sujetó su rostro, y le sonrió.

- Estoy contigo. Gracias por darme una razón para vivir.

- ¿Vivir?

- Verás… mi compañera no era solo eso, era algo más. A pesar de lo que sucedió ese día en el banco, nunca fue a verme, y todo ese enredo que formó en mi contra para librarse de la responsabilidad, me destrozó irremediablemente. Mi vida después de ella, nunca fue igual. 10 años de relación quedaron en nada. No hubo explicaciones, no hubo disculpas, nunca supe las razones. Solo fui tratada como excremento. Sí, me tiré al abandono, me dediqué a descubrir las verdades de otros y no a desentrañar mi propia historia. Pero, desde que te vi por primera vez, sentí de nuevo. Me recuerdas que existo, y la vida es eso.

Los ojos de Ofelia brillaron de forma intensa. Cerró sus ojos por un momento, y algunas lágrimas se escaparon.

- Prendimi tra le tue braccia, fammi tua.

Ofelia se lanzó sobre Myriam, quedando sobre ella, buscó sus labios, los cuales besó apasionadamente. Myriam correspondió sus besos, Ofelia se detuvo y la miró.

- Voglio perdermi nei tuoi occhi. – Decía con mirar intenso.

- No se vale, dices cosas que no entiendo.

- No quiero que entiendas lo que digo, quiero que lo sientas.

Volvió a besarla, la intensidad era mayor cada vez. Myriam la levantó y la llevó a su habitación. En ese trayecto, y con algo de dificultad se deshicieron de gran parte de sus ropas, reían, por lo torpe que estaban siendo para desvestirse, a causa de la excitación. Ya en la habitación, una vez que sus cuerpos se encontraron, Ofelia se abrazó a Myriam, quien la tomaba de la cintura mientras la llevaba despacio a la cama. Con total serenidad, la recostó y se subió sobre ella, ambas mantuvieron una quietud no premeditada. Se miraron, no hubo palabras, Myriam se movió ligeramente, y casi de inmediato, el cuerpo de Ofelia reaccionó, cerró sus ojos y dejó escapar un pequeño gemido. Su cuello quedó expuesto, Myriam lo colmó de besos, y aumentó gradualmente el ritmo e intensidad de sus movimientos. Ofelia se aferraba a la espalda de Myriam, y elevaba su pelvis, buscando un contacto completo entre ambas. Myriam comenzó a descender por su anatomía, esta vez, con caricias suaves, besos intensos, lamía sus senos despacio, dando atención equitativa a cada uno. Siguió su recorrido, estaba extasiada con el cuerpo de Ofelia, le producía tantas sensaciones únicas, jamás se sintió igual. Ofelia se mantuvo receptiva a lo que hacía Myriam, dejó que hiciera su voluntad sobre su cuerpo, se entregó al placer que le daba, sin reserva alguna.

Ofelia estaba sintiendo emociones abrumadoras, tenía la sensibilidad a flor de piel, por primera vez se estaba sintiendo amada. Cuando sintió la lengua de Myriam invadir su sexo, su cuerpo se erizó, una oleada de placer intenso la arropó. Gemía de forma muy erótica. Se aferraba a las sábanas, pero no era suficiente, sentir como cada pliegue era explorado con aquella devoción, la estaba enloqueciendo.

Myriam elevó la apuesta cuando decidió penetrarla. Sus gemidos se hicieron más intensos, al igual que el movimiento de sus caderas, que seguía el compás de las embestidas de Myriam, quien no dejaba de acariciar su cuerpo mientras le proporcionaba placer.

Ofelia se aferró al cabello de Myriam cuando su orgasmo estaba próximo a llegar. Myriam hizo una lectura perfecta de la situación, así que acrecentó el ritmo de las embestidas, deseaba los fluidos de Ofelia en su boca.

En medio de un gemido ahogado, y espasmos involuntarios, Ofelia tuvo ese ansiado orgasmo. Fue tan intenso que sintió flaquear sus piernas, no podía moverse.

Myriam lamía diligentemente sus jugos, y retornaba a sus labios abriéndose paso por su cuerpo usando solo besos.

Ofelia tomó del cuello a Myriam con una mano y deslizó la otra hasta su húmedo sexo. Comenzó a estimularlo con total destreza, pudo ver que la expresión en el rostro de Myriam le indicaba que iba por buen camino.

Myriam se acomodó en sus rodillas para facilitarle la tarea a Ofelia, quien aún estaba débil.

Ofelia deslizaba sus dedos con rapidez, y sonreía al escuchar los pequeños gemidos que se escapaban de los labios de su amada. Myriam la besó, y estrechó la distancia entre ambas. La intensidad de los movimientos de la mano de Ofelia, estaban acelerando la llegada del orgasmo, en ese momento, ella le habló al oído.

- Acaba en mi boca, lo necesito. – Dijo Ofelia, jadeando.

Myriam no lo pensó, rápidamente se colocó a la altura de la boca de Ofelia, y empezó a frotarse en ella. Ofelia lamía con desesperación, la situación la excitó al punto que comenzó a tocarse mientras Myriam estaba sobre su boca. Alcanzaron el orgasmo casi simultáneamente.

Myriam se acostó junto a ella, comenzó a besarla, el deseo era irrefrenable entre ambas, comenzaron a tocarse mutuamente, y al calor de esos besos, se encendieron nuevamente, y no tardaron en llevar sus manos al centro de su placer, mientras se tocaban, se besaban profundamente, gemían con desesperación, casi al mismo tiempo se penetraron, y desataron una carrera de embestidas llena de lujuria, la cual ambas ganaron, consiguiendo un placentero orgasmo.

Quedaron completamente exhaustas, bañadas en sudor, se les dificultaba respirar con normalidad, sonreían. Compartieron un último beso antes de caer completamente rendidas.

Continúa…