Mi vida después de ti (2)
CAPITULO II - Destino
CAPITULO II – Destino.
Luego de esa despedida “extraña”, Ofelia se detuvo a pensar en lo sucedido, mientras su leal protegido, Lucas, la llevaba de vuelta a su bufete.
Lucas, además de servirle, se había convertido en su confidente, conocía plenamente a Ofelia, y en más de una ocasión la ayudó a escapar de los tormentos que la envuelven, de su propia vida, su marido, de todo.
- ¿En qué piensa? – Preguntaba Lucas, mirándola por el retrovisor.
- No sé, pequeñín, me siento desconcertada, ¿notaste lo que pasó? – Preguntó, algo avergonzada.
- No le mentiré. Pero, ¿qué le preocupa?
- Todo, Lucas, todo. Una cosa es ver, otra muy distinta es hacer.
- Y, ¿ver no implica deseo de hacer? – Dijo Lucas, sonriendo.
- No. Soy una mujer casada, tengo dos hijos, tengo una vida que…
- No es la suya – Interrumpió Lucas.
Ofelia suspiró, miró por la ventanilla, pequeñas gotas anunciaban lluvia. Ofelia le pidió a Lucas llevarla de regreso a la casucha. Ese era su refugio, su única vía de escape a la realidad.
Al otro extremo de la ciudad, Myriam, entre maldiciones y otras palabrotas, recibía la incipiente lluvia. Estacionó su vehículo, y salió a toda prisa para evitar en vano la lluvia. Se detuvo al ver que en la entrada había una mujer, en un segundo mirar, vio que se trataba de Soraya.
- Pequeña, ¿qué haces ahí mojándote? – Se acercó a abrir la reja para que pudieran entrar.
- Cuento largo. – Respondió Soraya, evadiendo su mirada.
Subieron al apartamento, una vez ahí, Myriam buscó algunas toallas y ropa para que pudieran cambiarse.
- Quítate la ropa. – Ordenó Myriam.
- ¿Me vas a coger? – Bromeaba Soraya.
- Calla. Ponte esto. – Le arrojó ropa seca.
Luego de haberse cambiado Myriam colocó la ropa en la secadora y preparó un poco de té para Soraya.
- Cuéntame, que para estar esperándome bajo la lluvia, es algo serio. – Decía, mientras le acercaba la taza de té.
- Estoy aterrada. No sé si pueda hacerlo. – Soraya comenzó a llorar.
- ¡Hey!, pequeñita. ¿Qué pasó?
- Acabo de tener una discusión muy fuerte con Eduardo, no sé si podré casarme con él.
- No, espera un momento. Creí que eso querías, no olvides que tuve que llevarte a cada boutique de la ciudad a probarte un centenar de vestidos para que pudieras encontrar tu “atuendo perfecto”.
- Yo sé. Pero… – Soraya dejaba la taza en la mesa y cubría su rostro con ambas manos – Volví a verla.
- ¡Santa virgen bendita! ¿Dónde la viste?
- En el centro comercial. Ella me miró, me sonrió, y todas estas cosas que he contenido todo este tiempo, brotaron por mis poros nuevamente. Él estaba conmigo y notó mi reacción. Armó todo un drama.
- Insólito. Pensé que habías cerrado capítulo. – Myriam se estresó, fue al mini bar y se sirvió un trago de whiskey.
- Que sean dos. – Dijo Soraya, enjugando sus lágrimas.
Myriam no se negó, le llevó un trago.
- Odio verte así, sufriendo. En serio pensé que rehacer tu vida ayudaría. Pero creo que solo te engañabas a ti misma.
- Traté. Lo sabes.
- No es solo tratar, en serio ¿vale la pena? Ella tiene una vida.
- No lo entenderías.
- ¿Entender? Lo único que veo es a mi mejor amiga, a mi hermanita, llorando por alguien para quien no existe. Mereces ser feliz, sea con Eduardo o con quien se te pegue en gana, pero ya déjala ir.
- Pero…
- Yo ya te dije lo que pienso de ella. Por mucho que ella haya bajado la guardia gracias a los consejos que te di, está enamorada, contra eso no puedes pelear.
Soraya guardó silencio. Bebió de un solo sorbo su trago, su mirada se perdió entre los múltiples papeles que tenía Soraya sobre un escritorio ubicado en una esquina de la sala.
- Veo que tienes trabajo, y yo aquí quitándote tiempo. – Dijo, rascando su cabeza.
- Nada de eso mi pequeña, tú siempre serás bienvenida aquí sin importar qué, porque así has sido conmigo, siempre. Ven aquí. – Myriam le dio un abrazo.
Soraya rompió a llorar. Lloró tanto que se quedó profundamente dormida. Myriam la dejó recostada en el sofá, y se puso manos a la obra con su trabajo de investigación.
Pasó algunas horas investigando al esposo de Ofelia, sus rutinas, sitios habituales, conexiones, asuntos turbios. La verdad es que no le resultó difícil establecer un esquema de seguimiento, pero, aún no entendía por qué Ofelia quería hacer las cosas de este modo.
- No entiendo, aparentemente eres el único con acceso a estos fondos de aquí, entonces, esto que sacas de aquí, va a parar aquí… y de resto, todo cae aquí, pero, estos registros, ¿de quién son?…
- ¿Qué murmuras? – Soraya despertó
- Dormilona, ¿te sientes mejor?
- Me duele la cabeza. ¿Tienes pastillas?
- El botiquín está donde siempre. – Dijo Myriam sin voltear a verla.
Soraya regresó en pocos minutos. Se acercó a Myriam con la intención de husmear lo que hacía.
- ¿En qué trabajas?
- Un caso de presunto desvío de fondos.
- Interesante. Oye, ¿Investigas a Escalona?
- ¿Lo conoces?
- Yo no, mis padres. He tenido que acompañarlos a un par de cenas que ha organizado. Es un baboso, no le respeta la cara a su mujer, ella es todo un bombón.
Myriam suspiró al escuchar a Soraya.
- ¿Qué fue eso? – Soraya miró extrañada.
- La conozco. Fue ella quien me pidió hacer esto.
- No me refiero a eso, tu cara cambió por completo cuando la nombré.
- Para nada. – Myriam la evadió.
- Te conozco.
- ¿En serio? – Myriam se levantó de la silla y se lanzó en el sofá.
- Cuéntame, ¿qué sucedió? – Soraya se sentó en una esquina del sofá
- Nada en especial, solo se comporta algo extraña, pícara.
- No me digas. – Soraya estaba emocionada.
- Al despedirse de mí, estuvo muy cerca de tocar mis labios. No sé si fue accidental, pero me dejó fría.
- Amiga, esa mujer está buscando algo más.
- No, no te hagas ideas erradas, es una mujer casada, con hijos… sí, es hermosa, es la mujer más hermosa que haya visto jamás, pero solo eso.
- No parece cosa tuya decir eso.
- Déjame tranquila, así estoy bien. Haré mi trabajo, recibiré mi paga, y adiós.
- ¡Te gusta! – Soraya comenzó a desordenar el cabello de Myriam, quien reaccionó con risas y movimientos bruscos que la dejaron en el suelo.
- Ya te dije que me dejes tranquila. Olvidemos el tema, ¿quieres?
- No puedes ocultar la realidad. ¿No necesitas ayuda con tu investigación? Podría averiguar un par de cosas para ti, y así ver más de cerca lo que ocurre entre Ofelia y tú.
- Vaya que eres insistente. Cuidado con cometer una imprudencia.
- Relájate, no sabes lo que puede suceder. Dime, ¿qué harás esta noche?
- No tengo planes, las cosas que tengo preparadas deben ser hechas de día, así que podría decir que soy libre.
- Vamos a algún lugar a pasarla bien, realmente no quiero volver a mi apartamento, sé que él estará esperándome ahí.
- Pensándolo bien, pronto dejarás de ser una mujer soltera, hay que aprovechar – Dijo Myriam, tomando cariñosamente del rostro a Soraya.
- Ni me lo recuerdes, quisiera huir.
- No, nada de eso, piénsalo, podrías convertir tu vida en algo interesante, de día, mujer casada, de noche, una lesbiana pervertida. – Myriam soltó una carcajada.
- No seas así – Soraya reía también y le arrojaba uno de los cojines del sofá. – En serio, ¿hay mujeres así?
- Hay mujeres que por muchas razones mantienen una vida oculta, sea por algo social o una forma de sentirse sexualmente vivas. Y hablando de eso, conozco un buen lugar, te ayudará a no deprimirte cuando tu vida sexual se reduzca a convertirse en un par de minutos de “mete y saca”.
- Vaya que eres dura con ese tema.
- Solo digo la verdad, ven, acompáñame.
Volvieron a vestir sus ropas, y bajaron hacia el estacionamiento. El bolso de Soraya no escapó al impacto de la lluvia, sus cosas aún estaban húmedas.
- Esto es un desastre, mi maquillaje está arruinado, solo este labial sobrevivió. – Soraya estaba bastante enojada.
- Vamos, sabes que eso no te hace falta, ¿recuerdas cuando te aconsejé que tenías que mostrarte tal cual eres si querías tener algún chance con ella, y que eso implicaba menos maquillaje y menos ropas locas?
- No sirvió de mucho.
- No insististe adecuadamente, aún recuerdo lo que me contaste en el hospital, nadie me quita de la cabeza que tú le gustas, pero, lo que quiero que veas de todo esto es que si te muestras como un objeto, es lo que darás a entender. No necesitas de eso para verte bella.
Soraya se sonrojó. Y miró por la ventana.
- Ciertamente, hoy no estaba vestida como acostumbro, ¿será por eso que me sonrió?
- ¡Ja!, nadie se resiste a los encantos de mi pequeña, ni esa tonta. Mira, llegamos.
Cuando se estacionaron, los ojos de Soraya brillaron, estaban en un Strip-Club.
- ¿Es en serio? Siempre quise venir a un sitio así. Eres un “amors”. – Soraya la abrazó.
- No comiences con esos dramas y vamos, hay muchas tetas esperando.
- ¡Loca! – Dijo Soraya, mientras bajaba del vehículo.
Entraron al lugar, el ambiente era asombroso, luz rosa tenue, buena música, mujeres semidesnudas en grandes tarimas cilíndricas, como de exhibición; bailaban de forma muy sensual. Había una tarima de mediana altura al centro, ahí se daban los shows principales.
Buscaron una mesa cerca de la tarima principal, observaron que había grupos de mesitas VIP, eran distintas al resto, y estaban frente a la tarima, cada mesa tenía dos sillones de terciopelo rojo, y toda la zona estaba acordonada, protegida por gorilas.
- Un día entraremos ahí – Decía Soraya, mirando hacia la zona exclusiva.
- Me basta con estar aquí, si quiero estar más cerca, pago un baile privado.
- ¿Has estado aquí antes?
- Este ha sido mi consuelo a lo mal que me ha ido con las mujeres. – Decía Myriam, haciendo señas a un mesero.
- Ya encontrarás a la ideal.
- No hay mujer ideal.
- Yo tengo la mía.
- Que duerme con otra.
Soraya calló, Myriam podía ser hiriente cuando se lo proponía.
Al llegar el mesero, Myriam pidió un servicio de whiskey. No demoraron mucho en traerlo, la atención en el lugar era muy buena, y era la clase de cosas que hacían volver a Myriam a un lugar.
Tomaron algunos tragos, y vieron al menos dos shows en tarima, la estaban pasando genial. En ocasiones, se acercaban chicas a coquetear a las mesas, ofreciendo bailes privados.
- ¿Te apetece un privado? Yo invito.
- ¿En serio? Me causa curiosidad.
- Escoge la chica y la sigues.
Soraya hizo amagos de levantarse, cuando miró hacia la entrada, su cara de sorpresa hizo que Myriam volteara a ver de qué se trataba.
- No-puede-ser. – Myriam quedó peor que Soraya.
No era otra sino Ofelia, entrando con Lucas, llevaba sus acostumbrados lentes oscuros, fue directo a las mesas VIP, no vio a Myriam, o al menos eso creía ella.
- ¿Qué hace Ofelia aquí?
- Va directo al VIP, ¡sabía que era lesbiana!.
- ¿Qué?
- ¿No conoces su historia? En la universidad cuentan muchas historias acerca de ella.
- ¿Recuerdas que salté esa parte de mi vida por seguir los pasos de mi padre? – Decía Myriam, quien no dejaba de ver a Ofelia, mientras ocupaba junto a Lucas la mesa central del área VIP y retiraba sus lentes.
Su forma de vestir era distinta a la de esta mañana, traía un vestido bastante elegante, color hueso, de espalda descubierta, escote moderado, y altura hasta medio muslo. Usaba tacones de aguja, y una pasmina peluda color gris rodeando su cuello. Su cabello estaba recogido como de costumbre, esos mechones de cabello que caían en su rostro la hacían ver muy sensual.
- Bueno, sabes que ella estudió en mi facultad, y al parecer la casaron con el tipo ese porque la encontraron en la residencia del campus teniendo sexo con su compañera de cuarto.
Myriam estaba boquiabierta.
- Yo la conocí apenas empezando la carrera, bueno, me la topé por uno de los pasillos, ella ya estaba por graduarse. Todos, hombres y mujeres, enloquecían con ella.
- Y no los culpo – Respondía Myriam, dando un sorbo a su bebida.
Las luces se atenuaron aún más, un gran show estaba por empezar. Comenzaba a sonar un remix de Sagi Kariv – Candy Boy, y el escenario se llenaba de humo. Una pantalla LED al fondo se iluminó, mostraba el nombre “Diva”, en colores fluorescentes. El lugar se llenó de aplausos cuando la figura de la mujer apareció. Myriam solo observaba a Ofelia, quien sostenía un coctel en sus manos, y jugueteaba con el pitillo en sus labios mientras miraba a la mujer comenzar el show.
Diva, estaba ataviada con un corsé de cuero negro, medias hasta los muslos y botas con tacón de aguja hasta las rodillas. Su cabello liso, caoba, se deslizaba libre por su cuerpo mientras se contoneaba. Sus ojos, negros como la noche, se posaron en Ofelia, quien se estaba deleitando con el espectáculo que ella le brindaba.
Ver de quién se trataba, la hizo emplearse a fondo, posaba sus manos sobre sus senos, mientras se movía al compás de la música, su movimiento de caderas estremecía a todos, en especial a Ofelia, quien empezaba a “inquietarse”.
Myriam y Soraya observaban atónitas todo aquello, pero, por alguna razón, Myriam estaba incómoda.
La mujer rompió el protocolo y se bajó de la tarima, tener contacto con Ofelia se convirtió en una necesidad, se acercó a ella, y aún con el coctel en sus manos, le dio un sorbo, y lentamente se lo quitó, poniéndolo sobre su mesa, y comenzó a darle un baile delante de todos. Lucas estaba impresionado, ver a su protectora en estas situaciones lo dejaba perplejo.
La mujer se puso de espaldas a Ofelia, de quien tomo sus manos y las posó sobre sus caderas. Sin soltarla, comenzó a bailar.
- Puedes tocarme – Le dijo a Ofelia.
Ésta, comenzó a recorrer su cuerpo mientras ella bailaba, la excitación en ella aumentaba. La mujer giró bruscamente y se empujó hacia ella, montó su pierna derecha en el posa-brazos, se apoyó en el borde de la mesa, y reanudó su agasajo a Ofelia, quien se reclinó un poco y quedó con las manos en el aire sin saber qué hacer.
- Ponlas donde quieras, hermosa.
Ofelia la miraba, la mujer acercaba sus senos a su rostro, Ofelia podía sentir como su sexo se humedecía cada vez más, casi sin pensar comenzó a acariciar por encima del cuero que la cubría.
- Estorba, ¿verdad?
Ofelia asintió, completamente hipnotizada con aquella mujer. Ésta se separó un momento.
- Quítalo. – Se puso de espaldas a ella, y señaló el diminuto cierre que ajustaba su atuendo.
El público comenzó a corear desenfrenado y al unísono:
- “¡Que se lo quite!, ¡que se lo quite!”.
Ofelia pudo sentir una descarga de adrenalina recorrerla, y se dejó llevar. Comenzó a deslizar el cierre despacio, para deleite de todos y principalmente de ella.
Diva, dejó caer la prenda, solo traía un diminuto hilo, sus pechos estaban al descubierto. La hombría de Lucas fue difícil de disimular.
Ofelia estaba extasiada, la mujer se puso de rodillas, abrió de piernas a Ofelia, y empezó a simular que le hacía sexo oral.
Myriam, se estaba excitando con todo aquello, no por lo que estuviera haciendo la stripper, sino por lo que intuía que sentía Ofelia, deseaba ser ella quien calmara esas ansias que su cuerpo estaría sintiendo en este momento. Soraya la miraba, y sabía lo que pasaba por su cabeza.
- Tienes chance, puedes atacar, le gustan los chochitos. – Decía Soraya, con una pizca de humor.
- Calla y no pierdas detalle, esto no es algo que ves todos los días.
Casi a punto de terminar la canción, la mujer se acercó al oído de Ofelia, y le susurró:
- Te puedo dar más. Búscame. – Dejó un beso en su cuello, y se apartó de ella.
Diva dio por terminada su función, todos se pusieron de pie, y Lucas aprovechó la ocasión para ir al baño de hombres, necesitaba “enderezar” algunas cosas.
Ofelia notó la ausencia de Lucas, aprovechó y se levantó para ir al baño a “retocarse”.
Al voltearse, vio a Myriam, quien en ese momento no estaba mirando, porque se servía un trago, pero Soraya sí pudo verla. Sonrió, y siguió su camino.
- ¿Viste? Ofelia sabe que estás aquí.
- ¿Qué? ¿Cómo? – Myriam comenzó a buscarla por todas partes.
- Fue al baño, síguela, está caliente, puede parecer una locura, pero hazlo, ¿qué puedes perder?
Myriam dudó, pero Soraya tenía razón. Se levantó y fue decidida al baño.
Al entrar, no vio a Ofelia, se sintió algo tonta.
- “Seguro fue tras la stripper” – Pensó.
Abrió el grifo, lavó su rostro y se miró al espejo. Suspiró, cerró sus ojos y se concentró en el sonido del agua cayendo. Pudo sentir unas manos rodear su cintura y una voz familiar susurrar en su oído:
- ¿Me buscabas?
Se giró de prisa, era Ofelia, peligrosamente cerca de ella. La lujuria se percibía en su mirada, tanto que Myriam estaba intimidada, como nunca en su vida.
- Yo… – Myriam estaba petrificada.
- Responde, ¿me buscabas? – Ofelia se acercó más a ella, casi al punto de besarla.
Su respiración estaba agitada, podía sentir los latidos en su pecho, moría por besarla.
- Creo que ese coctel que me dieron tiene “algo” especial. – Decía Ofelia, quien comenzó a recorrer el cuello de Myriam con besos, y se aferraba a ella, buscando un mayor contacto.
- No soy de hierro, si no te detienes yo…
- ¿Qué me harás? – Interrumpió Ofelia.
Myriam la tomó del rostro y comenzó a besarla intensamente, Ofelia gemía y su cuerpo se movía de forma espontánea, frotándose contra Myriam.
Myriam comenzó a recorrer su espalda, acariciando con intensidad, no podía separarse de sus labios, sus besos eran adictivos.
Ofelia se separó de ella abruptamente.
- Salgamos de aquí, ahora.
- Pero…
- Pediré a Lucas que lleve a tu amiga, porque es tu amiga, ¿verdad?
- Sí, lo es.
- Espérame afuera. Le dio un último y profundo beso a Myriam.
Ofelia fue hasta donde estaba Lucas, quien se puso de pie al verla llegar.
- ¿Ocurre algo? – Preguntó Lucas, algo preocupado.
- ¿Recuerdas todo lo que me dijiste en la casucha?
- Bueno, yo…
- Tienes razón, esto es más fuerte que yo. La besé en el baño.
- ¿A la stripper?
- No, a Myriam.
- ¿La investigadora?
- No sé qué me pasó, no pude evitarlo. En fin, me iré de aquí con ella, esa que está allá es su amiga, ve, de parte mía, dile que la llevarás a su casa cuando ella lo pida, paga en mi nombre su cuenta, te llamo mañana para que vayas por mí, sabes dónde buscarme. Y una última cosa, haz algo con esa erección, te va a dar algo. – Le sonrió a Lucas, visiblemente avergonzado.
Soraya vio todo esto, aunque no pudo escuchar algo. La ausencia de Myriam le preocupaba. Vio a ese joven acercarse, y a Ofelia salir a toda prisa.
- Disculpe, señorita, ¿es usted la amiga de la Sra. Myriam?
- Sí, ¿por?
- Soy Lucas, el chofer de la Sra. Ofelia Di Medici. Vine por pedido de ella. – Extendió su mano a Soraya.
Soraya la recibió, algo extrañada.
- La Sra. Ofelia me encargó acompañarla, dejó dicho que podía pedir lo que quisiera, a cuenta de ella, incluyendo lo que ya ha consumido. Yo la llevaré a su casa cuando usted indique. Esperaré cerca de usted para no incomodarle.
- Dime, ¿se fue con Myriam?
- Sí – Lucas sonrió.
- Bueno, quédate y hazme compañía, ya que nos dejaron tirados, al menos vamos a compartir.
Lucas asintió, y se sentó junto a ella.
Mientras, en el estacionamiento, Myriam veía llegar a Ofelia, quien venía con los tacones en una mano, y la pasmina en la otra, corría descalza hacia ella.
- Vamos, te diré a dónde ir.
Myriam la vio algo “desesperada”. Sin demora, puso en marcha su vehículo, y condujo siguiendo las instrucciones de Ofelia.
Tras unos minutos, estaban en aquella casucha donde hace unas horas habían conversado. Ofelia se bajó, caminó a toda prisa, y le pedía a Myriam que la siguiera.
Bastó que cerrara la puerta para colgarse del cuello de Myriam, comenzó a besarla desenfrenadamente, lamía su cuello y le decía cosas al oído:
- Cógeme, lo necesito.
Myriam estaba abrumada, pero sus impulsos eran igual de intensos. Con gran habilidad, se deshizo del vestido de Ofelia, y con gran sorpresa notó que no traía ropa interior, estaba completamente desnuda, perfectamente depilada, podía ver sus fluidos correr por sus piernas.
Ofelia se montó a horcajadas sobre Myriam, y la guio hasta la habitación.
- Vaya que eres fuerte – Decía Ofelia, tocando los brazos de Myriam – Me excitas.
Myriam la arrojó en la cama, iba a posarse sobre Ofelia, pero esta la detuvo.
- No estamos en igualdad de condiciones, quítate la ropa.
- Ven y quítamela.
- ¿Eso quieres?
Ofelia se puso de rodillas en la cama, tomó a Myriam de la hebilla del cinturón, y comenzó a desatarlo lentamente.
Myriam tomó sus senos con ambas manos, comenzó a magrearlos, y a pellizcar sus pezones, sus senos eran suaves, realmente estaba disfrutando aquello.
Ofelia bajó los pantalones hasta las rodillas, y luego empujó a Myriam hacia la cama, le quitó las botas, y sacó los pantalones, con todo y ropa interior, miró con lujuria el sexo de Myriam. Se montó sobre ella, dejándola sentir la humedad de su sexo en su pubis. Ambas gimieron.
Ofelia se movía despacio, mientras desabotonaba con lentitud desesperante la camisa de Myriam, quien se inclinó un poco para que Ofelia pudiera retirarla, y además, su sujetador. La boca de Myriam quedó a la altura de los senos de Ofelia, no perdió oportunidad de meterlos en su boca, y mientras ella se frotaba, ella succionaba, lamía, y mordisqueaba sus senos. Sus movimientos fueron acelerando, y su sudor se hacía denso. Myriam le dio vuelta, quedando sobre ella, comenzó a besarla desde el cuello, no dejaba un solo rincón sin saborear, el olor de Ofelia la volvía loca. Mientras la recorría con besos, usaba su pulgar para estimular su clítoris, haciendo pequeños círculos. Esto estaba volviendo loca a Ofelia, quien pedía más.
Una vez en su monte de venus, Myriam lo mordió con suavidad.
- Me estás matando, no pares – Ofelia suplicaba.
Myriam deslizó su lengua por su sexo, húmedo y palpitante. Sin prisa, degustando su sabor, deleitándose con su aroma, prestando especial atención a su hinchado clítoris, el cual en ocasiones succionaba, haciendo que los gemidos de Ofelia se intensificaran.
- Te necesito adentro, AHORA. – Ofelia la tomó de los cabellos, y comenzó a marcar un ritmo desesperado.
Myriam sonreía, mientras comenzaba a empujar con su lengua dentro de su vagina. Ofelia enloqueció. Estaba a punto de tener un gran orgasmo, pero Myriam tenía algo más en mente.
Introdujo de golpe dos dedos, y comenzó a succionar intensamente, la rapidez de sus embestidas causó que el interior de Ofelia se contrajera rápidamente, fue directo al punto, y no se detuvo.
El cuerpo de Ofelia se tensó, y se arqueó involuntariamente, anunciando el orgasmo que se avecinaba.
Una enorme descarga bañó los dedos de Myriam, quien se apresuró a beberlo todo, sin perderse de nada.
Ofelia se relajó por un par de segundos, cuando Myriam subió de nuevo a besarla, la tomó desprevenida y se subió sobre ella.
- Nunca antes sentí algo igual – Dijo Ofelia.
- Cuando quieras lo tendrás – Dijo Myriam, en medio de la excitación.
Las manos de Ofelia comenzaron a recorrer el cuerpo de Myriam, mientras la besaba, tocaba sus senos, su abdomen. Pudo sentir sus cicatrices, se acercó a ellas y comenzó a besarlas una a una. A Myriam le pareció raro, pero tierno. Rápidamente se acercó a su sexo, y sin aviso, comenzó a comerlo con desesperación. Myriam estaba extasiada, tenía muchos años sin tener relaciones, temblaba, jadeaba, le daba vueltas la cabeza. Tomó gentilmente la cabeza de Ofelia y comenzó a marcarle el ritmo, esto agradó a Ofelia.
Myriam pudo sentir como los dedos de Ofelia invadían su adentro, y comenzaban a explorar su cavidad, su humedad aumentó, estaba sintiendo mucho placer. Tuvo un orgasmo intenso, y prolongado. Posiblemente por el tiempo sin actividad sexual.
Ofelia estaba completamente encendida, una vez que bebió los fluidos de Myriam, se montó sobre ella, cabalgándola, se frotaba intensamente, sujetándose de los senos de Myriam. En medio de la agitación, la varilla que sostenía su cabello, se cayó, dejando libre su melena castaña, que caía hacia un lado, casi cubriendo uno de sus senos. Para Myriam, esto ocurrió en cámara lenta, la imagen que veía de Ofelia, tan sexual, tan perfecta, la excitaba. Myriam tomó del rostro a Ofelia, y la acercó para besarla, su roce aumentó la intensidad, sus fluidos se conjugaban en uno solo, y así, casi al unísono, alcanzaron otro orgasmo.
Ofelia se dejó caer sobre el pecho de Myriam, se concentró en sus latidos. Ambas callaron, y el silencio era perfecto. Myriam acariciaba su espalda, mientras trataba de regular su respiración. Ofelia tenía sus ojos cerrados, se sentía dichosa. Ambas se quedaron dormidas.
Mientras tanto, en el Strip-Club, Soraya y Lucas habían hecho buenas migas. Ya se preparaban para que él la llevara a casa.
- ¿Te puedo pedir un favor? – Decía Lucas a Soraya, mientras ponía en marcha la camioneta.
- Dime. – Respondió ella.
- Vamos a mantener esto como nuestro secreto. Ofelia nunca se había comportado así antes, siempre ha sido muy discreta, pero desde que vio a tu amiga, se le olvidó todo, mira, me dejó tirado.
- No entiendo, apenas se conocen de hoy.
- No. O bueno, sí. Pero, no es primera vez que Ofelia ve a Myriam. Desde hace mucho la observa, y la sigue. No puedes decirle, promételo.
- ¿Por qué tanto misterio?
- En la vida de Ofelia no hay lugar para ser lo que realmente es, ella se debe a las altas esferas, pero, hoy que la vi tan emocionada cuando vio a Myriam, cosa que llamó “dulce coincidencia”, le dije un par de cosas que al final terminaron orillándola a esto. Le dije que tarde o temprano sus impulsos iban a traicionarla, que mejor se dejara llevar y que yo la cuidaría.
- ¿Tiene tiempo en esto?
- Bueno, en realidad, solo iba a ese sitio a recibir un baile, nunca pasaba de eso, ella se conformaba con ver y no tocar. Pero, eso a la larga es peor, no tiene cómo descargar esas sensaciones.
- ¿Y su marido?
- Ya eso es íntimo, no llego hasta ahí, pero, si te gustan las mujeres, muy difícilmente pueda satisfacerte un hombre, siempre te va a faltar algo.
Soraya se quedó pensando. Ella estaba a punto de casarse con un hombre, pero en realidad no le gustan.
- Acabas de iluminarme, Lucas. Estoy a punto de cometer un error.
- ¿Iluminarte?
- En dos semanas me caso, pero, me temo que lo mío no son los hombres.
- Y, ¿por qué te vas a casar si no te gustan?
- Larga historia.
- Soy bueno escuchando.
- Bueno, yo estoy enamorada de una mujer que ni siquiera me ve. Para mí, esto de la boda es una forma de frenarme para no buscarla.
- Vaya, palabras mayores.
En ese instante, llegaron a la casa de Soraya.
- Falta poco para amanecer, ¿quieres pasar? y te hago un café o algo.
- ¿No se molesta tu prometido?
- Creo que no está, no veo su camioneta.
- Bueno, está bien.
Una vez en casa de Soraya, esta le contó toda la historia, de cómo conoció a Eva, y todos los desafortunados eventos que hoy la tienen fuera de su vida. A su vez, Lucas le contó de la naturaleza de su relación con Ofelia, y de cómo ella cambió su vida. Les sorprendió la luz del día hablando.
- Vaya, te he tenido despierta. En unas horas debo buscar a Ofelia, debería irme.
- Estás trasnochado, no podrás manejar así, ¿a qué hora debes ir por ella?
- Dijo que llamaría.
- Recuéstate en el sofá y espera la llamada, un par de horas de sueño no te harán mal.
- ¿Y si me quedo muy dormido?
- Descuida, estaré aquí, yo podré dormir todo el día si quiero.
Lucas cedió, se recostó en el sofá, y rápidamente se quedó dormido. Soraya lo miraba, le parecía tierno, era solo un niño. Se quedó pensando en todas las cosas que habló con Lucas, y las contrastó con cada cosa que siempre le ha dicho Myriam.
- Yo la alejé… – susurraba pesarosa.
Soraya no sabía si volvería a ver a Eva, pero ahora estaba segura de algo, casarse sería un error. Tenía que deshacer el compromiso antes que fuera demasiado tarde.
Continúa…