Mi vida después de ti (14)

CAPITULO XIV – Paciencia.

CAPITULO XIV – Paciencia.

Myriam sorteó exitosamente, gracias a Ofelia, su primera crisis post terapia. El trayecto sería largo, pero el amor de Ofelia parecía ser infinito.

Momentáneamente solo movía un poco las manos, Ofelia se mantenía junto a ella, entrelazaba sus manos, estaba siempre pendiente de todo.

Cuando Myriam abrió los ojos, pese a que su visión era borrosa, lo primero que distinguió fue a Ofelia, junto a ella, casi de espaldas, porque estaba hablando con Eva y Soraya. Trató de llamar su atención presionando repetidamente su mano, tanto como le permitía su estado.

Ofelia volteó de inmediato, al verla, un hormigueo recorrió su cuerpo, una sensación similar a caerse la invadió en ese momento.

Lágrimas comenzaron a brotar de aquellos ojos grises que habían enamorado a Ofelia, y ella, sin más, comenzó a llorar.

Eva hizo señas a Soraya para dejarlas solas, lo necesitaban.

- Mi amor, bienvenida. – Dijo Ofelia, mientras besaba su frente.

Myriam intentó nuevamente, pero con menos intensidad, retirar el tubo endotraqueal, señalaba su garganta y su expresión era de dolor.

Ofelia tomó sus manos y las besó.

- Voy a llamar a la enfermera. – Ofelia comenzó a timbrar para que vinieran a verla.

En poco tiempo, ahí estaba la joven. Ofelia se dirigió a ella con firmeza.

- Le está doliendo, ¿cuándo retirarán el tubo?

- Cuando el Doctor Giacomo de la orden.

- Dile a Giacomo que venga.

- Sí, señora.

La joven se retiró. A primera impresión, no fue del agrado de Ofelia, quien a veces era algo “odiosa” con algunas personas.

Ofelia se recostó junto a Myriam, apoyándose en su codo, no dejaba de mirarla.

- No me imagino la vida sin ti.

Myriam presionaba su mano, indicando que estaba entendiendo lo que le decía.

- Volviste a salvarme la vida, arriesgando la tuya. No tengo palabras para expresarte lo que siento.

Myriam cerró sus ojos por unos segundos.

- Cuando salgamos de aquí, te llevaré a conocer toda Toscana, principalmente Florencia. Quiero que conozcas dónde crecí, y un sitio muy particular en el mercado de San Lorenzo donde siempre iba con Giacomo y otros primos a comprar pan. A veces, reuníamos algunas monedas y comprábamos un castagnaccio, lo compartíamos y luego corríamos como dementes por todo el casco. Hay tanto que quiero mostrarte, tanto que quiero vivir contigo. Nos debemos tiempo.

Se notaba la impotencia de Myriam por no poder hablar.

De pronto, entró Giacomo. Se acercó a Myriam y la recibió alegre.

- Pero mira qué sorpresa, bienvenida al lado de los vivos. – Decía, mientras examinaba sus pupilas y tomaba sus signos vitales.

- Giacomo, ¿recuerdas el castagnaccio?, le contaba a Myriam un poco de nuestras locuras de infancia. – Ofelia sonreía.

- ¿Cómo olvidarlo?, siempre tomabas el trozo más grande. Si llegas a visitar Florencia, ni se te ocurra ir con Ofelia, se comerá todos tus dulces. – Giacomo se contagió de la risa de Ofelia.

- Crees que puedas retirarle esa cosa, le duele, hace rato se señalaba aquí y manifestaba dolor. – Ofelia hacía muecas imitando lo que Myriam había hecho.

- A ver. – Giacomo tomó la mano de Myriam. – Presionas una vez para “sí” y dos veces para “no”. ¿Entiendes?

Myriam presionó la mano de Giacomo una vez.

- Bien. ¿Sientes dificultad para respirar?

Myriam presionó una vez, pero le llevó la mano a Giacomo a su garganta.

- ¿El tubo te molesta para respirar?

De nuevo, Myriam presionó una vez.

- ¿Sientes todo tu cuerpo?

Afortunadamente, presionó una sola vez.

- Bueno… creo que podemos retirar el tubo, está consciente, responde instrucciones sencillas, conserva la propiocepción. Estás lista. Igual estará en observación. Si pasa bien la noche, probablemente mañana comencemos los ejercicios de rehabilitación para que vaya adaptándose a la bipedestación nuevamente. Afortunadamente, no presentó fracturas mayores, aunque toda la fuerza del impacto la recibió su espalda, su musculatura sirvió de colchón. La hemorragia interna fue lo peor, en todo caso. Esa explosión te habría matado si fueras igual de lánguida que Ofelia. – Giacomo sonreía.

- Stronzo… – Ofelia trató de golpearlo pero se esquivó muerto de risa.

- Buscaré lo necesario para retirar el tubo. Vuelvo en unos minutos.

Ofelia abrazó con ternura a Myriam y se levantó para hacer unas llamadas. Se apartó un poco de ella para no estresarla, hablaría del caso. Giacomo entró con la enfermera mientras Ofelia hablaba.

Giacomo retiró sin inconvenientes el tubo endotraqueal. Le dieron un sorbo de agua para evaluar si podía deglutir correctamente.

- Ofelia, ven, por favor. – Giacomo le hacía señas.

Ofelia terminó la llamada y se acercó. Recibió datos importantes del caso, ya se habían emitido las órdenes de captura contra los implicados. Estaba satisfecha con su trabajo.

- Cuéntame, Giacomo.

- Necesito que poco a poco vayas incorporando líquidos en su dieta. Por hoy, solo agua. Mañana empezamos con jugos y papillas. Si siente nauseas, detente.

- Está bien, así lo haremos.

- No la descuiden en la noche, será crucial. Por ahora me retiro, ya voy a entregar guardia, pero queda un colega de mi confianza. Las veo pasado mañana.

- Gracias por todo, Giacomo.

- No es nada, al contrario, gracias a tu insistencia podemos estar teniendo esta conversación ahorita.

Giacomo salió en compañía de la enfermera. Eva y Soraya entraron. Soraya se puso muy feliz al ver a Myriam despierta, se acercó rápidamente a abrazarla. Besó repetidamente sus mejillas y se acurrucó con ella.

Eva se acercó a saludar a Myriam.

- Me da gusto verte despierta, la pobre Ofelia estaba sufriendo terriblemente. – Decía Eva jocosamente.

Myriam levantó su mano para saludarla.

- Por cierto, ahora que Myriam está despierta, deberíamos tener esa conversación, señoritas. – Ofelia retomó el tema, Eva y Soraya se miraron, no pudieron evitar reírse.

- ¿Qué quieres saber? – Preguntó Eva.

- Desde que volvieron están muy distintas a como se fueron, eso es muy sospechoso.

- Un buen baño y ropa limpia mejoran el humor. – Respondió Soraya.

- Ellas creen que nos vamos a comer ese cuento, mi amor. – Ofelia se dirigía a Myriam.

Eva se levantó, y le hizo señas a Soraya.

- Debo irme, muchachas. Pasaré a visitarte mañana al salir del trabajo. Debo reemplazar mi teléfono y necesito firmar unos papeles en la oficina. Las llamo para estar pendientes.

- Huye, cobarde. – Ofelia se reía. Eva se acercó a darle un abrazo y despeinó un poco a Myriam.

Soraya se levantó, y tomó del brazo a Eva, mientras caminaban hacia la puerta. Justo ahí, Eva se detuvo.

- Tranquila, quédate aquí, cuando active el teléfono te escribo. – Dijo Eva.

Soraya no se contuvo, la abrazó amorosamente, y le dio un beso que Eva no dudó en corresponder.

Myriam y Ofelia vieron aquello y se sorprendieron. Luego que Eva se retiró, Ofelia se dirigió a Soraya inquisitivamente.

- Bien, ya se fue. Ahora, ¿podrías contarnos todo? – Ofelia se mostraba ansiosa.

- Bueno, cuando estábamos en mi casa, un juego inocente terminó en otra cosa. – Soraya estaba sonrojada.

- ¿Juego inocente? Cuenta detalles, quiero saber.

- La salpiqué con mi cabello, y en ese jugueteo quedamos muy juntas y… nos besamos.

- ¿Y luego?

- Vaya que eres insistente. – Soraya reía. – Si quieres saber si pasó, sí, eso pasó.

Ofelia reaccionó sorprendida, pero Myriam se mantuvo seria.

- ¿Estás consciente de tu situación?

- Sí, lo estoy, y me basta con saber que en el fondo ella me corresponde. Cuando María Fernanda se canse y la abandone, yo estaré ahí, y nadie volverá a quitármela.

- ¿Y si no pasa? – Ofelia trataba de ser realista.

- Pasará, créeme. Hoy sacó a Eva de sus casillas, se fue de su casa, tenía la maleta en el carro.

- Entiendo lo que sientes, pero, ve con cuidado, no quisiera que salieras lastimada, y sé que Myriam tampoco lo desea.

- Lo sé. Eva y yo aún no hablamos de esto, pero sé que cuando eso pase, dejaremos los puntos en claro.

Soraya se quedó pensando por un momento, aunque estaba clara en sus sentimientos, nunca estuvo segura de qué quería de Eva. Esto, a la larga, sería un problema para ambas, pero, en este momento, Soraya era feliz, eso era lo único que le importaba.

Myriam se veía impaciente, como si quisiera decir algo, pero su garganta aún estaba lastimada, tendría que esperar.

El resto del día, transcurrió sin inconvenientes. La noche llegó, era hora de armarse de valor y tener mucha paciencia, podría ser una noche complicada para Myriam.

Continúa…