Mi vida después de ti (10)

CAPITULO X – Maquinación al descubierto.

CAPITULO X – Maquinación al descubierto.

Cuando Myriam despertó, estaba en el suelo, con las manos atadas a la espalda, además de sus pies. No logró ver a sus captores, su arma seguía en la mesa, estaba medio cuerpo en el borde, podía ver la empuñadura.

Trató de mantener la calma, Ofelia peligraba y solo ella podía evitar que algo malo sucediera. Observó el entorno y buscó algo de lo cual pudiera recargarse para mellar la soga, pero no tuvo suerte. Comenzó a estirar como pudo los brazos hacia adelante, presionando contra ella lo más que pudo, intentando pasar sus piernas a través de sus manos. Luego, de un tirón, empezó a separar sus muñecas, mientras llevaba sus pulgares hacia el centro de la palma de su mano, para aflojar un poco la tensión de la soga. Hizo esto varias veces, hasta que la soga cedió lo suficiente para liberarse. Al estar desatada, fue más sencillo liberar sus pies de las ataduras, y justo a tiempo, porque escuchó que alguien se acercaba.

Rápidamente se acercó hasta su arma y buscó cobertura detrás de un pilar, los captores se pusieron en alerta al ver que se había desatado. Myriam no tenía intención de enfrentarse, pero era poco probable salir de ahí sin llegar a ese punto.

Verificó su arma, contó la cantidad de individuos. Eran tres encapuchados pero, entre ellos, había una mujer. Ella daba las órdenes, y esa voz era conocida.

- “Alejandra” – Pensó.

Myriam se deslizó entre las estanterías, pero uno de los sujetos la vio y comenzó a disparar.

- Deja de disparar, imbécil. Myriam, basta de juegos. Vuelve aquí. – Myriam escuchó decir a la mujer.

Myriam respondió con disparos, todos buscaron cobertura, hubo un momento de confusión entre ellos, se gritaban entre sí.

- Escucha, sé razonable, esto no se trata de ti. – La mujer insistía.

Esto bastó para que Myriam supiera que se trataba de Alejandra. Trató de usar inteligentemente las balas que le quedaban, vio un bidón de gasolina cerca de ella, así que buscó una forma de atraer la atención de los sujetos en dirección opuesta para aprovechar esa distracción y tomar el bidón.

Arrojó un objeto metálico hacia su izquierda, los hombres empezaron a disparar y nuevamente la mujer pedía que pararan. Myriam se deslizó ágilmente, tomó el bidón y lo hizo rodar. Luego, disparó, haciendo explotar el bidón cerca del grupo. Eso los hizo replegarse, y Myriam tuvo oportunidad de salir.

Cuando se dieron cuenta, le dispararon, pero no lograron atinarle. Myriam subió a su vehículo y salió a toda prisa del lugar. Quiso llamar a Lucas, pero se dio cuenta en ese momento que su teléfono estaba en poder de sus captores. No le quedó otra que dirigirse hacia la casucha, sin saber qué le esperaba.

Al llegar, todas las luces estaban encendidas, pero no había señales de movimiento. Buscó en su guantera algunas balas, cargó su arma y salió del vehículo.

Se acercó a la casucha, la puerta estaba abierta. Lo primero que vio al llegar fue a Lucas inconsciente en el suelo, en un charco moderado de sangre. Tomó su pulso y era débil, lo revisó para evaluar las heridas, tenía un golpe en la cabeza. Afortunadamente no había sido herido de bala. Buscó por toda la casa y Ofelia no estaba. Su corazón se agitó, sintió desesperación y no pudo evitar llorar.

Escuchó a Lucas quejarse, corrió de inmediato a socorrerlo.

- Lucas, dime, ¿qué pasó? ¿a dónde la llevaron?

- Perdóneme, no fui capaz de protegerla. – Lucas hablaba con dificultad.

- ¿Cuántos eran?

- Solo él, no vi a nadie más.

- Dame tu teléfono.

Myriam tomó el teléfono de Lucas y llamó a Eva.

- Eva. Necesito tu ayuda. ¿Puedes rastrear la ubicación de un vehículo? Se la llevó, se llevó a Ofelia. Lucas está mal herido.

- ¿Qué?... no cuelgues, dame un minuto. – Eva sonaba preocupada.

Mientras esperaba, Myriam dejó el teléfono en altavoz y fue a la cocina, puso a calentar un trapo en agua y lo colocó en la cabeza de Lucas, para detener el sangrado.

- ¿Cómo te sientes?, ¿Hace cuánto se la llevó?

- No estoy seguro. Me siento mareado.

Myriam ayudó a Lucas a sentarse, en eso, escuchó la voz de Eva.

- Myriam, guiándome por tu ubicación y la de su teléfono, no está muy lejos, a 5 kilómetros al sur aproximadamente, si no me equivoco, ya a la salida de la ciudad.

- Espero que no te equivoques. Pide una ambulancia a esta ubicación, por favor. Cuento contigo.

- ¿Quieres que avise a la policía?

- No. Están implicados. Déjamelo a mí.

Myriam le dejó el teléfono a Lucas y salió a toda velocidad, no tenía certeza de dónde estaría Ofelia, solo contaba con su instinto, y la movía ese incipiente sentimiento que experimentaba por primera vez en su vida.

La vía fuera de la ciudad era estrecha, y sin desvíos, Myriam aprovechó la potencia de su motor y trató de acortar distancias lo más posible. Se vio beneficiada del poco tráfico, típico de las horas nocturnas.

Aproximadamente 5 minutos después, pudo ver el vehículo volcado a un lado de la carretera, Myriam frenó violentamente, y salió a toda prisa en dirección al lugar. Su corazón se quería salir del pecho, la angustia y el miedo la hicieron presa, temblaba. Miguel estaba muerto, un amasijo de hierro atravesó violentamente su abdomen, Ofelia estaba en la parte trasera del vehículo, lucía muy maltratada. Myriam se dispuso a sacarla deprisa, el olor a gasolina la puso en alerta.

La tomó en brazos, tomó su pulso, era débil, pero vivía. Myriam comenzó a correr cuando percibió el sonido de una chispa cerca del motor, que unos segundos después se convertiría en una tremenda explosión. Desafortunadamente, no se alejó lo suficiente como para evitar la onda expansiva, puso todo su cuerpo para proteger a Ofelia, cayendo sobre ella.

Minutos después, Ofelia recobraba el conocimiento, lo primero que vio, fue a Myriam, inconsciente, trató de moverla pero ella misma estaba muy mal herida y cualquier movimiento le producía tremendo dolor. Sintió angustia al ver que de la boca de Myriam emanaba sangre de forma moderada. Ofelia se sintió desesperada, lloró amargamente, la llamaba, pero no reaccionaba. Escuchó sirenas a lo lejos, entrelazó su mano con la de Myriam, y nuevamente perdió el conocimiento.

Cuando Ofelia recobró el conocimiento, estaba en una camilla, vio a Lucas, vendado, todo lleno de sangre. Eva hacía algunas llamadas.

- Eva. ¿Dónde está Myriam? Necesito verla – Ofelia apenas podía moverse.

- Ofelia… – Eva se acercó, su rostro cambió, se tornó triste.

Ofelia enloqueció, en ese momento se le olvidó todo el dolor que podía estar sintiendo, gritó con desesperación.

- Ofelia, cálmate, esto no te hace bien.

- Quiero verla. – Ofelia lloraba desconsoladamente.

- Ella está en terapia intensiva, luchando por su vida, pero está mal, recibió todo el impacto. Soraya está afuera, no dejan ver a Myriam.

- A mí tendrán que dejarme verla o…

- ¿O qué? Mira cómo estás, necesitas recuperarte.

- ¿Qué no entiendes que lo único que necesito es verla? Suéltame, ¡va’ a fare in culo!

Al escuchar esto, Lucas intervino.

- Eva, suéltala, te lo aconsejo.

Lucas se acercó, ayudó a Ofelia a levantarse, y la ayudó a salir.

El hospital se le hacía familiar a Ofelia, de inmediato pidió a Lucas llevarla a la sala de enfermeras.

- ¿Señora, qué hace aquí? Joven, no debió sacarla de su habitación. – Dijo una de las enfermeras.

- Llamen a Giacomo. ¡AHORA!

Giacomo era primo de Ofelia, si alguien podía ayudarla, era él.

En unos minutos, el hombre estaba ahí.

- Ofelia, ¿qué haces fuera de tu cama?

- Dime que la estás viendo tú.

- ¿La mujer que estaba contigo? Sí, tengo ese caso, y el tuyo, pedido de mi tío. Él estará aquí mañana temprano, le dije que estaría de guardia y me confió tu cuidado ¿Qué pasa con ella?

- Giacomo, por favor, déjame verla, necesito verla, saber cómo está. – Los ojos de Ofelia estaban empapados de tanto llanto.

A Giacomo le confundió un poco esa reacción, pero, Ofelia era su prima adorada, no le iba a negar algo si se lo pedía de esa forma.

Pidió una silla de ruedas para ella, pidió a Lucas esperar y él mismo la llevó.

- Debo decirte que estoy haciendo todo lo posible por mantenerla con vida, mejor dicho, no sé cómo está viva.

- Como se muera te mato. – Ofelia estaba muy alterada.

- Veo que es importante para ti, daré lo mejor de mí para salvarla.

- Y te agradeceré eternamente si lo haces.

Entraron en el área de terapia intensiva. Giacomo ayudó a Ofelia a levantarse, se fueron acercando despacio, lo que permitía el estado de Ofelia.

Ofelia tuvo una crisis de llanto al verla. Estaba conectada a un respirador artificial, su rostro se veía hinchado, tenía múltiples raspones, magulladuras, y zonas chamuscadas. Era lo que dejaba ver lo que de sí estaba descubierto, pues estaba arropada con una manta térmica. La temperatura del lugar era exageradamente baja.

Ofelia tomó su mano, y comenzó a hablarle.

- Amore mio, ho bisogno di te qui con me. Non osare di lasciarmi senza di te, puoi farlo, dai. Ti amo.

Se acercó lo más que pudo, besó su frente, una lágrima de Ofelia cayó en el rostro de Myriam.

Giacomo observaba la escena, estupefacto, pero no se atrevió a esgrimir juicios al respecto. Fue un caballero con Ofelia. La ayudó a sentarse de nuevo en la silla, y dio la vuelta para salir. Mientras volteaba, se fijó por última vez en Myriam, vio una lágrima correr por su sien. Se quedó pensando por un momento en la posibilidad de que Myriam estuviera en un estado de consciencia que le permitía sentir lo que ocurría a pesar de estar inconsciente.

De regreso en la habitación, Giacomo acostó a Ofelia, y conversó un rato con ella.

- Ya te ayudé, ahora necesito que me ayudes tú a mí. Por favor, mantente en cama, que puedas levantarte no significa que estés bien, comprendo que ella te preocupe, pero en este momento no eres de utilidad para ella si no puedes mantenerte serena. Te mantendré al tanto, serás la primera en saber cualquier cosa. Lo prometo.

Ofelia abrazó a Giacomo, nuevamente rompió a llorar.

- Tranquilla, ragazza… tranquilla.Andrà tutto bene.

Tanto llanto, venció a Ofelia. Se quedó dormida en brazos de Giacomo.

El la acostó y se retiró. Afuera vio a Eva, quien se acercó a preguntar qué había sucedido.

- Está muy conmocionada por el estado de esa mujer, no entiendo del todo qué sucede, pero, por favor, no la dejen sola y no dejen que se levante de nuevo. Ella no entiende que los daños que sufrió son de cuidado, su adrenalina es la que la mantiene de pie. Mañana no podrá con el dolor. Te la encargo.

- Mantenme informada de la evolución de Myriam, por favor.

- Seguro.

Giacomo estrechó la mano de Eva y se fue. En eso venía Lucas con Soraya.

- Mi amor, ¿qué te dijo? – Preguntaba Soraya.

- Nada, que hay que vigilar a Ofelia, y que nos avisará de cualquier cosa que pase con Myriam. De verdad que no quiero pensar mal, pero no me gusta nada todo esto.

Soraya rompió a llorar, Eva la abrazó, y Lucas abrazó a ambas mujeres.

Los tres pasaron la noche en el hospital, se turnaban para dormitar, aunque ninguno lograba conciliar el sueño por más de 20 minutos. Era desgarrador escuchar a Ofelia llorar dormida, llamando a Myriam, y diciendo cada cosa en italiano que era incomprensible para el grupo. En ocasiones reían, en otras, se miraban las caras con pesar.

La suerte estaba echada. Esperar, era todo lo que podían hacer.

Continúa…