Mi Vida con mi Prima Anamaría, completo y revisado

Esta publicación de unos envíos anteriores intenta corregir errores que en mi corta carrera de escritor he cometido, así y todo les pido disculpas por los aún existentes. Asimismo lo clasifiqué en una nueva categoría,

Mi vida con mi prima Anamaría Versión Revisada

Estaba feliz pues había quedado en la universidad que quería y en la carrera que quería, mi vida estaba de lo mejor; perdón no me he presentado, me llamo Claudio, vivo en el hemisferio sur de este planeta, soy un chico normal pese a lo adelantado que terminé mi colegiatura. En efecto, era el menor de toda mi generación en el colegio; ustedes pensarán que sería para estar orgulloso, pero en realidad eso me valió que desde mi ingreso a primaria y hasta hace muy poco, fuese víctima de acoso por gente envidiosa o simplemente abusadora, especialmente que disfrutaban torturando a los más chicos como era mi caso. Este abuso casi permanente, venía generalmente por parte de la mayoría de mis compañeros varones, molestia a la que se sumaba mi poca vida social y amorosa, ya que mis compañeras casi no notaran mi existencia.

¿Como sucedió que ingresara tan pequeño?, solo les contaré que entré de poca edad al dichoso colegio, más que nada por la amistad de mis padres con su dueño y en alguna medida porque desde pequeño tenía una gran envergadura física e inteligencia. Para que se den cuenta, aprendí a leer a los tres años de edad y solo me resta decir que actualmente tengo 23 años y mido 1,9 metros pesando 95 kilos. Pero una cosa es que la inteligencia y la envergadura física que ahora me hace ver como un gigante frente a mis compañeros de clase, y otra distinta es la madurez de mi desarrollo como persona. Para todo efecto, dada mi inteligencia y tamaño, esta diferencia en un principio no se notaba pues éramos del mismo tamaño y aprendíamos todo de forma muy parecida. En resumen, a los cinco años yo era de similar porte que un chico de siete, pero en lo que respecta al desarrollo psicomotriz, como también el de la personalidad y madurez no lo era para nada; a los cinco años un niño está en desventaja en muchos aspectos con respecto a uno de siete, lo que solo se va equilibrando con los años, aún creo que solo cuando yo pase de los 25 seré similar en todo a los de mi clase.

En resumen pasé gran parte de mi vida escolar entre peleas y vigorosas defensas de mi integridad ante los acosadores; pero volvamos a la narración de mi historia con mi prima Anamaría. Todo comenzó hace ya varios años, cuando salía del colegio y sus sinsabores quedaban atrás; solo me faltaba dar en diciembre los exámenes selectivos para la universidad. Como les adelanté, era casi un niño pues en esa época tenía 16 años recién cumplidos en noviembre, como ya saben soy alto y fuerte, a esa edad medía 1,82 metros, pesaba 78 kilos de músculos y huesos, los que desarrollé practicando deportes y artes marciales, creo que soy bien parecido aunque en esa época aún tenía cara de niño e incluso en la actualidad soy prácticamente imberbe.

Como alumno era muy bueno, me salía todo bien, tenía las mejores notas, claro que nunca me eligieron el mejor compañero ni presidente de curso, no tenía grupo de estudios ni nadie que me estimara mucho, por lo que recién graduado me encerré en mi cuarto a estudiar y dar lo mejor de mí. Mis estudios solo se veían interrumpidos por la visitas de mis primos y de mi hermano que ya era universitario, él me hablaba de su vida actual asegurándome que en la universidad te valoran por tu inteligencia y no por tu popularidad.

Di los exámenes con muy buen resultado, podía elegir cualquier universidad y cualquier carrera, desde Medicina a Ingeniería Nuclear, pero yo tenía una sola una universidad en mente aunque en cuanto a mi carrera, solo sabía que sería algo con ingeniería. Con los resultados en la mano, hablé con mis padres, los que no querían que me fuese de su lado, pues ahora era pequeño para salir del nido, pero tras múltiples discusiones aceptaron que postulara en primer lugar a “mi universidad”.

Volviendo al motivo de mi felicidad, se los contaré como lo viví y la escribí en mi diario, mi único amigo, que un adolescente escriba un diario les podrá parecer raro pero soy así.:

Resumen de mi Diario:

Mi universidad queda en una ciudad costera cercana, dicen que tiene la mejor facultad técnica del país, pero por sobre todo en ella estudia mi amor platónico de toda mi vida. Es cierto que mi vida no es muy larga pero la aprecio, ¿quién es este amor? Nada menos que mi prima Anamaría, dirán que su nombre se escribe separado, pero en este caso sus padres la inscribieron todo junto. Asimismo es importante destacar que ella está viviendo en el departamento de veraneo de mis padres, por lo que a mi sugerencia y dado mi corta edad, ellos hablaron con mis tíos si había algún inconveniente para que viviésemos juntos durante el periodo de clases, pues así ella me cuidará durante mis primeros pasos de independencia, mi felicidad ahora era sublime, soñaba que nuestra vida sería de completa camaradería, hermandad y estudios, casi como un matrimonio, ahora puedo decir que algo de ello si existe, pero vamos al relato.

Pasada la etapa de inscripciones en la facultad y todos esos temas, en mis vacaciones por fin conseguí una novia, una linda morenita de piel mate que se llama Karla es un poco menor que yo, ella tiene quince años, y debo confesar que juntos conseguimos algunos pequeños avances en el descubrimiento de nuestras sexualidad, besos apasionados toqueteos por sobre la ropa que nos elevaban la temperatura, pero nada escandaloso, quedamos de seguir con la relación, pese a que yo me trasladaba a vivir a la costa.

Unos días antes de ingresar a clases Anamaría y yo fuimos con nuestros padres al departamento, esos días fueron muy divertidos pese a que debimos compartir cuarto con nuestros respectivos padres pues nunca fue pensado para más de 4 personas, ya que mi familia somos cuatro pero solo viajamos tres, mi hermano se quedó en casa para salir con sus amigos. La familia de Anamaría son cinco, entre ellos está mi prima Luz que va un año detrás de mí en los estudios pese a ser un año mayor que yo, y mi primo pequeño de 15 y compinche llamado Luis, los que por cupo se quedaron en casa de los abuelos. Fueron algunos días bastante febriles preparando todo para que partiéramos el año académico de la mejor manera, pero nuestros padres debían volver a trabajar y nosotros a enfrentar nuestro propio desafío. Que les puedo decir, a ambos nos dio pena quedarnos solos ese domingo, cuando los “viejos” regresaron a sus respectivas casas, tanto los abrazos como las recomendaciones fueron numerosos.

Con Anamaría nos organizamos lo mejor que pudimos, ella estableció las reglas básicas de convivencia, tales como mantener el orden, hacer la cama antes de salir, lavar la ropa los viernes después de clases, llevar a planchar la ropa los sábados temprano, lavar los platos después de cada oportunidad de uso y que las toallas de baño no queden tiradas. Además estableció los horarios de uso del único baño en las mañanas, ella se ducharía primero, entre las 06:30 y 06:50, yo de 06:50 a 07:10, desayuno de 07:20 a 07:40 y salida a clases a las 08:00, en fin sus ancestros alemanes surgían en nuestra agenda, debo agregar que por ser menor de edad y ella casi cuatro años mayor que yo, todo lo establecido no fue negociado, más bien fue una imposición; es así que comenzamos nuestra aventura juntos.

Ese domingo nos fuimos temprano a la cama para que al día siguiente no tuviésemos problemas para acudir a la universidad, afortunadamente arquitectura e ingeniería están en la misma sede, por lo que salimos juntos, pero ya a nuestro regreso fue por separado, ella tenía su propio horario como alumna de tercero de arquitectura y yo el de un novato que ni siquiera lo tenía muy claro. Es así que no la vi en todo el día, llegué a casa con un montón de tareas y temas para estudiar, pese a que los más antiguos dicen que los primeros días supuestamente son de adaptación. Anamaría apareció al cabo de una hora con una compañera de nombre Cecilia, la cual era una chica trigueña no tan linda como mi prima, grandiosas curvas, ojos claros y la mar de simpática, ambas se pusieron a trabajar en sus asuntos, les dejé espacio en la única mesa del departamento mientras desde mi rincón cada cierto rato las miraba, pues no resistía la tentación de mirarlas, en cada breve ojeada intentaba compararlas; ambas son de edades semejantes, estatura similar, creo como de 1,68 metros, las dos con abundantes curvas, mi prima con tetas algo más grandes y cola bastante más abundante, pero ambas muy apetecibles, las dos podrían parecer hermanas si no fuera porque mi prima es de cabellos rubios de un tono dorado y Cecilia oscuros como los míos, estaba en esos momentos de ensoñación cuando:

  • Claudio deja de mirarnos y estudia o has algo útil, dijo secamente Anamaría.
  • Ehh….sí, solo estaba descansando un momento.
  • No seas dura con el pardillo, creo que solo admiraba a las más bellas de la facultad, dijo Cecilia sonriendo.
  • Que mire a chicas de su edad que nosotras estamos un poco mayores para él, dijo Anamaría.
  • ¿Las hay? Dijo Cecilia.

Continué con mis tareas intentando no mirarlas, pese a que me era casi imposible, aún no lo podía creer, estaba viviendo con la musa que ocupaba mis sueños más románticos, ¿cómo alguien podía ser tan perfecta?. Algo más tarde cenamos casi sin dejar de estudiar o trabajar y cerca de las nueve, Cecilia dijo que se marchaba pues era tarde para andar sola por la calle, yo educadamente me ofrecí a acompañarla, pero ella dijo

  • Gracias pero vivo cerca, si me voy rápido no tendré problemas
  • Insisto, dije con galanura.
  • Vamos acepta pues es más seguro, dijo mi prima
  • Bueno, si así lo quieres, acepto que este valiente caballero me acompañe para resguardar mi virtud.
  • Virtud ¿de qué?, dijo Anamaría riendo.
  • ¡Mira tú!, algo de virginidad me queda, contestó en forma jocosa
  • ¿Las orejas? Dijo Anamaría
  • Mira tú, con esa boquita aún no me convenzo que seas virgen.
  • Oye que está mi primo chico.
  • ¡Uy! perdona,…me miró y me dijo; tú olvídate de lo que dije, tu prima es casi una cualquiera, jajaja.
  • Ya lo olvidé dije sonriendo.

En realidad Cecilia vive como a seis cuadras, por lo que en menos de media hora fui y volví, durante el trayecto pude seguir contemplándola, ahora la comparé con mi novia y nuevamente con mi prima, ella y mi prima se veían mucho más voluptuosas que mi novia y eran definitivamente más cancheras que ella, pese a la realidad no me amilané en su compañía y conversé como si yo tuviese mucho más mundo del que en realidad tenía, me despedí de beso en su mejilla y la dejé en la entrada de su edificio.

Cuando regresé, mi prima ya tenía todo listo para pasar nuestra primera noche juntos, obviamente cada uno en su cama, es así que nos fuimos cada uno a su cuarto, todo con el propósito de salir temprano a la universidad. Así comenzó nuestra rutina diaria, sin inconvenientes más allá de los provocados por incluir a Cecilia en ella, esta chica era la antítesis de mi prima, revoltosa impuntual y algo desvergonzada, tanto así que le gustaba ponerme incómodo cuando por algún instante le miraba el canalillo del escote o me quedaba un poco más atrás para mirarles el cola al par de amigas.

  • Eh pardillo que mis lindos ojos están más arriba y no en mis tetas.
  • Perdón, poniéndome colorado.
  • Anamaría el pardillo de nuevo nos está mirando las tetas y la cola
  • Déjalo tranquilo que los ojos están para mirar, respondía mi prima
  • Oye dile a tu primo que nos va a gastar las tetas y cosas así.

En ocasiones le intentaba rebatir pero ella era canchera, provocativa y Anamaría solo se reía con las ocurrencias de su amiga, rara vez la llamaba al orden, pues pensaba que era inútil hacerlo, me decía que era buena amiga y le tuviese paciencia, pero ella no cejaba:

  • ¿Te fuiste atrás para mirar el culo de Anamaría?
  • No solo caminaba un poco más lento para darles privacidad
  • No nos mientas, sé que te gusta mirarnos y en especial su culo o ¿me equivoco Anamaría?
  • Cecilia déjalo en paz, mientras solo mire….

Así comenzó nuestra fluida relación, pasada ya las tres primeras semanas ya estaba acostumbrado a Cecilia y también más que ambientado a estar lejos de casa; en la facultad algunos ya me identificaban como el primo de Anamaría y amigo de Cecilia, las dos muchachas de mejor ver por esos lares. En mi recorrido por los añosos pasillos entre aula y aula algunas veces me encontraba con Anamaría o Cecilia, con ellas compartían saludos, a veces alguna gaseosa o café e incluso tiempos de almuerzo. Pronto comencé a hacer amistades e integrarme a grupos de estudio. Además, con una de mis compañeras cruzábamos algunas miradas, conversábamos en los recreos, pero nada muy comprometedor, pues sigo siendo algo tímido y retraído.

Todo marchaba muy bien, mi prima era una estupenda compañera de departamento y vivir con ella era muy grato, pero ya mi amor platónico iba cediendo a un deseo ya no tan oculto, eso de estar viviendo con una Diosa, era mucho más de lo que el decoro, las buenas costumbre y la moral cristiano occidental, podían frenar del constante acoso de mis hormonas en ebullición, además Cecilia se encargaba de que me fijara en lo buena que estaba las dos. Así que mi libido se activó como nunca, tanto que en las ocasiones que podía la rozaba, en especial en la reducida cocina que era un lugar propicio para ello, siempre por casualidad; aunque creo que mi prima notaba mis pequeñas incursiones, pero no decía nada, además que nunca fui muy osado.

Los fines de semana ellas salían con su grupo y en algunas ocasiones me llevaron para no dejarme solo triste y abandonado, en esos momentos aprovechaba de hacerme “el lindo” con Cecilia y Anamaría, pero solo la primera me tomaba algo en cuenta, de hecho bailábamos, cantábamos y hasta bebíamos a la par, pese a que yo era menor de edad, en todo caso nunca nos excedíamos, en una ocasión durante un baile, casi como en broma, con Cecilia bailamos tan pegados, que parecía como si estuviéramos en un acto sexual, todo fue tan erótico que yo terminé con una evidente erección.

  • ¡Veo que nos entusiasmamos!, exclamó Cecilia
  • Sí, me encantó el baile, reconocí
  • ¡A tu amiguito y a mí también! completó Cecilia.
  • ¡Cecilia!! No sea una zorra, mi primo es menor de edad, le dijo Anamaría a su amiga Cecilia bastante enojada.
  • Oye no es para tanto, además a él le encantó y es bueno que aprenda.
  • Pero no puedes andar calentándolo, mira como se le nota que la tiene parada. Dijo furiosa.
  • Veo que tú también te fijaste, dijo a Anamaría riéndose
  • Ehhh…. Alcanzó a decir Anamaría muda por lo evidente de lo dicho.
  • Vamos no seas tonta, no voy a violar a tu primito, lo dejaré virgen para ti jajaja.
  • Eres una bruta dijo Anamaría con algo de mejor humor

Así el tiempo transcurrió entre estudios, régimen casi militar impuesto por mi amada Anamaría y salidas en las que cada vez participaba más, siempre interactuando mayormente con Cecilia la que parecía tener una obsesión conmigo, en especial al ver que Anamaría se molestaba cada vez que ella hacía algo un poco más allá de lo correcto con un menor de edad, tanto que algunos del grupo, todos mayores que yo, le decían rompe cunas, o como está tu nuevo… pero muy nuevo novio, claro que todo manteniendo el clima festivo y dicharachero del grupo, solo que yo cada vez me dejaba guiar más por mis hormonas y los malos pensamientos, aprovechando cada oportunidad de rozar a Cecilia, pues Anamaría no de daba pié para ello.

Según mi punto de vista la rutina en nuestras vidas era casi perfecta como he mencionado, pero un acontecimiento de la naturaleza, la afectó en forma insospechada, tanto para mí, como para Anamaría, cualquiera podría haber pensado en que las hormonas de los dos juveniles cuerpos habrían superado largamente los frenos morales, o algún rapto de locura, o simplemente achacarlo al exceso de alcohol, pero no, fue simplemente la naturaleza.

Todo comenzó ya entrado el otoño cuando vino una tormenta algo anómala para la ciudad, pues estaba acompañada de intensos truenos, relámpagos y centellas, creo que nadie de mi país está acostumbrado a ese tipo de manifestaciones de la naturaleza, a no ser que haya vivido en el extranjero o en la cordillera, nosotros no éramos la excepción. En plena tormenta noté a mi prima muy nerviosa pero controlada, hasta que en un momento se cortó la luz, ya en penumbras y ambos algo asustados, decidimos irnos a la cama, pues no podíamos seguir estudiando. Al acostarme la lluvia y los estruendos de los truenos como las centellas de los relámpagos continuaban, yo intentaba conciliar el sueño para aprovechar de dormir lo más posible, pero era inútil, estaba en eso cuando siento abrir la puerta suavemente, y mencionar mi nombre por una más que nerviosa Anamaría,

  • Claudio….Claudio
  • Si Anamaría ¿qué te pasa?
  • Tengo miedo y no sé qué hacer, puedo acostarme contigo, dijo tímidamente
  • Si por supuesto ven, dado que yo dormía en la cama matrimonial de mis padres no había problema, cabíamos los dos.
  • Abrázame porfa….
  • Bueno, contesté.

Quedamos haciendo cucharitas, uno de mis brazos atrapado ente ella y yo que rozaba sus piernas al inicio de su delicioso culito y el otro rodeándola a la altura del pecho, ella levantó un brazo y tomando mi mano estrechó el abrazo, así fue como pude sentir su desbocado corazón latiendo bajo sus portentosas tetas, el contacto era mínimo, solo con la yema de mis dedos, no me atrevía a moverme, Anamaría echó su trasero hacia mí, para sentirse totalmente cubierta como envuelta por su protector primo. Pienso que todo ello fue con total inocencia, pero su suavidad, su calor y su exquisito aroma, en vez de calmarme, me comenzó a inquietar; intentaba poner mi mente en blanco, pero mis hormonas estaban potenciadas por el íntimo contacto con mi prima. Finalmente mi “amiguito” despertó pese a que yo su dueño quería dormir, comenzó a erguirse en todo su esplendor, no lo tengo inmenso, pero sus 18 centímetros debiesen haberse sentido cuando tomó posición entre los cachetes de su cola, no dijimos nada en todo el rato en que la tormenta paulatinamente disminuyo su fuerza y nos permitió finalmente dormir, al otro día cuando desperté ella ya se encontraba en la ducha, yo aún no podía creer lo que había acontecido.

Me duché rápidamente, mientras lo hacía recordaba lo vivido en la noche, por lo que me tuve que aliviar con las manos, una vez listo para desayunar, me junté con mi “ex amor platónico”, me saludó con una amplia sonrisa y una expresión como de pedir perdón por la irrupción del día anterior.

  • Hola como amaneciste Claudito.
  • Muy bien y tu,
  • Muy bien también, te pido disculpas por haberme metido en tu cama, pero la tormenta me dejó aterrada.
  • No te preocupes, te recibo sin problemas cuando tengamos otra dije sonriendo

Nada más dijimos con respecto a lo acontecido en la noche, ella no mostró ninguna actitud negativa o reproche, quedé sumamente intrigado pues debió de sentir mi verga, ya que aún no dormíamos, pero no quise ahondar en el tema, luego nos fuimos a clases continuando nuestra rutina, a la hora de almuerzo nos juntamos con Cecilia y comentamos tormenta, nuevamente Anamaría omitió todo lo referente a nuestra noche juntos.

El resto de la semana pasó casi sin novedad, o sea estudio y más estudio, hasta que el viernes por la tarde nuevamente otra tormenta asoló la costa, llegamos con las primeras gotas a casa, esta eso sí fue de las normales, mucho viento, mucha lluvia pero nada de truenos o relámpagos, de hecho no se cortó la luz, al terminar de estudiar, ambos ordenamos nuestros libros cuando ella me dijo:

  • Claudio ¿podemos dormir juntos?
  • ¿Estás con miedo? Pregunté
  • Algo, pienso que en cualquier momento pueden venir los truenos y relámpagos.
  • Tranquila, no están pronosticados, solo habrá mucho viento
  • De todas formas, estas tormentas me aterran.
  • ¿Cómo la hacías años anteriores?
  • Simplemente me quedaba en casa de Cecilia, contestó, pero ahora te tengo a ti.
  • Bueno como te dije antes, siempre tendrás un espacio en mi cama.
  • Qué bueno, gracias.
  • De nada, contesté pensando que las gracias las debería dar yo.

A diferencia de la vez anterior, ahora me preparé para la ansiada visita a mi cama, me acosté con mi pijama más delgado y dejé el espacio justo y necesario para que ella pegara su cuerpo al mío. Anamaría llegó con un pijama similar al de la otra vez, para nada sexy, muy similar al mío, dejando al aire solo las piernas y brazos pero nada más. Esbozó una cálida sonrisa, acostándose a mi lado, pidiéndome que la abrazara como la otra vez, pero la diferencia es que acomodé mi brazo que quedaría atrapado para que le pudiese tocar la maravillosa cola que se gasta, y así fue, sin ser algo descarado mi mano quedó en contacto directo con el objetivo, rápidamente la abracé, abarcando su pecho, sintiendo los enormes melones en mi antebrazo y palma de la mano, nada de presionara o intentar acariciar, pero el solo contacto con su exuberante cuerpo, hizo que mi “amiguito” nuevamente reaccionara, solo que esta vez sí hubo una respuesta que podría decir que me desconcertó.

  • Que agradable acostarse calentita y protegida para dormir, aunque creo que hay alguien que parece que está más que despierto.
  • Perdón pero…..
  • No digas nada, sé que las hormonas manda en los quinceañeros.
  • Voy para los diecisiete.
  • Te faltan seis meses aún, pero mejor durmamos, me dijo apagando la luz sin alejarse.

En esa posición y sin menguar mi erección nos dormimos de tal forma que al otro día, desperté al amanecer con mi brazo totalmente acalambrado, pero aún en contacto con la soñada cola. Me separé lentamente de ella y lo sobé para hacer circular la sangre, Anamaría seguía durmiendo plácidamente, retomé mi posición y la volví a abrazar pese a que se giró para quedar de espaldas boca arriba, entonces ella me habló:

  • Buenos días ¿cómo amaneciste?.
  • Muy bien y ¿tú?.
  • Perfecta, dormí como un lirón, pero creo que debemos levantarnos para llevar la ropa a planchar y hacer las cosas de la casa y luego estudiar antes de que salgamos en la noche.
  • Por mi está bien, pese a que mis deseos ocultos era quedarme regaloneando con ella en cama, pero solo fue un breve pensamiento.
  • Okey voy al baño, luego sigues tú, me dijo.

Nos levantemos siguiendo el procedimiento habitual, con la diferencia que al salir yo de la ducha, vi que Anamaría estaba terminando de hacer mi cama, por lo que le pregunté a que se debía tamaña atención

  • No me costaba nada pues mi cama no se deshizo, dormí calentita y protegida
  • Gracias, ahora fuera que me debo vestir
  • Uhyy que recatado.

Nos juntamos a desayunar a eso de las nueve, durante ese glorioso evento, comenzó algo que nunca soñé que sucedería, Anamaría me dijo:

  • Claudio se me ocurrió una idea.
  • ¿Cuál sería?
  • Podríamos dormir juntos todas las noches si no te molesta.
  • No me molestaría pero ¿cuál es el motivo para plantear esto? Pregunté sorprendido del todo
  • Estuve pensando y me di cuenta que si dormimos juntos yo no tendré más miedo. Asimismo, dormiría calentita gastando menos calefacción, tendremos que hacer solo una cama y lavar solo un juego de sábanas, lo que es más económico y menos trabajo.
  • Por mi no hay problemas siempre que sea en mi cama pues la tuya es muy chica dije sonriendo de oreja a oreja.
  • Por supuesto, en la mía creo que no podrías dormir ni tú ni tu “amiguito” dijo riéndose por su ocurrencia y recordando la sorpresa que se llevó.

Ese sábado salimos como de costumbre, ella conoció a un tipo de otra universidad que además de apuesto se veía simpático, Cecilia nuevamente me entretuvo con sus bailes y locuras, ya que yo era el único voluntario que no se cansó de bailar con ella, que parece más un trompo que un ser humano, que manera de gustarle bailar. Cerca de la media noche, me dice que está cansada y que al otro día debe hacer un trabajo, por lo que debemos marcharnos, le dice lo mismo a Anamaría, pero ella le contesta que se quedará con su pretendiente un poco más, que él la irá a dejar, cosa que no me gustó, pues sentí unos celos tremendos pero no tenía nada que hacer.

Fui con Cecilia, tomados de la mano como casi novios, las puyas de sus amigos y conocidos no se hicieron esperar, caminamos las casi diez cuadras del lugar a su casa, lo que nos tomó cerca de media hora a paso cansino, fuimos conversando de lo bien que lo había pasado conmigo, que bailo muy bien y otras alabanzas que me subían el ego. Llegado a la entrada de su edificio me dijo que la acompañara hasta su puerta, cosa extraña pues nunca había subido a la puerta de su apartamento, pero no puedo negarme a una de mis Diosas, subimos al ascensor pero ella apretó el botón de su piso y del último piso, apenas se cerró la puerta me dio un tremendo beso donde su lengua buscó hasta mis amígdalas.

  • ¿Te gustó?
  • Me encantó pero ¿a qué se debe?
  • A que estás como un yogurín, yo estoy algo alegre y muy necesitada, llevo seis mese sin tener algo con alguien.
  • Pero …alcancé a decir cuando ella nuevamente me besa con gran fogosidad

Acto seguido la abracé y estreché, se abrió la puerta del ascensor en su piso, no nos bajamos hasta llegar al último piso, me sacó del ascensor y cogiéndome la mano, subimos las escalas que conducen a la sala de máquinas del ascensor, no sabía que tramaba realmente pero todo se develo cuando me dijo:

  • Aquí podemos estar tranquilos ya que no hay cámaras y en mi casa están mis padres.
  • Cecili…alcancé a decir cuando nuevamente me besa.

En esta nueva acometida de Cecilia ya no me limité a abrazarla, simplemente le cogí el encantador culito con mis manos y la apreté contra mi ya erecta verga, su pasión casi me desbordaba, yo la acariciaba con ansias, comenzando a aventurar mis manos por todo su cuerpo al igual que ella lo hacía conmigo, En un momento comenzó a desabotonar mi camisa y besarme el cuello, yo hice algo parecido subiendo su blusa hasta dejar descubierto su sujetador, bajé mi cabeza para sentir sus prodigiosas tetas en mi cara y succionar sus pezones escondidos bajo la tela, ella gemía y suspiraba, yo me encontraba en una vorágine de caricias y sensaciones nuevas, Cecilia que dada su experiencia llevaba la batuta en todo, sacó mi verga de su encierro exclamando:

  • ¡Mmmm!!!!... yo sabía que la tenías grande, la había sentido y ahora lo confirmo. Métemela.
  • No tengo condones
  • No son necesarios, tomo la píldora y no he tenido sexo después de mi último control donde me encontraron sanita, dijo agarrándola e iniciando un suave pajeo.
  • Nunca lo he hecho.
  • Ya lo suponía, pero si lo hacemos con calma aprenderás, creo que tienes potencial.

Le saqué las tetas de su sujetador y comencé a lamerlas y chuparlas junto con acariciarle el aguado coñito, todo ello más por instinto que por conocimiento, ella corrió sus braguitas para sentir mejor mis caricias, pronto me dijo:

  • Métemela, quiero sentirla adentro.
  • Bueno pero como lo hacemos
  • Sácame las bragas y baja un peldaño y te pones detrás mío mientras me sujeto de los pasamanos de la escala.

Así lo hice, dada la diferencia de estatura mi verga quedó muy bien ubicada para meterla en su coño, no tenía que flectar las piernas ni nada, la tomé de las caderas y de un solo golpe se la mandé a guardar, ella me dijo

  • No sea tan bruto, casi me partes, comienza suave y mete un dedo en mi clítoris ya que en esta posición no tiene tan buen contacto con tu verga.
  • ¿Así Cecilia?
  • Sí y si quieres puedes acariciar mi tetas y cola mientras te mueves acompasadamente.
  • ¿Así?, volví a preguntar.
  • ¡Mmmm!!!, sí,  sí…..¡ahhhh!

El instinto y las indicaciones de mi querida Cecilia que en esos instantes me desvirgaba, hicieron que al poco rato ella se corriera entre callados gemidos y profundos suspiros, yo no sé por qué no me corrí, pese a lo cerca que llegué, tal vez haya sido por la paja realizada en la ducha durante la mañana, en realidad no lo sé, pero no me había corrido, por lo que seguí dándole, pero ella se salió diciendo:

  • Ya no puedo más, me corrí como una puta, espera que ya me encargo dijo sentándose en el rellano superior de la escala y acercándose a mi erecta verga se la  metió en la boca, creí desmayar, nunca alguien había hecho algo así conmigo,
  • ¡Mmmm!....¡ahhh!!!....ahora era yo el que gemía de placer por la maravillosa mamada que me daba mi amante Cecilia.
  • Te gusta dijo interrumpiéndola brevemente.
  • Me encanta, sigue que estoy muy cerca.
  • Cuando te corras la quiero en las tetas me dijo avísame y así fue.
  • Cecilia me corro….mmmm me corro.

Mi leche bastante abundante pese a la paja matutina le bañó ambas tetas y la mano, ella se comenzó a limpiar con la mano y la boca, la visión era la mar de erótica; una vez terminado su aseo se levantó y me dio un gran beso, sintiendo por primera vez el sabor de mi propia leche.

  • Estuvo muy bueno dijo pero debemos irnos a dormir, cuidado al regreso a casa y de esto ni una palabra a nadie, si no, no se repetirá, entendido
  • Sí fue mi lacónica respuesta, ambos tomamos el ascensor ella a su piso y yo a la salida

Segunda Parte.

Llegué a casa, Anamaría aún no llegaba, me acosté recordando lo sucedido, aún no podía creer que había perdido mi virginidad con una diosa, fue algo maravilloso, pero una fracción de segundos antes de dormir, me acordé de Anamaría y volví a sentir esos celos inexplicables, pero nada podía hacer, estaba en eso cuando siento la puerta y la escucho despedirse del tipo que había conocido, el pretendió entrar pero ella lo rechazó, lo cual me alegró y así me dormí en la mejor noche de mi vida a la fecha. No sentí cuando ella finalmente se acostó a mi lado, solo me percaté de ello cuando al amanecer la sentí pegada a mí, dejé pasar el rato, la abracé colocando mi mano por debajo de una de sus tetas sintiéndola en la parte superior del dorso, pese a mis andanzas nocturnas con Cecilia, mi verga volvió a crecer hasta su máxima expresión tocándole la cadera, ella se giró hasta poner su cola hacia mí, si bien eso me descolocó, más aún cuando dijo

  • Abrázame
  • ¿Estás despierta? dije en voz baja pese a lo obvio de la respuesta
  • Sí, abrázame

Me giré y pegando mi verga a su cola la abracé, colocando nuevamente mi brazo libre sobre su pecho, ella se acomodó dejando la punta de mi amiguito entre los cachetes de su cola y tomando mí mano la pegó contra sus tetas, mi calentura se exacerbó pero no me atreví a nada más, siguió durmiendo otro rato más.

Ese domingo lo pasamos muy relajados pues teníamos poco estudio, pero de pronto llegaron visitas inesperadas, llegaron mis padres sin avisar cerca del medio día por lo que nos invitaron a almorzar. Afortunadamente ya nos habíamos levantado y teníamos todo en orden, si no, ¿no sé qué hubiese pasado?, pese a que nunca habíamos hecho nada. En la tarde mis padres se fueron diciéndome que no los olvidara, que fuera a verlos y todo lo que dicen los padres, en un momento mi papá me llama a un lado y me dice:

  • ¿Qué tal te va con las chicas?
  • No tan mal, tengo un par de prospectos sin decirle que ya no era virgen.
  • Bien, sigue así y no olvides lo que conversamos hace ya algún tiempo, al igual que los jugadores de futbol en la cancha, siempre debes jugar con la camiseta puesta y me entrega una gran caja de condones.
  • Gracias papá, respondí algo colorado y estuve a punto de decir que ya era tarde.

La semana que se iniciaba fue más de la misma rutina con la diferencia en que ahora solo teníamos que hacer una sola cama, eso sí que mi libido estaba en permanente ebullición, tenía que pajearme una vez al día, así y todo siempre cuando me acostaba con Anamaría, mi verga estaba tiesa como una barra de acero, ella ya casi lo tenía como un hecho de la causa y no le molestaba, esto me quedó claro cuando dijo:

  • Uhmmm, veo que nuevamente nuestro amiguito nos viene a acompañar, ¿no se te cansa?
  • Perdón pero reacciona solo.
  • ¿En serio?
  • Sí, cada vez que te siento cerca.
  • Tal vez debiésemos dormir separados.
  • No estoy bien a mi no me molesta, en algún momento se aquieta.
  • Bueno si no te molesta a mi tampoco, abrázame y a dormir.

El dialogo fue alucinante, no podía creer que mi adorada Anamaría se sintiera cómoda con mi verga pegada a su maravilloso culo, ni en mis mejores sueños lo hubiese imaginado. La abracé y con toda propiedad le puse mi verga en su culo, debo confesar que me dormí a los pocos minutos, lo atribuyo al cansancio tanto mental como físico de estar estudiando tanto.

El viernes siguiente nuevamente salimos, pero ahora al grupo se unió el tipo que Anamaría había conocido en fin de semana pasado, la situación me reventaba, pero no podía hacer nada para evitarla. Cecilia continuó con su rutina de calentarme pero en esta oportunidad había invitado a una compañera de ella a su casa a dormir, por lo que solo las pude acompañar hasta la puerta de su apartamento, obviamente sin repetir el numerito del ascensor, ¡que rabia! Llegué a mi casa a eso de las dos de la madrugada y me fui a colocar el pijama, mientras estaba en eso sentí la puerta, Anamaría llegaba más tarde de lo que acostumbraba, cosa de por sí rara en mi adorado tormento, sentí como el tipo entraba con ella, pese a que mi Anamaría le decía que era tarde que mejor se fuera.

  • Por favor vete a tu casa que quiero dormir.
  • Podemos hacerlo juntos.
  • No, recién te conozco y mi primo está en casa.
  • No seas tonta déjame hacerte feliz.
  • Deja de toquetearme y vete a casa, no seas pesado.
  • Pero no seas mojigata hazme aun que sea una mamada.
  • Estás loco déjame.
  • Vamos que te cuesta, no seas una calienta vergas.
  • No insistas, no quiero, vete a casa otro día conversamos.
  • No quiero conversar quiero follar.
  • Yo no, cálmate y sigamos conociéndonos.
  • Vamos solo te estoy pidiendo una mamada.
  • Déjala tranquila y vete dije entrando a la sala e interrumpiendo el forzado dialogo.
  • Qué te metes niñato, déjame con la zorrita de tu prima.

Avancé con decisión y lo separé de mi prima, él me tiró un golpe que cayó en el vacío pues estaba algo bebido y aparentemente nunca había estado en una pelea, pero yo sí, y sin dármelas de matón le dije.

  • No seas estúpido y vete.
  • Cabrón de #$&/)@&% me respondió empujándome.
  • Es mejor que te vayas
  • ¿Qué me vas a hacer maricón…Q%#&/”?.....

Cabe destacar que si bien yo era mucho menor, él era un alfeñique de algo así de 1,72 y 64 kilos, sin considerar que yo contaba con amplia experiencia en peleas, pues toda mi vida escolar tuve que de defenderme a golpes de mis compañeros. Mi reacción fue muy rápida pues estaba preparado para pelear, le acerté un puñetazo en la nariz que escandalosamente saltó en sangre haciéndolo caer de culo, el se levanto bastante desorientado y a base de empujones lo saqué hasta el ascensor enviándolo a la salida, volví a entrar llamando al conserje diciéndole que el tipo ensangrentado era persona non grata en el edificio.

Hecho lo anterior me fijé que mi Anamaría lloraba y temblaba como una hoja en un vendaval, la abracé e intenté calmarla, siguió llorando en mi hombro intentando explicarme que nunca pensó que el tipejo se comportaría así, que solo había tonteado al calor de unos tragos, pero no esperaba que él se transformara de ser un chico bueno a un energúmeno, luego de un rato ya sin saber que más decirle solté:

  • Anamaría corazón, siempre me tendrás a mí para protegerte y amarte, olvídate del estúpido
  • Claudio que….alcanzó a decir cuando la besé en los labios, nada violento o lascivo, fue todo ternura.

Tal fue la sorpresa que no me rechazó ni intentó escapar de mis brazos, paulatinamente se calmó y la dejé de besar, casi no hablamos y le dije que nos fuéramos a acostar, una vez en la cama ella a diferencia de los días anteriores se giró para enfrentarme y decirme:

  • ¿Qué fue eso?
  • ¿Qué cosa?
  • El beso que me diste.
  • Un beso… para que… te calmaras
  • Fue más que un beso para calmarme.
  • Es porque te quiero y no me gusta que sufras, siempre te amaré, dije revelando mi más profundo secreto.
  • ¿Me amas?
  • Sí, desde siempre
  • ¿Cómo me amas?
  • ¿Cómo es eso de cómo me amas?
  • Hay diferentes amores, de padres, de hermanos de amantes.
  • Para mi es amor, aterrado de que me rechazara.

En el tiempo que pasa un ángel volando me acerqué y la besé abrazándola sin aclararle algo que yo aún no tenía claro, ella se dejó llevar y metí mi lengua en su boca contactándola con la suya, fue como un shock eléctrico, habrán sido solo algunos segundos cuando ella separándose me dijo:

  • Es mejor dormir y se giró, buenas noches.
  • Buenas noches respondí.

La abracé, pero yo quería más de sus besos, comencé a darle besitos en su cuello, me pegué a ella haciéndola sentir toda mi hombría en su cola, por primera vez se la restregué sin miramientos ella volteó su cara sin girar el cuerpo y me besó, ahora subí una mano para tomar una de sus tetas por sobre el pijama, ella suspiró siguiendo con el intercambio de caricias, en un momento de máxima calentura metí mi mano libre por bajo de la chaquetilla del pijama y tomé su teta con suavidad pero sin titubear, comencé a acariciarle el pezón.

  • Hay que dormir repitió dejando de besarme.
  • Está bien, dije yo para no caer en el error del tipo, dejé de puntear su cola y saqué mi mano de su teta.
  • Me puedes abrazar pero como siempre, me dijo dulcemente
  • Buenas noches corazón, le dije haciendo lo solicitado
  • Buenas noches mi salvador.

Un nuevo amanecer llegó y como de costumbre ya que ella debe tener un pariente perezoso, miré a mi bella prima que dormía relajadamente a mi lado, que belleza más sin igual, decidí abrazarla y sentir su tibieza, estaba en el limbo, mi verga volvió a despertar junto con mi Anamaría.

  • Buenos días, percibo que también despertarte.
  • Si corazón, contesté
  • Claudio tenemos que hablar, dijo seriamente.
  • ¿Qué quieres decirme? Dije sintiendo una gran congoja en el corazón.
  • Somos primos y lo que sucedió anoche no debió pasar nunca, además yo soy mayor de edad y tú no. No podemos continuar con lo que no sé como partió.
  • Pero yo te amo.
  • Ay Claudio, yo también te quiero y de alguna forma tengo sentimientos especiales hacia ti, no sé si calificarlos de amor, pues nunca he sentido algo así antes, pero no podemos seguir, ¿me entiendes?
  • Si te entiendo pero ¿como los voy a borrar?
  • No lo sé, pero te propongo algo.
  • ¿Qué? dije intentando aferrarme a cualquier cosa
  • Si para cuando cumplas los dieciocho años seguimos sintiendo lo mismo, te prometo ser tu novia digan lo que digan.
  • Pero faltan casi un año y medio.
  • Es lo que puedo prometer
  • Está bien acepto.

Nuestra rutina continuó como si el evento que destapó nuestros sentimientos nunca hubiese pasado, yo continué viviendo mi rutina y ella la suya, el tipejo nunca volvió, continué teniendo sexo con Cecilia cuando a ella le apetecía, siempre en el acceso a la maquinaria del ascensor de su edificio. Asimismo mantenía un noviazgo a distancia con Karla, creo que todo cambió cuando llegaron las vacaciones de mitad de año, gracias a Dios que por fin llegaron estábamos reventados, ambos podíamos y debíamos volver por unos días a nuestras casas, la separación para mí fue traumática y creo que para Anamaría también, ella me dijo que era mejor no vernos cuando estuviésemos en nuestra ciudad natal, para que nuestros padres viesen que todo estaba normal.

  • Si así lo quieres así será, pero te extrañaré fue mi triste respuesta
  • Así es mejor, para nadie es extraño que no nos veamos por un par de semanas, si lo sería si partimos viéndonos a cada rato.
  • Ni siquiera un día.
  • Solo si se da la ocasión.

Ese fue el triste inicio de mis vacaciones, intenté olvidarla y pese a estar esos días saliendo con Karla, no podía olvidar todo lo que era Anamaría para mí. Claro que Karla mi novia era un gran distractor para intentar superar mi nostalgia, y por qué no decirlo también la pena, pero por muy buena y dulce que era, no era mi Anamaría. Así y todo Karla hacía todo lo posible para acaparar mi tiempo y alégrame la vida, tanto que pasado unos días después de su cumpleaños número dieciséis, me entregó su virginidad.

Fue una tarde en su cuarto, Karla se encontraban a solas conmigo ya que sus padres trabajaban y tenían absoluta confianza en ella y ¡por qué no tenerla!, pues ella tiene una actitud responsable y sin duda es una bella persona en todos los aspectos de su vida. Volviendo al relato debo decir que fuimos a su cuarto y se tendió en la cama con gran expectación; la comencé a besar tiernamente y repartí caricias por todo su cuerpo con el propósito de calentarla, apliqué todo lo aprendido con Cecilia, debo señalar que yo ya no necesitaba subir mi temperatura, estaba que me quemaba solo. Comencé a desnudarla con delicadeza, sabía que su delgado cuerpo tenía lindas y definidas curvas, no era voluptuosa pero tenía un lindo cuerpo, mis caricias se hicieron cada vez más intensas, cuando sentí los primeros suspiros, comencé a chupar sus lindas y paraditas tetas junto con comenzar a “dedearla” con una mano, recorrí los labios mayores, los menores y su clítoris. Karla comenzó a gemir como nunca en su vida, pese a lo nerviosa que estaba por perder su virginidad ella cooperaba y se entregaba con una sonrisa que adornaba su angelical cara. Iniciamos una sucesión de tórridos besos en la boca y acaparé sus tetas con mis dos manos, todo ello le causaban sumo placer; con afiebrada calentura bajé al entrepiernas de Karla y recorrí la adorable conchita con minuciosa delicadeza, pronto me di cuenta que Karla estaba al borde de correrse, por lo que comencé a besar y chupar su clítoris, produciendo la magia de un silencioso orgasmo. Karla me tomó la cabeza y se la hundió en su conchita casi con desesperación, su corrida fue apoteósica, en mi vida nunca me había sentido tanta ansiedad, su coñito derrochaba fluido vaginal y palpitaba por dentro llamando a ser penetrado.

Me levanté cubrí mi tiesa verga con un condón y la puse en su entrada vaginal, continué  diciéndole palabras dulces y cariñosas, mientras le fui hundiendo toda mi masculinidad entre las piernas, acción que hizo que Karla por primera vez gimiera en voz alta y me pidiera casi con desesperación que se la metiera de una sola vez. Obedecí hasta llegar a lo más profundo de su vagina, dio un pequeño gemido de dolor que luego se confundió con sus suspiros y gemidos de placer, comenzamos un suave y acompasado mete saca. Pasado varios minutos Karla y yo comenzamos a mostrar signos del inminente orgasmo que nos asaltaba, en eso Karla comenzó a decirme en voz alta:

  • ¡Sigue!!!… sigue que me… que me… ¡corro!!
  • Yo también estoy que me corro tesoro, aguanta un poquito, le dije, sintiendo los espasmódicos movimientos de la vagina de Karla.
  • Ahhh, ahhh, me coorrro, ahhh decíamos los dos confundiendo nuestras voces en un esperado orgasmo.

Descargué mi simiente en profusos chorros llenando el condón en la palpitante conchita de mi novia, la cual estaba tocando el cielo por su gran orgasmo seguido de una prolongada sucesión de réplicas. Ambos quedamos laxos en la cama, saqué mi verga la que estaba reduciéndose rápidamente con claros signos de la perdida virginidad de Karla, me saqué el condón y con cuidado lo dejé en el velador sobre una servilleta.

  • Mira como quedó el abrigo de tu amiguito dijo Karla señalando el condón, ¿eso es sangre?
  • Creo que sí, pero por lo que sé, no es nada grave.
  • Si de hecho no me dolió mucho, algo…. solo al principio y ¿a ti te gustó?
  • Si corazón, como espero que a ti también
  • ¡Me encantó fue maravilloso!
  • Ay la sangre del condón traspasó la servilleta de papel
  • No es problema dije con seguridad, se puede limpiar, pero ¿Cómo estás tú? ¿te encuentras adolorida ahora?
  • Feliz, algo adolorida, dijo con algo de candor, pero muy feliz.

El resto de vacaciones continuamos follando como conejos en primavera, siempre con la camiseta puesta como me dijo mi padre, pero en algún momento de calma me venían los recuerdos y nostalgia por mi prima, ya deseaba volver a  nuestro nuevo semestre académico, no necesariamente para estudiar, pues solo quería verla. El último día de vacaciones a diferencia del síndrome de vuelta a clases que toda mi vida escolar sufrí, ahora sentía las mariposas en mi estómago por el inminente reencuentro con mi adorada prima.

En la estación de buses nos juntamos saludándonos cordialmente, nuestros respectivos padres nos dijeron que nos cuidáramos y estudiásemos mucho pues faltaba poco para terminar el agotador año, nos sentamos juntos, ella en la ventanilla y yo en el corredor, conversamos que habíamos hecho durante el receso, que como estaba su hermana y todo lo que ustedes se puedan imaginar hasta que no pude más y le tomé la mano plantándole un tierno beso en los labios, ella quedó un momento paralizada, pero luego respondió el beso y sin retirar la mano me dijo:

  • No es lo que hablamos pero lo deseaba.
  • Te extrañé, no sabes cuanto
  • Yo también, pero no me pareció adecuado llamarte para salir
  • Me pasó lo mismo.
  • ¡Ay Claudito! ¿qué vamos a hacer?
  • Vivir y ver que pasa

Llegamos al departamento a arreglar todo y desempacar, como a los diez minutos llegó Cecilia a conversar con nosotros y a acosarme en cada instante que quedábamos solos, yo comencé a sentirme mal, pues Anamaría podría descubrirnos, y eso pasó, en un momento en que Cecilia pensaba que estábamos solos, me toma de la cara y me da un tremendo beso con lengua, el que intenté evitar pero no tenía lugar para escapar.

  • Deja tranquilo a mi primito que es menor de edad dijo con un tono serio Anamaría
  • Es que es tan tierno que dan ganas de comerlo.
  • No lo harás, tú eres adulta y él si bien es mi primo lindo, no debes hacerle nada, si no te denunciaré a la policía, dijo en un tono entre reto y guasa, guardando las apariencias y no demostrar su real sentir.
  • Eres como el perro del hortelano, no comes tú, ni dejas de comer al amo, dijo Cecilia entre risas.
  • No pensarás que me lo “comeré” dijo haciendo el ademán de las comillas.
  • Pero este hueso está disponible para que lo devoren, dije con una sonora carcajada en la cual las dos participaron.

Cenamos algo rápido los tres y la fui a dejar a su casa, subimos al último piso y nos dimos un morreo de padre y señor mío, aun que breve, pues tenía que volver ya que sabía que Anamaría tomaría el tiempo para mi regreso

  • No sabes lo que deseo que me partas con tu amiguito dijo Cecilia con voz caliente
  • Y yo de partirte y que me enseñes otras cosas, pero debo de regresar, ya tendremos tiempo

Regresé lo más rápido posible sin llegar a sudar o que mi respiración se agitara, pues solo sé que las mujeres son celosas y tienen su intuición muy desarrollada, subí al departamento y Anamaría me dice:

  • ¿Por qué te demoraste tanto?
  • ¿Pero qué tanto?, además tuve que saludar a la familia de Cecilia, que por lo demás te manda saludos, dije mintiendo descaradamente, pues recuerdo solo haberles dicho hola y que estén bien, algo así de 10 segundos en todo.
  • No sabes lo celosa que me pone que te ande toqueteando y besando, dijo reconociendo sus celos por primera vez.
  • Y ella lo sabe, por eso lo hace, dije riendo acercándome a ella para abrazarla.

Nos besamos y por primera vez le agarré su cola con las dos manos atrayéndola a mí, ella intentó separarla pero no lo permití, seguí besándola hasta que por fin abrió su boca para recibir mi lengua y jugar con ella, intercambiamos nuestra saliva por largo rato, abandonando su culo subí mis manos, acariciándola toda hasta llegar a sus apetitosas tetas, no hubo oposición me hizo el ademán para que nos sentáramos e intentó razonar conmigo

  • Ay amorcito sabes que no podemos, tratándome de amor por primera vez si mal no recuerdo.
  • Lo sé pero no resisto el deseo de tenerte en mis brazos, respondí y volví a besarla.

Nuestras pasiones nublaban rápidamente nuestro raciocinio, volví a acariciar las tetas de mi prima, actividad que para mí es una fijación digna de Freud, pero soy así, todo lo hacía con renovada ansiedad hasta que logré sacarlas por primera vez a la luz, eran preciosas de un blanco cercano al marfil, grandes redondas coronadas por unos pezones rosado claro, comencé a chuparlas y lamerla como si fueran maná del cielo, ella solo atinó a decir:

  • Me da vergüenza que hagas esto.
  • Pero corazón, me encanta y por lo que suspiras creo que a ti también.
  • Igual me da vergüenza que me las mires y las comas como lo estás haciendo.
  • Cierra los ojos y déjate llevar.
  • Si cierro los ojos me violas dijo sonrisa que fue interrumpida cuando posé mi mano en su Monte de Venus…¡Mmmm!! Alto…alto. Parece que te gusto mucho, demasiado diría yo, pero debemos detenernos si no, no podré resistirme más.
  • Eso es lo que quiero
  • Yo también pero no podemos.
  • Bueno, dije dejando de mamar de aquellas portentosas ubres.
  • Vamos a la cama que mañana debemos de ir a clases,….pensándolo bien, tal vez deberíamos dormir cada uno en su cama
  • No, por favor te quiero a mi lado, prometo portarme bien.
  • Pero te portas muy bien, no quiero sentir a tu “amiguito” pasear por mi cola.
  • Lo prometo si me dejas chuparte las tetas antes de dormir.
  • No so fresco, así solo tendremos camas separadas dijo divertida

Nos acostamos, yo estaba desesperadamente caliente pero cumplí mi promesa, mantuve mi distancia, sumado al cansancio de la jornada nos hizo que durmiéramos como un lirón. Al amanecer desperté con la acostumbrada alarma de mi despertador, miré al lado y vi a Anamaría desperezándose al mismo tiempo que me miraba con cara de pregunta:

  • ¿Qué hora es?, me preguntó con modorra.
  • ¡Son las  06:45!! creo que te quedaste dormida corazón, debemos de ir a ducharnos los dos juntos y si alcanzamos, hacemos la cama, dije aportando una solución a la urgencia por la hora.
  • ¡Ay olvidé el poner mi despertador, sí debemos apurarnos!
  • Sí, te lo dije, ¡vamos rápido!!

Nos levantamos como los bomberos, casi sin pensar entramos los dos al baño. Ella se sentó a orinar ganándome el quién vive, abrí la ducha para que el agua caliente circulara, luego oriné yo, para cuando terminé, vi a mi ángel por primera vez totalmente desnuda, fue tal mi impresión que quedé mudo y mi verga creciendo rápidamente.

  • Entra rápido para que lleguemos a tiempo
  • Sí, voy dije sin dejar de mirarla completamente, pensaba ¡por primera vez desnuda!

Comencé ofreciéndome a jabonarle la espalda pero ella se negó, dijo que nada de entretenerse, los roces de mi verga fueron inevitables, tanto que ella en un momento la tomó con una mano y me dijo

  • Puedes mantenerla alejada de mi cola, ya veo que me violas, me estremecí por la tremenda sorpresa, mi verga quedó aún más dura
  • No te violaré pero no puedo evitar estar así viendo tanta maravilla.
  • ¡Ay no digas esas cosas que me da vergüenza!

Nos secamos tan rápido como nos levantamos, desayunamos casi corriendo y prácticamente no tuve tiempo para pensar lo bella que se veía desnuda, las clases se reiniciaron con los típicos reencuentros y saludos, casi no vi a mis musas, ellas estaban atareadas al igual que yo, en la tarde, me encontré con mi prima en casa y me dice que tenemos que hablar:

  • ¿Qué quieres decirme le contesto?
  • Mira corazón, te quiero y tal vez te ame, cosa que nunca pensé que podría suceder, estos meses han sido muy especiales para mí, pero somos primos, además hay un par de variables que influyen en esta ecuación.
  • ¿Cuáles?
  • Tu novia, que es de tu edad y Cecilia que anda loquita por ti, no sé que le hiciste, incluso se ha vuelto una santa.
  • Puedo terminar con mi novia y mantenerme alejado de Cecilia.
  • No quiero eso, lo estuve pensando y tu novia debe permanecer en la ecuación como una constante, así nadie verá lo nuestro, aún cuando lo nuestro no sea nada aún.
  • Pero tenemos algo, tal vez no como yo quiero, pero tenemos algo.
  • Sí, pero no debemos mostrarlo al mundo y menos a nuestros padres, ya sabes la diferencia de edad y el parentesco es algo tabú, si lo descubren nos separarán, te lo aseguro.
  • Tienes razón, pero que haremos con Cecilia.
  • Con la zorra de mi amiga mmm,…también lo he pensado, ella está loca por probarte, lleva más de seis meses de abstinencia, pues antes, su comportamiento era de casi una ninfómana, se tiraba a cualquier hombre que le gustaba. Para ella el sexo era “sin Dios ni Ley”, pero se agarró una gonorrea que la tuvo que tratar por mucho tiempo.
  • ¿Qué la pringaron?
  • Si, por loca; su sufrimiento y los retos de sus padres le enseñó. Ahora su comportamiento raya en la santidad, pero después de tanto tiempo ya le está “picando el chochito” y me confesó que está que muere por devorarte.
  • ¿Y tú qué piensas de eso?
  • Que debes darle hasta que ambos se agoten, así tú ya no me acosaras, y ella calmará sus calenturas. Si lo nuestro sobrevive a eso, tal vez podamos tener algo en el futuro, de no sobrevivir, tanto tú como ella, mantendrán una saludable vida sexual sin dañar a nadie, lo único que te pido es que le exijas a ella la exclusividad.
  • ¿Crees que lo aceptará?
  • Yo creo que sí, pues yo les daría tiempo para que lo hagan aquí, tantas veces como les sea necesario, no dudo que acepte.

Quedé perplejo con el elaborado razonamiento casi científico de mi prima, más parecía ser del señor Spock de Star Trek que de una mujer ¿enamorada?, me quedé meditando largo rato y soñando en que algún día seré el hombre de mi prima. Algo más tarde llegó Cecilia a estudiar con Anamaría, yo tuve que ir a hacer un trabajo con una compañera de curso con la que hicimos dupla para tal efecto,…por si lo piensan,  efectivamente es la chica con que nos miramos y “flirteamos”, pero les aseguro que nos juntamos a trabajar, a mi regreso me encontré con Cecilia y Anamaría las que luego de saludarme me dijeron:

  • Está todo arreglado, y Cecilia acepta las condiciones.
  • ¿Qué condiciones?
  • La exclusividad
  • ¿En serio hablaron?
  • Sí, y acepté que seas mi única pareja sexual, incluso acepté que te folles a tu noviecita cuando venga, a cambio me debes dar duro todos los días que yo lo desee.
  • O sea seré un “boy toy”.
  • Sí, tómalo o déjalo.
  • Cecilia creo que estas realmente loca, pero no me puedo quejar, me encantaría iniciarme contigo, dije aparentando ser aún virgen
  • Entonces que esperamos vamos a tu cuarto, que ya terminamos de estudiar con Anamaría.
  • Ok vamos, dije mirando la cara de mi prima, la que reflejaba algo así como pena y enojo, pero no dijo nada.

No lo podía creer, Cecilia me arrastró a mi cuarto, donde me acerqué dándole besitos por el cuello mientras mis manos dibujaban su silueta con inusitada pasión, ella me acariciaba con desesperación y me decía cuanto quería que se la metiera, en especial deseaba que le comiera el coño y que le gustaban todas mis caricias, ella comenzó rápidamente a sacarme la ropa casi a tirones, en toda esta pasión desenfrenada recordaba que Anamaría estaba solo a pasos de mí, pero ella había puesto las condiciones y yo las cumpliría:

  • Lámeme y chúpame toda.
  • Te gusta “zorrita”, te gusta que te chupe toda, le decía mientras tomaba sus grandes tetas y las sobaba con pasión.
  • Sácalas y toma mis tetas con las manos, acarícialas, amásalas y estrújalas sin parar de besarme, me decía con una voz que denotaba una calentura extrema. Chúpame los pezones, acarícialos con tu lengua…que rico, no pares, no sabes cuánto deseaba que me hagas feliz, me decía, las vacaciones fueron muy largas.
  • Sí, pero ya estoy aquí, sácame la verga de su encierro, le dije sin dejar de acariciarla y sobándole su culito, suave y duro. ¿Te gusta mi verga?, le pregunté una vez que la tenía en la mano.
  • Si está muy buena, no he dejado de pensar en ella desde que me la metiste,  quiero que me la metas nuevamente.
  • Calma chúpame un poco que me encanta tus labios en ella;…mantenla siempre húmeda y yo haré lo mismo con tu conchita.
  • Mmmmm cochino quieres un 69, ¿Dónde aprendiste eso?
  • Con mi noviecita, ahora sácate toda la ropa, ayúdame.
  • Bien, dijo sin dejar de tener mi verga en sus manos

Comencé a pasar mi lengua con suavidad por su coño, torturándole con esmero su clítoris, le lamía todo su depilado Monte de Venus que se notaba hirviendo con mis caricias. Amasaba sus tetas y perillaba sus pezones con pasión, ella gemía e intentaba mamar mi verga, pero su placer y deseo incontenible le impedía hacer un buen trabajo, pero con persistencia siempre volvía a la carga, ella jadeaba con fuerza intentando tomar aire cada vez más rápido, lo que junto con sus gemidos me anunciaba su inminente corrida, de pronto comenzó a gritarme en forma desenfrenada:

  • ¡Métemela, me coorroo…métemela por piedad, me coorrooo!!!!!
  • No tan alto, Anamaría nos puede escuchar.
  • Que nos escuche la mojigata, ella se pierde esta maravilla.
  • Oye que es mi prima y nos permite estar juntos.
  • Es una tonta que debería aprovecharte, pero mejor para mí que lo sea, mmmm ¡ayyy!.... ¡me corro….me corrooo!!!

Cecilia, la caliente amiga de mi amor tuvo su primera corrida, su bulliciosa primera corrida en el departamento a solo pasos de mi Anamaría; derrumbándose sobre mí sin dejar de tener mi verga en su mano. Estuvimos un buen rato con caricias esperando que se recuperara, alargando los juegos previos hasta estar seguro que el segundo asalto fuese inolvidable, finalmente me exigió que la penetrara, abriendo las piernas dejando vía libre a mi verga para que asaltara su depilado coño, me puse frente a ella y comencé a penetrarla suave pero continuamente, ni siquiera sentí cuando se abrió la puerta de mi habitación, solo me di cuenta cuando un reflejo en la ventana me dio en la vista, miré y vi a Anamaría espiándonos, el morbo que sentí hizo que profundizara mis estocadas mientras pensaba que a la que penetraba era mi prima y no su amiga del alma, con cada empellón deseaba llegar hasta mis cojones deseando algo que veía imposible, la realidad era que solo estaba el maravillosos coño de Cecilia.

  • ¿Estás bien? la pregunté a Cecilia mientras miraba de reojo a Anamaría
  • Si está muy bueno, siiigueee me contestó en voz baja esta vez.

Continué con el mete saca mientras la besaba e intercambiamos nuestras lenguas, sentía como sus trémulas carnes vibraban, tal como lo hace un volcán previo a una erupción, sentía sus tetas duras contra mi pecho, yo quería meterme dentro de su piel para sentir esa energía encerrada a punto de estallar, se estremecía en cada acometida, me volvía loco, solo deseaba ser parte de ella, pronto siento un naciente estremecimiento que anunciaba una segunda corrida, yo con solo sentir sus primeros gritos me corrí como un condenado, como nunca lo había hecho, joder con Cecilia, ¡era una fiera!

  • Fue maravillosos me dijo entre suspiros y gemidos apagados
  • Para mí también, eres fantástica.

Nos quedamos abrazados intentando reponernos, luego de un rato en silencio reiniciamos unas suaves caricias que nos fue encendiendo progresivamente, comencé a recorrer su cuerpo con mi boca, besando y lamiendo toda su exuberante voluptuosidad, le besé y lamí su exquisito culo, su Monte de Venus abultado por la calentura, sus pechos coronados por unos hermosos pezones sonrosados, su cara sus ojos…. toda ella, de vez en cuando miraba a la puerta entreabierta y miraba la sombra que proyectaba Anamaría que no había dejado de mirar. Cecilia por su parte me acarició con ternura, intentó nuevamente mamarme la verga, despertándola de su letargo, se puso sobre mí y se la metió con presteza en su coño ayudada por una de sus manos, durante todo el trayecto hacia su interior, me miró a los ojos y me dijo:

  • ¿A tu novia le gusta tanto tu verga como a mí?
  • No lo sé, le voy a preguntar fue mi respuesta acompañada de una risita medio burlesca.

Comenzó a cabalgarme con fiereza mientras yo aprovechaba de alternar mis caricias de entre sus tetas y culo, que placer era poseer ese cuerpo llamado a provocar las pasiones de los hombres, cada uno de sus poros exudaba lujuria, era ver a la diosa Afrodita personificada en Cecilia, cada cierto tiempo miraba de reojo hacia la puerta, mi primita no había abandonado su puesto. Cecilia me cabalgó a su propio placer anunciando al poco andar que se corría cayendo laxa sobre mí, sin darme la oportunidad de correrme nuevamente, por lo que la tendí nuevamente a mi lado, comencé a pajearme para correrme sobre sus tetas.

  • ¿Qué haces cochino? Me dice
  • Me voy a correr sobre tus tetas ya que no me dejaste correrme contigo
  • No fue mi intención pero si ese es el castigo estoy dispuesta a recibirlo… ¿no sería mejor en mi boca?
  • ¿Estás segura?
  • Sí, no le hago asco a la leche de mi macho.
  • ¡Vaya con la zorrita! Le dije instantes antes de correrme.
  • Tu zorrita, alcanzó a decir antes de que le callera mi leche en su cara y boca

Pasado un rato no pude resistir sus encantos y colocándola en cuatro patas con su culo apuntado al borde de ella me paré a la orilla le ensalivé su orto metiéndole mi verga, comencé a cabalgarla para mi placer, nunca lo había hecho pero me habían contado que era muy placentero para los hombres, no mucho para las mujeres, pero creo que a Cecilia le gusta todo, pues ella gritaba:

  • Que rico, dame más …rápido, dame más rápido
  • Si Cecilia lo que tú quieras, eres tan “rica”, que culo te gastas le decía cada vez más caliente por el sensual compás de mi pelvis golpeando su magnífica cola.
  • Nuevamente miré a la puerta y vi claramente a Anamaría, ella se veía como si fuera otra persona, su mirada era afiebrada y reflejaba algo así como envidia, no puedo precisarlo, pero creo que quería estar en el lugar de Cecilia.
  • Mi amor sigue…- sigue que me corro- dale fuerte, me decía Cecilia mientras se “dedeaba” el clítoris con una mano mientas yo la ensartaba.
  • Te voy a dar hasta que te rompa tu culito.
  • Me corro corazón me corro me repetía Cecilia, lo que me hizo estallar en un nuevo orgasmo derramando mi leche en el delicioso orto, quedando finalmente sin fuerzas.

Luego de este último encuentro nos fuimos a duchar juntos, Anamaría escapó de ser vista por Cecilia por solo un tris, ya que yo guiaba a mi zorrita al baño sin parar de acariciarnos, como para aprendernos de memoria nuestros cuerpos, fue en ese momento que le pregunté:

  • ¿Te gustó?
  • Me encantó Claudio.
  • Cecilia a mí también me encantó, pero quiero dejarte claro que solo somos amigos con ventajas o como lo quieras calificar tú.
  • ¿Por qué dices eso?
  • Porque tengo una novia y en un momento quisiste compararte con ella, le dije pese a que en realidad estaba pensando en Anamaría.
  • No hay problema, y creo que la pardilla no se puede comparar a mí, yo soy más ardiente y más bella, dijo muy ufana.
  • Eso es cierto dije mientras le amasaba el culito y agarraba las tetas.

Ella se giro besándome, mi verga comenzó a levantarse, pero todo fue interrumpido por Anamaría que nos dijo a través de la puerta:

  • Ya apúrense que vamos a cenar y después Cecilia tiene que irse a su casa, mañana tenemos clases
  • Está bien le contesté

Luego de la ducha, cenamos entremedio de conversaciones casi intrascendentes, terminado ello, fui a dejar a Cecilia a su casa, era lo mínimo que podía hacer después del tremendo polvo que nos habíamos dado, la dejé en su casa más que contenta, al regresar a la mía estaba Anamaría esperándome y apenas llegué me dijo:

  • Parece que te gustó darle duro a la zorra de Cecilia, demostrando algo de molestia.
  • Si, debo decir que es muy caliente, pero no debes culparnos a nosotros, pues la idea la propusiste tú.
  • Si es cierto, pero no pensé que la situación me sería tan incómoda.
  • ¿Te molestó que me la tirara sin miramiento?
  • Sí, debo confesar que sentí celos.
  • Por eso nos mirabas como teníamos sexo.
  • En parte, quería que no lo disfrutases mucho.
  • ¿Por qué?
  • Celos, simplemente celos
  • Para la próxima intentaré no ser muy fogoso.
  • No te pido eso, no debes limitarte, ya me acostumbraré.
  • Vamos a acostarnos
  • Si vamos.

Una vez en la cama, la abracé como de costumbre y nuevamente mi verga comenzó a crecer y la estreché contra mi cuerpo acariciándole sus tetas con total desparpajo, y por primera vez saqué mi verga para pasársela por encima de sus braguitas, solo un pedazo de tela me separaba de su codiciada conchita.

  • ¿Qué haces?, no te bastó tirártela
  • Tú me excitas y eres a la que siempre he querido.
  • Te tienes que aguantar, somos primos y… mmmm…si sigues así no podré controlarme
  • Eso es lo que quiero, dije metiéndole una de mis manos bajo la blusa del pijama
  • No, no debes hacerlo dijo con sus últimas fuerzas.
  • Pero te quiero.
  • Hagamos un trato.
  • ¿Cuál?
  • Yo te masturbo y me dejas tranquila.
  • No me gusta, prefiero si ambos nos masturbamos.
  • Mmmm,… bueno, pero nada más.
  • Nada más, lo prometo

Ella tomó mi verga y yo le metí mi mano entre sus bragas y comenzamos a masturbarnos entre gemidos y suspiros, la besé e intercambiamos nuestras salivas y lenguas, me acomodé y abrí su blusa para disfrutar de sus magníficas tetas, ella trató de evitarlo, pero sucumbió al placer, ambos estábamos tan calientes que prontamente nos corrimos, dejando casi toda la cama pringada de nuestros flujos, como estábamos tan cansados, nos dormimos con todo impregnado de humedad y olor a sexo. Al otro día nos levantamos juntos y nos metimos a la ducha, ella impuso su cordura y no pude repetir lo de la noche, el resto del día fue de lo más normal, cada uno debió hacer sus cosas y en la noche al acostarnos estábamos más preparados, ella llevó toallas húmedas para asearnos al término de nuestras corridas.

Tercera parte y final

El resto de la semana fue más de lo mismo, estudios, magreos con Cecilia y con Anamaría, con la excepción del viernes y sábado que me tiré a Cecilia en casa, nuestro desenfreno fue total, Anamaría volvió a espiarnos, podía ver la frustración de mi amada Anamaría, el domingo nos dedicamos a descansar y pasear, esquivé a Cecilia, pues solo quería estar con mi verdadero amor, ya en la tarde que del moribundo domingo aún pensando que haríamos las masturbaciones de rutina nos acostamos, mientras esperaba a mi dulce tormento pensé en que podía hacer, como aprendí en clases, Einstein dijo que si alguien esperaba un resultado diferente haciendo siempre lo mismo, era un estúpido, por lo que cambié un poco el procedimiento masturbatorio ya varias veces ensayado. Una vez que Anamaría se acostó y antes de que me tomara la verga, al momento de ella girarse a apagar la luz, pues aún le daba vergüenza que la viera desnuda, se la puse entre las piernas y comencé a restregársela por sobre su tanga en la rajita, ella intentó quitarse, pero con una mano que le metí bajo la tanga la afirmé, con la otra le agarré una teta y simulé tener sexo con ella, ambos delirábamos de calientes, entonces le pedí:

  • Déjame metértela,
  • No, somos primos no debemos,
  • Entonces por el orto.
  • ¿Estás loco?, eso duele.
  • No si lo hacemos con cuidado
  • Pero me va a doler.
  • Te juro que no te va a doler, le reiteraba mientras nuestra temperatura aumentaba.
  • Bueno, dijo finalmente, pero con cuidado, soy virgen de ahí también.
  • Lo haré con cuidado, ponte en cuatro, le pedí, ella obediente lo hizo

Usé la crema humectante que tenía en el velador untándole su anito y vestí a mi verga con un condón lubricado, mientras continuaba con las caricias comencé a ensartarla, busqué  su clítoris para que gozara tanto como yo, ella gemía casi en silencio, cuando ya la tenía totalmente envergada, le pregunté si estaba bien, a lo que me respondió moviendo la cabeza afirmativamente, por lo que comencé un suave mete saca para culearla, ella se dejaba hacer suspirando y gimiendo, ella quitó mi mano y comenzó a masturbarse pidiéndome que le tomara las tetas y se las apretujara, así lo hice, al poco rato ella apuró el ritmo, cosa que me sorprendió y me dijo que le sobara el culo y que se lo apretara también, casi no podía salir de mi asombro, especialmente cuando me dijo:

  • ¿Cuál culea mejor yo o la zorra de Cecilia?
  • Tu corazón, eres maravillosa, pensé ¿qué otra cosa podía decir?, sintiendo sus tan apretadas paredes sobre mi verga, estaba pronto a correrme.

Nunca pensé en culearla y que ella compitiera con su compañera por mis caricias anales, pronto me corrí en su interior, dejando mi simiente en el condón, ella lloraba y me decía:

  • ¿Te gustó mi amor?, ¿Te gustó?
  • Sí, eres la mejor para mí, Anitamaría.
  • Mi cola es tuya para cuando quieras, pero no dejes de quererme por otra como las zorras de tu novia y Cecilia
  • No lo haré mi amor, siempre seré tuyo.

Luego de ducharnos y acariciarnos hasta la saciedad, donde exploré el cuerpo de mi prima centímetro a centímetro, nos fuimos a la cama donde la recompensé con un cunnilingus profundo, donde ella dio rienda suelta a un gran orgasmo, después de quedar casi desmayada, solo tuvimos fuerza para conversar un par de minutos y dormirnos hasta el otro día. Al amanecer sentí como unos labios chupaban mi verga y una lengua repasaba el tronco de ella, miré con incredulidad como mi querida Anamaría me hacía una mamada espectacular, solo atiné a masajearle las tetas que estaban a mi alcance, que maravilla de ubres tiene, gordas, pesadas, firmes, coronadas por unos preciosos pezones, era tal mi gozo que pronto le avisé que iba a correrme, pero ella se tragó todo sin chistar

  • ¿Te gustó mi despertada?
  • Me encantó, nunca pensé que me harías algo así.
  • Soy virgen de conchita y hasta ayer de anito, pero aprendí a dar unas buenas mamadas para calmar a mis dos novios anteriores
  • Tienes una habilidad natural para hacer el amor, le dije
  • Gracias, viniendo de ti es muy importante para mí, vamos remolón a la ducha.

Nos duchamos y en ese proceso, aproveché de restregar mi verga por sobre su rajita, dado que soy más alto, la posibilidad de penetración era ínfima, por lo que le prometí no hacerlo, pues ella se espantó cuando inicié el cepillado. Ambos estábamos calientes pero dado que ella me había satisfecho al levantarme, le regalé una comida de coño en la ducha que casi la hace desmayarse, luego nos vestimos y desayunamos, todo siguió su curso hasta que en la tarde llegó Cecilia a pedir que le diera fuerte y así lo hice, pero en esta oportunidad apareció en el cuarto Anamaría, cosa que espantó a Cecilia, pero ella dijo

  • Anamaría ¿qué haces?
  • Quiero mirar y si me apetece también meter mano, el es mi primo, es mi casa y no soporto escucharte como te da duro y a mi nada.
  • Pero es tu primo, contestó mientras yo la tenía con las piernas abiertas y empalada
  • Y tu mi amiga y si quieres seguir gozando de él, debes aceptar que participe.
  • Mmm, la perrita del hortelano quiere comer también, jajaja
  • Entonces desnúdate, le dije, haremos lo siguiente, Cecilia te comerá el coño mientras la envergo y luego te enculo a ti y le comes el coño a Cecilia.
  • ¿En serio le darás por el culo a Anamaría?
  • Sí, lo tiene muy bueno.
  • ¡No puedo creerlo!!!
  • Ya lo veras finalicé.
  • Anamaría, por fin atinas a comerte al pardillo de tu primo.
  • No soy ningún pardillo
  • Es cierto y es cierto, por fin atiné, gracias a tus gritos que ayudaron a calentarme
  • Vamos a lo que vinimos las alenté.
  • Bueno dijeron las dos.

Así fue, estuvimos hasta un poco antes de la cena dándole duro, Cecilia quedó asombrada cuando comencé a culear a Anamaría, luego la culeé a ella y una vez que me limpiaron la verga con toallitas húmedas, descargué mi simiente en sus bocas y tetas, ambas se limpiaron mi leche mutuamente, fue una tarde increíble, ambas al terminar reían con sus puyas y frases cargadas de doble sentido, yo estaba en el cielo, nunca me imaginé tener a dos diosas dispuestas a satisfacer mis deseos.

La ducha fue otra historia, como saben el baño es muy reducido, ambas insistieron en que nos deberíamos duchar juntos, lo intentamos hacer pero era casi imposible, por lo que finalmente salí de la tina y me dediqué a mirar como se jabonaban mutuamente, era un espectáculo de lo más erótico, ambas intercambiaron el jabonarse las tetas para luego jabonarse el culo y el monte de Venus, me miraban con cara libidinosa y me decía que me estaba perdiendo la mitad de mi vida y tal vez tenían razón, mi verga estaba a más no poder, tanto que Cecilia me dijo

  • Ven te comeré tu amiguito,
  • Yo también dijo Anamaría.
  • Bueno mis gatitas voy les dije.

Primero Cecilia comenzó una mamada apenas asomada de la ducha que corría por el cuerpo de mis musas, luego se salió ante la insistencia de Anamaría que tomó su turno y yo que no podía más de caliente terminé por correrme en su boca. Terminadas las correspondientes duchas, cenamos y fui a dejar a una contenta Cecilia a su casa, de regreso nos acostamos con Anamaría pero solo dormimos, ¡lo juro!

El viernes en la tarde coincidí con Anamaría en el departamento ya que ambos no tuvimos clases, pienso que por ser un fin de semana largo, nuestros profesores se la arreglaron para liberarse de ellas, dado que teníamos comprado pasajes para ir a nuestras casa más tarde, tan solo al entrar la “ataqué”, pues la sola idea de no verla y tenerla en mis brazos tantos días, me hacía desearla con todo mi corazón, comencé a besarla con pasión desenfrenada y la desvestí casi a tirones, ella con la mirada atónita me decía:

  • Oye que me haces tira la ropa.
  • No solo te romperé la ropa, también te romperé la cola.
  • Eres un degenerado
  • Si y te comeré viva.

El dialogo no fue más extenso por que comencé a comerle las tetas y amasar los cachetes del culo, le pasé mi verga por la rajita, ella me acariciaba la cabeza y cuando su calentura se elevó a la mía, comenzó a tomar mi verga para apretarla contra su rajita, al principio con su tanguita puesta, luego ella se la corrió a un lado para aumentar su goce, yo ya no me controlé más y flectando un poco mis piernas comencé a restregarla un poco más profundo haciendo que los labios mayores casi la abrazaran, ella me decía al oído:

  • Qué placer mi amor, como me gusta sentirte, refiriéndose creo al roce con su clítoris
  • Si corazoncito me encanta que me sientas, pese no haberla penetrado hasta el momento.

Pero tanto va el cántaro al agua que termina por romperse, en este caso en una de mis embestidas, en vez de seguir por la superficie de su rajita se la metí de un golpe en las profundidades de su vagina, acababa de desvirgar a mi prima, la que gritó por el dolor provocado por mi violenta e involuntaria incursión, me paralicé y sin saber que hacer le pregunté

  • ¿Te hice daño?
  • ¡Aayy!, sí, no te muevas
  • Ok no me muevo.
  • Sácala despacio, eso intenté, pero la sensación de estar en su interior fue el detónate de mi lujuria y sentir el roce contra su vagina mientras la sacaba lentamente fue el detonador de lo que siguió.
  • Ella me decía al oído, sácala…..suave, suave…sac..
  • No puedo le dije volviéndola a ensartar, comencé un suave mete saca

Así lo hice seguí suave, el dolor fue cediendo al placer, no fue perfecto o de película pero ambos alcanzamos un silencioso orgasmo, al sacar mi verga los fluidos mezclados con restos de sangre se hicieron evidentes, en esta oportunidad no había cumplido con la premisa de todo buen futbolista de “jugar con la camiseta puesta”, ambos nos sentamos en el sillón teniendo la precaución de no mancharlo, el dialogo fue algo raro pero cargado de cariño.

  • Perdona corazón, no fue mi intención desvirgarte así.
  • Ya no importa, me dolió al principio pero después estuvo bien
  • ¿Qué haremos ahora?
  • Tomaré la píldora del día después respondió sencillamente.
  • ¿Tienes una?
  • No, pero puedo ir a un consultorio a pedirla, sé dónde ir, no te preocupes.
  • ¿Quieres que sigamos?
  • No por ahora, todo lo que ha pasado es mucho y debo pensar un poco y contigo a mi lado acariciándome soy incapaz de pensar.

Pese a no querer ante mi insistencia la acompañé al consultorio y luego viajamos a nuestras casas, todo el silencioso trayecto fue tomados de la mano con besos robados en cada detención, parecíamos novios, silentes pero novios, creo que lo éramos, ya en la ciudad la acompañé a su casa y luego me dirigí a la mía, en ella ya me esperaba Karla, su ansiedad se traslucía y mi madre en un momento me llamó y me dijo:

  • Es una linda chica, muy simpática y agradable, pero no la vayas a dejar embarazada.
  • No mamá no está en mis planes hacer tal cosa.

Salimos con Karla, paseamos y conversamos para ponernos al día de nuestras vidas estudiantiles y de casi todo lo que se puede hablar, me preguntó por Cecilia y Anamaría, le conté todo lo que pude contar sin escandalizarla, luego de un rato fuimos a su casa, en ella saludé a sus padres, sus hermanos no estaban, por lo que después de cenar nos dejaron solos, ella se me abalanzó para besarme y acariciarme, yo algo nervioso le dije:

  • Tus padres están arriba en su dormitorio
  • No te preocupes, no bajarán y si lo hacen la escala cruje lo suficiente para que no nos sorprendan
  • Pero qué pasa si bajan y nos ven desarreglados.
  • Mira no lo harán porque mi madre no lo permitirá, pues sabe que me desvirgaste y eres mi novio
  • ¿Qué?... ¿Le dijiste todo?
  • Si y me dijo que no me volviera loca, que solo lo hiciera contigo y que tomara precauciones, por lo que me llevó a su ginecólogo.
  • ¿Y tus hermanos?
  • Salieron y volverán tarde

Ante todo lo conversado comenzamos a profundizar las caricias, ella sacó mi verga dura como palo y comenzó a chuparla, su mamada era casi perfecta, comencé a meter mis manos bajo su blusa para amasar sus lindas tetitas que eran coronadas con unos pezones como garbanzos, le aflojé el sujetador para tener algo de más libertad, ella se irguió e hizo que me bajara los pantalones y bóxer, lo suficiente para que mi verga estuviese completamente libre y se sentó a horcajadas sobre mí, acto seguido se corrió su tanguita a un lado y se empaló de un solo golpe, gemía casi en silencio y me decía:

  • Mmm, que delicia corazón, no sabes cuánto deseaba sentirte en mí.
  • También deseaba sentirte.
  • Si no sabes cuánto envidio a Cecilia y a Anamaría que te tienen a su alcance.
  • Pero con ellas no pasa esto, mentí descaradamente.
  • Mejor para mí, tengo toda esta verga para mi sola.
  • Eres una loca, ¿lo sabías?
  • Sí, tú loca,….mmmm, como me llenas.
  • Cierto mi loca y me encanta llenarte.

Nos corrimos casi juntos, era la primera vez que tenía sexo casi totalmente vestido y el morbo de tal situación, más el peligro de que nos sorprendieran, hizo que nuestro orgasmo fuese intenso pese a  que fue vivido casi en total silencio, seguimos con las caricias hasta que ella me dijo:

  • ¿Tal vez pueda ir el próximo fin de semana a tu departamento si tu primita me avala con mis padres?
  • Le preguntaré, dije pensando ¿cuál será su reacción de ese aval si se lo pido?.

Seguimos haciendo el amor con Karla, en un momento comencé a pasarle mi verga por los cachetes del culo, lo que me dio la idea de desvirgarla par el otro agujero, ella inicialmente se resistió pero finalmente la convencí, claro que me tomé mi tiempo para que se relajara y la poseyera, usé eso sí uno de mis condones extra lubricados, la penetración finalmente fue exitosa. Se la metí suavemente sin detenerme, ella gemía pero la calentura que le provocaba que además la “dedeara”, hacía que el placer prevaleciera por sobre el dolor, me la culeé y “dedeé” un buen rato hasta que se corrió; le saqué mi verga de su precioso y espectacular culito, me saqué el condón y le dije que la chupara hasta correrme, ella obedientemente lo hizo hasta tragarse toda mi leche, en mi corta experiencia sexual ya había probado tres culitos, dos de los cuales había inaugurado.

Ese fin de semana la hice gozar como nunca en su vida, pero me pasó algo raro el domingo en la mañana recibí una llamada de la madre de Karla que me pedía ir para darle una sorpresa a Karla.

  • Claudio, puedes venir como a eso de las 10:00 porque quiero darle una sorpresa a Karlita.
  • Por supuesto doña Esperanza, allí estaré

Decidí salir temprano y comprarle algo a Karla pues si bien no era su cumpleaños, por algún motivo su madre quería darle una sorpresa, llegué puntualmente y luego de tocar el timbre pensé que luego de la sorpresa podríamos salir a pasear, para sorpresa mía, ella había salido con su padre y hermanos quedando solo su madre, la cual me abrió la puerta y me hizo pasar, que puedo decir, mi sorpresa fue total al encontrarme con mi “cuasi suegra” vestida en una espectacular tenida que no ocultaba nada, se transparentaba todo y cuando digo todo, es todo, ella sin inmutarse me invitó al recibidor y me dijo:

  • Pasa, te llamé por que preguntaba por qué mi hija está loquita, tanto que se entregó por completo a ti.
  • No lo sé señora, será porque nos entendemos muy bien o algo así, respondí avergonzado.
  • Dime Esperanza
  • Sí señora Esperanza
  • Ella no está por lo que conversaremos largo y tendido, pues regresarán todos a eso de la una treinta.
  • Pero si la molesto puedo regresar más tarde.
  • No lo que quiero es que me hagas lo mismo que le haces a ella,
  • Pero no hemos hecho gran cosa.
  • Por lo que me contó la inauguraste por todas partes y a ella le encantó
  • ¿Pero señora que dirá su marido?
  • Ese cabrón que se tira a su secretaria y a mí me tiene abandonada
  • ¿Pero su hija?
  • Está gozando de la libertad que le doy, creo tener el derecho a probar parte de esa libertad, no te hagas el santo, necesito que me hagan feliz aunque sea un rato. En resumen necesito de un macho que lo haga.

Ella sin más, se sentó a horcajadas sobre mí y comenzó a besarme y recorrer mi cuerpo con sus manos, me desvistió en menos de que canta un gallo, luego me sacó mi verga y corrió sus transparentes bragas empalándose de casi un golpe, lanzando un gemido para luego decirme:

  • Así ensartaste a mi hija pendejo pervertido
  • Algo así respondí tímidamente, ¿Dónde había quedado mi personalidad?
  • ¡Mmm!! Ahora entiendo porque la tienes loquita, como llenas pendejito.
  • ¿También la enculaste?
  • Sí y a ella le gustó mucho, espero que a usted también le guste
  • Ya lo creo, pues me está gustando mucho tu vergota, es más grande que la de mi cornudo marido.

Nuestro dialogo fue languideciendo en la medida que nuestros suspiros y gemidos se fueron incrementando, de pronto ella inició una violenta cabalgata sobre mí, me atrajo hacia sus operadas tetas, eran grandes y tiesas, pero se sentían bien al tacto, se notaba su febril deseo, yo intentaba aplacarlo acariciándola por todos lados a mi alcance, luego estalló en un tremendo orgasmo que hizo que se desmayara sobre mí, por un instante quedé perplejo y asustado

  • Esperanza…¿qué le pasa?
  • Mmm,….mnnn…na…nada solo me fui por un instante, hace años que no me pasaba algo así.
  • Casi me mata de susto, respondí
  • A mi casi me matas de placer pardillo.
  • No tenía un orgasmo de estos desde hace meses, creo de cuando mi marido llegó caliente por no haber podido tirarse a su secretaria.
  • ¿Para que necesita secretaria si la tiene a usted?
  • Hay chiquillo, no sabes que es imposible competir con la belleza de la juventud.
  • Pero usted es joven intenté rebatir.
  • Siempre habrá otra más joven respondió con algo de tristeza.

Por las siguientes casi dos horas me la tiré de todas las formas imaginables, le comí su concha; me la culeé; me corrí en su concha, en su cara, en sus tetas y en su boca…pero no me corrí en su culo porque no alcancé, eso sí, mi verga pasó por todos sus agujeros incluyendo los de la cara, que puedo decir, estaba muy necesitada de sexo, cuando llegó la familia ya habíamos ventilado la habitación y estábamos prácticamente recién duchados, Karla y el resto me saludó sin siquiera imaginar lo puta que se había portado su madre.

  • Que sorpresa Claudito me dijo Karla besándome.
  • Si, pensé en traerte este regalito y que después paseáramos y tu madre cariñosamente me invito a almorzar.
  • Es un placer  alimentar al novio de mi niña adorada.
  • Si y esperanza cocina muy bien dijo su esposo.

El lunes por la tarde antes del regreso a nuestros estudios con Anamaría, me despedí de todos incluso de Karla y Esperanza, luego fui a casa de los padres de Anamaría, ella estaba esperándome algo nerviosa, al solo entrar ella me abraza y me dice que mis tíos no se encuentran, yo le pregunto

  • ¿Vuelven pronto?
  • No, están donde la abuela y ya nos dependimos
  • ¿O sea estás sola?
  • Sí, me extrañaste, dijo besándome con ternura
  • Sí mucho
  • ¿Te tiraste mucho a tu noviecita?
  • Sí por todos los lados
  • ¿Quedó algo para mí?
  • Sí corazón, comencé a acariciarla con delicadeza y desnudarla al mismo tiempo
  • Métemela y hazme tuya antes de irnos

No me hice de rogar, le bajé sus jeans y se los saqué, comencé a pasarle mi verga por su rajita mientras la besaba, caminamos hasta una silla del comedor y me senté, comenzando a comerle las tetas mientras ella estaba parada frente a mí, luego comencé a acariciarle su Monte de Venus, la temperatura de los dos se empezaba a elevar, hasta que ella retiró mi mano que ya martirizaba su clítoris y se montó en mi verga comenzando a cabalgarla a su antojo, yo recorría su cuerpo partiendo de sus piernas, sus nalgas y espalda hasta alcanzar sus tetas, el polvo fue silencioso como si nos fueran a descubrir, ella comenzó a profundizar sus brincos sobre mi verga hasta que al oído me dijo:

  • Me coorrroo…mi amor...¡me corrrooo!!!
  • Yo también alcancé a decir algo así, acompañándola en el más tierno orgasmo, si se puede tener uno así.
  • Creo que es hora de irnos me dijo tan pronto terminamos.
  • Si es hora

Llegamos a nuestra “casa”, al poco llamó Cecilia para preguntar como estábamos y si podía venir a vernos, Anamaría le dijo que estábamos cansados que sería mejor al día siguiente después de clases, desempacamos para luego comenzar lo que dejamos inconcluso unas horas antes de salir de viaje, ella se puso su pijama y yo la vi tan linda que comencé a literalmente correrle mano por todas sus redondeces hasta librar sus magníficas tetas, las que comencé a chupar igual que un niño que quiere alimentarse, la tiré sobre la cama y comencé a bajarle el pantalón de pijama para comerle el coño cuando una voz a mi espalda dice:

  • Ya veo por qué no querían que viniese, par de egoístas
  • ¿Qué hace aquí? preguntamos casi al unísono a Cecilia.
  • Vengo porque estoy muy caliente, han sido varios días que no he tocado ni un nabo
  • Pero Cecilia, mañana tenemos clases
  • Sí por lo que antes partamos antes terminamos, dijo metiéndose entre mis piernas para iniciar una mamada mientras le comía el conejito a mi amada

Mi calentura subió a límites insospechados, las senté a las dos en la cama y les dije que me mamaran mi verga compartiendo como buenas amigas, les pasé la verga por toda la cara hasta que ellas me la tomaron y se pusieron en faena, con mis manos estiradas al máximo les acariciaba los pezones, Cecilia al ver mis intenciones se sacó los tirantes del vestido y soltó el sujetador, pude tomar las pesadas tetas de ambas y amasarlas con suavidad mientras ellas se disputaban mi verga, pronto sucedió lo inevitable, les anuncié que me corría y Cecilia dijo

  • Dámela
  • Yo también quiero dijo Anamaría
  • Va para las dos dije dejándole caer mi leche en su cara y tetas.

Cecilia comenzó a limpiar mi verga y luego le pasó la lengua a Anamaría por cada lugar donde había mi leche y luego besó a mi prima, ella se espantó para luego sonreír nerviosamente imitando lo hecho por su amiga, nunca pensé que mi Anamaría le gustase tanto el sexo, pero me miró y comenzó a limpiarla de semen, con la diferencia que una vez limpió a Cecilia me besó, por lo que pude sentir el ocre sabor de mi propia simiente.

Pese a lo agitado de todo, mi calentura permitió que mi verga volviera a estar en condiciones al poco rato, ante lo cual puse a Cecilia en cuatro patas con instrucciones de comerle el conejo a mi amada prima, mientras ella hacia eso yo me la tiraba, prontamente se corrió, al caer derrengada a un costado de mi prima, le clavé mi verga a Anamaría, terminando ambos de corrernos, Cecilia nos miraba y luego dijo

  • ¡Te la metió!!!...¡Anitamaría te la metió!!
  • Si, ya lo había hecho antes, ya no soy virgen
  • Guauu, te desvirgó tu primito.
  • Sí, pero no se lo digas a nadie si no, nunca más tendrás su verga entre tus piernas.
  • Juro que nunca se lo diré a nadie, será nuestro secreto.
  • Si será nuestro secreto.

Epílogo:

Mi vida siguió tan agitada como habrán podido apreciar, Anamaría y Cecilia se graduaron, la primera con distinción máxima, la segunda se graduó bien, yo estoy por terminar mis estudios, cuando cumplí los dieciocho años Anamaría y yo le dijimos a la familia que ahora seríamos novios, casi todo el mundo se espantó, surgieron críticas y amenazas, intentaron que dejáramos de vivir juntos en el departamento, pero papá nos dejó bajo promesa de que no lo hiciéramos abuelo antes de tiempo. Cuando cumplí los veintiún años, nuestra situación fue por fin aceptada por el resto de la familia. Además les cuento que ya no estoy de novio con Karla, lo nuestro terminó antes de finalizar el segundo semestre de mi carrera, y tanto a ella como a su madre no la he visto en estos años,

En cuanto a Cecilia,…bueno ella vive con nosotros y es parte de nuestras vidas, tanto que está esperando al primogénito de la familia, ella jura que falló la píldora pero no le creo y Anamaría tampoco, mi primita nos dice que somos irresponsables pues yo aún estudio y ella es una loca recién graduada, pero igual los tres estamos felices. Afortunadamente ambas trabajan bien y prácticamente me mantienen, pero intento colaborar con los gastos, hago clases y trabajos particulares en las horas que no estudio y espero graduarme pronto. La empresa donde hago actualmente la práctica, me dice que están encantado con mi trabajo y esperan poder contratarme a tiempo completo cuando me gradúe.

FIN.

Para mi inspiración me fijé en las siguientes modelos:

Anamaría en la modelo británica Brook Little

Cecilia en la modelo de los EE.UU. Barbara Baines

Karla: Está basada en la modelo venezolana Karla “Spice” López

Esperanza: solo en mi imaginación