Mi vida con mi hermano Sergio II

Finalmente me mudo con mi hermano y, el primer día de mi llegada, él se folla a una de sus compañeras de trabajo, dejando en el piso del baño una playera con restos de su semen. Inevitablemente, me acerco a analizarla, esperando no ser cachado por él...

CAPÍTULO 2

Los meses pasaron. Sergio eventualmente se fue a vivir a su departamento en la ciudad. Yo continué con mis estudios en la preparatoria y con mi preparación para realizar el examen de admisión a la universidad. Todos esos días pasaron muy rápido, ya que mi único objetivo en mente era el de entrar a la universidad para poder ir a vivir con mi hermano.

Llegó por fin el día de presentar el examen. Me había preparado mucho y me sentía seguro de que me quedaría en la universidad y, afortunadamente, así fue. En el momento en que me dieron los resultados del examen y vi que me aceptaron, cogí el teléfono para contarle a Sergio todo.

-¡Me siento muy orgulloso de ti flaco! -me respondió Sergio.

En su tono de voz podía escuchar cómo él quería llorar de la emoción. No sé si para todos la admisión a la universidad tendría la misma importancia que para mí y mi familia, pero siempre me había imaginado cómo iba a ser el momento en el que yo me enfrentara al mundo universitario. Quería lograr muchas cosas y, debo admitir, que mi entusiasmo estaba fundado en ver cómo Sergio se esforzaba mucho en sus estudios y en cómo logró una beca para estudiar en el extranjero. Me sentía con la responsabilidad de llegar tan lejos como él, no ya por complacer a mi familia, sino porque sentía la necesidad de que, a pesar de la diferencia de edad, Sergio me viera como un igual.

Inmediatamente comenzamos con los preparativos para mudarme. Ambos hablamos con mi padre para avisarle de nuestra decisión y, aunque no le hizo mucha gracia, terminó aceptando bajo el pretexto de que "la influencia de Sergio" me haría bien. Y así fue cómo logré salir de un pueblo el cuál me había acogido y me había visto crecer y de donde nunca había tenido la necesidad de irme, pero que hoy le podía decir adiós sin querer voltear atrás.

Un día antes de mudarme con Sergio, empaqué lo necesario. Llené dos cajas con mis cosas y me dormí. Al día siguiente, me levanté temprano, ya que tenía que ir a dejar mis cosas a su casa para después entregar unos documentos en la universidad.

Arreglé todo para irme y me metí a bañar. Me fui desnudando poco a poco hasta quedar completamente en pelotas frente al espejo. Durante estos años, mi cuerpo había tenido cambios significativos. Ya no era el niño delicado de facciones finas. Mis piernas y brazos se marcaron un poco por el ejercicio. Mi abdomen si bien no estaba marcado, era plano y se veía firme; los músculos de mi espalda se veían muy bien definidos; pero el cambio más significativo lo veía en la parte baja de mi cuerpo. Una fina linea de vellos recorría desde mi ombligo y bajaba hasta mi pubis para expandirse formando una capa de vello. No me gustaba recortarlo, pero tampoco era que me creciera mucho. Mi pene sin circuncidar, estaba en pleno esplendor con una erección matutina de campeonato. Había crecido desde la última vez que me lo había medido, alcanzando ahora unos 15 centímetros. Abrí la llave de la regadera y me coloqué bajo el chorro de agua. Poco a poco, el agua fría fue calmando mi erección.

Me terminé de bañar, tomé una toalla y salí de la regadera. Comencé a secar mi cuerpo de arriba hacia abajo. Primero el cabello, después el pecho pasando por mis axilas y bajando hasta mis partes. Juro que mi intención en ese momento sólo era secarme, pero las hormonas de la edad hicieron que se me volviera a parar al sentir el contacto de la toalla con mi pene. Continué secándola más de lo necesario, frotando mi sexo contra la toalla. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo y la sensación de tener la toalla contra mí se iba volviendo cada vez más placentera. Al cansarme de ello, tomé mi herramienta con la mano y bajé la piel que cubría mi glande para después volverla a subir. Poco a poco fui aumentando la velocidad, y mientras con una mano me la estaba jalando, con la otra tocaba mis pezones y recorría el resto de mi cuerpo.

En el reflejo del espejo podía ver mi cara de satisfacción y notaba cómo me excitaba aún más el verme disfrutando de mi propio cuerpo. Mientras seguía masturbándome, levantaba mi brazo libre para poder ver los vellos que me crecían en la axila. No tenía muchos, pero sí los suficientes como para que se viera más oscuro debajo del brazo. Me prendía enormemente cómo se veía esa parte de mi cuerpo. Acerqué mi nariz e inhale el olor que desprendía de ahí. Era un olor suave a jabón pero con un aroma casi imperceptible a sudor por la excitación y la agitación del momento.

Continúe masturbándome consciente de que pronto me correría y finalmente, llevé mi mano libre hacia mis huevos para tocarlos suavemente y ayudarme a alcanzar al climax. Era algo que se me había quedado plasmado en la memoria la vez que vi a mi hermano hace tantos años a punto de eyacular en la cara de Sofía y cómo ella le masajeaba suavemente las pelotas esperando que su leche le llenara la boca. Desde ese entonces, tocarme los huevos antes de eyacular se había vuelto un hábito que disfrutaba al mil y que, a pesar de que la simple sensación de hacerlo hiciera que me corriese, recordar la cara de placer de mi hermano cuando se vino en la boca de Sofía era algo que me superaba.

A nada de venirme, me acerqué al espejo para disparar mi leche sobre él. El orgasmo me llegó y sin dejar de tocarme los huevos, disparé tres fuertes chorros de semen sobre mi reflejo, sin poder evitar soltar un gemido tras otro. Poco a poco fui disminuyendo el ritmo de la paja y fui dejando mis testículos en paz. Noté cómo mi semen caliente escurría por el espejo. Tomé papel y comencé a limpiar toda la evidencia, pero un instinto se apoderó de mi haciendo que me hincara y examinara de cerca el resto de mi corrida. Un líquido blanco y espeso se posaba sobre el reflejo de mi cara en el espejo. Poco a poco acerqué mi nariz a mi semen para saber a qué olía pero sin detenerme a pensar, como si estuviera poseído por algo, mi boca terminó acercándose a mi corrida y me fundí en un beso con mi reflejo y de por medio, recogía con la lengua el resto de mi semen hasta dejar la superficie limpia. Su sabor no me desagradó, pero tampoco era algo que me encantara del todo.

Al terminar, me levanté y me terminé de secar el cuerpo. Me lavé los dientes, me vestí y me dirigí a la entrada de la casa, en donde ya me esperaba mi padre junto con las cajas que había empacado.

Entre los dos subimos todo al coche y comenzamos el camino hacia el departamento de Sergio. El trayecto fue algo tranquilo con plática casual, mi padre no era de aquellos que supiera mantener conversaciones extensas con sus hijos.

Al llegar al departamento de Sergio, mi padre me ayudó a bajar las cajas y se ofreció a cargarlas hasta mi nueva habitación, pero rechacé amablemente su oferta y subí todo con la ayuda del ascensor del edificio. Mi hermano me había dado una copia de la llave de la entrada, pero aún así preferí tocar la puerta. No pasaron ni 5 segundos cuando la figura de Sergio se presentó ante mí.

-Bienvenido a casa.

Inmediatamente me lancé sobre mi hermano y nos abrazamos. Sus brazos me rodeaban y me estrechaban fuertemente, pero a la vez sentía que me trataba con mucha delicadeza, como si no quisiera hacerme daño. Poco a poco el abrazo se iba terminando hasta que Sergio me revolvió el pelo con su mano.

-Entra, te ayudo con tus cosas. ¿Cómo estuvo el trayecto? -me preguntó mientras ayudaba a cargar las cajas que traía.

-¡Todo bien! Se pasó muy rápido, y tampoco es como que la casa de mi papá esté muy lejos, tan solo fueron un par de horas de camino. -comenté entre risas.

Mi hermano me acompañó hasta la habitación que ahora me pertenecía. Era mucho más chica que la que tenía en casa de mi padre, pero lo suficientemente grande como para meter mis cosas y que me sobrara un poco de espacio. Sergio dejó todo en una esquina y me invitó a desayunar, pero le expliqué que me tenía que ir rápido a entregar unos papeles a la universidad.

-Está bien, está bien. Corre para que no se te haga tarde. Hoy no voy a ir a trabajar, cerramos un trato con un cliente el día de ayer y vienen al departamento en unas horas a firmar el papeleo, va a ser algo rápido. Cuando regreses ya voy a estar desocupado y pasamos el resto de la tarde juntos, ¿te parece?

Yo asentí e inmediatamente salí corriendo del departamento rumbo a la parada del autobús que me llevara al metro más cercano. Tras 10 minutos de camino en el autobús, llegué a la estación del metro.

Una vez adentro, abordé un vagón que se encontraba medio vacío. Me senté en uno de los lugares y traté de dormir un rato en lo que llegaba, pero no podía conciliar el sueño, sentía que alguien me observaba. Miré discretamente a mi alrededor y me encontré con la mirada de otra persona sentada a unos lugares de donde yo estaba. Un chico de unos 22 años me veía fijamente. Al principio pensé que me miraba de una manera retadora y le sostuve la mirada, pero repentinamente me sonrió y colocó su mano "accidentalmente" sobre su entrepierna. Entendí rápidamente qué era lo que quería y desvié mi mirada en señal de mi desinterés, pero la curiosidad pudo más sobre mí y volví a posar mis ojos sobre él. Tenía facciones finas, pero a la vez muy masculinas. Era alguien más alto que yo, delgado y sus brazos se veían un poco definidos, y para rematar, tenía una sonrisa que le agregaba un brillo extra a su rostro. Aunque en ese momento él había dejado de ver hacia donde yo estaba, su mano seguía sobre su paquete el cuál se alcanzaba a marcar un poco. Al subir la mirada hacia él, me di cuenta que me había cachado viéndole el paquete y reí nerviosamente. Él me devolvió la sonrisa y noté que ya había llegado a mi estación, por lo que bajé del vagón y comencé mi camino hacia la facultad, pero mientras más caminaba noté que "mi amigo" del vagón me estaba siguiendo. Traté de detenerme en la entrada del metro para hacerme el que buscaba algo en el mapa de la estación y así perderlo, pero fue inútil porque él se detuvo junto a mí a ver el mismo mapa. Tras unos segundos de aparentar una búsqueda inexistente, decidí irme y dejar al desconocido ahí, pero al salir de la estación, el chico me alcanzó.

-¡Hola! Oye, ¿de casualidad sabes en qué dirección está la biblioteca?

Lo miré un poco desconfiado sin saber si era una broma o hablaba en serio.

-Me parece que está en esa dirección -respondí un poco confuso -si quieres vamos juntos, me queda de paso

-¿En serio? ¡Gracias! Soy nuevo en la ciudad y todavía no me ubico muy bien. Necesito encontrarme con unos amigos ahí y Ciudad Universitaria no me la está poniendo fácil.

Yo le sonreí y le fui dando instrucciones de cómo llegar mientras caminábamos hacía allá, pero honestamente, sabía que todo esto era un pretexto para hablarme. Tendrías que ser verdaderamente idiota para no poder encontrar la biblioteca de Ciudad Universitaria.

La plática continuó mientras caminábamos en dirección a mi facultad, la cuál quedaba cerca de la biblioteca. Me contó que se llamaba Omar, que acababa de ingresar a la Facultad de Filosofía y que estaba viviendo en un departamento junto unos amigos. A pesar de ser alguien bastante directo, parecía ser una persona tranquila y amable, hasta parecerme casi imposible que las miradas curiosas en el metro ocurrieron.

Finalmente, llegamos a la entrada de mi facultad mientras la plática continuaba, pero repentinamente, comencé a sentir unas ganas terribles de ir al baño, por lo que mi atención estaba más centrada en aguantarme las ganas que en nuestra plática. Inevitablemente, tuve que interrumpirlo.

-Oye, lo siento, pero necesito ir urgentemente al baño -le solté con una risa nerviosa.

-No te preocupes, ¿sabes dónde están? -inmediatamente negué con la cabeza, todavía no estaba tan familiarizado con las instalaciones.

-Venga, yo sí sé en dónde están los baños de esta facultad, te llevo y así aprovecho para pasar también. -contestó Omar mientras comenzabamos el recorrido hacia el baño.

Inmediatamente me di cuenta de varias cosas. Si Omar sabía en dónde estaban los baños de una facultad que no era la de él, el cabrón perfectamente sabía en dónde estaba la biblioteca y todo esto había sido parte de un plan para hablarme. Y ahora, me encontraba siguiendo a un extraño cuyas intenciones no estaban muy bien definidas, por los pasillos de mi facultad con dirección al baño.

Al llegar, vi que los baños estaban vacíos. Me coloqué frente al mingitorio pegado a la pared, dejando libres los otros cuatro. Omar, con una pequeña sonrisa en su rostro, decidió hacer sus necesidades en el mingitorio junto a mí.

Me desabroché el pantalón un poco nervioso y saqué mi herramienta para orinar, pero la presencia de Omar hacía que no pudiera por los nervios. Él, al escuchar que nada salía de mí, tuvo la audacia de comentar.

-¿No que te urgía ir al baño? Por mí no te detengas. O tal vez todo esto fue un pretexto para que te enseñara dónde estaban los baños y así poder continuar la plática en un lugar más discreto. -dijo con un ligero tono de superioridad, como si él fuera el que se dio cuenta de "mis intenciones".

Mientras él terminaba su frase, se bajó por completo los pantalones y sus bóxers, dejando ver unas nalgas firmes y trabajadas. Intenté voltear hacia otro lado, pero su culo pedía a gritos que lo analizara. Discretamente, mi mirada se centró en su verga y alcancé a ver que tenía buen tamaño, pero desafortunadamente, Omar notó que lo estaba viendo.

-Oye, mis ojos están aquí arriba -dijo riéndose.

-Perdón, en verdad sólo necesitaba orinar. -le dije con un poco de pena por la situación.

-No te preocupes, es broma. -soltó entre risas- Para la próxima no es necesario tantos pretextos para que me veas en pelotas, sólo me invitas por unas cervezas y hacemos lo que tú gustes. -terminó de decir y me guiñó un ojo.

Qué cabrón. Tanta seguridad en sí mismo le sentaba muy bien, pero no tuve tiempo de responderle porque terminó de hacer sus necesidades, se subió el pantalón y me dijo que me esperaba afuera. Inmediatamente después de que salió del baño, pude orinar.

Al terminar, me encontré con Omar afuera y lo sucedido en el baño no se mencionó. Continuamos platicando un poco más hasta que me dijo que necesitaba irse porque sus amigos lo estaban esperando. Intercambiamos números y nos despedimos con un abrazo. Lo vi alejarse por los pasillos del edificio hasta que salió del mismo. Yo fui a las oficinas para entregar los documentos que me hacían falta e inmediatamente comencé mi regreso al departamento donde mi hermano me esperaba.

El regreso fue rápido. Una vez en el edificio, subí por el ascensor. Al llegar a la puerta, saqué la llave para abrir, pero la puerta se abrió antes de que yo introdujera la llave. Una mujer salió del departamento de mi hermano. Usaba tacones y una blusa escotada. Se veía ligeramente agitada. Su peinado, parecía haberse realizado en un apuro y su blusa estaba mal abotonada, saltándose uno de los botones dejando ver un poco hacia su interior.

-¡Hola! Tú debes de ser Leo. -dijo la mujer con un tono de sorpresa -Tu hermano me ha platicado mucho de ti. Soy Andrea, compañera de trabajo de Sergio -dijo con mucha emoción.

Ella se acercó para saludarme con un beso en la mejilla. Pude notar que usaba un perfume suave pero agradable. Se notaba que era más joven que Sergio, pero mayor que yo, de aproximadamente unos 23 años.

-Sergio está adentro, se está bañando. Ha estado hablando toda la semana de ti y de lo emocionado que está de que ahora vivas con él. En fin, fue un gusto haberte conocido Leo, espero nos veamos pronto. Cuídate.

Andrea se metió al ascensor y las puertas se cerraron. Me quedé pasmado. Ella era muy guapa y tenía mucho estilo... seguramente se estaba cogiendo a mi hermano.

Entré al departamento y escuché el sonido de la regadera de fondo.

-¡Ya llegué! -avisé gritando.

-Ya voy enano, me estoy bañando. Pásame mi toalla por favor.

Entré a la recámara de Sergio, la cuál olía a sexo. Me asomé al bote de basura y un condón se encontraba dentro del mismo, confirmando mis sospechas. La verdad que no me molestaba saber que mi hermano era todo un casanovas. Siempre supe que él era muy atractivo y no era sorpresa que muchas mujeres estuvieran tras él, siempre había sido así.

Cogí la toalla de Sergio y me dirigí al baño.

-Entra -me gritó mi hermano desde adentro al escuchar que toqué la puerta.

Inmediatamente entré y noté que la cortina de baño era opaca, pero aún así pude ver cómo se dibujaba la silueta de Sergio a través de ella. Él estaba de espaldas a mí y podía ver difusamente su espalda y su culo.

-¿Dónde dejo la toalla?

-Sobre el perchero, por favor.

Sergio ahora estaba mirando de perfil a mí, por lo que puede lograr apreciar el contorno de su pene dormido y aunque me hubiera gustado verlo sin cortina, podría apreciar algunos detalles de su herramienta. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo y mentiría si dijera que no se me estaba poniendo morcillona con toda esta situación. Dejé la toalla en donde me dijo y pude ver que junto al perchero estaba toda su ropa tirada y noté algo que hizo que mi corazón se acelerara al mil por hora.

Con toda la intención, tiré "accidentalmente" mi celular al suelo para tener el pretexto de agacharme junto a su ropa. Mis sospechas fueron confirmadas. Seguramente mi hermano, después de coger con Andrea, se había limpiado los restos de su semen con su playera y ahora esa playera estaba frente a mí con restos de su corrida. Sin pensarlo, traté de juntar con la mano toda la leche fresca que estaba sobre la playera. No quería llevarme la playera porque lo más probable era que me descubriera y eso habría sido el fin de la relación con mi hermano. No me podía arriesgar a tanto, así que me conformaba con unas gotas de semen.

Salí corriendo del baño y me dirigí a mi habitación. Me recosté en la cama y comencé a analizar el semen de Sergio. No tenía olor pero aún estaba tibio. Lo veía de cerca y desde todos los ángulos posibles. Me daba miedo la idea de que en mi mano descansaba algún ser que podría haber sido mi sobrino, pero el hecho de imaginarme a Sergio descargando sobre Andrea me ponía a mil.

Después de terminar mi análisis, inevitablemente hice lo prohibido. Hice lo que me generaba tanto miedo y culpa. Hice lo que haría que Sergio me dejara de hablar y me mirara como un enfermo. Y a pesar de estar consciente de todo ello, cada fibra de mi cuerpo lo imploraba. Así que llevé mi mano hacia la boca y con ayuda de mi lengua, ingerí toda la corrida de mi hermano. Su sabor era muy diferente al mío. Éste no sólo me gustaba, sino disfrutaba enormemente el probarlo. Mi verga se paró inmediatamente, provocándome dolor mientras mi herramienta luchaba por salir. No dejé de lamer mi mano hasta asegurarme que no quedaba nada más por probar y en cierto punto juré que mi mano iba a desaparecer si continuaba lamiéndola. Con la misma mano, me desabroché el pantalón y me bajé los bóxers para comenzar una paja de campeonato. Subía y bajaba la piel que cubría la cabeza de mi pene. Subía y bajaba rápidamente sin detenerme. Mi mano estaba pegajosa con los restos del resultado de la mezcla de mi saliva con el semen de mi hermano y aquello me encantaba. Estaba a punto de correrme y para ayudarme, imaginé el cuerpo desnudo de mi hermano a través de la cortina de baño y gracias a ello, llegó lo inevitable. Un placer enorme comenzó a recorrer todo mi cuerpo. Cuatro chorros de semen comenzaron a salir disparados, uno de ellos llegando hasta mi boca. Sentía cómo todo mi cuerpo se contraía y yo, me mordía el labio para no gritar de placer. Mi orgasmo continuó unos segundos más mientras mi semen se embarraba y escurría por todo mi abdomen. Poco a poco, el orgasmo iba perdiendo intensidad y mi herramienta pasaba a un estado de reposo, cuando repentinamente, me di cuenta que no había cerrado completamente mi puerta y alguien se acercaba a mi habitación.

Sergio abrió la puerta de par en par.

-Oye Leo, ¿qué vas a querer de comer? -dijo mientras su mente registraba lo que estaba sucediendo. Una gota de leche seguía escurriendo de mi glande y Sergio seguía tardando en procesar la imagen que se le presentaba ante él.

Pero bueno, al menos no me había cachado con su playera en la mano.

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**Muchísimas gracias por todos los comentarios,  agradezco enormemente que se toman el tiempo de escribir y valorar esta historia. Si gustan,  puede  contactarme directamente al correo [

aamax.historias@outlook.com]  para hacerme llegar sus sugerencias, opiniones o para decirme si quieren que siga contando esta historia.**

Aprovecho para mandar un saludo enorme a Selu, un autor muy bueno en Todorelatos que me ha estado ayudando y motivando para continuar.

Feliz 2021 a todos.