Mi vida con los hombres. 7 Los niñatos del centro
Continúo contando mis hazañas con los hombres. Historias reales.
Sigo contándole mis a venturas con los hombres, como veréis nunca me cierro a nada, me gusta disfrutar del sexo con cualquiera. Esta vez no tocaron maduros, que son mis preferidos.
Era un día entre semana, seguía teniendo clases en la uni por la tarde así que tenía casi todas las mañanas libres. Por esas fechas acababa de pasar mi cumpleaños y tenía un dinerillo que me habían dado mis abuelos para comprarme ropa. Decidí ir al centro comercial a gastármelo.
Me puse en camino, curiosamente me acordé que en ese centro comercial solía haber movimiento de tíos buscando tema en los baños, yo no lo solía frecuentar, pero había que aprovechar. Si chupo alguna polla pues eso que me llevo pensé para mi.
llegué al centro comercial, no me fui directamente para los baños, aún no me apetecía. Entré en varias a mirar ropa, apenas había gente, alguna mujer ama de casa y muchos mayores dando vueltas, seguro que el baño estaba lleno de viejos pajilleros. Me probé varias cosillas en una de las tiendas, no me convencía mucho y me fui a otra algo más modernita. Me cogí unos vaqueros pitillo y entré al probador a ver que tal me quedaban, en esa misma tienda había dos chicos bastante escandalosos,
por sus pintas intuí que serían de algún instituto cercano que se habían saltado las clases. No les presté atención la verdad, pero ellos si se percataron de mi entrada. Me probé la ropa y tampoco me convencía, desistí y me marché de la tienda, dejando a loa chavales allí mirando ropa y riéndose descaradamente entre ellos.
Aburrido decidí ir a alguno de los baños a ver si me alegraba la mañana, entré en el primero, no había nadie, estuve un rato en los urinarios de pared a ver si entraba alguien pero nada, ni un alma. Salí y me fui a otro de la planta de arriba, entre, en ese si había algo más de movimiento. Había varios hombres meando, o por lo menos eso aparentaban, en los urinarios de pared. Uno a cada extremos de la pared, yo como si nada me coloqué en medio. El de mi derecha si se veía que estaba haciendo pis, y apenas echó cuenta de que me había puesto allí. Acabó de mear, se guardó la polla y se fue. Nos quedamos solos el hombre del otro extremo y yo, los dos estábamos sin mear, tan solo sosteniendo nuestra pollas apuntando a la pared. El hombre se veía mayor, unos 60 y pico, llevaba los típicos pantalones de pinza beige y camisa de cuadros. Giré mi cara y lo miré con descaro, el giró el cuerpo para que le viera la polla. Se la estaba pajeando, se veía pequeña y sobre una mata de vello canoso. No era un manjar pero daba morbo. Me mordí los labios y el viejo empezó a pajearse más rápido. Le hice gesto de irnos a unos de los urinarios con puerta pero cierto alboroto en la entraba del baño asustó al viejo haciendo que se guardara la polla.
Eran los chicos de antes, los de la tienda, venían jaleando entrando en los baños. El viejo se asustó y se largo de los baños, joder me quedé sin polla. Seguí allí de píe unos segundos más y me retiré a los lavabos haciendo como el que se lavaba las manos, esperando por si alguien más entraba. Pero con los chavales formando escándalo lo dudaba. Me fui al secador de manos observando de reojo lo que los niñatos hacían, se habían puesto en los urinarios de pared uno al lado del otro. Seguían haciendo bromas entre ellos, no entendía muy bien lo que decían. Me extrañaba que se hubieran puesto tan juntos.
Me quedé un rato mirándolos por el espejo, uno era más alto que el otro, ninguno llegaría a los 18 años. El más alto llevaba puesto unas deportivas con chándal ajustado y los tobillos al aire, y sudadera bastante grande. El otro también con deportivas y los tobillos al aire llevaba unos vaqueros con rajas y desgastados, este llevaba un pendiente en la oreja de una cruz y piercing en la nariz. Muy a la moda ellos, rapados y con gorras anchas como se lleva.
Me disponía a irme cuando uno de ellos me silbo, el más alto, haciendo que me girara y me enseñara su polla. Se quedaron callados, mirando a ver como reaccionaba. Le miraba la polla, la tenía aún flácida, tenían caras de salidos. Viendo que no me marchaba, me preguntó si quería más. Yo asentí con la cabeza, se fue a uno de los urinarios con puerta y se metió dentro, yo lo seguí, el amigo entró detrás y cerró la puerta. Me hizo sentar en el wc mientras no paraban de sobarse los paquetes.
El alto se veía más desenvuelto, el amigo era algo más tímido. Yo empezaba a estar cachondo y les sobaba las pollas por encima del pantalón, el alto no tardo en sacarse la polla fuera del chándal, ya si la tenía algo más morcillona. Era una polla normalita, de 16 cm. estaba rasurado, se la agarré y empecé a pajearlo. El otro seguía sobándose el paquete mirando como le hacía la paja al amigo. "Dani, vamos, sácatela" le hijo el amigo, este le hizo caso, se desabrochó los botones de la bragueta y se bajó los slip sacando una polla bastante más grande que la del amigo. Corriendo fui a cogérsela y pajearla al unisono con la otra.
Los pajeaba al la par a los dos, por lo que me decían estaban hartos de que se la pelaran los viejos que iban por allí. El alto me agarro de la cabeza y me empujó contra su polla de manera brusca, si quería que se la mamase podía decirlo. Pero bueno, yo accedí y me la metí en la boca, era muy impaciente, me agarraba de la cabeza sin soltarla y me follaba la boca haciéndome daño. Me aparte de él para respirar y chupar la otra polla, este me dejaba a mi aire, se bajó un poco los pantalones para que le pudiera comer los huevos también, le olía la polla a lefa, seguro que ya se habrían corrido antes. El otro se pajeaba mirándonos, parecía molestarle que le dedicase más tiempo a la polla de su amigo, me agarró otra vez de la cabeza y me daba con su polla en la mejillas como castigo, me la metió otra vez en la boca, yo seguía sin soltar el rabo del amigo, me gustaba más, además no protestaba y me trataba mejor.
Al chico alto se la mamaba rápido y lo pajeaba a la vez, quería que se corriera y que me dejara en paz con el otro. Bombeaba su polla rápido, ahora ya no me agarraba la cabeza, el muy cabrón me sacó la polla justo antes de correrse soltándome toda la lefa en la cara. Me limpié como pude, apenas sin poder abrir los ojos el amigo me metió su polla en la boca, aún con restos de la leche del otro. La saboreé bien, era deliciosa esa polla del niñato, quería recompensarlo por lo bien que me había tratado no como el amigo, le pregunté si quería follarme. Con asombro miró al amigo que todavía seguía allí con la polla fuera, se bajó los pantalones hasta las rodillas mientras me ponía de rodillas en el wc y me bajaba to los míos. El amigo alto rápidamente fue a echarme mano al culo, pero el otro lo apartó mientras escupía en la punta de su nabo y me lo ponía en el ojete. Me agarró de las caderas y me hundió su polla hasta el fondo, apenas hacíamos ruido para que no nos pillasen pero a mi se me escapó un gemido que se tuvo que escuchar en todo el centro comercial. Me follaba muy pausado, disfrutando de mi culo estrecho, me sacaba la polla y se volvía a escupir y para adentro otra vez. El amigo se estaba pajeando otra vez. Me tuvo que tapar la boca para que no jadeara tanto, eso me puso más cachondo todavía.
La polla del nene me estaba haciendo gozar mucho, y él también se veía muy cachondo. Ya me follaba con más ritmo. Le pregunté si quería correrse en mi cara como el amigo que no me importaba, me contestó que no que no aguantaba más. Bombeó rápido, sacó la polla del ano, esparciendo por mi culo toda su leche. El otro seguía machacándosela, se acercó a mi y se corrió también en mi culo. Se guardaron la pollas y se fueron, dejándome con el culo en pompa y lleno de lefa.
No me dí cuenta y no volví a echar el pestillo de la puerta, cuando de pronto el viejo que estaba al principio abrió y me pilló limpiándome el culo. Entró dentro y se puso a sobarme las nalgas mientras se sacaba la polla y se masturbaba. No le dió mucho tiempo a mucho más y acabó corriéndose en el suelo.
Acabé de limpiarme como pude y me marché a casa.