Mi vida con los hombres. 6 El hijo del vecino

Continúo contando mis hazañas con los hombres. Historias reales.

Como ya os he contado anteriormente, mantengo buena relación con mi vecino del 5º, nos convertimos en follamigos, quedábamos cada vez que podía alguno, sobre todo cuando el podía, seguía casado y con dos hijos. Aprovechábamos cualquier momento para encontrarnos, follar o mamadas, lo que diera tiempo. Alternábamos los sitios donde nos veíamos, desde su casa, en el coche o el más frecuente el trastero donde empezó todo.

Mi vecino ahora se veía mucho más feliz, le encantaba pasar tiempo conmigo, a veces pensé que se estaba enchochando de mi, pero lo único que quería era evadirse de su vida cotidiana. Al parecer su mujer era algo antipática y borde, siempre estaba protestando, su hijo mayor en plena adolescencia era un negado para los estudios y su hijo mejor era un poco desinquieto. Lo único que tenía era desahogarse conmigo, yo por supuesto no tenía exclusividad con él, y lo sabía, andaba con quien quisiera, a veces le daba celos, pero me follaba y se le pasaba. Muchas noches nos bajábamos al trastero del garaje, le decía a su mujer que iba al bar a ver el fútbol y lo que estaba haciendo en realidad era petarme el culo. Una noche nos montamos en el ascensor del vuela cada uno a su casa, se paro en la planta baja, alguien lo había llamado, era su hijo mayor. La madre lo había mandado a buscar al padre al bar, pero allí no lo encontró y se volvió. Los dos discutían mientras yo me quedaba en mi planta y me iba con disimulo. A los pocos días me volví a topar con el hijo en el ascensor, el chico muy borde me preguntó si sabía que estaba haciendo su padre en el garaje. Yo respondí como el que no sabía de que iba la cosa. Entre insultos hacia él me confesó que le había pillado unos mensajes en el móvil hacía otra persona un tanto calientes, eran para mi, y que eso le hizo sospechar que le estaba siendo infiel a su madre. Mientras el chico hablaba y hablaba, yo lo observe con detenimiento, había cambiado mucho en poco tiempo, se había desarrollado convirtiéndose en todo un adonis. Tenía 18 años, era tan alto como su padre, hacía bastante deporte, por lo que me contó el padre juega en un equipo de fútbol, por lo que tiene unas piernas y brazos bastantes fibrados y marcaba buenos pectorales. Apenas le salía barba en la cara y de piel era bastante moreno. Siempre iba en ropa de deporte, esa vez llevaba la equipación de su equipo, botas de fútbol con calcetas hasta las rodillas, unos short de lycra que cada vez que se movía se le marcaba el rabo y dejaban a la vista sus muslos, y arriba una camiseta de tirantas. Me empezó a entrar calor. El chaval no se imaginaba ni por asomo que a su padre le iban los tíos también. Esa misma noche recibí un mensaje de su padre diciendo si podíamos vernos por la mañana en su casa, yo acepte como siempre, pero me extraño porque días antes me dijo que esta semana trabajaba todas las mañanas. A la mañana siguiente fui a su casa, toqué en la puerta, y para sorpresa de todos era el hijo. No supe reaccionar e irme, no me dio tiempo y el chico me metió para adentro. Estaba muy nervioso, él había mandado el mensaje, quería comprobar con quien era infiel su padre, y me encontró a mi. El chico no paraba de decir que su padre era un maricón pervertido. Intenté relajarlo, le expliqué como surgió todo, le dije que su padre estaba bastante mal y conmigo se sentía bien. Su padre no era gay era bisexual, disfrutaba tanto con chicos como con chicas, pero el primero que se puso a tiro fui yo. Le explique que no había nada sentimental, solo era sexo. El chico parecía calmarse, era consciente desde hace años que sus padres no estaban bien, y entendía que su padre se desahogara por ahí. Él tampoco soportaba a su madre, era demasiado controladora. Poco a poco me dí cuenta que Jorge (nombre no real) era como su padre, parecía fuerte pero todo le sobrepasaba y se derrumbó conmigo. Me acerqué a él con la intención de abrazarlo y tranquilizarlo, fue algo reacio al principio pero acabó aceptando mi abrazo, me miraba fijamente con esos ojos desconcertados, lo único que me salió fue darle un pico en la boca. Reaccionó tirándome al suelo, gritaba que él no era maricón, volvió a por mí, temí por mi, creía que me pegaría, pero no fue así. Me volvió a abrazar y pidiéndome disculpas me beso él a mi Me morreaba con pasión, me metía la lengua hasta la campanilla, el chaval estaba falto de cariño supuse. Confesó que era la primera vez que se besaba así con alguien y le estaba gustando por el bulto de su entrepierna. Siguió besándome y yo aproveché para bajar mis manos por su espalda hasta llegar a su culo, lo tenía firme y bien puesto, sobra decir que llevaba uno de sus pantaloncitos cortos de deporte, su polla ya prometía. Le quité la camiseta que llevaba, puede ver su torso, perfectamente formado, sus pectorales con dos pequeña tetillas y uno abdominales de infarto que por supuesto acaricie con mis manos. Él se notaba nervioso, sobre todo cuando le metí la mano por debajo del pantalón, se apartó asustado, me dijo que no tenía experiencia, lo tranquilicé diciéndole que no era problema que yo lo guiaba. Me llevó hasta su habitación, se sentó en el filo de la cama, yo me quité la ropa quedándome en boxer, el no me quitaba ojo y aprovechaba para sobarme también. Me agaché frente a él, le quite el nudo de la zapatillas y se las quite, después los calcetines, acariciaba sus piernas musculosas y ya se le escapaba algún gemido. Subí mi mano por sus muslos hasta llegar a su polla. Le bajé el short y después dejé libre su rabo. Joder que pasada de rabo tenía el chaval. Parecido al de su padre, gordito y con un capullo puntiagudo, tenía los vellos recortados y le daba aspecto de más grande, no tardé en metermelo en la boca, Jorge echado sobre la cama gemía de gusto. Sus huevos se veían bien cargados, espero que fuese tan lechero como el padre. Le pregunté que cuando fue la ultima vez que se pajeó y me dijo que el día de antes y ya volvía a tener los huevos bien cargados. Le pregunté si quería follarme, y muy tímido me dijo que le encantaría. Se recostó mejor en la cama mientras yo me acaba de quitar los boxer, cuando vio mi polla rápidamente vino a chupármela, lo hacía regular, daba fuertes chupetones y me hacía daño con los dientes, preferí que lo dejase para otro momento ya lo enseñaría. Se volvió a recostar en la cama manoseándose la polla, me subí encima de él, le guié su polla hasta mi culo y me fui dejando caer poco a poco. Desde mi posición podía ver perfectamente su tableta y pectorales, y su cara de placer con los ojos vueltos. Eché mi cuerpo hacía atrás apoyándome en sus piernas y saltaba en su polla, él aprovechaba y me pajeaba que eso si lo hacía bien. Cambiamos de postura, ya estaba más relajado y quiso que me pusiera bocabajo tumbado en la cama, se fue hasta mi culo y empezó a darme bocados en el, puso su polla otra vez en mi agujero y me la metía y sacaba en plan bestia. Estaba siendo un salvaje conmigo, me estaba reventando el culo con tantas embestidas, empezó a preguntarme quien lo follaba mejor si él o su padre. Yo no contestaba, lo dejaba que se desahogara con mi culo, aumentó los empujones, se iba a correr, Acabó de descargar en mi culo y se tumbó junto a mi acariciándome y besándome. Le confesé que su padre había perdido la virginidad conmigo a igual que él. Creo que en ese momento me gané otro follamigo.