Mi vida con los hombres. 3 Mi vecino

Continúan mis historias con los hombres, esta vez os contaré mi relación con un vecino.

Como os acordareis del ultimo episodio me he abierto mundo al tema del cruising a raíz de que mis padres me regalaron un coche para poderme mover con libertad. Pues veréis, ese día que conocí a Brian y su espectacular polla, saliendo de la zona de cruising, justamente donde estaban los coches aparcados, la gente que no quería adentrarse en la arboleda se quedaba en sus coches esperando que alguien de su agrado se subiese y lo hiciesen allí mismo. Pues un coche en particular llamó mi atención, era el de mi vecino del 5º, lo conocía porque aún llevaba el bollo que le hizo saliendo del parking, no era de extrañar era una ciudad no muy grande. Qué demonios haría allí, era un hombre casado y con hijos. ¿Era todo pura tapadera?, me quedé entre los matorrales observándolo un rato a ver que hacía.

Al cabo de un rato, vi como un chico en bici se le acercaba, tendría algún año más que yo, veía como hablaban entre ellos hasta que el chico entró en el coche y se sentó en el copiloto. Estuvieron hablando un rato hasta que el chico se agachó en la entrepierna de mi vecino, no lo veía bien pero supuse que se la estaría mamando. Pasado los minutos el chico se incorporó y se bajó del coche, mi vecino sacó de su cartera un billete y se lo dio al chico, cogió su bici y se marchó. No daba crédito a lo que acababa de ver, mi vecino, le iban los tíos o por lo menos que se la chupasen y encima pagaba por ello.

Siempre me había fijado en él, pero apenas teníamos relación de hola y adiós, era un hombre de 38 años, casado desde hacía mucho tiempo, con dos hijos uno de 16 y otro de 12. Él era un tipo normal, trabajaba como conductor de autobuses, era bastante alto, ni atractivo ni feo, pero el hecho de verlo en aquella situación hizo que me atrajera. Supuse que toda pareja tenía altibajos y después de tantos años la monotonía podía ser mala y por eso buscaba alternativas para sobrellevarlo.

Todo quedó ahí, pasaron los días y no volví a ver a mi vecino, casi que me había olvidado de aquel momento. Hasta que un día nos cruzamos en el ascensor, ambos íbamos para el parking del bloque, él tiene el coche un par de plazas al lado de la mía. Me vino a la mente el momento del coche y aquel chico, me empecé a calentar y a morirme de la vergüenza, no sabía como mirarlo. Intenté entablar una conversación con él, a ver si podía sacarle algo o a traerlo hacia mi. Le pregunté si iba a trabajar, me dijo que no, que iba a recoger a su hijo a casa de un amigo, yo le hablé que ya tenía coche y que no tenía que molestar a mis padres. Parecía simpático, sus palabras me confirmaron que llevaba una vida aburrida, monótona, del trabajo a casa, en casa aguantar a tu mujer, atender a tus hijos y vuelta a empezar. Me dio algo de pena, tenía la necesidad de compensarle y darle alguna alegría, pero no sabía como.

Los dos nos fuimos cada uno para nuestro coche, se me escapaba el momento de decirle algo más, improvisé y lo único que se me ocurrió es que el coche no me arrancaba y le pedí ayuda. Él muy amable se acerco para ver que pasaba, se subio al coche y a la primera lo arranco y vio que todo estaba bien, aproveche que esta dentro del coche y le solté que lo vi hace días en la zona de cruising con otro chico. Se puso algo nervioso, se bajo del coche, lo negaba todo, intente tranquilizarlo, le dije que yo estaba allí por lo mismo, que no se avergonzara. Se quedó callado un rato, casi se echa a llorar suplicando que no se lo contara a nadie, seguía tranquilizándolo, sin más le solté que no necesitaba pagar a nadie por hacerlo disfrutar, acercándome a él y poniéndole la mano en el hombro. Se sorprendió que le dijera eso, no supo como reaccionar, le dije sin rodeos que podía utilizarme a mi sin tenerme que pagar. No dijo nada, se fue para su coche, y con discreción me dijo que fuera hacía él. Sacó un manojo de llaves de su bolsillo, cogió una y abrió el trastero que hay detrás de la plaza de garaje, me invitó a entrar. Era un sitio oscuro y estrecho, me dijo con voz baja que por favor fuera discreto con esto mientras se desabrochaba los pantalones, tenemos que ser rápidos por favor que tengo que ir a recoger a mi hijo y no quiero que sospeche me decía. Yo rápidamente me arrodillé y terminé de bajar los pantalones y los gallumbos, su polla aún en reposo no se veía muy larga pero si bastante gordita, lo pajeé antes de llevármela a la boca, él se sujetaba en las estanterías y me dejaba hacer. Se la descapullé y empecé a comérmela, la notaba como iba cogiendo tamaño, como ya he dicho no era muy larga pero de grosor estaba bastante bien, empezaba a no caber en mi boca. Aumenté mis movimientos con la intención de acabar pronto, no quería fastidiar nuestro primer encuentro, él se mordía el puño para evitar gemir fuerte. Le estrujaba los huevos cuando me avisó que se venía. Mi boca se fue inundando de su leche, no paraba de salir, apenas la podía retener dentro, me tragué una poca y la demás se me salía por los labios. Me pidió perdón, hacía muchos días que no se deslechaba, no me importaba. Nos recompusimos y salimos, pero antes de irnos cada uno a nuestro coche me dio un beso dándome las gracias, me pidió también mi teléfono para cuadrar la siguiente vez. Me gustó ese afecto que me daba.

Al día siguiente recibí un mensaje bien temprano, era mi vecino, decía que esa mañana no trabajaba y que su mujer estaba trabajando y los niños en clases, que subiera que ya sabía donde vivía. Me levanté y me vestí rápidamente, desayuné y le dije a mi madre que tenía que irme a casa de un compañero a hacer un trabajo para clase. Hice como el que baja en ascensor para luego volver a subir al 5º, toqué en su puerta con discreción y al momento me abrió. Estaba aún en pijama, típico pijama de padre de cuadritos, me dijo que no me esperaba tan pronto pero estaba encantado con que hubiese ido.

Me invitó a sentarme en el salón, se puso a mi lado y empezó a acariciarme. Me confesó que le encantaban los chicos jovencitos como yo, pero que nunca había hecho nada más que mamadas. Me pidió que me desnudara, quería verme bien, eso hice. Me quite la ropa y me quedé de pie para que me pudiera ver. Alargó su mano y me cogió el culo, me lo acariciaba, subía su mano por mi torso, su entrepierna se iba abultando cada vez más. Le pregunté si no se desnudaba también, y sin quitarme ojo empezó a desvestirse. Su cuerpo no estaba nada mal la verdad, se veía que se cuidaba algo, piernas fuertes y sin barriguita, algo de vello y barbita recortada.

Me agaché delante de él, manoseaba su polla, quería recrearme en su cuerpo así que empecé dándole besos en el cuello, bajé hasta sus tetillas mordiéndolas, continué por su barriga, olí su mata de vello púbico, olía a macho, jugué con mi lengua en su capullo, sabía a meada mañanera, él se estremecía de placer. Así estuve un rato trabajando su polla, me paró y me dijo si íbamos a la habitación mejor. Para allá nos fuimos, tenía la cama deshecha, se tumbó boca arriba, me pidió que me subiera encima haciendo un 69, quería comerme el culo. Obedecí, seguí comiéndole la polla mientras mi vecino me comía el culo y me lo follaba con los dedos. Me lo agarraba muy brusco, lo estaba disfrutando de lo lindo.

Quería que me follase ya, me incorporé encima de él, me puse su polla en mi culo y me dejé caer poco a poco metiéndomela. Su cara lo decía todo, estaba en las nubes, mi culo se movía abajo y arriba engullendo su pollote, mi vecino me agarraba con fuerzas del culo, dándome guantazos suaves. Al rato cambiamos, me puso a 4 patas, ahora el bestia era él, estaba desbocado, me montaba como si fuera su perra. Me tenía agarrado de las caderas, su cuerpo sudaba, cada vez me follaba más fuerte, hasta que sentí una gran embestida, su cuerpo empezó a dar espasmos y noté algo caliente saliendo de mi culo, yo sin darme cuenta me había corrido también sin apenas haberme tocado. Se quitó de encima mía y cayó rendido junto a mi, me abrazó y volvió a besarme.

Cuando nos recuperamos de la follada, ambos nos fuimos a duchar juntos, era todo un caballero y atento conmigo. Algo en mi interior me decía que nos llevaríamos muy bien y que sería un follamigo estable.