Mi vida con la familia L - Parte 2

Necesitaba un trabajo, y el de puta particular para una familia completa, no se veía nada mal.

Capítulo 2 -

  • No te vistas, ven a la cocina, así te muestro tu nueva habitación y te das un baño para poder ponerte el uniforme -. Me informó, mientras él sí se vestía.

  • Pero mi ropa está...

  • No te preocupes por eso, nosotros te vamos a abastecer en todo lo que necesites.

Caminamos por un pasillo, hasta llegar a la cocina, que era amplia y limpia. Me señaló una puerta a la derecha y me dirigí hacia ahí.

  • Desde hoy, esta será tu habitación. Puedes compartirla con quien quieras cuando quieras.

  • Bien. Pero, ¿dónde está la familia?

  • Mi mujer salió de viaje, y llegará esta tarde. Mis hijos deben estar durmiendo juntos o con alguno de sus amigos, no se bien -. Me dijo, mientras sacaba de un cajón el uniforme que iba a usar. - Toma, este es el uniforme que usarás siempre, todos los días. Y este, cuando hay visitas que no saben lo que sucede en esta casa.

Miré ambas prenda, y sin duda, la diferencia era extremadamente grande. El uniforme de siempre, no me cubría nada, absolutamente nada ya que dejaba todo a la vista de todos, mientras que el otro, era conservador en todos los ángulos. Era grande, y largo.

  • Dúchate. Después te explico bien las cosas -. Y salió.

Pero antes de hacerlo, empecé a observar la habitación. Abrí cajones, encontrándome con juguetes de todo tipo, y la verdad, me volví a calentar, mi concha empezó a correar otra vez, por lo tanto, no me contuve, y me metí un vibrador en la concha y gemí ante el dulce cosquilleo que experimenté.

Me recosté en la cama y mientras que con una mano, me metía y sacaba el vibrador, con la otra me pellizcaba mis 115 de tetas. Cuando llegué al orgasmo, lo hice una manera abundante, tanto, que al levantarme, me temblaban las pierna por la experiencia.

Me dirigí al baño, y me metí dentro del agua fría, que templó mi piel y me relajó. Después de salir, me sequé completamente y pasando unas cremas por mi cuerpo, me vestí con el diminuto traje.

Me miré en el espejo de cuerpo entero, y sin duda, me veía como una completa puta, ya que dejaba mis tetas al aire, tapando a penas mi concha y culo. Como no había encontrado ropa interior que ponerme, no lo hice.

Salí de la habitación y lo vi preparando café.

  • Vaya... estás bien puta -. Me dijo como alago. - Y la verdad, me encantó meterte la pija en tu culo.

  • Gracias.

  • Siéntate, vamos a dejar un par de cosas claras. Dime, ¿te molestan las palabras puta, zorra o cosas por el estilo?

  • No.

  • ¿Nada de enfermedades? ¿Adicciones?

  • No.

Y así siguió con sus preguntas, como si alguna vez estuve en una orgía, o si me cogí a mi propio padre.

  • Bien, pareces es caso perfecto, pero lástima que solo te dejaras follar por tu primo. Mirá, la cosa es así, somos una familia muy abierta, a mi mujer a mi siempre nos gustó practicar el sexo por toda las casa a pesar de que nuestros hijos fueran chicos, por lo tanto, ellos crecieron sabiendo que era eso y a muy corta edad, les permitimos experimentarlo, porque la verdad, es algo que todos merecen disfrutar de verdad. Nosotros estrenamos a nuestros hijos, y ellos ejercitaron entre ellos hasta poder encontrar a gente que les gustase. Por lo tanto, no te sorprendas si vez a Tobías, el mejor con 12 años metiéndosela a Sara de 20, o a Víctor de 25 a mi mujer Anabella de 48, o a mí, a alguno de ellos. Ya que somos bisexuales también.

  • Entiendo -. Dije, mientras bebía el café que me ofreció.

  • Somos de organizar orgías con algunos de nuestros mejores amigos y eso.

Siguió explicándome un par de cosas más, como iba a ser mi paga, mis días de descanso y que tenía total libertad de decir NO cuando yo quisiera. Me dijo que cada uno tenía sus propios fetiches y maneras de ser, y que pronto lo iba a descubrir.

  • Bien, creo que es hora de que comiences a trabajar. Son las nueve de la mañana, por lo tanto, te diría que empieces a hacerles el desayuno a los niños. Ellos ya saben que iba a llegar una empleada nueva, por tanto no te preocupes. Te presentas y si tienen ganas de algo, ya sabes que hacer. Nos vemos más tarde, ahora debo ir a trabajar.

Se acercó a mí, y chupándome una teta, se marchó.

Realmente no estaba acostumbrada a tener una sección de sexo tras otra, y veía que debía empezar a acostumbrarme, porque tenía el presentimiento de que no me darían descanso alguno, y eso lo comprové, al escuchar como alguien se acercaba y entraba a la cocina. Rápidamente me levanté de la silla, para ver al familiar que se presentaba y me quedé un momento paralizada, al ver a Sara, cruzada de brazos en el umbral de la puerta.

  • ¿Necesita algo? -. Pregunté, sin poder dejar de ver el impresionante cuerpo escultural que tenía. Sus tetas eran más grandes que las mías, sus curvas eran tan impresionantes. Pero lo que más me llamó la atención, fue la mata de pelos pelirrojos que cubría su concha.

  • ¿Qué? ¿Te gusta lo que ves? -. Me preguntó, con un deje de diversión.

El señor me había aconsejado ser sincera siempre en cuanto al sexo ya que ellos nunca decía no, así que así lo hice.

  • ¿Puedo tocarle la concha? -. Le pregunté, acercándome, y es que quería sentir la suavidad de esos pelos.

  • Claro -. Gadeó al sentir mi mano recorrer toda su concha, y fue genial hacerlo. Introducí dos dedos en su cueva, para sacarlos manchados de sus flujos vaginales y sin duda semen. - Uno de mis pervertidos hermanos no se ha resistido y me la metió hasta el fondo, como de seguro lo hizo el viejo.

Me llevé los dedos a la boca y los saboree.

  • Vaya que eres una guarra, ehhh -. Me dijo riéndose. - Ven, siéntate en la mesada.

Me dijo, y así lo hice. Me abrió las piernas y agachándose un poco, comenzó a comerme la concha.

  • Sí, así... que bien lo haces... -. Le dije, moviendo mi cadera de arriba hacia abajo y en círculo. Cuando agarró mi clítoris en sus labios y no aguanté más y tuve un orgasmo, lo cual, me hizo agarrar su cabellera pelirroja y apretarla contra mi sexo para que no pare.

  • ¡Pero hermana! Deja un poco de jugo para nosotros.

Escuché que decía la vos de un niño, que se acercaba a nosotras, y metía la pija entre las piernas de su hermana, y sin meterce en ella, se restregaba entre sus labios.

  • Tobías, deja de ser pajero, y meteme de una vez la pija en el culo -. Le dijo Sara, cuando dejé que se separara de mi sexo para que respirara un poco.

  • Tus mandatos son ley -. Y por como se impulsos hacia mi sexo otra vez, pude ver que su hermano menor, la había penetrado con fuerza. - Que puta te vez hermanita, mientras chupas la concha de zorra, y estás siendo ensartada por mi pija sin parar.

Y sí, la imagen era genial, tanto, que volví a llegar al orgasmo, así como Sara.

  • Creo que la nueva integrante, también querrá un poco de ti, Tob -. Le dijo ella, separándose de mí, para dejar paso a su hermano.

Y ahí pude ver su pija, que para ser un niño de 12 años, era bastante grande, eso sí, un poco fina. Bajé de la mesada, y me puse a chupársela.

  • Mira como se la traga toda, completa. Que puta -. Dijo, agarrando mis cabellos y comenzando a coger mi boca, hasta que terminó.

Me tragué todo lo que pude, pero aún así, algo se me salió de la boca, y comenzó a correr por mi cara.

  • Espera, yo te ayudo -. Se ofreció Sara, y comenzamos a besarnos, mientras que de vez en cuando lamía alguna línea de semen y volvía a mi boca.

  • Bueno, ¿que quieren de desayunar? -. Les pregunté, una vez que la faena ya había terminado.


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