Mi vida con Abdel
Después de aquel día tan fabuloso en la sauna y de dormir junto a Abdel no tenía ni idea de lo mucho que iba a cambiar mi vida, ni por asomo. Había dejado mi ciudad, mi pareja, mis amigos y mi familia, en fin todo.
Mi vida con Abdel
Antes de todo, agradecer a los que han leído mi anterior y primer relato “Un día de verano en la sauna”. Gracias a vuestros comentarios me he animado a relatar un segundo que podríamos decir que es la continuación del primero.
Después de aquel día tan fabuloso en la sauna y de dormir junto a Abdel no tenía ni idea de lo mucho que iba a cambiar mi vida, ni por asomo. Había dejado mi ciudad, mi pareja, mis amigos y mi familia, en fin… todo.
Pasaron dos días y Abdel cada día me parecía más guapo y atractivo, es más nos compenetrábamos mejor, lo que me sorprendió que en los dos primeros días que llevaba en su casa no me había tocado ni un pelo, sólo nos dedicábamos a dormir abrazados.
Abdel me contó cosas de él, de cómo vino a España, por trabajo, que no tenía papeles, pese a pertenecer a una familia bastante acomodada de Argelia y que decidió venir a buscarse la vida, para tener independencia. Aquí se ganaba la vida vendiendo droga, maría, y tenía como socio un “conocido mío”, Mohammed.
Conmigo se portaba muy bien, aunque en la tercera noche… Después de cenar, yo empecé a recoger la mesa y fregar los platos (él no movía ni un dedo). Abdel se lio un porro y estaba viendo la televisión en el salón y al rato me llamó.
ABDEL – Ven!!! – Me dijo con su claro acento árabe.
CR – Dime. ¿Me llamabas?
ABDEL – Sí. Ven aquí y “chopa” tengo ganas de boca.
Me sorprendió mucho su actitud pero debo de reconocer que me puso como una moto. Yo me arrodillé enfrente de él (en el sofá) y se sacó su rabazo. Uff aquella polla venosa de 20cm casi me desencajaba la mandíbula. Él también se puso súper burro, incluso gemía. Estuve así escasos 5 minutos cuando…
ABDEL – Va “potilla” mía. – “Chopa” más.
CR – Sí, cariño.
De repente… Plaaaash!!!
Me dio una tremenda hostia que hizo que me pitaran los oídos por un buen rato.
ABDEL – Marica de mierda, no me llames eso.
Yo me quedé con cara de susto por si me hacía algo más, no estaba acostumbrado a esas reacciones, pero me quedé allí como una estatua.
ABDEL – Pufff. Limpia todo, yo me voy a dar una “volta”.
Me fui llorando a la cocina y al ver Abdel mi reacción, me dio un abrazo por detrás.
ABDEL – Me gustas “mocho” pero no me llames eso, eso es de maricones y yo soy un hombre.
CR – Vale. Lo siento, no volverá a pasar.
Acto seguido se fue sin decir nada y cerró la puerta de la calle con llave, cosa que me asustó aún más.
Yo estaba muy nervioso, estaba en casa de un árabe desconocido prácticamente que me había abofeteado sin razón alguna, pero algo me impedía huir de allí y me quedé pensativo durante horas.
CR - ¿Qué me está pasando? ¿Me estaré enamorando? – Me quedé pensativo.
Es impropio de mí pero… ¿Qué me pasa?
Pero si yo era feliz como estaba antes.
Pasaron las horas y Abdel no volvía, así que decidí cenar, ducharme y acostarme.
A las 4 de la madrugada llegó Abdel, llegaba borracho y haciendo jaleo. Encendió la luz de la habitación, cosa que me despertó definitivamente.
CR - ¿De dónde vienes? – Le pregunté.
Ni me miró mientras se desnudaba delante de mía. (él siempre dormía así).
Yo no pude pegar ojo, aunque era consciente de que en menos de una semana, me había pegado, había llegado borracho una noche e incluso sabía que se dedicaba a algo ilegal.
Al amanecer, abrí los ojos y vi que Abdel estaba abrazado a mí, eso me tranquilizó mucho. Estaba empalmado, su rabo tocaba mi culito depilado, mmmm, yo me restregué como una putita en celo y él me recibió con unos gemidos matutinos. Aprecié que él seguía durmiendo
así que eché saliva en mi ojete y jugué con su tremendo aparato.
Madre mía que placer, cuando me estaba que no podía más, me puso encima suya, y me la clavé yo solito, al principio me dolió ya que su glande era enorme como una seta. Tras varios intentos y saliva conseguí engullir toda esa carne y comencé a trotar como una perra.
Mmmm era más placer que dolor pero la combinación de ambas hacía que yo disfrutara más.
Tenía el agujerito súper abierto, como nunca lo recordaba. Abdel gemía más y más, mientras relataba cosas en árabe, cosa que me volvía loco.
Hasta que yo, al ver que él disfrutaba mucho decidí aumentar el ritmo, podría decir que estuve así 30 minutos sin parar, hasta que oí un fuerte “berrido” por parte de Abdel,
ABDEL – Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!!!
Al mismo tiempo noté un líquido espeso dentro de mí, me había auto preñado con el mastodóntico rabo de mi macho árabe mientras él mismo dormía.
Yo quedé exhausto sin correrme (cosa que no me importó) y me quedé con el cuerpo llenito de su leche mora, mientras él seguía durmiendo como un bebé.
Al despertarnos, Abdel se me quedó mirando fijamente a la cara y me dijo. – Buenos días, hombre.
Yo me quedé sin palabras, sin saber que contestar.
ABDEL – Perdona por mi “ración” de ayer, pero estaba “nirvioso”.
CR – No pasa nada, pero… ¿te pasa algo?
ABDEL – Sí. “Vene” mi primo de Argel la semana que “vene” y no sabe nada de lo mío.
CR – No pasa nada. Cuando esté él dormiré en el sofá y tu primo en la otra habitación y así no sospechará.
ABDEL – “Grasias”. Y me dio un abrazo.
He de decir que los días pasaron rápido, Abdel estaba súper cariñoso conmigo, me abrazaba a todo momento y su comportamiento cambió por completo.
El miércoles a las 20 de la tarde llamaron a la puerta, era su primo, pero esa historia la contaré en el siguiente relato “Mi vida con Abdel II – El primo de Argelia”.
Espero que os haya gustado mi segundo relato y espero que dejéis comentarios y sugerencias para seguir mejorando. Un saludo a todos mis seguidores jejeje ; ).