Mi vida como gogó
Fue una prueba sobre escribir de otra manera y salio esto.
La minifalda negra apenas me tapaba las nalgas, el top anudado en el centro de mis pechos era mínimo y aunque no estuviera operada sobresalían por debajo al no llevar sujetador.
La peluca negra y corta con flequillo era para que no me reconocieran.
Llegaba 5 minutos tarde porque el autobús se había retrasado.
Era mi primer día de trabajo como gogó en una discoteca a las afueras de mi ciudad, y encima se me había olvidado el DNI.
El segurata de la puerta estaba muy bueno y no pude evitar sentir cierto morbo al imaginármelo poseyéndome en la cama.
Pero el muy capullo no quiso dejarme entrar.
Estuvimos así un rato, hasta que conseguí que llamara a Al, el encargado de la sala, que le regañó y me dejó entrar.
Me colocaron en la sala del reggeton, encima de un podium amplio con otro gogo.
Fue muy amable y pronto empezamos a bailar juntos, se notaba que el chico llevaba años en ese mundo y me ayudó mucho a tomar confianza.
Para bajar no había escalera y tuvo que ayudarme el segurata que antes me había parado en la puerta, puse cara de enfadada a pesar de que me excito sentir su cuerpo.
El gogó bajó también y me acompañó a la cafetería a tomar algo mientras hablábamos y me confesaba su homosexualidad, cosa que hizo que aun me cayera mejor.
Había echo un amigo.
Volvimos al podium y el gogó, Ferran, me ayudó a subir.
Estábamos en nuestro baile sensual cuando me giré y vi que el segurata nos miraba.
Desee que no fuera gay y me mirara a mi, así que seguí moviéndome con más énfasis.
Se que pasó la mayor parte de la noche mirándonos, desapareciendo cuando le llamaban, pero volviéndo al instante.
Cuando acabó mi turno me ayudó a bajar de la plataforma y me acompañó al camerino por un pasillo que se iba oscureciendo, de repente se giró:
-Perdona por lo de antes, pero no puedo dejar pasar a cualquiera.
-Me has tenido media hora esperando en vez de llamar a Alberto nada mas te lo he dicho- dije con el ceño fruncido y voz de enfadada.
-No puedo ocuparme de todo a la vez.
-Has visto que llevaba el traje de gogó y llegaba tarde- le dije encarándome a él.
-Si le hechas un vistazo a la pista verás que muchas chicas van como tu.
-¡Si llevo hasta peluca!- dije indignada.
-¿Llevas peluca?- empezó a reírse y se acercó a mi para arrancármela- a ver si es verdad.
-¡No, no me la quites!- dije aparentando molesta mientras me agarraba la peluca sujeta con varios ganchitos.
Estábamos cara a cara y empezó a hacerme cosquillas, pero estoy inmunizada, así que me cogió de las muñecas y las sujetó con una mano mientras yo daba grititos mezcla de excitación y pose de estar enfadada.
Para callarme se acercó aun más y me besó. Respondí a su beso sin dejar que apartara su cara.
Con su mano libre me arrancó la peluca con suavidad, dejando mi largo cabello rubio al aire.
Tiró la peluca y recorrió con su mano mi cuerpo, hasta llegar a mis muslos que apretó con fuerza.
No paraba de jadear mientras me besaba, y metía su mano por dentro de mi minúscula ropa
Separamos nuestros labios y me soltó las muñecas que me dolían de la presión.
Puso sus grandes manos sobre mis pechos produciendo que los pezones se endurecieran aun más.
Siguió apretando hasta que se decidió a quitarme el top y pasó a devorarlas con sus labios y dientes a la vez que cogía mis manos y me las ataba por la muñeca con mi top.
-Más- le pedí con voz de niña buena.
-Ahora tendrás más- dijo poniéndome de espaldas a él contra la pared.
Me quitó el tanga y me abrió de piernas para meter su cara entre ellas y con fuerza succionarme y lamerme mientras me volvía loca.
En dos minutos sentí que de la presión me estallaba el clítoris y me corría en su boca mientras no paraba ni un segundo de lamerme.
-Me corro- gemí.
Fue bajando el ritmo de caricias con su boca hasta que paró.
Las piernas me temblaban del orgasmo que acababa de experimentar pero no tuvo compasión de mi y eso me encanto.
Se levantó y acercó su boca a mi cuello para mordisquearlo.
-Me gusta más tu pelo natural- me susurró- ¿Quieres que te use?- dijo mientras apretaba su polla que ya estaba desnuda contra mis nalgas.
-Si- chille afónica.
Me cogió de las muñecas que estaban atadas a la espalda y las ató aun más fuerte:
-¿Esto te gusta?-
No hizo falta que contestara, escuchó que mi respiración aun se aceleraba más mientras me abría de piernas y sacaba el trasero haciendo que la punta de su pene se colocara en mi entrada.
Antes de penetrarme jugó conmigo, cogiendo con sus manos mis pechos y amasándolos, apretando mis pezones.
Yo estaba con la cabeza sobre la pared para aguantar sus embestidas que aunque aun no había probado imaginaba con deseo.
La gruesa punta había entrado por voluntad propia, suavemente.
Apretó más fuerte mis pechos mientras se dejaba caer sobre mi cuerpo y entonces supe que me iba a penetrar hasta el fondo.
Y así lo hizo, haciéndome sentir un cosquilleo por todo el cuerpo mientras el también ahogaba un gemido, que fueron aumentando.
La penetración era lenta y profunda, sentía que todo mi cuerpo se habría, tenía la piel de gallina y no podía parar de gemir mientras ponía sus dedos en mi boca para que se los mamara hasta metérmelos todos.
La penetración cada vez era más rápida y profunda, le pedía más y más, sabiendo que después no iba a poder caminar en tres semanas.
-Me voy a correr en tu boquita- me anunció mientras yo notaba mi segundo orgasmo, le grite que sí.
Se separó de mi cuerpo y me hizo arrodillarme, para follarme la boca.
Nunca había conseguido metérmela hasta el fondo pero él lo logró y mi excitación crecía notando su líquido preseminal en mi lengua.
Mientras le miraba con inocencia.
Su ritmo se hizo tan rápido que dejé la cabeza quieta para no hacerle daño y pronto noté como se corría.
-Trágatelo to - Pero no pudo seguir porque le estaba succionando para no derramar ni una gota mientras él se volvía loco de placer y no sabía donde cogerse.
Acabé de limpiársela con mi lengua.
Me ayudó a levantarme y me besó, cosa que me extrañó.
-Ha sido fantástico- dijo desatándome- ¿Vas a volver?
-Sí, claro, necesito el dinero.
-Podríamos vernos en el descanso- dijo mientras aun no había dejado de acariciar mi piel con su brazo izquierdo y a la vez sus dedos de la mano derecha ya estaban en mi entrepierna masturbándome.
-Estaría bien, tengo que coger el bus, sino me quedaría más, lo siento- le dije triste pero sin apartarle la mano de mi entre pierna que a pesar de ser fuerte se movía con delicadeza.
-¿Quieres que te lleve a casa?- noté que no lo hacía por obligación- acabo dentro de una hora, si te esperas te llevo y así hablamos más por el camino.
-Vale- le dije.
Y así empezó mi vida como gogó..