Mi vida como esclavo (9)
Trato de compartir mi vida junto a mi esposa y Ama en el día a día. Lo narrado responde a la realidad aunque se han modificado algunos detalles.
Mi primer día como esclavo (9)
Se fue al baño para arreglarse mientras yo hacía la cama y le preparaba la ropa que se iba a poner. Al terminar me fui a la habitación de su hijo y como siempre todo estaba desordenado. Colgué su ropa, hice su cama y dejé la habitación arreglada. Ahora me fui a su baño. Las toallas en el suelo las colgué y limpié su inodoro de restos de sus deposiciones.
- Mi Ama, la habitación y el baño de su hijo están arreglados y limpios.
- Así me gusta, esclavo. Poco a poco voy haciendo de ti un verdadero esclavo según mi deseo. ¿Lo tienes ya todo preparado?
- Si mi Ama, solo me queda vestirme yo y podemos irnos.
- Hoy me apetece que hagas el viaje con el cinturón de castidad. Dámelo que te lo ponga.
Saqué el cinturón de castidad y el candado para que me lo pusiera. Frente a Ella esperé. Lo que no imaginé es que además tenía preparado el plus anal.
- Necesito que antes de ponértelo te pongas de espaldas y te inclines hacia adelante. ¿Creías que ibas a ir tan cómodo?
Me incliné hacia adelante
- Sepárate ese culo de mierda que tienes.
Con mis manos separé mis glúteos para facilitarle la penetración.
- Así está mejor puto esclavo.
Note la punta del plug untando mi orificio anal con el lubricante, para después ir introduciéndose en mí.
- Relájate o te dolerá, esclavo inútil.
Ya estaba entrando, solo faltaba que lo encajara hasta el fondo.
- Ya está. Ahora ya te puedes poner el cinturón tú solo para que yo le coloqué el candado. Vas a estar precioso, mi maricón.
Ya todo ajustado me vestí y la esperé.
- Cuando quieras nos vamos, mi Ama.
Salimos de casa, el plug me hacía andar de una forma especial y rara. Yo con todas las bolsas cerré la puerta y nos bajamos al garaje a coger el coche e irnos a la casa de la playa. Le abrí la puerta como era mi deber y gusto para sentarme yo después y arrancar. Al sentarme sentí clavarse aún más el plug que me había insertado.
- ¿Estás cómodo, mi puto maricón?, estoy segura que te gustará hacer el viaje así, bien follado.
- Mucho, mi Ama.
- Toma un cigarro, me apetece fumar.
Encendió un cigarro para mí y otro para Ella. Durante el viaje hacía por moverme en el asiento para que el plug no me molestara más de lo normal. Ella se dio cuenta.
- Te noto intranquilo. Ja, ja, ja. Cuando lleguemos te aliviaré un poco.
El viaje, como siempre lo hicimos charlando y se nos hizo muy corto. Cuando llegamos descargué las bolsas del coche y entramos en casa. Me puse a colocarlo todo mientras Ella se sentaba y se encendía un cigarrillo.
- Cuando termines te quiero aquí, mi perro.
Al oírla me di prisa en terminar y acudir junto a Ella.
- Ya he terminado de colocarlo todo.
- Bien, prepara un café.
- Sí, mi Ama.
Fui a la cocina y preparé el café a la vez que le pregunté si deseaba tomar algo más.
- Sí, una tostada pequeña con mantequilla y mermelada.
Cuando lo tuve todo preparado se lo serví en la mesa de la terraza.
- Me gusta cómo vas avanzando en tu condición de perro en propiedad.
Inmediatamente que escuché como se dirigía a mi como perro, me arrodillé a su lado.
- Te das cuenta como llevo razón. Ha sido llamarte perro y has adoptado la posición que te corresponde como tal. Abre la boca
Desde mi posición de rodillas abrí mi boca para ver como escupía de su boca restos de su tostada masticada en su boca.
- Gracias, mi Ama. Esta muy rica.
- Sabía que te gustaría.
Al terminar su café y la tostada me pidió un cigarrillo. Yo seguía arrodillado junto a Ella y con la boca abierta como suplicando ser usado como su cenicero particular y así recibir las cenizas de su cigarro.
- ¿Cómo te sientes aún follado?
- Muy bien, es como si formara parte de mí el llevar insertado el plug.
- Te dije que te aliviaría al llegar y me gusta cumplir lo que digo. Cuando termine de fumar te vendrás conmigo al dormitorio.
Cuando terminó su cigarrillo, se levantó y yo tras Ella le seguí. Al entrar en el dormitorio me mandó poner la sábana ajustable de látex negro que teníamos. Una vez puesta tiro de mi collar echándome sobre la cama boca arriba. Ella entonces soltó con su llave el candado de mi cinturón de castidad y se empezó a desvestir. Solo ver su cuerpo desnudo me excitaba. El saber que nuevamente iba a ser usado por Ella me hacía sentir útil, gozoso de servirla.
Se subió en la cama de pie con sus piernas a cada lado de mi cuerpo y en su mano la fusta.
- Antes de pinzarte los pezones quiero que estén duros e hinchados.
Un latigazo tras otro sobre mis pezones los hizo estar preparados para lo que deseaba hacer. Tomó unas pinzas las colocó sobre mis pezones y las fue estirando mediante giros del tornillo que las sostenía. Cuando estuvieron muy tensas y mis pezones estirados se arrodilló sobre mi cara dejando su coño pegado a mi boca.
- Quiero que te lo bebas todo sin derramar ni una sola gota. Me he puesto esta copa para que la chupes con tus labios y así disfrutes de todo mi néctar. Te lo tienes merecido por tu comportamiento.
Mis labios atraparon la especie de embudo que sobresalía de entre sus piernas y esperé a recibir su orina caliente. Pronto pude saborear unas gotitas que dejó caer para progresivamente ir tragando el choro cada vez más intenso de orina con el que me estaba regalando. Así estuve tragando sin cesar hasta que nuevamente eran solo unas gotas las que llenaban mi boca. Tras terminar…
- Deja ya de chupar, perro asqueroso.
Solté el final de ese embudo de entre mis labios para que pudiera quitárselo.
- Ahora quiero que uses esa lengua de cerdo para limpiarme y secarme.
Cuando terminé de limpiarle se echó hacia atrás colocándose sobre mi polla.
- Ahora te voy a cabalgar para que me des placer pero no tienes permiso para correrte tú. ¿Lo has entendido, cerdo?
- Sí, mi Ama.
Con su mano tomó mi polla y se la introdujo en su coño. Una vez ahí procedió a dar palmetazos con sus manos sobre mis pinzas. Era la forma en que Ella hacía que mi polla adquiriera el tamaño deseado.
- Así me gusta, gorda y que me llene entera.
Comenzó a cabalgarme haciendo que tuviera que hacer esfuerzos ímprobos para no correrme. Sus gemidos eran cada vez más intensos hasta que con sus uñas retorció más aún mis pezones para alcanzar el orgasmo deseado. Cuando terminó se echó junto a mí en la cama pidiendo que le encendiera un cigarrillo. Ese cigarrillo al terminar era el colofón a su placer. Mientras fumaba…
- Ay esclavo se me ha olvidado que llevabas aún el plug insertado en tu culito. Seguro que mi olvido te ha proporcionado más placer que si te lo hubiera quitado. ¿Verdad?
- Mucho más mi Ama. Gracias de verdad por pensar en mí.
- Eres muy agradecido esclavo y eso me motiva cada vez más a ocuparme de ti.
- Siempre estaré a tu entero servicio, mi Ama. Has de saber que me llena de felicidad el dedicar mi vida a ti.
Estuvimos un rato echados uno junto al otro, abrazados y besándonos. Ambos nos sentíamos plenos y exultantes de gozo y de felicidad. No me importaba el hecho de no haberme permitido el correrme. Era plenamente consciente de mi condición y así lo tenía asumido, todo estaba bajo su control y decisión y eso me hacía sentir su placer como si fuera mío, lo compartía con Ella. El hecho de saber que me había utilizado para alcanzarlo era suficiente para mi. Mi vida iba a ser así porque así lo había querido yo de una forma libre y consciente.
- ¿Te gustaría que te quitara el plug, perro?
- Me siento bien así, mi Ama. Como tú quieras. Estoy siempre a tu entero control.
- Bien, ponte como un perro.
Me puse a cuatro patas ofreciéndole mi culo para que no tuviera que molestarse mucho.
- Éstas precioso con tu rabito asomando. No sé si quitarlo, me gustas así.
Diciendo esto tiró de él y lo sacó. No lo esperaba después de oír sus palabras. Sentí un vacío al extraerlo de tirón.
- Vamos al baño que me laves.
La seguí y sentándose en el bidet me arrodillé a su lado y la lavé, secándola después.
- Que bien me siento. Ahora voy a leer un rato y mientras tú te dedicas a limpiar la casa que después de tantos días cerrada necesita un repaso.
Primero me puse a limpiar el baño para pasar a barrer la casa y por último fregar el suelo.
- Ya está limpia la casa, mi Ama.
- Bien, pero no me molestes ahora que estoy leyendo, joder.
- Perdona, mi Ama.
- Enciéndeme un cigarro, perro.
Rápidamente tomé un cigarrillo, lo encendí y se lo di. Al llamarme perro, sabía cuál era la posición que debía de adoptar. Arrodillado y con la boca abierta como cenicero. Se lo fumó sin pronunciar palabra e ignorando que estaba allí a su lado.
- ¡Límpiate esa lengua, cerdo!
Fui al baño y me enjuagué la boca. No le gustaba que estuviera sucia de ceniza. Al volver saqué mi lengua para que comprobara que estaba limpia.
- Así me gusta cerdo. ¡Abre bien la boca!
No sabía que pensaba hacer hasta que acercando su boca a la mía dejó caer una gran cantidad de saliva en mi boca.
- No la tragues aún. Quiero que la saborees a conciencia. Todos los días no tienes un regalo tan especial de tu Ama. ¿Verdad?.
Tal como me ordenó estuve saboreando mi boca con su salivajo, impregnando toda mi boca con ella.
- Ya puedes tragarlo. ¿Te ha sabido bien?
- Mucho mi Ama, gracias.
- ¿Por qué no preparas un café?
- Ahora mismo, mi Ama.
- Ah, tráeme el collar, me gusta que sientas en todo momento lo que eres.
Fui a por el collar y me arrodillé ante Ella para que me lo pusiera alrededor del cuello.
- Bien, ya puedes ir a preparar lo que te he pedido.