Mi vida como esclavo (3)

Trato de compartir mi vida junto a mi esposa y Ama en el día a día. Lo narrado responde a la realidad aunque se han modificado algunos detalles.

Mi primer día como esclavo (3)

  • Ya puedes empezar. Espero que lo disfrutes.

Con el plato entre mis manos y usando solo mi boca empecé a comerlo todo.

  • Si tienes sed me lo dices.
  • Si, por favor. Podría darme algo para calmar mi sed.
  • Por supuesto, ya sabes que me gusta preocuparme de ti y de tus necesidades. Acércame tu vaso.

Le acerqué mi vaso y vi como lo llevaba bajo la mesa y lo colocaba entre sus piernas. El sonido me hizo adivinar cómo iba a calmar mi sed.

  • Toma, bebe y calma tu sed. Ah,  le he puesto un aderezo para que te sepa mejor. Espero que lo sepas apreciar.

El vaso que me acerqué a la boca para beber estaba lleno de su orina caliente y el aderezo que le había puesto la ceniza y la colilla del cigarrillo que se acababa de fumar. Empecé a beber y a saborear mi bebida. Realmente lo que me hacía desear tanto comer como beber lo que me había preparado era pensar que todo estaba impregnado de Ella, era la comida y la bebida que mi Ama deseaba que tomara y eso me hacía tomarlo como uno de los mayores manjares.

La mirada de satisfacción de mi Ama me bastaba para complacerla y saborear todo con un gusto especial. Era su esclavo y me debía a Ella. Así era feliz y mi cara mostraba alegría y satisfacción.

  • ¿Está rica la comida que te he preparado, mi esclavo?
  • Sí, mi Ama está muy rica. Gracias, mi Ama.
  • Me gusta que sepas apreciar lo que te preparo, esclavo mío. ¿Has terminado?
  • Sí, mi Ama.
  • Bien, recoges todo y te espero en el comedor.

Me levanté y recogí todo para fregarlo y dejarlo limpio.

  • ¡Esclavo, ven!

Dejé todo y me presenté ante Ella que estaba cómodamente echada en el sofá.

  • Enciéndeme un cigarrillo.
  • Ahora mismo, mi Ama.

Le di el cigarrillo encendido y le dije que debía seguir con la limpieza de la cocina.

  • ¿Te queda mucho esclavo?
  • No, mi Ama. Termino enseguida.
  • Date prisa, te quiero aquí enseguida.

Seguí en la cocina terminando de limpiarlo todo y fregando el suelo. Cuando terminé me fui hasta el comedor donde Ella descansaba cómodamente mientras terminaba su cigarrillo.

  • ¡Desnúdate y siéntate a mi lado!

Sabía cómo estar a su lado. La abracé y la acurruqué junto a mí. Inmediatamente su mano apresó mi polla, masajeándola y apretando mis huevos como a Ella le gustaba estar. Pronto sus ojos se cerraron por el sueño y yo permanecí sin moverme a su lado velando su sueño.

Pasado su tiempo sentí que se estaba despertando

  • Hola perro, ¿has dormido?
  • He dado unas cabezadas solo.
  • ¡Enciéndeme un cigarro!
  • Sí, mi Ama.

Mientras fumaba el cigarrillo me mandó servirle un refresco. Me levanté y dándome varios azotes con la fusta….

  • Como me gusta tu culito de perro bien coloradito.

Se lo serví mientras me mandaba sentarme en el suelo junto a Ella.

  • Me apetece ir a un Centro Comercial, así es que vamos a vestirnos.

Tirando de la correa de mi collar y tras Ella fuimos al dormitorio. Nada más entrar fue al baño.

  • ¡Ven aquí, esclavo! Límpiame.

Me arrodillé ante Ella y esperé a que terminara de orinar para después rodear mi cabeza con sus manos y pegarme a su coño.

  • ¿Está bueno, perro?
  • Mucho, mi Ama.
  • Ya está. Prepárame el vestido rojo, unas medias y las botas marrones. Mientras voy a arreglarme un poco.

Mientras lo hacía le preparé toda su ropa a la espera de que decidiera lo que yo me debía poner. Al regresar al dormitorio le ayudé a vestirse y arrodillado le calcé sus botas. Cuando terminó se dirigió a uno de los cajones de la cómoda y sacó mi cinturón de castidad, que echó sobre la cama.

  • Antes de vestirte ve al baño y tráeme lo necesario para taponarte. Quiero que vayas toda la tarde bien folladito a mi lado.

Me levanté y fui al baño para coger la crema, el tampón y un guante para su mano.

  • Mi Ama, lo he llevado puesto toda la mañana, ¿no le parece suficiente?

Ni siquiera se dignó contestarme y por única respuesta sentí como su mano se introducía en mi culo realizando un mete y saca muy rápido que provocó mi excitación y el manifestarle el placer que estaba sintiendo.

  • ¿Por qué te quejas? Un pedazo de maricón de mierda como tú está deseándolo a todas horas. ¿No es así?
  • Si mi Ama, gracias por entenderme y satisfacer mis necesidades.

Tras un buen rato de estar follándome sacó su mano enguantada de mi culo para sustituirla por el tampón que lo penetró con suma facilidad.

  • Algún día este culo estará tan dilatado que no necesitará de la crema para ser follado con todo lo que se me ocurra. Ja, ja, ja.

Ahora me coloqué el cinturón de castidad que me había preparado, unas braguitas rosas enfajadas y mi ropa. Ya ambos preparados salimos hacia el garaje. Como siempre debía abrirle la puerta lo primero para después subirme yo.

Mientras íbamos hacia el Centro Comercial me encendió un cigarrillo y Ella otro. El verla fumar era algo que me excitaba sobremanera. Su forma de chupar el cigarrillo, ver su boca exhalando el humo etc. Todo era sensualidad en Ella.

Al llegar nos dirigimos a ver tiendas de ropa. Esa tarde se compró varias camisetas, una camisa y una falda, para terminar comprándose unos botines preciosos de puntera y tacón fino. Todas las bolsas las debía llevar yo siempre al igual que al abonar las compras siempre decía algo que dejara claro quién era Ella y quien era yo.

  • Dame tu tarjeta que pague.

Tras realizar las compras nos fuimos a una terraza a tomar algo.

  • Enciéndeme un cigarrillo, llevo toda la tarde sin fumar.
  • Sí, mi Ama.

Al llegar el camarero le pregunté por lo que deseaba tomar.

  • Tomaremos dos cañas y de tapa dos de aguja a la plancha.

Yo no tuve opción de decir siquiera lo que me apetecía. Así, cuando trajeron las consumiciones me preguntó...

  • Supongo que te apetece tomar lo que te he pedido, ¿verdad?
  • Por supuesto. Gracias, mi Ama.

Tomamos la cerveza, mejor dicho Ella tomó la cerveza ya que a mí me prohibió tomarla hasta que Ella no hubiera terminado. No imaginé el porqué de aquello hasta que tras encenderse un cigarrillo e ir echando la ceniza en ella me permitió tomarla. En cuanto a la tapa de aguja que me había pedido al terminar su cigarrillo lo apagó sobre ella y me mandó tomarla.

  • ¿Te ha sentado bien la cerveza y la tapa que te has tomado?
  • Muy bien, mi Ama. ¿Deseas tomar otra?
  • Sí, pero esta vez tomaré un vino y de tapa un bollito de fritada que he visto y que tiene muy buena pinta.
  • ¿Y, yo?
  • Tú tomarás lo mismo que yo.

Llamé al camarero y pedí lo que me había dicho. Cuando lo trajo esperé a que terminara.

  • Así me gusta, que aprendas y te adelantes a mis gustos y deseos. Solo cuando yo termine podrás tomártelo tú.
  • ¡Enciéndeme un cigarro!

Supuse al hacerlo, que como la vez anterior debía esperar su permiso. Efectivamente así deseaba que fuera.

  • Dame tu copa que tomé un trago.

Se la acerqué y vi como acercando a su boca la copa en lugar de beber el vino lo pasaba a su boca para a continuación volverlo a echar en la copa acompañado de una gran cantidad de saliva que al devolvérmela vi como flotaba como una especie de espuma sobre el vino.

Iluso de mí cuando tras tomar un trago de vino e ir a degustar mí tapa…

  • ¿Te la vas a tomar sin ofrecérmela antes a mí?
  • Perdón, mi Ama.

Le pasé el plato con el bollito de fritada donde Ella estaba. Le dio una última chupada al cigarrillo y mirando a un lado y a otro abrió el bollito dejando dentro la colilla de su cigarro y apagándola en la fritada.

  • Ya verás qué rica está la tapa que te he pedido. A mí me ha gustado mucho. Ya me dirás qué te parece cuando la pruebes.

Tomé el bollito y le di un bocado. Mi boca se llenó de briznas de ceniza y tabaco que con una sonrisa y mirándola fui comiendo.

  • Bebe un poco de vino no vayas a atragantarte.

Tal y como me lo había sugerido fui comiendo y bebiendo todo.

  • Paga ya, no me apetece tomar nada más.

Nos levantamos y yo tras Ella con todas las bolsas de ropa en mis manos nos dirigimos al coche de vuelta a casa. Al llegar se sentó en la cama y….