Mi vida como esclavo (12)

Trato de compartir mi vida junto a mi esposa y Ama en el día a día. Lo narrado responde a la realidad aunque se han modificado algunos detalles.

Mi primer día como esclavo (12)

Y esto me lleva a expresarte que cuando me aplicas un correctivo, bien por algo realizado a disgusto tuyo o simplemente por capricho y deseo tuyo, lo que despierta en mí al recibirlo es un sentimiento en varios sentidos: por un lado al recibirlo me haces que interiorice que como esclavo solo debo actuar para complacerte mejor, independientemente de lo que yo piense; por otro lado me afianzas en darme cuenta de lo que soy para ti, un mero esclavo tuyo que solo te debe obediencia, acatamiento y servicio para contigo; siento también la necesidad de más correctivos o de mayor intensidad con el fin de avanzar en mi condición de esclavo, que es mi deseo siempre y por último el sentir tu correctivo en mi cuerpo o mediante el sometimiento a una humillación verbal o física me hace disfrutar de tu dominio y de tu control. Nada que provenga de ti lo rehusaré, más bien lo aceptaré con satisfacción de saber que solo siendo tu esclavo merezco ese trato y eso me enorgullece. Por tanto cuando te contesto, o no realizo lo ordenado, o simplemente notas que me lo cuestiono surge en mí el deseo de encontrarme en frente a mi Ama, siendo ésta estricta ante la situación surgida. Esto es precisamente por el deseo que surge en mi interior cada día de ser mejor esclavo para ti.

Otra cuestión es cuando nos encontramos solos en el dormitorio. Ahí soy enteramente tuyo, entregado a ti por completo. En esos momentos soy consciente que me he de dedicar solo y exclusivamente a ti, sin pensar ni por un momento en mí. Cuando estamos ahí sé que mi placer lo voy a obtener proporcionándote a ti el tuyo, mirándote, acariciándote y sintiéndote solo a ti. Mi excitación sólo se produce cuando Tú me requieres para penetrarte y darte tu placer, porque solo estoy pensando en ti. Si en algún momento pensara en mí, mi excitación me llevaría a alcanzar el orgasmo despreocupándome de cómo te encuentres. Ya ves que en algunas ocasiones he de controlarme para no dejarte a medias y eso es lo que me llena y me gusta. Por todo ello has de saber que tu control no solo me gusta y te lo demando sino que lo necesito siempre. De igual forma has de saber que el hecho de llevar a cabo el control sobre mi sexualidad y mi placer es algo que cuando lo haces despiertas en mí el siguiente pensamiento: “si no me lo ha permitido puede ser como correctivo por algo que no le ha gustado, debiendo decírmelo para ser consciente de ello y hacer que no se repita o por simple capricho tuyo, aceptando en ambos casos tu decisión y sintiéndome muy bien por ello”. No creas que me disgusta, me enfada o genera en mi otro pensamiento.

Otro tema que te manifestaré es el de mis tareas y obligaciones. Se perfectamente que he de eximirte de cualquier tarea doméstica, y por ello las realizo de muy buen grado. Sin embargo dentro de esas tareas están las que corresponderían a tu hijo y es aquí donde necesito de tus palabras y tus decisiones. Yo hago todas las referentes a la casa y en lo que respecta a nosotros (lavadora, compra, comidas, limpieza, etc.). Yo deseo referirme a aquellas que en situaciones “normales” corresponderían a él. En este sentido te he manifestado en numerosas ocasiones mi disposición para llevarlas a cabo todas, incluidas las suyas. Mi pensamiento como esclavo tuyo es que sabiendo Tú cuál es mi forma de pensar al respecto he echado de menos por tu parte el utilizar ese desacuerdo mío contigo para imponer tu deseo y haciéndome saber que estoy para servirte y servir a quien tú me lo órdenes. Si así lo hicieras sabes perfectamente que me someterás a una humillación brutal al tener que actuar en contra de mi pensamiento y tener que obedecerte sin más. De esta manera me darías la posibilidad de demostrarte mi obediencia y mi entrega, así como mi evolución como esclavo.

Y decirte por último que como se desprende de todo lo que te he dicho, como esclavo tuyo que soy necesito y deseo tus imposiciones, tus correctivos, tus humillaciones etc. como única forma de doblegar mi carácter y que se transforme en lo que Tú desees, que por algo eres y te considero mi Dueña.

  • Bien, todo lo que me has dicho me hace saber más de ti y de cómo sientes, pero me gustaría saber también algo a lo que no has hecho referencia, y son tus límites. ¿Qué límites crees que tienes?
  • Tú me conoces muy bien y sabes de los que al principio eran mis límites. Bien a día de hoy esos límites creo que han dejado de existir y me refiero al dolor. Al conocerte y ver como disfrutas con mi dolor, mi mente se ha transformado para aceptar el dolor como una forma de placer. Por eso cuando me azotas, me pellizcas los pezones, me acercas el cigarrillo a alguna parte de mi cuerpo, etc. no pienso ya en el dolor que me causas, porque me lo causas, sino que mi pensamiento mientras lo recibo está centrado en lo que tú estás sintiendo y disfrutando al causármelo ( por eso me gusta tanto mirar tu cara cuando lo haces). Ver tu cara de gozo me causa una satisfacción enorme, al pensar que con ese dolor te hago sentir de otra forma el placer de dominarme, de la dominación. Al ser tu esclavo uno de mis objetivos es tu felicidad, tu placer, tu comodidad, etc. por lo que al mirarte te suplico que mi dolor lo incrementes más y más para seguir admirando tu cara de satisfacción y felicidad.

Por tanto mis límites es algo que eran míos pero que ahora yo he depositado en ti para que seas Tú y solamente Tú la que los establezca, delimites o amplíes.

Mi deseo es que no existan límites y que todo tenga cabida, pero por supuesto eres Tú quien los debe establecer y yo solo acatarlos y obedecerlos. En este sentido te confesaré que aun sabiendo de que son límites nuestros, aceptaría ser prestado en tu presencia, ser un cornudo, servir a quien tú me mandaras, disponer de mi jaula como perro que soy, ser alquilado para realización de tareas domésticas, etc. y lo que pudieras desear o experimentar, todo por ver tu cara de satisfacción y orgullo de poseerme en propiedad.

  • Bueno eso está bien, me encanta saberlo de tu boca y me hace sentir muy yo. Como bien has dicho solo yo soy quien impone los límites, pero al igual que hemos avanzado en nuestra relación no pudo decir que mis límites de hoy lo serán mañana. Otra cuestión que me gustaría conocer de tu boca es el tema de si echas de menos algo de antes de ser mi esclavo, por ejemplo tu libertad, tu poder de decisión, tu falta de control por nadie, etc.
  • Pues desde que me aceptaste como esclavo (recuerdas que fue un fin de semana en la otra casa), sabía perfectamente lo que eso suponía en mi vida para mí. Éste vivir como esclavo de tu propiedad es algo que siempre he deseado y soñado con encontrar a la mujer que así lo deseará por disfrutar de ello. No solo no echo en falta nada de mi pasado sino que he tenido y disfrutado de una felicidad al serlo por lo que supone de permitirme ser yo mismo. Ya te he manifestado que no solo soy feliz así sino que constantemente pienso en que ofrecerte para que tú control y dominio sea cada vez mayor por aportarte esa felicidad de la que me siento responsable.

Como verás es una invitación a tu libertad de acción y dominio sobre mí. No deseo que te reprimas en nada, que no pienses si es adecuado o no, que manifiestes tus gustos, que veas en mi dominación la única forma de alcanzar tu felicidad completa y en todos los aspectos de tu vida, porque yo lo pretendo en cada una de mis acciones y de mis palabras pero si te diré que por no ser adivino puede quedarse algo que no te permita alcanzarla y es por ello que no existen límites en mí para contigo y deseo que me sometas a cuantas pruebas creas necesarias para así poder demostrártelo.

  • Mi perro fiel.

A la vez que acariciaba mi cabeza me arrodillé ante Ella al llamarme “su perro”. Con su mano tomó la correa de mi collar y tirando de ella me hizo seguirla.

  • Vamos al dormitorio, perro.

Al llegar permaneció de pie para que la desnudara por completo. Desde mi posición la admiré contemplando su cuerpo, su mirada, su postura.

  • Enciéndeme un cigarro.

Sabía muy bien cuál sería la consecuencia de fumarse el cigarrillo de pie y conmigo arrodillado. Me embelesaba ver como su mano se acercaba a su boca de forma lenta y sensual para dejar el cigarrillo entre sus labios y darle una fuerte chupada para después y mirándome desde arriba echar el humo sobre mí, que de forma ávida abrir la boca para tomarlo. Esto produjo en mí una excitación que no podía ocultar.  Miró mi polla dura y tiesa y sonriendo de forma burlona echó a andar por el dormitorio haciéndome seguirla dando tirones a la correa de mi collar. Quería que cuando tuviera que echar la ceniza me tuviera cerca suya y dispuesto a recibirla y saborearla. Terminó su cigarrillo y se echó en la cama. Me acerqué a su cuerpo para recibir el aroma que despedía. Sus manos se posaron sobre sus pechos, acariciándolos y pellizcándolos muy suavemente. Mientras, no dejaba de mirarme a la vez que cerraba sus ojos para sentir las caricias de sus manos recorriendo sus pechos.

  • Te gustaría que fueran tus manos las que me estuvieran acariciándome, ¿verdad que te gustaría, perro?
  • Sí, mi Ama mucho.
  • Creo que te vas a tener que conformar con mirarme. Ja, ja, ja.

Comenzó a emitir unos callados gemidos mientras una de sus manos se iba deslizando por su cuerpo para desaparecer entre sus piernas. Su otra mano continuaba acariciando sus pechos y apretando sus pezones. Ahora sus gemidos eran más intensos. Podía ver como su mano aparecía y desaparecía entre sus muslos. Sus ojos ahora permanecían cerrados ignorando mi presencia y su boca se cerraba dejando entrever como sus dientes mordían su labio inferior. Estaba alcanzando su orgasmo haciéndome saber que como esclavo suyo que era no me necesitaba. La humillación a la que me estaba sometiendo me hacía estar muy excitado y con deseos de ocupar su lugar. Sin embargo hoy no lo deseaba así y eso me bastaba para obedecerla y disfrutar según Ella decidía. Su orgasmo llegó pronto permaneciendo arrodillado y encendiéndole un cigarrillo.

  • Que bien me ha sabido, mi perrito. El tenerte ahí obedeciendo mis deseos me ha llevado muy alto.
  • Gracias, mi Ama.

Se levantó y fue al baño para asearse. Después la vestí y se fue a pintar mientras yo me dedicaba a mis tareas de la casa, incluida el preparar el almuerzo.

Sobre la hora de costumbre preparé la mesa para cuando llegara su hijo que todo estuviera listo. Ese día su hijo al llegar a casa lo hizo de mal humor. Cuando le llamó para almorzar le dijo que tenía aún algo que preparar. Esperamos a que llegara y como tardó se le dijo que le estábamos esperando y que podía dejarlo para después. Su respuesta fue que tenía mucha prisa y que no lo podía dejar. Las continuas respuestas con las que intentaba justificarlo se daban en un tono poco apropiado y prepotente. La comida transcurrió en silencio y con un clima muy tenso. Cuando terminó de almorzar se levantó de la mesa, recogió su plato y se marchó a seguir con lo que estaba haciendo. Yo me sentí muy mal, despreciado y humillado. Mi Ama entonces me mandó recoger la mesa, ponerlo todo en el lavavajillas y limpiar aquellos útiles que tenían restos de comida. Yo le obedecí pero mi semblante no era de estar de acuerdo con su orden y lo manifestaba en mi cara. Nos fuimos a sentarnos en el salón un rato y llegó su hijo diciendo que se marchaba. No hubo muestras de cariño a su madre y para colmo ella le hizo que recogiera algo que había dejado en medio del comedor. Esto propició que su enfado aumentara.

La tarde la pasamos distantes, callados, hasta que al día siguiente la situación vivida saltó a primer plano y tuvimos que hablarlo. Yo le manifesté mi indignación y como me había hecho sentir después de que nosotros siempre estábamos escuchando sus problemas, sus indecisiones, dándole nuestro apoyo y aportándole soluciones.