Mi vida color de rosa ii

-Ahora deja que te toque las piernas y si quieres que continúe más arriba me dices.

Anteriormente hice una presentación medio formal de quien soy, les hablé de como conocí alguien interesante de viaje con mi familia, mi primer cita con un chico y como los días que pasaron fueron espectaculares a mi parecer, hasta que oh oh! El me pide algo más.

CAPÍTULO 2: Decisiones

Por lo general hacemos cosas por nosotros mismos de hecho en la vida este tipo de situación es constante, te levantas, te duchas y desayunas pero ¿qué pasa cuando el tomar decisiones se ve afectado por un tercero? ahí la cosa es diferente.

Comencé a caminar por la calle sin siquiera saber a dónde iba, pensé que de esa forma podría borrar de mi mente por un instante las palabras de Jona pero por desgracia no fue así, eran como un Boomerang que trataba de lanzar lo más lejos posible y retornaba haciendo que me doliera la cabeza. Esa noche era como si un montón de hombrecillos estuvieran  trabajando dentro de mi cabeza, sentía todo en silencio pero en mi mente sonaban ruidos que no me dejaba cerrar los ojos, finalmente lo logré.

Al otro día desperté como si fuera un zombie, todo hubiera seguido de esa forma de no ser porque recibí la llamada de Jona que me reconfortó, pensé que me aclararía lo que había dicho la noche anterior y mi sospecha creció cuando me invito a salir en la noche, le pregunté sobre lo que haríamos, a lo que respondió con una sonrisa, que era una sorpresa.Me arreglé  y me alisté para recibir la dichosa sorpresa que me tenía preparada, yo tenía mis expectativas bastante altas en ese encuentro, imaginé todo como una película en la que Jona tiernamente se disculpaba por lo que me había propuesto y me daba por primera vez ese anhelado beso que tanto esperaba.

Me encontraba viéndome en el espejo cuando sonó un pito de automóvil, era Jona, salí de casa muy ansioso y él se quedó mirándome de arriba abajo a lo que me invitó a que subiera al auto. Dimos un recorrido por el centro de la ciudad y mientras dábamos el paseo no mencionó lo sucedido, paramos en un supermercado y me pidió que aguardara en el auto, mientras esperaba sentí la necesidad de tocar el tema, en realidad no entendía lo que pasaba, después de diez minutos Jona regresó y traía consigo una botella de Vodka,  yo seguía sin entender lo que sucedía. Nos dirigimos a las afueras de la ciudad en un parador con una vista hermosa, se podía divisar la ciudad entera, Jona se quedó mirándome a los ojos e inmediatamente sentí como mi corazón estaba a punto de salirse, sonrió y me dijo:

-Qué tal si tú y yo hacemos un juego?

Yo le respondí:

-Qué tipo de juego?

  • Uno en el que los dos nos vamos a divertir bastante.

-Muy bien de que juego hablas?

-Es uno en el que tú debes elegir si me respondes con la verdad a todo lo que yo pregunte o te atreves a hacer cualquier cosa que te pida.

Terminé aceptando con cierta inseguridad, comencé a sentir calor y le dije que lanzara la primera pregunta.

-Muy bien la primera pregunta que te quiero hacer es si te gustaría darme un beso en este instante?

No pude evitar sonrojarme y él lo notó

-Qué dices Alejandro?

Con cierta pena respondí que sí, no era la forma en que había imaginado esa situación, de hecho ni siquiera habíamos tocado el tema del sexo y las disculpas pero bueno me estaba pidiendo un beso, que era lo que al final yo deseaba.

Luego Jona me pidió con cierta expresión de lascivia en su mirada:

-Ahora deja que te toque las piernas y si quieres que continúe más arriba me dices.

Tome valor, un poco de Vodka y accedí. Él puso su mano firme en una de mis robustas piernas e inmediatamente me invadió una sensación de placer que jamás imaginé, eran como millones de hormigas trepando alrededor de mi cuerpo y adentrando a la parte baja de mi estómago donde crecía un calor delicioso, mordí mis labios en señal de que me gustaba lo que hacía, él lo notó y sin necesidad decir una palabra subió a mi entrepierna y puso mi mano en la suya de una forma algo tosca, por lo que pude sentir la “dureza” de su personalidad, eso  hizo que perdiera el hilo de lo que llevábamos. Retiré inmediatamente su mano de aquel lugar y le pedí que me llevara a casa.

En el camino no dijimos una sola palabra, reinó un silencio bastante incómodo. Al llegar me bajé y Jona me pregunto:

-Ni siquiera te vas a despedir?

Me devolví al auto para estrechar su mano, cuando sentí que me jaló y me dio un beso le dije

-Buenas noches! Si quieres mañana puedes venir y terminamos lo que empezamos.

Sonreí, y luego entré a la casa, donde pensaba que la noche no podía haber terminado mejor.

Ya era el otro día y desde muy temprano me había arreglado, esta vez arreglé yo el juego de una forma bastante atrevida, sin saber que me convertiría en víctima de mi propio invento. El juego era bastante sencillo escribía en unos papeles retos como besar, acariciar hasta llegar a más fuertes como el sexo oral.

Como era de esperarse Jona llegó temprano a mi casa, hablamos un buen rato y luego le expliqué el juego, a él le encantó bastante la idea, por lo que empezamos. Jona quiso comenzar  sacó el primer papel que decía beso de cinco minutos, se quedó mirándome y me preguntó

-Estás seguro?

  • Sí, claro.

Respondí con cierta inseguridad.

Me tomó de las manos, se quedó mirándome, pidió que cerrara los ojos, yo lo hice y se acercó lentamente hasta que mis labios rozaron los suyos de una forma suave e interesante. Comenzó con un beso lento y tierno y en menos de diez segundos crecía su profundidad, en menos de nada sonó el celular indicando que los cinco minutos habían terminado.

Ahora era mi turno, saqué el papel y decía “Sexo Oral” me aterré totalmente, pensé de una forma ingenua que eso saldría al final. El me miró y nuevamente me preguntó si quería, a lo que nuevamente respondí que sí.

Jona bajó sus pantalones y no pude evitar observar su gran falo como una rareza de la naturaleza, me agaché y lo miré, pude ver como anhelaba que introdujera aquel gran “poyón” en mi boca, abrí mi boca tanto como pude y lo introduje, juro que jamás pensé que haría algo así, comencé a “chupar” como si se tratara de un helado, uno con un sabor bastante particular, mientras lo hacía pude observar la cara de placer de Jona, se veía que le encantaba como lo hacía, aunque yo no lo disfrutara tanto. Después de eso Jona me pidió que me levantase y se acostó en un borde de mi cama, alzó sus pies dejando su ano al descubierto, fue en ese momento cuando me pidió que la introdujera, rápidamente tomé un poco de crema me la unté en mi animal empalmado y poco a poco la fui introduciendo, dejando atrás mi época de niño inocente para entrar a un montón de situaciones desafortunadas. Una vez con toda adentro me comencé a mover y empecé a practicar, como diría Alex de la famosa película La Naranja Mecánica “el viejo saca, mete” hasta desbordar dentro de Jona el éxtasis contenido por tantos años.

Me bañé y arreglé de nuevo, mientras me cambiaba observé que Jona se disponía a salir de mi casa, por lo que le pregunté

-Te vas ya?

-Si es que tengo cosas que hacer.

-Ok, Te acompaño afuera.

-Como quieras!

Vi en su cara algo de indiferencia, no entendía qué pasaba, peor su actitud me molestaba bastante, empecé a sentirme horrible sin alguna explicación, Jona dijo:

-Ey! Apúrate, tengo que irme.

Ambos salimos de la casa.

-Emm pues no sé si algo nos vemos luego vale!

De un momento a otro sentí una ira inmensa por lo que me lancé hacía Jona y lo golpeé con fuerza en la cara, el me miró indignado y me respondió igual, yo desconcertado lo único que hice fue dirigirme a mi casa, como si nada de eso hubiera pasado. Cerré la puerta e inmediatamente rompí en llanto como si fuera un pequeño, me sentía sucio, patético lo único que quería en ese momento era descargar mi ira y frustración, entré a la habitación y sentí un ligero olor a mierda pensé que era yo me apliqué la mitad de mi colonia a mi y a la cama, quería borrar toda evidencia de la desagradable experiencia. Ese día terminé rendido de tanto llorar por una persona que realmente me había usado, aunque en ese instante no me había dado cuenta, sino que era a mí mismo a quien echaba toda la culpa.

Mi mamá abrió las cortinas de mi habitación, los rayos de sol llegaron a mis ojos marchitos, mamá vio la expresión de tristeza en mi rostro y pregunto si todo andaba bien, a lo que respondí que solo me dolía un poco la cabeza. Ese día empezó una etapa muy dura en mi vida, algo que jamás hubiera esperado sentir, decidí invitar a Jona a almorzar a mi casa para que me disculpara por lo que había pasado el día anterior, como si yo hubiera hecho algo malo, marqué a su celular e inmediatamente me mandó al buzón de mensajes, no me preocupé, pensé que en algún momento me llamaría, eso jamás sucedió y yo quedé bastante indignado. Al otro día lo volví a llamar pero pasó lo mismo, no pude evitar sentirme triste, frustrado, curiosamente me encontraba viendo un programa de televisión de actitud positiva donde decían que no estuviéramos tristes que cada día sale el sol etc. En ese instante recibí una llamada, contesté exaltado pensando que era Jona y se trataba de Cristian el chico que conocí en el centro comercial, sentí una clara necesidad de desahogarme, a lo que me respondió que conservara la calma, que todo estaría bien, hablar con el me ayudo un poco a aliviar esa sensación tan horrible que tenía.Pronto mi indignación pasó a preocupación, ya no imaginaba que hubiera jugado conmigo sino que tal vez algo malo le habría podido suceder, salí a la calle a caminar un rato para poder olvidarme de aquella situación, de nada sirvió, cada cosa que veía me hacía preocupar mas, sentí ganas de llorar  y regresé a casa. Al otro día recibí una llamada temprano escuché su voz diciéndome

-Hola! Cómo vas?

Mis ojos se iluminaron y no pude evitar mi alegría con un saludo enérgico, era el por quien me había preocupado en todo este tiempo, me explicó que ese día cuando tuvimos el incidente perdió el celular y que no tenía forma de comunicarse conmigo, le dije que si nos íbamos a ver en la noche y respondió que si. Esa mañana me llamó Cristian quería saber si Jona ya había “aparecido” le dije muy emocionado que sí y se alegró bastante. Me arreglé, como siempre y le marqué a su celular para saber dónde nos veríamos, el celular me envió inmediatamente a correo de voz, espere su llamada y jamás llegó, el por primera vez me había fallado, y comprendí que al dolerme algo no estaba bien.

Así fueron varias veces en las que me dejó plantado, hasta que un día sin aguantar mas las ganas de verlo, le marqué y le dije que tenía problemas que me sentía muy mal, por lo que nos vimos en la noche en un parque cerca de mi casa. Yo llevaba una chupeta en mi boca con la cual jugaba y saboreaba, me miró y preguntó

-Qué pasa?

Inventé que tenía problemas con mis padres que ya no los soportaba y al final terminé diciéndole que lo quería ver. Él sonrió y me dijo que también me quería ver pero que andaba ahora muy ocupado en varias cuestiones. Le dije que nos viéramos en mi casa y que le demostraría que ambos podíamos tener buen sexo y que no se iba a arrepentir, me sentí rogando afecto entregando mi cuerpo para que alguien no me dejara, el aceptó y dijo que le tenía una gran envidia a la chupeta que en ese entonces tenía en la boca. Me despedí emocionado al fin lo iba a volver a tener, a un costo denigrante, pero pensé que todo sería como antes.

Al otro día temprano me encontraba bañándome, cuando alguien tocó el timbre, era Jona pensé en la forma más excitante para recibirlo, por lo que bajé así en toalla.

Cada día puedes tomar decisiones personales, eliges si te levantas o no para ir a tu trabajo, desayunas o no, pero las cosas son muy diferentes cuando tomas una decisión porque otras personas están involucradas, decides si das o no lo mejor de ti para que algunas cosas en un fallido intento sean como antes, como yo que me abalancé hacia Jona pensando que así lo tendría asegurado para mi sin saber que mas adelante todo ello desencadenaría situaciones inesperadas.