Mi vida color de rosa 4

Que darte como el Perro de las dos tortas es muy feo o sea con nadie jeje

El ultimo  parrafo del capitulo 3 fue un pequeño error de transcripcion  una disculpa.

Anteriormente vimos como me seguí acostando con Jona al creer que así estaría siempre a mi lado; los resultados no fueron los esperados. Conocí un chico en un bar y de forma curiosa terminé con él en la cama. Finalmente termino con empleo, digo algo bueno tenía que suceder al final… o no?

CAPÍTULO 4: Engañándome

En ocasiones pensamos que si hacemos ciertas cosas vamos a terminar olvidando a alguien que nos ha hecho mucho daño, aun así hay que ser cuidadosos las medidas desesperadas en todos los casos no son efectivas, o eso es lo que pensaba con Jona.

Al otro día me levante muy temprano, más de lo acostumbrado, tenía una gran emoción jamás había trabajado y esta sería mi primera experiencia laboral.

Una vez llegué a la compañía me pusieron en contacto con el jefe de recursos humanos, quien luego de una serie de preguntas y explicaciones dijo a una secretaria que me explicara mis labores y me ubicara en una oficina, mi cargo era el de auxiliar de archivo.

Bueno pues el día no podía ir mejor, mis compañeros se veían simpáticos eran toda una dulzura conmigo y al parecer a mi jefe no le parecía un mal chico; pero como dicen, nada es perfecto y me encontraba muy concentrado en mi labor cuando me entró una llamada a mi celular. Vi la pantalla y decía Jona, oh por Dios! Sentí que todo me dio vueltas y era extraño porque se suponía yo ya no me acordaba de él, no como antes, bien pues la verdad es que me estaba engañando, en ese momento lo tuve que reconocer. Aun así me hice el fuerte y ese día por más ganas que tenía de responder no accedí, aunque todo el día estuve esperando cuantas llamadas sería capaz de hacerme, la expectativa superó la realidad, solo fueron seis.

Ese primer día fue eterno para mí, terminé rendido, llegué a mi casa y apenas puse mi cabeza en la almohada se puede decir que “quedé en coma”.

Al otro día no me quería levantar y a partir de ese momento puedo decir que mi vida se convirtió en una completa rutina, salí de mi casa al trabajo y viceversa.

Pasó un mes aproximadamente y un día recibí una llamada de César, si el chico del bar con el que me acosté cuando me invitó a su casa. Me saludó:

-Hola Alejo como vas?

-Bien y tu?

-Excelente, oye es que quiero saber si nos podemos ver esta tarde.

-Pues he andado algo ocupado, pero vale apenas salga del trabajo nos vemos a eso de las seis listo?

-Vale gracias!

No puedo negar que la llamada de César se me hizo extraña pero en fin…que podía pasar?

Ya eran las 5:50 me arreglé y salí a mi encuentro, la curiosidad me mataba, era algo extraño, estaba cansado pero aun así espere hasta las 6:10 cuando pude divisar que César venía con unos chocolates en la mano.

-Hola!

Me saludó y me entregó los chocolates.

De forma tímida los recibí, sin dejar de mirar con asombro.

-Sentémonos

Dijo

Nos sentamos en una de las bancas de un parque cercano a mi casa, y no pude dejar de preguntarle:

-De qué se trata esto?

-A qué te refieres?

-Hablo de los chocolates, de tu llamada en fin.

Con cierto nerviosismo e indecisión me preguntó:

-Alejo… tú me pareces un chico muy lindo y pues… a decir verdad lo poco que hemos compartido ha sido bastante especial para mi

-Ajá…

-A ti te gustaría tener algo serio conmigo?

Ok, en esos momentos por mi mente pasaron miles de pensamientos, era como un golpe que me mandaban sin advertencia, por un lado sabía que César no me interesaba en esa forma y por otro no lo quería lastimar, mis principios no me dejaban hacerlo. Y en ese momento no se si fue por nervios, cobardía o antipatía lo único que hice fue…reírme

-Jajaja pero que buena broma me has hecho César, casi te creo.

-Jaja sii yo sé es solo que no tenía nada que hacer y pues quería molestar un rato contigo, o si quieres hacemos algo mejor.

Inmediatamente a mi cabeza vino la palabra sexo inevitablemente, y efectivamente habiendo olvidado lo embrolloso  de aquel momento terminamos acostándonos en la casa de César.

Unos días después llegó una fecha la cual me hace un hombre más creyente, una época en la que es necesario reflexionar y… a quien engaño lo único bueno son las vacaciones; así es hablo de semana santa.

La verdad me había armado en mi cabeza una imagen totalmente espectacular de mis vacaciones, pero como siempre, las cosas no me resultaron tan bien como esperé, ya que pasé desde el lunes hasta el jueves ayudando a pintar la casa con mi papá que en esos días le dio el arrebato de darle unos retoques.

Al fin el viernes terminamos, ya me dolía mucho la espalda, cuando sonó mi celular, era Jona y una de las mil llamadas que me había hecho en la semana y que por obvias razones no quería contestar, creyendo ingenuamente que podría tomar al toro por los cuernos, contesté.

-Hola Alejo! Al fin te dignas a contestar.

Solo bastó eso para comprobar de nuevo que me estaba negando algo que era inevitable, me propuso que saliéramos esa noche a tomarnos algo, a lo que terminé accediendo naturalmente.

Al rato me llamó César y me hizo una proposición parecida, le dije que no podía por una reunión familiar, el algo desanimado dijo que no había problema que si algo nos veíamos luego.

Me arreglé lo mejor que pude y me alisté, finalmente Jona llegó a mi casa, se veía tan bien pero lo disimulé lo suficiente, digo algo de dignidad me tenía que quedar aun.

Al principio nuestra conversación fue bastante normal, hasta que inesperadamente Jona dijo:

-Sabes, ya extraño los encuentro que tuvimos tu y yo

Solo bastó esa frase para que yo volviera a caer

-Sí, tienes razón, yo te extraño mucho.

Lo dije con cierta ternura, él se quedó mirándome y se asombró, pero luego ignoro mi expresión.

Tomamos unas cervezas en un bar bastante agradable y de ambiente bohemio como me gustan a mí, ya estábamos algo entonados y la noche se tornaba interesante hasta que… de repente así de la nada como una sorpresa bastante desagradable apareció César.

Apenas me vio se acercó a saludarme:

-Buenas noches! Como vas alejo?

-Muy bien César y tu? Ah mira él es Jona un muy buen amigo.

-Mucho gusto

Hasta ahí todo, aparte de la cara de decepción de césar, pensaba que todo iría bien…hasta que Jona dijo:

-Te quieres sentar con nosotros?

-Vale, gracias!

No sabía que actitud tomar, mi nerviosismo era evidente, dos chicos con los había compartido algo más que encuentros sexuales juntos, ninguno sabía de la existencia del otro, digamos que Jona es quien menos me preocupaba en cambio César podía estar resentido con la mentira que le había dicho.

Por ahora todo andaba bien, de forma cuidadosa manipulé la situación, hasta que de tanto beber cerveza y los nervios me entraron las ganas de ir al baño, juro que fue menos de un minuto pero solo eso bastó para que al regresar creyéndome el triunfador de la noche Jona me mirara de pies a cabeza y saliera del bar con cara de indignación dejándome con César y su cara de sarcasmo, lo cual me dejó claro que todo había sido su culpa.

Salí del bar corriendo sin importarme si quiera César y como pude alcancé a Jona

-Espera!

Le grité, él se quedó viéndome y siguió su camino, me paré en frente suyo para detenerlo.

-Qué sucede?

-Alejandro, no tengo intención de hablar en este momento.

-Por qué? Qué pasó?

-Ya sé que eres un mentiroso.

-No te entiendo.

-César me contó la verdad de todo, ya sé que cuando estuvimos no eras virgen.

En ese momento me invadió un sentimiento de rabia e indignación hacia César y mi persona por jamás haber hablado con Jona, por lo que terminé hablando más de la cuenta:

-Que no soy virgen? Que no soy virgen? Si tu tan solo te alcanzaras a imaginar todo lo que he tenido que pasar al sentir que perdí algo tan valioso de una forma en la que no quise, no te atreverías a decir eso, solo porque un imbécil está enojado de que preferí salir contigo y no con él.

-Por favor Alejandro, qué razón tienes tu para elegirme a mí y no a cualquiera?

-Porque te amo

Oh por Dios! Yo dije eso? Sí, creo que sí y en ese momento lo admito perdí la poca dignidad que tenía, dejé asombrado a Jona e incluso a mí mismo, lo único que pudo decir fue:

-Cómo dices?

A lo que respondí con la forma más sencilla ante lo evidente, silencio.

Jona me miró de una forma extraña y dijo:

-Alejo, esto no es lo que yo quiero, lo siento pero no te puedo corresponder.

Luego se marchó, dejándome tirado, como cuando se bota a la calle el papel de un dulce que ya te has comido y mientras tanto, con cada paso sentía como mi corazón se desvanecía.

Casos extremos, medidas desesperadas, en la teoría es muy lógico en la realidad es muy diferente, igual sea lo que sea que hagamos para tratar de ocultar nuestros sentimientos es inevitable darnos duro contra la realidad, es como una bomba de tiempo y lo peor es que al final te das cuenta de que todo este tiempo lo único que hiciste fue engañarte a ti mismo.

Bien así concluyen mis vacaciones de semana santa bebiendo y con el corazón roto.