Mi victima (3)

El nuevo trabajo de Victoria

Una peluca, maquillaje, lencería y una dirección ¿Qué quería?

Victoria fue a la dirección indicada era un piso grande con jacuzzi, una cama circular, una barra vertical.

-es una habitación de prostituta – dijo Victoria con espanto.

-si preciosa, durante toda la noche trabajaras aquí, necesitas por lo menos cuatro clientes para pagarme.

-¿Qué te hice? Dímelo ¿Por qué me odias tanto? Dijo Victoria sumisamente

El la agarró por la barbilla y mirándola a los ojos le dijo.

-eres preciosa nena, pero este era tu deseo – dijo el antes de arrancarle la ropa que llevaba, descubriendo los dulces senos de Victoria, la empujó a la cama y luego se puso sobre ella mirándola a los ojos.

Ella miro sus ojos, llenos de deseo sus manos protegían sus pechos, pero cuanto más miraba, más relajaba sus manos hasta dejar desprotegidos sus símbolos femeninos, de forma inconsciente abría lentamente sus piernas.

El se acercó a su oído mientras le decía.

-Soy tu primer cliente.

Empezó a devorar los senos de la joven mientras metía la mano bajo su falda para acariciar su concha, pasar los dedos por su agujerito prohibido.

Victoria se avergonzaba de sus propios jadeos, sentía como los dientes de su acosador apretaban su suave carne de sus pechos, las manos de la joven buscaban el trasero de su agresor y tras hallarlo lo agarró con fuerza.

-vaya, veo que te pongo – dijo el agresor sonriendo.

-n-no, tu no me excitas – dijo Victoria apartando la mirada.

-mírame a los ojos y dime que pare, entonces todo acabará – dijo el violador.

Ella le miró a los ojos, pero fue incapaz de decir nada.

-lo sabia – dijo el besándole los labios, un largo y húmedo beso que ella correspondió.

Ella notaba la erección de los pantalones de su hombre clavándose en su concha cubierta por sus bragas.

En ese momento sus manos abandonaron el trasero y se dirigieron al paquete, desabrochaba lentamente el cinturón, lo dobló y levantó la barbilla de Victoria con el.

-ya sabes lo que tienes que hacer ¿o he de enviar muchos correos? – preguntó su dominador.

Ella le bajó los pantalones y los calzoncillos, mostrando ese órgano que la profanó en la discoteca, suavemente la cogió con las manos y la introdujo en su boca, sus labios apretaron la carne mientras su lengua acariciaba el glande con suavidad.

-vaya putita, veo que has mejorado, deberías haberte dedicado a esto.

Ella lo miró con ojos llorosos con la esperanza de encandílese su corazón, pero el sonreía.

-vamos mi niña, se que te gusta el biberón que te estoy dando ¡sigue!

Ella siguió mamando, sentía como el glande la tocaba en la campanilla, pero siguió mamando, las manos de su dominador acariciaban sus cabellos, eso la hizo sentir ¿amada?

De pronto el la apartó y la lanzó a la cama, se puso sobre ella, ambos se miraron a los ojos, entonces ella notó como sus prendas que protegían su concha lentamente se retiraban, como su dominador entraba, como la invadía.

Cerró los ojos y notó como el la bombeaba, como agarraba sus caderas, sentía como le miraba los pechos que saltaba.

Pero de algún modo sentía placer al ser dominada, al estar en las manos de ese hombre que la usaba como un juguete para su propio placer, inconscientemente sus brazos rodearon el cuerpo de ese hombre y lo abrazaban con suavidad.

El bombeó con más fuerza, ella abrazó más fuerte, ella llegó antes al orgasmo, en cuanto ella gritó, el descargó su leche dentro de ella, pero siguió bombeando con ganas, disfrutando de su cálido interior, contemplando el domado cuerpo de Victoria, lleno de sudor, cuyos senos de veinteañera se movían sensuales y suaves.

Se desacopló, un hilo de semen aun unía su verga con la concha de Vitoria, el dominador contempló satisfecho como su fluido salía lentamente de la entrada amorosa de la chica.

Agarró la cartera de sus pantalones caídos y cogió varios billetes, después, los introdujo dentro de la concha de la chica.

Ella notó como el corpachón de su agresor de le acercaba, los labios del hombre se acercaron a su oído y le susurraron.

-aséate preciosa, dentro de una hora llega otro cliente.

Después se vistió y se fue, dejándola completamente sola, usada, Victoria había disfrutado de eso, pero en el fondo se odiaba a si misma, sus manos se abrazaron en un intento de consolar su profanado cuerpo, sus piernas se cruzaron en un deseo de que no quería otro hombre dentro de ella, pero notó los billetes, metió los dedos dentro de ella y los sacó, ahí estaban, la prueba de que no era más que una prostituta, tiró los billetes, quería que esto acabase.

Pero tenia que obedecer.

Se dirigió a la ducha, aseo su cuerpo, se tragó sus dudas y penas.

Tras secarse, recogió el dinero, se vistió con las ropas que le dio su amo y esperó en la cama.

Nerviosa.

Asustada.

Y curiosamente excitada.

¿Quién pasara por esa puerta? ¿Quién querrá poseerla?

Cuando la puerta se abrió, ella dio un respingo, pero lo peor es que era un compañero de trabajo.

-vaya, te pareces mucho a una compañera a la que deseaba romperle el culo ¿te dejas sodomizar?

¿De verdad pensaba en eso cuando la veía? ¿Cuántas pajas le habrá dedicado? ¿Qué posturas la habrá hecho hacer en sus enfermas fantasías?

-¿te duchas primero amor? – preguntaba Victoria simulando otra voz.

-no, quiero disfrutar de tu culo – dijo con voz lujuriosa.

Acto seguido la volteó con fuerza, le bajó las bragas de la lencería y apuntó su erección en su ojete.

-¡espera! ¡He de ponerme el lubricanAAAAAAAHHHGG!

El cabrón la penetró, se abrió amino por su ano, le costaba entrar, su agujero era tan pequeño y estrecho, el empujaba y empujaba con ganas, pero su verga no se hundía más.

-¡para animal! ¡Déjame!

-¡toma puta! ¡Toma! ¿Te gusta mi polla eh?

Victoria lloraba de dolor mientras su monstruoso compañero no paraba de bombearle la retaguardia.

El eyaculo dentro de su esfínter, cuando se separo de ella, Victoria sintió un gran alivio.

-uf, puta, tienes el mejor culo que he visto en la vida, mucho mejor que mi compañera Victoria – dijo el mientras ponía el dinero en la mesa.

Cabrón, eso es lo que pensaba Victoria mientras se aseaba, su trasero le dolía horrores, notó que le salía algo de sangre, pero no se alarmo, solo le había roto alguna vena durante la penetración.

Se arreglo, se perfumó y se puso su ropa y esperó, esperó a su próximo cliente, seguro que seria peor que el anterior, seguramente agarraría sus senos con brutalidad, la obligaría a mamarla con fuerza, no le importaría lo que sintiera, solo su placer.

La puerta se abrió, entonces lo que vio la sorprendió.

Era otra mujer.

Una mujer de treinta años que la miraba con dulzura, con deseo, se acercó a ella y la miró a los ojos, le acarició sus mejillas.

-eres más bonita de lo que el me dijo – dijo la mujer.

-¿quiere asearse primero? – preguntó Victoria temblorosa.

-duchémonos juntas, por favor – dijo ella.

Con suavidad y sensualidad, ambas se desvistieron, los curiosos ojos de Victoria miraban el cuerpo de su cliente tenia buen cuerpo, pero no lo veía como amante, sino para comparar con el suyo.

Ambas entraron en la ducha el agua acarició los cuerpos de las dos féminas que estaban juntas debido al poco espacio, fue su cliente quien dio el primer paso agarrando suavemente los pechos de victoria.

-que suaves y firmes son, ojala yo las tuviera asi – dijo la clienta susurrándola al oído.

Sus manos acariciaban suavemente los pechos, Victoria no pudo evitar que se le escapase un jadeo.

En ese momento notó la lengua de su cliente acariciando su lóbulo mientras sus dedos apretaban sus pezones.

Esta vez Victoria jadeó aún más fuerte, los lametones se convirtieron en mordisquitos, las manos de su amante acariciaron la entrepierna de Victoria.

Ella no quería, no se sentía atraía por las chicas.

Pero su cliente exigía placer.

Victoria se giró y la miró a los ojos.

Durante largo tiempo se miraron, cada vez con mas deseo, lentamente sus labios se acercaron y se besaron.

Mientras se besaban sus pechos se frotaron entre si, sus piernas se frotaron entre si, el agua dejó de caer, Victoria iba a secarse, pero su cliente no la dejo.

Puso a Victoria de rodillas y la acercó lentamente a su concha.

Victoria, como un robot, lamió la entrepierna de su clienta, penetraba con su lengua el cálido y húmedo interior de la mujer.

Ella parecía disfrutar porque empujaba la cabeza de Victoria contra su concha.

Durante largo tiempo Victoria lamia asqueada por el olor de la concha de la mujer, hasta que notó como ella se corría en su boca, aguantó las arcadas.

La mujer apartó a Victoria de su concha, la miró a los ojos y luego la besó en sus labios con profundidad, Victoria sintió como la lengua de su clienta recorría el interior de su boca.

-quiero mas – decía la clienta con un hilo de saliva aún unido en la boca de Victoria.

Lanzó a Victoria en la cama y unió su concha con la suya, ambas conchas se frotaron, sus clítoris bailaban entre si como una pareja.

La mujer agarraba los muslos de Victoria y movió sus caderas con ganas, ambas mujeres empezaron a jadear de placer hasta que gritaron en un explosivo orgasmo.

Ambos cuerpos empapados de sudor respiraban agotadas, los pechos de ambas féminas parecían competir por quien se elevaba más alto.

La clienta se levantó, dio un beso en los labios de Victoria y se fue.

Victoria se quedó pensativa un rato, su primera vez con una chica.

Lentamente se arregló, se duchó, preparó la cama, todo con el miedo de pensar que es homosexual, no la atraían las mujeres, pero ella.

Le dio mucho placer.

La puerta se abrió.

Ella estaba preparada.

Pero no para lo que le venia